lunes, diciembre 9, 2024
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SÉPTIMO MANDAMIENTO: La fidelidad en tiempos modernos

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ואחרי עיניכם – זו זנות
En la tercera parte del Shemá Israel leemos una indicación muy importante respecto las pautas morales que la Torá demanda de una persona judía. VELO TATURU AJARE LEBABJEM… Este pasuq nos indica que no debemos dejarnos llevar por nuestros instintos.  Y que esas pasiones se alimentan de lo que ven nuestros ojos, ya que lo que pasa a nuestro alrededor, lo que vemos, nos afecta, seamos o no seamos concientes de ello.

 

Esta es también la fuente Bíblica de la cual se aprende el código de conducta sexual de un hombre y una mujer judía. Este código tiene como objetivo fundamental enseñarnos que lo sexual se encuadra «exclusivamente» en la intimidad entre marido y mujer.

 

Esta simple pero fundamental idea implica que la interacción entre hombres y mujeres, que no son esposos, no debe pasar los limites de la cordialidad.  Lo cual debe reflejarse, por ejemplo, en la forma en que un hombre judío habla y mira a una mujer. Un hombre judío no debe actuar o dirigirse sensualmente hacia ninguna otra mujer que no sea su esposa. O, en la forma que una mujer judía se viste y se presenta a sí misma cuando está fuera de su hogar. Una mujer judía debe reservar su «appeal» para su esposo.

 

Este simple concepto (¿monogamia total?) NO es muy afín a la sociedad moderna, donde la sexualidad se ha transformado en un producto comercial que llega a traves de la publicidad, la pornografía, los medios de comunicación, etc. Todas estas son «industrias» cuyo objetivo principal es hacer dinero.   Venden apelando a uno de los instintos más básicos y poderosos del hombre, que debería estar reservado «exclusivamente» para el matrimonio. Y esta explotación generalizada de la sexualidad para fines de lucro ha redefinido radicalmente a la cultura de la sociedad moderna gentil de una manera que parece irreversible. Lo sexual ya dejó de ser una cuestion «privada» entre marido y mujer, para trasformarse en un producto de consumo banal, el cual, o a través del cual, se vende más y mejor.
La industrialización del sexo deja secuelas psicológicas y emocionales muy negativas.  Las niñas, por ejemplo, desde una corta edad son directa o indirectamente adoctrinadas a vestirse para atraer la mirada del hombre más hacia su cuerpo que hacia sus ojos. La mujer es la que más ha perdido con esta revolución sexual, ya que lamentablemente, ha sido víctima de una «objetización» de su persona.
El hombre también ha perdido muchísimo. Los jóvenes están constantemente bombardeados con imágenes sensuales, pornografía y sobre-estimulación.  Y ya no son capaces de ver al sexo como algo íntimo.
En este marco tan hostil a los códigos judíos ¿cómo puede hacer un joven o una mujer judía para asociar lo sexual con la pureza, con la santidad, con la imitación de lo Divino o por lo menos con la intimidad? Es muy difícil alcanzar ese nivel cuando uno vive en una sociedad donde la sexualidad ya ni siquiera está asociada con el amor…

 

Uno de los desafíos mas importantes (quizás el mayor) que los Yehudim enfrentamos hoy es: cómo hacer para preservar nuestros códigos de conducta judíos en una sociedad con una moralidad completamente distinta.   Este es un tema muy profundo que le quita al sueño no sólo a Rabinos y educadores, sino también a muchos padres y madres de Am Israel.
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