TESHUBA: ¿En qué piensa la gente antes de morir?

Hiljot Teshubá 1: 1:
«Por todos los mandamientos de la Tora, ya sea cuando una persona transgrede una prohibición o cuando un individuo no ha cumplido un mandamiento positivo …uno debe arrepentiste, etc. «.
Normalmente, pensamos en Teshubá / arrepentimiento como el proceso que comienza a partir de nuestra sensación de culpa por los errores, faltas y malas acciones que hemos cometido. Pero de acuerdo a esta Halajá,  también (o sobre todo) debemos arrepentirnos por lo bueno que deberíamos haber hecho y no hicimos.  Somos responsables no sólo de nuestros malos actos sino también de nuestra inacción y pasividad. Deberemos dar cuenta por no haber hecho todas las cosas buenas que tenemos el potencial de  hacer.
Al igual que todos los rabinos, he visitado a varios pacientes que sabían que pronto iban a morir. Cuando los pacientes estaban conscientes y se sentían en confianza para compartir con un Rabino sus pensamientos más íntimo, siempre ha surgido un tema en común a todas las personas en sus horas finales: al final de la vida, la gente no se lamenta tanto por los errores cometidos (estamos hablando de personas normales, no de criminales, o algo así…). En esos últimos momentos, que son tan sagrados, cuando las memorias de toda la vida pasan por la mente, he observado que la gente principalmente se lamenta por las cosas buenas que deberían haber hecho y no hicieron. Por las oportunidades que han perdido para hacer un cambio positivo en los demás. En esos momentos, que es cuando uno tiene más conciencia que nunca sobre la irrecuperabilidad del tiempo, la gente se arrepiente de haber perdido demasiado  tiempo en «tener más» en lugar de haberse dedicado a «dar más, ayudar más, compartir más», y haberse esforzado por hacer lo que es correcto y bueno a los ojos de HaShem. En esos momentos, se hace un balance de nuestras vidas y en los activos no contamos lo que tenemos sino lo que hicimos. Las personas se arrepienten de haber desperdiciado su potencial. Y cuanto más importante haya sido la posición o el poder de esa persona, más grande es el sentimiento de frustración por haber perdido tantas oportunidades para impactar la vida de los demás y su propia vida en relación a D-s.
Siguiendo esta simple idea, nuestra Teshubá anual demanda, en primer lugar, darnos cuenta de todos nuestros talentos y del gran potencial que tenemos para dar, ayudar, inspirar a los demás y hacer lo que es bueno a los ojos de HaShem.



TESHUBA 3:5: Soy, lo que haga con mi vida en los próximos 5 minutos

En el tercer capítulo de su Hiljot Teshubá, Maimónides explica que en términos de comportamiento religioso hay tres categorías de personas: rasha ‘, tsadiq y benoni.

El rasha’(la persona mala) es aquel individuo cuyo balance de buenas y malas acciones es negativo. El tsadiq (la persona justa) es aquel que ha hecho más bien que mal. Y el benoni (la persona promedio, algo así como el hombre mediocre de Ingenieros) es definido por Maimónides como la persona cuyos buenas y malas acciones se hayan en un estado de equilibrio (3:1).

En una Halajá posterior (3: 4) Maimónides explica que este cálculo de buenas y malas acciones es inaccesible para nosotros. Ya que esta evaluación no depende de la «cantidad» de preceptos que hayamos observado o transgresiones que hayamos realizado, como si fueran «puntos» rojos y azules en un cuadro de puntaje. En realidad, este cálculo sólo lo conoce Dios. ¿Por qué? Porque Él es el único que sabe, por ejemplo, cuál es nuestro verdadero potencial. Si mi potencial para hacer Mitsvot es 10, porque tengo los medios, el tiempo, el conocimiento, etc., para llegar a 10, pero alcance sólo 7, tengo menos mérito que la persona cuyo potencial es 5, porque quizás no tuvo los medios or posibilidades de llegar más alto que 5, y ha llegado a 5. 5 puede ser más que 7! (5/5 >7/10).

Otro ejemplo: solamente HaShem conoce las fuerzas psicológicas negativas que podrían estar influyendo en una persona para empujarlo a hacer lo que no debería hacer. Cuando más intensas estas fuerzas son, más mérito tiene el individuo que las supera y se control. Para algunas personas  puede ser muy difícil evitar su deseo de robar, ya que podría tener una inclinación natural al robo, o haber sido educado a que siempre puede tener lo que desee.… Para otro individuo, no robar o no mentir podría no ser un gran desafío, ay que su naturaleza así lo dicta.

En fin, el saldo positivo o negativo de nuestros méritos es inaccesible, aún para nosotros mismos, dice Maimónides, sólo lo conoce HaShem.

Este pensamiento conduce a Maimónides a la siguiente pregunta: Ya que no puedo saber si a los ojos de HaShem soy una buena o una mala persona ¿Cómo tengo que verme a mí mismo?

Si veo a mí mismo como un hombre justo, podría confiar demasiado en mis méritos y permanecer en un estado de inercia y estancamiento. Nada tengo que hacer para mejorar. Es más, creo que tengo crédito para cometer algunos pecados … En el otro extremo, si me veo a mí mismo como un tipo malo, podría pensar que ya estoy más allá de la redención (a esto lo llamaron los rabinos, yeush, un estado de abandono sicológico) y pienso que ya no tengo nada más que hacer por salvarme .

Maimonides se desvía de la explicación convencional que distingue con claridad justos de pecadores y como un genial educador que era, utiliza un principio que hoy lo definiríamos como «psicología conductista”.

Maimónides concluye (3: 8) que una persona siempre debe percibirse a sí misma en un perfecto estado de equilibrio, 50/50. Como si mis buenas y mis malas acciones se encuentran en un delicado balance entre méritos y pecados. Y por lo tanto, la próxima acción que realice, inclinará la balanza al lado positivo o al negativo.

Mi próxima decisión moral, hacer una Mitsva o dejar de hacerla, cometer una transgresión o no cometerla, es extremadamente importante porque inclinara la balanza para un lado o para el otro y determinará si soy una buena o una mala persona.

El secreto, según Maimónides es pensar así SIEMPRE.  Verme permanentemente en un estado de delicado balance. “Yo soy lo que haga con mi vida en los próximos 5 minutos.”




El libre albedrío y la Teoría de la Evolución

האדם רשותו בידו וכל מעשיו מסורין לו
Hiljot Teshubá, 5:4
Ayer explicamos que el libre albedrío distingue al ser humano de todos los demás seres vivos. Gracias a la libertad para tomar decisiones moralesת el hombre se encuentra por encima de la naturaleza, en la cual reina y gobierna el determinismo. El hombre no es parte de la naturaleza.    Es el único ser «sobrenatural». 
El libre albedrío, desde un ángulo un poco más filosófico,  es evidencia del Diseño Divino en la creación.  En otras palabras, un ser con libertad de elección, no puede ser el producto de un proceso evolutivo. 
En primer lugar porque para la teoría de la evolución somos considerados parte integral de la naturaleza, en la cual todo se rige por instintos. Somos «Monos, con un poco más de inteligencia». No somos una especie singular, que trasciende la naturaleza, diseñados para alcanzar lo Divino.
En segundo lugar, el libre albedrío va en sentido contrario al principio fundamental de la teoría de la evolución: la supervivencia del más fuerte.  Ya que la libertad de elección moral supone que un ser humano puede elegir, por ejemplo, sacrificar sus necesidades biológicas o incluso su propia vida «por un ideal». Ese es un concepto totalmente opuesto al principio de «supervivencia».
No es de extrañar entonces, que el judaísmo considere al libre albedrío como aquello que nos asemeja a D-s. El Midrash Tanjumá explica que «la imagen y semejanza Divina» que poseemos los seres humanos, consiste justamente en nuestra libertad de elección.
Tampoco es de extrañar que aquellos hombres de ciencia que se identifican con el ateísmo, se opongan a la idea del libre albedrío. Y traten de demostrar que éste no existe. Un científico estadounidense, Benjamin Libet, condujo un experimento en 1979 para demostrar que lo que determina nuestras acciones y decisiones son procesos cerebrales electro-químicos inconscientes. El fenómeno de la conciencia, o la toma de una decisión independiente de los dictados del cerebro, es solo una ilusión.  Y cuanto menos libertad de elección existe, más animales somos, lo cual se ajusta a lo predicado por la teoría de la evolución.
Probablemente muchos de los lectores nunca hayan escuchado esta argumentación de una forma tan directa. Pero si se detiene a observar ciertos debates ideológicos propios de nuestra sociedad moderna, el lector se dará cuenta que el tema del «libre albedrío» está, de una manera directa o indirecta,  muy presente en casi todas las discusiones acerca de la moralidad. Aquellos que no creen en D-s justificarán ciertas conductas morales (o inmorales) atribuyéndolas a condiciones innatas, incontrolables. Mientras que aquellos que creen en D-s hablarán de la capacidad humana de cambiar, controlar, modificar nuestras tendencias. 
La pregunta básica en este tema es si existe algo más, aparte del cerebro, en la toma de decisiones. Si quien toma las decisiones es el cerebro, entonces somos animales inteligentes, como dicen los evolucionistas. Pero si hay algo mas allá del cerebro, llamémoslo «conciencia», entonces somos algo distinto a la naturaleza. 
Desde el punto de vista judío, el cerebro no es el «YO». El cerebro es un vehículo o quizás el instrumento más valioso del verdadero «YO», que es nuestra conciencia o en hebreo, «neshamá». La interacción entre nuestra conciencia/neshamá y nuestro cerebro es un tema que supera lo que podamos decir en estas pocas lineas. Diremos brevemente que nuestro cerebro envía señales, por ejemplo,  que tenemos hambre, pero nuestra «conciencia»  puede decidir «no comer», porque hoy es Yom Kippur.  Nuestro cerebro puede ser estimulado por urgencias hormonales, pero nuestra conciencia tiene el poder de controlar nuestra respuesta a esas urgencias.  El verdadero YO no es el que manda las señales electro-químicas o procesa los estímulos. Nuestro YO es el que a pesar de las señales o los estímulos, puede decir «NO». 

MAS SOBRE 

Evolución y Libre albedrío

En su libro «El origen del hombre» publicado en 1871 Darwin dice que «No se puede mantener la idea de que los instintos sociales [los princios morales] puedan ser más fuertes en el hombre… que los instintos de la supervivencia, el hambre, el deseo sexual, la venganza…» 
En las palabras del Dr. William Provine , profesor de Biología Evolutiva en Cornell University: «La evolución tiene consecuencias claras que Charles Darwin entendió perfectamente … [incluyendo la idea de que] el libre albedrío humano es inexistente»
En este breve video clip se puede observar como el Dr Provine define las implicancias de la teoría moderna de la biología evolutiva (evolución)
Si no existe D-s,
No existe una vida, luego de esta vida, 
No hay ninguna justificación objetiva para la ética o la moralidad,
Nuestras vidas no tiene un sentido trascendental, 
No existe el libre albedrío (free will).



HILJOT TESHUBA 5:3: El libre albedrío y el progreso humano

Ayer explicamos que la idea de libre albedrío es, según Maimónides, el fundamento esencial de la Torá y sus Mitsvot.  También dijimos que lo que nos hace diferente de los animales no es sólo nuestra inteligencia, sino por sobre todo nuestro poder de tomar decisiones morales. En el mundo animal no hay «elecciones morales». Sólo existen los instintos de supervivencia. Ver aquí
El hombre por lo tanto es un ser privilegiado, y gracias a su libre albedrío, es una criatura «sobre-natural». Esta capacidad de elección es la que, según Maimónides, nos puede acercar más a HaShem (=D-s).
¿Cómo?
Profundicemos esta idea.
Maimonides (MT, Teshubá 5:4) explica que HaShem nos diseñó deliberadamente con libre albedrío: «Así como el Creador dispuso las leyes naturales, que el aire suba, el agua baje y que las criaturas sean dirigidas por sus instintos naturales, así dispuso [el Creador] que el hombre tenga libertad de elección y todas sus acciones [morales] dependan de su elección…». 
En el mundo natural el progreso no consiste en «elegir». Los animales progresan hacia su potencial y alcanzan el máximo de su plenitud de una manera involuntaria, natural, se podría decir «automática» .  La única excepción es el hombre. El ser humano tiene un enorme potencial intelectual y espiritual, cuyo desarrollo depende exclusivamente de sus elecciones morales. Si el hombre elige progresar, por ejemplo, intelectualmente, lo puede hacer instruyéndose, estudiando, aprendiendo. Pero si así lo quiere, también puede relegar su progreso y permanecer tan ignorante como cuando llegó a este mundo. Su realización, su progreso, no es un proceso «natural», involuntario, automático que ocurre por sí mismo. Depende exclusivamente de lo que el individuo elige hacer o no hacer.   Irónicamente, el hombre es el único ser viviente que puede elegir ser menos de lo que puede ser. Esta es la esencia del libre albedrío.
Estamos en un nivel intermedio, como decían los filósofos, entre los «ángeles y las bestias». Gracias a nuestro libre albedrío podemos elevarnos hacia  HaShem, o descender hacia un estado animal.  Cuanto más ejercemos nuestro libre albedrío, es decir: cuando estudiamos y progresamos intelectual y espiritualmente, o cuando nos entrenamos a controlar nuestros impulsos, más nos acercamos, nos asemejamos, a D-s, que como explicamos es el epitome del libre albedrío.
Y por el contrario, cuanto más relegamos nuestro progreso intelectual y espiritual, no haciendo nada para aprender, y no haciendo nada para dominar o aprender a controlar nuestros impulsos, más nos alejamos de D-s y más nos acercamos, más nos parecemos, a los animales.
En este sentido la Teshubá consiste en tomar conciencia de que poseemos una potencialidad de superación inmensa, pero que ésta depende exclusivamente de que elijamos acercarnos a HaShem, aprendiendo y creciendo espiritualmente.  Las Mitsvot nos entrenan a controlar nuestro impulsos básicos. Por ejemplo:  Kashrut, nos entrena a controlar nuestro impulso por comer. Taharat haMishapjá, nuestro instinto sexual. Shabbat, el día que dejamos de producir dinero, nos enseña a controlar nuestras ambiciones materiales.  Y así,  cada una de las Mitsvot de la Torá.
(Continuará….).



HILJOT TESHUBA: La diferencia ente el hombre y el animal

En su libro Mishné Torá,  Hiljot Teshubá, Maimónides presenta la doctrina del «libre albedrío» (bejirá jofhsit),  es decir, la idea de que el ser humano es libre para elegir su accionar, y por  lo tanto es responsable de lo que hace o deja de hacer.  
El concepto del libre albedrío es bastante complejo, y Maimónides le dedica al tema 3 capítulos completos de Hiljot Teshuba: 5, 6, y 7.
En 5:3 dice:«Y este principio, (el libre albedrío), es un concepto cardinal y es la columna fundamental de la Torá y de los preceptos. Como está escrito: «[Y ahora], mira, he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, o la muerte y el mal, y elegirás la vida» (Debarim 30:15).
Sólo el ser humano tiene este enorme poder de elección. En el mundo físico material, e incluso en la naturaleza, el libre albedrío no existe. Los átomos no pueden elegir actuar de otra manera de la que actúan. Y los seres vivos, todos menos el ser humano, están totalmente condicionados a actuar por sus impulsos de supervivencia. Es cierto que, como decía Aristoteles, un animal que está a la vez muerto de hambre y muerto de sed, podrá elegir si primero come o bebe.  Los animales pueden elegir entre dos instintos, pero no pueden realizar una elección moral, esto es, elegir entre un instinto y un valor o acto moral. Un animal que tiene hambre no puede elegir «no comer».    Los animales actúan por instintos, que no pueden controlar o suprimir.  El versículo que dice: ומותר האדם מן הבהמה אין «Y la superioridad  del hombre sobre el animal no es (=no existe)» (Kohelet 2:3) fue alegóricamente interpretado por algunos Sabios, cambiando el orden de las dos últimas palabras: «Y la superioridad del hombre sobre el animal es ‘no'» , en otras palabras: la diferencia entre el animal y el hombre es NO, la capacidad humana de decir NO a los instintos. El hombre tiene la libertad para satisfacer sus necesidades, pero también tiene el poder para controlar, postergar o incluso privarse de gratificar sus instintos.  Maimonides explica en 5:1 que éste es el sentido del versículo que dice: «El hombre es ahora como uno de Nosotros» lo que significa que el hombre es sobre-natural. La semejanza entre el hombre y D-s, y lo que distingue al hombre de todos los demás seres vivos, es que el ser humano tiene libre albedrío.  Y D-s, «Todo-Poderoso», es el epítome del libre albedrío. 
Esta libertad moral implica que el ser humano es responsable por lo que hace. No puede justificar sus acciones diciendo: «Yo robe porque tenia un incontrolable deseo de ser rico» o algo así. El ser humano tiene tendencias o tentaciones de todo tipo, pero tiene el poder de controlaras. Esto es el libre albedrío.
Si el hombre no fuera moralmente libre, no tendría sentido que la Torá nos ordenara qué hacer o qué no hacer. Y no tendría sentido que existiera la promesa de recompensa divina por lo que hacemos bien y el castigo por lo que hacemos mal.
¿Y que tiene que ver la Teshubá, el arrepentimiento, en todo esto?  Que de la misma manera que somos libres para actuar mal, ya que nuestro comportamiento no está determinado por nuestros instintos, de esa misma forma, la Tora nos enseña que haShem nos otorgó la libertad de arrepentirnos. Y así como no estamos condenados por nuestros instintos, la Teshubá nos enseña que no estamos irremediablemente condenados a nuestro pasado. Si nos arrepentimos con sinceridad, tenemos el poder de»borrar» lo que hicimos mal y comenzar de nuevo. 
Este tema, como ya dijimos, es muy complejo. Así que B’H le dedicaremos un poco más en los próximos días. 

 




SELIJOT: Cuando lo urgente no deja tiempo para lo importante

Como explicamos ayer (ver aquí),  en las comunidades Sefaradíes ya ha comenzado la recitación de las Selijot.   Y como veremos BH en los próximos días, el centro de estas plegarias lo constituyen el viduy o confesión, y el recitado de los 13 Atributos de Perdón Divino o 13 Middot.
Pero en las Selijot también hay muchos piyutim, poemas religiosos, que nos inspiran a volver a HaShem. El primero, y uno de los piyutim más conocidos, es «BEN ADAM MA LEJA NIRDAM», que quisiera comentar a continuación.
בֶּן אָדָם מַה לְּךָ נִרְדָּם
«Hijo del hombre, ¿Qué haces durmiendo?! ¡Levántate y reza [a D-s] con súplicas!
Este piyut comienza con una invitación a despertar. «Despertar» en un doble sentido. Por una lado, siendo que las Selijot se dicen muy temprano por la mañana, este poema refuerza nuestro compromiso a sacrificar nuestro sueño y acudir al Bet haKeneset más temprano que de costumbre.
Pero el sentido más profundo, y sin duda el sentido original de esta expresión, es la invitación al despertar de la conciencia. Me explico: Dada la cantidad de obligaciones materiales que tenemos, dado el ritmo al que vivimos y la enorme variedad de distracciones a nuestra disposición, es muy posible que nuestras conciencias estén «dormidas». ¿Cómo podemos identificar el sueño de la conciencia? El letargo espiritual se manifiesta por la ausencia de pensamientos profundos. Si no nos ponemos a pensar en D-s, y en lo que Él espera de nosotros; si no nos preguntamos por qué estamos aquí, en este mundo; si no reflexionamos sobre la dirección en la que avanza nuestra vida; si no re-evaluamos nuestros valores, y nuestras prioridades, entonces se puede decir que nuestras conciencias están dormidas.   El despertar espiritual consiste en refrescar estas preguntas. Estar «despiertos» significa que la búsqueda de estas respuestas sea el principal objetivo de nuestra existencia.
Esta hermosa expresión en hebreo ma lejá nirdam  «que haces durmiendo?» se encuentra en el libro de Yoná 1:6.   El capitán del barco que está por hundirse increpa al profeta Yoná, que estaba durmiendo, ausente de toda preocupación, ignorando los peligros a su alrededor. Es que Yoná estaba en una situación de «huida» casi suicida. Estaba, literalmente, alejándose de HaShem. Sin duda, estas palabras también aluden a nuestro propio escapismo existencial. Un escenario montado por nosotros mismos para eludir el compromiso que implica formularse las preguntas más profundas. Optamos por «escapar» de HaShem, entregándonos de forma adictiva al trabajo o a distracciones materiales.  El primer llamado de las Selijot es el llamado a despertar y abandonar el escapismo.
¿Cómo despertar?
קוּם קְרָא בְּתַחֲנוּנִים
Conectándonos con nuestro Creador.  La conexión con HaShem es el comienzo del despertar espiritual. 
רְחַץ וּטְהַר ואַל תְּאַחַר בְּטֶרֶם יָמִים פּוֹנִים
«Limipiate, purifícate ¡Y no lo postergues!  Hazlo antes de que los días [de tu vida] hayan pasado [=terminado]. 
La próxima invitación de este piyut es a actuar «YA». Sin procrastinar. «Limpieza» y «purificación» no se refieren a la limpieza física de nuestros cuerpos, sino a la limpieza del alma: es decir, la ausencia de transgresiones y pensamientos que nos alejen de HaShem.  Nuestro objetivo es «limpiarnos», es decir, arrepentirnos de lo que hicimos mal y deshacernos de las «manchas» de nuestro pasado. Y purificar nuestros pensamientos, alejándonos de los valores y de la cultura de la sociedad materialista. Para ayudarnos a corregirnos «YA» debemos traer a la mente una simple, pero generalmente reprimida idea: nuestra mortalidad. La certeza de que nuestras vidas llegarán a un final, y la incertidumbre de no saber cuándo ese final llegará….
Esta reflexión está inspirada en la explicación de nuestros Sabios al pasuq de Qohelet 9:8 que dice: בכל עת יהיו בגדיך לבנים,«Que tus vestiduras estén siempre limpias». Nuestros Sabios dicen que en este versículo las vestimentas son nuestras acciones. Y nos exhortan a «limpiar» nuestras vestiduras ni bien se manchen. Es decir, no postergar el arrepentimiento, el pedir perdón, y la reparación. Debemos mantenernos limpios, sin «manchas» en nuestros records, permanentemente, ya que no sabemos cuándo seremos llamados por el Tribunal Celestial.

 




Yom Kippur y el maratón que comienza hoy

Hoy comienza nuestra preparación para el Maratón. Dentro de 40 días, celebraremos Yom Kippur.  Un día consagrado exclusivamente a acercarnos a HaShem, rogar Su perdón y comprometernos a  hacer cambios importantes en nuestras vidas. Por la intensidad de las Tefilot de Yom Kippur, piense Usted que pasamos casi todo el día en la Sinagoga, se podría ver a Yom Kippur como el día de un maratón espiritual. Y de la misma manera que nadie va a correr un maratón sin un serio entrenamiento previo, para estar en buena forma en Yom Kippur necesitamos un entrenamiento intenso en el campo de la introspección, el arrepentimiento y la revaluación de nuestras prioridades.

Por eso es que HOY comenzamos el entrenamiento para el maratón de Yom Kippur.

¿Cómo nos preparamos para Yom KIppur?

Hoy es el segundo día del mes de Elul. La costumbre Sefaradí es recitar las Selijot a partir de  hoy hasta Yom Kipur (cuarenta días).  “Selijot” es una Tefilá especial que nos conduce a reflexionar sobre nuestras acciones y pedir perdón a HaShem por nuestros errores y nuestra mala conducta. Las Selijot se dicen tradicionalmente antes del amanecer, previo a la Tefilá (rezo) de la mañana (Shajarit), aunque técnicamente las Selijot se pueden recitar también durante la noche (después de la medianoche) o incluso durante el día.

La costumbre Ashkenazí es iniciar los servicios Selijot el domingo previo a Rosh Hashaná. Sin embargo, cuando Rosh Hashaná cae en lunes o martes, como este año (nunca puede caer en domingo) las comunidades Ashkenazim comenzarán Selijot dos domingos antes de Rosh Hashaná. En las comunidades Ashkenazim este año comenzaran Selijot el domingo 6 de Septiembre.

Además, durante todo el mes de Elul, los Ashkenazim y la mayoría de los Sefaradim (marroquíes, persas, etc. excepto los Sefaradim provenientes de Siria) tienen la costumbre de hacer sonar el Shofar todas las mañanas, al concluir Shajarit.

El objetivo de las Selijot y el escuchar el sonido del Shofar es inspirarnos para comenzar el proceso de Teshubá. Teshubá consiste en la introspección y el arrepentimiento. Lo que en última instancia debe significar “volver a” o “estar más cerca” de D-s, dependiendo del punto de partida de cada uno. Este elevado objetivo espiritual, que es el que aspiramos alcanzar en Yom Kippur, no se puede lograr de la noche a la mañana en un solo día, por más intenso que sea.  Para lograrlo debemos pasar por un periodo serio y paciente de reflexión en el cual revisamos y comenzamos a modificar nuestras acciones y en particular nuestros valores. Durante estos días también reexaminamos nuestras metas existenciales y las distracciones materiales que nos han alejado de esas metas. Si tomamos en serio esta preparación vamos a alcanzar la claridad mental y la convicción necesaria para tomar las mejores resoluciones para el próximo año durante este Yom Kippur.




MAIMONIDES, Teshubá y abuso verbal

En el capítulo séptimo de Hiljot Teshubá, Maimónides habla del enorme mérito de hacer Teshubá. También analiza el estado emocional del «penitente» o ba’al teshubá. El «ba’al teshubá»  no es la persona que se arrepiente de uno o dos errores que ha cometido. Por lo general, el ba’al teshubá es un Yehudí que previamente, por diversas razones, no observaba la Torá y sus Mitsvot. El ba’al teshubá experimenta un cambio muy drástico en su estilo de vida, toda una metamorfosis, y debe enfrentar grandes desafíos. Más allá de las dificultades personales de estudiar los fundamentos de la Tora a una edad más madura y otros predicamentos intelectuales y espirituales, a veces el ba’al teshubá también tiene que enfrentar algunos desafíos «sociales». Sus amigos, sus antiguos amigos que, por lo general movidos por sus propias inseguridades, podrían burlarse de él o dañarlo con sus palabras.

Maimónides se refiere a este caso y lo explica en tres pasos:

En primer lugar, en la Halajá 4 Maimónides explica que a los ojos de Dios, el penitente es tan grande como alguien que siempre fue una persona justa, o tal vez mayor que él

«Un baal-teshubá no debe pensar que está lejos del nivel de los justos (= tsadiqim) a causa de los pecados y transgresiones que cometió. Ese no es el caso. Una persona que se arrepiente es amado y estimado por el Creador, como si nunca hubiera pecado. Además, tiene un gran mérito, ya que él ha probado el pecado y, sin embargo, se ha separado del mismo, conquistando su mala inclinación. «

En segundo lugar, en la Halajá 8, Maimónides describe cómo tiene que hacer el ba’al teshubá para procesar la burla y la vergüenza, asumiendo que son parte de su proceso de crecimiento emocional, lecciones intensivas de humildad.

Esto es lo que dice:

…los ba’ale Teshubé deben ser muy humildes y modestos. Si la gente tonta los avergüenza a causa de sus obras anteriores, diciéndoles: [ahora te muestras religioso, pero ¿no te acuerdas que «ayer, estabas cometiendo tales y cuales [pecados]?». El ba’al teshuba no debe permitir que estas palabras afecten su corazón. Por el contrario, al escuchar este abuso se debe alegrar en su interior, sabiendo que el abandono de su estilo de vida anterior significa un enorme mérito para él

Por último, en la misma Halajá (5:8), Maimónides advierte a la gente que nunca se le debe recordar al ba’al teshuba su pasado. Esto se considera un gran pecado, un tipo de abuso verbal [hona-at debarim] prohibido explícitamente por la Torá.

«Es un gran pecado decirle a un ba’al teshubá ,»Recuerdas lo que solías hacer?» o avergonzarlos al hablar de lo que solía hacer en el pasado… todo esto está prohibido… y este pecado se considera «abuso verbal» … y la Torá nos ha advertido a evitar esta conducta en Vayqra 25:17: «Un hombre no debe abusar de su prójimo».



HILJOT TESHUBÁ 3:7. Shofar, el despertador de conciencias

עורו ישנים משינתכם, והקיצו נרדמים מתרדמתכם

La conciencia (=yetser hatob) es una parte integral de nuestraneshamá (alma humana). Su misión es advertirnos cuando estamos a punto de hacer algo mal.  La conciencia es un mecanismo moral, mental y espiritual muy efectivo cuya misión es protegernos de la mala conducta. Por ejemplo: si estamos a punto de decir algo negativo sobre otra persona (leshón hará) idealmente, nuestra conciencia nos gritará desde adentro para intentar impedirlo. Nos dirá: «No lo hagas». «Es muy malo hablar así de otra persona». «¿Te gustaría que dijesen eso de ti?» etc.

Pero, ¿Qué pasa cuando oímos la voz de la conciencia pero decidimos ignorar su primer llamado? ¿Cuántas veces más nuestra conciencia nos advertirá sobre lo malo que estamos por hacer?

La conciencia grita muy fuerte la primera vez que estamos por hacer algo mal. Los Tsadiqim (=las personas completamente rectas) escuchan y obedecen al primer llamado de su conciencia. Por lo tanto, tienen una conciencia sana, alerta y hiperactiva.

Pero ¿qué pasa si decidimos ignorar la advertencia de nuestra conciencia?

Cuando ignoramos el llamado de atención de nuestra conciencia, su voz interior se hace cada vez más baja y se debilita. Al punto que la conciencia se vuelve virtualmente muda. Y cuando persistimos en nuestro mal accionar la conciencia queda como anestesiada, o en las palabras de Maimónides, se queda dormida.

De acuerdo a Maimónides el Shofar actúa como el despertador de esas conciencias, que por no haber sido escuchadas, se han quedado dormidas.  El Shofar grita a viva voz el siguiente mensaje: «Despertad, despertad,  aquellas [conciencias] que están adormecidas»

Cuando escuchamos el Shofar, debemos pensar que es posible que estemos haciendo cosas equivocadas (perder nuestro tiempo en vanidades materiales, hablar leshon hara, no respetar a nuestros padres, no manejar nuestros negocios con honestidad, etc.) y ni siquiera nos demos cuenta! ¿Por qué? Porque nos hemos acostumbrado tanto a esa rutina negativa, que nuestra conciencia ya se durmió y no nos reclama más.

De acuerdo a Maimónides, el Shofar es un despertador moral y espiritual. Y tiene un efecto positivo impactante en nosotros, ya que nos ayuda a recuperar la voz alta y original de nuestras conciencias dormidas.




HILJOT TESHUBÁ 3:4. ¿Qué nos quiere decir el Shofar?

היתקע שופר בעיר והעם לא יחרדו

La Mitzvá más importante de Rosh Hashaná es escuchar el Shofar. La Torá no menciona la razón por la cual debemos escuchar el Shofar. Pero nuestros Rabinos lo hicieron.

Ellos explicaron entre otras cosas que:

1. El Shofar era utilizado en el antiguo Israel para anunciar la coronación del rey. En Rosh Hashaná anunciamos que HaShem es nuestro Rey . Nosotros somos Sus súbditos y como tal seguimos fielmente Sus reglas. Hay algo más que entendemos cuando pensamos en HaShem como «Rey». Entre otras prerrogativas, el rey tenía el poder de condenar a muerte o perdonar la vida de alguien. En Rosh Hashaná nos damos cuenta que nuestras vidas físicas, su continuidad, depende en última instancia de la voluntad de Dios. Y ya que Él es el Rey Supremo, es Él quien decide continuar o ח»ו acortar nuestras vidas.  Para tener este concepto presente durante Rosh Hashaná y los 10 días de Teshubá agregamos en la Tefilá una palabra clave «melekh» (=Rey). Siempre que mencionamos que HaShem es el Rey, debemos recordar que nuestras vidas están es Sus manos.

2. El Shofar nos recuerda también aqedat Itsjaq. Abraham Abinu estuvo dispuesto a sacrificar a su único hijo, para seguir el mandamiento de HaShem. Una vez que Abraham demostró su amor incondicional, HaShem le ordenó suspender el sacrifico de su hijo. Abraham vio un carnero (=el macho de la oveja ) cuyos cuernos estaban atascados en un matorral, y lo ofreció como sacrificio a Dios en lugar de Itsjaq. El Shofar es un cuerno de carnero y cuando escuchamos el Shofar, recordamos la aqedat Itsjaq.

3. En los tiempos antiguos, el Shofar también era utilizado como una especie de sirena o alarma. Cuando el enemigo se acercaba a la ciudad y estaba a punto de atacar, las autoridades alertaban sobre el inminente ataque a través del Shofar. El sonido del Shofar anunciaba que las vidas de cada individuo estaban en peligro. En Rosh Hashaná el Shofar sirve como una alarma o sirena espiritual. El Shofar anuncia y nos recuerda nuestra inescapable mortalidad, invitándonos a la reflexión y al arrepentimiento. El Shofar nos alerta que HaShem nos está juzgando y que nuestras vidas están siendo evaluadas.

En Hiljot Teshubá 3:4 Maimónides explica que al escuchar el Shofar debemos oír el siguiente mensaje:

 

«Despierten, aquellos que están [espiritualmente] dormidos. Despierten y examinen sus acciones.  Recuerden a su Creador, aquellos que olvidan la realidad [de nuestra mortalidad] la cual  constantemente relegamos, transformándonos así en víctimas de permanentes distracciones temporales, y dedicando todo nuestro tiempo y esfuerzo a perseguir la vanidad y el materialismo vacío, que [a la larga] no nos beneficiará, ni prevalecerá. Examinen sus caminos y sus obras. Abandonen los senderos del mal. Y aléjense de los hábitos destructivos y de los pensamientos [materialistas] vacíos. «




Hiljot Teshubá, (4:1) El efecto domino

והאומר אחטא ואשוב; ובכלל זה האומר אחטא, ויום הכיפורים מכפר

En el capítulo 4 de Hiljot Teshubá Maimónides enumera veinticuatro tipos de acciones o actitudes que impiden o hacen muy difícil para una persona iniciar el proceso de Teshubá (=arrepentimiento).

Tres ejemplos.

EL EFECTO DOMINO (4:1)

«Aquellos que por sus enseñanzas equivocadas … influyen en otras personas a actuar mal y los hace pecar o alejarse de la Torá».

Si hemos enseñado o hemos influido en otras personas a actuar de una manera errónea en el área religiosa, hemos desencadenado un efecto dominó cuya reparación escapa de nuestras manos. En este caso, el arrepentimiento es prácticamente imposible. ¿Por qué? Debido a que parte del proceso de arrepentimiento consiste en reparar lo que hemos hecho mal. En este caso, si por ejemplo hemos enseñado incorrectamente una ley de la Torá, aunque personalmente nos arrepintamos de nuestras acciones equivocadas, va a ser imposible reparar el daño causado ya que nuestras enseñanzas incorrectas ya pueden haber pasado de boca en boca (o de Facebook en Facebook) y provocado que otras personas actúen equivocadamente. En estas circunstancias, a pesar de mi sincero arrepentimiento, la Teshubá completa resulta imposible.

LA TESHUBÁ CALCULADA (4:1)

Si uno comete una transgresión con la intención de arrepentirse más tarde, esa transgresión no es perdonada. Maimónides se refiere aquí a una situación en la que yo estoy a punto de cometer un pecado y antes hacerlo me digo a mí mismo: «Ya que la Teshubá sirve para perdonar todas mis transgresiones, voy a pecar ahora y me arrepentiré de esa transgresión más adelante». O si me digo a mí mismo: «Voy a pecar ahora y Dios me perdonará por este pecado en Yom Kipur». En estas condiciones la Teshubá es inaceptable. Debido que la Teshubá es recibida por HaShem cuando se trata de un arrepentimiento sincero, no cuando es parte de un arrepentimiento calculado de antemano.

PERSONALIDAD DEFENSIVA (4:2)
Cuando alguien se niega sistemáticamente a ser corregido o criticado, es muy difícil que haga Teshubá. Imagínense a una persona incapaz de aceptar una mínima crítica constructiva, incluso cuando viene de aquellos que se preocupan por su bienestar. Muchas veces, este tipo de personalidad disfuncional es consecuencia de la baja autoestima u otros problemas psicológicos (=gaava) que impiden a una persona hacer frente a cualquier crítica. Esta persona, Maimónides concluye, probablemente continuará con sus malos hábitos, porque es incapaz de verse a sí misma como otras personas lo perciben.

SHABBAT SHALOM!




Hiljot Teshuba 3:14. Dañar con palabras

En el tercer capítulo de Hiljot Teshubá, Halajá 5, Maimónides afirma que los Yehudim tienen parte en el mundo por venir,  olam habba, la vida después de esta vida.
A continuación (3:6) Maimónides describe las excepciones a esta regla. Es decir, aquellos que por la gravedad de su mal accionar están excluidos de la vida en el mundo por venir, a menos que se arrepientan mientras están con vida y reparen el daño causado. Maimónides enumera veinticuatro tipos de ofensas graves que pertenecen a esta categoría. Por ejemplo, cuando alguien hace declaraciones heréticas, como negar la existencia de Dios, atribuir a HaShem una imagen o cuerpo, negar la divinidad de la Torá, etc.  En esta categoría también se incluyen pecados con efectos irreparables, como actos de traición hacia otro Yehudí o hacia el pueblo judío (moserim), o cuando uno causa que los demás abandonen o se alejen de la Tora, etc.
Hacia el final del capítulo (3:14) Maimónides se refiere a ocho casos, que a pesar de ser de una gravedad menor, también fueron mencionados por los rabinos como pecados que merecerían perder la vida en el mundo venidero.
Entre ellos menciona casos que en términos modernos los categorizaríamos «acoso» o «abuso verbal».  Por ejemplo, cuando nos burlamos de otra persona llamándola con un apodo ofensivo; cuando hostigamos a alguna persona repitiendo una y otra vez ese sobrenombre; cuando avergonzamos a alguien en publico, o cuando humillamos a alguien, para parecer nosotros más importantes.
El acoso verbal, avergonzar o humillar al otro, es una ofensa que puede causar tanto daño como la violencia física, o más. A diferencia de la violencia física,  el acoso verbal no suele ser penalizado por la ley secular y podría pasar desapercibido durante mucho tiempo. Las víctimas de acoso verbal, son por lo general niños vulneravles de caracter débil, y/o jóvenes que sufren de una baja autoestima. Por eso no se atreven a denunciar a aquellos que los molestan. La baja autoestima, a su vez, se incrementa cuando uno es víctima de la violencia verbal…  Debido a esto, este abuso psicológico deja secuelas emocionales que pueden ser más devastadoras que la violencia física, ya que pueden durar por mucho tiempo.
En algunos lugares, por ejemplo en las escuelas  publicas de Estados Unidos, consideran que este tipo de agresión psicológica entre los niños (conocido en inglés como «bullying») se ha tornado epidémico. En las aulas o en el autobús escolar los estudiantes se dividen en tres grupos: los líderes matones que hostigan verbalmente de los demás, las pobres víctimas, y los estudiantes que miran y no hacen nada.
Como padres, tenemos que estar alerta de este fenómeno y detectar los síntomas de violencia verbal. Debemos enseñar a nuestros hijos, en primer lugar a identificar y denunciar el acoso, si son víctimas de él. En segundo lugar, debemos enseñarles a no ser espectadores pasivos cuando son testigos de abuso o acoso a otros niños. Y en tercer lugar, lo más importante, es enseñarles a respetar la dignidad de todo ser humano y mantenerse muy alejado de este comportamiento destructivo.