viernes, marzo 29, 2024
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Cuando una traducción nos confunde

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Previamente explicamos que si bien está permitido por los Sabios rezar en el idioma que uno conoce, muchas veces, cuando las palabras hebreas son traducidas a otro idioma, pierden su significado original. Cuando dos lenguas pertenecen a la misma familia (como el portugués y el español, o el hebreo y el arameo) entonces el campo semántico de las palabras es muy similar, y podemos hablar de una traducción “literal”.
Pero cuando se trata de traducir desde el hebreo al español, por ejemplo, que pertenece a una familia de lenguas completamente distinta, es imposible obtener una traducción precisa.
La palabra hebrea “BARUJ” nos proporciona un excelente ejemplo de las dificultades de traducir.
La traducción al español de la palabra BARUJ es engañosa. En castellano BARUJ se traduce por “bendito” y esta traducción, lejos de ayudarnos a comprender lo que significa BARUJ, nos confunde.
¿Por qué? Porque en español la palabra “bendito” se refiere ¡al receptor de una bendición!.
Cuando decimos de alguien que es bendito nos referimos a que fue agraciado con todo tipo de bendiciones, que fue bendecido. O cuando le decimos a alguien bendito seas, le estamos deseando que obtenga una bendición: salud, si está enfermo, o pan si pasa hambre.
Esto es lo que se entiende como bendecir a alguien, desearle que se cumplan sus deseos, que acaben sus aflicciones o que sus necesidades se vean cubiertas.
Imaginemos ahora si aplicásemos el concepto de bendito a Dios. Si dijésemos “bendito eres” o “bendito seas” HaShem, le estaríamos asignando a Dios el papel de receptor de una bendición. ¿Qué sentido tendría “bendecir” a Dios? ¿”Desearle” algo a Dios? ¿Es en esto que debemos pensar cuando decimos BARUJ? Desearle algo a Dios es como declarara que algo le falta…. un pensamiento profano y hasta herético, que lejos de ser una alabanza, es hasta ofensivo.
Ahora bien ¿Qué significa entonces BARUJ en hebreo? Cuando BARUJ se aplica a Dios NO significa que Dios es el “recipiente” de la bendición sino el “origen” de nuestras bendiciones. Llamamos bendición a todo lo que recibimos en abundancia y gratuitamente de HaShem.  Todo lo que existe, la creación, la vida y la misma existencia es parte de la Bendición Divina. Y cuando más privilegiado soy, más debo reconocer a HaShem como el origen de todas mis bendiciones: mi familia, mis padres, mis hijos, mi inteligencia, mi comida, mi salud, etc. Al decir BARUJ reconozco que HaShem es la fuente (en hebreo BEREJÁ) de todo lo me es dado. Así lo explicaron los rabinos: baruj= meqor haberajá, HaShem es la fuente y el origen de la bendición que recibimos.
HaShem es para nosotros como los padres son para un hijo. Los padres que lo traen al mundo, le “regalan” la vida y de ahora en adelante lo van a seguir alimentando y manteniendo hasta que sea independiente.  La diferencia entre nuestros padres y nuestro Creador es que nuestra dependencia con HaShem nunca termina, ya que seguimos recibiendo Sus bendiciones y Su atención hasta el último día de nuestras vidas.  La palabra BARUJ nos inspira a profesar una gratitud eterna hacia HaShem. Y nos invita a descubrir Su generosidad en las cosas que tomamos por sentadas.
Todo este significado, y mucho más, está encapsulado en la palabra hebrea BARUJ.
Es por todo esto que debemos hacer el mayor esfuerzo posible por rezar en hebreo y aprender no solo la traducción sino también el significado y la profundidad de las palabras que recitamos en la Tefilá
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