martes, julio 29, 2025
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MATTOT – MAS’E: La Torá y los sacrificios humanos

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וְאִם־לֹ֣א תוֹרִ֗ישׁוּ אֶת־יֹשְׁבֵי֙ הָאָ֣רֶץ מִפְּנֵיכֶ֔ם וְהָיָ֣ה אֲשֶׁ֣ר תּוֹתִ֗ירוּ מֵהֶם֙ לְשִׂכִּים֙ בְּעֵ֣ינֵיכֶ֔ם וְלִצְנִינִ֖ים בְּצִדֵּיכֶ֑ם וְצָֽרְרוּ֙ אֶתְכֶ֔ם עַל־הָאָ֖רֶץ אֲשֶׁ֥ר אַתֶּֽם־יֹשְׁבִ֖ים בָּֽהּ׃

Nuestra Parasha nos cuenta que cuando el pueblo de Israel estaba por entrar a la tierra de Canaán, la Torá les advirtió sobre un peligro sutil y destructivo: la ingenuidad de tolerar las culturas paganas y permitirles seguir habitando la tierra.
El mensaje fue claro:
“…si no expulsáis a los habitantes de la tierra cuando la habitéis, los enemigos que dejéis allí serán como espinas en vuestros ojos y como aguijones en vuestros cuerpos, y os harán sufrir en la tierra en que habitéis.” (Bemidbar 33:55)
La Torá no justifica la expulsión de estos pueblos por diferencias religiosas abstractas. El problema es que los pueblos de Canaán habían cruzado una línea irreversible. Practicaban la violencia, el tráfico humano, la prostitución ritual y —especialmente— el sacrificio humano, incluyendo la inmolación de sus propios hijos a sus ídolos sedientos de sangre.

Frente a esto, la Torá trae al mundo una revolución ética sin precedentes. En un entorno donde los dioses pedían sangre humana, la Torá proclamó que el servicio a Dios consiste en ayudar al prójimo, en elevar la moral y en hacer sacrificios de todo tipo ¡a fin de preservar la vida! Dios le enseñó a Abraham Abinu que no quiere sacrificios humanos, sino justicia, compasión y rectitud. Desde entonces, el judaísmo se convirtió en un faro de moralidad en medio de un mundo que aplaudía la barbarie.

¿Es este mensaje aún relevante?

Lamentablemente, sí. Y parece que más que nunca. Israel está rodeado de ideologías extremistas que se presentan como religiones monoteístas, pero actúan con la violencia y la inmoralidad propias de los pueblos paganos de Canaán. Hamas y otros movimientos yihadistas no aspiran a la coexistencia: su meta es el genocidio. La eliminación de toda presencia judía de la “tierra islámica”, como quedó demostrado el 7 de octubre.
Para alcanzar sus objetivos, Hamas está dispuesto a todo: a la violencia, a la mentira, a la victimización y especialmente a su arma favorita: los sacrificios humanos.

HAMBRE EN GAZA:

La mentira de la campaña internacional “hambre en Gaza” es un primer ejemplo. Según cifras oficiales de COGAT, desde el 7 de octubre de 2023 hasta julio de 2025, se han transferido más de 520,000 toneladas de alimentos, agua, medicinas y suministros humanitarios. Esta comida ha sido robada por Hamas, que llena sus depósitos y vende esa ayuda por precios exorbitantes, abusando así de sus propios civiles. Hace dos días se ha denunciado con videos desde drones que miles de camiones y contenedores con ayuda humanitaria están estacionados dentro de Gaza, con comida que comienza a pudrirse bajo el sol. ¿Por qué no se usa esa comida para terminar con el hambre en Gaza? Porque a Hamas le conviene una campaña de hambre en Gaza y no le importa que en el proceso su propio pueblo pase hambre.
 No buscan aliviar el sufrimiento, sino fabricarlo, manipularlo y exportarlo en imágenes para redes sociales. Hamas se encarga de filmar a niños desnutridos para acusar a Israel. La verdadera causa del hambre en Gaza no es Israel. Es Hamas, y su ideología pagana de sacrificios humanos.

VICTIMIZACIÓN

El mundo entero clama por un alto al fuego en Gaza. Se multiplican los llamados a la “paz”, al fin del sufrimiento “intolerable” de los niños palestinos. Y con un cinismo sin precedentes, los medios culpan a Israel de esta tragedia. Pocos se atreven a decir lo evidente: todo este sufrimiento podría terminar mañana mismo, si Hamas simplemente devolviera a los rehenes israelíes —20 con vida y 30 cuerpos— que mantiene en sus manos desde el 7 de octubre.
 Creo que no hay evidencia más contundente que este punto: culpar a Israel y no a Hamas por la guerra en Gaza —para descubrir el cinismo de Hamas y la complicidad antisemita del resto del mundo. No hay contraste más grande… y evidencia más clara de la diferencia entre Israel y Hamas que el hecho de que Hamas está dispuesto a sacrificar decenas de miles de vidas humanas por un triunfo estratégico, mientras que Israel está dispuesto a sacrificar territorios, ventajas estratégicas, prisioneros o lo que sea con tal de salvar la vida de uno de sus rehenes. Hamas no quiere un cese al fuego, porque necesita seguir alimentando la narrativa de victimización.  El mundo es cómplice y no quiere ver que Hamas sacrifica a sus propios niños y celebra sus muertes como si su dios tuviera sed de su sangre. Esto no es resistencia. Es paganismo violento disfrazado de religión.

LOS NIÑOS DE GAZA

Hamas ha convertido a los niños de Gaza en escudos humanos. Lanza cohetes desde escuelas, hospitales y barrios residenciales, sabiendo que al responder, Israel será acusado de crímenes de guerra. No protege a su población: la expone deliberadamente al fuego enemigo para explotar luego las imágenes de niños muertos como herramienta de propaganda. Miles de civiles, incluyendo niños, han sido sacrificados por Hamas, no por error, sino por decisión estratégica y justificación teológica (yihad).
Hamas adoctrina a los niños desde la infancia. Les enseña a odiar a los judíos, a glorificar la muerte, a inmolarse. Los entrena como suicidas. En su sistema educativo, el martirio es la meta. La infancia palestina ha sido corrompida y reemplazada por un culto a la muerte. Hamas no educa para vivir, sino para matar y morir.

Y han cruzado el Rubicón. No hay marcha atrás. No hay forma de corregir esta cultura.

Cuantos más niños mueran o sufran, increíblemente, más simpatía recibirá Hamás de aquellos que odian a Israel Y más premios cosecharán de la comunidad internacional —como el reconocimiento de Francia de un Estado palestino.

No hay otra nación en el planeta que utilice a sus propios hijos como carne de cañón con esta frialdad y perversión sistemática. Nadie más entrena a niños para morir como explosivos vivientes. Esa es la nueva versión de sacrificios humanos en el siglo XXI que solo practican los enemigos de Israel.

¿Solución?

La Torá lo dijo con absoluta claridad hace más de tres mil años, que cuando una sociedad cruza estos límites no tiene cura, salvación ni posibilidad de redención:

“Si no expulsáis a los habitantes de la tierra… serán como espinas en vuestros ojos y como aguijones en vuestros cuerpos” (Bemidbar 33:55).

Hoy, como en los tiempos bíblicos, la solución no es la utopía de coexistencia, ni acuerdos de paz firmados con quienes están dispuestos a matar a sus propios hijos con tal de tener rédito político.

La única opción realista de PAZ para Israel es adoptar el plan propuesto por la administración Trump y otros líderes con una visión bíblica similar: la emigración voluntaria —o premiada— de la población palestina de Gaza. Y si se me permite sugerir un destino para que los palestinos puedan vivir en paz, armonía y se sientan en su propia casa, creo que la mejor opción es la Francia de Macron.

Bienvenue à tous

SHABBAT SHALOM

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