YOM MEORI, un triste poema Sefaradí de Tisha BeAb

El sucesor de João II, Manuel, se dio cuenta de la conveniencia de tener comerciantes y artesanos judíos en su reino y se comportó de manera más permisiva hacia ellos. No obstante, los monarcas católicos, los principales instigadores de la deportación de judíos, no aprobaban el hecho de que Portugal se volviera el refugio para los judíos y conversos que ellos habían expulsado de España. Cuando la realeza española iba a casar a su hija, Isabel de Asturias, con Manuel de Portugal, la primera condición que estipularon fue que Portugal no le diera asilo a los refugiados judíos.

En 1497, el rey de Portugal inició un proceso de “conversión colectiva de facto” mediante el cual todos los judíos presentes en el reino de Portugal eran considerados a partir de ese momento Cristianos Nuevos. Y por supuesto, una vez convertidos, tenían prohibido, bajo pena de muerte, “judaizar”, es decir, practicar cualquier ritual judío.

En ese momento la mayoría de los judíos comenzaron a vivir en apariencia como cristianos, esperando la oportunidad de marcharse cuanto antes hacia otros destinos. Miles de familias judías convertidas de facto vivieron en esta situación durante años, y algunas de ellas por tres, cuatro o más generaciones.

Los hijos de las familias que se rehusaron a convertirse y no tenían la posibilidad de irse de Portugal fueron tomados de manos de sus padres a la fuerza, algo que ni siquiera la cruel Inquisición española se atrevió a hacer. Miles de niños jóvenes, menores de catorce años, fueron llevados a la fuerza a conventos para ser criados como católicos. Más de setecientos jóvenes judíos adolescentes, hombres y mujeres, fueron llevados a una terrible travesía en barco hacia Saõ Tomé (Santo Tomás), una isla que había sido recientemente colonizada por exploradores portugueses de la costa oeste de África Central, y era utilizada como una cárcel para criminales. Según informes contemporáneos, muchos de aquellos jóvenes que no fueron devorados por los reptiles enormes que habitaban ese lugar murieron rápidamente de hambre o exposición las inclemencias climáticas.

El Rab Saba escribe sobre este terrible acontecimiento en su libro Tzeror Hamor, Parashat Ki Tavo:

«Esta es la gran desgracia que cayó sobre nosotros en Portugal, que el rey tomó a los jóvenes y los envió en barcos a las islas de reptiles para poblarlas».

Dos de los hijos del Rab Saba fueron capturados en estas circunstancias. Se dice que para buscarlos, se disfrazaba de campesino cristiano y visitaba los conventos. Cuando llegaba recitaba en voz alta el Shema Israel  la plegaria central del judaísmo en el medio del patio. Al escuchar la voz de Rab Abraham, atraídos por la melodía familiar del Shema, los niños judíos que se encontraban allí se acercaban a él y lloraban desconsoladamente. Nunca volvió a ver a sus hijos.

En 1495, falleció el rey João II y con el ascenso del rey Manuel (Emanuel I, el Afortunado) la situación de los judíos no mejoró. Dentro del primer año de su mandato, Manuel contrajo matrimonio con la princesa española Isabel de Asturias, la hija de Fernando e Isabel. Los monarcas españoles pusieron como condición de matrimonio que el rey Manuel debía deshacerse de todos los judíos de Portugal. El 4 de diciembre de 1496, Manuel ordenó que para noviembre del año siguiente, ningún judío tenía permitido permanecer en Portugal. Para los judíos que se habían rehusado a convertirse en España, arriesgando sus vidas y abandonando todos sus bienes para defender su fe judía, otra vez había llegado la pesadilla de la elección entre conversión o un exilio incierto.

Muchos judíos se negaban a convertirse y abandonaban el territorio portugués de la manera en la que podían. Al enterarse de esto el rey Manuel reconsideró la pérdida de ciudadanos judíos y el impacto negativo que ello tendría en la economía de su reino, y decidió mantener a los judíos en el país a cualquier precio. Para cumplir con las condiciones expuestas por los reyes de España, decidió “convertir a todos los judíos automáticamente y por decreto”, es decir, sin que fuera necesario su consentimiento.  En otras palabras, en lugar de “expulsar a los judíos de Portugal”, resolvió “expulsar al judaísmo de los judíos”. Y una vez que hizo esto comenzó una tremenda presión para que los judíos se bautizaran voluntariamente. Por lo general esa presión se tercia amenazando a los padres que si no se convertían, iban a perder a sus hijos.  

En ese momento, había un grupo de veinte mil judíos en Oporto, que estabas desesperados por marcharse de Portugal, entre ellos estaba el Rab Saba, y los oficiales portugueses les informaron que iban a poder partir en barco pero no desde  Oporto sino desde Lisboa. En Pésaj, el 19 de marzo de 1497, llegaron a Lisboa, pero en lugar de ser evacuados, los niños judíos de ese grupo fueron detenidos y a sus padres los enfrentaron a la terrible decisión de abandonar su fe o abandonar a sus hijos. Muchos judíos se convirtieron para salvar a sus hijos.  Y además porque el rey Manuel se comprometió a no permitir que el tribunal de la Inquisición llegara a Portugal por al menos veinte años. Esta promesa fue cumplida, y así, por mas de 30 años, los judíos vivían en apariencia como cristianos y en la intimidad seguían practicando el judaísmo si temas a ser descubiertos por la inquisición y condenados a la hoguera.  

יום מאורי 
יוֹם מְאוֹרִי חָשַׁךְ בְּגֵרוּשׁ קַסְטִילְיָא אוֹי לִי עַל שִׁבְרִי שֶׁבֶר יְרוּשָׁלַיִם אַל תִּזְכְּרִי עוֹד אֲהָה עָלַי וְאוֹיָה לִי כִּי לְשֶׁבֶר קַאסְטִילְיָא לֹא נִמְצָא צֳרִי מִפּוֹרְטוּגַל נִשְׁמַע קוֹל נְהִי בְּמָרָה אֲהָה עָלַי וְאַלְלַי כִּי אֵין שֶׁבֶר כְּשִׁבְרִי וּמָזוֹר כִּמְזוֹרִי עַז פָּנִים מֶלֶךְ קָשֶׁה מְנֻוָּל שְׁמוֹ אֲהָה עָלַי וְאוֹיָה לִי שָׁכַח שֵׁם אֱלֹהֵי יִשְׁעִי וְאוֹרִי יְלָדִים הָאוֹמְרִים בְּכָל יוֹם שְׁמַע יִשְׂרָאֵל אֲהָה עָלַי וְאַלְלַי אוֹמְרִים לָעֵץ הָקִיצָה וְלָאֶבֶן עוּרִי הַמְיַחֲדִים בְּכָל יוֹם ה’ אֶחָד אֲהָה עָלַי וְאוֹיָה לִי אָמְרוּ אָב בֵּן וְרוּחַ אֲשֶׁר הוּא יוֹצְרִי קִיְּמוּ וְקִבְּלוּ אֲבוֹתָם כָּהֵם אֲהָה עָלַי וְאַלְלַי אָמְרוּ שְׁלוֹשָׁה אֵלֶּה הֵם כִּתְרִי וּנְזִירִי סִפְדוּ וּנְהוּ נְהִיָּה עַל בֵּית הַתְּפִלָּה אֲהָה עָלַי וְאוֹיָה לִי אֵיךְ סִפְרֵי הַקֹּדֶשׁ נִטְמְנוּ בַּעֲפָרִי וַחֲכָמִים חֲסִידִים וְאַנְשֵׁי מַעֲשֶׂה אֲהָה עָלַי וְאַלְלַי אָמְרוּ בְאִישׁ מֵת שַׂמְתִּי אֲנִי שִׂבְרִי נַחֲמֵנוּ הָאֵל בְּקָרוֹב בִּתְשׁוּעָה בִּמְקוֹם אֲהָהּ אָרִים בִּתְרוּעָה בְּבוֹא יִנּוֹן וְאֵלִיָּה גוֹאֲלִי

Mi día de luz se volvió en oscuridad, con la expulsión de Castilla ¡Ay de mí por mi sufrimiento!

Ya no me recuerdes la destrucción de Jerusalem, porque por la destrucción de [las comunidades judías de] Castilla no he encontrado un remedio [que me cure] .

Desde Portugal se escucha una voz que llora de amargura, 
porque no hay destrucción como la mía y exilio como mi exilio.  

El perverso y cruel rey [de Portugal Manuel] “menuval” su nombre, forzó a que se olvidara el nombre de mi Dios, mi Salvador, mi Luz!

Los niños que todos los días decían “Shemá Israel”, ahora le dicen a la madera [la cruz] “¡resucita!” y a la piedra [las estatuas de los santos] “¡despierta!”  .

Los que antes decían  “Dios es uno”, ahora dicen “el padre, el hijo y el espíritu”,  son mi creador. 

Sus padres [también] tuvieron que aceptar [la conversion forzada para no morir] y tuvieron que decir: “estos tres son mi corona y mi tiara”.  

Llorad y decretad luto por las Sinagogas [abandonadas], y por los rollos sagrados [de Torá] que tuvieron que ser enterrados en el polvo.

Y por los sabios píos y por los hombres de acción, que han sido forzados a decir: “En un hombre muerto pongo mi esperanza”. 

Que Dios pronto nos consuele con Su salvación, y que en lugar de llorar “AHA” cantemos con alegría, con la llegada de nuestro Mesias y Elíahu HaNabí 




¿Por qué seguimos llorando por Jerusalem?

En unos días más observaremos el ayuno de Tishá BeAb, que es el día nacional de duelo del pueblo judío. En este día se recuerda principalmente la destrucción de los dos Templos, el primero en el año 586 antes de la era común y el segundo en el año 68 de la era común.

El viernes pasado estuve de visita en el hermoso Bet Keneset Nitzanim para Kabbalat Shabbat. El rabino, Shai Finkelstein, habló sobre un tema que siempre me inquietó: el dilema de un texto de la Tefilá que se agrega en el día de Tishá BeAb: Najem.

En este texto, lloramos por la destrucción de la ciudad santa. El texto describe a Jerusalem tal como seguramente se veía durante los 2.000 años de ausencia judía. Esta es la traducción de una parte de esta oración:

«HaShem, nuestro Dios, consuela a los dolientes de Sion y a los dolientes de Jerusalem y a la ciudad que está afligida, destruida, despreciada y desolada. Despojada de sus hijos, con sus edificios en ruinas, despojada de su gloria y desolada en sus habitantes. [Jerusalem] se sienta con la cabeza cubierta como una mujer que perdió a sus hijos y que ha sido destruida por las legiones del ejército enemigo. Los pueblos idólatras la han saqueado y han expulsado a tu pueblo, Israel, por la espada y han matado intencionalmente a los más devotos del Altísimo. Por lo tanto, el monte de Sion llora amargamente y Jerusalem alza su voz diciendo: ‘¡Mi corazón se rompe y mis entrañas llenas de dolor por [mis hijos] que han sido asesinados'».

El dilema es obvio: cada palabra de esta oración «fue» absolutamente cierta durante 2.000 años. Pero, gracias a Dios, a partir de 1967 todo esto cambió. Jerusalem, la ciudad, está más hermosa que nunca. Baruj HaShem, ya no está más afligida, ni despreciada ni desolada. Está alegre, feliz, joven y llena de gente. Los shoppings, los negocios, los restaurantes están repletos de consumidores. Sinagogas por todos lados. Minyanim, a toda hora y en cualquier lugar. Jerusalem ya no inspira lástima. Es sin duda alguna la ciudad más vibrante y feliz del mundo. ¿Qué hacemos entonces? ¿Seguimos diciendo esta Tefilá?

Luego de 1967, dos rabinos sefaradíes opinaron al respecto:

El Rab Haim David HaLevi, el rabino sefardí principal de Tel Aviv en ese entonces, citó un texto que dice «no se permite recitar algo falso ante Dios», que tiene su origen en el Talmud, tratado Yoma 69B, el cual dice que nuestros antepasados no dudaron en cambiar la redacción de algunas plegarias para evitar implicar algo que ya no era verdad. El rabino propuso cambiar el tiempo del verbo en el texto de Najem, y en lugar de decir «la ciudad que está desolada», decir «la ciudad que había sido desolada», etc.  De esta manera, al cambiar estas palabritas, la oración es históricamente verdadera, a la luz de la milagrosa reunificación de la ciudad de Jerusalem.

La opinión del rabino Obadiá Yosef en su libro Yejavé Da’at, escrito después de la Guerra de los Seis Días, presenta las dificultades de cambiar la liturgia que fue establecida por los Sabios — y profetas– de la Gran Asamblea. Pero, en especial, opninó que si bien lo que dice este texto sobre Jerusalem todavía sigue siendo apropiado para la parte no judía de Jerusalem y especialmente para el Har Habayit, el Monte del Templo, donde hay una mezquita construida sobre las ruinas del Bet HaMiqdash. Su opinión es la que ha sido adoptada por prácticamente todas las comunidades ortodoxas, sefaradim y ashkenazim, que han mantenido la redacción original de Najem que se encuentra en el Talmud de Jerusalem.

HALAJA YOMIT

Las leyes de cortarse el cabello durante las «Tres Semanas» – Año 5783

La prohibición habitual de cortarse el cabello Como resultado del duelo observado durante las «Tres Semanas», la costumbre ashkenazí es abstenerse de afeitarse y cortarse el cabello desde el Diecisiete de Tammuz hasta el Diez de Av.

Sin embargo, la costumbre sefardí no es tan estricta y sigue la letra de la ley establecida por una disposición tanaítica (después de la destrucción del Bet Hamikdash), que prohíbe cortarse el cabello y lavar la ropa durante la semana en la que cae Tisha Be’av. El Rambam y Maran Ha’Shulján Aruj también dictaminan así. Aquellos judíos sefardíes que estudian o viven cerca de ashkenazíes pueden actuar de manera estricta y abstenerse de afeitarse y cortarse el cabello desde el Diecisiete de Tammuz.

La semana en la que cae Tisha Be’av se refiere a la misma semana en la que se observa el ayuno de Tisha Be’av, comenzando desde el domingo de esa semana. Por ejemplo, si Tisha Be’av ocurre un jueves, como sucede este año, todas las costumbres de duelo asociadas con la semana en la que cae Tisha Be’av comienzan desde el domingo anterior.

Cortarse el cabello para las mujeres En cuanto a que una mujer se corte el cabello durante la semana en la que cae Tisha Be’av o durante las «Tres Semanas» según la costumbre ashkenazí, esto depende de una discrepancia relacionada entre los Poskim, de la siguiente manera:

Los Poskim difieren en si una mujer que está de duelo por uno de los siete parientes (padre, madre, hermano, hermana, hijo, hija o esposo) tiene prohibido cortarse el cabello, al igual que para un doliente varón, o quizás esta prohibición no se aplica a las mujeres.

Desde el punto de vista halájico, Maran Ha’Shulján Aruj, cuyas decisiones son seguidas por judíos sefardíes y del Medio Oriente, escribe que la prohibición de cortarse el cabello no se aplica a las mujeres. Por lo tanto, inmediatamente después de los primeros siete días de duelo (Shivá), una mujer puede cortarse el cabello. Sin embargo, el Rama, cuyas decisiones son seguidas por judíos ashkenazíes, escribe que la prohibición de cortarse el cabello también se aplica a las mujeres.

Por lo tanto, parece que según Maran Ha’Shulján Aruj y la costumbre sefardí, la prohibición de cortarse el cabello observada en el duelo por la destrucción del Bet Hamikdash tampoco se aplica a las mujeres. Sin embargo, según el Rama y la costumbre ashkenazí, las mujeres también están incluidas en esta prohibición. Hagaon Harav Moshe Feinstein zt”l y otros grandes Poskim dictaminan de la misma manera.

Por otro lado, hay Poskim ashkenazíes que escriben que aunque a las mujeres se les prohíbe cortarse el cabello mientras están en duelo real por un pariente, sin embargo, las mujeres pueden, de hecho, actuar de manera indulgente y cortarse el cabello durante las «Tres Semanas», ya que esto (no cortarse el cabello durante todo el período de las «Tres Semanas») no es tanto una prohibición halájica según la letra de la ley como una costumbre aceptada. Sin embargo, durante la semana en la que cae Tisha Be’av, cuando hay una prohibición real de cortarse el cabello basada en el edicto de los Sabios de la Mishná y no simplemente una costumbre, no hay distinción entre hombres y mujeres.

Desde el punto de vista halájico, según la costumbre ashkenazí, los hombres se abstienen de cortarse el cabello desde el Diecisiete de Tammuz, mientras que la costumbre sefardí permite esto hasta la semana en la que cae Tisha Be’av. En cuanto a las mujeres, aquellas que deseen actuar indulgentemente, incluso entre las mujeres ashkenazíes, tienen a quién apoyarse.




SHABBAT JAZON: El 9 de Ab y la hipocresía religiosa

Este Shabbat por la mañana comenzaremos la lectura del libro de Debarim y al finalizar leeremos una Haftará especial del libro  de Yesha’ayahu (Isaías). A esta  Haftará se la conoce como «Jazón» (por su primera palabra)  y por extensión al Shabbat antes del 9 de Ab se lo llama Shabbat Jazón.

Este texto de la Haftará se encuentra en el libro de Isaías 1: 1-27, y es una visión profética en la que este gran profeta de Israel reprende a los habitantes de Jerusalem por su falta de integridad y su corrupción. La Haftará describe los pecados que provocaron que Dios ignorara nuestras oraciones y plegarias y eventualmente llevaron a la destrucción de nuestro primer Bet haMiqdash. Al leer y recordar los errores de nuestros antepasados, podemos reflexionar sobre nuestro propio comportamiento, mejorar nuestras acciones y merecer ver nuestro Bet haMiqdash reconstruido muy pronto, en nuestros días.

Entre los muchos puntos que denunció el profeta, vale la pena recordar su criticismo sobre la hipocresía religiosa.

Así dijo a la gente de Yerushalayim en nombre de haShem: 15. [Así dice Dios], cuando extiendas tus manos en oración, apartaré Mis ojos de ti; aun cuando Me ofrezcas muchas oraciones, no te escucharé, [porque] tus manos están llenas de sangre.

Yesha’ayahu denunció a las personas corruptas que mataban, robaban, engañaban en sus negocios, practicaban el soborno, corrompían la justicia y simultáneamente ¡rezaban a Dios! Y no solamente eso: también pretendían que Dios escuchara sus oraciones y respondiera sus pedidos! Como dice el profeta Yesha’ayahu: estos feligreses llegaban al Templo, «con sus manos manchadas de sangre», y ofrecían sacrificios, como si Dios pudiera ser sobornado con regalos u ofrendas para ignorar sus malas acciones. Estos individuos, que quizás no eran pocos, tenían una idea muy infantil, inmadura y pagana de Dios.

Yesha’ayahu les explicó que NO existe el divorcio entre lo que uno hace y cómo uno reza. Un judío no puede practicar todo tipo de inmoralidades, y luego ir al  Templo y a rezar ¡como si nada hubiera pasado! Como si todo estuviera bien. Como si Dios no supiera lo que realmente hicieron y la maldad de su corazón. Yesha’ayahu les explica que eso es inaceptable: que la honestidad y la moralidad, la no explotación de los más débiles, es una obligación religiosa imperiosa. Y que cuando una persona se comporta piadosamente en el Templo y es un corrupto en sus negocios, ¡es un hipócrita! Y HaShem detesta la hipocresía religiosa más que la no religiosidad. Dios no está recluido en el Templo. Él sabe lo que hacemos. Rechaza la oración de los corruptos y demanda que nuestra vida sea honesta y virtuosa no solo en el Templo, sino también (o especialmente) fuera del Templo!

Yesha’ayahu también les dice que no están condenados para siempre a ser ignorados por Dios. Les explica que si una persona corrupta se arrepiente, mejora su comportamiento y se vuelve honesta, HaShem lo aceptará nuevamente. Para que esa situación se revierta y Dios esté dispuesto a escuchar sus oraciones, Yesha’ayahu les dice lo que tiene que hacer:

(1: 16-17)

“…Purifíquense [de sus malas acciones]. Dejen de hacer el mal, aprendan a practicar la justicia, busquen la rectitud, defiendan a los oprimidos, luchen por la causa del huérfano, y defiendan a las viudas «.

Cuando HaShem ve nuestro arrepentimiento nos acepta nuevamente y escucha nuestras oraciones. Y así tendremos el mérito de ver nuevamente nuestro Bet haMiqdash reconstruido.




Historia de la destrucción del segundo Bet HaMiqdash. Parte 1

APRENDER DE LA HISTORIA

Estamos en un periodo de duelo hasta el día 9 del mes de Ab (12 de agosto de 2024 a la noche hasta la noche siguiente). Estos son días en los que, como veremos más adelante, guardamos un grado de duelo que va creciendo a medida que nos acercamos al 9 de Ab, que es el día de duelo nacional del pueblo judío porque se destruyó el Bet HaMiqdash, Gran Templo de Jerusalem y comenzó un exilio que aun no ha terminado. Estos son  días de reflexión, no solo para conmemorar y recordar nuestra historia, sino especialmente para aprender de los errores que cometimos en el pasado y no repetirlos. La filosofía de nuestra Torá explica que hay una relación directa entre nuestro comportamiento religioso y el nivel de Protección Divina que merecemos, particularmente en el nivel colectivo, es decir, como pueblo. Como lo dice la Torá explícitamente en Parashat Bejuqotay (Levítico 26:14-46) y Perashat Ki-Tabó (28:15-69), cuando cumplimos nuestra parte del pacto y honramos nuestro compromiso con Dios, el Todopoderoso honra Su parte del pacto protegiéndonos contra nuestros enemigos.

CUANDO LOS HERMANOS SE PELEAN…

Nuestros Sabios analizaron, por ejemplo, qué fue lo que llevó a la destrucción del Segundo Templo (año 68 de la era común), y no atribuyeron nuestra derrota al enorme poderío militar de los romanos. Los Sabios, en lugar de eso, enseñaron a “mirarnos al espejo” y a preguntarnos: ¿Qué hicimos mal para no merecer la ayuda Divina? En este caso, la respuesta que nos brindaron es muy específica: nuestro pecado fue «sinat jinam». «Odio irracional entre hermanos». Es decir, divisiones entre los propios judíos: sectarismo político, religioso, social. Algo que todavía no hemos superado. Esta intolerancia entre nosotros mismos es irracional y muy peligrosa porque las divisiones nos debilitan y quedamos expuestos a nuestros implacables enemigos. En realidad, todo lo que se necesita saber acerca de las desastrosas consecuencias de “sinat jinam” se puede aprender de la historia de dos hermanos, Yojanán Hircano y Yehudá Aristóbulo. Lo ocurrido con ellos 130 años antes de la destrucción de nuestro Templo desencadenó en realidad ese trágico evento.

LOS JUDIOS INVITAN A ROMA

Recordemos que en el año 141 aec, los judíos finalmente recuperamos nuestro estado independiente y por primera vez desde la época del Reino de Yehudá, teníamos nuestro propio «ejército judío» que era muy poderoso y famoso por la bravura de sus soldados. Este fue un periodo de unión y fortaleza entre los Yehudim. Y bajo el liderazgo de Shimón, el último sobreviviente de los hijos de Matitiyahu, gozamos de un periodo de paz y prosperidad, viviendo de acuerdo a nuestra Torá.

Todo cambió en el año 65 aec.

Yojanán Hircano y Yehudá Aristóbulo, los descendientes de Shimón, reclamaban el trono luego de la muerte de Alexander Yanai y no se podían poner de acuerdo. La enemistad y el odio entre estos dos hermanos se reflejaban también en sus seguidores y adeptos políticos que no dudaron en aliarse militarmente con pueblos no judíos para reforzar sus propios ejércitos. La situación era tan mala que el estado judío estaba al borde de una guerra civil por el odio entre estos dos hermanos y sus adeptos. En esos años, los romanos, que estaban creciendo militarmente, habían enviado al famoso comandante Pompeyo al Mediterráneo para proteger a sus barcos de los piratas que los atacaban y los saqueaban. Una vez en el Medio Oriente, Pompeyo vio que la situación política en Judea era muy frágil y decidió aprovecharse de la situación. Se ofreció para arbitrar entre los dos hermanos y decidir quién debería asumir el cargo. Los judíos, distraídos con sus sangrientas batallas internas, aceptaron la intermediación sin darse cuenta de que estaban cayendo en una trampa política devastadora, abriéndole las puertas a los romanos para apoderarse de Jerusalem. Con mucha astucia política, Pompeyo decidió que Yojanán, el menos poderoso de los dos hermanos, debía ser el nuevo monarca. No conforme con el veredicto, Aristóbulo reunió un ejército en Yerushalayim. Pompeyo, con el beneplácito de Yojanán, trajo a su ejército y comenzó una guerra civil que duró más de tres meses. Murieron más de 12,000 soldados judíos. Una vez vencido Aristóbulo, y con el ejército judío ya devastado, Pompeyo desplazó a Yojanán, se apoderó de la ciudad de Jerusalem y terminó así con el estado judío independiente. Los romanos se habían instalado en Jerusalem para quedarse, y nosotros, por nuestras luchas internas, les habíamos abierto las puertas.

Como dijeron los Sabios:

מקדש שני, שהיו עוסקין בתורה ובמצות וגמילות חסדים, מפני מה חרב? מפני שהיתה בו שנאת חינם!

HERODES, REY DE JUDEA

Alrededor del año 65 aec, Judea (Israel) pasó de ser un estado independiente a convertirse en un estado vasallo del Imperio Romano. En esta nueva situación, el emperador romano nombró un rey para gobernar sobre Judea. La lealtad de estos Reyes vasallos era principalmente hacia Roma, y no hacia sus ciudadanos o hermanos judíos. El más conocido de estos reyes fue sin duda Herodes (años 37 al año 4, antes de la era común). La familia de Herodes era originalmente edomita. En este sentido, los romanos se aseguraban la lealtad del monarca al elegir un rey que, si bien había nacido en Judea, no era completamente judío.

La historia de los edomitas y su relación con Am Israel es bastante compleja. Edom descendía de Esav, el hermano de Ya’aqob. Esto normalmente significaría que los judíos y los edomitas deberían ser aliados cercanos. Sin embargo, durante mucho tiempo, especialmente en los días del rey David (año 1000 a.e.c.), Israel y Edom fueron enemigos. Lo mismo sucedió en el momento de la destrucción del primer Bet haMiqdash (Templo de Jerusalem, 586 a.e.c.), los edomitas se unieron a nuestros enemigos, los babilonios. La maldad y la crueldad indescriptible de los edomitas hacia los judíos se registra explícitamente en Tehilim, el Salmo ‘al neharot Babel (137: 7).

LOS EDOMITAS SE CONVIERTEN AL JUDAISMO

En la época de los Jashmonayim (150 a.e.c.), los edomitas se convirtieron al judaísmo, y muchos de ellos se integraron completamente al pueblo judío, lucharon en sus filas y compartieron su mismo destino. Pero este no fue el caso de Herodes. Su lealtad a los romanos era de la misma intensidad que su odio hacia los judíos. Herodes no solo colaboró plenamente con los romanos recaudando fuertes impuestos de los judíos, sino que también estableció templos paganos en varias ciudades de Israel, como Cesárea y otros lugares. Su mayor provocación fue colocar un águila de oro, el símbolo religioso y militar de Roma, en la puerta de entrada del Bet haMiqdash. Los rabinos alentaron a un grupo de jóvenes judíos a sacar el ídolo romano. Los jóvenes fueron capturados y llevados a Herodes. Flavio Josefo registra el diálogo que tuvo lugar en ese momento. Herodes les dijo: «¿Quién les ordenó destruir el águila?» Los jóvenes respondieron: «Las leyes de nuestros padres». Herodes les preguntó: “¿Y por qué parecen estar tan tranquilos y contentos? ¿No saben que los ejecutaré?». Los jóvenes judíos respondieron: «Lo sabemos, pero también sabemos que la vida eterna nos espera en el mundo venidero (‘olam haba). Herodes ordenó que ellos y sus cómplices, 40 jóvenes judíos, fueran ejecutados junto con dos grandes rabinos de Israel, quemándolos vivos en una hoguera pública.

DEL ESTADO VASALLO A PROVINCIA ROMANA

En el año 6 de la era común, 10 años después de la muerte de Herodes, Augusto, el primer emperador romano, abolió la monarquía «judía» y convirtió a Judea en una provincia romana. Es decir, desde ese momento, no habría más reyes o gobernadores judíos y Judea estaría directamente bajo la jurisdicción del emperador de Roma. Esto también significaba que la religión oficial de Roma se establecería más sólidamente en Judea. Los romanos, como los griegos 200 años antes, esperaban ahora que los judíos abandonaran su religión y adoptaran a los dioses romanos, «como lo hacía gustosamente todo el resto del imperio». Y desafortunadamente, como ya había sucedido en los tiempos del Imperio griego, muchos judíos acaudalados traicionaron su fe y a sus hermanos, para obtener exenciones de impuestos y otros beneficios que les fueron otorgados por colaborar con los romanos.

Para peor, ahora que Judea era una provincia romana, los romanos sentían que tenían el derecho de nombrar al sacerdote que serviría como el Sumo Sacerdote (Cohen Gadol) en el Bet haMiqdash. Entre otras cosas, esto significaba que los romanos tenían acceso ilimitado para robar del Bet haMiqdash sus valiosos artículos hechos de oro y plata (kele haqodesh). El conocido prefecto romano Poncio Pilato (26-36 de la era común), por ejemplo, robó valiosos artefactos del Bet haMiqdash y con esos fondos construyó un acueducto en Jerusalem.

Este nuevo escenario se estaba volviendo cada vez más insoportable, y una nueva idea, desesperad y casi suicida, comenzó a fermentar en las mentes y los corazones de los judíos: debemos rebelarnos contra el Imperio Romano y recuperar nuestra autonomía política y religiosa, antes de que el judaísmo desaparezca. Los ecos de una rebelión imposible contra el ejército más poderoso de la historia de la humanidad se podían sentir en el aire de Yerushalayim…

LOS ROMANOS Y LA RELIGIÓN JUDÍA

Judea (יהודה = Israel) dejó de ser un estado vasallo y fue convertida en provincia romana por el emperador Augusto. Al igual que los griegos 100 años antes, Roma trató de acabar con el judaísmo e imponer su culto. Los judíos obviamente resistieron. Pero los romanos, que eran tolerantes con otros pueblos paganos, no aceptaban la religión judía. Nunca entendieron la “cláusula de exclusividad” del monoteísmo: por qué los judíos eran tan “arrogantes” y no estaban dispuestos a aceptar otros dioses en su Templo junto con su propio Dios, como lo hacían todos los demás pueblos del mundo. Además, para los romanos el judaísmo era excesivamente aburrido: imponía reglas y límites. Mientras que las otras religiones consistían en socializar, entregarse a la glotonería y a la embriaguez y, sobre todo, a normalizar la promiscuidad, haciéndola parte de los ritos religiosos.

LA PRUEBA DE CALÍGULA

La presión para persuadir a los judíos a abandonar su ya obsoleta y aburrida religión era incesante. Y en un momento se tornó peligrosa. Esto ocurrió en los tiempos de Calígula, que gobernó el imperio entre los años 37 y 41 de la era común. Calígula fue probablemente el peor emperador de la historia romana y cruzó los límites de la sanidad cuando se proclamó a sí mismo “dios” y demandó ser adorado como tal. Su obsesión narcisista lo llevó a hacer cortar las cabezas de las estatuas de los otros ídolos romanos y reemplazarlas por su propio busto. En Roma construyó dos templos dedicados a su culto. Y también quiso poner a prueba su divinidad con el examen más riguroso: el de los judíos. Primero mandó erigir y colocar su estatua en las sinagogas de Alejandría, donde había una importante comunidad judía. Los judíos se opusieron con vehemencia, e incluso el procurador romano Flacus (o Flaco) se negó a obligar a los judíos a erigir estatuas de Calígula. Pero Calígula reaccionó destituyendo a Flacus de su puesto y ejecutándolo.

¿CALÍGULA EN JERUSALEM?

La siguiente historia está relatada por el famoso historiador judío Filón de Alejandría  (37 – 100 de la era común). Filón cuenta que Calígula envió una orden para que se construyeran estatuas suyas y fueran instaladas en todo Judea. Los judíos decidieron resistir. Calígula envió entonces a su mejor hombre para esta misión: el Procurador de Siria, Petronio, y le aportó dos legiones del ejército romano —más de 10,000 soldados— para llevar a cabo la tarea, cueste lo que cueste. Petronio desembarcó en el puerto de Aco y allí fue interceptado por una delegación de decenas de miles de judíos que habían llegado desde todos los confines de Israel. Le explicaron a Petronio que la Torá prohíbe terminantemente esculpir imágenes de nuestro propio Dios y, obviamente, de un ídolo humano, y que adorar o incluso erigir estatuas de Calígula constituiría el acto más ofensivo en nuestra religión. “¿Estáis preparados entonces para enfrentaros a una guerra con el emperador romano?” preguntó Petronio. A lo que los judíos le respondieron: “Si el emperador persiste en su deseo de erigir sus estatuas, deberá matar primero a la totalidad de la nación judía. Ningún judío va a dejar de sacrificar su vida para evitar esta afrenta.” Acto seguido, todos los judíos se presentaron ante Petronio, con sus esposas y sus hijos, desnudaron sus cuellos y le dijeron que estaban dispuestos a defender el honor del Dios de Israel con sus propias vidas. Petronio, conmovido por la convicción de los judíos, trató de postergar al máximo la ejecución de su misión. A finales del año 40, cuando ya no pudo ganar más tiempo, escribió una carta a Calígula tratando de disuadirlo. Enojadísimo, Calígula le ordenó a Petronio quitarse la vida y redobló su apuesta con los judíos: mandaría construir su estatua en Roma y la llevaría personalmente a Jerusalem para ser erigida en el Gran Templo judío de Jerusalem. Y entonces ocurrió un gran milagro: el 24 de enero del año 41, Calígula fue asesinado en una histórica conspiración organizada por su propia guardia imperial, y la pesadilla que podía habernos llevado al final, gracias a Dios terminó (Petronio no llegó a suicidarse). Los judíos nos mantuvimos unidos y firmes en nuestros principios, y HaShem estuvo de nuestro lado.

CLAUDIO Y LOS JUDÍOS

El nuevo emperador romano, Claudio (41-54 EC), fue un poco mejor con los judíos. Restauró la autonomía de Judea y en el año 41 les permitió a los judíos tener su propio rey, Agripas. Agripas (llamado por los historiadores “Herodes Agripa I”) era muy respetuoso de la Torá y de sus leyes y protegió al Bet haMiqdash. Su reinado fue recordado por los judíos como muy positivo y favorable. Pero duró muy poco. Agripas murió en el año 44. Luego de la muerte de Agripas comienza un período muy amargo y difícil para Am Israel, que culminó con la destrucción del Bet haMiqdash en el año 68.

Continuará




1. ¿Cómo comenzó la destrucción de Jerusalem?

APRENDER DE LA HISTORIA

Estamos en un periodo de tres semanas, desde el 17 de Tamuz hasta el día 9 del mes de Ab (12 de agosto de 2024 a la noche), conocido en hebreo como «Ben haMetsarim», que significa «Entre las tragedias», en alusión a los trágicos acontecimientos que recordamos el 17 de Tamuz y el 9 de Ab. Estos son días en los que, como veremos más adelante, guardamos un grado de duelo que va creciendo a medida que nos acercamos al 9 de Ab, que es el día de duelo nacional del pueblo judío. Estos son también días de reflexión, no solo para conmemorar y recordar nuestra historia, sino especialmente para aprender de los errores que cometimos en el pasado. La filosofía de nuestra Torá explica que hay una relación directa entre nuestro comportamiento religioso y el nivel de Protección Divina que merecemos, particularmente en el nivel colectivo, es decir, como pueblo. Como lo dice la Torá explícitamente en Parashat Bejuqotay (Levítico 26:14-46) y Perashat Ki-Tabó (28:15-69), cuando cumplimos nuestra parte del pacto y honramos nuestro compromiso con Dios, el Todopoderoso honra Su parte del pacto protegiéndonos contra nuestros enemigos.

CUANDO LOS HERMANOS SE PELEAN…

Cuando nuestros Sabios analizaron, por ejemplo, qué fue lo que llevó a la destrucción del Segundo Templo (año 68 de la era común), no atribuyeron nuestra derrota al enorme poderío militar de los romanos. Los Sabios, en lugar de eso, enseñaron a “mirarnos al espejo” y a preguntarnos: ¿Qué hicimos mal para no merecer la ayuda Divina? En este caso, la respuesta que nos brindaron es muy específica: nuestro pecado fue «sinat jinam». «Odio irracional entre hermanos». Es decir, divisiones entre los propios judíos: sectarismo político, religioso, social. Algo que todavía no hemos superado. Esta intolerancia entre nosotros mismos es irracional y muy peligrosa porque las divisiones nos debilitan y quedamos expuestos a nuestros implacables enemigos. En realidad, todo lo que se necesita saber acerca de las desastrosas consecuencias de “sinat jinam” se puede aprender de la historia de dos hermanos, Yojanán Hircano y Yehudá Aristóbulo. Lo ocurrido con ellos 130 años antes de la destrucción de nuestro Templo desencadenó en realidad ese trágico evento.

UN POCO DE HISTORIA

Recordemos que en el año 141 aec, los judíos finalmente recuperamos nuestro estado independiente y por primera vez desde la época del Reino de Yehudá, teníamos nuestro propio «ejército judío» que era muy poderoso y famoso por la bravura de sus soldados. Este fue un periodo de unión y fortaleza entre los Yehudim. Y bajo el liderazgo de Shimón, el último sobreviviente de los hijos de Matitiyahu, gozamos de un periodo de paz y prosperidad, viviendo de acuerdo a nuestra Torá.

Todo cambió en el año 65 aec.

Yojanán Hircano y Yehudá Aristóbulo, los descendientes de Shimón, reclamaban el trono luego de la muerte de Alexander Yanai y no se podían poner de acuerdo. La enemistad y el odio entre estos dos hermanos se reflejaban también en sus seguidores y adeptos políticos que no dudaron en aliarse militarmente con pueblos no judíos para reforzar sus propios ejércitos. La situación era tan mala que el estado judío estaba al borde de una guerra civil por el odio entre estos dos hermanos y sus adeptos. En esos años, los romanos, que estaban creciendo militarmente, habían enviado al famoso comandante Pompeyo al Mediterráneo para proteger a sus barcos de los piratas que los atacaban y los saqueaban. Una vez en el Medio Oriente, Pompeyo vio que la situación política en Judea era muy frágil y decidió aprovecharse de la situación. Se ofreció para arbitrar entre los dos hermanos y decidir quién debería asumir el cargo. Los judíos, distraídos con sus sangrientas batallas internas, aceptaron la intermediación sin darse cuenta de que estaban cayendo en una trampa política devastadora, abriéndole las puertas a los romanos para apoderarse de Jerusalem. Con mucha astucia política, Pompeyo decidió que Yojanán, el menos poderoso de los dos hermanos, debía ser el nuevo monarca. No conforme con el veredicto, Aristóbulo reunió un ejército en Yerushalayim. Pompeyo, con el beneplácito de Yojanán, trajo a su ejército y comenzó una guerra civil que duró más de tres meses. Murieron más de 12.000 soldados judíos. Una vez vencido Aristóbulo, y con el ejército judío ya devastado, Pompeyo desplazó a Yojanán, se apoderó de la ciudad de Jerusalem y terminó así con el estado judío independiente. Los romanos se habían instalado en Jerusalem para quedarse, y nosotros, por nuestras luchas internas, les habíamos abierto las puertas.

Para más información sobre este periodo histórico, ver más abajo

Continuará

Halajot de las 3 semanas

Durante estas tres semanas, desde el 17 de Tamuz hasta el 9 de Ab, observamos ciertas restricciones de duelo. Estas costumbres difieren considerablemente de una comunidad a otra y se vuelven más estrictas a medida que nos acercamos al 9 de Ab.

Hay 4 niveles de duelo que guardamos:

  1. El primer nivel, el menos estricto, es desde el 17 de Tamuz (este pasado 23 de julio) hasta el comienzo del mes de Ab (5 de agosto).
  2. El segundo nivel es el duelo que guardamos desde el principio del mes de Ab hasta la semana del 9 de Ab.
  3. El tercer nivel de duelo es durante la semana del 9 de Ab, es decir, desde el domingo anterior (11 de agosto).
  4. El nivel más severo de duelo es el que observamos el día 9 de Ab propiamente dicho (12 de agosto a la noche hasta el 13 de agosto a la noche).

Presentamos aquí algunos ejemplos del primer nivel, es decir, desde este pasado domingo hasta el comienzo del mes de Ab:

Casamientos: Los rabinos del Talmud, Maimónides, el Shulján Aruj, etc., no mencionaron ninguna restricción respecto a la celebración de bodas durante los días antes del comienzo del mes de Ab. La antigua costumbre sefardí, por lo tanto, no limitaba la celebración de un casamiento entre el 17 de Tamuz y el comienzo del mes de Ab. La costumbre asquenazí, sin embargo, es suspender la celebración de casamientos a partir del 17 de Tamuz. En el presente, y para mantener un nivel de uniformidad en el tema de casamientos entre las dos comunidades, las congregaciones sefardíes también han adoptado la costumbre de suspender los casamientos en estos días.

Shehejeianu: El Shulján Aruj menciona que es procedente evitar el consumo de una fruta de temporada nueva, lo cual requiere la recitación de la bendición Shehejeianu, durante estas tres semanas. La costumbre sefardí (Rab Ovadia Yosef) y asquenazí (Peninei Halajá) es reservar la recitación de Shehejeianu por una fruta nueva para Shabbat.

Corte de cabello: La costumbre para la mayoría de los sefardíes es permitir cortarse el cabello o afeitarse hasta la semana de Tish’a BeAb. La tradición asquenazí (Ramá 551:4) y la costumbre de algunos judíos sefardíes es diferente: cortarse el pelo o afeitarse está prohibido desde el 17 de Tamuz hasta después de Tish’a BeAb (las restricciones de corte de cabello no se aplican a las mujeres).

TEXTO DE  WIKIPEDIA

Aristóbulo gobernó Judea durante cuatro años. Continuó con las conquistas de su padre Alejandro Janeo y buscó subyugar a los vecinos no judíos. Se hizo especialmente conocido por los barcos de guerra que colocó en las costas, que perseguían a los comerciantes y exigían el pago de impuestos. Antípatro (padre de Herodes), que residía en Jerusalén y pertenecía a una destacada familia idumea, se acercó a Yojanán (Hircano), que ocupaba la posición de «hermano del rey», y le advirtió que Aristóbulo podría matarlo. En ayuda de Yojanán, reclutó a su aliado, el rey nabateo Aretas, y ambos salieron a luchar por Judea. Aristóbulo fue derrotado y se refugió en el templo. En el Talmud se conserva una historia de los días del asedio sobre cómo continuó la ofrenda de sacrificios:

«Cuando los reyes jasmoneos pelearon entre sí, Yojanán estaba afuera y Aristóbulo adentro. Cada día, los hombres de Aristóbulo bajaban dinares en una cesta y los de Yojanán les subían animales para los sacrificios. Había allí un anciano… que les dijo (a los hombres de Yojanán): ‘Mientras sigan con su trabajo no caerán en sus manos’. Al día siguiente, bajaron dinares en una cesta y ellos les subieron un cerdo. Cuando este llegó a la mitad del muro, clavó sus pezuñas en el muro e hizo temblar la tierra de Israel…».

Mientras tanto, durante el prolongado asedio, en el año 65 a.C., llegó a la región de Siria el comandante romano Marco Emilio Escauro. Aristóbulo lo sobornó y por lo tanto lo apoyó. Con esta ayuda, Aristóbulo expulsó a Yojanán y a sus aliados árabes y los mató. Sus partidarios tomaron el control de Jerusalén, y él se estableció en la fortaleza de Alexandrion (en el valle del Jordán, al norte del Mar Muerto). Cuando Pompeyo, comandante de Escauro, llegó a Siria, los dos hermanos rivales fueron a Damasco y presentaron sus reclamaciones. Se cuenta que también llegó una tercera delegación, quizás de carácter fariseo, que no estaba contenta con la existencia de una monarquía en Judea y propuso restaurar la tradición del gobierno del sumo sacerdote. Pompeyo finalmente se inclinó hacia Yojanán. Según Josefo, esto se debió a que Aristóbulo era demasiado orgulloso para adularlo lo suficiente.

Aristóbulo, quizás porque comprendió hacia dónde soplaba el viento, o tal vez debido a su impulsividad, regresó a Jerusalén para defenderla, y provocó la ira de Pompeyo, quien marchó contra él. Al ver que su ejército era insuficiente en comparación con los romanos, prometió a Pompeyo grandes sobornos y entregar la ciudad en sus manos, junto con todas las fortalezas de Judea, pero sin cumplir con sus promesas. Pompeyo lo capturó. Sus partidarios intentaron defender la ciudad, pero el pueblo de Jerusalén, aterrorizado y dividido entre los partidarios de los dos hermanos, se rebeló y abrió las puertas al general romano. Los partidarios de Aristóbulo huyeron al Monte del Templo. Según Josefo, el monte estaba rodeado por un profundo foso que los romanos tuvieron dificultades para llenar, ya que los judíos se lo impedían. Sin embargo, en los sábados los judíos se abstenían de trabajar, y como resultado, los romanos lograron llenar el foso y penetrar en el monte.

Durante todo ese tiempo, el culto en el Templo continuó normalmente. Josefo escribe:

«Y muchos de los sacerdotes, al ver a los enemigos acercarse a ellos con espadas desenvainadas, no se atemorizaron, y permanecieron en sus puestos para servir a su Dios, y mientras derramaban la sangre del sacrificio y preparaban el incienso, fueron asesinados en sus altares, porque el servicio a Dios les importaba más que salvar sus propias vidas».

Según su testimonio, murieron doce mil judíos, entre ellos algunos que «se arrojaron desde lo alto de las torres, y algunos enloquecieron al ver el desastre y prendieron fuego alrededor de la muralla y se quemaron vivos».

Sin embargo, lo que más dolió al pueblo fue la profanación del Santo de los Santos. Pompeyo entró en él, el lugar donde solo se permitía entrar al sumo sacerdote en el Día de la Expiación, pero no se llevó los tesoros y renovó el culto como de costumbre. Nombró a Yojanán como sumo sacerdote.

Así, la disputa entre los hermanos puso fin al gobierno independiente Jasmoneo de Judea.

Adaptado de Wikipedia en hebreo, basado en la historia relatada por Flavio Josefo. (ver artículo completo en hebreo aquí   Aristóbulo II)




Leyes del Ayuno de Tisha BeAb

¿Quiénes están exentos

de ayunar en Tish’a beAb?

Todos aquellos individuos que gozan de buena salud deben observar el ayuno de Tish’a beAb.
Las excepciones se explican a continuación.
MUJERES EMBARAZADAS Y LACTANTES
Al igual que en Yom Kippur, las mujeres embarazadas y lactantes deben observar este día de ayuno. En casos de embarazos complicados o debilidad física, o si la madre embarazada o lactante piensa que el ayuno puede afectar su salud o la salud de su bebé, debe consultar a su médico antes del día de ayuno y proceder según lo que recomiende su médico. Si durante el ayuno una mujer embarazada se siente mal, especialmente si está vomitando o tiene algún síntoma de deshidratación, debe interrumpir el ayuno y beber o comer de inmediato, sin consultar a un médico. Sin embargo, los mareos leves y las náuseas que se pueden remediar sentándose o recostándose en una cama se consideran normales y no justifican romper el ayuno.
YOLEDET
Durante los primeros 30 días después del nacimiento o un aborto, una mujer está exenta del ayuno del 9 de Ab.
JOLE SHEEN BO SAKANA
Las personas con una enfermedad crónica como diabetes o los pacientes con algún tratamiento médico o alguien con fiebre alta o con algún síntoma de deshidratación no deben observar el ayuno. En algunos casos, cuando no es posible ayunar durante 24 horas, se recomienda ayunar desde el amanecer (del jueves 27 de julio) hasta el final del día, como lo hacemos el 17 de Tamuz o el 10 de Tebet.
PERSONAS MAYORES
Los ancianos deben consultar con sus médicos para asegurarse de que el ayuno no afecte su salud. Si el ayuno puede afectar su salud, están exentos (o tienen prohibido) el ayuno.
MENORES DE EDAD
En muchas comunidades Ashkenazies, los niños ayunan durante unas horas durante Tish’a beAb una vez que alcanzan los nueve años de edad, porque es importante hacerles compartir la experiencia del duelo nacional.
Según el rabino Obadia Yosef, sin embargo, la costumbre sefardí es que los niños menores de 13 años y las niñas menores de 12 años están totalmente exentos del ayuno. Su razonamiento es que, a diferencia de Yom Kippur, no hay necesidad de que los niños ayunen, porque ayunar en Yom Kippur es parte del proceso de Teshuba (= arrepentimiento, mejorar nuestro comportamiento), pero ayunar en Tish’a beAb se relaciona principalmente con el duelo por la destrucción de nuestro Bet haMiqdash. Y aunque obviamente educamos a nuestros hijos a hacer Teshuba, muchos Sabios entendieron que no estamos obligados a educar a nuestros hijos a hacer duelo por el Templo antes de que tengan la obligación formal de hacerlo (12 o 13 años, קטן פטור מאבלות) . ¿Por qué? Porque esperamos que B ”H este sea el último año que lloramos por no tener nuestro Bet-haMiqdash, y que el próximo año, el duelo por el Bet haMiqdash no sea necesario.
¿CÓMO PROCEDER CUANDO UNO NECESITA COMER EN TISHA BEAB?
En Yom Kippur, cuando se permite comer por razones de salud, la comida se debe comer en pequeñas porciones. Pero Tish’a beAb es diferente, porque a diferencia de Yom Kippur, no es un ayuno bíblico. Por lo tanto, cuando por razones de fuerza mayor uno debe comer en Tish’a beAb se puede comer normalmente. Pero obviamnte, en atención al duelo que estamos observando no se debe comer comidas sabrosas o en exceso, sino solo lo que sea necesario para sentirse bien.



Leyes de Duelo en Tish’a BeAb

Durante Tish’á beAb nos comportamos como si estuviéramos de duelo por un ser querido que acaba de fallecer. Para expresar y llegar a este estado emocional de dolor durante Tish’á beAb, evitamos participar de actividades asociadas con el placer físico o la alegría. Y también dejamos de lado todo aquello que nos distraiga del estado de ánimo de pesadumbre, que es el más apropiado para un doliente.
Algunos ejemplos
REJITSA (Lavado): Al igual que en Yom Kippur, tomar una ducha, o bañarnos o lavarnos está prohibido en Tish’á beAb. Sin embargo, si una parte de nuestro cuerpo se ensució, podemos lavarla. Se permite el uso de toallitas húmedas de bebe (wipes) para limpiar el rostro, los ojos, las manos, etc., porque este tipo de limpieza no se considera «lavado». Técnicamente podríamos lavarnos las manos normalmente por la mañana para Netilat Yadayim, porque lo hacemos para cumplir una Mitzvá y no por placer. De todas maneras, la costumbre Sefaradí es lavarnos sólo los dedos de la mano cuando hacemos Netilat Yadayim.
SIJA (Uso de lociones) Utilizar lociones o aceites por placer no está permitido durante Tish’á beAb. Se permite usar cremas o ungüentos de prescripción médica. Usar desodorante está permitido.
NE’ILAT HASANDAL Los zapatos de cuero se consideran un artículo de lujo, un calzado de vestir. Y como estamos de duelo, durante Tish’á beAb no vestimos zapatos de cuero. Podemos usar zapatillas de tela u otro tipo de calzado de plástico, etc. Otros artículos de cuero como un cinturón o una Kipa de cuero están permitidos.
TASHMISH HAMITA (Intimidad) La relaciones íntimas se suspenden en Tish’á beAb. Si la noche del Mikvé cae en la noche de Tish’á beAb, es decir, el miércoles 29 de julio por la noche, el Mikvé tiene que ser postergado para la noche siguiente.
LIMUD TORA: En Tish’á beAb nos abstenemos de estudiar Torá, porque estudiar Torá es una actividad placentera. Podemos leer y estudiar libros o textos conectados con tribulaciones o pesar, como el libro de Iyob (Job) o Ejá, o algunos pasajes del libro de Yirmiyahu o algún Salmos de Tehiim (por ejemplo, 44, 79, 137), o masejet mo’ed qatán, etc.
TRABAJO: En Tish’á beAb no se recomienda trabajar porque el trabajo distrae nuestra atención del duelo. Abstenerse de trabajar en Tish’á beAb, sin embargo, no es una prohibición formal, sino más bien una tradición que algunas comunidades han adoptado y otras no (minhag hamaqom). La decisión de trabajar o no trabajar durante Tish’a BeAb también dependerá de la situación financiera o profesional de cada individuo. En cualquier caso, si por no trabajar en Tish’á beAb uno incurriera en pérdidas económicas significativas o arriesgaría su puesto de trabajo, se le permite seguir trabajando en Tish’á beAb.
TEFILIN: En Yerushalayim los Sefaradim acostumbran a usar Talit y Tefilin normalmente durante la mañana de Tish’á beAb. Sin embargo, en la mayoría de las comunidades de la diáspora, tanto Sefaradim como Ashkenazim, se acostumbra a no vestir el Tefilin por la mañana, ya que el Tefilín es una señal de honor y distinción: como «una corona» (pe-er) en nuestra cabeza que declara que somos el pueblo elegido por Dios. En la mayoría de las comunidades se viste el Talit y el Tefilín a la tarde para Minjá. En algunas comunidades Sefardíes la tradición es que antes de ir a la Sinagoga por la mañana uno se pone el Talit y Tefilin en casa, dice Qaddesh Li y Shema Israel y luego va a rezar a la Sinagoga.
SHE-ELAT SHALOM: En Tish’a beAb no saludamos a amigos y compañeros como lo hacemos habitualmente, ya que nuestro estado de ánimo es (o debemos llevarlo hacia…) el estado de ánimo de un doliente. Si alguien sin querer o sin saber nos saluda, podemos apreciar el saludo con un respetuoso gesto discreto.
SENTARSE EN EL SUELO: La costumbre general es que durante la lectura de la Meguilat Ejá la gente no se sienta en los bancos de la sinagoga, sino en el suelo, al igual que lo hacen los dolientes durante el shib’a (los primeros siete días de duelo por un ser querido). La costumbre Sefaradí es que en la noche de Tish’a beAb, se apagan las luces de la sinagoga, se enciende solo una vela, todos se sientan en el suelo y literalmente lloran contado los años han pasado desde la destrucción de nuestro segundo Bet haMiqdash. Este año 2020 contaremos 1952 desde la destrucción del Bet haMiqdash, años, ya que según nuestra tradición el Templo fue destruido e incendiado en el año 68 de la era común (en hebreo חיים)



Vispera de Tisha BeAb 5783 (2023)

ESTA NOCHE, MIERCOLES 26 de JULIO
Tish’a beAb es el día de duelo nacional del pueblo judío. Este día ayunamos de noche a noche.
Este año, 2023, el ayuno comenzará hoy miércoles 26 de julio antes del anochecer y concluirá el jueves 27 de julio al anochecer.
Antes de la puesta del sol, hacemos la se’udat hamafseqet , la última comida antes del día de ayuno.
Esta es virtualmente «una comida de dolientes» (seudat habra-a) y consiste básicamente en pan, huevos, lentejas y agua.
Lo que hace que esta comida sea especial es :
1. Nos abstenemos de comer dos o mas tipos de comidas diferentes para expresar (e inspirar) un estado de ánimo de austeridad y duelo, y consumir sólo lo necesario para ayunar durante las próximas 24 horas (vegetales crudos y frutas no están restringidos).
2. En esta comida no nos sentamos a la mesa, sino que cada comensal se sienta en una silla baja o en un almohadón en el piso, como los dolientes en el shib’a (los primeros 7 días de duelo). También nos sentamos separados unos de otros, y así evitamos el zimun, la invitación a participar juntos del birkat hamazon (la oración que se recita luego de una comida con pan) que normalmente se recita cuando tres o más hombres comen en el mismo lugar.
Debemos dejar de comer unos minutos antes de la puesta del sol.
Ver aquí los horarios de su ciudad de residencia,
Luego de terminar esta comida vamos a la sinagoga, vistiendo zapatos que no sean de cuero. En la singaoga decimos la tefilá de Arbit con una melodía triste y melancólica. Comenzamos recitando ‘al neharot babel (Tehilim 137) que es el salmo de los dolientes por el Bet haMiqdash. En muchas comunidades sefaradíes se entona el Shema Israel con una melodía monótona y triste, en lugar de los te’amim regulares.
Luego, se lee la Meguilat Ejá (ver más abajo), el libro de Lamentaciones escrito por el Profeta Yirmiyahu, donde describe la destrucción del primer Templo (586 AEC), la desolación de Yerushalayim, el dolor de los exiliados a Babilonia, la burla de nuestros enemigos al ver nuestra ruina, el hambre, la impotencia y la muerte.
Luego, recitamos las Quinot, que son poemas tristes, elegías, que describen las tragedias que hemos sufrido a lo largo de nuestra historia.
Al final de las Quinot, sentados en el suelo y con las luces bajas, declaramos con lágrimas en los ojos :»Escuchad, oh hermanos de la casa de Israel …. hoy contamos … 1955 años desde la destrucción de nuestro Bet haMiqdash…. «. DE acuerdo a la tradición Sefaradí el segundo Bet haMiqdash fue destruido en el año 68 de la era común, y no en el 70, como generalmente se enseña.
Quiera HaShem que tengamos un ayuno fácil y significativo.
Y que este sea el último año que lloramos por nuestro Bet haMiqdash.
Rab Yosef Bitton



La mano de obra judía en la construcción del Coliseo romano

EL HOLOCAUSTO DE VESPASIANO

“La barbarie que las legiones romanas demostraron contra los judíos en Jerusalem cuando destruyeron y saquearon el Bet haMiqdash asombró tanto al historiador Flavio Josefo, que este decidió dejar constancia de ella en sus escritos. «No tuvieron matanza más cruel los judíos entre todas cuantas padecieron como esta: porque en una noche abrieron las entrañas de 2.000 hombres». 

Así comienza un artículo publicado en la edición digital del diario español ABC en enero del 2019  (Ver aquí:  https://www.abc.es/historia/abci-holocausto-imperio-romano-judios-asesinados-para-construir-coliseo-201901290222_noticia.html?ref=https:%2F%2Fwww.google.com%2F) escrito por el periodista e historiador Manuel P. Villatoro. Lo que no cuenta el periodista es que esos hombres fueron asesinados “y sus entrañas abiertas” porque corrió el falso rumor de que los judíos que trataban de escapar de la matanza se habían tragado oro para esconderlo “en sus entrañas”.

Flavio Josefo relata que en total 1.100.000 de judíos fueron asesinados en la caída de Jerusalem en los años 66 a 68 de la era común.Esto es  lo que Villatoro denomina —y  creo que con justicia— ”El Holocausto olvidado del emperador Vespasiano”.  El artículo no se enfoca tanto en las matanzas sino en el amargo destino de los sobrevivientes de este genocidio,  y su terrible final.      

EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA “MONSTRUO” 

Josefo cuenta que Tito capturó 97.000 prisioneros judíos y los llevó a Roma.  El profesor Louis Feldman explica que los hombres adultos eran llevados para trabajos forzados, las mujeres y los niños menores de 17 años eran vendidos como esclavos. Y los más débiles eran usados para los “juegos” del circo romano . Estos eran espectáculos sangrientos. Donde los miserables prisioneros eran sacados a la arena, y tenían que luchar entre sei hasta la muerte o enfrentar animales salvajes, que los romanos habían dejado sin comer por varios días. El espectáculo consistía en ver ancianos, mujeres y niños tratando de escapar por sus vidas, o luchando desesperadamente contra las bestias salvajes, en una batalla que obviamente siempre perdían.  Por lo general la muerte de las víctimas no era rápida. Pero el lento desmembramiento, el derramamiento de sangre y la agonía de las víctimas eran el plato fuerte del espectáculo que estos monstruos humanos disfrutaban.  Flavio Josefo cuenta que “Tito festejó con esplendor el cumpleaños de su hermano, en cuyo honor ejecutó una gran cantidad de prisioneros judíos [en el circo de Cesárea. Y.B.]”. En las palabras de Josefo el número de los que «perecieron luchando con las fieras o abrazados por el fuego… alcanzó más de dos mil quinientos».

EL PRECIO DE UN ESCLAVO JUDIO 

Feldman también afirma que la venta de esclavos judíos fue una de las de las principles fuentes de ingreso para las arcas romanas.  Los esclavos eran muy comunes en Roma y se comercializaban como animales en el mercado. Pero los romanos sabían que los esclavos judíos tenían un valor muy superior en el mercado. ¿Por qué? Porque los judíos pagarían cualquier precio para liberar a sus hermanos. Una de las Mitsvot más importantes de la Torá, que tiene prioridad sobre cualquier otro precepto, es “pidiyon shebuyim“ liberar a los Yehudim prisioneros.  Los Sabios cuentan decenas de historias sobre los esclavos judíos en Roma.  Una de las que más estremecedoras es la de Rabbi Yehoshua Ben Jananiyá. En una de sus visitas diplomáticas a Roma escuchó que había un niño judío que había sido capturado por los romanos. Ribbí Ishmael se acercó a la prisión donde estaban los cautivos y dijo en voz alta la primera parte de un versículo de Isaias (42:24) que dice: “¿Quién dejó que el pueblo [judío] fuese oprimido y humillado…” . Entonces escucho que desde adentro de la prisión un niño completaba el pasuq: “ha sido HaShem, contra Quién hemos pecado, y cuyas ordenanzas no quisimos seguir” . En ese momento Ribbí Yehoshua dijo : “Estoy seguro que este niño será un gran sabio en el pueblo judío”. Y entonces tomó la determinación de, literalmente, “pagar lo que fuera necesario para rescatarlo”. Y así fue. Ribbí Yehoshua desembolsó una fortuna para liberar a este niño, que con el correr del tiempo se trasformó en uno de los Sabios más grandes de Israel: Ribbí Yishma’el ben Elisha’.   Y esto que ocurrió con Ribbí Yehoshua ocurrió miles de veces con otros esclavos judíos.

MANO DE OBRA JUDIA

El profesor Feldman explica que la venta de esclavos judíos fue una de las fuentes de ingreso más importantes para financiar la construcción del Coliseo.  Villatoro agrega otro dato fundamental sobre este punto.  El coliseo romano no solo fue construido coin “fondos judíos”, sino que también fue construido ¡con mano de obra judía!

Cito al periodista español: 

“Según explican todo tipo de historiadores decimonónimos … el último destino de los reos judíos no fue mejor. Y es que, 12.000 de ellos (20.000, según otras fuentes) fueron enviados a Roma para terminar de levantar el Coliseo con su trabajo. Así lo confirma, entre otros, el investigador español José María Zavala en su obra ‘Las paginas secretas de la historia’: ‘Vespasiano empezó a levantar el Coliseo en el año 69 de nuestra era, y Tito lo terminó doce años después. En realidad fueron cuatro años de intenso trabajo con la ayuda de doce mil judíos cautivos llevados a Roma por Tito tras la conquista y destrucción de Jerusalem..”

Villatoro también describe el horror final: 

¿Y cómo recompensó Tito a los esclavos judíos que construyeron el Coliseo. Los usó para el circo, seguramente la inauguración del Coliseo, donde los pobres esclavos judíos “…perecieron luego en la arena devorados por las fieras en los juegos públicos Así pagaba el César a sus deslomados esclavos.” 




Yirmiyahu y la oportunidad que perdimos de evitar la destrucción del Templo.

En los días del rey Yoyaquim HaShem le habla al profeta Yirmiyahu y le dice que vaya al Bet haMiqdash y transmita este mensaje:
CAP 26: 1-6  «Así dice HaShem, …así le dirás… a todos [los que vienen de] las ciudades de Yehudá …no omitas ni una sola palabra. Tal vez te hagan caso y se arrepientan de su mal camino. Si así lo hicieran,  [Yo también] desistiré del mal que pensaba hacer [con el Bet haMiqdash y Yerushalayim]  por causa de sus malas acciones. Tú les advertirás que así dice HaShem: ‘Si no me obedecen ni se rigen por la ley que Yo les he entregado,  y si no escuchan las palabras de mis siervos los profetas, a quienes una y otra vez he enviado y ustedes han desobedecido,  entonces haré con esta casa lo mismo que hice con Shiló’.» 
Aquí el profeta demuestra cuál es realmente su misión. La profecía que anuncia la destrucción del Bet haMiqdash , en este momento, todavía puede ser evitada.  HaShem envió a los profetas para salvar a Su pueblo de las consecuencias  de su mal proceder. Al Bet haMiqdash le puede pasar lo que le pasó al Mishkán de Shiló, destruido por los Filisteos en los tiempos del profeta Shemuel. Pero, si el pueblo se arrepiente y corrigen su proceder, la destrucción se puede evitar…
La pregunta es: ¿Cómo reaccionó la gente que estaba en el Bet haMiqdash ante estas palabras? ¿Aprovecharon la advertencia de Yirmiyahu para corregirse?
Los Sacerdotes, y los falsos profetas, que eran los líderes del Bet haMiqdash, querían condenar a Yirmiyahu a morir. Ellos veían que este nuevo profeta amenazaba su autoridad y liderazgo y comenzaron a linchar a Yirmiyahu. ¿Cómo se justificaron? Acusaron a Yirmiyahu  de ser portador de malas noticias. Los falsos profetas anunciaban que todo estaba bien. Señalaron a Yirmiyahu como hereje y demandaron su ejecución. Con mucha hipocresía los sacerdotes y los falsos profetas decían: ¿Cómo es posible que este hombre diga que el Bet haMiqdash se va a destruir? Acaso piensa que HaShem no tiene el poder para evitar la destrucción de Su Santuario?
Pero como ya lo explicamos, para HaShem el edificio del Bet haMiqdash, sus paredes, sus recintos y sus techos no significan nada si el pueblo no se conduce con integridad.  Las personas que actúan mal no pueden  venir al Bet haMiqdash a limpiar los pecados que conscientemente seguían cometiendo. El ritual religioso, si no está acompañado de una conducta religiosa, es una forma de cinismo y sacrilegio.
Las fuertes palabras de Yirmiyahu contra esta actitud hipócrita hablan por sí mismas:
CAP 7: 3- 11 «Enmienden su conducta y sus acciones, y yo los dejaré seguir viviendo en este país.  No confíen en las palabras engañosas que [los falsos profetas] repiten: ‘¡Éste es el templo del Señor, el templo del Señor, el templo del Señor [que nunca será destruido]’ .   Si corrigen su conducta y sus acciones, si practican la justicia los unos con los otros,  si no oprimen al extranjero ni al huérfano ni a la viuda, si no derraman sangre inocente en este lugar, ni siguen a otros dioses …  entonces los dejaré seguir viviendo en este país, en la tierra que di a sus antepasados para siempre…. [pero hasta ahora] ustedes …roban, matan, cometen adulterio, juran en falso, queman incienso al Baal, siguen a otros dioses que jamás conocieron, ¡y luego vienen y se presentan ante Mí en esta casa que lleva Mi nombre [el Bet haMiqdash] , y dicen: ‘[Aquí] Estaremos a salvo’, para luego seguir cometiendo todas esas abominaciones! ¿Creen acaso que esta casa que lleva Mi nombre es una refugio de ladrones? «. 
Los Yehudim dejamos pasar la oportunidad de hacer Teshubá, de absorber el mensaje del profeta arrepentirnos. Y al poco tiempo la ciudad de Yerushalayim y su Templo fueron destruidos…. Las palabras de Yirmiyahu, lamentablemente,  no fueron escuchadas en su generación. Pero fueron escritas para las generaciones del futuro. Para nosotros. En estos días que vienen, que son días de duelo nacional, nuestra misión principal es dedicarnos a la introspección, recordar los errores de nuestros antepasados para corregirlos y no repetirlos jamás.



El profeta Yirmiyahu (Jeremías) y la advertencia final.

Para comprender qué llevó al pueblo de Israel a abandonar la Torá hay que remontarse a los tiempos del Rey Menashé. Menashé reinó en Yehudá (Judea, así se llamaba el estado judío en esos tiempos) por 55 años (687 – 643 aec).   Fue el reinado más largo, y de alguna manera, el peor de todos. En su afán por hacer la paz con el poderoso Imperio Asirio, Menashé transformó a Yehudá en una provincia asiria en todos los sentidos. Importó los dioses asirios y su culto, y eliminó por completo la Torá y la observancia de las Mitsvot. Fueron 2 generaciones que   estuvieron total mente desarraigadas de cualquier práctica judía y alejados de HaShem.    El Bet haMiqdash fue utilizado para la adoración de ídolos, y los Cohanim que se negaron a servir ídolos fueron expulsados dos.  Los jueces judíos, famoso por su sentido de equidad,  también se asimilaron, y ya no juzgaban con la justicia de la Torá sino con la justicia asiria, que siempre le daba la razón al que tenía mas dinero o poder.  Luego de Menashé reinó su hijo Amón, que fue peor que su padre, pero por lo menos reinó por poco tiempo: dos años.
A Amon lo sucedió Yoshiyahu (640-610 aec). Quien implemento toda una revolución religiosa para volver a servir a HaShem.  La historia de Yoshiyahu es fascinante.  En sus tiempos, mientras hacían ciertas reformas en las edifico del del Bet haMiqdash encontraron un Sefer Torá escondido.  Después de más de 60 años de total abandono religioso no había quedado ningún otro libro de Torá que no haya sido destruido. Al leer la Torá por primera vez en su vida, el rey Yoshiyahu se conmovió y decidió  volver a servir a HaShem. Y así comenzó un proceso de Teshubá nacional, que tuvo un éxito parcial.
Aquí es donde entra en la escena el profeta Yirmiyahu, quien trató por todos los medios de convencer a pueblo de  regresar a la observancia religiosa.
Veremos ahora algunas ilustraciones  de su profecía.
IDOLATRIA:

En el capítulo 10 de Yirmiyahu leemos:

“No sigan el ejemplo de otras naciones, ni se dejen asustar por las señales del cielo (=astrología) ,como esas naciones lo hacen. La práctica de esos pueblos es vanidad.  Cortan un tronco en el bosque, un escultor lo labra con su cincel, luego lo adornan con plata y oro, lo aseguran con clavos y martillo, para que no se caiga [y lo adoran como si fuera un dios!]. Los ídolos parecen espantapájaros en un campo sembrado de melones; no pueden hablar, y hay que cargarlos, porque no caminan. No tengan miedo de esos ídolos, que a nadie hacen mal ni bien. [Comprendan que] HaShem es el Dios verdadero, el Dios vivo, el Rey eterno…

SHABBAT: 
En el capítulo 17 de su libro, vemos como Yirmiyahu trata de convencer al pueblo de volver a observar el Shabbat.  Los Yehudim estaban tan asimilados que para ellos el Shabbat era un día más. Los asirios, que eran muy buenos comerciantes, habían contribuido a esta asimilación burlándose de aquellos judíos que no trabajaban en Shabbat, acusándolos de holgazanes. HaShem le ordena a Yirmiyahu que se pare en la entrada del mercado, en Shabbat, y le diga al pueblo:
«Di a la gente: Reyes y pueblo de Yehudá, habitantes de Jerusalem que entran por estas puertas, escuchen la palabra de HaShem…en Shabbat,  y por consideración a sus propias vidas, no carguen sus mercancías ni las metan por las puertas de Jerusalem… no hagan en este día ningún trabajo. Consagren el Shabbat,  tal como le ordené a sus antepasados…»
CORRUPCIÓN: 
Yirmiyahu tenía muy claro que el abandono de la observancia religiosa era también responsable por el abandono de la justicia, especialmente por la protección de los que menos tienen: los pobres, las viudas, los huérfanos.   Hay una frase que se repite una y otra vez en las profecías de Yirmiyahu: yedi’at HaShem, «conocer a haShem». Para Yirmiyahu conocer a haShem significa «imitar a HaShem»,  la máxima expresión de la espiritualidad judía. Pero ¿Cómo se imita a HaShem?  HaShem es El protector de huérfanos y viudas, El que practica el jesed, bondad, con los necesitados, y libera a los oprimidos.  Este mensaje se repite decenas de veces en el libro de Yirmiyahu.  En el capítulo 9 vemos un muy breve ejemplo: «Así dice HaShem, que no se enorgullezca el sabio por su sabiduría, ni el poderoso por su fuerza, ni el rico por su riqueza. Si alguien se quiere enorgullecer, que se enorgullezca de conocerme, de saber que yo soy HaShem, que actúo en la tierra con bondad, justicia y rectitud, y eso es lo que Yo quiero [que ustedes también practiquen] .»  
Continuará…



¿Qué llevó a la destrucción de Jerusalem?

 El primer Bet haMiqdash, Gran Templo de Jerusalem, fue destruido por los babilonios en el año 586 antes de la era común, hace más de 2600 años atrás.
Nuestros Sabios explicaron que los enemigos de Israel eran como la vara con la que HaShem castigaba al pueblo de Israel por sus transgresiones. Por lo tanto, cuando ayunamos en recuerdo a la destrucción del Bet haMiqdash no lo hacemos para recordar las batallas peleadas o para acumular resentimiento contra el enemigo, sino más que nada para concientizarnos de nuestra responsabilidad colectiva en estos eventos. ¿Por qué? Porque nuestra Torá y nuestros Jajamim enseñaron que el enemigo nunca podría haber destruido nuestro Templo si la presencia de HaShem no lo hubiera abandonado.  Y también nos enseñaron que la presencia de HaShem se aleja de nosotros cuando abandonamos la Torá y sus caminos de bien. Y ahí sí quedamos expuestos y vulnerables ante el enemigo.  
Es por esta razón que nuestros Sabios nos explicaron que el primer Bet haMiqdash fue destruido fueron 3 motivos principales: los Yehudim de esa generación, lamentablemente, se entregaron al culto de otros dioses (abodá zará). También predominaban el crimen, los asesinatos (shefijut damim) y la promiscuidad sexual (guilui arayot).
HaShem envió a sus representantes , los Nebiim o Profetas para advertir al pueblo judío y hacerles ver que estaban yendo por el camino equivocado. Los Profetas hablaban al pueblo y les hacian escuchar “el punto de vista de Dios”. Denunciaban la injusticia y advertían que si los Yehudim seguían en su mal camino, HaShem se iba a alejar de ellos y quedarían en las manos de enemigos muy poderosos, salvajes y sin compasión. Pero el pueblo judío, lamentablemente, no escuchó a los Profetas… y así la destrucción del Bet haMiqdash se tornaba casi inevitable…
En los últimos años del primer Bet haMiqdash el profeta que más se destacó fue Yirmiyahu (Jeremías). El vivió en el reinado de Yoshiyahu, de Yoyaquín, de su hijo Yoyajín y del último rey de Yehudá: Tsidqiyahu.
Presentamos a continuación un breve ejemplo de sus palabras al pueblo, que nos demuestran el estado inmoral de la sociedad de Yehudá.
Yirmiyahu, capítulo 22:
Primero, el profeta Yirmiyahu  advierte al rey y al pueblo de las consecuencias de lo que están haciendo:
22:1-13 «Así  dijo HaShem,  … Practiquen  la justicia y la rectitud, libren del explotador al oprimido, no humillen ni maltraten a los extranjeros, a los huérfanos y a las viudas, no derramen la sangre del inocente. … Si de veras hacen esto que les mando, seguirá habiendo reyes que ocupen el trono de David, los cuales entrarán en carrozas y a caballo por las puertas de este palacio, acompañados de los funcionarios y del pueblo…Pero si no hacen caso de estas advertencias, este palacio quedará convertido en ruinas. Yo, HaShem, lo afirmo.”»
En el siguiente profundo texto Yirmiyahu se dirige al Rey Yoyaquín y a los ricos, y denuncia dos cosas: primero, como éstos se abusaban de los judíos pobres, y segundo el excesivo materialismo que practicaban. Es muy interesante observar como Yirmiyahu no critica el confort en sí, no aboga por un voto de pobreza, pero indica que el confort material no debe ser un objetivo en sí, que reemplace las aspiraciones espirituales.
Capitulo 22:13-17 “¡Ay de ti, que a base de maldad e injusticias, construyes tu mansión y tus altos edificios. Haces trabajar a los demás sin pagarles sus salarios…dices: “Voy a construirme un gran palacio, con amplias salas en el piso superior.” Y le abres ventanas, recubres de cedro sus paredes y lo pintas de rojo… ¿Piensas que ser rey consiste en vivir rodeado de cedro? Tus ancestros disfrutaban de una vida [con confort]; pero [también] actuaban con justicia y rectitud, y les fue bien… defendían los derechos de los pobres y oprimidos… eso es lo que se llama conocerMe, así Yo, HaShem, lo afirmo… pero tú sólo te preocupas por las ganancias mal habidas; dejas morir al inocente, y oprimes y explotas a tu pueblo.”
Continuará…