martes, octubre 15, 2024
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PRINCIPIO 8: La autenticidad de la Tora oral

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Seguimos analizando el octavo Principio de la fe judía. Como todos sabemos, aparte de la Torá escrita tenemos la Torá Oral, es decir,  la tradición que explica la Torá escrita.
El octavo principio dice que la Torá Oral es también de origen divino, y fue trasmitida por HaShem a Moshé rabbenu.
Creo que este es un tema fundamental y me parece que deberíamos dedicarle un poco más para explicarlo en detalle.
Hay por lo menos 3 temas que debemos conocer en mayor profundidad
1. Los elementos que incluye la Torá oral.
2. La historia de la transmisión de la Torá Oral.
3. La metodología del  proceso halájico. Es decir ¿cómo se llega desde los preceptos de la Torá escrita hasta la práctica halájica cotidiana?
Vamos a comenzar por los elementos que constituyen la Torá oral.
De acuerdo a lo que escribió Maimónides en su introducción al comentario de la Mishná la Torá oral se divide en 5 categorías.
1. Perush (la antigua pronunciación Sefaradí era «pirush»). Esta categoría es también llamada por Maimónides «qabbalá», que NO se refiere a la parte mística de la Torá .
2. Halajá leMoshé MiSinai.
3 Dinim muflaim.
4. Gezerot
5. Taqanot y Minhaguim.
Explicaremos hoy la primera categoría.
1. PERUSH:  En la introducción a Mishné Torá Maimónides dice: «Cada mandamiento dado a Moisés en el Monte Sinaí fue dado junto con su explicación (perush).»  Estas son las instrucciones básicas –la definición de cada precepto– que no fueron escritas por Moshé sino que fueron recibidas y transmitidas oralmente por generaciones.
Ilustración:  En la Torá escrita se menciona el precepto del Tefilín. Pero la Torá escrita sólo dice: «Y estas palabras que te encomiendo hoy… las atarás en tu mano (o brazo)… y estarán sobre tu frente».  Fuera de este breve texto no hay ningún otro texto que describa cómo es el Tefilín. Ahora bien ¿cómo podemos saber entonces a qué se refiere la Torá con «atar palabras sobre la mano»?. ¿Como se «atan» las palabras?  ¿Hay que escribirlas primero? ¿Y una vez escritas, dónde exactamente hay que atarlas?, y ¿con qué? Estas son algunas de las numerosas preguntas que podríamos tener, y que sería imposible resolver, si sólo tuviéramos frente a nosotros la Torá escrita. Y lo mismo ocurriría con absolutamente TODAS las Mitsvot. Hasta con las que parecen más sencillas. El «texto» bíblico no sería suficiente para cumplir con los preceptos bíblicos.   Por ejemplo: si yo sólo tuviera frente a mi las palabras «No matarás»  ¿como podría saber la definición y el alcance de este mandamiento? ¿Qué incluye y qué no incluye?  Por ejemplo: ¿Incluye NO MATARÁS la prohibición de matar animales o sólo la de matar personas? ¿Qué pasa con matar en defensa propia, para evitar que nos maten?  ¿Y qué pasa con eutanasia  (matar a una persona moribunda que esta sufriendo) o con el aborto (¿es parte de no matarás? ) o con el suicidio ( a lo mejor «no matarás» no incluye «no te matarás» ), ¿y qué pasa con matar en la guerra o con condenar a muerte a un asesino?
No hay manera de saber exclusivamente a partir del texto qué incluye y qué no incluye «NO MATARÁS?
Por eso, como explicamos , cada precepto de la Torá fue transmitido con su PERUSH, que es la definición BASICA y ESENCIAL de cada uno de los 613 preceptos de la Torá escrita.
Por ejemplo:
La Torá Oral, el PERUSH, indica que la forma de cumplir con el precepto del Tefilín consiste básicamente en:
1. Escribir en pequeños pergaminos las palabras de los 4 párrafos bíblicos en los cuales se menciona el Tefilín.
 2. Colocar estos pergaminos en cajitas de cuero.
3. Realizar una hendidura en el extremo de esas dos cajitas e introducir en esa hendidura unas tiras de cuero.
4 Colocar una de esas cajitas en el brazo y la otra cajita sobre la frente, ajustando las cajitas con las tiras de cuero, etcetera, etcetera.
Ahora que comprendemos lo esencial de la Torá oral podemos volver al octavo principio del judaísmo.
El octavo principio afirma que este tipo de instrucciones básicas, lo que llamamos PERUSH,  NO fueron inventadas por Moisés o por los rabinos. Su origen es divino. Son una parte integral de lo que llamamos en general  «LA TORA» y fueron recibidas por Moisés en el Monte Sinai.
Continuará… 
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