¿Quién es Sabio?

איזהו חכם? הלומד מכל אדם

En el cuarto capítulo de Pirqué Abot Shimón Ben Zomá nos dice:  “¿A quién se le puede considerar como un sabio? A aquel que aprende de todas las personas. “

¿Cómo se lo llama en hebreo a un sabio de la Torá?  El término más honorable que se le puede atribuir a una persona en en el campo del conocimiento de la Torá no es JAJAM (Sabio), sino TALMID JAJAM (discípulo de un sabio), o de acuerdo a una tradición Sefaradí casi olvidada, a un estudioso de la Torá se lo llama “TALMID JAJAMIM” , (discípulo de los sabios), es decir, un individuo que ha absorbido y absorbe el conocimiento  de varios instructores.

El gran rabino Sefaradí Maimonides (1135-1204) escribió en una de sus cartas médicas lo siguiente: “Una de las disfuncionalidades sicológicas más comunes, tan común que casi nadie escapa de ella … es considerarse a uno mismo más sabio que todos los demás. Así,  la mayoría de los hombres pretende que todos escuchen y acepten sus ideas, a las cuales él considera superior a las ideas de los demás… y esta auto-percepción es característica incluso de personas que no son grandes expertos en esos temas”.

Ben Zomá nos viene a enseñar que uno de los pre-requisitos para adquirir la sabiduría es reconocer que no lo sabemos todo. Cuanto mayor es nuestra conciencia de lo poco que sabemos, más sabiduría tenemos, y viceversa.  Esta idea fue formulada por los Sabios del Talmud ז”ל, que siempre discutían y debatían temas de Sabiduría, MODIM DERRABANAN HAYNU SHIBJAYHU, “La Sabiduría de un Sabio (de la Torá) se nota cuando le da la razón a otro Sabio.”

El verdadero Sabio siempre esta aprendiendo. Explica el Rab Shemuel Pinjasi en su comentario a Pirqué Abot, que el verdadero Sabio es un campeón de la objetividad y la integridad intelectual, ya que valora la Sabiduría, sin importar de quien venga.  Siempre se fuerza por instruirse , aún de los que saben menos que él.  Y es capaz de aprender no solo de los aciertos sino o (especialmente) de los errores de los demás.    “El hombre simple aprende de su propia experiencia ; el hombre sabio, de las experiencias de los demás”.

«El objetivo final de la sabiduría, explica el Rab Pinjasi, es la humildad intelectual: saber que no sabemos lo suficiente” . Esto es algo muy característico de la filosofía de Maimonides, cuando habla por ejemplo de nuestras limitaciones para saber cómo fue el acto inicial de Creación, o los detalles del Mundo por Venir, y especialmente cuando habla de nuestras limitaciones en cuanto a lo que podemos comprender  de Dios.  El individuo ignorante piensa que lo sabe todo acerca de Dios, ya que cuando piensa en Dios, inconscientemente, lo humaniza.  El Sabio, en cambio, adquiere cada vez más conciencia de la irreducible distancia entre el hombre y Dios. Y en realidad “cuanto menos características humanas le atribuye a Dios, más se incrementa su conocimiento de Dios”.  A esto se lo conoce como aprendizaje via-negativa o conocimiento apofático.

No hay persona más ignorante que aquel que nunca dice “No se”  o “Tienes razón”. En este sentido, la  arrogancia intelectual es el signo más evidente de la falta de sabiduría.




ABOT 3:1: El síndrome del jinete dormido

דע מאין באת….
¿De dónde vienes, a dónde vas y frente a Quién darás cuenta de lo que hiciste con tu vida?   
En esta Mishná Aqabiyá ben Mahalalel nos recuerda el apasionante tema de la interacción entre cuerpo y alma.  Dice que la mejor forma de evitar cometer una transgresión es recordar que mi cuerpo viene de algo que es materialmente insignificante («una gota fétida…»), y también se dirige hacia la nada («comida para gusanos»). Mientras que mi alma tiene un origen divino, y una naturaleza que no es material. No está formada de átomos moléculas o células, y además, o por eso, no muere ni desaparece, sino que persiste, existiendo después de la muerte del cuerpo. Mi alma, en otras palabras,  es: «YO menos mi cuerpo». Después de la vida, mi alma tiene absoluta conciencia de su identidad (mi alma sabe que ella soy YO) preserva (¿preservo?) mi memoria (lo que hice con mi vida) y mi conciencia moral.  Y por lo tanto puede/o y debe/o rendir cuentas ante el Juez Supremo de lo que logró/logré durante su/mi existencia terrenal, cuando yo/mi alma estuve/o integrado/a a mi cuerpo.
Reconozco que es muy complicado hablar o describir el alma, especialmente después de la vida, ya que como dijimos, no se trata de un órgano del cuerpo o una parte física del cerebro.
Siempre estuve atento a encontrar alguna metáfora que me ayudara a visualizar mejor qué es el alma, en sí y en relación con el cuerpo.   Por mucho tiempo pensé que cuerpo y alma se podrían comparar a un auto y su conductor. El auto es el cuerpo y el conductor el alma que conduce al cuerpo.  Luego se me ocurrió que sería más preciso hablar de un taxi, (o un Uber…). El automóvil es nuestro cuerpo, el conductor es nuestro cerebro, y el alma soy YO,  el pasajero.    El taxista sabe cómo manejar el auto, y cómo llevar al pasajero por el mejor camino posible, etc. pero no decidirá por sí mismo hacia dónde manejar. Es el pasajero quien tomará esa decisión y determinará el destino final….
Pero creo que, aunque un poco mejor que la primera, la metáfora del taxi está lejos de ser «perfecta». Un ejemplo que creo que ilustra más claramente la naturaleza del alma y su interacción con el cuerpo, es el del jinete y el caballo. El jinete, obviamente, es el alma y el caballo, nuestro cuerpo.  El jinete necesita al caballo para alcanzar su meta y llegar a destino. El jinete sabe que el caballo tiene sus necesidades materiales y no las desatiende. El jinete alimenta al caballo, le da de beber, lo hace descansar, lo lleva seguido al veterinario, y a veces lo mima. Hace todo lo posible para que su caballo esté satisfecho, y lo más fuerte y sano posible. Este es el escenario ideal en el cual jinete y caballo son interdependientes, colaboran uno con el otro y sinergizan.
Pero hay otros posibles escenarios no tan positivos. ¿Qué pasa si el jinete NO sabe dónde ir, o siente que NO hay una meta que alcanzar, y por lo tanto sólo hay que matar el tiempo y dejarse llevar por el caballo? ¿O qué pasa cuando el jinete no puede controlar a su caballo, se rinde y termina soltando las riendas? Probablemente el peor, y quizás más común escenario sea el siguiente:  ¿Qué pasa si el jinete nunca aprendió que él ES un jinete, un ente independiente de su caballo? En otras palabras, ¿qué pasa si el jinete desconoce, o pierde o confunde su identidad y se siente más un centauro (esos hombres-caballos de la mitología griega) que un jinete montado a caballo? En todos esto casos, a diferencia del conductor de taxi que no se moverá de su lugar hasta que el pasajero le indique hacia dónde ir, el caballo, que tiene vida propia, hará su vida de caballo… su preocupación existencial será buscar la mejor calidad y acumular la mayor cantidad del más sabroso pasto. Descansará cuando le de las ganas y correrá, sin una meta específica, detrás de yeguas o de cualquier otra cosa que lo atraiga….  el caballo no se quedará inmóvil esperando las órdenes de un jinete dormido…
La Torá nos enseña que somos jinetes, no centauros, y que debemos estar constantemente conscientes de que hay una meta NO MATERIAL a alcanzar. También nos enseña, con una gran cantidad de Mitsvot, cómo alimentar a nuestro caballo, cuidarlo de lo que lo va a perjudicar, darle descanso, domesticarlo y controlarlo. Mantenerlo sano y fuerte para que nos lleve a nuestro destino, sabiendo que algún día nos bajaremos de nuestro caballo, nos despediremos de él, muy agradecidos, y continuaremos nuestro camino, desde el punto que, con su ayuda, pudimos alcanzar.



ABOT 3:1: Integridad, sin excepciones

En el tercer capítulo de Pirqué Abot nos encontramos con Aqabiyá ben Mahalalel, un prominente rabinos de la época de la Mishná, que vivió durante la primera mitad del primer siglo de la era común.  Antes de referirnos lo que él dijo, veamos algo acerca de la personalidad de  Aqabiyá ben Mahalalel.
Aqabiyá era un rabino que se destacó por su extrema lealtad  a sus maestros y por su integridad moral, que fue puesta a prueba en más de una ocasión.  El episodio que más marcó la vida y la obra de Aqabiyá fue que mantuvo su opinión en 4 temas rabínicos ( טומאת שער הפקודה,  דם ירוק y otros que no vamos a describir porque son temas extremadamente técnicos). De cualquier manera,  sabemos que, por un lado,  tenemos que ser fieles a las tradiciones que hemos recibido de nuestros mayores, y esa lealtad a la tradición recibida es absolutamente crítica en la relación maestro-alumno. Los maestros confían que sus alumnos seguirán sus pasos, y los discípulos consideran una cuestión de honor transmitir la tradición recibida de sus maestros. Por otro lado, como sabemos, a veces surgen distintas opiniones entre los rabinos, como existen diferencias entre los jueces o legisladores de cualquier país,  y cuando esas diferencias no se resuelven en el marco del debate y la argumentación rabínica, entonces la corte Rabínica vota, y se adopta la opinión de la mayoría.  En el caso de Aqabiyá ben Mahalalel, estos dos principios la lealtad a sus maestros y el seguir la opinión de la mayoría de los Rabinos de mayoría, entraron en conflicto: por un lado, sus maestros le habían enseñado la opinión A, y por el otro lado, la mayoría de los rabinos de su generación sostenían la opinión B.   Los Rabinos colegas instaron a Aqabiyá a cambiar su opinión, pero él se opuso. Entonces los rabinos le hicieron una propuesta irresistible:  sabiendo que Aqabiyá tenía los conocimientos y los méritos suficientes, le ofrecieron que , si cambiaba de opinión, iba a ser asignado como el Presidente del tribunal rabínico de todo Israel!!!  Para sorpresa de todos, Aqabiyá se opuso.  Y dijo «Prefiero que me tomen por tonto por el resto de mi días (por no haber aceptado esa gran oferta) a que alguien alguna vez pueda llegar a pensar que yo sea una persona corrupta» (    מוטב לי ליקרות שוטה כל ימי….).
Lo más interesante es que antes de morir le dijo a su hijo que él debía seguir la opinión de la mayoría de los sabios, y no la suya.  Su hijo le preguntó: «Pero padre, toda tu vida mantuviste tu opinión y ahora me pides que yo adopte la opinión contraria». A lo que cual Aqabiyá respondió: «Yo recibí la tradición de mis maestros, que en esos tiempos eran la mayoría; y mis colegas siguen la opinión de sus maestros… pero tú, sólo has recibido la tradición de mí, un individuo. Mis colegas son ahora la mayoría, tú debes respetar a los nuevos líderes y adoptar su opinión…»
La Guemará también nos cuenta un episodio, muy relevante para nuestros días, que demuestra la integridad sin límites de este ilustre Jajam. Al final de los días de Aqabiyá, su hijo le pidió un favor muy «común».  Le dijo algo así: «Querido padre, tu eres muy respetado y admirado entre los Jajamim. Tus colegas harían cualquier cosa por ti. Te pido que por favor me recomiendes. Que hables con alguno de tus amigos para que yo tenga acceso más fácilmente a un cargo de prominencia.»   Aqabiyá ben Mahalalel formuló entonces uno de los enunciados Rabínicos más famosos de todos los tiempos, cuatro palabras hebreas que se convirtieron en el estandarte de la integridad moral y el rechazo al nepotismo, al tráfico de influencias y la denuncia a otras formas similares de corrupción. Sus palabras fueron textualmente: מעשיך יקרבוך ומעשיך ירחיקוך, que significa: «Que sean tus propias acciones las que te acerquen (a ese cargo que anhelas) o te alejen (de ese cargo)».  En otras palabras: Yo no te voy a recomendar a mis colegas. Lo que realmente importa son tus méritos, y no tus conexiones familiares.  Tienes que concentrarte en hacer méritos para obtener el puesto que tanto anhelas, ganarlo por tus acciones, no por mi influencia.
 Continuará….  



ABOT 1:1: Justicia y educación

 

הוו מתונים בדין והעמידו תלמידים הרבה
La primera Mishná de Pirqué Abot menciona a los Anshé Keneset haGuedolá, la Gran Asamblea legislativa rabínica que surgió cuando los Yehudim regresamos de Babel a Yerushalayim para construir el Segundo Bet haMiqdash y repoblar Erets Israel, alrededor del siglo 5to antes de la era común.
Los puntos estratégicos que los hombres de esta Gran Asamblea pronunciaron para reorganizar al pueblo judío en su restablecimiento como nación fueron tres: hoy veremos los dos primeros.
JUECES
En primer lugar, formularon un llamado de atención a los jueces. La estatura moral de una sociedad se mide por el nivel ético de sus jueces. Si los jueces son sobornables, corruptos, o incluso negligentes, esa sociedad no llegará a buen puerto. En este caso Anshé Keneset haGuedolá no necesitaban referirse a la honestidad de los jueces judíos, un elemento que siempre fue característico de los jueces de Am Israel. Pero sí se refirieron al cuidado que deben tener los jueces a la hora de emitir un veredicto. Y aconsejaron que los jueces sean «medidos» en la administración de la justicia (הוו מתונים בדין), lo cual significa que no deben apresurarse, sino que deben examinar con cuidado las evidencias y los testimonios y recién después arribar a la conclusión final.  El Rab Durán, en su comentario, dice algo muy interesante sobre este punto:  que no debamos apresurar el veredicto no significa que haya que retrasar la justicia innecesariamente. En un caso, por ejemplo, donde las evidencias son decisivas, incuestionables y están a la vista, un juez que demore su veredicto estará de hecho corrompiendo la justicia.  La justicia deliberadamente lenta es justicia corrupta.
LIDERAZGO RABÍNICO
En segundo lugar, los hombres de la Gran Asamblea discutieron el tema de la educación y el futuro del liderazgo rabínico y se pronunciaron a favor de enseñar a la mayor cantidad de alumnos posible. El Rab Durán explica que siempre existió un serio debate sobre este tema entre los sabios de Israel.  Un grupo de Sabios sostenía que había que aceptar en la Academia rabínica sólo a ciertos alumnos. El gran sabio Shammai, por ejemplo, dijo que él sólo aceptaría en su academia a un alumno inteligente, humilde, de buena familia y con un buen pasar económico (esto último, para que no se vea obligado a abandonar sus estudios prematuramente por necesidades económicas). Rabbán Gamliel también sostenía que sólo se deben aceptar alumnos que sean honestos e íntegros  (תוכו כברו), ya que de otra manera un alumno deshonesto, al convertirse en Rabino, podría utilizar su conocimiento de Torá para engañar a la gente, lo cual agregaría a esta falta una terrible profanación del nombre de Dios.     Por el otro lado, Hillel y un poco más tarde Ribbí El’azar ben Azariá sostenían que se debe enseñar Torá a todos los alumnos que quieran aprender, aunque no posean de antemano un carácter moral perfecto, ya que abundan los ejemplos de Talmidé Jajamim, sabios y grandes líderes rabínicos, que no venían de un pasado honesto (Resh Laquish, por ejemplo). Sin embargo, cuando estos jóvenes tuvieron la oportunidad de estudiar Torá, se corrigieron, ya que la Torá los transformó en personas íntegras.     Para resumir, algunos Jajamim pensaban que la Torá, el conocimiento y el prestigio de quienes la estudian, podrían ser mal utilizados por los alumnos que no tuvieran los pre-requisitos morales necesarios antes de ser admitidos en la Yeshibá. Mientras que otros rabinos sostenían que esa posibilidad era muy remota, ya que a diferencia de cualquier otro aprendizaje, estudiar Torá no consiste en adquirir un conocimiento informativo sino esencialmente formativo. La Torá nos «educa»y nos «transforma» en mejores seres humanos.  Y si bien, como el lector podrá apreciar, ambas opiniones tienen sus méritos, se podría decir que a la larga la opinión menos elitista, la que sostiene que no hay que limitar la admisión de alumnos, es la que finalmente se impuso.
El Rab Durán agrega un elemento adicional, una figura estadística, que justifica este enunciado de los hombres de la Gran Asamblea en favor de no limitar la admisión de estudiantes rabínicos.  Él dice citando la experiencia registrada por los Sabios del Midrash (Qohelet Rabbá 7:28) que una institución educativa que acepta 100 alumnos «normales» producirá 10 alumnos «sobresalientes». Y que de esos 10 alumnos sobresalientes, que seguirán estudiando, sólo uno o dos se transformarán en los líderes rabínicos de cada generación.



ABOT: El judío ideal i el ideal judío

כי ידוע הוא שהמעלה הגדולה אשר אין אחריה מעלה היא שיהיה האדם טוב לשמים וטוב לבריות
מגן אבות לרשב»ץ , הקדמה
Rabbi Shimon Duran (Rashbets, 1361-1444) explains in his introduction to the commentary of Pirqe Abot, Magen Abot, that the reason we study this Mishna before Shabuot, is to prepare ourselves to reach the level of «Hasidut».
«Hasid» is translated today as pious, or is usually associated with a movement of followers of a prominent rabbinical figure. We will see now how Rabbi Duran defined the concept of «Hasid» in his book. Rabbi Duran quotes the Gemara in Qiddushin 40a saying that we might find a man that is a «tsadiq», a righteous man, but not a good man. For example, when someone is very scrupulous in his relationship with God, but does not behave well towards his or her peers. Rabbi Duran explains that «the highest level, above which there is no other level, is when a person is good toward HaShem and good toward other people. And when a Yehudi reaches this ideal level he is called «Hasid». «Hasid», in other words, is the highest level a Jew should aspire to reach.
Let’s see now how Rabbi Duran describes in detail the characteristics of a Hasid.
1. CONNECTION WITH HASHEM
The ideal Jew must be in permanent contact with God. Since you’re up in the morning until you go to bed at night, you must have the name of HaShem in your lips. Praying three times a day, reciting the berakhot every time you eat, and studying Tora during throughout the day and at night. Rabbi Duran mentions that the epitome (the highest level, the almost «utopian») connection with HaShem was reached by the «Hasidim Rishonim», the «old Hasidim» mentioned by the Mishna Berakhot. They used to meditate at length in their prayers, a task that took nine hours of their day.  The first element that you must develop in order to be a Hasid is a very strong relationship with God. Having HaShem constantly in your heart, mind and lips. However, if a Jew only dedicates to cultivate his or her relationship with God, he is NOT considered a Hasid, an ideal or complete Jew. There are two other dimensions to be developed to achieve this ideal.
2. INTEGRITY
The Gemara in Baba Qama 30a tells us that the «Hasidim Rishonim», the same Jews who prayed nine hours a day, were also very scrupulous in their ethical behavior. These Hasidim, the Gemara says, were extremely careful not to steal or to cause any harm to anyone. The example mentioned by the Gemara, incredibly modern, illustrates how did the Hasidim Rishonim get rid of their broken glass or branches with thorns. While normal people would simply hide this type of waste superficially with a little soil, the Hasidim Rishonim dug a hole of at least 1 foot deep, and would placed there the broken glasses and thorns, to avoid causing any harm, even to those who perhaps years later might be working that parcel with their plow. These Hasidim were extremely careful in avoiding any direct or indirect harm or injury to others.
3. GEMILUT HASADIM
The third element that characterized the Hasidim Rishonim was «kindness», hesed, acts of goodness. Do not forget that the word «Hasid» comes from the word «Hesed». Hesed means my predisposition to help other people, even if they have not asked for my help. Sometimes Hesed consists in helping others with financial assistance (tsedaqa). Many other times, people need a different type of assistance, which cannot be bought or replace with money: for example, visiting a sick person, encouraging him, and bringing a word of encouragement and hope, is not something you can do with money, but with your «presence»and with your time. The same can be said of nihum abelim, comforting the relatives of someone who has just died. What brings comfort to the bereaved is our presence. Something similar happens when we invite people to our house for dinner on Shabbat, etc, hakhnasat orehim, we do not offer money but company, sharing time together. We do acts of Hesed, goodness, either with our money (tsedaqa) or with our presence and our time (gemilut hasadim).
Rabbi Duran gives us a good definition of what does it mean to be a role-model Jew. On the one hand, building and maintaining an ongoing relationship with HaShem, and on the other hand, being extremely honest, caring and above all generous and sensitive, doing everything in our power to help others, with our means and with our time.
Rabbi Duran concludes: Why should we study Pirqe Abot? Because this treatise of Mishna contains the advices of our sages to become a real «hasid», the best possible Jew with HaShem and with one’s peers.



ABOT 1:1: Una cerca alrededor de la ley

 

Al comenzar esta semana explicamos los dos primeros enunciados de los Anshé Kesenet haGeuedolá, los hombres de la Gran Asamblea, quienes se pronunciaron respecto a la justicia y a la educación (ver aquí).
Hoy examinaremos el tercer enunciado, la tercera pauta que establecieron estos legisladores de Am Israel hace 2500 años atrás. En este caso, se trata de un principio que tiene que ver no sólo con la ley, el orden y la educación sino también con el comportamiento individual.
«va’asú siyag laTorá» significa literalmente: «y haréis un vallado alrededor de la Torá», es decir, establecer leyes que protejan a la ley, y al individuo de sí mismo, de cometer una mayor transgresión involuntariamente. Y esto se hace «extendiendo» la prohibición un paso más atrás. Un vallado es lo que establece un guardabosque, erigiendo una cerca unos pasos antes de un precipicio, para que los que visitan el bosque no se acerquen demasiado al precipicio, y por distracción o por lo atractivo del paisaje, se puedan caer.
Hay muchísimos ejemplos de siyag la Torá en todas las areas de la ley judía (muqtsé, basar ‘of bejalab, harjaqot, etc.). Estos vallados son mandamientos rabínicos, humanos, establecidos como pautas de sentido común para resguardar los mandamientos Divinos, bíblicos.  Vale aclarar que no cualquier rabino puede establecer «vallados a la Torá». Solamente la Corte Suprema de Justicia Rabínica (בית הדין הגדול), que existió desde los tiempos de Moshé Rabbenu hasta la clausura del Talmud (año 500 de la Era común) puede promulgar este tipo de leyes.
Hay muchos ejemplos de este tipo de vallados en la sociedad moderna. A una persona que sufre de adicción al alcohol y se quiere rehabilitar se le aconseja no frecuentar bares, ni fiestas donde se bebe, ni salir con amigos que beben alcohol. Todos estos vallados y restricciones adicionales son necesarios para que quien quiere recuperarse de su adicción se proteja de sí mismo, y de la tentación que puede llegar a ser «irresistible». Es mucho más fácil resistirse de entrar a un bar que resistirse a tomar alcohol una vez que uno tiene una copa en la mano….
En la ley judía uno de los ejemplos más famosos de los «vallados a la ley» fue establecido por el Rey David y la corte que él, como juez principal, encabezaba. Esta ley se llama Iyjud.
La ley de Iyjud (ייחוד , se pronuncia «ijud») significa que un hombre y una mujer que no son marido y mujer, o padre e hija, etc. deben evitar recluirse o permanecer solos en una habitación u oficina que esté trabada o cerrada con llave.   La presencia de otras personas en el recinto, o incluso el hecho que el recinto donde están sea accesible desde afuera, evita o disminuye significativamente la posibilidad de cualquier tipo de acoso o abuso sexual. Y viceversa. Esta prohibición no existe en la Torá de una manera explícita. Fue legislada por el Rey David luego del incidente que tuvo lugar entre Amnón y Tamar.
El caso particular de Iyjud, es hoy, creo yo, más relevante que nunca.
En el aeropuerto de Nueva York, si alguien que pasa por los controles de seguridad del TSA lleva algo debajo de sus ropas, por ejemplo, un hombre que lleva el talit qatan abrochado con una tik-tak de metal, tendrá que ser escoltado a una oficina cerrada, donde se le ordenará sacarse la ropa. Pero todo ese tiempo, desde que entra hasta que sale, estará acompañado  siempre no por uno, sino por dos oficiales de su mismo género. Es como que el concepto de Iyjud, lejos de haber pasado de moda, cada vez se entiende y se aplica más como una precaucióncon muchísimo sentido común que evita situaciones potencialmente desastrosas.
Recuerdo que hace unos años participé en un congreso de rabinos organizado por la Orthodox Union. Un abogado nos habló sobre este tema y nos recomendó que, como regla, siempre que atendamos a una persona dejemos la puerta de nuestra oficina entreabierta o por lo menos sin llave, como una forma de prevención general. Nos contó que en los Estados Unidos hay una enorme conciencia sobre este tema y que muchos profesionales, médicos, dentistas, psicólogos han establecido pautas similares, evitando al máximo estar con un paciente o un cliente a solas en un cuarto cerrado, para prevenir situaciones –o denuncias– de abuso sexual.
Para terminar, hace unos 6 años atrás un rabino norteamericano tuvo una audiencia con el Papa anterior, Benedicto. Era el tiempo en que la Iglesia de Nueva York había recibido cientos de denuncias de abuso sexual, pedofilia, etc.      Este rabino, creo que con la mejor intención, le sugirió al Papa que la iglesia adoptase la ley judía de Iyjud, y la estableciera como política eclesiástica: ningún sacerdote se puede reunir a solas con un alumno, niña o niño, en un recinto cerrado. Y que siguiendo esta simple regla se reducirían al mínimo los problemas que causaban tanto daño a cientos o miles de menores.
No sé lo que pasó al final, pero una vez más me di cuenta de la infinita sabiduría de nuestros maestros, sabios y jueces que hace 2500 años supieron establecer leyes que recién hoy la humanidad llega a valorar, apreciar y emular.

 




ABOT, capítulo 4: Rabbi Yanai y el otro lado de la alfombra persa

רבי ינאי אומר אין בידינו לא משלוות הרשעים ואף לא מייסורי הצדיקים

Rabbi Obadia de Bertinoro (Bartenura) explica así las palabras de Rabbi Yanai: No está en nuestra posibilidad comprender por qué los malvados prosperan y por qué los justos sufren.

El tema del sufrimiento de los justos es sin duda uno de los más críticos y difíciles para una persona de fe: ¿Cómo entender que

D-s, siendo Omnipotente (=que todo lo puede) y Omnivolente

(= todo bondad) permita que los justos sufran?

Esta pregunta no es nueva. Como ya lo explicamos alguna vez, el primer Yehudí que formuló esta pregunta fue nada menos que Moshé Rabbenu, lama tsadiq vera lo  ¿Por qué los justos sufren? La Gemará atribuye la autoría del libro de Iyob a Moshe. En otras palabras, el libro de Iyob, que cuenta la historia de un hombre justo que sufre «injustamente», es la respuesta de Moshé a su propia pregunta.

Esta pregunta no es exclusiva del pueblo judío. Los filósofos le dieron un nombre especial: «Teodicea».  Así dice wikipedia: «….Leibniz se refería con Teodicea a cualquier investigación cuyo fin fuera explicar la existencia del mal y justificar la bondad de Dios…»

Pero si bien otras culturas y religiones se hicieron esta pregunta, la respuesta que formuló Rabbi Yanai es única, y en mi opinion, digna de admiración.

¿Que tienen en común la historia de Moshé, la de Iyob y las palabras de rabbi Yanai? Que todas ellas dejan la pregunta abierta, sin respuesta. En una demostración, creo que sin paralelo, de honestidad intelectual e integridad, rabbi Yanai, uno de los rabinos más importantes de su generación, confiesa que no tenemos una respuesta satisfactoria para este interrogante.

Hay que tener en cuenta que práctica y convenientemente todas las demás religiones se las han ingeniado para sacar de la galera cualquier tipo de respuesta que se acomode a la comprensión humana. Se han inventado todo tipo de rituales y hasta nuevas religiones para enfrentar este interrogante.  Para rabbi Yanai o para cualquier otro de los brillantes rabinos del Talmud, ¿no hubiera sido facilísimo inventar algún argumento que fuera aceptable para la gente?

Pero nuestros Jajamim eran íntegros, y cuando una información no la había recibido, no lo inventaban.  En este caso se podría decir que existe una tradición de escepticismo (o caución) respecto a nuestra posibilidad de comprender lo que HaShem hace. Es como que rabbi Yanai formuló una declaración de suma humildad y reconocimiento de nuestros limites intelectuales.

Pero, algo sí sabemos sobre este tema.  Sabemos por qué no lo sabemos.  O por lo menos lo podemos intentar: ¿Alguna vez vio Usted una alfombra persa? Esos tapetes con diseños tan hermosos y trabajados… ¿Y alguna vez vio Usted el otro lado del tapete, el reverso del tapete? Si observa bien verá que ese otro lado no conserva el diseño del frente. Es más, en el reverso del tapete los hilos de todos colores se cruzan unos con otros de una forma que parece errática, y caótica.  Cuando se mira el reverso de la alfombra persa no vemos un diseño, y las tramas no tienen sentido. Sólo cuando damos vuelta el tapete entendemos que el caos es sólo aparente, y que el diseño sólo se puede percibir de un lado.  Si tenemos en cuenta este ejemplo podremos comprender mejor lo que dice Rabbi Yanai: Sabemos que HaShem es Justo (dayan haemet) y Todopoderoso, y sabemos que todo lo que Él hace es parte de un diseño perfecto. El único problema es que no tenemos acceso a ese diseño.

Sólo podemos ver el otro lado de la alfombra….




ABOT 2:8 Materialismo en exceso

Hilel solía decir:
Cuánto más carne, más gusanos…
cuánto más Tora, más vida.

Esta Mishná nos enseña que el exceso en la satisfacción de nuestras necesidades básicas no es necesariamente bueno . Por el contrario, nos hace daño. Anticipándose a la visión de la medicina moderna sobre las devastadoras consecuencias de comer en exceso, el rabino Ytzjaq Magriso ( Turquia, sigly XVIII) escribe: «Hillel explica que todas las cosas materiales son temporarias y fugaces. Uno puede pensar que la felicidad consiste en la satisfacción excesiva de estos placeres, pero el efecto a largo plazo es lo contrario. El primer vicio citado por Hillel es comer en exceso … uno se siente bien y fuerte después de una comida abundante, y siente que puede continuar de esta manera para siempre. Pero el resultado neto es a menudo la obesidad… Excesos en comer y beber pueden derivar en muchas enfermedades… Como resultado de no mantener la boca cerrada, uno termina acortando la duración de su vida. »

El judaísmo no predica suprimir nuestras necesidades básicas. Por el contrario, alabamos al Creador por todo lo mundano que disfrutamos. Pero cuando nos entregamos a excesos materiales, nuestras necesidades físicas se trasforman en vicios o adicciones. Comer en exceso, consumir o comprar más de lo que necesitamos, la pereza excesiva, la obsesión con el sexo, etc. no conducen a la felicidad, sino muy a menudo a la autodestrucción.

El Rabino Magriso concluye que en estas áreas, «más es menos»

«Por lo tanto, cuanto más una persona se entrega a los vicios mundanos, en la creencia de que esto conduce a una vida feliz, lo contrario se convierte en realidad. Un hombre debe intentar vivir con lo necesario para una vida respetable y no buscar más.». Es muy beneficioso para nuestra propia formación y para la educación de nuestros hijos, aprender a usar, comprar y consumir menos de lo que podemos permitirnos gastar o pagar. En este sentido, «menos es más».

«Mientras que los excesos en el comer y el beber acortan la vida de uno, el estudio de la Torá la incrementa. Como dijo el maestro [en Pirqe Abot ] dice: ‘ Cuanto más Tora , más vida ‘ . »

En el área de estudio de Torá, más no es menos. Nunca nos graduamos de estudiar Tora. Nunca podemos decir «Ya lo sé todo » . El «saber» no es un elemento externo, como el dinero, que hoy tenemos y mañana podemos perder. El conocimiento de Torá se convierte en una parte integral de nuestra persona. Nuestro conocimiento de la Tora pasa a ser parte de nuestra neshamá (el ser, el verdadero yo, el alma) y persiste incluso después de que nos vamos de este mundo. Las cosas materiales quedan atrás, mientras que la Tora que estudiamos se queda con nosotros, literalmente, para siempre.




ABOT: ¿Quién tiene que saludar a quién?

רבי מתיא בן חרש אומר: הוי מקדים שלום לכל אדם

Rabbí Matiá ben Jarash fue un importante Tanná, un rabino del tiempo de la Mishná, que vivió en la segunda mitad del siglo II de la era común. Luego de la derrota de Bar Kojbá, Rabbi Matiá ben Jarash dejó Erets Israel, se instaló en Roma y fundó allí la que pudo haber sido la primera Yeshivá en Roma. Fue famoso por la extrema dedicación a cumplir las Mitsvot, tanto las Mitsvot hacia D-s, cuanto las Mitsvot hacia los demás.  Si bien es mencionado en varias baraytot, Rabbi Matiá no tiene muchas Mishnayot en su nombre. De hecho, solo hay 2 en todo la Mishná. Y una de ellas es la que aprenderemos hoy.

Rabbi Matia dice HEVE MAQDIM SHALOM LEJOL ADAM «Sé el primero en saludar a toda persona.»

Este gesto, ser el primero en extender un saludo a los demás, era considerado por los sabios como una gran virtud. ¿Por qué?

Porque en nuestras interacciones familiares y sociales siempre estamos esperando que alguien note nuestra presencia, que nos preste atención. Y muchas veces dos personas se ven y no se saludan, simplemente porque cada uno está esperando que el otro salude primero. Claro, es arriesgado ser el primero en saludar. ¿Qué pasa si la otra persona no me devuelve el saludo,  o no me saluda con la misma intensidad que yo lo saludé?  Por eso es que mucha gente prefiere no ser el primero en saludar. Optan por esperar que el otro dé el primer paso. Y a veces eso crea un círculo vicioso (no me saludas > no te saludo > no me saludas) destructivo y produce tensiones innecesarias.

Para romper este círculo vicioso Rabbi Matiá ben Jarash nos indica que seamos los primeros en saldar. Que nos sobrepongamos a nuestra timidez, o a nuestra vanidad, y saludemos primero.

Así, en lugar de un círculo destructivo estaremos generando un efecto domino positivo. Si yo saludo primero, especialmente si lo hago con una amplia sonrisa, es muy poco probable que sea rechazado.  En la mayoría de los casos, la gente no saluda primero por timidez, no por arrogancia.  Y la buena noticia es que cuando somos los primeros en saludar estaremos dando un ejemplo de buen conducta que suele ser imitado por los demás.

La Gemará cuenta que uno de los más grandes e importantes rabinos de todos los tiempos, Rabbán Yojanán ben Zakai, siempre se adelantó a saludar a los demás, aun a los gentiles que encotraba en la calle.

 רבן יוחנן בן זכאי, אמרו בגמרא: «שלא הקדימו אדם לשלום מעולם. אפילו לא נכרי בשוק

מסכת ברכות דף י»ז.

«Raban Yojanan ben Zakai, nunca fue anticipado en su saludo por ninguna otra persona, ni siquiera por un gentil en el mercado»

Yo tuve el gran zejut de conocer una persona que cumplía esta instrucción de los Jajamim y el modelo de Rabban Yojanán ben Zakai al pie de la letra. Me refiero a mi primer maestro, Rabbi Saadiá Benzquen, z»l. Shabbat por la tarde, luego de estudiar en su casa, caminábamos hacia la Sinagoga de la calle Piedras, unas cinco cuadras desde la calle Garay. Normalmente llevaría 5, 6 minutos llegar a la Sinagoga. Pero Ribbí Saadia tardaba media hora. ¿Por qué? Porque desde que salía de su departamento hasta que llegaba a la Sinagoga, rabbi Saadia saludaba a todas las personas que veía, todos gentiles. Todos. El portero, el que vendía diarios y revistas abajo de su casa, el de la farmacia,  el del quiosco de le esquina, y a todos los vecinos que encontraba en esas 5 cuadras. A todos saludaba con su nombre y con mucho afecto. Tal como lo indicó Rabbi Matiá ben Jarash y como lo hacía Rabbi Yojanán,  Ribbi Saadiá nunca esperaba que lo saludaran a él. Él era siempre el primero en extender el saludo.  La gente apreciaba tanto este gesto que todos, sin excepción, se paraban en veneración y admiración al ver este ser humano tan educado, humilde y generoso, que siguiendo las palabras de rabbi Matiá generaba este gran Qiddush haShem.




¿Cuándo NO debemos juzgar con el beneficio de la duda?

Ayer explicamos que dar a los demás el beneficio de la duda es uno de los 613 preceptos de la Torá. Entendimos también los enromes beneficios de juzgar a los demás con benevolencia: mi paz interior, la armonía que se desarrolla con quienes nos rodean, y la garantía de nuestros Sabios de que D-s me juzga y me juzgará con la misma vara con la que yo juzgo a los demás.

Ahora bien, la Torá me enseña que debo juzgar al hombre promedio tal como juzgaría al hombre integro:  dandole crédito, en situaciones de duda, ambivalentes, que podrían ser juzgadas positiva o negativamente.  Pero la Torá también me dice que hay excepciones a esta regla. De hecho, la Torá afirma que no debo ni puedo juzgar al rasha’, a los «malvados», a quienes tienen un record negativo, con el beneficio de la duda, ya que eso sería peligroso. Y en ese caso, si yo otorgara el benefico de la duda alrasha’, en lugar de ser una buena persona me transformaría en una persona ingenua, en el límite con imprudente.

El ejemplo que vamos a ver tiene que ver con política internacional.  Simplemente porque me resulta más fácil explicar este concepto con este ejemplo.  Aparte, el lector podrá apreciar que lo que explica la Torá, las limitaciones del benéfico de la duda, es perfectamente aplicable también más allá de nuestra vida privada.

Irán quiere hacer un trato con Estados Unidos y otras potencias mundiales. Y promete que sus plantas nucleares van a ser utilizadas con fines pacíficos. La pregunta es si en este caso se le debe otorgar a Irán el beneficio de la duda y confiar en que realmente va a cumplir con su palabra.

Veamos. La Torá dice que NO debemos dar el beneficio de la duda a quienes tienen un record absolutamente negativo.  Analicemos el caso de Irán.

Irán es cualquier cosa menos un país pacífico.  Algunos ejemplos.

1. En este momento, como lo explica la agencia de noticias israelí Debka (ver aquí ), está involucrado en 4 guerras simultáneas, y ninguna de ellas es una guerra de defensa, son todas guerras en la que Irán elige involucrarse para extender su influencia política. Irán está involucrado en la guerra del Líbano, en la guerra de Siria, en la guerra de Iraq, y muy recientemente en la guerra de Yemen.  Todas estas guerras tienen un costo de vidas humanas altísimo!

2. Como lo ha explicado el Primer ministro de Israel, Irán está detrás de un sinnúmero de actos terroristas, ente ellos el atentado a la AMIA en Buenos aires, Argentina.

3. Irán ha declarado en numerosos ocasiones que quiere borrar a Israel del mapa y nunca se desdijo.

Podemos dar muchos más ejemplos, pero creo que con este record es suficiente para establecer que de acuerdo al criterio de la Torá darle a Irán el beneficio de la duda, sería absolutamente imprudente y peligroso.    En casos como este la Torá me dice, que NO se debe otorgar el beneficio de la duda.

Ahora bien: el rasha’, el malvado, ¿Está condenado para siempre a ser juzgado desfavorablemente? Mientras continue en su status quo, sí.  Pero si un individuo o un pais, cambia, no con palabras sino con hechos, entonces habría que reconsiderarlo .

Sigamos con el ejemplo de Irán:

Imaginemos que Irán declara:  «Queremos usar nuestras plantas nucleares para fines pacíficos.» E inmediatamente se deshace de todas las armas nucleares que ya ha acumulado. A continuación, Irán suspende su involucramiento en la guerras con sus vecinos. No sólo eso, sino que también admite su responsabilidad  en el atentado a la AMIA, se disculpa y ofrece una compensación económica para los familiares de las víctimas. Y como si esto fuera poco, se desdice de sus amenazas contra Israel, y ofrece que Israel tenga su embajada en Teherán e que Irán abrá su embajada en Jerusalem….

Una serie de acciones en la dirección correcta modifica el status quo de una persona, una institución o un país. Pero mientras eso no ocurra, dar el beneficio de la duda es un acto suicida.

En conclusión: Juzgar con el beneficio de la duda demanda también claridad moral: ser capaces de identificar la maldad, la violencia y la injustica.




ABOT: Juzgar con el beneficio de la duda (1ra parte)

והוי דן את כל האדם לכף זכות

«Yehoshua ben Perajiá solía decir: hazte un maestro, adquiere un amigo,
y juzga a los demas con el beneficio de la duda.  «

Juzgar a los demás con el beneficio de la duda es una Mitsvá de la Torá. ¿Dónde aparece esta Mitsvá? En el libro de Vayiqrá 19:15 dice: betsedeq tishpot ‘amiteja, «con justicia juzgarás a tu prójimo». Los Jajamim explicaron así esta Mitsvá:

Hay 3 categorías de personas: el hombre justo, el hombre malvado y el hombre medio. El justo o tsadiq es aquel que tiene un record impecable de buenas acciones. Esas personas que son más angeles que humanos. No son muchos. Digamos, el 5% del total. En el otro extremo tenemos a los verdaderos malvados, resha’im, aquellos individuos egoistas, con malas intenciones y con un prontuario y un record que los condena.   También serán un 5% de la población total (el libro «The sociopath next door», afirma que los sociópatas son el 4% de la población). Y luego tenemos a las personas promedio: nosotros, aquellos individuos que por lo general tenemos intenciones nobles. Hacemos cosas buenas, pero tambien nos equivocamos. A veces somos egoístas y a veces somos altruistas. Este es el 90% de la población.

La Torá dice 3 cosas:

1. Al hombre justo, al tsadiq, tienes que juzgarlo con indulgencia. Incluso cuando percibas una situación sospechosa, mientras no tengas todas las evidencias frente a ti, juzgalo con el beneficio de la duda.

2. Al malvado, al que ya tiene un record de actuar con maldad, no le puedes dar el beneficio de la duda mientras no se arrepienta explicitamente y se corrija. Debes ser desconfiado, aun cuando parezca que quiere hacer algo noble (sobre este punto hablaremos más adelante).

3. ¿Y al hombre promedio? A la persona media debes juzgarla como si se tratará del  «tsadiq»,  le darás el beneficio de la duda, a menos que se demuestre lo contrario.  En otras palabras, esta Mitsvá, «con justicia juzgaras a tu prójimo»,  se debería leer más o menos así : » Juzgarás a tu prójimo (al hombre promedio) al igual que juzgas al justo (al Tsadiq)» . Así, de acuerdo a la Torá, debemos juzgar con indulgencia ¡a casi todas las personas!

Dar el beneficio de la duda tiene sus grandes beneficios.

Veamos por qué.

LESHON HARA: Cuando hablamos mal de otras personas (Leshón haRa), muchas veces lo hacemos repitiendo algo que escuchamos sobre esa persona, de lo cual es posible que ni siquiera tengamos evidencia. Si juzgamos a los demás con el beneficio de la duda, nos cuidaremos mucho más de no repetir «sospechas» o no darles crédito.  Si nos mantenemos en este principio evitaremos hablar Leshón haRa.

BAMIDDA SHEADAM MODED… «Con la misma vara que juzgamos a los demás, seremos juzgado en el cielo».  ¿Cómo queremos ser juzgados por HaShem, luego de 120 años? ¿Esperamos que nos juzgue con severidad, o con indulgencia? ¿Seguramente pretendemos que el Juez Supremo siempre encuentre un atenuante, una justificación para nuestros errores?   Los Jajamim explican que HaShem  nos juzgará con la misma vara que usamos para juzgar a los demás.  Si aprendimos a juzgar a los demás con el beneficio de la duda, así seremos juzgados por HaShem.

Habria que agregar que no sólo HaShem nos juzga como juzgamos a los demás: por lo general nuestros gestos y actitudes se reflejan, son imitados por la gente que nos rodea: si quieres que las demás personas te juzguen con indulgencia, que no se apresuren a sospechar de ti, que no te condenen antes de tener toda la información en mano, entonces aprende a juzgar a los demás con el beneficio de la duda.

(Continuará…)




PIRQUE ABOT: ¿Qué es el alma?

דע לפני מי אתה עתיד ליתן דין וחשבון

Aqabiá ben Mahalalel nos explica que la mejor forma de evitar pecar es recordar que luego de esta vida daremos cuenta ante D-s por lo que hemos hecho mal en este mundo.  Pero una vez que dejamos este mundo, ¿De qué manera ocurrirá este juicio?

Como dijimos anteriormente, nuestros Sabios nos enseñaron que el alma sobrevive la muerte del cuerpo.  Y que son nuestras almas las que se enfrentarán al Todopoderoso en el juicio celestial.

Hoy me gustaría explicar, muy brevemente, a qué nos referimos  cuando decimos «alma», o en hebreo neshamá.

En realidad, la mejor forma de describir el alma sería a través de la formula matemática:  ALMA  = YO – MI CUERPO. Vamos a profundizar un poco esta ecuación.

1. ALMA MORAL: Para entender neshamá hay que pensar en  «mente»,  en oposición a «cerebro».  Mi mente (Yo!) es la que decide, la que toma las decisiones. Nuestra libertad de elección no es una función cerebral o natural. Los animales tienen cerebro, y hasta cierto tipo de inteligencia Pero los animales no pueden tomar una decisión moral. En otras palabras, no pueden decidir entre un  «instinto» y un «valor». Por ejemplo, si un animal tiene hambre no puede decidir no comer y darle la comida a un animal de otra especie. Los animales no tienen «alma», sino instintos de supervivencia. El ser humano, por el contrario, puede tomar una decision moral, y elegir no comer y darle esa comida a otra persona.  La que toma este tipo de decisiones es el alma/mente. El alma es el verdadero «yo».

2. CONCIENCIA, MEMORIA: Más allá de la mente, el alma contiene -y retiene después de morir- nuestra identidad y conciencia. En otras palabras, aunque nuestros cuerpos mueren, todavía preservamos la noción de quiénes somos y fuimos, y en cierta forma, aunque desprovistos de cerebro , aún podemos pensar y percibir, obviamente de una manera completamente diferente a la que estamos acostumbrados.  Tan distinta qué es imposible imaginarla, cuanto más, describirla con palabras.  Cuando decimos que el alma preserva la «memoria» nos referimos a la película de nuestras vidas. No estamos hablando de las filmaciones que registran nuestras fiestas de cumpleaños o las vacaciones en Disneylandia, sino particularmente la memoria de nuestros actos morales: lo que hicimos bien y lo que hicimos mal, hacia D-s y hacia el prójimo.  Fue mi «alma» (yo!) quien decidió actuar bien o mal.   Eso es lo que dice Aqabia ben Mahalalel, es mi alma (YO menos MI CUERPO), mi conciencia, la «mente», quién tomó las decisiones, y quien enfrentará el juicio final.

3. MADUREZ ESPIRITUAL: Más allá del juicio final, los Jajamim también hablan del placer del mundo por venir. Este placer fue descripto como «el placer de estar frente a la Presencia Divina» y este placer depende totalmente del nivel de madurez que alcanzó nuestra neshamá. El alma/neshamá tiene la potencialidad de crecer. Y al igual que nuestro cuerpo, la neshamá necesita ser alimentada para crecer o «madurar».   Si no, no es que el alma muere, pero quedará en un estado «infantil», de subdesarrollo, incapaz de percibir y disfrutar de la Presencia Divina en el mundo por venir. Cómo si alguien estuviera escuchando el mejor discurso del mejor orador del mundo, pero no entiende su idioma. ¿Cómo crece nuestra neshamá?  Es a través de nuestra neshamá que establecemos nuestro contacto con D-s. Nuestra conexión con D-s, ידיעת השם se incrementa a través de nuestra neshamá. A diferencia de nuestro cuerpo, que HaShem formó del polvo de la tierra,  el alma proviene directamente de HaShem. Y su evolución depende de esta conexión con D-s: el alma de un Yehudi crece cuando estudiamos Su Torá, cuando rezamos a D-s y cuando hacemos Su voluntad.   Si nuestras almas no tienen y mantienen esta conexión con HaShem, entonces el alma permanece en su estado inmaduro, infantil: se hace irrelevante, y sin una neshamá madura nos podemos transformar en seres egoístas o materialistas.

Mañana, BH, vamos a escribir sobre un Jajam, rabbi Shimón bar Yojai, que llegó a un nivel espiritual altísimo, tan alto que, excepcionalmente, el diá que falleció, Lag La’Omer,  se celebra como si se tratará de su «graduación» (o Hilulá, como decimos los Sefaradim).