El Rab Portaleone (1542-1612) y el programa de estudios de Torá de 4 horas diarias

SUS PRIMEROS AÑOS
El rabino Abraham Portaleone (אברהם משער אריה, 1542-1612) nació en la ciudad de Mantua (Mantova), Italia. La familia del rabino Abraham se encontraba en una buena posición económica y esto les permitía, entre otras cosas, brindar a los hijos la mejor educación posible, tanto en Torá como en estudios seculares. El joven Abraham comenzó a estudiar Torá con su padre, como era la tradición en esos tiempos. Luego, su padre contrató para él tutores privados que eran grandes luminarias de Torá, como el rabino Moshé Kazés y el rabino Ya’aqob MiPano. También estudió en profundidad los libros e ideas de Maimónides con el rabino Yosef Sinai. Su ordenación rabínica le fue otorgada por su mentor, el rabino Abraham Provenzal, quien fue también su constante fuente de inspiración (רבו המובהק). Con él, subraya el rabino Portaleone, «tuve el mérito de estudiar Guemará», es decir, el Talmud. Aparentemente, esta observación parece ser un énfasis innecesario, a menos que recordemos que las interminables persecuciones que los judíos tuvieron que soportar en la Europa cristiana incluían la confiscación y la quema de cada copia del Talmud que la Iglesia y sus oficiales pudieron encontrar. En 1553, por ejemplo, los inquisidores confiscaron todos los ejemplares del Talmud, y en Rosh HaShanah de ese año (9 de septiembre) el Talmud y muchos otros libros judíos fueron quemados en el Campo dei Fiori. En 1559 por orden de Pablo IV, uno de los Papas más antisemitas de todos los tiempos, los judíos tenían que entregar su Talmud o arriesgarse a ser expulsados ​​y sus propiedades confiscadas. De abril a mayo de ese año, la Iglesia quemó entre diez y doce mil volúmenes del Talmud. Por lo tanto, durante el resto del siglo XVI, no se pudo encontrar una edición completa del Talmud en ninguna parte de Italia.
 
TORA Y MEDICINA
Paralelamente a sus estudios de Torá, el joven rabino Portaleone estudió medicina. Para los rabinos sefaradíes e italianos, el ejercicio de la medicina era una profesión y una fuente de ingresos digna. La familia Portaleone ya contaba con cuatro generaciones de médicos. El propio rabino Provenzal le enseñó al joven Abraham los conceptos básicos: fisiología, ciencias y latín, el idioma de los estudios académicos. Después de tres años de estudios intensivos, el rabino Portaleone recibió su título de Doctor en Medicina de la Universidad de Pavía, una ciudad cercana a Milán, a la edad de 21 años (¡sic!). En su libro Shilté haGuibborim afirma que incluso durante esos años que se dedicó a la medicina intensivamente, nunca dejó pasar un día sin estudiar Tora. Y atribuye su constancia en el estudio de la Torá a la inspiración del rabino Abraham Provenzal. A la edad de 24 años, recibió su licencia para ejercer la medicina de manos de 35 médicos en la ciudad de Mantua. Al principio trabajó a las órdenes de su padre en su consultorio médico y poco a poco lo fue reemplazando, ya que su padre no gozaba de buena salud. En aquellos días, los médicos judíos tenían prohibido tratar a pacientes no judíos, a menos que tuvieran un permiso especial. En 1573, el Papa Gregorio XIV le concedió al Rab Portaleone una dispensación especial para atender pacientes cristianos. También fue nombrado médico de don Guglielmo Gonzaga, duque de Mantua, y a petición suya escribió dos tratados de medicina: el más conocido es un libro sobre las propiedades curativas del oro. A lo largo de su vida, también se desempeñó como Mohel de la comunidad y en su registró menciona la circuncisión de 360 ​​bebés. También era el médico jefe de la comunidad judía y trataba sin cargo a los miembros necesitados de la comunidad.
 
AÑORANDO EL BET HAMIQDASH
A la edad de 62 años, el rabino Portaleone contrajo hemiplejia, la parálisis de medio cuerpo. Pasó nueve meses postrado en la cama. Cuando finalmente se recuperó, comenzó a escribir su obra maestra, el libro “Shilte haGuiborim”. Este texto fue escrito como una guía de oración y estudio de la Torá para sus tres hijos (dos de ellos también fueron médicos), y la mayor parte de los 90 capítulos del libro están dedicados al Bet haMiqdash, el Templo Sagrado de Jerusalem, ya que las oraciones que recitamos diariamente son en realidad en lugar de los sacrificios que se ofrecían en el Templo. El autor describe la construcción y la arquitectura del Templo, los utensilios que allí se usaban, los Servicios Divinos: los sacrificios, el incienso, etc. Shilte haGuibborim es quizás el libro más completo jamás escrito sobre el Gran Templo de Yerushalayim. Es prácticamente una enciclopedia de todo lo que uno necesita saber sobre el Bet HaMiqdash. Además, el autor enriquece nuestro conocimiento comparando cada tema con información científica, técnica e histórica contemporánea, mostrando que la Torá se anticipó al conocimiento de su época por siglos o milenios. El libro describe, por ejemplo, los diferentes cánticos que cantaban los levitas y los instrumentos musicales que se empleaban en el Templo; gemología y mineralogía para identificar las piedras que solía usar el Cohen Gadol. Mi parte favorita son los once capítulos (78-88) que dedica a explorar e identificar una por una todas las plantas y especies utilizadas en el Quetoret (incienso).
 
MAAMADOT
En los tiempos del Bet HaMiqdash, se ofrecían diariamente sacrificios e incienso. Estas tareas eran llevadas a cabo por los Cohanim y los Leviim. Había 24 guardias de Sacerdotes que servían en el Templo por dos semanas cada año. Estas guardias de Cohanim se llamaban Mishmarot. Mientras estos sacrificios se realizaban en el interior del Templo en la parte exterior del Templo (ver imagen principal) y en varios pueblos en todo el territorio de Israel, un grupo selecto de voluntarios (también divididos en 24 guardias), en su mayoría israelitas, pero también Cohanim y Levitas, participaban de un Servicio Divino diferente: dedicando unas horas al día a la oración intensa, al ayuno y al estudio de la Torá: estudiando cada día de la semana en un texto diferente Estos grupos eran conocidos como Ma’amadot (ver más información aquí). La pregunta que queda es: ¿Hay algo que podamos hacer en nuestros días para compensar por las Mishmarot y los Ma’amadot del Bet haMiqdash? Si bien los sacrificios ya no se pueden ofrecer porque el Templo ya no existe, siguiendo la idea de los Rabinos, nuestras oraciones–Shajarit, Minjá, Arbit– “compensan” estos sacrificios. Y por el otro lado los Ma’amadot pueden ser «recreados» a través de un programa de estudio, un curriculum de Tora, con textos que sean recitados y estudiados todos los días. El autor exhorta a sus hijos y a sus lectores a adoptar un régimen de cuatro horas de estudio de la Torá, al que apropiadamente llama: Ma’amadot. Este programa incluye: Versículos bíblicos de la Parashá de la semana con su traducción aramea (שמו»ת), textos de los Profetas, las Escrituras (Ketubim), la Mishná, el Talmud, el Midrash y el Zohar. A diferencia del famoso libro Joq LeIsrael, el programa diario del rabino Portaleone se divide en tres sesiones diarias: la primera sesión, que debe durar unas dos horas, se estudia por la mañana (Shajarit). La segunda sesión, alrededor de treinta minutos, por la tarde (Minjá). Y la sesión nocturna, que debe durar una hora y media, cuando uno dice Arbit. Según el rabino Portaleone, estas cuatro horas –la sexta parte de nuestro día– es el tiempo mínimo que un individuo judío debe dedicar al estudio de la Torá.
 
Presentamos aquí un texto del libro Shilté haGuibborim con el programa de estudio correspondiente al martes de la semana de Parsahat Terumá, sesión nocturna.
 
 



Ribbí Morris Jacob Raphall y el debate acerca de la esclavitud


Morris Jacob Raphall, conocido también como Moshe Yaakob, fue uno de los rabinos más destacados e influyentes del siglo XIX en Estados Unidos. Nacido en Estocolmo en 1798, su trayectoria como erudito y líder comunitario lo llevó desde Europa hasta el corazón de la vida judía estadounidense. Fue el primer rabino en pronunciar una oración ante el Congreso de los Estados Unidos, y un referente intelectual para su época. Pero su legado ha sido objeto de intensos debates, sobre todo por su controversial sermón sobre la esclavitud pronunciado en 1861, apenas unos meses antes del estallido de la Guerra Civil.

En un contexto donde la comunidad judía americana no tenía una postura unificada frente a la esclavitud —y donde muchos judíos, como el resto del país, se alineaban con la región en la que vivían— Raphall decidió abordar el tema desde la perspectiva bíblica. El 4 de enero de 1861, en respuesta a un llamado nacional del presidente James Buchanan a un día de ayuno y reflexión, Raphall subió al púlpito de la sinagoga B’nai Jeshurun de Nueva York y ofreció un sermón titulado “La visión bíblica de la esclavitud”.

Este discurso ha sido a menudo citado fuera de contexto, presentando a Raphall como un defensor de la esclavitud afroamericana. Sin embargo, un análisis detallado revela una postura mucho más compleja. Raphall no estaba defendiendo el tráfico humano ni las atrocidades del sistema esclavista sureño. Su enfoque se basaba en la halajá, y hablaba específicamente de la figura del eved ivrí, el siervo hebreo, tal como aparece en la Torá.

Raphall explicó que la esclavitud bíblica no se parecía en nada al sistema de plantaciones del sur de Estados Unidos. Un eved ivrí era una persona que, por dos motivos específicos, podía ingresar en una relación de servidumbre: si había cometido un robo y no podía restituir lo robado, o si había caído en una pobreza extrema. Incluso en esos casos, la Torá limitaba la duración de esta servidumbre a seis años, con la opción de liberación completa en el año del Yobel.

Raphall subrayó, citando a Maimónides, que quien adquiere un siervo hebreo en realidad está adquiriendo “un amo sobre sí mismo”. Es decir, debía tratar a su siervo con total dignidad. Si había una sola almohada en la casa, debía dársela al siervo; si solo había una ración de comida, el siervo debía recibirla primero. Cualquier trato denigrante quedaba completamente fuera del marco de la ley judía.

Es cierto que Raphall también hizo declaraciones muy desafortunadas respecto a la “maldición de Jam” y la supuesta inferioridad intelectual de los africanos, reflejo de los prejuicios comunes en su época. Estas expresiones, lamentablemente, han sido usadas por antisemitas modernos como Louis Farrakhan para presentar a Raphall como símbolo de racismo judío. Sin embargo, es fundamental entender que tales afirmaciones, aunque hoy inaceptables, estaban lamentablemente normalizadas en el discurso científico y social de mediados del siglo XIX.

Un ejemplo particularmente ilustrativo de ese clima intelectual es el caso del Dr. Samuel Cartwright, quien en 1851 publicó en el New Orleans Medical and Surgical Journal su teoría de la “drapetomanía”, una supuesta enfermedad mental que, según él, explicaba por qué los esclavos negros huían de sus amos. Cartwright recomendaba el “castigo moderado” como tratamiento médico. Este tipo de pseudociencia era tomado en serio por sectores de la academia y reforzaba la idea de que los africanos no tenían plena autonomía intelectual o moral. En ese contexto, las declaraciones de Raphall, aunque hoy nos resultan profundamente problemáticas, no eran excepcionales en su época.

De hecho, otro rabino contemporáneo, David Einhorn, líder del movimiento reformista en Baltimore, se pronunció con firmeza contra Raphall. Señaló que defender cualquier forma de esclavitud era incoherente con la esencia misma del judaísmo, cuya narrativa fundacional comienza con la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto. Einhorn denunció la hipocresía de aquellos que alababan diariamente la redención del yugo egipcio mientras justificaban la esclavitud moderna.

La polémica entre Raphall y Einhorn trascendió el plano teológico. Cuando Einhorn publicó sus críticas, su congregación —de inclinaciones pro-esclavistas— lo forzó a abandonar Baltimore, y su imprenta fue destruida por una turba. Einhorn tuvo que huir a Filadelfia. Por su parte, Raphall, aunque criticado, mantuvo su cargo en B’nai Jeshurun hasta 1866, año en que se retiró por razones de salud.

Además de su labor rabínica, Raphall fue un pionero en muchos aspectos. En Inglaterra, fundó la primera revista judía en inglés y tradujo obras fundamentales como tratados de la Mishná y textos de Maimónides. Es autor del libro Festivals of the Lord y de un manual de devoción para mujeres judías en América. Fue también uno de los primeros en utilizar el término “Antes de la Era Común” (B.C.E.) en lugar de “antes de Cristo”.

Su hijo, el teniente Alfred Raphall, sirvió en el ejército de la Unión y perdió un brazo en la batalla de Gettysburg, lo que demuestra el compromiso de su familia con la causa del Norte.

Raphall murió en Nueva York en 1868. Su vida fue reflejo de las tensiones morales, sociales y religiosas de su tiempo. No fue un racista ni un defensor del sistema esclavista estadounidense. Fue un rabino ortodoxo que trató —acertada o equivocadamente— de aplicar los valores bíblicos a una situación histórica concreta. Su historia nos recuerda que, en tiempos de crisis, incluso los líderes religiosos más sabios pueden ser malinterpretados o arrastrados por los dilemas éticos de su generación.




El Rab Yehudá Alqalai (1798- 1878) y el sueño de regresar a Israel

El rabino Yehudá Jai Alqalai (o Alkalai) nació en Sarajevo, Bosnia. Llegó a Israel con sus padres a la edad de 11 años. A una edad muy joven recibió la ordenación rabínica de parte del célebre rabino Eliezer Pappo, autor de Pele Yo’etz. Fue enviado desde Israel para servir como rabino de la importante comunidad Sefaradí de Zemun (cerca de Belgrado, Serbia).
En 1839, el rabino Alqalai se encontró con el rabino Yehuda Bibas, quien lo inspiró y compartió con él sus entusiastas ideas acerca del regreso de los judíos a la tierra de Israel.
En 1840, el mundo judío quedó conmocionado por el “libelo de de sangre de Damasco”, cuando los judíos fueron acusados de haber asesinado a un gentil para consumir . Los judíos del mundo entero se conmocionaron por que esas ridículas acusaciones, generadas por gente muy primitiva fueron aceptadas por las autoridades francesas en Damasco y también por los medios de comunicación modernos de esa época, quienes en lugar de desmentir estos prejuicios los repetían como si se tratara de algo cierto. Los judíos pensaron que el mundo moderno había superado esos prejuicios, especialmente la sociedad occidental, pero se equivocaron.
El libelo de Damasco y la falta de empatía de parte de los países europeos cristianos hacia los judíos de Damasco representó un punto de inflexión en la vida y en los pensamientos del rabino Alqalai. El Rab comenzó a pensar, hablar y escribir sobre un plan práctico para restaurar a los judíos a la tierra de Israel y obtener su independencia política, tal como había imaginado y predicado unos años atrás Rabbi Yehudá Bibas.
El rabino Alqalai publicó en 1841 su primer libro, Minjat Yehudá, donde llamó a los judíos a reunirse en la tierra de Israel. En su libro, que se escribió en ladino y en principio no tuvo mucha repercusión, el Rab delineó algunas ideas prácticos para el establecimiento de los judíos en Israel. Primero se refirió a enseñar y revivir el idioma hebreo, ya que el lenguaje de la Biblia se convertirá en un factor nacional unificador entre las diferentes comunidades judías de todo el mundo. También escribió sobre la necesidad de establecer un banco o fondo judío mundial para comprar tierras en Israel. También sugirió la formación de una sociedad entre el eventual banco judío y el Imperio Otomano, como una empresa ferroviario o una compañía de transporte marítimo, con el propósito de inducir al Sultán a transformar Palestina como un país judío tributario, similar a la forma que operaban los principados del Danubio con respecto al Imperio Otomano.
Vale la pena aclarar que el rabino Alqalai no habló del regreso de los Yehudim a Israel solo como una solución para el eterno problema del antisemitismo, sino esencialmente como la forma de cumplir con la aspiración judía de una normalización política: los judíos viviendo en su patria original. El Rab Alqalai entendió que el pueblo de Israel no necesitaba esperar pasivamente al Mesías para concretizar esta aspiración. Por el contrario, el regreso del pueblo judío a la tierra de sus antepasados es la manera de facilitar (y adelantar) la llegada del Mesías. En su libro Goral laHaShem, publicado en Viena en 1857, el Rabino Alqalai formuló los fundamentos religiosos de su visión y los pasos prácticos a seguir para restablecer la nación judía en Israel. El libro fue publicado en tres ediciones diferentes y traducido a muchos idiomas, incluido el inglés.
El rabino Alqalai hizo Alyiá a Israel en 1874. Se estableció en Yafo y junto con otros judíos del imperio otomano y del norte de África fundó la comunidad Mikvé Israel en el antiguo Yeshub de la ciudad. Murió cuatro años después y fue enterrado en Har Hazetim (Jerusalem).



El Rab David Nieto (1654-1720) y la comunidad Sefaradí de Londres

Retrato del Rab David ben Pinejas Nieto

 
 
 
 
 
 
 
 

DE VENECIA A LONDRES

El rabino David Nieto nació en Venecia, Italia, en 1654. A una  temprana edad se trasladó a Livorno, una comunidad judía muy importante en ese momento, y se dedicó al estudio de la Torá. En Livorno actuó como rabino, Dayan y también como médico, ya que como muchos otros rabinos de Italia en ese tiempo, estudió medicina en la universidad de Padua. El rabino Nieto fue también un distinguido científico, filósofo, médico, poeta, matemático y astrónomo.

En 1702 a la edad de 48 años fue nombrado Jajam de la Comunidad Sefaradí de Londres “Sha’ar HaShamayim”. Recordemos que los judíos fueron expulsados ​​de Inglaterra en 1290, durante el reinado de Eduardo I, y no regresaron durante siglos. En 1655, y tras la intervención del famoso rabino Manasseh ben Israel, Oliver Cromwell readmitió judíos en Inglaterra y así comenzó lo que hasta el día de hoy se llama la comunidad sefaradí «española portuguesa» y su espléndido edificio, Bevis Marks, la sinagoga más antigua de Inglaterra (ver aquí ). Los primeros miembros de esta comunidad española portuguesa en Londres eran principalmente judíos de Ámsterdam, entre ellos algunos empresarios de gran éxito. Todos los miembros de la comunidad hablaban y escribían en español o portugués , ya que eran originarios ellos o sus padres, de España o Portugal. El rabino Nieto sirvió a la comunidad de Londres hasta su muerte en 1728. Su hijo, el rabino Isaac Nieto, fue designado en su lugar como rabino de esta comunidad.

SUS PRIMEROS LIBROS

El Rab Nieto escribió sus primeros libros sobre uno de sus temas favoritos: el calendario. Una de estas obras,  Pascologia, fue escrito en italiano y explica las diferencias entre los calendarios gentiles —el calendario ortodoxo griego, los calendarios romanos— y el calendario judíos, mostrando los errores de cálculo astronómico en el calendario cristiano desde el primer concilio de Nicea (325) hasta 1692.  Dos años más tarde publicó su libro “De la Divina providencia” que explica, entre otras cosas, que el concepto de “naturaleza”, en oposición a “Creación”, es una idea secular.   La forma en que el judaísmo explica la dinámica entre Dios y la Creación es mediante el uso de la construcción verbal «hif’il» que en hebreo define cuando «A» hace que «B» produzca «C».  Así, por ejemplo, cuando los Sabios describen que el Creador produce la lluvia lo dicen utilizando esta conjugación:  mashib haruach  morid hagueshem, que quiere decir: Dios (A) produce los fenómenos naturales (“B”) —cambios de temperatura, presión del aire: viento— que producen el viento y la lluvia (“C”).  Lo que los gentiles llaman “naturaleza” es, por así decirlo, el modus operandi de Dios. Pero la naturaleza no puede confundirse con Dios, como afirmaba Spinoza, contemporáneo del rabino Nieto. Este libro fue muy elogiado por el famoso Jajam Zevi Ashkenazi y por el rabino Hayim Yosef David Azulai (el “Jidá”).

EL SEGUNDO CUZARI

El libro más famoso del rabino David Nieto es sin duda “Matteh Dan” (así escribe el autor estas dos palabras en hebreo) fue escrito en una edición bilingüe: hebreo y español, y publicado en Londres en 1714. En este libro el Rab Nieto muestra la autenticidad de la tradición rabínica (Torá SheBealpé) demostrando la integridad intelectual de los rabinos del Talmud. Explica que los desacuerdos entre los Sabios —supuesta evidencia de una tradición defectuosa — nunca se enfoca en las leyes esenciales de la Torá (shorashim o raíces) sino solo en los detalles (anafim o ramas) de los mandamientos, o los nuevos casos halájicos que no tiene precedentes jurídicos. “Matteh Dan”  también se llama el Segundo Cuzarí y está dividido en cinco capítulos, que el autor llama “diálogos”, porque fue escrito en un estilo de conversaciones imaginarias entre un rabino y un rey gentil,  “el Cuzari”, el rey de los Kázaros. El rabino Nieto explica que la razón por la que modeló su libro según el famoso libro del rabino Yehuda haLeví (1075-1141) es que “… el Cuzari demuestra la verdad de la Torá Escrita, y en este libro, que se llamará ‘el segundo Cuzari probará la verdad de la Torá Oral”.

MATTEH DAN, CAPÍTULO POR CAPÍTULO

1. En el primer diálogo Rabí Nieto demuestra que la Torá Oral existía incluso antes que la Torá escrita, y que siempre es necesaria una tradición oral para comprender cualquier ley escrita.

2. En el segundo diálogo, a mi juicio el más original de todos, el rabino Nieto prueba —valiéndose de argumentos y principios de la historia, la psicología, la lógica y hasta la economía— que la Torá Oral no pudo ser inventada por los rabinos, porque no beneficia a nadie, particularmente a los rabinos que la transmitieron y sancionaron. El judaísmo rabínico, dice, fue recibido y transmitido de generación en generación con extremo cuidado y devoción.

3. El tercer capítulo habla de las diferentes categorías de leyes incluidas en la Torá Oral. También explica en  qué tipo de leyes existe consenso entre los rabinos y en qué leyes no.

4. El cuarto capítulo demuestra que los Sabios de la Mishná y la Guemará (חזל) tenían un conocimiento muy profundo de las ciencias, como medicina, física, biología, etc.

5. El quinto capítulo trata del calendario hebreo. El conocimiento del calendario demanda un conocimiento muy profundo de astronomía, física, matemáticas, etc. Porque es el único calendario que combina el año lunar —354 días— con el año solar —365 días— y para que esta combinación se calcule con precisión hay que saber con mucha precisión la duración exacta del ciclo de la luna y la duración exacta de órbita terrestre.  El rabino Nieto menciona que el calendario cristiano que solamente se basa en la órbita de la tierra alrededor del sol, tuvo que ser modificado por el Papa  Gregorio XIII en 1582: ese año el calendario saltó del 4 al 15 de octubre en 24 horas, y todo esto se debió a que los hombres de ciencia gentiles no contaban con la información exacta del ciclo solar. Los Sabios de Israel, increíblemente, conocían el cielo lunar con una precisión de 5 decimales, algo que fue recientemente confirmado por la NASA (ver Video abajo).  Este es quizás el capítulo más técnico del libro, y que puede ser difícil para el principiante,  pero es una lectura obligada para aquellos que quieren saber más sobre los detalles de nuestro calendario hebreo, y comprender el papel que juega la tradición rabínica en este y en muchos otros casos.

¿A QUE PUBLICO SE DIRIGE ESTE LIBRO? 

El rabino Nieto escribió este libro para los bene anusim de su tiempo, es decir, para los descendientes de aquellos judíos que debido a la Inquisición de España y Portugal, vivieron como cristianos durante generaciones, y ahora regresaban al judaísmo y querían saber más sobre el mismo. Muchos  bené anusim eran universitarios, profesionales, médicos, y conocían muy bien la Biblia —por su pasado cristiano—pero ignoraban por completo la Torá Oral judía y sus principios. Matteh Dan también fue escrito pensando en disidentes religiosos, como los discípulos de Spinoza y Uriel de Acosta, quienes criticaron el judaísmo rabínico. Matteh Dan. 

Matteh Dan debería ser una lectura obligatoria para cualquiera persona que comienza a estudiar Mishná y Gemara, o para quien desee comprender los principios más básicos del judaísmo rabínico normativo.

 
 
 
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Rab Yom Tob Tsahalón (1559-1619) y el mejor regalo que un padre puede recibir de su hijo

VIDA TEMPRANA

El rabino Yom Tob ben Moshe Tsahalón (1559-1619), también conocido por su acrónimo מהריטץ, fue alumno del rabino Moshé de Tirani (el Mabbit) y Moshé Alshej haQadosh. Es posible que también haya estudiado ocasionalmente con el Rab Yosef Caro, autor del Shulján ‘Aruj. Fue un niño prodigio. Desde muy temprana edad combinó su avanzada inteligencia con la pasión por el estudio de la Torá. Refiriéndose a su aprendizaje de adolescente con el Mabbit y el rabino Alshej, él mismo escribe: “Me dediqué a estudiar día, tarde y noche, sin interrupción… aferrándome al polvo de los pies de las dos grandes luminarias [sus dos maestros] y bebiendo con sed sus palabras y enseñanzas… [Durante todo este tiempo] no descansé ni me distraje: únicamente me dediqué a aprender los Juicios Divinos [las Leyes de la Torá]…. Sufrí la burla de mis amigos cuando vieron que me conducía tan estrictamente por estos buenos caminos, me despreciaron porque no hice lo que hacían todos los jóvenes de mi edad… pero aún así no me distraje de mis estudios… ya que mi mayor deleite siempre fue aprender las Leyes Divinas…”

UN RABINO MUY JOVEN

El esfuerzo dio sus frutos. Cuando tenía 20 años, el joven Rab Tsahalón comenzó a escribir sus primeros Pesaqim, es decir, su Responsa Rabínica, algo reservado para rabinos muy experimentados. Tenemos constancia de que a la edad de 25 años algunos de los rabinos más importantes de la época, como el rabino Shemuel Yafe de Constantinopla (1525-1595) consultaron con el joven Tsahalón en todo tipo de casos de jurisprudencia rabínica. Algunas de esas respuestas fueron publicadas en el libro más famoso del rabino Tsahalon “She-elot Utshubot Maharitats”. El libro fue impreso en Venecia, Italia, en 1694 (ver enlace aquí). Y es una colección de preguntas y respuestas rabínicas, sobre temas de rituales judíos y cuestiones legales.

EL MEJOR REGALO DE PURIM

Uno de los libros menos conocidos del rabino Tsahalón, pero quizás el más fascinante, es un comentario sobre Meguilat Ester, el Libro de Ester. El nombre del libro es “Leqaj Tob”.

Y se me ocurren al menos tres razones para afirmar que este es un libro excepcional.

1. Este libro se publicó en el año 1577. Teniendo en cuenta que nació en 1559, cuando publicó su libro solo tenía 18 años, lo que significa que escribió este libro ¡en su adolescencia!

2. El rabino Tsahalón basa su comentario en dos elementos fundamentales: 1. El Talmud y las ideas del Midrash. 2. Y un análisis agudo y minucioso del lenguaje bíblico, donde muchas veces des-cubre un nuevo significado al releer el mismo texto con un “microscopio mental”, analizando los detalles casi imperceptibles de las palabras hebreas. Este tipo de análisis lingüístico fue siempre característico de los rabinos sefaradíes.

3.  Leqaj Tob fue también ¡el primer libro impreso en la tierra de Israel! Hasta el año 1577 no había imprentas en Israel. Los libros judíos se publicaban principalmente en Italia (Venecia, Roma, Ferrara) o Turquía. La primera imprenta en la historia de Israel fue establecida en la ciudad de Tsefat (Safed) por el rabino Eliezer ben Ytshaq Ashkenazi, que trajo su propia imprenta desde Lublin (Polonia). De todos modos, esta imprenta no duró mucho, solo diez años, y se imprimieron únicamente seis libros (para saber más sobre la fascinante historia de la primera imprenta en Israel, consulte el artículo: “Early Hebrew Printing from Lublin to Safed: The Journeys of Eliezer ben Isaac Ashkenazi” de Marvin Heller). En un hermoso gesto de amor y respecto hacia sus progenitores, el rabino Tsahalón dedicó este libro a su padre como parte de su «mishloaj manot»: su regalo para la festividad de Purim.

Veamos ahora un par de ejemplos de su comentario.

 

1. EXCEPCIÓN RELIGIOSA

Una de las preguntas más famosas de la Meguilá es ¿por qué Mordejai se negó a inclinarse al saludar a Hamán? El Midrash explica que Hamán portaba un ídolo alrededor de su cuello, lo que lo convertía en un representante (virtualmente: una encarnación humana) de un dios y, por lo tanto, arrodillarse ante Hamán equivaldría a practicar idolatría. La siguiente pregunta entonces es: ¿Por qué Mordejai permaneció en la corte del Rey? ¡Si no se arrodillaba ante Hamán, como aparentemente el rey lo había indicado, debería haber renunciado a su puesto en la corte, retirarse y no poner en peligro la vida de los judíos del imperio persa! El rabino Tsahalón observó que las palabras que describen la negativa de Mordejai a arrodillarse están escritas en tiempo futuro, y aunque en muchos casos, este tipo de conjugación debe entenderse como refiriéndose a algo que va ocurriendo , en este caso particular debemos entenderlo en el original «tiempo futuro». Por lo tanto, el texto (3:2) estaría diciendo, que “mientras todos los oficiales que estaban en la corte del rey se arrodillaban y se postraban ante Hamán, porque el rey así lo había ordenado… Mordejai no debía arrodillarse, y no debía postrarse [ante Hamán, porque el rey así lo había ordenado ] “.  El rabino Tsahalón explica brillantemente que el rey en realidad le había otorgado a Mordejai un permiso especial, una excepción religiosa por ser judío. El monarca, que obviamente estaba familiarizado con la observancia judía, excusó a Mordejai de arrodillarse ante Hamán. Pero Hamán no estaba contento de ver a Mordejai de pie mientras todos se arrodillaban ante él. Hamán, por su extrema vanidad, se sintió humillado y conspiró para matar a todo el pueblo judío como una mega-venganza personal contra Mordejai. Hamán seguramente sabía que el Rey le había concedido la excepción a Mordejai, y es por eso que cuando le presenta al Rey su plan para exterminar a «una nación desobediente», nunca menciona nada sobre la negativa de Mordejai de arrodillarse ante él.  

Esta explicación, hasta donde yo sé, es original del rabino Tsahalón.

2. 70 DÍAS DE TERROR

Al leer la Meguilá, podríamos pasar por alto lo que vivieron los judíos una vez que la noticia del edicto llegó a sus lugares de residencia. En ese edicto había instrucciones explícitas de que en una fecha determinada, el 13 de Adar, todos los judíos iban a ser asesinados. No había lugar para apelaciones ni excepciones. Esta terrible carta fue enviada desde Shushán el 13 de Nisán (11 meses antes del “día de la ejecución”) y debió llegar a las ciudades del imperio al cabo de unos días o semanas . Ahora bien, ¿qué pasó una vez que llegó la carta? ¿Podían los judíos continuar con sus vidas normalmente? ¿Podían escapar? Parte del siniestro plan de Hamán era que los ejecutores voluntarios podían quedarse con los bienes de las víctimas que mataran, por lo que todos los voluntarios potenciales (que no escaseaban) querían asegurarse de que ningún judío escapara hasta el día del genocidio. Los Midrashim cuentan que muchos de los vecinos gentiles mostraban sus afilados cuchillos a las horrorizadas madres judías, burlándose de ellas y diciendo que con esos cuchillos matarían a sus pequeños hijos. El Midrash también explica que los futuros perpetradores celebraban con anticipación la masacre y planeaban entre ellos cómo distribuir los bienes y posesiones de los judíos. El rabino Tsahalón añade lo siguiente: que una vez oficializado el edicto, los judíos fueron “detenidos” o “encarcelados” (משועבדים), probablemente con la colaboración del ejército imperial, para evitar que escaparan con sus bienes o que salvaran la vida. Pensando en la Europa de 1940-1945, podemos visualizar que fueron llevados a “campos de detención» o «concentración” donde decenas de miles de judíos esperaban como reos de muerte el día de su ejecución. Los judíos no podían hacer nada para defenderse. Solo orar, ayunar y esperar un milagro. Que B»H finalmente sucedió. Fueron 70 días de terror lo que tuvieron que sufrir hasta que la segunda carta fue enviada desde Shushán, revocando el edicto y con órdenes de «castigar a todos aquellos que planeaban ejecutar a los judíos». 

 Para leer el libro Leqaj Tob ver este link  (hebrewbooks.org).




El Rab Isaac Aboab Fonseca (1605-1693), primer rabino de las Américas

El Rab Isaac Aboab de Fonseca nació en 1605 en la localidad  de Castro Daire, Portugal. Su nombre original era Simão da Fonseca. Sus padres eran «marranos», judíos que habían sido convertidos por la fuerza al cristianismo. Cuando Isaac tenía siete años, su familia se trasladó a Amsterdam. Muchos judíos que durante más de un siglo habían practicado el judaísmo en secreto para escapar de la inquisición, emigraron a los Países Bajos donde en 1596 se había declarado la libertad de culto, algo inconcebible hasta ese entonces en la Europa cristiana. Allí crearon una comunidad que fue muy próspera en todo sentido y pudieron finalmente practicar su religión abiertamente. Simão pasó a llamarse Isaac, con su antiguo apellido judío: Aboab (también se escribe «Abohab»). En Amsterdam el Rab Aboab estudió con uno de los pocos rabinos que en ese entonces estaban en la ciudad: el rab Isaac Uziel, oriundo de Fez, en Marruecos. A los dieciocho años fue nombrado rabino (jajam) de la comunidad Beth Israel, una de las tres comunidades sefaradíes que existían en ese momento en Amsterdam. En 1638 fue asignado como uno de los cuatro rabinos (Jajamim) de la comunidad principal de Amsterdam llamada  «Talmud Torá».

En esos años los Holandeses colonizaron Brasil. Y muchos judíos de la comunidad de Amsterdam, que eran grandes empresarios del comercio internacional, se mudaron a la ciudad de Recife, en la zona de Pernambuco.  En 1641, el Rab Isaac Aboab de Fonseca fue enviado a Recife como rabino de la flamante comunidad «Kehal Zur Israel» en esa ciudad , que fue la primera comunidad judía en el continente Americano. El Rab Aboab fue entonces el primer rabino oficial que ejerció en el continente americano. La mayoría de los habitantes de esta ciudad eran judíos de Amsterdam. En Recife el Rab Aboab desarrolló una congregación modelo, inspirada en la comunidad judía de Amsterdam: «Kehal Zur» , que se estima que tenía como 5.000 miembros, contaba con una Sinagoga, un Mikvé y una Yeshibá donde el rab Aboab impartía clases de Torá, particularmente de Talmud.

Fueron pocos los años de prosperidad para los judíos de Recife. En 1645, un jesuita portugués, Joam Fernandes Vieyra, convenció al rey de Portugal de recuperar Recife porque «esa ciudad está habitada principalmente por judíos, la mayoría de los cuales son originalmente fugitivos de Portugal… tienen sus sinagogas abiertas allí, para escándalo de la cristiandad. Por el honor de la fe, por lo tanto, los portugueses deberían arriesgar sus vidas y sus propiedades para sofocar tal abominación». En 1646, Vieyra y su ejército atacaron Recife.  Vieyra ofreció protección a los judíos de la ciudad con la condición de que no participaran en la batalla. La comunidad judía rechazó por unanimidad su oferta y tomó las armas junto con sus camaradas holandeses.La batalla continuó por nueve años y durante este prolongado tiempo, los judíos de Recife sacrificaron su comida, sus bienes y sus vidas en defensa de su libertad religiosa. En un poema que escribió más tarde, el rabino Aboab registra la terrible experiencia de su congregación: «Muchos de los inmigrantes judíos fueron asesinados por el enemigo; muchos murieron de hambre. Los que estaban acostumbrados a las delicias se regocijaban de poder saciar su hambre con pan seco; pero pronto no pudieron obtener ni siquiera esto. Les faltaba todo y sus vidas se preservaron por  milagro «. Es el texto hebreo más antiguo conocido escrito en América que ha sobrevivido hasta nuestros días.

Los Portugueses, al alcanzar la victoria, permitieron una rendición honrosa a todos los holandeses, pero no a los judíos, a quienes se les ordenó convertirse al cristianismo.   Varios judíos pudieron escapar a tiempo para evitar la conversión forzosa, entre ellos los 24 judíos que luego de una increíble travesía, llegaron en 1654 a la ciudad de New Amsterdam, conocida hoy como New York, y fundaron la primera comunidad judía en Norte América.  El Rab Aboab también logró escapar sano y salvo y regresó a Amsterdam, donde fue nombrado gran rabino de la comunidad sefaradí de esa ciudad. En 1656, fue uno de los rabinos que excomulgaron a Baruj Spinoza.

Los problemas en la comunidad de Amsterdam no terminaron. Durante los años 1664-1666 comenzó un movimiento mesiánico alrededor de Shabetai Zevi. La historia de este falso Mashiaj es también muy complicada y larga de contar, pero digamos que en ese entonces  la mayoría de los rabinos del mundo, Sefaradim y Ashkenazim, creían que Shabetai Zevi era el verdadero Mesías. Y aunque no fue militante, el Rab Aboab tampoco fue una excepción.  En 1666 cuando el Sultán turco le dio a elegir a Shabetai Zevi entre la muerte y la conversión al Islam, éste decidió convertirse. Recién entonces,  finalmente, los judíos entendieron que habían sido víctimas de un gigantesco engaño. Las consecuencias para la comunidad judía mundial fueron devastadoras. Pero a pesar de todos estos problemas la comunidad judía de Amsterdam floreció, creció y produjo, entre otras cosas, cientos de Talmidé Jajamim que sirvieron la comunidad y escribieron literalmente miles de libros en español y en portugués.
El rab Aboab escribió un libro de gramática hebrea que aún no se ha publicado «Melejet ha-Diqduq. También tradujo del español al hebreo (sic.) el libro de Qabbalá escrito por el rabino Abraham HaCohen Herrera, llamado «La Puerta del Cielo», en hebreo «Shaar haShamayim».
Murió en Amsterdam el 4 de abril de 1693, a la edad de 88 años.



El Rab Yaakob Meir (1856-1939), primer Gran Rabino Sefaradí de Israel

El rab Ya’aqob Meir nació en Jerusalem en 1856. Su padre era  Caleb Meir Mercado, un exitoso comerciante y un famoso filántropo que era conocido por su humildad y su respeto a la Torá.  Caleb Mercado se preocupó  de que su hijo Ya’aqob tuviese una excelente educación con los mejores rabinos de Jerusalem en ese tiempo: Menajem Bejor Isaac y Aharón Azriel.  Fue un eximio erudito talmúdico y experto en jurisprudencia rabínica. Aparte de su impecable hebreo hablaba otros cinco idiomas con fluidez. Mientras estudiaba Torá,y siguiendo los pasos de su padre,  también se dedicó a la filantropía y actuó en beneficio de la incipiente y muy pobre comunidad judía en Israel . Fue uno de los fundadores de Misgab Ladaj, inaugurado en 1879, un hospital que existe hasta el día de hoy en Jerusalem.

KIBUTZ GALUYOT

El joven Ya’aqob con el tiempo fue llamado  Ya’aqob ben Meir y más adelante “Ya’aqob Meir”, y su apellido original Mercado cayó en desuso.En 1882 fue enviado como emisario a Bujara (Uzbekistán). Los judíos de Bujara, que no solían tener visitantes tan prestigiosos, lo recibieron con gran respeto. Y en su honor llamaron con su nombre, “Meir”, a todos los niños varones que nacieron durante su estadía. El Rab los ayudó con la formulación de varias regulaciones religiosas y comunitarias y los animó a emigrar a Israel. Gracias a su estímulo, a partir de 1889 los judíos de Bujara comenzaron a llegar en masa a la tierra prometida y se instalaron en uno de los barrios de Jerusalem. En 1898 y ya de regreso en Israel, fue miembro de la corte Rabínica del rab Ya’aqob Shaul Elyashar, Gran Rabino de Jerusalem. Aparte de su gran contribución como rabino, ayudó a establecer nuevos barrios, como Ezrat Yisrael, Yemin Moshe y el barrio de Bujara en Jerusalem (shejunat habujarim), uno de los más antiguos de la ciudad.

AJDUT ISRAEL

En esos tiempos las diferencias entre los judíos Sefaradíes y Ashkenazíes eran muy significativas, no solo en términos religiosos sino fundamentalmente culturales. Ambas comunidades querían tener sus propios Rabinos y no se ponían de acuerdo. El Rab Meir, consciente de la importancia de que los Yehudim nos mantengamos unidos, trabajó sin descanso para cerrar la brecha entre las dos comunidades. Uno de sus proyectos fue el establecimiento de la HITAJDUT, «unidad», una organización de rabinos Sefaradíes y Ashquenazíes, algo sin precedentes hasta ese entonces. Una de las primeras cosas que hizo esta organización fue nombrar a Naftalí Hertz HaLevi, un rab Ashkenazi nacido en Białystok, Polonia, para que sirviera como el único rabino de la ciudad de Yafo, y fuera aceptado por Ashkenazim y Sefaradim, sentando así las bases para proyectos similares.

LENGUAJE HEBREO

El rabino Meir también se destacó en su esfuerzo por revivir el idioma hebreo. El hebreo había dejado de ser una lengua hablada hacía 2000 años. El Rab Meir fundó la organización «Safá Berurá» junto con el Rab Jaim Hirchenson. Más tarde se unió a esta organización el famoso hebraísta Eliezer Ben-Yehuda. Estos incansables voluntarios recorrían las escuelas y las Yeshibot del Yishub enseñando hebreo a alumnos y maestros y fomentando su uso diario

POLÍTICA ISRAELÍ

Después del fallecimiento del rabino Elyashar en 1906, el Rab Yaakov Meir se perfilaba como el candidato natural para ser el nuevo Rishon LeZion. Pero muchos líderes se opusieron a él por ser “demasiado sionista” (una acusación que ciertamente lo enorgullecía). El Rab tampoco fue visto con buenos ojos por las autoridades Turcas-Otomanas, que gobernaron Palestina hasta 1917, ya que no estaban de acuerdo con su política que fomentaba la inmigración de tantos judíos a Israel.

SALÓNICA

En el verano de 1907, el rabino Meir fue invitado para ejercer como rabino principal en Salónica, Grecia. En esos tiempos esta era la comunidad Sefaradí más grandes del mundo, con cerca de 100.000 miembros. Salónica también se destacaba por ser la única ciudad europea con mayoría judía, un record que ostento por siglos desde los tiempos de Doña Gracia Mendes. El Rab permaneció en Salónica por 10 años. Cuando comenzó la Primera Guerra Mundial hizo algo extraordinario: organizó un grupo de jóvenes judíos griegos, “La Legión Hebrea”, para luchar por la liberación de Palestina de manos de los turcos. También animó a muchos judíos de Salónica a establecerse en la tierra de Israel.

LO QUE EL FUEGO SE LLEVÓ….

En 1917 hubo un trágico incendio en Salónica que devastó a la comunidad. Más de 50.000 judíos perdieron sus hogares en este incendio. 16 de las 33 sinagogas y el Rabinato, con todos sus archivos, fueron destruidos. La casa del rabino Meir también se vio afectada, y toda su biblioteca fue destruida. Lo peor y lo más trágico para el Rab Meir fue que el fuego  consumió sus preciosos manuscritos. Sus obras sagradas, sus libros: las explicaciones y los comentarios de la Torá y la responsa rabínica que escribió con tanto durante 20 o 30 años… Nunca pudo encontrar consuelo para esta pérdida. Y al haberse quemado sus libros, lamentablemente no existen registros escritos de sus palabras, sus ideas y sus opiniones. Solo han quedado por escrito las palabras que otros rabinos como , como el rab Ben-Zion Cuenca y el rab Isaac Abulafia, escribieron en sus libros cuando citaban sus ideas.

RISHON LEZION

En 1919, el rabino Meir regresó a Erets Israel donde fue honrado y condecorado con el premio Comandante de la Orden del Imperio Británico por su servicio en la Priemra Guerra Mundial, que terminó con la derrota de los turcos. En 1921 y con la colaboración del famoso rab Asheknazí Abraham haCohen Kuk, fue elegido como el rabino principal Sefaradí de Israel, también conocido como Rishon leZion. Ocupó este cargo hasta su muerte. Los años 20 y 30’s fueron tiempos muy críticos y difíciles para el «asentamiento judío” que aún no era independiente. Y había mucho por hacer. Una de las principales contribuciones del rabino Meir fue el establecimiento de un Tribunal de Apelaciones Rabínico, cuya función era comenzar a establecer la ley judía en Israel: un proyecto de dimensión mesiánica: Cuando una ley o un fallo de las autoridades británicas –que tenían el control judicial en Israel– contradecía lo que establece la ley judía, el tribunal establecido por el rabino Meir apelaba la decisión del tribunal inglés y demandaba que el ciudadano judía fuera juzgado de acuerdo a la ley judía.  El Rabino Meir encabezada ese tribunal. 

RELACIONES  CON LOS ARABES

En 1924 el Rab Meir participó junto con el coronel Frederic Kish y el líder sionista David Yellin de reuniones diplomáticas de alto nivel en Ammán, Jordania, con Hussein bin Ali y su hijo Abdullah, en un intento de establecer buenas relaciones entre los árabes y los judíos israelíes, lo que en ese momento no era inconcebible.

Los rabinos y líderes Sefaradíes,  como el profesor Abraham Shalom Yahuda  (https://en.wikipedia.org/wiki/Abraham_Yahuda) tenían una gran ventaja sobre otros líderes políticos en esta área: al ser de origen oriental —Irak, Siria, o incluso Israel— hablaban el idioma árabe a la perfección. Pero eso no era todo: lo más importante es que al haber sido educados en estos países comprendían perfectamente la cultura árabe: qué funciona y qué no funciona en términos de etiqueta, religión, negociaciones, y mentalidad. Esto les permitía un diálogo más fluido y mucho mas efectivo con los árabes que el que tenían los diplomáticos europeos que habían sido educados en universidades y poseían una lógica brillante, pero radicalmente diferente a la mentalidad oriental. Y esta diferencia resultaba contraproducente a la hora de mantener negociaciones o resolver conflictos con los árabes. Lamentablemente,  tanto Abraham Shalom Yahuda como otros prominentes líderes Sefaradíes no tuvieron el protagonismo que deberían haber tenido: la política pudo más que el sentido común; y los intereses personales pudieron más que los intereses nacionales.   

El rabino Meir falleció en mayo de 1939. El rab Ben-Zion Meir Jai Uziel ocupó su lugar como Rishon leZion.

Rabbi Ya’aqob Meir (his original last name was “Mercado”) was born in Jerusalem in 1856. He was the son of a very successful and generous merchant, Caleb Mercado. He studied with Rabbis Menachem Bekhor Isaac and Aharon Azriel. He was an accomplished Talmudic scholar who was fluent in Hebrew and five other languages. At the age of 16 he married Rachel Yitzhaki. While studying, he devoted himself to activism for the benefit of the incipient Jewish community in Palestine (Israel). In 1879, he was one of the founders of Bikur Cholim, which established the Misgab Ladach Hospital in Jerusalem.
 
KIBUTZ GALUYOT
In 1882, he was sent as an emissary to Bukhara (Uzbekistan). The Jews of Bukhara, who rarely had such prestigious visitors, received him with great respect. And in his honor they called all his children born during his stay with his name. The Rabbi helped them with the formulation of religious and community regulations and encouraged them to emigrate to Israel. Thanks to his encouragement, from 1889 the Jews of Bukhara began to emigrate en masse to Israel. From 1888 to 1899 he was a member of the Rabbinical court of Ya’aqob Shaul Elyashar, Chief Rabbi of Jerusalem. In this capacity he helped establish new neighborhoods, such as Ezrat Yisrael, Yemin Moshe, and the Bukhara neighborhood in Jerusalem (shechunat habujarim).
 
ACHDUT ISRAEL
At that time the differences between Sephardic and Ashkenazi Jews were very significant, culturally and even religiously. Both communities wanted their own Rabbis and did not agree. Rav Meir, aware of the importance of us Yehudim sticking together, worked tirelessly to bridge the gap between the two communities. One of his projects was the establishment of the HITACHDUT, an organization of Sephardic “and” Ashkenazi rabbis, something unprecedented until then. One of the first things this organization did was to appoint Naftalí Hertz HaLevi, an Ashkenazi rabbi born in Białystok, Poland, to serve as the sole rabbi of the city of Jaffa, and to be accepted by Ashkenazim and Sefaradim. HEBREW LANGUAGE Rabbi Meir was also noted for his effort to revive the Hebrew language. Hebrew had ceased to be a spoken language by 2,000 years. Rabbi Meir founded the organization «Safa Berura» together with Rabbi Chaim Hirchenson. Later the famous Eliezer Ben-Yehuda joined this organization. These tireless volunteers roamed the schools and Yeshivot of the Yishub teaching Hebrew and encouraging its daily use.
 
ISRAELI POLITICS
After Rabbi Elyashar’s passing in 1906, Rabbi Yaakov Meir was the natural candidate to be the new Rishon LeZion. But many leaders opposed him and accused him of being «too Zionist» (an accusation that certainly made him proud) and the Rabbi was frowned upon by the Turkish-Ottoman authorities, who ruled Palestine until 1917, and they were not in favor. agreement on the immigration of so many Jews to Israel.
 
THESSALONIKI
In the summer of 1907, Rabbi Meir was invited to serve as Chief Rabbi in Thessaloniki, Greece. At that time this was one of the largest Sephardic communities in the world with about 100,000 members. Thessaloniki also stood out as the only city with a Jewish majority. The Rabbi stayed in Salonika for 10 years. When the First World War began he did something extraordinary: he organized a group of young Greek Jews, «The Hebrew Legion», to fight for the liberation of Palestine. He also encouraged many Jews from Thessaloniki to settle in the land of Israel.
 
GONE WTH THE FIRE 
In 1917 there was a tragic fire in Thessaloniki that irreversibly devastated the community. More than 50,000 Jews lost their homes in this fire. 16 of the 33 synagogues and the Rabbinate with all its archives were destroyed. Rabbi Meir’s home was also affected, and his entire library was destroyed. The worst and most tragic thing for Rabbi Meir was that the fire also consumed his manuscripts: all the explanations, the comments and the rabbinical responsa that he had strict for 20 or 30 years… he could never find consolation for this loss. Since there were no books written by him then, his words and opinions were recorded in the books of other rabbis, such as Rabbi Ben-Zion Cuenca and Rabbi Isaac Abulafia.

RISHON LEZION
In 1919, Rabbi Jacob Meir returned to Erets Israel where he was honored and decorated with the Commander of the Order of the British Empire award for his service in war. In 1921 with the help of Rabbi Abraham Kook, he was chosen as Israel’s chief Sephardic Rabbi aka, Rishon leZion. He held this position until his death. The 1920s and 1930s were very critical times for the «Jewish settlement» that was not yet independent. And there was much to do. One of Rabbi Meir’s main contributions was the establishment of a Rabbinical Court of Appeal: although the law of Palestine was established by the British authorities, if a legal ruling opposed Jewish law, a Jew residing in Israel had the right to appeal and ask to be tried by Jewish law in this court of appeals that was founded and headed by Rabbi Meir.
 
PEACE WITH THE ARABS
In 1924, he participated with Colonel Frederic Kish and David Yellin in meetings in Amman, Jordan, with Hussein bin Ali and his son Abdullah, in an attempt to establish good relations between Arabs and Israeli Jews, which at that time was not inconceivable.  The Sephardic rabbis and leaders (such as Abraham Shalom Yahuda and others) had a great advantage over other rabbis and politicians in this area: they spoke the language of the Arabs, they were part of a similar eastern culture and shared a similar mindset, and this allowed them a more fluid and diplomatic dialogue with the Arabs. Rabbi Meir passed away in May 1939 and Rabbi Ben-Zion Meir Hai Uziel took his place.
 

WATCH this rare historic footage from 1918. The 3rd rabbi to appear is Rabbi Ya’aqob Meir.

La tristes palabras escritas por el Rab Meir luego de que el fuego consumiera todos sus escritos 

היות כי לדאבוני פרצה תבערה גדולה בשאלוניקי בשנת תעז»ר ונשרפו כל בתי עיר הפנימית ובכללם גם משרד הרבנות והמעון שאני דרתי בו, נשרפו גם שני הקונטרסים אשר טיפחתי וריביתי בימי בחרות, הראשון על שו»ע אבן העזר והשני על חושן משפט, ולא נשארה לי העתקה מהם… חוץ מזה לא נשאר בידי כלום. עתה אין בכוחי לכתוב חידושי תורה מחמת כמה סיבות. ראשית, אין לי כל הספרים הדרושים לתכלית זו, ספרייתי העשירה שהייתה לי לפני נוסעי לסאלוניקי התפוררה והתפזרה… שני טרדות הציבור מונעות עתה ממני להפנות לזה ושלישית הנה באתי בימים וזקנה קפצה עלי. אני מוסר מודעה כי כל מה שאנוכי רושם וכותב בפנקסי אינו לשם חיבור כדי להדפיסו היות שידעתי שאין בו דיבור של ממש…»

«Dado que experimenté una gran tragedia en Salónica …. donde se incendiaron todas las casas de la ciudad interior, incluyendo la Oficina del Rabinato y el lugar donde yo residía, también se quemaron los dos tratados que había elaborado y enriquecido desde mis días de juventud. El primero sobre la Sección Eben HaEzer del Shulján Aruj y el segundo sobre Joshen Mishpat. No me quedaron copias de ellos… de hecho,  no me quedó nada en mis manos.

Ahora no tengo la capacidad de escribir nuevos comentarios de la Torá por varias razones. En primer lugar, no tengo todos los libros necesarios para este propósito, mi rica biblioteca que tenía antes de viajar a Salónica se dispersó…. En segundo lugar, las constantes  preocupaciones públicas me impiden dedicarme a esto. Y en tercer lugar, ya he llegado a una edad avanzada.

Deseo dejar en claro que todo lo que escribo en mis diarios no es con la intención de publicarlo, ya que [son para mi uso prvado] y sé que no contiene un contenido verdaderamente significativo [para los demas ]…»

 

 

 
 
 
 
 



El Rab Shemuel Laniado (1530-1605) y las perlas escondidas debajo del pescado.

La familia Laniado es oriunda de España.  El Rabino Shemuel Laniado, escapó de España en la expulsión de 1492 y luego de una larga travesía llena de peligros, llegó a la ciudad de Adrianópolis (hoy en día Edirne) en Turquía. De Adrianópolis la familia Laniado se trasladó a Alepo (Aram Tsobá), la segunda ciudad más importante de Siria, que contaba con una población judía local my significativa.  A estos judíos locales se iban agregando cada vez más judíos que llegaban de España. Tenemos un curioso testimonio de un famoso viajero español, el capitán Domingo de Toral (1598-1640), que escribió en sus memorias «Relación de la vida del capitán Domingo de Toral y Valdés» que visitó Alepo, Siria,  en el año 1634 y que para su sorpresa había encontrado allí «más de 800 familias de judíos que hablaban el castellano» .
El nieto del Rab Laniado, que siguiendo la costumbre Sefaradí fue llamado Shemuel como su abuelo nació en Alepo, alrededor del año 1530. Su padre fue Abraham Laniado que ya era conocido en Alepo como un gran estudioso de la Toró y líder religioso.
En el año 1537 la familia del Rab Shemuel emigró a Yerushalayim, pero la situación de los Yehudim que habían allí en ese entonces era dificilísima. De Yerushalayim llegaron a Tsefat, donde se había establecido una comunidad Rabínica muy prestigiosa, bajo el liderazgo del famoso Rab Ya’aqob Berab.  Fue en este privilegiado entorno donde el Rab Laniado floreció. Estudió con los mejores maestros: en primer lugar, con el mismísimo Rabenu Yosef Caro, autor del Shulján Aruj. También estudió allí, según él mismo cuenta, con el Rab Moshé Cordobero,  un gran Qabbalista, filósofo, y director de la Yeshibá Portuguesa (sic) de Tsefat.  En Tsefat, también estudio con otros gigantes de la Torá y la Qabbalá como el Rab Moshé Alshej haQadosh y el Rab Jayim Vital.
Cerca del año 1570 los judíos de la ciudad de Alepo le enviaron una carta a Rabbi Yosef Caro, solicitándoles que les enviara a un Rabino que pudiera servir en la congregación. Necesitaban un rabino que comprendiera a los judíos locales y también a los refugiados que seguían llegando de España, y que tuviera el conocimiento suficiente para ser respetado por ambos lados.  El Rab Yosef Caro no lo dudó y les envió a decir que les mandaría איש אשר כמוני «Un hombre igual que yo». Lo que quiso decir es que enviaría a un rabino de «su misma categoría y autoridad». Esta difícil pero prestigiosa misión le fue encomendada al Rab Shemuel Laniado, quien se convirtió en el Rab principal de la comunidad judía de Aleppo, cuando falleció el Rab anterior, Rab Shemuel ben Yosef haCohen.
El Rab Laniado escribió numerosos libros, todos ellos comentarios Bíblicos. Muchos de esos libros nunca fueron publicados y permanecen todavía en manuscritos.
Hay 3 libros publicados del Rab Laniado: el más famoso se llama Kelí Jemdá, que es un comentario sobre los 5 libros de la Torá.  Para una demostración de su estilo y profundidad  presento aquí un breve pero innovador comentario sobre el famoso versículo  en Vayiqrá (Levítico 18:19): «Y amarás a tu prójimo como a ti mismo, Yo soy HaShem».
Así dice el Rab Laniado.
Este versículo nos enseña dos cosas.  En primer lugar, que todas las almas son como  «parte» de Dios [en cuanto a su origen], y siendo que el alma de un hombre y el alma de su prójimo surgen ambas del mismo Trono Celestial,  «amar a tu prójimo como a ti mismo» significa literalmente, que debes considerar que el otro es idéntico a ti. Dios «dio luz» a  tu alma y al alma de tu prójimo, él es como tú …y así como dos personas que nacen de la misma madre son «hermanos de sangre», desde el punto de vista espiritual los seres humanos somos «hermanos de alma». Y, en segundo lugar el versículo dice, «Yo soy HaShem»: si el amor por tu prójimo se asemeja al amor que tienes por ti mismo, …tu amor por el prójimo será considerado entonces como un reflejo de tu amor por Mí. Como si Yo, Dios, lo hubiera recibido.»
Otro de sus libros es «Kelí Yaqar», este es un comentario sobre los primero libros proféticos (Yehoshua, Shofetim, Shemuel, Melajim). Y en tercer lugar el libro «Kelí Faz», un comentario sobre el libro de Yesha’ayahu.
Muchos se preguntan por qué sus libros, los que se publicaron y los que no se llegaron a publicar (Kelí Golá, Kelim miKelim shonim, etc.), se llaman «Kelí…» que significa «recipientes» o «barriles». Los autores rabínicos, por lo general,  eligen títulos para sus libros que se relacionan con su nombre o con el acrostico del mismo, pero en el caso del Rab Laniado, fue un evento especial lo que justificó que llamara a sus libros «kelí» (y que a él mismo se lo conozca como «ba’al hakelim»).
Cuando el Rab Laniado viajaba en barco desde Israel para servir como Rab en Alepo, se hizo amigo de un desconocido, un comerciante europeo que llevaba varios «barriles» de pescado en salmuera, para venderlos en Siria. El comerciante, inesperadamente, murió durante la travesía.  El capitán del barco, siguiendo la costumbre de aquellos tiempos, ofreció vender al mejor postor los barriles de pescado para pagar los gastos del pasajero fallecido. El Rab Laniado los compró.  Una vez en Alepo,  llevó los barriles a su nueva residencia con la intención de venderlos en el mercado local. Pero cuando abrió los barriles descubrió que debajo del pescado había una gran cantidad de perlas.  Era una fortuna que le serviría para mantenerse dignamente por toda su vida. Y fue así que el Rab Laniado no sólo que rehusó recibir una compensación económica de la comunidad de Alepo sino que se mantuvo por sus propios medios y ayudó económicamente a muchos de sus hermanos judíos que necesitaban asistencia.  Para inmortalizar este providencial evento y agradecer a Dios por su fortuna decidió llamar a todos sus libros con el nombre de «kelim», «barriles». Como una manera de expresar:  «estos libros los pude escribir y publicar gracias a esos barriles de pescado que me permiten mantenerme con dignidad y disponer del tiempo para escribirlos».
También se puede interpretar este nombre como un hermoso gesto de reciprocidad: «Dios me regaló esos barriles (kelim) llenos de perlas, y yo le dedico a Él estos libros «kelim», que contienen ‘perlas’ de Torá» (peninim).
Desde ese entonces, y también  para diferenciarlo de su abuelo que también se llamaba Shemuel, se lo conoce como «Ribbí Shemuel Laniado baal hakelim (el autor de los libros que comienzan con palabra «keli»)
El Rab Laniado falleció en 1610 (o 1605) y muchos de sus descendientes fueron distinguidos rabinos de la comunidad de Alepo, Siria.



El Rab Yehudá Jayat, y la expulsión de los judíos de España

El injustamente desconocido rabino sefaradí Ribbi Yehudá ben Ya’aqob Jayat z»l vivió todas las tribulaciones que conllevó la expulsión de los judíos de España. Su dolorosa historia ejemplifica lo que sufrieron cientos de miles de judíos que fueron expulsados de la Península Ibérica por negarse a abandonar su religión.

En su libro «Minjat Yehudá», el Rab Jayat describe lo que sufrió durante casi 10 años. Después de ser expulsados de España en 1492, aproximadamente 120.000 judíos buscaron refugio en Portugal. El rey portugués Juan II aceptó a los judíos con la condición de que pagaran una exorbitante suma de dinero para poder quedarse allí. Al año siguiente, en 1493, el rey decidió que los judíos no podían permanecer en su reino a menos que se convirtieran al catolicismo o volvieran a pagar esa misma suma. Los judíos eran refugiados que habían sido despojados de todos sus bienes al ser expulsados de España y se les prohibió llevar consigo plata, oro o cualquier otra cosa de valor. Vivían en condiciones de extrema pobreza en Portugal y no podían pagar lo que el rey exigía.

Junto con otros 250 refugiados judíos, el Rab Jayat abandonó Portugal y partió desde el puerto de Lisboa en una embarcación muy precaria hacia la costa de Marruecos. Las condiciones a bordo eran tan insalubres que, a los pocos días en el mar, se desató una epidemia en el barco y no les estaba permitido desembarcar en ningún puerto. Finalmente, la precaria embarcación llegó al puerto de Málaga. Allí, cuenta el Rab Jayat, varios curas los esperaban para intentar convertirlos. Los desesperados pasajeros judíos les suplicaban que les dieran agua y pan, pero los caritativos curas se negaron a proporcionarles cualquier alimento si no aceptaban el bautismo. Durante aproximadamente cinco días, estos refugiados judíos sufrieron hambre y sed, y cerca de 50, incluyendo a la esposa del Rab Jayat, fallecieron.

Al pisar tierra firme en Marruecos, el Rab Jayat fue inmediatamente encarcelado y condenado a muerte por fanáticos musulmanes, quienes argumentaban que las creencias y prácticas religiosas de un rabino ofendían al Islam. Para salvar su vida, le dijeron que debía convertirse al Islam. Durante 40 días, el Rab Jayat estuvo tirado en un pozo en condiciones inhumanas, rodeado de roedores, víboras y escorpiones. Al final, algunos refugiados judíos extremadamente pobres lograron reunir algo de dinero y así salvaron al Rab Jayat de una muerte segura. Él logró escapar a la ciudad de Fez, un poco más al sur, donde se estableció.

En Fez, el hambre era terrible y la gente se veía obligada a comer pasto para sobrevivir. El Rab Jayat trabajaba diariamente moliendo granos de trigo con sus propias manos en la casa de una familia musulmana para ganar un pequeño pedazo de pan. Él y otros judíos que habían escapado de España no tenían casa ni refugio. Por las noches, tenían que cavar pozos en las afueras de la ciudad para poder dormir.

Después de estar en Fez durante 8 meses, un gran incendio estalló en la ciudad y mucha gente murió en las llamas. Como consecuencia de las posteriores sequías, más de 20.000 (sic.) judíos murieron de hambre y epidemias. Al presenciar esto, muchos de los que habían llegado de España y Portugal decidieron regresar a sus lugares de origen para evitar una muerte segura en Fez, tanto para ellos como para sus hijos.

Según el historiador español contemporáneo Andrés Bernáldez (1450-1513) en su libro «Historia de los reyes católicos», los judíos que abandonaban Fez eran víctimas de todo tipo de abusos. En los caminos que dejaban la ciudad, eran atacados por moros que secuestraban y violaban a sus mujeres e hijas, y abrían los cuerpos de los hombres para ver si habían escondido plata u oro en sus estómagos.

El Rab Jayat logró escapar de Marruecos y embarcar hacia Italia. Llegó al puerto de Venecia solo, semidesnudo y habiendo perdido a toda su familia . Cuando los judíos españoles que vivían en Venecia lo reconocieron, se ocuparon de él. Luego, lo llevaron a la ciudad de Mantova, donde se estableció hasta sus últimos días. Allí conoció a un rabino sefaradí llamado Rabbi Yosef Ya’abets, quien lo convenció de escribir un comentario sobre el famoso y enigmático libro místico «Ma’arajot Eloquim». El Rab Jayat llamó a su libro «Minjat Yehudá» (La ofrenda de Yehudá), ya que era una ofrenda que él, Rabbi Yehudá Jayat, ofrecía a Hashem por haberle salvado la vida.

Este libro es considerado una obra fundamental, ya que explica los principios más complejos de la Kabbalá y contribuyó a la difusión de la sabiduría de la mística judía, que alcanzó su punto máximo en el siglo XVI.

Aunque no se conocen los detalles exactos, se estima que el Rab Jayat falleció en Mantova, Italia, alrededor del año 1510




Rab Yehudá Moscato (1530-1593) y la veracidad del Cuzarí

Ribbí Yehuda Moscato nació en Osimo, Italia, en 1530. Fue rabino poeta y filósofo. Dejó Osimo en 1555 y se estableció en la ciudad de Mantova cuando la situación de los judíos empeoró bajo el Papa Pablo IV, uno de los prelados más antisemitas de la historia.  En Mantova obtuvo la instrucción de los más destacados rabinos de su tiempo: los hermanos Moshe, David, y Yehuda Provenzal y Azaria De Rossi. En 1587 se convirtió en el rabino principal de Montova.
El Rab Moscato fue educado en todas las áreas del conocimiento. Como muchos de sus contemporáneos, creía que los judíos deben aprender las artes y las ciencias, porque todo conocimiento humano deriva del conocimiento de la Torá y como dijo Maimónides, nos acerca más a la apreciación y el amor a Dios. En términos de su pensamiento,  siguió las ideas de los grandes filósofos judíos, Yehudá HaLevi y Maimónides.
El Rab Moscato también escribió poesía, especialmente «elegías» (poesía funeraria) en ocasión del deceso de amigos y académicos. Uno de sus poemas más famosos fue el que escribió  cuando murió Ribbí Iosef Caro (1585), el autor del Shuljan Aruj.
Aunque se estima que publicó una gran cantidad de obras, sabemos de dos libros publicados por el rabino Moscato. El primero de ellos es Nefutsot Yehudá. Este libro fue compuesto en Mantova y publicado en Venecia en 1589. Se trata de una colección de 52 sermones que parten del tema de las festividades judías como plataforma para abordar temas de filosofía, teología, ética, historia y otros temas que eran relevantes para el orador y para su audiencia. Estos sermones fueron pronunciados en hebreo y en italiano.
Una ilustración: El sermón número 11 se titula: «¿Qué debe hacer el hombre para vivir correctamente en este mundo y heredar su parte en el mundo por venir?» (מה יעשה האדם ויחיה בזה ובבא). Este sermón lo construyó alrededor del Salmo 15 del libro de Tehilim y explica que este salmo se puede dividir temáticamente en tres temas: las obligaciones del hombre hacia Dios, las obligaciones del hombre hacia los hombres, y las obligaciones del hombre hacia sí mismo. Y obviamente, cuando una persona se destaca en estas tres áreas, tendrá una vida digna en este mundo y accederá al mundo por venir.    El Rabino demuestra que también los Diez Mandamientos están divididos en estas tres categorías, según se expresa en: las acciones, las palabras y los pensamientos del hombre.El libro Nefutsot Yehuda fue traducido al Inglés por Gianfraco Milet y Giusepe Veltri y se puede encontrar en los libros de Google, ver aquí.
El segundo libro que conocemos del rabino Moscato es Qol Yehuda, el primer y más popular comentario del famoso libro «El Cuzari», del rabino Yehuda haLevi.
Un punto interesante abordado por el Rab Moscato es la historicidad, la veracidad histórica,  de lo que se relata en el Cuzari, en otras palabras, la afirmación de que los diálogos y debates entre un sabio judío, el «Jaber» Rabí Yitsjak haSangari, y el rey de los Kazares fue un evento real e histórico,  y no una ficción literaria del rabino Yehuda haLevi.
«¿No debería ser creído que la gran e impresionante historia que es la base y la esencia de este libro [El Cuzari] es verdadera y que realmente sucedió? Si no fuera así, ¿por qué el autor inventaría esta historia en su libro ? ¿Por qué escribiría en el comienzo de su libro:» Como ya se ha registrado y conocido de obras históricas, esto es lo que pasó con respecto a los Kuzarim, como se le conoce en los libros de Khazaria «? 
Hoy en día es aceptado, incluso por los historiadores más liberales, que los acontecimientos narrados en el Cuzarí tuvieron lugar en el siglo ocho, en los tiempos del Rey Khazar Bulán. Y que los Kazares se convirtieron al judaísmo en masa. Esto ha sido verificado en gran parte gracias a la correspondencia entre el rey de los Kazares , Yosef, y el Sabio judío y estadista Jasdai Ibn Shaprut ( 915-970) Para más datos sobre estos y otros fascinantes documentos que evidencian la conversión de los kazares (o jazares) al judaísmo ver este importante artículo en español escrito por Juan Pedro Pascal Labajos: 
Rabí Yehuda Moscato murió en Mantova, Italia, en 1593.
Para leer el libro Nefutsot Yehuda vea este link



Rab Menashé Ben Israel (1604-1657), el judío más famoso del mundo

Ribbí Menashe nació en la isla de Madeira, Portugal, en 1604, bajo el nombre de Manoel Dias Soeiro. Su familia se trasladó a Holanda, en los Países Bajos, en 1610. En aquel entonces, Ámsterdam era un importante centro de la vida judía en Europa. Allí, como muchos otros judíos que llegaban de Portugal, la familia de Ribbí Menashé retornó abiertamente al judaísmo.

El joven Menashé tuvo la mejor educación posible dentro de la tradición sefardí, que mantiene que los estudios seculares deben complementar los estudios religiosos. Sobresalió en sus estudios talmúdicos y en su conocimiento profundo del Tanaj. Dominaba todo el espectro del pensamiento judío, desde la escuela de Maimónides hasta los escritos de los más recientes cabalistas.

En el área secular, se destacó en las lenguas: hablaba diez idiomas y además poseía amplios conocimientos de medicina, matemáticas y astronomía. También estaba muy versado en la literatura clásica y en los escritos de los filósofos y teólogos gentiles. Este conocimiento le facilitó debatir con intelectuales gentiles y refutar sus ideas cuando eran contrarias al judaísmo.

En 1620, a la sorprendentemente temprana edad de 18 años, fue nombrado rabino de la comunidad sefardí y pronto se convirtió en uno de los predicadores más famosos de esa prestigiosa comunidad. Poco después de asumir este cargo, contrajo matrimonio con Raquel Soeiro, descendiente directa del rabino Don Yitzchak Abarbanel, con quien tuvo tres hijos. En 1626, estableció la primera prensa hebrea en Ámsterdam y, de hecho, en toda Holanda, llamada «Emet MeErets Titsmaj». En su imprenta utilizó un nuevo tipo de letra que más tarde sería copiado por muchas imprentas europeas.

En esos años, los holandeses colonizaron Brasil y muchos judíos de la comunidad de Ámsterdam, que eran grandes empresarios del comercio internacional, se mudaron a la ciudad de Recife, en la zona de Pernambuco. 

En 1638, Ribbí Menashé decidió visitar Recife y fue probablemente el primer rabino que visitó el suelo americano, pero al poco tiempo de estar allí regresó a Ámsterdam. Habían llegado a esa ciudad dos empresarios judíos portugueses muy importantes, los hermanos Abraham e Isaac Pereyra, que ofrecieron contratar al rabino Menashé para dirigir un Talmud Torá, un colegio judío, que ellos habían fundado en la ciudad.

Uno de los primeros libros de Ribbí Menashé fue «El Conciliador», escrito en español y luego traducido al inglés por Hayim Lindo. Este extraordinario libro (que yo cito varias veces en mi libro «Creación») tiene como objetivo conciliar todos los textos del Tanaj que parecen contradecirse entre sí. Uno de los primeros puntos que analiza, por ejemplo, es la aparente contradicción entre lo que la Torá describe durante los 3 primeros días de la Creación, «y fue la tarde y fue la mañana», y la aparente creación del sol en el cuarto día. Ribbí Menashé presenta 8 posibles respuestas para resolver este tema (los Sabios judíos, dicho sea de paso, explican que el sol y la luna fueron creados el primer día, en el primer acto de la Creación). En este libro, el rabino portugués refuta los argumentos de los autodenominados críticos de la Biblia. Fue una de las primeras obras escritas por un judío en un idioma moderno que despertó un gran interés en los lectores cristianos. Esto le valió a Ribbí Menashé una gran reputación en el mundo académico no judío. Con el tiempo, su fama como erudito y experto en todos los asuntos de aprendizaje y ciencia se extendió más allá de Holanda. Algunas de las personalidades más destacadas del mundo buscaron su amistad y consejo. Entre sus corresponsales y amigos no judíos se encontraban la reina Cristina de Suecia, el pintor Rembrandt, quien pintó su retrato, y el estadista y filósofo Hugo Grotius.

En 1644, Ribbí Menashé conoció a Antonio de Montezinos, un judío converso portugués que había viajado al Nuevo Mundo y se había adentrado en las entonces exóticas tierras y había conocido a los pobladores nativos de las Américas. Montezinos le contó que los indígenas de los Andes sudamericanos practicaban ciertos ritos y tenían ciertos símbolos que eran similares a los judíos y que en su opinión eran descendientes de las 10 tribus perdidas de Israel. Los coloridos relatos de Montezinos y la teoría de Ribbí Menashé respecto a lo que significa este descubrimiento en función de la llegada del Mesías quedaron registrados en uno de sus libros más famosos, que escribió en español: «MIKVE ISRAEL: La esperanza de Israel o el origen de los americanos». Este es el título original de este libro, que no sé por qué no se reimprime. Este descubrimiento impulsó las esperanzas de Ribbí Menashé, ya que el asentamiento de los judíos en todo el mundo se entendía como un signo de que el Mesías estaba llegando.

Unos años más tarde, escribió un extraordinario tratado histórico y filosófico dirigido a las autoridades de Inglaterra, exponiendo los argumentos a favor de la readmisión de los judíos en Inglaterra. Su carta a Cromwell, escrita en perfecto inglés, se puede leer aquí en este enlace de Hebrew books (https://hebrewbooks.org/52715), de donde habían sido expulsados en 1290. En 1653, Ribbí Menashé viajó a Inglaterra para solicitar formalmente la readmisión de los judíos. Allí fue recibido nada menos que por Oliver Cromwell. Sin embargo, se enfrentó con muchísimas dificultades, entre otras la exigencia de que para la readmisión, los judíos debían convertirse en masa al cristianismo.

Dejó Inglaterra triste por no haber logrado su objetivo y materialmente empobrecido, y regresó a Holanda en 1655. 

Entre sus obras más destacadas se encuentran:

  • Nishmat Jayim: Un tratado en hebreo sobre la resurrección de los muertos y la inmortalidad del alma. Es una obra fundamental en el pensamiento judío sobre la vida después de la muerte.
  • De Termino Vitae (1639): Un estudio en latín sobre la duración de la vida humana, que más tarde fue traducido al inglés en 1709.
  • De Creatione Problemata XXX (1635): Un análisis en latín sobre la creación, recientemente traducido al inglés y francés.
  • De Resurrectione Mortuorum (1636): Originalmente escrito en español y luego traducido al latín, trata sobre la resurrección de los muertos desde una perspectiva judía.
  • De la Fragilidad Humana (1642): Una reflexión filosófica y teológica sobre la naturaleza humana y sus limitaciones.
  • Piedra Gloriosa: Una obra acompañada de grabados realizados por Rembrandt, quien era su contemporáneo y conocido.
  • La Esperanza de Israel (1650): Escrita en español y latín, esta obra fue un esfuerzo por defender la idea de que las tribus indígenas de América del Sur podrían ser descendientes de las diez tribus perdidas de Israel, conectando este descubrimiento con la llegada del Mesías.
  • Vindiciae Judaeorum (1656): Una defensa apasionada de los judíos ante las acusaciones y prejuicios de la época, publicada en Londres.

También produjo un compendio ritual titulado Thesouros dos dinim, que ofrecía una guía práctica para las leyes y costumbres judías. Su obra se extendió más allá de las comunidades judías, influyendo en intelectuales cristianos y fortaleciendo los lazos entre diferentes tradiciones religiosas.

Nunca llegó a enterarse de que fue gracias a sus esfuerzos que Oliver Cromwell finalmente readmitió a los judíos en Inglaterra y les permitió practicar libremente su religión, ya que falleció en Ámsterdam ese mismo año, 1657. 

En el siglo XVII,  el Rabino Menashé ben Israel fue el judío más famoso del mundo.

Ribbí Menashe nació en la isla de Madeira, Portugal, en 1604, bajo el nombre de Manoel Dias Soeiro. Su familia se trasladó a Holanda, los Países Bajos, en 1610. En aquel entonces, Ámsterdam era un importante centro de la vida judía en Europa. Allí, como muchos otros judíos que llegaban de Portugal, la familia del Rab Menashe retornó abiertamente al judaísmo. Menashé tuvo la mejor educación posible dentro de la tradición sefardí, qu



RAB SAADIA BENZAQUEN: Rabino de Rabinos

Algunos hombres son más ángeles que hombres. Es el caso de Ribbí Saadiá Benzaquén z”l, mi primer maestro. Lideraba la hermosa sinagoga de la calle Piedras, que sólo se llenaba en Rosh Hashaná y Yom Kipur, porque su amada comunidad marroquí argentina, a la cual pertenecían mi padre y mi abuelo, no contaba con numerosos feligreses que concurrieran asiduamente a las Tefilot diarias o semanales. El Rabino Benzaquén era un gran líder, un visionario con grandes ambiciones para el pueblo judío. Pensaba que la comunidad de Argentina necesitaba imperiosamente rabinos jóvenes y bien capacitados, que pudieran enfrentar los desafíos del presente; que manejaran un vocabulario lo suficientemente sofisticado como para comunicarse con los jóvenes profesionales que se asimilaban cada vez más y no entendían a los rabinos mayores. Quería formar líderes rabínicos que fueran elocuentes y capaces de expresar las eternas ideas de la Torá en un lenguaje moderno. Corría la mitad de la década del ’70. Me parece que Ribbí Saadiá, como muchos otros genios, fue un adelantado. No contó con el apoyo de instituciones que lo ayudaran a crear un semillero rabínico ortodoxo, pero eso no lo hizo desistir de su sueño. Lejos de rendirse, se dedicó a preparar en persona a sus propios alumnos: los motivó a cursar estudios de Torá dirigidos a la obtención de la ordenación rabínica.

Yo fui uno de esos privilegiados. En 1980 Ribbí Saadiá se enteró de que el Rab Yaakob Eljarrar z”l oriundo de Marruecos español estaba comenzando un Kolel de Dayanim —una escualos de altos estudios rabínicos— y le pidió que organizara un programa especial de Rabinato para tres de sus alumnos. Con 19 años tuve el privilegio de ocupar uno de esos lugares. Dejé por la mitad mis estudios en Yeshivá University y me fui a Israel, al Kolel de la calle HaTurim 4, al lado del mercado Majané Yehudá, en Jerusalem. El Kolel se llamaba, creo, Zejor Ledavid y contenía la biblioteca del célebre Ribbí Itzjak Bengualid, la luminaria de la judería de Tetuán, ciudad donde habían nacido mis abuelos y Ribbí Saadiá. Por insistencia de Ribbí Saadiá, el Rab Eljarrar nos consiguió el mejor maestro posible, el hoy famosísimo Rabino de Baqaa, Jerusalem, y candidato a Rab HaRashi de Israel, el Rab Eliyahu Abergel Shelita. Bajo la dirección del Rab Abergel y del Rab Eljarrar y con la constante supervisión de Ribbí Saadiá, su hijo Rab Abraham Benzaquén, el Rab Mijael Acrich y yo estudiamos intensamente durante unos cuantos años. Pasamos cuatro exámenes en la Rabanut Harashit de Israel y obtuvimos la ordenación rabínica, cumpliendo así uno de los sueños de Ribbí Saadiá.

Pero esto fue solo un aspecto de lo que hizo por nosotros. También nos proporcionó una gran preparación en un área clave para un rabino comunitario: nos enseñó a hablar en público. Esto ocurrió un poco antes, cuando yo tenía 15 años. Mi niñez había transcurrido en Castelar, provincia de Buenos Aires. Luego de mi Bar Mitzvá, celebrado en el templo de Piedras, el santuario del Ribbí, mis padres decidieron mudarse a la Capital: estaban preocupados porque mis hermanas y yo estuviéramos en un ambiente judío. Compraron un pequeño departamento en la calle Chacabuco, en el barrio de San Telmo. Eligieron ese lugar exclusivamente por la cercanía con el templo de Piedras. Los encuentros donde nos preparaba para hablar en público tenían lugar los Shabbatot por la tarde. No es fácil describir lo que era compartir un Shabbat con Ribbí Saadiá. Luego de almorzar con mi familia me apresuraba a llegar a su casa en la calle Sargento Garay. Entrar al edificio era una aventura, porque el portero nunca estaba disponible. Me veo a mí mismo gritando a todo pulmón desde la planta baja hasta el segundo piso: “¡Alberto! ¡Albertoooo! ¡Albertooooooo!”. Seguía así hasta que Abraham bajaba a abrir la puerta. Ya dentro de la casa estudiábamos Guemará y Mishná Berurá hasta la hora de seudá shelishit, que por razones de fuerza mayor teníamos que hacer antes de Minjá. Ribbí Saadiá se sentaba a la cabecera de la mesa, durante muchos años junto a su padre Abraham y su querida esposa Rajel, que pasaba más tiempo de pie que sentada, atendiendo a sus invitados de honor: el puñado de alumnos de Ribbí Saadiá. Doña Raquel nos servía unas deliciosas rosquitas dulces, almibaradas y esponjosas y un embriagante té con yerba luisa. En ocasiones especiales también nos deleitábamos con fiyuleas, unas masas crocantes de hojaldre enrolladas, también almibaradas. Luego de la majestuosa seudá shelishit caminábamos todos juntos a la sinagoga de Piedras. El tiempo normal hasta llegar debía ser diez minutos, pero nunca demorábamos menos de media hora. ¿Por qué? Porque Ribbí Saadiá se detenía a saludar a todos los vecinos que encontraba en su camino. Todos: el diariero, el farmacéutico, el verdulero, las vecinas que limpiaban las veredas y los señores que estaban sentados en la mesita de afuera de un bar jugando al truco. Conocía a todos por su nombre. Y su saludo no era un formal “buenas tardes”, sino toda una conversación en la que el tema siempre eran ellos: los vecinos, sus padres, sus hijos, sus familiares. Ribbí Saadiá les preguntaba por todos con mucho interés. Los vecinos, como no podía ser de otra manera, demostraban un gran respeto y mucha admiración por ese hombre tan especial que se interesaba por todos ellos. Era media hora de Quidush HaShem.

 

Cuando por fin llegábamos a la sinagoga, Ribbí Saadiá nos hacia sentar arriba, en los asientos reservados para los “futuros rabinos” y para Samuel Chocrón, su secretario, jazán asistente y prácticamente su hijo adoptivo. Meldábamos (rezábamos) Minjá y luego llegaba el momento esperado. Teníamos que hablar en público. Éramos tres o cuatro oradores. La derashá (el discurso rabínico) debía durar unos cinco o diez minutos. Nos preparábamos lo mejor que podíamos tratando de seguir las indicaciones de Ribbí Saadiá: que lo que habláramos sea claro y relevante y que nuestro discurso tuviera un mensaje aplicable a la compleja vida moderna. Dicen que hablar en público es el miedo humano número uno, más intenso que el miedo a la muerte o a las serpientes. Obligarnos a hacerlo era la mejor (o la única) manera de ayudarnos a superar ese temor. Contábamos con dos ventajas estratégicas fundamentales. Primero, que en la sinagoga no había una gran cantidad de público. De hecho, aparte de nosotros había allí unos siete u ocho hombres más, todos de una edad bien avanzada y con mucha facilidad para quedarse dormidos. En ese laboratorio ideal de oratoria nos podíamos arriesgar a hablar sin temor a pasar un papelón, porque aunque nuestro discurso fuese un desastre —lo cual no era poco común— “no pasaba nada”. Recuerdo que una vez mientras daba mi derashá sufrí una laguna. Mi cerebro se bloqueó, se paralizó por completo, y no me sabía cómo seguir. Hay que tener en cuenta que parte de la privilegiada preparación que tuvimos fue que, por ser Shabbat, estábamos forzados a memorizar nuestro discurso y no podíamos leerlo ni tener notas. Estuve sin hablar durante un interminable minuto. Pasé un poco de vergüenza, pero al rato todo se olvidó. Porque la intensidad del papelón era tan baja como el número de oyentes.

El otro elemento estratégico era el señor Moisés Gozar. Una persona muy especial. Socio, o sospecho que cómplice, de Ribbí Saadiá en nuestra preparación para la oratoria. El señor Gozar (no sé si alguna vez conocí su nombre de pila) era una persona mayor, pero de muchísimo porte. Alto, delgado, energético, impecablemente vestido con un elegante sombrero marrón. Lo más parecido que recuerdo a un caballero inglés. El señor Gozar tenía una mirada penetrante y prestaba total atención a lo que decíamos. Pero no así nomás, sino de manera activa: sus ojos nunca se desviaban del orador de turno y a veces se abrían más que de costumbre, elevando sus frondosas cejas, en un gesto de aprobación a las ideas que estábamos articulando. Claro que yo, y creo que a todos nos pasaba lo mismo, no podía dejar de mirar al señor Gozar. Prácticamente le hablaba a él. Trataba de ir por el premio mayor: su sonrisa de beneplácito, equivalente a sentir un gran aplauso o una ovación emanada de su rostro. Los permanentes gestos aprobatorios del señor Gozar eran increíblemente estimulantes para nosotros, los aprendices de oratoria. Para nuestra satisfacción, cuando todos habíamos terminado nuestros discursos, se reunían los expertos: Ribbí Saadiá y el señor Gozar, a repasar en voz alta, analizar e, inevitablemente, elogiar frente a nosotros la gran calidad de los discursos, el altísimo valor de las ideas y la brillantez de los oradores. Era un desborde de loas, que nosotros ingenuamente nos la creíamos, y así nos ayudaba a inflar nuestros egos, nos hacía perder el miedo a hablar en público y nos estimulaba a esmerarnos aún más el siguiente Shabbat. Así fue como Ribbí Saadiá Benzaquén nos preparó para disertar en público y para ser mejores rabinos de cara a un mundo con un ritmo de vida cada vez más complejo.

Rab Yosef Bitton