lunes, abril 29, 2024
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JAYE SARA: Aprender a Rezar

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DIOS CREADOR
Abraham descubrió a Dios observando la Creación. “Es imposible que todo lo que existe haya surgido y funcione por sí mismo sin un Creador Inteligente”, razonaba Abraham . Tiene que haber Alguien que trajo todo a la existencia y que continua haciendo funcionar este maravilloso mundo (יש אדון לבירה).

DIOS ES UNO
Esta idea, que ya de por sí era innovadora, vino acompañada de otra declaración revolucionaria de Abraham: “Existe un solo Dios”. Abraham, contra toda lógica contemporánea, afirmaba que no hay fuerzas opuestas divinas que están luchando entre sí: la luz y la oscuridad, la salud y la enfermedad, el nacimiento y la muerte, provienen de un mismo Dios. Para los hombres de esa época esto ya era ridículo: lo más lógico es explicar que el bien y el mal, la luz y la oscuridad, la vida y la muerte, vienen de poderes diferentes, opuestos. Hablar de un solo Dios es una locura. Blasfemia. Una falta de respeto hacia los dioses.

DIOS ES INVISIBLE
Y como si esto no fuera suficiente Abraham también afirmaba que los ídolos eran falsas representaciones de Dios. “A Dios no se lo puede ver: es invisible”, afirmaba Abraham. Creo que esta declaración de Abraham fue la más dramática. Hoy en el 2020 la entendemos sin problema ya que sabemos que estamos rodeados de fuerzas y energías invisibles a los ojos como la radio frecuencia, las microondas, el WiFi, las ondas de comunicación celulares, etc, etc. Hoy sabemos que lo que no vemos sí existe en una dimensión que no podemos ver. Pero 4.000 años atrás, ¿Quién podría creer en algo que no se ve y no se toca? ¿Quién iba a creer que algo o alguien invisible es responsable por la existencia de todo lo visible? Si me preguntan a mí, creo que esta fue la innovación mas espectacular, y más difícil de ser aceptada, del monoteísmo de Abraham.

LE IMPORTA Y NOS ESCUCHA
Pero hay un aspecto del monoteísmo judío (o de la teología judía) que de acuerdo a la literalidad del texto bíblico (el peshat) Abraham Abinu fue descubriendo con el tiempo. Esto es, que el Creador se interesa por los seres humanos se involucra con ellos y puede cambiar el curso de lo natural y lo estadístico en atención a ellos. ¿Sabía esto Abraham? Lo que nos lleva a suponer que no lo sabia es que Abraham no reza a Dios cuando lo necesita. Veamos. Abraham, por instrucción Divina deja la comportable vida de Jarán y emigra a Israel. Cuando Abraham llega a Israel, la tierra sufre de una gran sequía. Abraham decide emigrar a Egipto allí su esposa Sara es secuestrada.

SUFRIR SIN REZAR
En ambas crisis Abraham no rezó. Abraham no le pide a Dios que conceda la bendición de la lluvia, y tampoco le implora a Dios que lo ayude a recuperar a su esposa Sará. ¿Por qué? El silencio del texto parece indicar que Abraham “no imaginó que podía rezar”, es decir, invocar o pedir la intervención Divina para cambiar un evento natural o personal.

Si nos situamos en el contexto de la generación de Abraham, para los idolatras el rezo no era una opción. Los dioses mitológicos asirios, hititas, o egipcios estaban muy ocupados con sus propios problemas, guerras y conflictos y no tenían ningún interés en los seres humanos. Por el contrario, a veces competían con los humanos por los recursos naturales como la lluvia o la luz. Rezar era algo completamente ilógico, contra-intuitivo y que Abraham tuvo que aprender.

APRENDIENDO A REZAR
Siguiendo estrictamente el sentido literal del texto, es Dios quien primero menciona el concepto de rezar (lehitpalel). En la Perashá que leímos esta pasado Shabbat, Sará es secuestrada una segunda vez, ahora por el monarca de Guerar, Abimelej. Dios castiga a Abimelej con serias aflicciones, se le aparece a Abimelej en su sueño y le explica que Sará es una mujer casada y que por eso Dios lo castigó. Abimelej le dice que él no lo sabía y entonces Dios le indica lo que tiene que hacer (Genesis 20: 7) “Ahora, devuelve la mujer a su esposo , que es un profeta, y [pídele] que rece por ti y no morirás”. Genesis 20: 17: “Entonces Abraham le rezó a Dios y Dios curó a Abimelej”.

En nuestros días, los fieles de cualquier religión estamos ya familiarizados con el concepto de rezar y nos parece algo natural. Luego de lo que ocurrió con Abimelej Abraham “descubre” que se puede rezar a Dios, y nos solo para reconocerlo y alabarlo, algo que Abraham ya hacía (vayqrá beShem HaShem..; nebarej sheajaknu misheló..; tiquen tefilat Shajarit) sino también para pedirle Su intervención e influir en los acontecimientos que afectan a los humanos. “Rezar”, hasta ese momento era algo que no se había registrado explícitamente en la Torá. Abraham aprende que Dios, por ejemplo, puede cambiar el curso natural de una enfermedad cuando un ser humano reza.

En la Perashá de esta semana, Jayé Sará, nos encontramos con Eliezer, el siervo de Abraham, que siguiendo lo que aprendió de Abraham, reza y le solicita al Creador su intervención para encontrar una esposa para Yitsjaq.

Continuará…

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