SHOFETIM: El rey de Israel y su poder limitado

Nuestra Perasha describe 3 características del rey de Israel:

Nuestra Perasha describe 3 características del rey de Israel:

כי האדם עץ השדה
Debarim 20:19
Hacia el final de la Parashá de esta semana, la Torá aborda las leyes de guerra y enseña al soldado judío a comportarse con respeto y dignidad, incluso en el campo de batalla. Uno de los detalles más notables se refiere a no destruir la ciudad o los campos sin motivo. Los árboles son particularmente mencionados, indicando que no deben ser vistos y atacados como «el enemigo”. El inusual lenguaje que utiliza la Torá en esta ocasión, se presta a interpretaciones metafóricas que surgen al comparar hombres y árboles.
Hoy me gustaría extender esa comparación al área de la educación de nuestros hijos (parenting) y reflexionar sobre la inagotable paciencia que esta tarea demanda.
En ocasiones, nuestros hijos parecen estancarse, no madurar al ritmo que esperábamos. Esta preocupación se intensifica cuando tienen hermanos o hermanas que sí parecen avanzar. Los padres a veces no comprendemos la influencia del tiempo en el desarrollo de nuestros hijos y nos vemos atrapados en preocupaciones, sufriendo tensiones innecesarias. Nos olvidamos de lo que un experto en la materia una vez mencionó: que la mayoría de los problemas de comportamiento de los hijos se resuelve con el tiempo.
Recuerdo a ciertos alumnos de nuestro Talmud Torá: en quinto y sexto grado eran un desafío constante. Inquietos, no dejaban de hablar e interrumpir. Molestaban a sus compañeros, desobedecían a los maestros y, a menudo, la única solución que quedaba era enviarlos fuera del aula. Pasaban más tiempo con el director que con sus compañeros de clase. Pero, con el paso del tiempo, luego de 15 años o más, he visto que muchos de estos niños “insufribles” se transformaron en padres ejemplares, exitosos empresarios, brillantes profesionales o personas de una admirable disciplina religiosa.
¿Qué pasó?
Simplemente estaban madurando a su propio ritmo o, como dicen los neurólogos, “el cerebro necesitaba tiempo para fortalecer las conexiones entre sus diferentes secciones y hemisferios”.
Tener paciencia no significa que los padres nos vayamos a quedar de brazos cruzados esperando —y rezando— que nuestros hijos maduren. Es esencial que siempre estemos presentes para hablar, guiar y alentar a nuestros hijos. Nunca debemos dejar de hacerlo.
Para comprender mejor el proceso de crecimiento que muchos de nuestros hijos atraviesan y entender nuestro rol de padres en este proceso, me gustaría compartir con ustedes la historia del crecimiento del árbol del bambú.
Al comienzo, es fundamental preparar el suelo, seleccionar un lugar óptimo con suficiente luz y humedad. Luego uno siembra las semillas. Durante el primer año, se riega constantemente el suelo con las semillas, pero no ocurre nada visible. En el segundo año, se riega y se fertiliza, pero aún no brota ni un solo retoño. El tercer año se continúa regando y cuidando el área con la esperanza de ver algún cambio, pero sigue sin haber señales del bambú. En el cuarto año, se observa el terreno y no se ve ningún progreso. Llega el quinto año y, al no ver resultados, uno podría pensar que ha fracasado en su intento de cultivar bambú. Sin embargo, sorprendentemente, en la mitad de ese año, el bambú comienza a crecer rápidamente y ¡en solo seis meses alcanza una impresionante altura de hasta 30 metros!
La pregunta del millón es: ¿Cuánto tiempo le llevó al bambú crecer? La respuesta inmediata parece ser “6 meses”. Pero en realidad, al bambú le tomó 5 años y medio crecer. Es decir, despegarse del suelo, literalmente, y comenzar a crecer. Y una vez que comenzó, ya nadie lo puede parar.
También hay que saber que, aunque el progreso no se notaba, en realidad, durante esos 5 años y medio, el bambú estaba creciendo «hacia abajo»: estaba formando un robusto sistema de raíces capaz de sostener su gran tamaño.
Nuestros hijos muchas veces experimentan un proceso similar al bambú. Su crecimiento requiere constantes cuidados “aunque no se noten los resultados”, con una paciencia inagotable. Recordemos el bambú: si durante los primeros 5 años uno hubiera desistido y dejado de regar o proteger al bambú, ese árbol jamás hubiera surgido.
Cada palabra de aliento que les damos, incluso en sus momentos de rebeldía o inmadurez, es edificante. Son como el agua para el bambú. Nuestros hijos crecen y se desarrollan de formas que no vemos. No sabemos cuándo ese crecimiento interno comenzará a manifestarse hacia afuera y alcanzará alturas sorprendentes, a veces incluso superando a sus hermanos que parecían desarrollarse más rápidamente.
Como los árboles de bambú, nuestros hijos necesitan que los nutramos permanentemente con amor y esmero.
Con el tiempo, y con la ayuda divina, madurarán y florecerán.
Rab Yosef Bitton

El vuelo a Shanghai
Fabián, más allá de ser un experto mundial en informática telefónica, es un joven judío que, a pesar de no usar Kippá, tiene un compromiso religioso total con Shabbat y Kashrut. Su empresa lo sabe y lo deja libre los sábados y las festividades, y la secretaria de la empresa siempre se preocupa de encargarle comidas Kosher en vuelos y hoteles. Pero por las dudas, Fabián lleva consigo sándwiches de atún envueltos en papel de aluminio, que antes le preparaba su mamá y ahora los prepara Leah.
Hace algunos años, en uno de esos innumerables viajes, abordó en Nueva York un avión rumbo a Shanghai. Fabián descubrió que la aerolínea había cometido un error: no le subieron la comida kosher para él. Resignado, sacó su paquetito con papel de aluminio, que desentonaba totalmente en business class. En ese preciso instante, una agradable chica que estaba sentada detrás, Leah, notó la situación y se dio cuenta de que ella no había sido la única que se había quedado sin Kosher. Sin dudarlo, le ofreció compartir sus frutas. Fabián le ofreció uno de sus sándwiches. Y luego de compartir ese largo viaje juntos, se prometieron volver a verse. Y así, lo que comenzó como una comida accidental en un vuelo se transformó en una propuesta de matrimonio y en la formación de una hermosa familia judía, “por culpa” de un simple sándwich de atún.
La conferencia en Suiza
En otro de sus viajes, Fabián asistió a un congreso en Suiza organizado por su empresa. El evento culminó en un lujoso restaurante, donde cientos de empleados de distintos países se deleitaban con manjares como caviar y buey Wagyu. A pesar de que la empresa usualmente es muy considerada, ese día olvidaron solicitar una vianda kosher para Fabián. Sin hacer alarde y con discreción, Fabián no probó nada. Y a la hora de los postres, Fabián sacó su fiel sándwich de atún que le había preparado Leah y lo disfrutó en un discreto rincón del amplio salón.
Lo que Fabián no esperaba es que el fundador y CEO de la empresa lo estuviera observando. Tras la cena, se acercó a Fabián no solo para disculparse por el error con su comida, sino también para ofrecerle un ascenso a un puesto ejecutivo de mayor prestigio. Fabián, sorprendido, pensó que el dueño estaba siendo excesivamente cortés con él por la omisión de la comida Kosher. Sin embargo, el magnate le aclaró: «No busco compensarte por una comida. Busco tener en mi equipo a alguien que, incluso en los detalles más pequeños, muestre convicción y personalidad. Tu lealtad y tu compromiso con tus principios son admirables, y eso es lo que nuestra empresa necesita en sus líderes. Creo que encontré a la persona indicada».
Moraleja
No todas las historias de observancia de Kashrut terminan así: el 99% de casos, como los que mencionamos , cuidar Kasher es sacrificado y no siempre acompañado de una gratificación inmediata o recompensa. Pero lo que rescato de estas historias de vida reales es que el Kashrut va más allá de una dieta. Kashrut es identidad. Es lo que hace que personas judías se conecten y se conozcan en los lugares más remotos del mundo. Y además, la observancia de Kashrut es un ejemplo de convicción en un mundo donde lo que prima es la conveniencia. En la conferencia de Zúrich, Fabián no era el único judío presente. Pero era el único judío absolutamente leal a sus principios religiosos, en una actividad que a veces es la más mundana y otras veces la más importante en el plano social: el acto de comer.
Rab Yosef Bittón




(Del año 2014)
כל-כלי יוצר עליך לא יצלח וכל-לשון תקום-אתך למשפט תרשיעי
El profeta Isaías (Yesha’ayahu) dice en la Haftará de esta semana ‘Ningún arma forjada contra ti prosperará, tú triunfarás sobre toda lengua que te acuse ‘ (Isaiah 54).
Nuestros rabinos explicaron que nuestro eenmigos asaltan freceitnemnte al pueblo judío: Algunos nos atacan con armas y otros con palabras.
En diferentes momentos de nuestra historia, este versículo fue interpretado de diversas maneras. En los tiempos de la inquisición, los judíos que no aceptaron la conversión fueron expulsados de la España cristiana. Muchos de ellos huyeron a tierras árabes, donde fueron amenazados a convertirse al Islam o morir. Reflexionando sobre esta situación atroz y sin salida Don Isaac Abarbanel (1437-1508) escribió lo siguiente: «El profeta [Isaías] escribió que ‘Ningún arma forjada contra ti prosperará, y triunfarás sobre toda lengua que te acuse ‘. Por un lado hoy vemos religiones cuyos seguidores no se contentan con afirmar la supremacía de su fe por la vía del debate y la discusión, sino que amenazan de muerte a todos los que rechazan su fe. Los Ismaelitas (alusión al Islam) pertenecen a esta categoría. Hay otros, en cambio, que la imposición de su fe la practican con debates y argumentación, como hacen los Edomitas (alusión a la Iglesia católica)».
Aunque hoy los judíos no somos víctimas de ese tipo intenso de proselitismo, las palabras de Don Isaac Abarabanel resuenan en nuestros oídos como propias. Grupos terroristas como Hamas, que están luchando su Jihad o guerra religiosa (ver aquí artículo 13) contra el pueblo de Israel, atacan a Israel con armas mortales, cohetes y bombas que tienen como objetivo matar a la mayor cantidad de judíos posible. Ese ataque militar está complementado con los ataques verbales de los medios de comunicación del mundo. Que están siempre listos para agredir a Israel con palabras de crítica injusta, ignorando deliberadamente que Israel actúa en defensa propia. Israel es víctima no sólo de los cohetes del enemigo sino también de acusaciones cínicas de crímenes de guerra, que nunca van a ser dichas contra ningún otro país que se defiende contra la organización terrorista que busca su destrucción.
Como lo anticipó Isaías, la agresión contra el pueblo judío persiste. Sólo que hoy el antisemitismo se disfraza de la censura obsesiva contra Israel. Pero Isaías también previó que no estamos solos en este conflicto. Que a pesar de la desesperación que sentimos cuando vemos que a nadie le interesa defender ni entender nuestra causa, HaShem está con nosotros, protegiendo a Israel de las armas, de la espada y de la palabra de aquellos que buscan nuestra destrucción.

En nuestra Parashá, Equeb, Moshé se dirige a los futuros soldados judíos, los alienta y les asegura que no deben tener miedo de enfrentar a los enemigos que están en Canaán, porque ה׳ estará con ellos en la batalla. Pero no solo les habla de la guerra. También les dice que la tierra que van a heredar es una tierra excepcional: “Una tierra en la cual no comerás pan de pobreza; una tierra donde materialmente no te faltará nada” (Debarim 8:9).
La Torá describe esta abundancia en detalle: “Tierra de trigo y cebada, de uvas, higueras y granadas, tierra de olivos y miel” (Debarim 8:8). Los famosos siete frutos de Israel son símbolos de fertilidad, prosperidad y especialmente de DIVERSIDAD.
Pero esta hermosa promesa bíblica ¡no se concretizó durante siglos! Por milenios, la Tierra de Israel fue sinónimo de pobreza. Basta con leer las cartas del Rab Obadiah de Bertinoro sobre Jerusalem para sentir la miseria de su tiempo (ver aquí https://www.halaja.org/2022/01/el-rab-obadia-de-bertinoro-1455-1515-y-la-yeshiba-de-yerushalayim/), o los relatos del escritor americano Mark Twain en 1867 describiendo a Palestina como una tierra desolada, árida y estéril, ¡totalmente opuesta a la utópica tierra que prometía la Biblia! Incluso hace apenas 30 o 40 años, Israel era todavía un país de ingresos medios, con dificultades macroeconómicas, y con una sola fruta característica: las naranjas “Yaffa”.
Pero hoy la realidad es otra. La abundancia, la calidad y la variedad de alimentos en los supermercados de Jerusalem es superior a la de los supermercados de Nueva York, por ejemplo, o de cualquier otra ciudad que yo conozca. La variedad y el surtido de quesos, yogures, vinos, crackers, frutas y verduras frescas… en Israel, B”H, es mucho mayor que la de la mayoría de los países del mundo. No existe en el mundo, creo, la variedad de alimentos que se sirven en un desayuno en un hotel de Israel. La comida es más sabrosa y más natural.
Cada vez que noto este detalle, ¡me maravillo! Y me despierto. Y me doy cuenta de que no puedo dar por sentado este “MILAGRO”: que luego de milenios de precariedad, tenemos el inmenso mérito de ver con nuestros propios ojos ¡la abundancia que Dios le prometió a la tierra y al pueblo de Israel en nuestra Parashá!
Pienso en nuestros antepasados, que vivieron resignados a la pobreza y el exilio, y habrán pensado que la “abundancia bíblica” era una fantasía, una utopía o una metáfora. No creo que se hayan atrevido a soñar con lo que yo puedo ver hoy.
RIQUEZAS NATURALES
Pero la Parashá no se limita a hablar de la abundancia solo en términos de alimentos. La Torá también menciona los múltiples recursos naturales de Israel, casi todos ellos “escondidos”, ocultos bajo la superficie o dentro de las montañas. “Tierra donde abundan los manantiales y las aguas profundas que brotan en los valles y en las colinas… rocas de hierro y colinas de las cuales extraerás cobre” (Debarim 8:7-9).
Israel siempre fue considerado un país “SIN RECURSOS NATURALES”. Sin ríos caudalosos como el Nilo en Egipto, o el Tigris y el Éufrates en Mesopotamia. Y ni siquiera tiene petróleo, como sus vecinos del Medio Oriente.
Me acuerdo de un horrible chiste, posiblemente de hace 40 años: “Dios quería que Moshé llevase al pueblo a ‘Canadá’ —una tierra rica, con los mayores recursos naturales del mundo—, pero Moshé tartamudeó y en lugar de decir ‘Canadá’ le salió ‘Cana-a-an’. Y así llegaron a Israel, una tierra pobre y sin recursos. (Fin del chiste).”
Hace cuatro décadas, esta broma parecía tener razón. Y era una ironía; una decepción de proporciones bíblicas: ¿Dónde están los tesoros naturales ocultos de la tierra prometida? ¿Por qué el Todopoderoso le da a Su pueblo una tierra sin riquezas naturales?
BAJO DEL MAR
Sin embargo, en las dos últimas décadas ocurrió lo impensado, un MILAGRO. Bajo el lecho marítimo de Israel, en el Mediterráneo, se descubrieron gigantescos yacimientos de gas natural, incomparables con cualquier otro país del Medio Oriente o con costa en el Mediterráneo, con producción prácticamente ilimitada y de menor impacto ambiental que el petróleo.
De pronto, Israel, el país pobre en recursos, resultó estar sentado sobre un tesoro escondido que durante miles de años estuvo esperando para producir sus riquezas en esta época milagrosa. Israel es el país más rico en gas natural de todo el Medio Oriente.
Y ahora les cuento algo extraordinario: este 7 de agosto pasado se firmó el contrato económico de exportación más alto en la historia de Israel: la venta de 35 MIL MILLONES DE DÓLARES en gas natural a… ¡EGIPTO!
Cito a la prensa israelí esta semana: “El mes pasado se cerró un acuerdo de venta de gas del yacimiento Leviatán en aguas territoriales israelíes. Los tres socios son: la empresa estadounidense Chevron, que posee el 39.66% del yacimiento; la empresa israelí NewMed Energy, que posee la mayoría con un 45.34%; y Ratio, también de Israel (15%). Se trata del acuerdo de exportación más grande en la historia del país hasta ahora, por un valor de 35 mil millones de dólares, para la venta de gas natural desde el yacimiento Leviatán hacia Egipto. El acuerdo fue firmado con la empresa egipcia Dolphinus Holdings, intermediaria del gobierno. La duración del acuerdo: 15 años.”
Que esto ocurra justamente con un país árabe vecino y hostil a Israel es increíble. Este acuerdo con Egipto, irónicamente, solventa los gastos de la guerra en Gaza (estimados en 20 mil millones de dólares).
Es muy importante también desde el punto de vista geopolítico, ya que estabiliza a la región. ISRAEL se ha transformado en el LÍDER REGIONAL DE RECURSOS NATURALES DEL MEDIO ORIENTE: Egipto depende energéticamente de Israel y Jordania depende del agua de Israel. ES VERDAD, ¡AUNQUE USTED NO LO CREA Y NO LO ESCUCHE EN LOS MEDIOS! que solo traen las malas noticias de Israel.
BENDICIONES A PRUEBA DE GUERRA
Lo más asombroso es que Israel prospera “A PESAR DE ESTAR EN GUERRA”, a pesar del antisemitismo global, a pesar de los boicots, a pesar de los embargos, de las permanentes condenas de las Naciones Unidas, a pesar de las amenazas de países amigos como Francia, Inglaterra, Australia y Canadá, etc., y de las interminables campañas difamatorias.
En agosto de 2025, Bloomberg informó que la Bolsa de Tel Aviv fue la que más creció en el mundo en lo que va del año: un aumento del 21.3% en el primer semestre. Más del triple que el S&P 500, que solo subió un 6%. Ningún otro país de la región mostró algo similar: la economía de Turquía, Egipto, Líbano, Irán… está en caída libre. Israel debería estar en una situación similar a Ucrania, otro país en guerra, pero milagrosamente, está mejor que nunca: ENTRE 2022 Y 2025 EL PBI DE ISRAEL SUBIÓ ALREDEDOR DE 9.6% EN TOTAL, MIENTRAS QUE EL DE UCRANIA CAYÓ CERCA DE 21% EN EL MISMO PERÍODO. Ucrania depende casi totalmente de la ayuda internacional (Estados Unidos, la Unión Europea y el FMI) para sostener su presupuesto y las funciones básicas del Estado.
LOS RIESGOS DE LA ABUNDANCIA
Para finalizar, la Parashá nos advierte que cuando disfrutamos de las bendiciones divinas podemos correr el riesgo de olvidar la fuente de todo, de normalizar nuestras bendiciones y no darnos cuenta de dónde están llegando. “Ten cuidado de no olvidar a ה׳ tu Dios… No sea que cuando comas y te sacies, cuando edifiques tus casas y prosperes, se enorgullezca tu corazón [y pienses que todo lo que tienes es solo gracias a tu propio esfuerzo e inteligencia], y te olvides de ה׳ tu Dios…” (Debarim 8:11-14).
Somos una generación privilegiada. Vemos con nuestros ojos el renacimiento de la promesa bíblica: la bendición de los frutos de la tierra, la riqueza de los recursos naturales y la increíble prosperidad en medio de la adversidad. Que la abundancia no nos haga olvidar de QUIÉN es la fuente de todo lo que tenemos y disfrutamos.
SI MOSHE NOS HUBIERA LLEVADO A CANADA EN LUGAR DE ISRAEL….

Canadá es conocido como uno de los países con más recursos naturales del mundo. Tiene enormes reservas de petróleo y gas —especialmente en Alberta, con las famosas arenas bituminosas—, es líder en minerales estratégicos como níquel, potasio, oro y uranio, y posee vastas áreas de bosques que alimentan su poderosa industria maderera. Además, cuenta con abundante agua dulce y es un gran productor de energía hidroeléctrica. A simple vista, todo esto debería convertirlo en un país de crecimiento económico sólido y sostenido.
Sin embargo, cuando comparamos la evolución reciente de la economía de Canadá con la de Israel, encontramos diferencias muy notorias.
En 2025, la Bolsa de Tel Aviv se colocó entre las de mayor crecimiento en el mundo: subió alrededor de 20% en el primer semestre, incluso en un contexto de guerra y de tensiones internacionales. En contraste, la Bolsa de Toronto aumentó apenas un 10%, reflejando un crecimiento mucho más moderado.
En la economía real la brecha es aún más evidente. Israel, en guerra y bajo enormes presiones externas, registró un crecimiento del 3,3%. Canadá, en cambio, con toda su riqueza en materias primas, se desaceleró hasta un 1%, mostrando señales claras de estancamiento .
El desempleo también refleja esta diferencia. En los últimos meses Canadá perdió decenas de miles de puestos de trabajo y su tasa de desempleo subió al 6,9%. Por el otro lado, Israel logró mantener un mercado laboral sólido, incluso en medio de la guerra en Gaza y bajo amenazas regionales constantes.
Israel avanza con paso firme, sorprendiendo al mundo con su capacidad de crecer en condiciones adversas, mientras que Canadá se estanca y retrocede, a pesar de sus increíbles riquezas naturales.

«ומלתם את ערלת לבבכם וערפכם לא תקשו עוד» (דברים י’ טז’).


La Parashá de esta semana, Vaetjanán, contiene dos textos cardinales de la fe judía: Los Diez Mandamientos y la primera parte del Shemá Israel. Hoy analizaremos brevemente el primer versículo del Shemá (Para aprender un poco más acerca de Los Diez Mandamientos, consulta el enlace a continuación).
Para empezar, recordemos que el Shemá Israel no es formalmente una plegaria. No es un texto en el que alabamos a Dios o pedimos Su ayuda. El Shemá que recitamos todos los días contiene nuestra declaración de fe en la existencia y unidad de Dios, nos educa a amar a Dios, nos insta a cumplir Sus mandamientos y nos exhorta a comportarnos con moralidad y decencia.
¿CÓMO SE DICE «DIOS EXISTE» EN HEBREO?
El primer versículo del Shemá Israel contiene las tres ideas que constituyen los principios de nuestra fe:
שמע ישראל ה אלוקינו ה אחד
«Escucha, Israel, HaShem es nuestro Dios, HaShem es uno»
La palabra más significativa en este tema, irónicamente, no está explícitamente escrita en el pasuq (versículo bíblico). Nuestro versículo dice literalmente: «Escucha Israel, HaShem nuestro Dios, HaShem uno». Pero la traducción correcta es: «Escucha Israel, HaShem ES nuestro Dios, HaShem ES uno». ¿Por qué estos dos verbos no están explícitamente incluidos en este versículo? Porque en hebreo bíblico los verbos no se conjugan en el presente de la manera que ocurre en otros idiomas. Para indicar el presente, en hebreo solo se usa el pronombre y el sustantivo. Cuando digo, por ejemplo, ANI QORE, que generalmente se traduce como «yo leo», en realidad estoy diciendo «en este momento, ‘soy’ un lector». Es por eso que cuando se quiere decir el verbo «ser» en presente, «es» o «soy», ¡no se dice nada! Si quiero decir «esta silla ES blanca» diré «hakisé laban» = «la silla… blanca». Y cuando quiero decir «HaShem ES nuestro Dios» diré «HaShem… nuestro Dios».
Irónicamente, la idea de «SER» que está escondida entre la palabra “HaShem” y la palabra “nuestro” transmite el mensaje más importante de todo el Shemá Israel: la afirmación de que Dios «ES», es decir, que Dios «EXISTE», lo cual constituye el principio número uno de la fe judía.
¿CÓMO SABEMOS QUE DIOS EXISTE?
La respuesta a esta pregunta se presenta en la segunda parte de este versículo: «HaShem es ‘nuestro Dios’». Aquí el énfasis no está en la palabra «es» sino en la palabra «nuestro».
En el judaísmo, la creencia en Dios se basa, en primer lugar, en el hecho de que los judíos somos los únicos testigos de la Revelación Divina (אתם עדי). En el Monte Sinaí, cuando Dios nos eligió entre todas las naciones, y nos dio Su Tora, se reveló a nuestros antepasados transmitiendo los primeros dos mandamientos. La revelación Divina no se manifestó a través de imágenes. De hecho, la Torá nos advierte seriamente de no crear imágenes visuales imaginarias de la revelación Divina, como hacen otras religiones. La revelación de Dios (en hebreo: ma’amad har sinai) se describe así: «y todo el pueblo veía las voces [que llegaban de Dios]». La Tora utiliza un lenguaje excepcional, «ver las voces», para indicar un evento extrasensorial, sobrenatural, una especie de telepatía profética. Este evento “impactante” (incluso “traumático”) quedó grabado en nuestra memoria genética, y nos convertimos así en el único grupo humano que ha experimentado directa y colectivamente la Revelación Divina. El rabino Yehuda haLeví mencionó hace unos 1.000 años que otras religiones ni siquiera han pretendido falsamente haber experimentado una revelación colectiva, algo que es imposible de sostener. Las religiones gentiles se adjudican, en cambio, supuestas revelaciones “privadas” a individuos como Yeshu, Mahoma o Joseph Smith.
Ahora podemos entender mejor el segundo mensaje del Shemá Israel: “HaShem es NUESTRO Dios”. Dios se reveló a nosotros, todo el pueblo de Israel, y esta experiencia de la revelación divina nos ha transformado hasta el día de hoy en los privilegiados testigos de Su existencia.
Claro que esta fe genética debe ser desarrollada por nosotros mismos, procurando un conocimiento más personal de Dios, el cual se incrementa a través de estudiar Su Torá y observar y admirar Su creación. Ambos “libros”: la Torá y la Creación, revelan una Sabiduría que no es humana y dirigen así nuestra mente y nuestro corazón hacia un reconocimiento más profundo del Autor/Creador de ambas obras.
¿QUÉ SIGNIFICA QUE DIOS ES UNO?
El monoteísmo judío, la creencia de que solo hay un Dios y que no existe ningún otro poder independiente de Él, es probablemente la idea más revolucionaria de la Torá. ¿Por qué? Porque el monoteísmo era una idea totalmente contra intuitiva. Veamos. Para el hombre antiguo, era imposible pensar que solo existía un Dios. Los seres humanos naturalmente percibimos la realidad en términos de eventos conflictivos y opuestos: vida y muerte; guerra y paz; alegría y dolor, etc. Para la mente pagana era imposible concebir que el complejo espectro de esta realidad ¡proviene de un solo Dios! La conclusión más normal, intuitiva y lógica es que el mundo está gobernado por múltiples dioses, cada uno a cargo de un determinado poder: este el dios del bien y el dios del mal; el dios de la luz y el dios de la oscuridad. Y esos dioses están en un conflicto permanente entre sí y se pelean para sobreponerse el uno al otro. Desde el aspecto psicológico, el politeísmo también es la forma más natural de proyectar lo mas violento de la realidad humana: los dioses poseen los mismos conflictos, intereses y apetitos que los seres humanos que se pelean entre sí para imponerse uno al otro .
Concebir UN SOLO DIOS de quien derivan todos los aspectos contradictorios y opuestos de nuestra compleja realidad humana, es absolutamente revolucionario y casi «insano».
Puede ser difícil para nosotros percibir hoy la magnitud y el increíble impacto de la idea del monoteísmo en la humanidad, simplemente porque la mayoría del mundo civilizado ha rechazado el politeísmo y ha adoptado el principio establecido en el Shemá Israel.
Para resumir: El primer versículo del Shemá Israel no es una oración que rezamos a Dios. Es un texto bíblico dirigido hacia nosotros (Escucha Israel). Nos recuerda los tres principios más importantes del judaísmo y nos exhorta a recordarlos todos los días, recitándolos como una proclamación de lealtad hacia nuestro Dios.

EMUNA NIVEL UNO
En nuestra Parashá Vaetjanan, Moshé Rabenu nos presenta una vez más los Diez Mandamientos, tal como él los relata a la nueva generación que está a punto de ingresar a la Tierra Prometida, 40 años después de haber sido revelados. El primer mandamiento es la declaración fundamental de la fe judía: “Yo, HaShem, soy tu Dios, que te ha rescatado de la tierra de Egipto, de la prisión en la que eras esclavo.” Si este primer mandamiento tuviera que ser resumido en una sola palabra, esa palabra sería Emuná, que se suele traducir superficialmente como “fe”, creencia en Dios. Un poco más profundamente, y pensando en el contexto de este mandamiento, Emuná significa saber que Dios está en control de todo, especialmente de lo que nosotros no controlamos—como por ejemplo, haber sido esclavizados por los Egipcios—y también reconocer su intervención permanente, por ejemplo, habernos sacado de Egipto.
NIVEL DOS
La Emuná con un poco más de matices incluye reconocer y apreciar a Dios y no sentir envidia. Para comprenderlo mejor nos ayudaremos con el último mandamiento: “No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni sus propiedades, ni sus numerosos siervos… ni sus posesiones… no envidiarás ninguna cosa que sea de tu prójimo.” Se me ocurrió que hay una relación fundamental entre el último y el primer mandamiento. ¿Qué es lo contrario de Emuná? En este nivel, lo contrario de la Emuná no es el ateísmo, ¡es la envidia!
Si soy observante, me dedico a la oración diariamente y obviamente me declaro como creyente, pero soy envidioso y estoy siempre pensando en cuanto quiero tener lo que tiene mi amigo, mi primo o mi hermano, en realidad, no tengo Emuná: ¡no estoy ejerciendo mi fe! No tengo la convicción que Dios está en control de lo que yo no controlo. La Emuná entonces, no termina con creer en Dios. Emuná es actuar sabiendo y teniendo en cuenta que Dios existe y que Él está en control de lo que tengo, o de lo me queda. Que no se malinterprete: esto no significa que uno se quede con los brazos cruzados, le rece a Dios y espere que el dinero le caiga del cielo sin trabajar. Emuná significa que, una vez que he hecho todo mi esfuerzo: me he levantado temprano, he trabajado con honestidad, no he malgastado mi dinero y aun así no tengo todo lo que quiero o no tengo tanto como mi vecino, no me obsesiono con la envidia. No se trata de resignación, derrotismo o conformismo barato: la ausencia —o el control — de la envidia es la expresión de mi convicción de que Dios existe.
NIVEL TRES
Y si queremos avanzar más: No hay nada más profundo y terapéutico que aprender a agradecerle a Dios no solo por lo que tengo, sino también por lo que NO tengo. Lo dijeron los Sabios: כל עכבה לטובה, “todo lo bueno que no me ocurre (tengo que interpretarlo) como que Dios lo hace por mi bien.” Esta se podría considerar la “Super-Emuná”. Algunos tsadiquim la practican y son las personas más felices, mas fuertes, emocionalmente y mentalmente más sanas que conozco. Creo que a ellos se refirieron las palabras que dicen: אנשי אמונה אבדו, los hombres de una Emuná completa ya no existen más, o van quedando muy pocos. Comportarse con Emuná en sus niveles más avanzados no es fácil y no se logra por decisión. Pero se empieza por decisión. Es un largo camino de aprendizaje y experiencias, buenas y de las otras.
Comencemos por repasar la siguiente regla matemática: El sentimiento de envidia y la Emuná son inversamente proporcionales. Cuanto más envidio a los demás, menos Emuná ejerzo. Y cuanto más Emuná tengo, menos envidia debo sentir en mi corazón.

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