jueves, diciembre 12, 2024
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MATITYAHU HACOHEN Y EL TERCER MILAGRO  DE JANUCA

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SOBRE CUERNOS Y BIBERONES

Después de 150 años de un proceso de asimilación lento, continuo y progresivo, Antiojus decidió actuar de manera agresiva   contra los judíos que aún eran fieles a la Torá. El emperador decretó que la práctica judía debía ser castigada con la muerte, y así miles de judíos fueron perseguidos y ejecutados. Las autoridades griegas, que hasta entonces habían tratado pacientemente de persuadir a los judíos a que abandonaran voluntariamente sus “antiguas» leyes,  comenzaban ahora una violenta campaña de persecución antisemita. Antiojus había decidido imponer sus ideas por la fuerza, a cualquier precio.

Una ilustración: Antiojus decretó que los judíos «escriban en los cuernos de sus bueyes ‘No pertenecemos al Dios de Israel'». ¿Qué eran esos cuernos? ¿Qué significa escribir esas palabras en las cabezas de los animales? En la antigüedad,  el cuerno hueco del toro se usaba como un recipiente con un uso muy especial. Hasta bien avanzada la edad media, esos cuernos se usaban como biberones. En algunos casos se los cubría on una funda de cuero en la punta, para que fuera más cómodo para el bebé beber desde allí.  La leche se introducía a través de su abertura más grande  y se bebía a través de un pequeño orificio en la punta estrecha del cuerno.  Ahora podemos apreciar mejor la intención de este terrible decreto. Los griegos exigían a los judíos que «decoraran» los biberones de sus bebés con una declaración explícita:  la promesa de abandonar a su Dios y ser leal a Antiojus. El cruel monarca pretendía que desde una edad temprana los niños judíos renunciaran principio más importante del judaísmo: el Pacto entre Dios e Israel.

REPROGRAMACIÓN MENTAL

De esta manera absolutamente brutal, los griegos esperaban que los judíos fueran reeducados desde la cuna y reprogramados para abandonar la Torá y aceptar las leyes del Imperio griego. Por cierto, una de las cosas que más le molestaba a Antiojus era que la lealtad al Dios de Israel era un impedimento para que los judíos lo reconocieran a él, Antiojus, como un dios. Recordemos que Antiojus, conciso por su naracisimo enfermizo,  se llamaba a sí mismo «Epífanes», que significa «una manifestación divina”. Es por eso que a Antiojus le interesaba tanto que los judíos renunciaran a su Dios desde su infancia, y quien no siguiera sus ordenes  sufriría la pena de muerte.

Durante mucho tiempo, los judíos resistieron pasivamente. Intentaron observar  la Torá en secreto, discretamente, o escapaban al desierto para servir a Dios en la clandestinidad. Miles eligieron la muerte en lugar de adorar a los ídolos, como la famosa historia de Hanná y sus siete hijos que fueron ejecutados por negarse a desobedecer la Torá. Los judíos sabían que rebelarse contra los poderosos griegos era inútil ya que no contaban con ningún ejercito que los protegiera.  Pero rezaban y pedían a Dios que tuviera compasión por ellos e hiciera que Antiojus cayera de su posición de poder. Como era costumbre en ese momento, con la muerte del rey, todos sus decretos expirarían.

EL FIN DE LA RESISTENCIA PASIVA

Pero entonces sucedió lo impensable. En el invierno de 167 a.e.c. un judío se rebeló activamente contra los griegos. En una de sus redadas oficiales, una delegación de helenistas (= gentiles y judíos aliados con los griegos) llegó a la ciudad de Modi’in y ordenó a Matitiyahu HaCohen, el líder de la ciudad, ofrecer un sacrificio a un ídolo pagano, para declarar su lealtad al emperador griego y traicionar su fe judía. Estos oficiales sabían que una vez que el líder de la ciudad ofreciera un sacrificio al dios pagano, todos los demás harían lo mismo. Por otro lado, si el líder judío se negara a ofrecer los sacrificios, lo matarían y nombrarían en su lugar a un nuevo líder local que fuera más favorable para los helenistas. Ya lo habían hecho, ciudad por ciudad y pueblo tras pueblo. Los judíos, en general, se dejaban matar en lugar de adorar a los ídolos. Pero con Matitiyahu sucedió algo diferente. En lugar de sacrificar su vida como un mártir, Matitiyahu decidió luchar. Tomó la espada y junto con sus cinco hijos mató a los que habían traído las órdenes de Antiojus. Este acto heroico, impensable hasta entonces, inspiró la rebelión armada de los judíos, liderada espontáneamente por Matitiyahu y sus hijos, contra Antiojus y el imperio griego-seléucida.

MISIÓN IMPOSIBLE

Durante los dos o tres siglos anteriores, los judíos habían vivido en relativa paz con los persas y los griegos. Se habian dedicado a trabajar la tierra, estudiar la Torá, rezar y educar a sus hijos. No eran guerreros, ni tenían experiencia en la batalla. Y lo que es más: si eran atacados en Shabbat, algo que los griegos cínicamente solían hacer,  no tomaban las armas para defenderse. Desde un punto de vista racional, esta nueva resistencia armada contra los griegos era una locura. Ya que nadie podría imaginar que un pequeño grupo de rebeldes judíos, sin armas o experiencia en el campo de batalla, tuviese alguna posibilidad de tener éxito al enfrentarse al poderoso ejército griego. Los soldados griegos estaban muy bien entrenados en el arte de la batalla, desde su infancia. La misión de Matitiyahu era una misión imposible, practicamente suicida.  וַיַּעַן וַיֹּאמֶר אֵלַי לֵאמֹר זֶה דְּבַר-ה אֶל-זְרֻבָּבֶל לֵאמֹר: לֹא בְחַיִל וְלֹא בְכֹחַ כִּי אִם-בְּרוּחִי אָמַר ה צְבָאוֹת.“ (זכריה ד, פסוק ו).Nuestros heroes econtraron la inspiracion que necesitaban en el famoso versiuclo del profeta Zejariyá que dice que HaShem nustro Dios nos concedra el triunfo  sobre nuestros enemigos, no por la fuerza del guerrero ni por el poder del ejercito sino por Su espiritu» esto es, por la inspiracion, el coraje,  la valentia y la inteligencia que Dios le concede a nuestros soldados en el campo de batalla. Esto fue y sigue siendo el mensaje que inspira tambien a los soldados del ejército de Medinat Israel hasta el dia de hoy.

Decidir que él y sus hijos enfrentarían a un enemigo tan poderoso fue una actitud milagrosa, una visión inspirada por Dios. Hasta ese entonces, los pueblos habian luchado para preservar sus vidas, pero nunca antes en la historia un pueblo había luchado para mantener sus valores y sus tradiciones. Los judíos fuimos los primeros que luchamos por la libertad de culto.

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