lunes, octubre 14, 2024
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SÉPTIMO MANDAMIENTO: ¿Cómo relacionarse con personas del sexo opuesto?

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Conocer los códigos morales de la Torá es esencial para proteger el matrimonio y la fidelidad.   Hoy quiero finalizar  el estudio de este mandamiento con una última reflexión.
Explicamos que en el judaísmo la sexualidad es algo sagrado y exclusivo. La santidad de este acto tiene que ver con el marco donde tiene lugar: el matrimonio.

 

Hay otro elemento que también pertenece exclusivamente a la relación marido y mujer, de suma importancia, y del cual se habla menos. Veamos. La primera vez que la Torá describe una relación sexual dice: «Y Adam CONOCIÓ a Eva su mujer». Este conocimiento no es físico sino emocional y conduce a la sexualidad. Por lo tanto, también debe ser reservado para la relación marido y mujer, y no puede desarrollarse fuera del matrimonio.

 

El adulterio, muchas veces ocurre sin premeditación. Es decir, los sentimientos entre dos personas se van desarrollando sin que uno se de cuenta.  Como explicamos muchas veces, la estrategia judía para proteger la fidelidad es crear cierta barreras o medidas preventivas, como Iyjud, no recluirse a solas con otra mujer (u otro hombre que no se a el marido), o evitar el contacto físico con personas del sexo opuesto, etc. Debemos ser conscientes también que, cuando nos relacionamos con personas del sexo opuesto, se debe mantener una distancia emocional. Ya que el adulterio suele suceder como consecuencia de una conexión emocional previa.
Un ejemplo.  Imaginemos a un hombre casado y su relación con una empleada o secretaria. Las buenas relaciones entre seres humanos comienzan por el respeto. No puedo relacionarme con alguien, con mi vecino por ejemplo, si no me respeta o si yo no lo respeto a él. El respeto es el requisito más elemental de toda relación humana.  Luego, si esa relación crece un poco más, estaríamos hablando de cordialidad, que es un nivel por encima del respeto. En una relación de cordialidad hay comunicación positiva, un buen entendimiento y un sano intercambio de ideas.  Luego, la relación puede llegar a un próximo nivel. Y aquí es donde los Jajamim nos enseñan que hay que tener cuidado.  El próximo nivel es un nivel de «confianza» o  cercanía emocional (en hebreo, quirub da’at).  En una relación de cordialidad se intercambian pensamientos, pero en una relación de confianza se intercambian emociones, sentimientos, secretos y temas más privados.  Esta relación, que en un principio puede no tener que ver necesariamente con lo sexual, es una relación de CONOCIMIENTO (da’at) más íntimo, y como vimos en el caso de Adam, suele conducir al próximo nivel:  la intimidad.  Por ejemplo, cuando una pareja comienza el proceso de dating, empiezan relacionándose con respeto, luego con cordialidad, y luego si la relación crece, se desarrollará este «conocimiento» más íntimo, más emocional y de más confianza. Cuando esto ocurre es una indicación que se puede seguir adelante, hacia el matrimonio.

 

Ahora podemos entender un poco mejor la advertencia de los Sabios del Musar (ética judía) respecto a quirub da’at con personas del sexo opuesto. ¿Qué puede pasar si un hombre casado comienza una relación «de confianza» con una de sus empleadas? ¿Si comparte con ella, por ejemplo, los problemas que él tiene con su esposa?  ¿Qué pasa cuando una mujer casada llega a este nivel de confianza emocional con su dentista, su coach, su profesor, etc.?   Claro que esta «relación emocional» no sucede de la noche a la mañana. Este relacionamiento tuvo que que haber pasado primero por el respeto y luego por la cordialidad. Y de alguna manera, quizás inconsciente, llegó a un nivel superior.

 

Para proteger la fidelidad se debe tener conciencia de los niveles en los cuales una relación humana se desarrolla. Y un hombre o una mujer casados deben guardar siempre el respeto y la cordialidad hacia todo ser humano, pero evitar que se llegue a un acercamiento emocional cuando se relacionan con personas del sexo opuesto.
La fidelidad es la base de la familia judía. Proteger la fidelidad garantiza nuestra felicidad conyugal y la estabilidad emocional de las personas que más queremos.  Proteger la fidelidad implica la auto-imposición de ciertos códigos de conducta e interacción con personas del sexo opuesto. La conciencia y la aplicación de ciertos «limites». Lo cual evitará llegar a situaciones que sean más difíciles de controlar.
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