Hiljot TESHUBA 2:10: ¿Cómo mejorar nuestra calidad de vida?

רבונו של עולם הריני מוחל וסולח
La semana pasada explicamos que cuando alguien se disculpa por habernos hecho algo malo, voluntaria o involuntariamente,  debemos estar dispuestos a perdonar y a olvidar (ver aquí). Después de todo, en estos días le estamos pidiendo a Dios que nos perdone, y dar el primer paso perdonando a los demás, nos hará sin dudas más merecedores del perdón de HaShem.
Pregunta: ¿Podemos perdonar a los demás por nuestra cuenta, o debemos esperar que nos vengan a pedir perdón?
Hay una diferencia fundamental entre pedir perdón y otorgar el perdón. Conceder el perdón se puede hacer de manera unilateral. Obviamente, es mejor y más apropiado cuando quien nos dañó u ofendió viene y se disculpa ante nosotros. Pero a veces las personas son tímidas o tienen demasiadas barreras psicológicas, como orgullo o baja autoestima (generalmente estos dos problema van de la mano) lo cual les impide la posibilidad de hacerse cargo de sus malas acciones y pedir disculpas.
Entonces, podemos perdonar unilateralmente.
En la Guemará Meguilá 28a, leemos que los alumnos de Rabbi Nejuniá ben haQané, que era muy anciano, le preguntaron: «¿Qué obras especiales ha hecho usted, nuestro Maestro, para merecer vivir tantos años? Rabbi Nejuniá entre otras cosas, dijo que «el rencor hacia mi prójimo nunca llegó hasta mi cama» (ולא עלתה על מיטתי קללת חברי). La Gemará explica que Mor Zutra explicaba (=aplicaba) esta regla de la siguiente manera: cada noche antes de acostarse decía: «Perdono a todos aquellos que me han ofendido» el día de hoy.
En otras palabras, todas las noches antes de ir a dormir Rabbi Nejunyá,  Mor Zutrá y probablemente muchos otros Jajamim practicaban el «perdón unilateral». Esta exoneración por iniciativa propia liberaba a Rabbi Nejunyá de cualquier odio o resentimiento hacia el prójimo, y tuvo un impacto positivo en la cantidad  (y probablemente también en la calidad) de años que vivió.
Hay una hermosa Tefilá que se encuentra en todo libro de oraciones en la sección de Qeriat Shema ‘al haMitá, inspirada en el ejemplo de rabbi Nejuniá, que decimos todas las noches inmediatamente previo al Shemá Israel, antes de dormir.
El siguiente es un extracto breve de esta oración «RIBBONO SHEL OLAM, HARENI MOJEL VESOLEAJ …»
Amo del Universo! He aquí que yo perdono a cualquier persona que me haya agraviado o me haya ofendido. Ya sea que haya afectado mi persona, a mi dinero o a mi honor, o a cualquier otro aspecto de mí. Lo perdono, ya sea que haya pecado contra mí accidentalmente o voluntariamente; por negligencia o con premeditación; por medio de la palabra o por medio de la acción física. Lo perdono. Y te pido HaShem, que ninguna persona sea castigada por mi culpa …


Aclaración:

Aquí nos referimos a perdonar ofensas menores, en particular agravios sociales, es decir, cuando un amigo, un familiar o un vecino, dijo algo negativo de nosotros o hizo algo que nos ofendió, etc.  No estamos hablando de crímenes, actos de terrorismo, etc



Hiljot Teshubá 2:10, Perdonar, por nuestro propio bien

Los días de Elul son días de Teshubá. Le pedimos perdón a HaShem por cualquier transgresión que pudimos haber hecho en contra de Su Torá, voluntaria o involuntariamente.

También debemos pedir perdón a nuestros compañeros, amigos y familiares por las ofensas o por los daños que pudimos haberles causado.

Y también tenemos que estar dispuestos a perdonar.

En el capítulo 2, Halajá 10 de HILJOT TESHUBA Maimónides habla sobre la importancia de perdonar.

«Está prohibido que una persona sea cruel y se niegue a perdonar… cuando alguien se acerca a él pidiéndole perdón, debe perdonarlo con todo su corazón y con un espíritu positivo… sin buscar la venganza ni guardar resentimiento… esta es la actitud de los descendientes de Israel [zera’ Israel] «

Perdonar es un acto sicológico muy complejo y a veces emocionalmente difícil. Pero en estos días de Teshubá, cuando estamos pidiendo a HaShem que nos conceda Su perdón, los Yehudim debemos estar dispuestos a perdonar a quienes nos han ofendido.  No podemos pretender ser perdonados por Dios si no somos capaces de perdonar al prójimo.

El verdadero «perdón» incluye también nuestra capacidad de olvidar. Debemos recordar definitivamente las lecciones que hemos aprendido de todas nuestras experiencias negativas. Pero tenemos que hacer un gran esfuerzo para borrar el deseo de venganza, el resentimiento y los sentimientos de odio que podrían estar creciendo dentro de nosotros.

Si hemos decidido perdonar a quien nos ofendió, pero de alguna manera todavía guardamos rencor y resentimiento, el perdón no se ha alcanzado. Hay que entender que al no perdonar nos causamos un gran daño a nosotros mismos. Cuando no eliminamos de nuestra mente los sentimientos de animosidad hacia quien nos ofendió, le permitimos a esa persona–a su imagen y a su recuerdo negativo–apoderarse de nuestra atención, de nuestros pensamientos y de nuestro corazón (en algunos casos:  de nuestras vidas).

Es cierto que perdonar es bueno para quien nos ofendió, porque le estamos ofreciendo con generosidad la oportunidad de reconciliación.  Pero sin duda, quien más se beneficia del perdón es la víctima, quien fue ofendido. Al perdonar uno elimina de su sistema emocional el rencor, el odio y el resentimiento, todos esos sentimientos autodestructivos, y uno recupera el control de su estabilidad emocional.

Aclaración: Aquí nos referimos a perdonar ofensas menores, en particular a agravios sociales, es decir, cuando un amigo, un familiar o un vecino, dijo algo negativo de nosotros o hizo algo que nos ofendió, etc.  No estamos hablando de crímenes, actos de terrorismo, etc. 




TESHUBA y los doce pasos

א  כל המצוות שבתורה, בין עשה בין לא תעשה–אם עבר אדם על אחת מהן, בין בזדון בין
 בשגגה–כשיעשה תשובה וישוב מחטאו, חייב להתוודות לפני האל ברוך הוא

Hilkhot Teshuba 1: 1

«Para todos los mandamientos de la Tora, cuando una persona transgrede una prohibición o cuando no ha cumplido un mandamiento positivo, voluntaria o involuntariamente, al arrepentirse y lamentarse de haber pecado, uno tiene que confesar delante de Dios ….».

En el comienzo de Hiljot Teshubá Maimónides aclara que la Mitsvá de Teshubá (=arrepentimiento) consiste en el Vidui, o «confesión» de nuestros pecados.

Los sentimientos naturales de culpa y remordimiento, en hebreo «jaratá», son en realidad un requisito previo para la Teshubá, pero no son la esencia de la Teshubá. Para Maimónides la Teshubá sólo tiene lugar cuando hacemos la confesión verbal de nuestras malas acciones.

Del mismo modo los psicólogos explican que un paciente comienza su curación cuando es capaz de verbalizar su trauma o problema (catarsis). En el proceso de Teshubá llegamos a la admisión definitiva de nuestros pecados sólo cuando somos capaces de articular nuestras transgresiones con palabras, no con ideas.

Cualquiera que esté familiarizado con el proceso de Teshubá delineado por Maimónides, apreciará que la institución Alcohólicos Anónimos (A.A.), al igual que otras agencias que ayudan a las personas a recuperarse de todo tipo de adicciones, ha desarrollado un programa de recuperación llamado «Los 12 pasos». El primer paso de este programa consiste en admitir que uno tiene un problema. Esta admisión rompe el círculo vicioso de excusas. Normalmente,  cuando alguien es criticado por tener un problema con el alcohol, probablemente se excuse diciendo:. «Yo no soy alcohólico! Apenas tomo un par de tragos por día. Estoy totalmente en control de lo que hago y si quiero, puedo parar».

El mayor desafío que un alcohólico necesita superar cuando quiere curarse es acabar con todas sus excusas y admitir su problema. Por eso, cuando alguien asiste a las reuniones de A.A.  el primer paso hacia una cura es que esa persona diga en voz alta y clara su «Vidui»: «Mi nombre es José y soy alcohólico.»
Tengamos en cuenta que el adicto debe articular y verbalizar su problema, no sólo pensar en él. Lo mismo ocurre con el Vidui en relación al proceso de Teshubá, la articulación de nuestros errores es un requisito indispensable para superar la negación y terminar con las excusas, conscientes o subconscientes.

En el proceso de Teshubá, como hemos explicado, el paso más crítico es el Vidui. Porque nos permite vencer nuestra propia negación y admitir nuestras malas acciones y defectos.