TERUMA: El respeto a lo que uno fue

Uno de los elementos del Mishkan que se describen en la Parasha de esta semana es el Arca del Pacto, o aron haberit.  El Arca se encontraba en el interior del Qodesh HaQodashim, el area más sagrada del mishkan y luego del Bet haMiqdash, a al cual solo tenia acceso el Cohen Gadol en Yom Kippur.
¿Qué había dentro del Arca del Pacto? Ente otras cosas (Sefer Tora, una muestra del man y la vara de Aron haKohen) el Arca contenía las dos Tablas de Piedra con los Diez Mandamientos. Lo que hay que recordar es que Moshé rompió las primeras Tablas , para evitar incriminar al Pueblo de Israel cuando adoraban al becerro de oro. El Arca, por supuesto, contenía las segundas Tablas de Piedra con los diez mandamientos. Y la pregunta es  ¿Qué paso entonces con los restos de las primeras tablas? Nuestros Jajamim afirman que los fragmentos de las primeras tablas también fueron colocados dentro del Arca, junto a las segundas Tablas (lujot veshibre lujot munajim baaron).

¿Y qué podemos aprender del hecho de que tanto las Tablas de piedra enteras y los restos de las primeras tablas estaban en el mismo lugar sagrado?

En primer lugar, aprendemos que un elemento que tuvo qedusha(santidad) no puede ser descartado de una forma no-honorable. ¿Qué debemos hacer entonces con elementos que, por ejemplo, tienen el nombre de HaShem -digamos un Sefer Tora,  Tefilin, una Mezuza-  pero que por alguna razón ya no se pueden arreglar o usar más? De acuerdo a la ley judía cuando uno de estos elementos o sus accesorios (llamados tashamishé qedusha) caen en desuso no se pueden tirar. Hay que guardarlos hasta que puedan ser enterrados.  Es por eso que en toda sinagoga hay una Geniza, generalmente una caja grande, donde se colocan estos objetos religiosos que ya no se utilizan más. Eventualmente todos estos elementos seran llevados a un cementerio donde están enterrados. De acuerdo al Shuljan aruj, un Sefer Tora en desuso (pasul) se enterrará junto a un Talmid Jajam.

Al igual que los fragmentos rotos de las Tablas de Piedras, aunque ese Sefer Tora ya no tiene la misma santidad de antes, y ya no «sirve» para ser leído, igual le tenemos un gran respeto .

Los Jajamim dijeron algo extraordinario: que esta misma conducta la debemos tener con los seres humanos. El ejemplo que ellos dieron es el de un Sabio de la Torá que siempre fue respetado y honrado por su sabiduria y su profundo conocimiento. ¿Qué pasa si ese Sabio deja de ser un sabio? ¿Qué pasa si por ejemplo, sufre de Alzheimer, o senilidad, y pierde sus conocimientos,  y ya no recuerda casi nada de lo que sabia? Este individuo es como un fragmento roto de lo que era aquel gran Sabio. Su memoria está destruida. Su sabiduría, «hecha pedazos». Este hombre ya no sirve ningún propósito practico.  ¿Dejamos de honrarlo? Nuestros rabinos nos enseñaron que a esta persona senil o con Alzheimer  le debemos el mismo respeto y honor que le brindábamos antes. Y esto lo aprendemos del Arca, que contenía en el mismo lugar de honor, no sólo las tablas enteras sino también los pedacitos de las tablas rotas que ya «no servian más».

Am Israel es, y debe seguir siendo, un ejemplo en cuanto al Honor a los padres y a los mayores, sin importar la condición que estén. Es importante tener esto muy en cuenta porque vivimos en una sociedad de consumo, donde sólo se honra lo que sirve, y en la cual algunas personas, especialmente las personas mayores, son tratadas como artículos descartables que cuando no se usan,  ח״ו se descartan.

Nuestra Torá nos enseña que el honor se debe aún a lo que ya fue.

SHABBAT SHALOM!




MISHPATIM: La Torá, Hammurabi y los derechos humanos

ואלה המשפטים אשר תשים לפניהם
     … כי תקנה עבד עברי
La Parashá de esta semana contiene un gran número de Mitsvot, 53. Casi todos estos preceptos se categorizan como   «Mishpatim» o leyes civiles. ¿Que tienen de especial estas leyes?
La primera letra de esta Parashá, la «VAV» en hebreo, cumple la función del nexo copulativo como «Y…» en español. Los Sabios siempre prestan atención a la presencia de esta letra y explican cuál puede ser la asociación entre el texto anterior a la «Y» y el texto que le sigue. Los Sabios del Midrash indican que así se confirma la continuación temática entre los Diez Mandamientos, mencionados en la Parashá anterior, y nuestra sección semanal, afirmando que las leyes que se van a mencionar en nuestra  Parashá  son, en cierta manera, una extensión (algunos dicen: ilustraciones prácticas) de los Diez Mandamientos.
Antes de que la Torá fuera entregada, Moshé juzgaba al pueblo de acuerdo a su propio criterio, que si bien (y sin duda) era un criterio de una moral intachable, seguía siendo en definitiva un criterio humano. Al iniciar esta Parashá HaShem le dice a Moshé que éstas leyes, las leyes que vienen de Dios, serán de ahora en más las reglas «que enseñarás y a través de la cuales juzgarás al pueblo judío» . Primera gran lección. El criterio humano, por más íntegro que sea, no es suficiente. Y tiene que ser reemplazado por el Divino, no solo porque puede ser subjetivo sino también porque es «relativo». Es decir, cambia de acuerdo a los tiempos, las modas, las culturas y muchísimos otros factores psicológicos, sociológicos, etc. Solo una ley Divina puede ser eterna, universal, y con valores morales que nunca pasan de moda.
Pero hay algo aún más fascinante. Un gran ejemplo de por qué los seres humanos «necesitamos» leyes Divinas. Las leyes aquí presentadas, constituyen el primer código legal bíblico. Una preconstitución con 53 artículos. Quisiera comparar un pequeño aspecto –que bien podría pasar desapercibido — entre el código de leyes presentado en Mishpatim y otros códigos de leyes modernos. La Constitución Americana o la Constitución Argentina (y estimo que es el mismo caso en la mayoría de las constituciones de los países civilizados) comienzan con temas relacionados al Gobierno: la conformación del congreso, la autoridad del senado, y todo lo relativo al presidente y a los ministros, etc. En la Torá también hay leyes del estado, del tribunal, de los sacerdotes, del rey. Pero, muy significativamente, el código de Mishpatim comienza por las leyes del individuo más débil y desprotegido: el עבד עברי, literalmente: el esclavo hebreo (conocido en inglés como «indentured servant»  que ChatGPT incorrectamente me lo traduce como «servidumbre contratada»). Este caso es el de hombres o mujeres que por su pobreza o sus deudas debían trabajar como sirvientes hasta pagar lo que debían. Era algo extremadamente común en el pasado. De cualquier manera , estos individuos con deudas, eran más pobres que los pobres, en términos de status, eran las personas «menos importantes» de la sociedad. Y por lo tanto, los más vulnerables y expuestos al abuso por parte de sus amos o patrones.
Increíblemente, el primer tema, la primera ley que presenta el código de Mishpatim no es el de los individuos poderosos o gobernantes, ¡sino la ley de los más vulnerables! ¿Y que dice esta ley? Mishpatim habla de los derechos del esclavo: el plazo de su servidumbre será ilimitado, se lo deberá tratar sin violencia ni abuso, no se lo podrá discriminar ni obligar a hacer trabajos humillantes, se lo deberá compensar al final de su trabajo e indemnizar si el patrón lo hiere, etc.  ¡ESTO ES ABSOLUTAMENTE SIN PRECEDENTES Y ÚNICO! Especialmente en las sociedades antiguas contemporáneas a la Torá, hace 3500 años atrás. Tomemos por ejemplo el famoso código de Hammurabi, que obviamente habla de los esclavos, pero no de sus derechos sino de sus obligaciones hacia sus amos, y los severos castigos por desobedecerlo. Por ejemplo, el último artículo del código de Hammurabi, el 282 dice así: «Si un esclavo es encontrado culpable de haberle dicho a su amo: ‘Tú no eres mi amo’, su amo le cortará la oreja» (ver otros ejemplos similares aquí ).
¿Por qué la Torá comienza por los derechos del más débil? Simplemente, porque fue escrita por Dios y no por el «soberano» o «tirano» de turno: . Y Dios, el verdadero Dios, ¡se concentra primero en los derechos de los más débiles! Como lo vemos claramente un poco más adelante en esta misma Parashá: La Torá enfatiza el castigo –a un empleador o patrón– por el abuso a los más desprotegidos, las viudas y los huérfanos. Shemot 22:21-23: «No abuses de la viuda o del huérfano. Porque si de alguna manera los explotas, cuando ellos clamen hacia Mí (en su dolor), te aseguro que oiré su clamor. Y mi enojo se encenderá contra ti…».
Sólo la Ley Divina, la Torá, se preocupa primero por los derechos de los más vulnerables y de los que menos tienen.



MISHPATIM: Abusados que no abusan

וְגֵר לֹא תִלְחָץ וְאַתֶּם יְדַעְתֶּם אֶת נֶפֶשׁ הַגֵּר כִּי Exodo 23:9 גֵרִים הֱיִיתֶם בְּאֶרֶץ מִצְרָיִם.
Por lo general, se dice que cuando alguien abusa de otra persona es porque alguna vez fue abusado. El trauma que le causó su experiencia y su sufrimiento se proyecta ahora sobre la nueva víctima. El psicólogo uruguayo Robert Parrado explicó en una entrevista que en un estudio sobre abusadores se encontró que “…el 100% de los abusadores que tratamos fueron víctimas de abuso cuando niños”. ver aqui.. El abuso se vuelve repetitivo, ad nauseam. Porque la nueva víctima inevitablemente se convertirá en abusador. Los niños maltratados serán abusadores adultos. Las víctimas de la violencia se convertirán en depredadores violentos. Y perseguidos, en perseguidores. El ciclo de «abusados» y “abusadores” se crea y se recrea a través de las generaciones. ¿Cómo puede la sociedad superar esta repetición compulsiva? ¿Cómo se puede reparar este ciclo de abuso?

DERECHOS DEL ESCLAVO?
La Parashá de esta semana, Mishpatim, contiene una gran cantidad de leyes en lo que constituye el primer código de la ley judía después de los Diez Mandamientos. Vale la pena analizar la primera de estas leyes, la del esclavo hebreo (עבד עברי). Cuando un hombre es vendido como sirviente —generalmente de manera voluntaria debido a una pobreza extrema, o porque robo y no tienen los medios para pagar su deuda. La Torá menciona algunos de los detalles de la relación entre el amo y el sirviente. Pero sorprendentemente, especialmente para esa época y contexto, la Tora NO se refiere en absoluto a las obligaciones de los esclavos hacia sus amos, sino a otra cosa, completamente inesperada y prácticamente inexistente en esto tiempos: los derechos del esclavo. Por ejemplo: la cantidad máxima de años que puede trabajar un esclavo; sus derechos conyugales, que permanecen vigentes durante la esclavitud; su derecho a ser tratado humanamente y con dignidad, e incluso su derecho a una indemnización después de que termine la esclavitud. Recuerden que estas leyes se están presentando a personas que hasta hace unas semanas atrás habían sido «esclavos» del tirano Faraón. Y en Egipto fueron tratados con violencia y humillación, y se les privó de todos los derechos básicos. Ahora, en unos años, al ingresar a la Tierra Prometida, muchas de estas personas podrán tener sus propios esclavos. Serán “amos», porque la esclavitud, especialmente la servidumbre voluntaria, (indentured servant), era muy común en esos días.

ROMPIENDO EL CIRCULO VICIOSO
Tratemos de imaginar ahora el impacto psicológico de esta «declaración de derechos humanos» en la mente de los hebreos. Al mencionar la esclavitud, hay un reconocimiento del trauma que los judíos soportaron durante más de dos siglos. Pero la Ley Divina ahora requiere superar la peligrosa tendencia a la auto-victimización y el resentimiento. Y propone un cambio de paradigma, difícil, pero no imposible. Es como si Dios le dijera a su pueblo elegido: “Lo que has vivido en el pasado, lo que has sufrido, no puede condicionar tu comportamiento con tus propios trabajadores. Los egipcios abusaron de ti, pero ese trato fue incorrecto. Lo condeno, pero también lo prohíbo. El abuso no se puede repetir. Lo peor que podría pasarte es que debido a que fuiste abusado, ahora te conviertas en un abusador. Por lo tanto, te estoy enseñando que cuando los roles se inviertan y te conviertas en un “patrón», no debes repetir el comportamiento de tus opresores «. La Tora convierte la experiencia negativa, el abuso del individuo débil, en algo totalmente positivo y constructivo para la nueva sociedad judía: empatía con los más vulnerables.

LA VERDADERA BONDAD CON LOS EXTRANJEROS
En esta misma Parashá, la Tora también transmite esta idea poderosa y revolucionaria en un contexto similar. El trato del “GUER”, es decir, el inmigrante que suele llegar sin familia a trabajar en otro país. Excepto en la nación judía, en la antigüedad estos trabajadores extranjeros no estaban protegidos por la ley local. Eran el epítome de la vulnerabilidad y, en general, sus amos abusaban de ellos. La Torá nuevamente nos sorprende: (Éxodo 23: 9): “No oprimas al extranjero, porque bien sabes lo que significa ser un extranjero, ya que fuisteis extranjeros en Egipto” El trauma del abusado – y su «inevitable» compulsión de abusar de otros – debe canalizarse de una manera diferente. La Torá nos enseña a “liberarnos” del círculo de abusados / abusadores, indicando que no estamos condenados al abuso. Y la mejor (o única) forma de romper el círculo del abuso consiste en comportarnos con más compasión con aquellos que están bajo nuestro poder. Siguiendo las instrucciones de la Torá, los ex esclavos judíos lograrán lo que aún hoy parece imposible: superar la necesidad psicológica de abusar de otros, para compensar el trauma de haber sido abusados en Egipto. Esta es también una forma de expresar «libertad», en este caso, la libertad psicológica que redime a una persona maltratada y rompe el círculo atroz del abusado / abusador.




MISHPATIM: Los derechos de la esposa judía

La Ketubá, acta de matrimonio judío,  establece las obligaciones del marido hacia su mujer (ver más aquí) Cuando el novio declara a su futura esposa que la está tomando legalmente como su esposa «de acuerdo con la ley de Moisés e Israel», el novio acepta todas las responsabilidades de un honorable marido judío.

En la Perashá de esta semana, Mishpatim,  la Torá establece las tres obligaciones principales del marido hacia su esposa

1. she-erah: proporcionar a su esposa su sustento

2. kesutah: abastecer a su esposa de su ropa y su residencia

3. ‘onatah: convivir con ella.

1. Sheerah. La primera responsabilidad del marido es mantener a su esposa económicamente. Este es el primero de los 3  deberes establecidos por la Torá (Éxodo 21:10), que en el lenguaje de los rabinos se llama «mezonot» («comida», la pensión alimenticia).

Algunas ilustraciones de Maimónides sobre este punto, tomando en cuenta los usos y costumbres de la época del Talmud:

MT, Ishut 12:10-11: «El marido está obligado a suministrar comida a su esposa y a sus hijos de acuerdo a sus medios materiales. Una persona pobre solamente deberá proporcionar dos comidas basicas al día. Mientras que un marido en buena posición debe proveer a su mujer y familia alimentos nutritivos (carne, pescado, o lo que sea la costumbre local de las personas afluentes) todos los días.»

MT, Ishut 12:16-17: «Si el esposo se va de su casa por un viaje de negocios en el extranjero (en la antigüedad la gente viajaba al extranjero durante meses o años, y prácticamente no había ninguna posibilidad de comunicación. YB) y la esposa se queda sin medios materiales para obtener sus alimentos, la corte rabínica puede confiscar y vender las propiedades del marido, sin su consentimiento explícito,  para proveer de alimentos a su esposa e hijos, con la condición que hayan pasado por lo menos tres meses desde que el marido salió de su casa. La corte rabínica asume en principio que cuando un marido judío responsable sale de viaje generalmente deja a su familia lo necesario para mantenerse por lo menos por 90 días.

2. Kesutah. Literalmente significa «su ropa, o su vestuario». El marido judío está obligado a proporcionar a su mujer la ropa adecuada, los muebles necesarios y un lugar de residencia.

Ilustraciones: Vestimenta: El marido tiene que suministrar a su mujer la ropa apropiada para cada estación del año. En cuanto a la calidad del vestuario , la regla es que el marido debe proveer a su esposa con un nivel de ropa de acuerdo con: a) lo que el marido puede permitirse, y b) la costumbre local. Por ejemplo, las necesidades sociales de una mujer que vive en el campo no son las mismas necesidades de una mujer que vive en la ciudad (Maimónides, MT ishut 13: 2). Esta categoría también incluye la obligación del marido de proporcionar a su esposa artículos que no son de primera necesidad (o superfluos), tales como joyas, cosméticos, etc., a un nivel que resulte del balance entre las posibilidades financieras del marido y las necesidades sociales de la esposa (13:4).

Lugar de residencia: El lugar de residencia a veces se registra por escrito en la Ketubá, si el marido y la mujer lo han acordado de antemano. Si el marido desea cambiar el lugar de residencia acordado, se espera que la esposa no se oponga. Algunas excepciones son:  1. Un barrio de mala reputación (13:15): la esposa puede negarse a trasladarse a una ciudad o un vecindario violento o corrupto. 2. Israel: si la pareja acordó vivir en Israel, la esposa puede negarse a salir de Israel; o si viven en Jerusalem, ella puede negarse a salir de Jerusalem. (13: 19-20). En este caso, no have falta ninguna otra razón de parte de la esposa para justificarlo.  

3. ‘Onatah. En la Ley bíblica, se conceden de manera explícita los derechos conyugales a la esposa. La Torá indica en Éxodo 21:10 que el marido «no debe privar a su esposa de su comida, su ropa y sus derechos conyugales». En las palabras de Maimónides, un marido que priva a su mujer de intimidad, deliberada o maliciosamente, transgrede la obligación de ‘onatah, y es un causal válido de divorcio. Esto no se aplica, sin embargo, cuando por ejemplo, hay temas de salud de por medio. ( MT, ishut 14:7).  El Talmud también analiza la frecuencia esperada de los deberes conyugales del marido, en base a su ocupación y trabajo (14: 1). También se espera que la esposa cumpla con sus deberes conyugales. Y una mujer que sin una razón justificada (kede letsa’aro) niega permanentemente a su marido de sus derechos conyugales, se considera una esposa rebelde (moredet) y pierde el derecho a la compensación establecida en la Ketubá en caso de divorcio (14: 9).

Es importante aclarar que el propósito principal de Mitsva de  ‘ona es reforzar el vínculo de amor entre esposo y esposa, y que el esposo nunca deje de prestarle la atención debida a su esposa. En una Mitsvá separada, la Torá indica el mandamiento de tener hijos (perú urbú). Vale aclarar que la Mitsvá de ‘ona, intimidad (el eufemismo hebreo dice literalmente: “pasar tiempo con ella”) es independiente de la intención de procreación. Por lo tanto, incluso cuando la concepción no es posible –durante el embarazo o cuando la mujer está bajo tratamiento por control de la natalidad, o cuando la esposa ya no puede tener hijos– se espera que la pareja siga manteniendo una relación íntima activa.

 

FROM ENCYCLOPEDIA JUDAICA

The act of marriage creates certain rights and duties between husband and wife. In performing them, both parties have to conduct themselves according to the following rules, comprising the fundamental principles for the relationship between husband and wife in Jewish law: «Thus the sages laid down that a man shall honor his wife more than his own self and shall love her as he loves himself, and shall constantly seek to benefit her according to his means; that he shall not unduly impose his authority on her and shall speak gently with her; that he shall be neither sad nor irritable. Similarly they laid down that a wife shall honor her husband exceedingly and shall accept his authority and abide by his wishes in all her activities…» (Maim. Yad, Ishut 15:19–20).

General Rights and Duties

A husband has ten obligations toward his wife (or her descendants) and four rights in respect of her. The obligations are (a) to provide her with sustenance or maintenance; (b) to supply her clothing and lodging; (c) to cohabit with her; (d) to provide the *ketubbah (i.e., the sum fixed for the wife by law); (e) to procure medical attention and care during her illness; (f) to ransom her if she be taken captive; (g) to provide suitable burial upon her death; (h) to provide for her support after his death and ensure her right to live in his house as long as she remains a widow; (i) to provide for the support of the daughters of the marriage from his estate after his death, until they become betrothed (see *Marriage) or reach the age of maturity; and (j) to provide that the sons of the marriage shall inherit their mother’s ketubbah, in addition to their rightful portion of the estate of their father shared with his sons by other wives. The husband’s rights are those entitling him: (a) to the benefit of his wife’s handiwork; (b) to her chance gains or finds; (c) to the usufruct of her property; and (d) to inherit her estate (Yad, Ishut 12:1–4; Sh. Ar., EH 69:1–3).

These rights and duties both derive from the law and not from mere agreement between the parties: «a man, by marrying a woman, becomes obligated to her in ten matters and acquires rights against her in four matters, even if they have not been taken down in writing» (Yad, Ishut 12:5; Sh. Ar., EH 69:1), i.e., the said rights and duties devolve as a matter of law from the act of marriage, whether or not a ketubbah deed is written and «writing thereof does not add and the absence thereof does not detract» (Resp. Ribash no. 480).

PARTICULARS OF THE RIGHTS AND DUTIES

The Wife’s Rights

SUSTENANCE

See *Maintenance.

CLOTHING AND LODGING

This includes the right to household utensils and furniture and to a home of a reasonable standard in accordance with local custom (Yad, Ishut 13:3, 6; Sh. Ar., EH 73:1, 7). The scope of this right is governed by the rules pertaining to the law of maintenance, since, for the purpose of the legal rights of the wife, the concept of maintenance – in its wider meaning – embraces also the above-mentioned right (Tur, EH 73). By the same token the wife loses her right to claim raiment from her husband whenever she forfeits her right to maintenance (Rema, EH 69:4).

The place of residence (town or village) is determined by the husband, since it is presumed that they so agreed in advance and the wife cannot object to her husband changing their residence unless there was an agreement, express or implied, that they would not move to another place without her consent (Sh. Ar., EH 75:1; PDR 2:233, 3:161, 163, 5:20, 22, 57). However, the husband must have reasonable grounds for deciding on a change against the will of his wife, e.g., for reasons of health, or his livelihood, or the fact that the matrimonial peace at their existing home is disturbed by his or her relatives (Resp. Ribash nos. 81, 88; PDR 1:271, 274–5; 2:233, 237; 5:36, 54, 57). The wife is not obliged to agree to a change of residence if this should be detrimental to her position, e.g., because her relationship with her husband is such that she has reasonable grounds for her reluctance to move beyond the proximity of her relatives, or because the new home will be inferior to the old home, or if she can justify her refusal on the grounds that she does not wish to move from a town to a village or vice versa (Sh. Ar., EH 75:2; PDR 1, 2, loc. cit. 3:161, 163).

These rules do not apply in their entirety to Ereẓ Israel vis-à-vis other countries, nor to Jerusalem vis-à-vis other places in Ereẓ Israel. In such cases the rule is that a spouse who genuinely prefers as his place of residence Ereẓ Israel to any other country, or Jerusalem to any other place in Ereẓ Israel, need not bow to the wishes of the other spouse. In effect, therefore, the law favors the party genuinely seeking to settle in Ereẓ Israel or Jerusalem, or refusing to depart therefrom, even if, for example, this should entail the loss of better economic opportunities elsewhere, unless there is reason to fear that in Ereẓ Israel or in Jerusalem they might become in need of charity (Sh. Ar., EH 75:3, 4; Pitḥei Teshuvah, ibid., 6; PDR, 5:20, 36, 66). However, if settling in Ereẓ Israel involves any danger for the parties, neither spouse may compel the other to do so (Tos. to Ket. 110b, S.V. «hu Omer la’alot: Sh. Ar., EH 75:5; for a contrary opinion, cf. Tur, EH 75; see also PDR 5:20).

The husband likewise determines the place of the dwelling within the town or village, but each of the parties must comply with the other’s request to move to another dwelling and cannot refuse to do so on the ground that he or she is not particular about the matters complained of by the other spouse, provided only that the request is genuine and justified in the circumstances, e.g., on the grounds that neighbors are habitually insulting, or that they are given to prostitution, or to desecration of the Sabbath, and the like (Yad, Ishut 13:15; Sh. Ar., EH 74:11–12). If the wife refuses, in defiance of these rules, to accede to her husband’s just demands concerning their place of residence, she is liable to forfeit her right to maintenance since she is only entitled thereto as long as she lives with him; moreover she is likely to be considered a moredet (see below) and may eventually be obliged to accept a bill of *divorce (Sh. Ar., EH 75:4, PDR, 3:161, 163, 164; 5:20, 23–28; 6:5, 9). Similarly, upon the husband’s unreasonable refusal to accede to his wife’s just demand to continue living in Ereẓ Israel, he may be ordered to provide maintenance for her – even though they live apart – and eventually to grant her a divorce with payment of her ketubbah; and if necessary, she may also demand an injunction restraining him from going abroad (PDR 5:20, 24, 29, 36, 57–59, 66).

COHABITATION

The husband’s duty to cohabit with his wife stems from biblical law (Ex. 21:10) and he is obliged to do so according to his physical abilities and in so far as it is possible for him, having regard to the requirements of his occupation (Yad, Ishut 14:1, 2; Sh. Ar., EH 76:1–3). If he is unable to fulfill this duty the wife is entitled to demand a divorce (Yad, Ishut 14:7; Sh. Ar., EH 76:11) unless there are reasonable prospects, on the strength of medical evidence, that he may be cured of his disability (PDR 1:85–89; 3:84–89; see also *Divorce).

Mored («rebellious» husband). A husband who refuses, without justifiable reason, to cohabit with his wife is called a mored (Ket. 63a; Yad, Ishut 14:15), but he is not so regarded if he refuses to fulfill his other obligations toward her (ibid. and Maggid Mishneh, Ishut 14:15; Baḥ, EH 77). Proof that her husband is a mored entitles the wife to demand that he be obliged to grant her a divorce, and if necessary, that he be compelled to do so (on the distinction, see *Divorce). As long as the husband persists in his refusal to cohabit with his wife, she is entitled to demand that the amount of her ketubbah be increased from week to week, as may be determined by the court and to receive the increased ketubbah upon the grant of the divorce (Ket., Yad, and Maggid Mishneh, ibid; Sh. Ar., EH 77:1). In such event the wife’s remedy is not necessarily limited to seeking a divorce – lest the husband be enabled thus indirectly to compel his wife to a divorce – she may alternatively demand that her husband be obliged to pay her maintenance only without prejudicing thereby her right to receive the increased ketubbah when later seeking a divorce (Sh. Ar., EH 77:1Piskei ha-Rosh Ket. ch. 5:32). The husband will not be regarded as a mored when he can adduce facts in support of his plea that his wife is repulsive to him, and declares that he is ready and willing to give her a divorce forthwith, with payment of her ketubbah; the wife’s refusal to accept a divorce in such circumstances relieves the husband of all his obligations toward her, including that of maintenance (Resp. Rosh 42:1; PDR 5:292, 296, 297).

Moredet («rebellious» wife). The wife is similarly regarded as a moredet only when she persistently refuses to cohabit with her husband (Ket. 63a., Yad and Maggid Mishneh, Ishut 14:8; Sh. Ar., EH 77:2), but not when she refuses to fulfill any of her other marital duties (Sh. Ar., EH 77:2 and Baḥ EH 77). The moredet falls into two categories: firstly, that of a wife who refuses to cohabit with her husband because of anger or a quarrel or for other reasons offering no legal justification; secondly, that of a wife who refuses to cohabit with her husband because she cannot bring herself to have sexual relations with him and can satisfy the court that this is for genuine reasons, which impel her to seek a divorce – even with forfeiture of her ketubbah. In both cases the moredet immediately loses her right to maintenance (Sh. Ar., EH 77:2; PDR 6:33, 42) and, in consequence thereof, her husband loses the right to her handiwork (see below) since he is only entitled to this in consideration of her maintenance, i.e., only if she is actually maintained by him (Rema, EH 77:2; and see below). Ultimately, the moredet also stands to lose her ketubbah and the husband will be entitled to demand a divorce, but this depends on conditions that differ according to the category of moredet and in this regard the halakhah underwent various developments.

So far as the first category of moredet is concerned, it was laid down in the Mishnah that her ketubbah shall be diminished from week to week until nothing remains and that thereafter her husband shall be entitled to divorce her without ketubbah (Ket. 63a). Later, as a means of inducing the wife to desist from her «rebellion,» it was provided that a procedure be adopted of having certain warnings issued by the court as well as public announcements made, and, on the wife’s disregarding a final warning that her continued «rebellion» would render her liable to forfeiture of her ketubbah, the court could declare her a moredet, entailing the immediate forfeiture of her ketubbah and the acquisition by her husband of the right to divorce her forthwith. In the period of the later amoraim it was further prescribed that only after persisting in her refusal to cohabit with her husband for not less than 12 months would the moredet finally lose her ketubbah and the husband become entitled to divorce her (Ket. 63b; Yad, Ishut 14:9–11; Tur and Beit YosefEH 77; Sh. Ar., EH 77:2). This appears to be the halakhah at the present time (see PDR 6:33, 325).

In the case of the other category of moredet (i.e., on a plea of incompatibility, when accepted by the court), the procedure of warnings and announcements was regarded as being inappropriate and inapplicable since «the wife should not be urged to have sexual relations with a person whom she finds repulsive» (Yad, Ishut 14:8; PDR 6:5, 12, 18). Hence, in this case, the husband was at first considered entitled, according to her own wish, to give his wife an immediate divorce, without payment of her ketubbah, because she herself had desired this by her waiver of the ketubbah and, as a moredet, she is anyhow not entitled to her ketubbah (Ket. 63b: Sh. Ar., EH 77:2). In later times, however, the scholars regulated that even concerning this category of moredet the husband is not entitled to divorce her immediately, but only after the lapse of 12 months after a warning by the court that she might forfeit her ketubbah. This regulation aimed at enabling the wife to reconsider her attitude in the event that her rebelliousness had been due to sudden anger which she later regretted (Ket. 63b). Her failure to repent within those 12 months would then entitle the husband to divorce her without ketubbah but the wife’s plea that her husband is «repulsive» to her does not give her the right to demand that her husband be adjudged to grant her a divorce. Maimonides’ opinion (Ishut 14:8) that on the strength of the aforesaid plea, the husband might even be compelled to divorce his wife without delay – since «she is not like a captive to have to submit to intercourse with someone repulsive to her» – was not accepted by the majority of the authorities and a takkanah to a similar effect from the geonic period (knownas the dina de-metivta, i.e., «law of the academies») was regarded as an emergency measure intended only for those generations and not as established halakhah (Resp. Rosh no. 43:6, 8; Sefer Teshuvot ha-Rashba ha-Meyuḥasot le-ha-Rambanno. 138; Rema EH 77:2, 3).

Since the wife only forfeits her ketubbah in the event that she does not desist from her rebellion within the prescribed period of 12 months, all her rights and duties on the strength of the ketubbah – save with regard to her maintenance and her handiwork – remain valid during the same period, since «the ketubbah conditions are as the ketubbah itself.» If in consequence of the wife’s rebellion she is divorced by her husband, she will anyway be entitled to receive her nikhsei melog (property which never ceases to remain in her ownership but the usufruct whereof is enjoyed by the husband (see *Dowry) but special halakhot exist concerning her nikhsei ẓon u-varzel (see Beit Shemu’el and Ḥelkat Meḥokek at concl. of 77).

THE «MAIN» (IKKAR) KETUBBAH

See *Ketubbah.

MEDICAL CARE

The medical expenses incurred in case of the wife’s illness must be borne by her husband, since these form part of her maintenance: «medical care in time of illness is as necessary to a person as is sustenance» (Ket. 4:9 and Rashi Ket. 51a S.V. «ḥayyav lerape’ot«). Hence, questions such as the scope of this obligation of the husband and whether and to what extent he is obliged to defray debts incurred by the wife in seeking a cure for her illness are governed by the same laws as those pertaining to her maintenance.

RANSOM FROM CAPTIVITY

The husband is obliged to provide the money and to perform any other act required to redeem his wife from captivity (Ket. 4:9 and 52a; Sh. Ar., EH 78:1). «Captivity» in this context is not confined to the case of actual captivity of the wife in time of war, but embraces all circumstances in which she is prevented, as a result of the restriction of her freedom, from living with her husband, e.g., where husband and wife are separated as a result of persecution or war and thereafter the husband succeeds in reaching Ereẓ Israel while his wife is stranded in a country from which she is not free to depart. If in such circumstances the payment of money will enable the wife to leave that country and join her husband, it is his duty to pay the required amount, even if it should exceed the amount of her ketubbah, because in general the husband’s duty is to ransom his wife with all the means at his disposal: «his wife is as his own self » (Yad, Ishut 14:19; Rema EH 78:2; Ha-Gra, EH 78, n. 4). In consideration of this duty the husband is entitled to the usufruct of his wife’s property. The husband cannot be relieved of this duty by his wife’s waiver of her right to be ransomed – even if the parties should so agree prior to their marriage – lest she become assimilated among the gentiles (Sh. Ar., EH 69:5).

BURIAL

It is the husband’s duty to bear the costs of his wife’s burial and all related expenses such as those necessary for erecting a tombstone, etc. (Sh. Ar., EH 89:1). Since this duty is imposed on the husband as one of the ketubbah conditions and not by virtue of the laws of succession, he must bear these costs out of his personal property without regard to the question whether, and to what extent, his deceased wife had contributed a dowry or left an estate in his favor (Beit Shemu’el 89, n. 1). If such burial costs are defrayed by third parties, e.g. by the ḥevra kaddisha, in fulfilling the mitzvah of burying the dead, in the husband’s absence or upon his own refusal to do so, the husband will be liable to refund the amount expended to the parties concerned (Sh. Ar., EH 89:2).

SUPPORT OF THE WIDOW FROM THE ESTATE OF HER DECEASED HUSBAND

See *Widow.

SUPPORT OF THE MINOR DAUGHTERS OF THE MARRIAGE FROM THE ESTATE OF THEIR DECEASED FATHER

See *Parent and Child (Legal Aspects).

INHERITANCE BY THE SONS OF THE MARRIAGE OF THEIR MOTHER’S KETUBBAH, OVER AND ABOVE THEIR PORTION IN THE ESTATE OF THEIR FATHER

This takkanah, known as the ketubbat benin dikhrin (i.e., ketubbah of male children), refers to a condition of the ketubbah whereby the husband agrees that his wife’s ketubbah and dowry, which he – as by law he is her only heir (see *Succession; and see Right of Inheritance, below) – would inherit if she predeceased him, shall, upon his own death, pass to the sons of the marriage only and this over and above and separately from the share of these sons in the rest of their father’s estate shared equally by them with the sons of any other marriage contracted by him (Ket. 4:10 and 52b; Sh. Ar., EH 111). This takkanah, designed to ensure that the wife’s property would remain for her sons only, was aimed at influencing the bride’s father to give her, upon her marriage, a share of his property equaling that which his sons would get; however, since it anyway became customary for fathers to give their daughters such a share of their property, the need for including a specific undertaking of this kind in the ketubbah-deed fell away, and therefore by geonic times it was already recognized that the takkanah had become obsolete (RemaEH 111:16).

The Husband’s Rights

MA’ASEH YADEHA

(«the wife’s handiwork»). It is the wife’s duty to do all such household work as is normally performed by women enjoying a standard of living and social standing similar to that of the spouse all in accordance with local custom. Also applicable is the rule that «the wife goes up with him, but does not go down with him,» i.e., she is not obliged to do the kind of work that was not customarily done by the woman in her family circle prior to her marriage, although according to the husband’s standard women used to do it, while at the same time she is entitled to benefit from the fact that her husband enjoys a higher standard of living than that to which she was accustomed prior to the marriage, so that she is not obliged to do work which is not normally done by women enjoying the husband’s (higher) standard of living even if she used to do it prior to her marriage (Ket. 59a–61b; Sh. Ar., EH 80:1, 10). The expenses incurred by the husband in hiring domestic help due to the fact that the wife, although able to perform them, willfully refuses to perform the duties devolving on her, as described, must be refunded by the wife and may also be deducted by the husband from her maintenance (Sh. Ar. ibid; Ḥelkat Meḥokekn. 80, 27). According to these rules, the question must also be decided as to whether, and to what extent, the wife is obliged to suckle or look after the infant children of the marriage, since this duty is imposed on her not as the mother of the children but as the wife of their father (Sh. Ar., EH 80:6–8). Hence a divorced woman is exempt from this duty, with the result that her former husband – who as father always bears sole responsibility for the maintenance of their children (see Parent and *Child) – must compensate her for her efforts, if she nevertheless looks after them, in addition to bearing the expenses involved (Sh. Ar., EH 82:5; PDR, 1:118, 119; 2:3–8).

The wife is not liable for damage caused by her in the home – e.g., in respect of broken utensils – whether or not occasioned in the course of fulfillment of her duties (Yad, Ishut 21:9, Sh. Ar., EH 80:17 and Ḥelkat Meḥokek 80 n. 29). The purpose of this halakhah is to preserve matrimonial harmony, since otherwise «matrimonial harmony will cease, because the wife in taking excessive care will refrain from most of her duties and quarreling will result» (Yad, loc. cit.).

The question whether the earnings of the wife from her own exertions (yegi’a kappeha), in talmudic language ha’adafah («surplus»), and, if she exerts herself more than usual, «surplus resulting from undue exertion,» are in the nature of ma’aseh yadeha and so belong to her husband, is a disputed one – both in the Talmud (Ket. 65b and Rashi thereto S.V. ha’adafah; 66a) and in the codes (Yad, Ishut 21:2 and Sh. Ar., EH 80:1 as against the Tur, ibid., and other codes; PDR, 1:81, 90–94). In the light of this dispute the husband has no right to demand that his wife should go out to earn, nor that she should make over any such earnings to him; on the other hand, since some of the authorities are of the opinion that the husband does have this right – thus possibly entitling him to set off such earnings against her maintenance – he will not be ordered to pay her maintenance in so far as her earnings suffice for this purpose (see Kim Li; Baḥ EH 80; PDR, 1:94, 118; 2:220, 226).

The husband’s right to his wife’s handiwork is granted to him in return for his duty to maintain her and in consideration of this, and is only available to him upon his actually discharging this duty (Ket. 47b, 58b, 107b; Sh. Ar., EH 69:4). The rule is that the wife’s right to maintenance is primary, taking precedence over his right to her handiwork and existing even when she is unable to work, e.g., on account of illness (Ket. 58bRashi ad loc. S.V. mezonei ikkar). On the other hand, the husband loses the right to his wife’s handiwork if for any reason whatsoever she does not actually receive her maintenance from him, whether on account of his refusal to provide it or because according to law she has forfeited her right to such maintenance, e.g., because she is a moredet (Rema EH 77; 2; Ba’er HeitevEH 80, n. 1). On the strength of the above rule, the wife, by her independent will, is able, by waiving the right of maintenance, to deprive her husband of his right to her handiwork («I am not maintained, nor shall I do any handiwork…» Ket. 58b), a worthwhile step for her if she should earn more than the amount of her maintenance. The husband, on the other hand, cannot deprive his wife of her right to maintenance by waiving his right to her handiwork, nor may he demand that she go out to earn the cost of her maintenance («Spend your handiwork for your maintenance,» Ket. 58b; Sh. Ar., EH 69:4Beit Shemu’el 69, n. 4).

FINDS OF THE WIFE

The husband is entitled to the finds or chance gains of his wife (Ket. 65b–66a; Sh. Ar., EH 84).

USUFRUCT OF THE WIFE’S PROPERTY

See *Dowry.

RIGHT OF INHERITANCE

Jewish law decrees that the husband is the sole heir of his wife – to the absolute exclusion of everyone else, including her children – as regards all property of whatever kind in her estate, including the part in respect whereof he had no usufruct during her lifetime. However, the wife is not an heir to her husband’s estate (BB 8:1 and 111b; Yad, Naḥalot 1:8; Ishut 22:1; Sh. Ar., EH 90:1); instead she has the right to claim maintenance and lodging from his estate for as long as she remains a widow. The husband inherits only the property actually owned by his wife at her death but not the property which is only contingently then due to her in certain circumstances, e.g., if she had been a contingent heir to her father but predeceased him (BB 113a; Sh. Ar., loc. cit.). The inheritance of the husband also embraces property sold by the wife subsequent to their marriage, since his right of inheritance comes into existence upon their marriage and therefore any sale of her property is only valid to the extent that it is not prejudicial to his right, i.e., only if he should predecease her or if they become divorced and she retains ownership of her property (Maim. Yad, Ishut 22:7; Sh. Ar., EH 90:9; see also *Dowry). The husband’s right to inherit his wife’s estate is co-extensive with the existence of a valid marriage between them at the time of her death, and remains effective even if the marriage between them was prohibited, e.g., between a priest and a divorcee (see Marriage, *Prohibited), and even if the husband had wished to divorce his wife but was prevented from doing so, whether for lack of time or on account of the decree of Rabbenu Gershom (see *Divorce; Main. Yad, Nahalot 1:8; Ishut 22:4; Sh. Ar., EH 90:1Ba’er Heitev, ibid., n. 1).

Contracting out of the Law

All the above-mentioned rights and duties of the parties flow from the law. There is, however, no obstacle to an agreement between the parties to regulate their legal relationship with regard to monetary matters to another effect, provided that this is not in conflict with any general principles of the halakhah.

The rule is that «in a matter of mamon one’s stipulation is valid,» i.e., in matters of civil law the law does not restrict the freedom of contract and one may even stipulate contrary to biblical law (R. Judah, Kid. 19b; Sh. Ar., EH 38:5; 69:6). Hence the parties may come to an agreement stipulating therein terms and conditions whereby they forego certain pecuniary rights and obligations they are entitled to against each other according to law, provided that the agreement is express and in compliance with the legal provisions concerning the making of such an agreement or condition. In particular, and by way of an express agreement for the renunciation (silluk) of their rights, a husband and wife may effect a complete separation of their rights as to their respective properties so as to deprive the husband of the usufruct of his wife’s property and of the right to inherit from her. It should be noted that such an agreement will lack validity prior to the creation of any legal tie between the parties with reference to the rights in question, because until then such rights constitute «something that is not yet in existence» (davar she-lo ba la-olam; see *Contract) and therefore cannot be the subject of a legal disposition; nor is such an agreement possible after full acquisition of the said rights, since a right once acquired cannot be conferred on another by renunciation but only by way of its transfer or assignment. Hence the above-mentioned renunciation agreement must be effected after the kiddushin but prior to the nissu’in ceremony (see *Marriage), since at this stage the pecuniary rights are considered already to be «something in existence» but they are not yet fully acquired by the parties (see PDR I, 289–313; Beit Ya’akovEH 92:7). Since the custom at the present time is for the kiddushin and nissu’in ceremonies to be united and performed one after the other without interruption, it is necessary, if the parties should wish to effect the said renunciation, that the marriage ceremony be interrupted upon completion of the kiddushin to enable the parties to sign the renunciation deed, and then only to proceed with the nissu’in ceremony.

As said above, only with regard to monetary matters is such an agreement valid. Therefore, an agreement whereby the wife undertakes to waive her right to cohabitation is of no effect since the corresponding duty of the husband is imposed on him by biblical law and does not involve a matter of mamon; hence the wife may always repudiate such an agreement and demand that her husband fulfill his duty to cohabit with her (Yad, Ishut 12:2, 7; Sh. Ar., EH 69:6Ḥelkat Meḥokek 69, n. 10). On the other hand, the wife’s duty to cohabit with her husband is not imposed on her by biblical law as such, but is merely a consequence of the husband’s right to cohabitation by virtue of the marriage, which right he may waive. Hence an agreement between the spouses whereby the wife is released from this duty but without any waiver of her rights is valid, and she will not be considered a moredet if, in reliance upon such agreement, she should refuse to cohabit with her husband; neither will her right to maintenance and other pecuniary rights be affected (Pitḥei TeshuvahEH 134, n. 9).

Also invalid is a condition depriving the wife of her «main» ketubbah – even though her right to the ketubbah is a matter of mamon – since a marital life in which the wife remains without her «main» ketubbah is considered «cohabitation for the sake of prostitution» (Ket. 5:1) and «it is forbidden for a man to remain with his wife for even one hour if she has no ketubbah» (Yad, Ishut 10:10). Depriving the wife of her «main» ketubbah, or the diminution thereof below the statutory minimum, is prejudicial to the very existence of the marriage and cohabitation in such circumstances is considered as tantamount to prostitution; hence a condition of this kind relates to davar she-be-issur (a matter of a ritual law prohibition) and not to a davar she-be-mamon, and accordingly it is invalid (Yad, Ishut 12:8; Sh. Ar., EH 69:6).

The husband’s right to inherit from his wife, which flows from the law upon the celebration of the marriage, likewise cannot be stipulated away during the subsistence of the marriage. Upon the celebration of the marriage the husband forthwith acquires the status of heir designate to his wife’s estate and although this is calculated eventually to afford the husband rights of a monetary (mamon) nature it creates a legal status and as such cannot be the subject matter of a waiver of stipulation aimed at annulling it (Yad, Ishut 12:9; Sh. Ar., ibid.). Any such waiver or stipulation, in order to be valid, has therefore to be effected after kiddushin and prior to nissu’in (Yad, Ishut 23:5–7, and Maggid Mishneh thereto; Sh. Ar., EH 69:5, 7; 92:7, 8). For further particulars concerning freedom of stipulation between husband and wife, see *Contract.

In the State of Israel

The halakhah is generally followed so far as the particulars of the marital rights and duties are concerned. However, the husband’s right to inherit from his wife is governed by the Succession Law, 5725 – 1965, in terms whereof – as also formerly in terms of the Succession Ordinance, 1923–34 – one spouse inherits from the other along with the latter’s descendants (in the case of intestate succession), in the prescribed proportions (sec. 11). The inheritance rights of the spouses are governed solely by the provisions of the above law and the rabbinical courts must also adjudicate in accordance therewith, save when all the interested parties agree, in writing, to the jurisdiction of the rabbinical court and provided that the rights of a minor or a person lacking legal capacity who is party to the estate shall not be less than those afforded him under the above law (sec. 148, 155).

BIBLIOGRAPHY:

I.S. Zuri, Mishpat ha-Talmud, 2 (1921), 79–87; Gulak, Yesodei, 1 (1922), 36f.; 4 (1922), 53, 59 n. 1, 116, 144; Gulak, Oẓar, 23–25, 53f., 59–67; A. Gulak, in: Ha-Mishpat ha-Ivri, 2 (1926/27), 266; idem, in: Zeitschrift fuer vergleichende Rechtswissenschaft, 47 (1932/33), 241–55; J. Epstein, in: Ha-Mishpat ha-Ivri, 4 (1932/33), 125–34; S. Eliezri, in: Sinai, Sefer Yovel (1958), 338–43; ET, 1 (19513), 224–6; 4 (1952), 69–78, 80–88, 91–95; 7 (1956), 61–63; Z. Warhaftig, in: Divrei ha-Congress ha-Olami ha-Revi’i le-Madda’ei ha-Yahadut, 1 (1967), 189–94; abstract in Engl.: ibid., Eng. Sect., 267f.; B. Schereshewsky, Dinei Mishpaḥah (19934), 97–146, 171–215; M. Elon, Ḥakikah Datit… (1967), 42–44, 161, 167–9; idem in: ILR, 4 (1969), 134f., 137. ADD. BIBLIOGRAPHY: M. Elon, Ha-Mishpat ha-Ivri (1988), 1:110, 112, 188, 465ff., 468, 469, 472ff., 516, 537, 538ff., 541ff., 635, 637, 653, 671, 677ff., 681, 683; 3:1339, 1499ff., 1526ff.; idem, Jewish Law (1994), 1:124, 126, 211; 2:568, 571, 572, 575ff., 628, 654, 655ff., 658ff., 787, 789, 808, 828ff., 835ff., 840, 842ff.; 4:1599, 1785ff, 1816ff.; M. Elon and B. Lifshitz, Mafte’aḥ ha-She’elot ve-ha-Teshuvot shel Ḥakhmei Sefarad u-ẓefon Afrikah (legal digest) (1986) 1:36–47, 170–73; B. Lifshitz and E. Shochetman, Mafte’aḥ ha-She’elot ve-ha-Teshuvot shel Ḥakhmei Ashkenaz, Ẓarefat ve-Italyah (legal digest) (1997), 28–33, 111–114; A. Rosen-Tzvi, Dinei ha-Mishpaḥah bein Kodesh le-Ḥol (1990), 297, 419, 422; A. Westereich, «Aliyata u-Sḥehikatah shel Illat ha-Moredet,» in: Shenaton ha-Mishpat ha-Ivri, vol. 21, 123.


Sources: Encyclopaedia Judaica. © 2007 The Gale Group. All Rights Reserved.




YITRO: ¿En qué pensás cuando ves las pirámides de Egipto?

En preparación para la Perashá que leeremos mañana por la mañana, Yitró, que contiene la celebración del Pacto entre Dios y el pueblo judío en el Monte Sinaí ( מעמד הר סיני) y la presentación de los 10 Mandamientos como parte de ese pacto, estamos analizando el Primer Mandamiento: “Yo, HaShem, soy tu Dios, que te liberó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavos”. Ayer explicamos la primera parte de este versículo. Dijimos que este mandamiento consiste en aceptar a Dios como nuestro Soberano (Eloquim), y nos recuerda nuestro compromiso de conducirnos de acuerdo a Sus leyes. Aclaramos asimismo que la fe en Dios en el judaísmo no se reduce a una declaración verbal acerca de Su existencia  sino que se expresa fundamentalmente por lo que hacemos respecto a Dios (reconocerlo, amarlo, obedecerlo).
Hoy veremos la segunda parte de este versículo.
yo soy HaShem “tu Dios, que te liberó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavos”
Dios no se presenta como “el Creador de los cielos y la tierra” , sino como “quien nos rescató de Egipto”.
¿Cuál es la diferencia?
¿CREADOR O LIBERTADOR?
En primer lugar cabe destacar que al mencionar la salida de “Egipto” se deja en claro que estos Mandamientos NO son de alcance universal, sino particulares para el pueblo que sufrió allí la esclavitud y fue milagrosamente rescatado de allí.  Desde un punto de vista formal y técnico, la Biblia concibe como código de ley universal a los 7 Mandamientos de Noaj, 4 (o 5) de los cuales son muy parecidos en su contenido a los 10 Mandamientos (no matar, no robar, no practicar la idolatría, el adulterio y el incesto, no ofender el nombre de Dios). Para comprender mejor esta distinción, recordemos que el contexto histórico de las 7 leyes tiene que ver con el pacto que Dios hizo con Nóaj y sus descendientes luego del diluvio universal.  Mientras que el contexto de los 10 Mandamientos es la celebración de un pacto con una nación en particular, Israel, que formalmente se compromete a la observancia de no 10 sino 613 mandamientos.
FUERA DE LA JURISDICCION DEL FARAON
Puede haber otra razón por la cual Dios se presenta como quien nos sacó de Egipto y no como el Creador del Mundo. Este pacto se celebra 7 semanas después de haber abandonado Egipto. Los esclavos judíos han vivido por generaciones al servicio del Faraón, y el Faraón y sus oficiales son la única fuente de autoridad que han conocido.  Dios le recuerda ahora al pueblo que su situación es diferente. No están en Egipto, territorio del Faraón. Ya no tienen que obedecerlo. Están “fuera de Egipto”, en el desierto, tierra de nadie: jurisdicción Divina.
Para entender más en profundidad el contraste que este versículo presenta entre Dios y el Faraón, recordemos que el Faraón forzaba a sus súbditos judíos a obedecer y trabajar para él. Mientras que Dios, como se ve en esta extraordinaria Perashá, “le ofrece” al pueblo judío celebrar “un pacto” con Dios, con responsabilidades mutuas y derechos. De esta manera, indirecta pero sin ambigüedades, la Torá denuncia la esclavitud, la tiranía y la arrogancia de los hombres que usan la violencia para imponer su voluntad a otros.
MEMORIA SELECTIVA
Finalmente veamos por qué este versículo aclara que Egipto era “ la tierra de esclavos”. Tal como pasa el día de hoy con muchas personas que no viven en medio oriente, “Egipto” suena como un destino turístico perfecto:  Giza y sus pirámides; el Valle de los Reyes, y Tutankamon;
el delta del Nilo, etc.  En los tiempos de la Torá Egipto ya era famoso por sus imponentes pirámides, por su caudaloso rio Nilo, por su esplendor, su excentricidad y sus riquezas. Egipto era la mayor superpotencia mundial. La Torá entonces le advierte a los Yehudim no pensar en Egipto con romanticismo. “Recuerda que en esa hermosa tierra fuiste sometido a la esclavitud”. Cuenta el famoso historiador griego Herodoto que en el año 600 antes de la era común, 800 años después de Moisés, el faraón egipcio se embarcó en proyectos de construcción “faraónicos”. Lo más relevante es que Herodoto registra los costos de producción de ese proyecto: 120.000 esclavos murieron en esa obra. No hay registros del número de judíos que murieron trabajando para el faraón en los tiempos de Moshé (aunque un famoso Midrash cuenta que los egipcios usaban los cuerpos de niños judíos cuando no alcanzaban los ladrillos). Al describir Egipto como “la casa de esclavos” la Torá quiere que no seamos víctimas de la memoria selectiva, y que cuando pensemos, por ejemplo en las pirámides, no olvidemos el costo que se tuvo que pagar….



YITRO: ¿Por qué el pueblo de Israel mereció recibir la Torá?

LA HUMILDAD DE MOISES
En su libro «Las excelencias de los hebreos» el Rab Isaac Cardoso (1603-1683) describió todos los atributos del pueblo de Israel y lo que les dio el mérito de transformarse en el pueblo elegido.
En la Perashá de esta semana, Yitró, encontramos un Pasuq EXTRAORDINARIO que cuando lo leemos con atención nos ayuda a descubrir una de las maravillosas cualidades de nuestro pueblo, que contribuyó al mérito de recibir la Torá.
וישב משה לשפט את העם ויעמד העם על משה מן הבקר עד הערב
«Y Moshé se sentaba a juzgar al pueblo; y el pueblo esperaba [para ver] a Moshé desde la mañana hasta la noche» (Shemot 18:13)
Este pasuq, aparentemente, sólo se refiere a Moshé y a su increíble humildad. Moshé actúa como arbitro o mediador de litigios desde la mañana hasta la noche. Luego llega Yitró y le dice a Moshé que no está actuando bien, y que debe delegar y asignar otros jueces y cortes menores. Moshé acepta el consejo de su suegro y así procede. Lo extraordinario de este gesto es que Moshé podría haberle dicho a su suegro: «Yo no preciso su consejo. ¿No sabe Usted que YO HABLO DIRECTAMENTE CON DIOS?» o algo así. Este pasuq nos demuestra por qué Moshé fue llamado por la Torá «él hombre más humilde que había sobre la faz de la tierra», lo cual sólo se puede decir de alguien que actúa con la máxima humildad, teniendo todas las razones para sentirse «superior» a los demás…
NI LEY NI ORDEN
Pero si bien este pasuq se refiere explícitamente a Moshé, si nos ponemos a examinarlo un poco más detenidamente descubriremos algo maravilloso.
En la historia de la humanidad hubo muchos motines de esclavos que se rebelaron contra sus dueños y escaparon hacia la libertad. En los tiempos del imperio romano (70 aec), por ejemplo, el gran gladiador Espartaco encabezó la rebelión que permitió a unos 70.000 esclavos liberarse de Roma. Pero una vez que fueron libres, los esclavos –entre ellos mismos– se comportaron con anarquía. La rebelión de Espartaco fracasó porque no había una disciplina interna. Todo era caos y lo que imperaba la ley de la selva. Sin disciplina y sin orden, la rebelión fracasó.
LA CIVILIZACION JUDIA
Veamos ahora nuevamente qué dice nuestro pasuq. Hace sólo unos días atrás, los esclavos hebreos obtuvieron a su libertad. No estamos hablando de 100, 1.000 o 70.000 personas. Contando a las mujeres, los ancianos y niños, se calcula que eran por lo menos 3 millones de individuos. «Caos» y «anarquía» era lo previsible. Sin embargo, los individuos del pueblo de Israel decidieron resolver sus pleitos y conflictos sin recurrir a la violencia sino de una manera increíblemente civilizada: ¡acudiendo a Moshé Rabbenu para pedir su mediación! Imaginemos a dos esclavos físicamente fuertes, acostumbrados a la violencia de la esclavitud y a recibir golpes. Ahora tienen un problema: «¡Esta gallina es mía!», dice uno. «¡No! ¡Es mía!», dice el otro. ¡Normalmente en una sociedad sin ley y orden, este conflicto se resuelve con una pelea y la gallina queda en las manos del más fuerte! Increíblemente, espontáneamente y sin instrucción Divina (¡no hay ningún reporte de una orden de HaShem respecto a cómo debía resolver el pueblo sus conflictos internos), estos esclavos deciden solucionar sus disputas de otra manera: esperando desde temprano a la mañana pacientemente en una larga fila para que Moshé medie en sus conflictos.
EL PASUQ MAS SUBESTIMADO
¡Este puede ser el versículo más relevante de la Torá en cuanto a las excepcionales virtudes del pueblo de Israel!!!
Y a mí me deja pensando: Hasta el momento, la Torá mencionó que HaShem iba a liberar a Israel de Egipto, tomarlo como su pueblo y que los iba a llevar a la tierra de Israel. ¡Pero la Torá nunca mencionó que HaShem les iba a dar una Ley! ¿Estará insinuando este pasuq que fue Israel quien dio el primer paso para merecer el más extraordinario código de leyes, la Torá, la ley que viene directamente de HaShem?
Para pensarlo …



BESHALAJ: La Segula del “Man”. 

Al salir de Egipto y adentrarse en el desierto, el pueblo de Israel comenzó a sufrir la escasez de agua y alimentos. En ese momento se produce uno de los mayores milagros de la historia bíblica: Dios hace descender el maná (en hebreo «man»), un alimento milagroso con propiedades nutritivas especiales. Dios le explica al pueblo a través de Moshé cómo deben comportarse respecto a este “alimento que llega desde el cielo”. Estas instrucciones no son técnicas sino esencialmente educativas. Y por siglos los judíos hemos aplicado estas mismas instrucciones Divinas a la forma en que pensamos y a la manera que actuamos respecto a nuestro trabajo, y administramos nuestro dinero y nuestras posesiones materiales.

Hay tres instrucciones fundamentales respecto al maná, todas muy relevantes para el hombre moderno.

¿DE DÓNDE LLEGA MI DINERO?
En primer lugar, el maná nos recuerda que la comida, lo que necesitamos para la satisfacción de nuestras necesidades materiales, “llega del cielo”. Esto no significa que no debemos trabajar para ganarnos el pan. De hecho, el maná no caía en la puerta de la casa de los judíos, ni llegaba por Amazon delivery. Había que salir fuera de casa y esforzarse para recogerlo. Lo fundamental es recordar que a pesar de que uno trabaje y se esfuerce, en última instancia nuestro sustento (parnasá) está determinado «desde los cielos», como el maná. El campesino puede trabajar de sol a sol sembrando su tierra, pero si Dios no provee la lluvia, no tendrá lo que comer. Un empresario puede ser muy inteligente y trabajador, pero si sufre un accidente se enferma, su sustento se verá afectado.
La primera lección del maná es que el trabajo tiene que estar acompañado de la Emuná, la convicción, de que en última instancia es HaShem quien determina lo que voy a tener para comer y cuánto me va a faltar o B»H sobrar . La Emuná es esencial para enfrentar y vencer una de las complicaciones más prevalentes en el área de salud mental: la ansiedad. Cuando no ponemos en práctica nuestra fe, las fluctuaciones en la economía,  los cambios en nuestro trabajo, negocios, sueldos, etc. nos puede afectar de manera seria. Uno tiene que salir a trabajar y hacer todo el esfuerzo necesario para recoger el maná, pero saber y ACEPTAR CON EMUNA que lo que recogemos, mucho o poco, es lo que Dios determinó que debemos tener.

NO ACUMULARÁS:
En el desierto, estaba prohibido acumular el maná. Cada uno tenía que recoger solamente la cantidad de maná que necesitaba para esa jornada. Si alguien recogía de más, el maná extra se descomponía. Asi, nadie comparaba lo quer tenía con lo que poseía su vecino.
Esta segunda lección que aprendemos del maná tiene que ver entonces con la acumulación compulsiva de bienes materiales. El aprovisionamiento desproporcionado representa una expresión de falta de fe, falta de aprecio y gratitud hacia la generosidad de HaShem, que no es finita. La EMUNA consiste en estar feliz con lo que uno tiene. Y esta actitud hacia la vida me protege de una de las peores dolencias sicológicas: la envidia y los celos. La segulá del maná me recuerda una idea fundamental: ¡No tengo necesidad de mirar a mi vecino y pensar que cuanto más tiene él, menos tengo yo! Lo más importante no es tener todo lo que uno quiere, sino querer todo lo que uno tiene.

EN SHABBAT: NO
El día viernes se debía recoger una doble porción de Man, para el viernes y para Shabbat. ¿Por qué? Porque el Man no descendía durante Shabbat. No había que salir a trabajar en Shabbat para tener comida. Todo judío que observa el Shabbat sabe que uno puede perder negocios y ofertas de trabajo por no estar dispuesto a trabajar el séptimo día de la semana. Un comerciante judío debe sacrificar potencialmente un gran porcentaje de ventas o perderse algunas ofertas irrepetibles, porque en Shabbat no puede continuar sus negocios. Cumplir Shabbat, como alguna vez observaron los Romanos, no es una idea comercialmente «conveniente». Pero, ¿existe acaso una mejor forma de expresar mi confianza en HaShem que demostrar mi convicción de que «no por trabajar más voy a tener más de lo que desde los cielos” han determinado para mí y para mi familia?. Por eso, cada Shababt recordamos el maná en el numero de panes o jalot que preparamos para Shbbat y en la forma que cubrimos las jalot, por arriba y por abajo.

La SEGULA del MAN nos enseña a incrementar nuestra fe en HaShem, ser más moderados en nuestro consumismo y evitar los excesos materiales.




BESHALAJ: Miriam y la audacia de su optimismo

ותקח מרים הנביאה את התוף בידה

Miriam, la hermana de Moshé (Moisés), fue probablemente la persona más optimista en la historia de Am Israel.  Es muy posible que cuando nuestros Sabios dijeron que los judíos pudimos salir de Egipto gracias al mérito de las mujeres virtuosas, se estaban refiriendo especialmente a Miriam.

¡A LAS MUJERES NO!

La carrera de Miriam como «profetisa del optimismo» comenzó a una temprana edad: cuando era un niña. En ese momento su padre Amram –un líder muy respetado en la comunidad judía– decidió que a partir del decreto de Faraón que ordenaba matar a todos lo varones judíos recién nacidos, se iba a separar de su esposa Yojebed para no traer más hijos al mundo. ¿Para qué tener más hijos? ¿Para verlos morir?, razonaba Amram.   Todos los hombres judíos escucharon a Amram y desde la desesperación, decidieron dejar de traer hijos al mundo, para no ver morir a sus pequeños. Pero allí donde todos veían muerte, desesperanza y pesimismo, una pequeña niña llamada Miriam, veía las cosas desde una perspectiva diferente.  Miriam visualizaba la posibilidad de un futuro mejor. Y le dijo a su padre: “El Faraón condenó a morir sólo a los niños varones, pero tus actos y tu ejemplo condenan también a las mujeres de Israel a su extinción”. Las palabras de Miriam tuvieron un gran impacto en su padre. Amram volvió con su esposa Yojebed y así nació Moshé.  Todos los Yehudim de Egipto siguieron su ejemplo. Y así Israel se salvó de su auto-extinción, gracias a la audacia de una pequeña niña llamada Miriam.

¿COMO SUPO MOSHE QUE ERA JUDIO?

Cuando nació Moshé, y antes de que los oficiales egipcios lo arrebataran de las manos de su madre para tirarlo al río, Yojebed, su mamá, lo llevó al Nilo y colocó la canastilla con su bebe en el rio. Y cuando todos prveían el inevitable y trágico final, el pequeño bebé sería comido por los cocodrilos la joven hermana del bebé, Miriam –que ahora era un adolescente– tuvo la audacia de tener esperanza. Y guiada por un optimismo irracional –o profético– siguió a la canastilla de su hermano y su increíble visión se cristalizó: Moshé fue rescatado por la última persona que alguien hubiera imaginado: la propia hija del Faraón, Batyá, que decidió adoptarlo.  En ese momento Miriam se hizo presente y le sugirió a la madre adoptiva que el bebé fuera amamantado por una mujer hebrea, antes de llevarlo al palacio. Lo que a veces no notamos es que fue gracias a la providencial intervención de Miriam que Moshé fue criado ¡por su propia madre y así fue como supo que era Yehudí! Y fue así como un día decidió salir a ayudar a sus hermanos….   Fue gracias a Miriam que nació Moshe , y fue gracias a Miriam, y a su obstinado optimismo, que Moshé supo que era Yehudí. Fue gracias a Miriam que Moshé se trasformó en el líder del pueblo judío.

CELEBRAR POR ANTICIPADO

En la Parashá de esta semana encontramos otra evidencia del increíble espíritu optimista de Miriam. La salida de Egipto fue presurosa. Casi sorpresiva. “Hay que salir YA, en la mitad de la noche. Hay que viajar con lo que llevamos puesto y dejar todo lo demás atrás.” Los hombres pensaban principalmente en llevar las cosas de valor …. y las mujeres, me imagino que habrán pensado en llevar la mayor cantidad de comida posible para sus familias.   Y como todos sabemos, en el interés preparar la mayor cantidad de «pan» no hubo tiempo para esperar que la masa fermentase.  En ese momento uno también piensa con mucho miedo acerca de los posibles peligros de aventurarse al desierto: ¿Tendremos comida, agua y sombra? ¿Qué pasa con los animales, serpientes, escorpiones?¿Nos atacarán los bandidos del desierto?    A la hora de salir de Egipto todos pensaban en los riesgos de lo desconocido y en los peligros de la travesía.   Todos. Con una sola excepción: Miriam.  Cuando Miriam hizo sus valijas, lo primero que preparó fueron sus TUPIM, o “panderetas”. ¿Pero para qué iban a servir la panderetas? ¿Para que llevar cosas de más?   Cuando todos veían peligros y dificultades e imaginaban un escenario incierto y problemático, Miriam se atrevió a pensar distinto.  Miriam tomó las panderetas porque pensó en celebrar. Todavía no se sabia que HaShem iba a abrir el mar y que el pueblo de Israel cruzaría hacia su libertad. Pero aunque no estaba segura de qué era lo que exactamente festejaría, Miriam tuvo la audacia de pensar en la libertad, en la victoria ¡y en la celebración!  Y se dijo a sí misma: “Hay que estar preparados para cantar y agradecerle a HaShem por todo lo que hizo por nosotros.” Y así fue. Cuando el pueblo de Israel cruzó el mar, Miriam fur la primera mujer que salió con sus panderetas a celebrar la libertad e invitar a todos a cantar en agradecimiento a HaShem.

Cuando todos imaginaron los peligros de la travesía, Miriam tuvo la audacia visualizar la libertad, la victoria, la celebración y la gratitud a HaShem.

SHABBAT SHALOM




Los desafíos de Netanyahu

Este acuerdo para la liberación de rehenes, que al momento que escribo estas líneas aún no ha sido firmado, parece un muy mal acuerdo: para comenzar, no se negocia con terroristas. A los terroristas hay que jugarles su juego. En hebreo se dice: Haba lehorgueja, hashkem le’horgo. Cuando alguien tiene la intención de matarte —y en el caso de Hamas, esa intención está explícita en su carta fundacional—, mátalo primero.

En mi opinión, en lugar de negociar, Israel debería comenzar por debilitar a Hamas. ¿Cómo? Cortando la ayuda humanitaria a Gaza, los cientos de camiones con comida y gasolina que entran cada día a Gaza mantienen vivo y poderosos a Hamas.

Luego, Israel debería usar su fuerza militar para liberar a los rehenes . Aunque es arriesgado y puede costar vidas. Porque estadísticamente se perderán muchas más vidas liberando a terroristas asesinos de Hamas. Ya vimos que, como consecuencia directa o indirecta de la liberación del soldado Guilad Shalit,  1027 terroristas fueron liberados, el 80% de ellos volvieron a cometer actos de terror y como consecuencia MILES de israelíes fueron asesinados. Incluyendo las víctimas del 7 de octubre, ya que el que organizó ese ataque fue Sinwar,  uno de los liberados en el intercambio por Shalit.

Israel debe proteger su reputación. Hasta la semana pasada Israel era considerado el gran triunfador en el Medio Oriente lo cual le concede un nombre con un gran poder de persuasión. Y en el Medio Oriente, TODO es cuestión de reputación. Cuando los vecinos ven fuerza, coraje y triunfo, te respetan y no se meten contigo. Pero cuando ven debilidad —y este acuerdo refleja mucha debilidad—, allí se envalentonan y te atacan por todos los frentes.

Negociar con Hamas para liberar a los rehenes envía un claro y terrible mensaje que los enemigos de Israel entienden muy bien: si quieres destruir a Israel, dañarlo internamente, hacerlo sangrar y hasta obtener cualquier concesión del Estado judío todo lo que tienes que hacer es secuestrar a un judío. Para mayor beneficio: a una madre con dos pequeños hijitos. Israel te va a dar todo para liberarlos. Negociar por rehenes es la mejor formula para estimular al enemigo a aumentar su sed de secuestros extorsivos.  Liberar a los terrosas seisenos, es la mejor manera de estimular mas actos de terrorismo ya que los criminales saben que en poco tiempo, luego de algún secuestro exitoso,  podrán salir libres.

Estos son los riesgos y los puntos mas dañinos de este  “acuerdo”.

Por otro lado, no puedo concebir que Netanyahu no sabe todo esto. O no lo Ema en cuenta. El primer ministro de Israel ha demostrado ser extraordinariamente inteligente y FIRME cuando se trata de la seguridad de Israel, lo cual quedó claro en todas las veces que desde que comenzó la guerra se enfrentó a su mayor aliado, Estados Unidos. En una entrevista que recuerdo claramente, le preguntaron a Netanyahu cómo quería ser recordado, y él dijo: «Como quien aseguró el bitajón (la seguridad) de Medinat Israel». Me resulta inconcebible pensar que Netanyahu simplemente “haya cedido” a la presión de Biden para hacer un acuerdo tan desfavorable, especialmente cuando faltan solo 4 días para que asuma el nuevo gobierno .

Paso ahora a especular sobre algunas de las cosas que pueden haber ocurrido para que este acuerdo se lleve a cabo:

Una posibilidad es que Biden, Blinken y Sullivan quisieran que esta operación salga adelante para llevarse el crédito de haber liberado a los rehenes y que la administración tenga un legado del cual jactarse o para seguir adelante con la doctrina anti israelí de Obama. Y para lograr esto hayan amenazado a Israel con que si no aceptan un acuerdo con Hamas, Estados Unidos podría NO utilizar su veto en la ONU. Explico: el arma más poderosa que tiene Estados Unidos sobre Israel es su veto en las Naciones Unidas. Cada vez que las Naciones Unidas intentan exigirle  a Israel alguna concesión, que en teoría obliga a todos los estados miembros, Estados Unidos impone su veto.  Imaginemos, por ejemplo, que Francia e Inglaterra deciden exigir en el Consejo de Seguridad de la ONU que, bajo amenaza de sanciones internacionales, Israel se debe retirar de los territorios reconquistados en el Golán sirio o de la franja de seguridad en el Líbano, lo cual ha sido la mayor victoria de Israel en esta guerra. Sería un problema eterno para Israel en los años o décadas que vienen, porque incluso si Trump intentara revertir ese decreto, otros países como Rusia y China lo bloquearían con su veto. El daño que en estos 4 próximas días Estados Unidos puede causarle a Israel no usando su veto—sería irreversible.  (Quizás Netanyahu juegue con el tiempo, y no se firme el acuerdo hasta el 20 de Enero, hasta que pase el peligro…).

Otra posibilidad.  Netanyahu esté seguro de que Hamas violará el alto al fuego, lo que daría a Israel todas las razones para regresar a Gaza con el apoyo de Estados Unidos sin deberle nada a Hamas por los rehenes liberados.

Otra posible escenario es que, para iniciar su gobierno con un triunfo diplomático impresionante y poder dedicarse de lleno no a Hamas, sino a sus problemas domésticos, Trump haya prometido a Israel a cambio de esta concesión enormes beneficios a largo plazo, como acompañar a Israel en un ataque a Irán, proporcionar todas las armas necesarias, ampliar los Acuerdos de Abraham con Arabia Saudita, forzar a Egipto a abrir las fronteras de Gaza para que los gazatíes salgan, y apoyar la captura o eliminación de los terroristas liberados. Que la verdad sea dicha: a esta altura todos conocemos los detalles del posible acuerdo entre Israel y Hamas, pero nadie sabe en absoluto los detalles del acuerdo entre Netanyahu y Trump. Y esta parece ser la clave de todo este asunto.

Repito, todo esto es pura especulación basada en el hecho de que Netanyahu ha demostrado ser un líder muy inteligente y cuidadoso, especialmente después del 7 de octubre.

Mientras tanto, rezo a Bore Olam para que proteja a nuestros soldados, y especialmente que inspire a nuestros líderes y les dé la inteligencia y la sabiduría para tomar las mejores decisiones para Am Israel.

Confío en que así será.




SHEMOT: Resumen de la Parashá

Esta semana comenzamos un nuevo libro: Shemot, “Nombres” o Éxodo.

EL NACIMIENTO DE MOSHE
La Torá comienza mencionando los nombres de los hijos de Jacob y contándonos que sus descendientes fueron muy prósperos, fructíferos y poderosos en Egipto. Pero cuando surgió una nueva dinastía, el Faraón se propuso debilitar a los judíos y empobrecerlos. Primero imponiéndoles impuestos y encargándoles duros trabajos. Pero por más que los oprimía, los judíos seguían multiplicándose y no perdían su poder. El faraón entonces ordena a las parteras matar a todos los niños hebreos recién nacidos. Estas mujeres, sin embargo, desafiaron la orden del Faraón y dejaron vivir a los niños. El Faraón llamó a las parteras para castigarlas por no seguir sus órdenes. Las parteras respondieron que las mujeres hebreas se valían por sí mismas para dar a luz a sus bebés. Dios recompensa a las parteras por su valentía y su temor al Cielo. El faraón ordena entonces a todo su pueblo a tomar parte en la eliminación de los niños judíos, arrojando al Nilo a todos los varones recién nacidos. Cuando nace Moshé (Moisés) su madre, que temía por su vida, lo pone en una canasta impermeable y deja la canasta flotando en el Nilo. La hija del Faraón, Batyá, se está por bañar en el Nilo cuando ve al niño. Lo toma y lo adopta como suyo. Míriam, la hermana de Moshe, que observa lo que está pasando, ofrece traer una mujer hebrea para amamantar al niño. La hija del Faraón acepta la sugerencia, y así Yojebed, la madre de Moshé se encarga de criar a su propio hijo hasta que éste crece.

MOSHE SALE AL ENCUENTRO DE SUS HERMANOS
Moshé vive en el palacio del Faraón. Ya adulto, un día sale del palacio y percibe el sufrimiento de sus hermanos judíos. Ve a un egipcio golpeando a un hebreo. Moisés mata al egipcio y de alguna manera el Faraón se entera. Moshé se ve obligado a huir. Escapa a Midián y se queda allí por un tiempo. Allí se casa con Tsiporá, la hija de Yitró y tiene a sus dos hijos, Guereshom y Eli’ezer.

DIOS RECUERDA SU PROMESA
En Egipto la situación de los esclavos judíos es cada vez peor. El pueblo clama a Dios y Dios toma en cuenta el pacto que había hecho con sus antepasados. Moshé está pastoreando los rebaños de Yitró en el desierto cuando llega a un monte. Allí ve un arbusto ardiendo, pero que no lo consumía el fuego. Cuando se acercó para entender lo qué pasaba, Dios le habla. Le dice que Él ha visto el sufrimiento de los israelitas y ha decidido liberarlos de los egipcios a través de él, de Moshé. Dios le da a Moshé instrucciones a Moshé. Debe reunir a los ancianos judíos e informarles que Dios los rescataría de Egipto y los llevaría de regreso a Israel. Luego Moshé debe hablarle al Faraón y pedirle que los deje salir para servir a Dios. Sin embargo, Dios le advierte a Moshé que el faraón no accederá a esta solicitud. Pero la redención habrá de llegar después de que Dios castigue a Egipto. Dios le presenta a Moshé tres milagrosas pruebas para que las realice ante los israelitas y le crean que Dios lo ha enviado. Moshé dice que él no es apto para esta difícil misión, debido a su impedimento para hablar con elocuencia. Dios entonces asigna a su hermano Aharón para que sea su portavoz.

MOSHE SE DIRIGE A EGIPTO
Moshé toma a su esposa y a sus dos hijos y se dirige a Egipto. Dios especifica a Moshé que le debe decir al Faraón: “Israel es mi hijo primogénito. Deja libre a mi hijo para que me sirva. Y si te niegas a enviarlo, mataré a tu hijo primogénito”. Moshé se encuentra con Aarón, que había venido desde Egipto para recibirlo, y juntos llegan a Egipto. Reúnen a los ancianos y les presentan las pruebas de que Dios los había enviado.

MISIÓN NO CUMPLIDA
Moshé y Aharón van al palacio del Faraón y le piden que deje salir a los judíos. El faraón se burla de ellos e instruye a sus capataces para que aumenten la carga del trabajo de los esclavos judíos. Los judíos no podían satisfacer las nuevas demandas del Faraón y como resultado son brutalmente golpeados. Moshé afligido y confundido, se dirige a Dios: «¿Por qué has causado más sufrimiento a este pueblo? ¿Y para qué me has enviado? Por haberle hablado al Faraón en Tu nombre, el pueblo está sufriendo más….». Dios tranquiliza a Moshé y le responde que pronto verá lo que Él hará con el Faraón y que el monarca egipcio liberará a los judíos.




VAYIJI: El secreto de la educación judía

ÉXITO Y FRACASO EN LA CRIANZA DE LOS HIJOS

Nuestros sabios nunca ignoraron los pequeños y grandes errores de cálculo en algunos actos de nuestros antepasados. Especialmente cuando la Torá aún no había sido revelada, y la mayoría de sus acciones y decisiones tuvieron que ser tomadas sin instrucción Divina explícita. Y precisamente, al des-cubrir sus errores, los Sabios enfatizaron la credibilidad de la Torá, que no cree en superhéroes ni supervillanos. Y nos enseñó el concepto de evolución: en la especie judía, los hijos corrigen los errores de sus padres, y así es como evolucionamos. La lección que aprenderemos hoy proviene del rabino y educador Shimshón Rafael Hirsch (Hamburgo, hoy Alemania, 1808-1888), a quien se considera el fundador de la ortodoxia europea moderna. La idea es muy atrevida. Y puede malinterpretarse fácilmente si se lee superficialmente. Así que la explicaremos con cuidado.

El rabino Hirsch compara dos modelos de «parenting» o educación de los hijos: el modelo de Isaac y el modelo de Jacob. Isaac tuvo dos hijos, Jacob y Esav. Los dos tenían personalidades muy diferentes y opuestas. Uno de ellos, Esav, se desvió y abandonó por completo el camino de Abraham. Por otro lado, Jacob fue un éxito total: continuó el legado de Abraham, tuvo 12 hijos (y una hija), y todos siguieron su camino. La familia que Jacob formó se convirtió en el pueblo de Israel.

CUANDO LO MISMO ES DIFERENTE, Y LO DIFERENTE ES LO MISMO

Ahora, pasemos a los comentarios del rabino Hirsch. Su pregunta es: ¿por qué Isaac y Ribqá no lograron educar a Esav? ¿Qué hizo que Esav abandonara el judaísmo? ¿Acaso sus padres le dieron a Esav una educación diferente a la que le dieron a Jacob? La respuesta del rabino Hirsch es sorprendente: «La continuidad de Esav fracasó porque sus padres le dieron la misma educación que a su hermano Jacob». Con base en el Midrash que citamos abajo, el rabino Hirsch indica que Isaac y Ribqa no se dieron cuenta a tiempo de las profundas diferencias entre sus dos hijos ¡Y pensaron ingenuamente que obtendrían los mismos resultados si le brindaban a los dos la misma educación judía! No sabían que Esav necesitaba una instrucción diferente — personalizada– para continuar en el camino religioso judío. Esav necesitaba un sistema escolar–o un buen maestro- que tomara en cuenta que a Esav no le gustaban las bibliotecas ni los libros. O que tenía algún tipo de ADD, y por lo tanto precisaba una educación religiosa que contemplara sus dificultades de aprendizaje y lo ayudara a canalizar sus talentos hacia el objetivo correcto.

Cito las duras palabras del rabino Hirsch, dirigidas a nosotros, los padres:

Un padre que hace que Jacob y Esav [dos hijos de carácter diferente: Jacob era naturalmente más estudioso, mientras que Esav pasaba su tiempo cazando en el campo] se sienten en el mismo banco de la escuela y les instruye de la misma manera, seguramente arruinará a uno de ellos. [Mientras que el niño que es como] Jacob disfrutará estudiando, como alguien sediento al que se le ofrece agua de un manantial, el niño que es como Esaú solo pensará en el día en que pueda deshacerse de todos esos libros viejos… y dejar atrás el estilo de vida [religioso]…

[Isaac y Ribqá no comprendieron] que la fuerza y el coraje [para la batalla que caracterizaban a Esav] no eran menos importantes que el pensamiento y los sentimientos [que caracterizaban a Jacob]. Nosotros, los padres, necesitamos trabajar con todos nuestros hijos ,con sus diferentes talentos… para lograr el ideal colectivo de Am Yisrael. *

EVOLUCIÓN

Según este célebre Rabino, al ver el fracaso de su hermano Esav, Jacob aprendió la lección y educó a sus propios hijos teniendo en cuenta el carácter, la naturaleza, la personalidad y los TALENTOS de cada uno de ellos. Entendió que aunque son hermanos y se han criado bajo el mismo techo, puede haber diferencias significativas entre un niño y otro. Y una de nuestras misiones como padres, ¡quizás la más difícil!, es identificar en qué área en particular sobresale mi hijo o mi hija y guiarlos hacia un camino de Torá sin ignorar su personalidad, talentos y rasgos de carácter específicos.

El rabino Hirsch detecta esta actitud en las bendiciones de Jacob a sus hijos, mencionadas en la Parashá de esta semana.

“Cuando los hijos de Jacob, las futuras 12 tribus, se reunieron para recibir la bendición de su padre, Jacob visualiizó en ellos a la futura nación de Israel: vio sacerdotes y rabinos (la tribu de Levi e Issajar), pero también vio líderes políticos y gobernantes (Yehudá), vio la tribu de aquellos que, en el futuro, se convertirían en grandes comerciantes (Zebulún), la tribu que se destacaría en la agricultura (Asher), y la tribu que produciría los mejores soldados (Gad), o jueces (Dan), etc. … Los bendijo a todos, pero NO con una sola y misma bendición, sino que bendijo a cada uno de ellos con una bendición diferente [deseando que, con la ayuda de Dios, cada uno desarrolle] sus propias virtudes אִישׁ אֲשֶׁר כְּבִרְכָתוֹ בֵּרַךְ אֹתָם (מ»ט, כח) (Génesis 49:28)….Jacob sabía que el pacto de Dios con Abraham implicaba la creación de una nación completa, sana y autosuficiente. Cada individuo tiene que desempeñar un papel diferente hacia el mismo gran objetivo Divino: establecer una nación que mantenga el camino de Dios, practicando e inspirando a otros a practicar la bondad y la justicia.

CONCLUSIÓN

Si Isaac y Ribqa hubieran entendido la profundidad del alma de Esav y se hubieran preguntado qué se debe hacer para que el coraje y la energía física de Esav se canalicen hacia el servicio Divino, entonces seguramente Esav no habría terminado siendo un «cazador valiente» sino un » valiente soldado de Dios». Con sus diferentes tendencias y talentos, Jacob y Esav podrían haber sido mellizos [=socios] también en su vida espiritual y forma de vida… La espada de Esav hubiera estado al servicio de Jacob, y quién sabe cómo la historia [del pueblo de Israel] se habría desarrollado con esa fuerte sociedad entre Jacob y Esav. Pero esto no sucedió, como indica el verso ‘Y los niños crecieron’: sólo cuando los niños ‘se hicieron adultos’, [cuando ya era demasiado tarde] los padres se sorprendieron al ver que sus mellizos… ¡eran tan diferentes! y ahora, opuestos en su estilo de vida y sus acciones.

Creo que la intención del rabino Hirsch no es criticar a Yitzjaq y su esposa, sino enseñarnos esa lección de vida crítica: que como padres judíos, cuyo principal objetivo en la vida es educar a TODOS nuestros hijos para que sigan el camino de la Torá, debemos reconocer –y aceptar–sus talentos individuales y orientarlos hacia una educación religiosa que no mida a todos con la misma vara, sino que reconozca sus límites y sus dones y les ayude a encauzar sus talentos particulares hacia el mismo noble objetivo: Abodat HaShem.

MIDRASH

וַיִּגְדְּלוּ הַנְּעָרִים (בראשית כה, כז), רַבִּי לֵוִי אָמַר מָשָׁל לַהֲדַס וְעִצְבוֹנִית שֶׁהָיוּ גְּדֵלִים זֶה עַל גַּבֵּי זֶה, וְכֵיוָן שֶׁהִגְדִּילוּ וְהִפְרִיחוּ זֶה נוֹתֵן רֵיחוֹ וְזֶה חוֹחוֹ, כָּךְ כָּל י»ג שָׁנָה שְׁנֵיהֶם הוֹלְכִים לְבֵית הַסֵּפֶר וּשְׁנֵיהֶם בָּאִים מִבֵּית הַסֵּפֶר, לְאַחַר י»ג שָׁנָה זֶה הָיָה הוֹלֵךְ לְבָתֵּי מִדְרָשׁוֹת וְזֶה הָיָה הוֹלֵךְ לְבָתֵּי ע»ז 

Bereshit Rabba 63:9

TEXTOS DEL RAB HIRSCH

. המושיב את יעקב ועשו על ספסל לימודים אחד , ובאותם הרגלי החיים מחנך אותם כאחד לחיי לימוד ומחשבה – מובטח לו שאת האחד מהם הוא מקלקל . יעקב ישאב ממעיין החכמה בחפץ גובר והולך , ואילו עשו רק יצפה ליום , בו ישליך מאחורי גבו את הספרים הישנים , ויחד אתם תעודת חיים גדולה , שהכיר אותה רק באופן חד צדדי , ובדרך שמעצם טבעו הוא סולד בה . . (

כאשר נקבצו בני יעקב לשמוע את ברכת אביהם , והלה ראה בהם את שבטי ישראל שלעתיד , לא ראה רק כוהנים ומורי הוראה ; הנה עמד שם שבט הלוויה ושבט המלוכה , שבט הסוחרים , שבט האיכרים , ושבט הלוחמים ; עמד שם לנגד עיניו העם כולו , על כל סגולותיו הרבגוניות , ועל כל דרכי התפתחותו ; את כולם הוא ברך , ‘איש אשר כברכתו ברך אתם’ ( בראשית מ»ט , כח , ( איש איש בסגולותיו המיוחדות לו . כי ברית ה’ הכרותה עם אברהם , חפצה באומה בריאה , שלמה ורעננה ; מטרתה לבנות חיי עם שלמים על כל צורותיהם הרבגוניות , על מנת לכוון אותם אל התפקיד הגדול האחד : לשמור דרך ה’ לעשות צדקה ומשפט . הכוח והאומץ , לא פחות מהמחשבה והרגש , ימצאו שם את גיבוריהם העובדים לה , ‘ ובמקצועות שונים יקיימו כולם את התפקיד הגדול של הכלל . דווקא משום כך – ‘חנוך לנער על פי דרכו , ‘ חנכהו למטרה הגדולה האחת על פי דרכו המיוחדת לו , בהתאם לעתיד הצפוי לו מנטיותיו 

אילו העמיקו יצחק ורבקה לחדור לנפש עשו , אילו הקדימו לשאול את עצמם , היאך יכולים גם האומץ , הכוח והגמישות הרדומים בנפש עשו – היאך יכולים כל אלה להטות שכם לעבודת , ‘ה כי אז ‘הגיבור’ שלעתיד לא היה הופך ל’גיבור ציד , ‘ אלא ל’גיבור לפני ה’ ‘ באמת . יעקב ועשו , על כל נטיותיהם השונות , היו נשארים אחים תאומים ברוחם ובדרך חייהם ; עוד מראשית הייתה חרבו של עשו כורתת ברית עם רוחו של יעקב ; ומי יודע איזה שינוי היה צפוי לקורות הימים על ידי כך . אך לא כן היה : ‘ויגדלו הנערים , ‘ רק משגדלו הנערים והיו לגברים , הופתעו הכל לראות , כי אלה אשר מרחם אחד יצאו , ויחד נתגדלו , נתחנכו ולמדו , היו כה שונים בטבעם ומנוגדים במעשיהם 




VAYIJI: Menashé, el héroe olvidado

Este Shabbat terminaremos de leer el libro de Bereshit (Génesis).

El primero de los cinco libros de la Torá incluye una fascinante historia, entre las lineas de la narrativa principal, que vale la pena analizar.  Se trata de la historia de la fraternidad, la relación entre hermanos.  A lo largo de Bereshit esta relación se va desarrollando, va evolucionando, desde el asesinato hasta la armonía .  

EL PECADO ORIGINAL

La historia de los primeros hermanos de la Torá, como ya sabemos, terminó muy mal. Abel ofreció un sacrificio a Dios, como agradecimiento por todo lo que recibió del Creador. Ofreció lo mejor que tenía, y su sacrifico fue aceptado.  Cain, por el otro lado, quiso imitar a su hermano y también hizo una ofrenda. Pero se comportó con más avaricia. Le ofeció a Dios lo que a él le sobraba y no necesitaba. Y su sacrificio fue rechazado (Aclaremos por las dudas que el Todopoderoso «no necesita» las ofrendas humanas; es el hombre el que se beneficia con ofrecerle a Dios, ya que gracias a ese gesto de gratitud, reconoce e identifica de Quién le llega todo lo que tiene). Cuando Caín vio que su ofrenda no fue recibida, se deprimió. HaShem trató de hacerle entender a Cain su error. Y para evitar que repitiera el error de su padre Adam, es decir: la transferencia de culpa, le explicó lo que tenía que hacer, «halo im tetib, se’et«, «Si te esfuerzas más, tu sacrifico será aceptado». Pero Cain no quiso escuchar. Y en lugar de reflexionar en lo que él había hecho mal y mejorar, ¡se ensañó contra Abel, como si su hermano tuviera la culpa de su propio fracaso. Su frustración personal se trasformó en una profundísima envidia, que lo llevó a asesinar a su hermano Abel.

SEGUIR EN LA MISMA

En las próximas generaciones, la relación entre hermanos no mejoró mucho. En realidad, en el libro de Bereshit la fraternidad parece la relación humana más difícil de mantener….  Ishmael envidió –y de acuerdo a los Sabios, intentó matar– a su hermano Itsjac.  Las situación no mejoró con Ya’aqob y Esav, quienes se enfrentaron desde el vientre materno. Luego llegan los hijos de Ya’aqob, donde nuevamente encontramos conflictos entre hermanos. Celos, envidias y una nueva lamentable dimensión: «vaisneu oto», «y los hermanos odiaban a Yosef». Aquí la amenaza del fratricidio (=el asesinato entre hermanos) fue parte de un plan real, que Providencialmente se evitó. 

CAMBIA TODO CAMBIA

La semana pasada la historia empieza a cambiar. Leíamos como Yosef, luego de recrear un escenario en el cual sus hermanos tuvieron que optar una vez más por abandonar o proteger a uno de sus hermanos (Biniamin) está vez se rectificaron y actuaron diferente. Hicieron Teshubá y Tiqún (reparación), como lo explica Ramban.  Yosef, por su lado, demostró el altruismo a su máximo nivel, donde no sólo no existieron reproches, sino que el perdón total diciendoles: «No se sientan mal (=culpables). No fueron Ustedes quienes me enviaron aquí. Fue HaShem. Ustedes fueron parte de un plan Divino para evitar que mucha gente muriera de hambre.» .    
Estas palabras de Yosef cambiaron para siempre el tema de la fraternidad, y trajeron el final del ciclo de celos, odio y competencia entre hermanos que había desencadenado Cain. Las palabras de Yosef cicatrizaron las viejas heridas y abrieron la posibilidad de una nueva y sana relación entre hermanos. 

EVOLUCION

El altruismo de Yosef tuvo su efecto inmediato.  Cuando Yaaqob llama a los hijos de Yosef, bendijo al menor antes que al mayor. Este acto podía haber abierto nuevamente el ciclo de celos, envidias y hasta fratricidio entre Efraim y Menashé. Sin embargo, no escuchamos celos, reproches ni tensiones de parte de Menashé, el hermano mayor «que recibió menos».    Los dos hermanos viven en paz, armoniosamente. Sin envidia.

Cuando bendecimos a nuestros hijos, la costumbre es desearles que HaShem los bendiga como a Efraim y Menashe. ¿Por qué? ¿Por qué no los bendecimos como Abraham, Itsjac, Yaaqob, Yosef, o Yehuda? Una vez escuche que la razón es justamente porque por un lado queremos que nuestros hijos sean Tsadiqiim, rectos e íntegros hacia HaShem, como nuestros antepasados. Pero también queremos que sean buenos hermanos, no separados por la envidia sino unidos, y felices, uno por  el éxito del otro, como Efraim y Menashé.

SHABBAT SHALOM