SHOFETIM: El rey de Israel y su poder limitado

Uno de los primeros temas que aborda esta Perasha es el del «rey» de Israel. A diferencia de todas las demás civilizaciones del mundo, durante toda la historia de la monarquía, para el pueblo judío el rey no era una figura central. Es más, pareciera que la Torá (Debarim 17:14 ) «accede» a que el pueblo tenga un rey, no lo «prescribe».
Y el perfil del rey judío no podía ser más diferente del perfil de los reyes gentiles.  Los reyes gentiles eran «dioses». Así lo era en la antigüedad, por ejemplo, el Faraón. Egipto tenía muchos dioses, pero por encima de todos ellos estaba el rey. Como dice Yejezquel (29:3) del Faraón  «El Gran Cocodrilo [así se llamaba a sí mismo el faraón], que dice: mío es el rio Nilo [también una divinidad suprema en Egipto] y yo me cree a mi mismo«. Algo parecido pasaba con los reyes y emperadores romanos, como Caligula, que se refería a si mismo como un dios.
En la edad media no era muy diferente. Los reyes no se presentaban como dioses, pero se consideraban elegidos por su dios. El rey no obedecía ni daba cuentas a nadie. Era una obligación «divina» obedecer al rey. Obedeciendo al rey se obedecía a su dios. Y de esta manera se produjeron innumerables abusos y ultrajes,  en nombre de los dioses.
La Tora es única, y en este sentido, «revolucionaria».

Nuestra Perasha describe 3 características del rey de Israel:

1. El rey de Israel tiene limitaciones. No puede acumular tesoros, así no podría justificar cobrar excesivos impuestos al pueblo. El rey judío tampoco podía tener demasiados caballos, así no se hacía de un ejército más poderoso de lo necesario. Y no podía tener demasiadas esposas en su harén, lo que en ese entonces implicaba, entre otras cosas, un límite en las alianzas que podía establecer con pueblos gentiles vecinos (Debarim, 17:16-17).
2. El rey de Israel también debía ser un talmid jajam, es decir, un estudioso de la Torá. Tenía que escribir un Sefer Torá, el libro de Debarim, (17:18) y llevarlo con él adonde sea que fuera, para nunca olvidarse que él, el rey debía ser fiel a la ley Divina. El rey de Israel debía estudiar la Torá «todos los días de su vida» (17:19) para aprender todo lo que HaShem espera de él y de cada uno de sus súbditos. Su estudio no era para presumir de sabiduría ante nobles o plebeyos, sino para mejorar su proceder y refinar su carácter, como veremos a continuación.
3. Quizás lo más característico del rey judío era que –en completa oposición a la actitud de los reyes gentiles y hasta de algunos presidentes contemporáneos- es que debía comportarse con humildad. Así dice la Torá explícitamente Debarim 17:20: [El rey tendrá que leer la Torá…] para que su corazón no se enaltezca por sobre sus hermanos y no se aparte de Sus mandamientos a la derecha o a la izquierda…». Que note el lector la suprema lección de humildad: La Torá no dice que no se enaltezca por sobre «sus súbditos» sino sobre «sus hermanos». En el pueblo judío la relación rey súbditos no era vertical: era horizontal. NO se establece como «rey / súbditos», sino como «hermano mayor / hermanos». Mientras que en los demás pueblos el rey era la excepción en cuanto a obedecer la ley, en el sentido que no estaba sujeto a la misma y la podía cambiar a voluntad por su condición de portavoz de los dioses, el rey de Israel debía ser el ejemplo, el primero en someterse a la ley. En el pueblo judío el rey no es «la figura central» porque la ley no depende de su autoridad. Y por eso la Torá no menciona ninguna obligación de obedecer al rey humano: los reyes y los súbditos del pueblo judío están obligados a obedecer una misma ley: La Torá.
La siguiente oración resume todo lo que se puede decir sobre la diferencia entre lo que era el rey en el pueblo de Israel y lo que eran los reyes en otras naciones y culturas.
MIENTRAS QUE EN LOS DEMÁS PUEBLOS EL REY ES DIOS, EN EL PUEBLO DE ISRAEL DIOS ES EL REY



SHOFETIM: El crecimiento de nuestros hijos y el bambú

כי האדם עץ השדה

Debarim 20:19

Hacia el final de la Parashá de esta semana, la Torá aborda las leyes de guerra y enseña al soldado judío a comportarse con respeto y dignidad, incluso en el campo de batalla. Uno de los detalles más notables se refiere a no destruir la ciudad o los campos sin motivo. Los árboles son particularmente mencionados, indicando que no deben ser vistos y atacados como «el enemigo”. El inusual lenguaje que utiliza la Torá en esta ocasión, se presta a interpretaciones metafóricas que surgen al comparar hombres y árboles.

Hoy me gustaría extender esa comparación al área de la educación de nuestros hijos (parenting) y reflexionar sobre la inagotable paciencia que esta tarea demanda.

En ocasiones, nuestros hijos parecen estancarse, no madurar al ritmo que esperábamos. Esta preocupación se intensifica cuando tienen hermanos o hermanas que sí parecen avanzar. Los padres a veces no comprendemos la influencia del tiempo en el desarrollo de nuestros hijos y nos vemos atrapados en preocupaciones, sufriendo tensiones innecesarias. Nos olvidamos de lo que un experto en la materia una vez mencionó: que la mayoría de los problemas de comportamiento de los hijos se resuelve con el tiempo.

Recuerdo a ciertos alumnos de nuestro Talmud Torá: en quinto y sexto grado eran un desafío constante. Inquietos, no dejaban de hablar e interrumpir. Molestaban a sus compañeros, desobedecían a los maestros y, a menudo, la única solución que quedaba era enviarlos fuera del aula. Pasaban más tiempo con el director que con sus compañeros de clase. Pero, con el paso del tiempo, luego de 15 años o más, he visto que muchos de estos niños “insufribles” se transformaron en padres ejemplares, exitosos empresarios, brillantes profesionales o personas de una admirable disciplina religiosa.

¿Qué pasó?

Simplemente estaban madurando a su propio ritmo o, como dicen los neurólogos, “el cerebro necesitaba tiempo para fortalecer las conexiones entre sus diferentes secciones y hemisferios”.

Tener paciencia no significa que los padres nos vayamos a quedar de brazos cruzados esperando —y rezando— que nuestros hijos maduren. Es esencial que siempre estemos presentes para hablar, guiar y alentar a nuestros hijos. Nunca debemos dejar de hacerlo.

Para comprender mejor el proceso de crecimiento que muchos de nuestros hijos atraviesan y entender nuestro rol de padres en este proceso, me gustaría compartir con ustedes la historia del crecimiento del árbol del bambú.

Al comienzo, es fundamental preparar el suelo, seleccionar un lugar óptimo con suficiente luz y humedad. Luego uno siembra las semillas. Durante el primer año, se riega constantemente el suelo con las semillas, pero no ocurre nada visible. En el segundo año, se riega y se fertiliza, pero aún no brota ni un solo retoño. El tercer año se continúa regando y cuidando el área con la esperanza de ver algún cambio, pero sigue sin haber señales del bambú. En el cuarto año, se observa el terreno y no se ve ningún progreso. Llega el quinto año y, al no ver resultados, uno podría pensar que ha fracasado en su intento de cultivar bambú. Sin embargo, sorprendentemente, en la mitad de ese año, el bambú comienza a crecer rápidamente y ¡en solo seis meses alcanza una impresionante altura de hasta 30 metros!

La pregunta del millón es: ¿Cuánto tiempo le llevó al bambú crecer? La respuesta inmediata parece ser “6 meses”. Pero en realidad, al bambú le tomó 5 años y medio crecer. Es decir, despegarse del suelo, literalmente, y comenzar a crecer. Y una vez que comenzó, ya nadie lo puede parar.

También hay que saber que, aunque el progreso no se notaba, en realidad, durante esos 5 años y medio, el bambú estaba creciendo «hacia abajo»: estaba formando un robusto sistema de raíces capaz de sostener su gran tamaño.

Nuestros hijos muchas veces experimentan un proceso similar al bambú. Su crecimiento requiere constantes cuidados “aunque no se noten los resultados”, con una paciencia inagotable. Recordemos el bambú: si durante los primeros 5 años uno hubiera desistido y dejado de regar o proteger al bambú, ese árbol jamás hubiera surgido.

Cada palabra de aliento que les damos, incluso en sus momentos de rebeldía o inmadurez, es edificante. Son como el agua para el bambú. Nuestros hijos crecen y se desarrollan de formas que no vemos. No sabemos cuándo ese crecimiento interno comenzará a manifestarse hacia afuera y alcanzará alturas sorprendentes, a veces incluso superando a sus hermanos que parecían desarrollarse más rápidamente.

Como los árboles de bambú, nuestros hijos necesitan que los nutramos permanentemente con amor y esmero.

Con el tiempo, y con la ayuda divina, madurarán y florecerán.

Rab Yosef Bitton




PARASHAT REE: Sandwiches de atún y mayonesa

El vuelo a Shanghai

Fabián, más allá de ser un experto mundial en informática telefónica, es un joven   judío que, a pesar de no usar Kippá, tiene un compromiso religioso total con Shabbat y Kashrut. Su empresa lo sabe y lo deja libre los sábados y las festividades, y la secretaria de la empresa siempre se preocupa de encargarle comidas Kosher en vuelos y hoteles. Pero por las dudas, Fabián lleva consigo sándwiches de atún envueltos en papel de aluminio, que antes le preparaba su mamá y ahora los prepara Leah.

Hace algunos años, en uno de esos innumerables viajes, abordó en Nueva York un avión rumbo a Shanghai. Fabián descubrió que la aerolínea había cometido un error: no le subieron la comida kosher para él. Resignado, sacó su paquetito con papel de aluminio, que desentonaba totalmente en business class. En ese preciso instante, una agradable chica que estaba sentada detrás, Leah, notó la situación y se dio cuenta de que ella no había sido la única que se había quedado sin Kosher. Sin dudarlo, le ofreció compartir sus frutas. Fabián le ofreció uno de sus sándwiches. Y luego de compartir ese largo viaje juntos, se prometieron volver a verse. Y así, lo que comenzó como una comida accidental en un vuelo se transformó en una propuesta de matrimonio y en la formación de una hermosa familia judía, “por culpa” de un simple sándwich de atún.

La conferencia en Suiza

En otro de sus viajes, Fabián asistió a un congreso en Suiza organizado por su empresa. El evento culminó en un lujoso restaurante, donde cientos de empleados de distintos países se deleitaban con manjares como caviar y buey Wagyu. A pesar de que la empresa usualmente es muy considerada, ese día olvidaron solicitar una vianda kosher para Fabián. Sin hacer alarde y con discreción, Fabián no probó nada. Y a la hora de los postres, Fabián sacó su fiel sándwich de atún que le había preparado Leah y lo disfrutó en un discreto rincón del amplio salón.

Lo que Fabián no esperaba es que el fundador y CEO de la empresa lo estuviera observando. Tras la cena, se acercó a Fabián no solo para disculparse por el error con su comida, sino también para ofrecerle un ascenso a un puesto ejecutivo de mayor prestigio. Fabián, sorprendido, pensó que el dueño estaba siendo excesivamente cortés con él por la omisión de la comida Kosher. Sin embargo, el magnate le aclaró: «No busco compensarte por una comida. Busco tener en mi equipo a alguien que, incluso en los detalles más pequeños, muestre convicción y personalidad. Tu lealtad y tu compromiso con tus principios son admirables, y eso es lo que nuestra empresa necesita en sus líderes. Creo que encontré a la persona indicada».

Moraleja

No todas las historias de observancia de Kashrut terminan así: el 99% de casos, como los que mencionamos , cuidar Kasher es sacrificado y no siempre acompañado de una gratificación inmediata o recompensa. Pero lo que rescato de estas historias de vida reales es que el Kashrut va más allá de una dieta. Kashrut es identidad. Es lo que hace que personas judías se conecten y se conozcan en los lugares más remotos del mundo. Y además, la observancia de Kashrut es un ejemplo de convicción en un mundo donde lo que prima es la conveniencia. En la conferencia de Zúrich, Fabián no era el único judío presente. Pero era el único judío absolutamente leal a sus principios religiosos, en una actividad que a veces es la más mundana y otras veces la más importante en el plano social: el acto de comer.

 

Rab Yosef Bittón




REE: Ayudar sin avergonzar

Esta semana la Torá (Debarim 15:1-4) menciona una ley Bíblica no muy conocida: Shemitat Kesafim, la cancelación de las deudas por parte del acreedor. No se trata de la ley de quiebra; cuando una persona justificadamente o no se declara insolvente. Acá se trata de la Mitsva del acreedor de perdonar voluntariamente a los deudores en el año de la Shemitá.
Para entender esta Mitsvá hay que recordar cómo vivamos los judíos en el pasado, dos mil o tres mil años atrás. En el antiguo Israel los Yehudim éramos agricultores. Durante el año el agricultor come de lo que cosecha en su tierra: granos,verduras y frutas. En un buen año, si produce más de lo que necesita para comer, el agricultor venderá el superávit de sus frutas y —luego de distribuir un porcentaje de sus ingresos a los pobres, a los Levitas, etc—comprará más animales, más tierra, etc. Pero si el año fue malo, y el campesino no tiene lo suficiente para comer, dependerá de la asistencia de los demás. Por lo general pedirá un préstamo –algo que no era una práctica poco común incluso para un campesino que no era pobre– para “pasar el invierno”. Recordemos que el invierno era el peor momento para el agricultor. En el otoño, mientras se sembraba, todavía quedaban frutos (secos!) del verano pasado. Pero en el invierno las frutas y el grano —ya procesado como harina— se termina y hay que esperar al final del invierno, el comienzo de la primavera, para que los nuevos frutos florezcan.
Hay otra ocasion en la que el agricultor judío es muy vulnerable. El año sabático. Una vez cada siete años el campesino judío podia recoger únicamente los frutos que necesitaba para comer. Lo demás, era de libre acceso para los desposeídos: las viudas, los huérfanos o los pobres que no tenían ninguna tierra para sembrar. El campesino, al no poder comerciar con sus frutos, necesitaba crédito para pasar el invierno, y se le dificultaba pagar sus deudas anteriores, lo que por lo general hacia cuando vendía su cosecha.
En este tipo de circunstancias — deudas particularmente relacionadas con el año de la Shemitá: un año sin ingresos–, la Torá le indica al acreedor ser sensible a las deudas del campesino y perdonarlas. Esta era una forma de Tsedaqá que ayudaba a que los campesinos no tuvieran que embargar o vender sus tierras, y les diera tiempo a recuperarse. Evitaba así que los pobres se hicieran más pobres y los ricos se hicieran más ricos.
Ahora bien, los acreedores judíos conocían perfectamente la posibilidad de que las deudas fuesen canceladas el séptimo año. No solo eso: la Torá le prohibió al acreedor demandar estas deudas al deudor ( לא יגוש את רעהו). De manera que cuando prestaban su dinero, los acreedores eran plenamente conscientes de la posibilidad que no recuperarían su dinero. Y aún así, lo “prestaban” (=regalaban) a quienes lo necesitaban. “Prestar” dinero y luego no demandarlo es considerado como la forma más noble de Tsedaqa. ¿Por qué? Porque aún el deudor que se siente mal de pedir dinero como caridad, seguramente no le molestará pedir un préstamo. Incluso ¡con la plena intención de pagarlo! El acreedor, por su parte, prestaba el dinero pero con la pena intencionalidades de no cobrarlo. Este préstamo sin ánimo de devolución es solo un ejemplo de muchas leyes de ayuda al projimo que menciona la Torá (ver más abajo).



REE: Socialismo, capitalismo y distribución de riqueza

פותח את ידך ומשביע לכל חי רצון
«Abre/s Tus manos y satisfaces a todas las criaturas de acuerdo a Tu voluntad»
¿QUIÉN SE COME A QUIEN?
Hay un pasuq (versículo) muy conocido en Tehilim, el libro de los Salmos, que decimos todos los días del año, 3 veces por día. Y este pasuq tiene una particularidad: debe ser dicho con kavaná, o sea, haciendo una pausa y reflexionando en en lo que estamos diciendo, a fin de internalizar su mensaje. En el Salmo 145, Tehilá leDavid (ashré…) el pasuq 16, dice así: «poteaj et yadeja…». La traducción convencional es: «[Tu HaShem] Abres Tus manos y satisfaces a todas las criaturas de acuerdo a Tu voluntad». Y la explicación tradicional es que este pasuq habla de «las manos de Dios» –lo cual obviamente es una metáfora — e indica que El Creador «abre permanentemente Sus manos» proveyendo de mil formas diferentes el alimento que todo ser vivo necesita. ¿Y cómo es que HaShem «abre Su mano»? En el mundo animal, HaShem ha diseñado un mecanismo altamente sofisticado, que los científicos llaman «cadena alimenticia», a través de la cual todos los seres vivos tienen asignado su alimento. Este mecanismo ecológico permite que cada criatura del bosque, de la selva o del mar, tenga lo que comer.
ECOLOGIA HUMANA.  ¿QUIÉN LE DA DE COMER A QUIÉN?
También los seres humanos procuramos nuestro alimento consumiendo plantas u otros seres vivos.  Pero hay un elemento particular que corresponde exclusivamente a la raza humana: el que tiene comida le puede dar de comer al que no tiene lo que comer. Los seres humanos, no solo que no nos comemos unos a otros (por lo meanos en el sentido literal) sino que tenemos una capacidad que ningún otro ser vivo tiene:somos capaces de práticar la  «solidaridad» y el «altruismo», incluso con el extranjero. Es decir, de una manera que va amas alla del insitnto de supervivencia.
Ahora bien: entendemos que la cadena alamienticia animal es practicmante, un milagro. Es decir: la manera que Dios interviene para que todos los animales esten satsfechos. La pregunta es: ¿que papel juega el Todopoderoso en la solidaridad, quer es mas o menos: la la cadena alimenticia humana?
Este es uno de los temas que se desarrollan en la Parasha de esta semana.
INTERPRETACIÓN LITERAL
Como todos sabemos, la Torá nos permite (o nos exige) múltiples interpretaciones de su texto.  Hay interpretaciones literales (peshat) e interpretaciones no-literales (derash). En este caso voy a presentar una nueva «interpretación» del versculo de Sakmos que mecnionames anteriormente , que se ajusta estrictamente al sentido literal de sus palabras y que nos va a proveer la respuesta a nuestro interrogante: cómo hace Dios para dar de comer a los pobres.    Veamos. En hebreo, los verbos en el tiempo presente se dicen de igual manera para la primera, segunda o tercera persona del singular. En hebreo, por ejemplo, «yo escribo», «tu escribes» o «él escribe», se dice de la misma forma: «KOTEB», lo que cambia es el pronombre.  En nuestro caso, la primera palabra del  versículo , POTEAJ, se podria interpretar  entonces como la hemos leído anteriormente: «[Tú, HaShem,] abres Tus manos y satisfaces a todas las criaturas, hasta que colmas su voluntad». Pero también, las primeras tres palabras de este versículo se pueden leer de una manera distinta, sin violar su sentido literal: «[HaShem] abre tu mano, y así satisface a todas las criaturas según Su voluntad». En esta segunda lectura, (poteaj, como verbo transitivo) el texto debe entnderse así: El Creador abre «nuestras manos», las manos humanas, para saciar el hambre de otros seres humanos. HaShem, el Creador, abre NUESTRAS manos para que le demos de comer a los que no tienen que comer.
¿CÓMO HACE DIOS PARA ABRIR NUESTRAS MANOS?
En la Perashá de esta semana, REE,  capítulo 15:7 la Torá habla de la Mitsvá de Tsedaqá. HaShem nos pide que NO cerremos nuestra mano cuando nuestros hermanos nos necesitan ( לא תקפוץ את ידך מאחיך האביון). Y en el siguiente pasuq 15:8, la Torá usa unas palabras que es imposible no asociarlas con nuestro versículo en Tehilim. El pasuq 15:8, dice: «Habrás de abrir tu mano … [cuanto tu hermano te necesita ] y le proveerás de todos lo que le haga falta». ( פתוח תפתח את ידך לו). Según esta interpretación, Dios literalmente abre nuestras manos a través de la Mitsvá de Tsedaqá y de esa manera le concede a cada persona el alimento que necesita.
A través de la Tsedaqá, nos transformamos en un instrumento de HaShem. Nos convertimos en esa cadena almientica humana de Jesed que HaShem implementa a través de nuestras manos para que todos tengan lo que comer
SHABBAT SHALOM



HAFTARA de PARASHAT REE

(Del año 2014)

כל-כלי יוצר עליך לא יצלח וכל-לשון תקום-אתך למשפט תרשיעי

El profeta Isaías (Yesha’ayahu) dice en la Haftará de esta semana  ‘Ningún arma forjada contra ti prosperará, tú triunfarás sobre toda lengua que te acuse ‘ (Isaiah 54).

Nuestros rabinos explicaron que nuestro eenmigos  asaltan freceitnemnte al pueblo judío: Algunos nos atacan con armas y otros con palabras.

En diferentes momentos de nuestra historia, este versículo fue interpretado de diversas maneras. En los tiempos de la inquisición, los judíos que no aceptaron la conversión fueron expulsados de la España cristiana. Muchos de ellos huyeron a tierras árabes, donde fueron amenazados a convertirse al Islam o morir. Reflexionando sobre esta situación atroz y sin salida Don Isaac Abarbanel (1437-1508) escribió lo siguiente: «El profeta [Isaías] escribió que ‘Ningún arma forjada contra ti prosperará, y triunfarás sobre toda lengua que te acuse ‘. Por un lado hoy vemos religiones cuyos seguidores no se contentan con afirmar la supremacía de su fe por la vía del debate y la discusión, sino que amenazan de muerte a todos los que rechazan su fe. Los Ismaelitas (alusión al Islam) pertenecen a esta categoría. Hay otros, en cambio, que la imposición de su fe la practican con debates y argumentación, como hacen los Edomitas (alusión a la Iglesia católica)».

Aunque hoy los judíos no somos víctimas de ese tipo intenso de proselitismo, las palabras de Don Isaac Abarabanel resuenan en nuestros oídos como propias. Grupos terroristas como Hamas, que están luchando su Jihad o guerra religiosa (ver aquí artículo 13) contra el pueblo de Israel, atacan a Israel con armas mortales, cohetes y bombas que tienen como objetivo matar a la mayor cantidad de judíos posible. Ese ataque militar está complementado con los ataques verbales de los medios de comunicación del mundo. Que están siempre listos para agredir a Israel con palabras de crítica injusta, ignorando deliberadamente que Israel actúa en defensa propia.  Israel es víctima no sólo de los cohetes del enemigo sino también de acusaciones cínicas de crímenes de guerra, que nunca van a ser dichas contra ningún otro país que se defiende contra la organización terrorista que busca su destrucción.

Como lo anticipó Isaías, la agresión contra el pueblo judío persiste.  Sólo que hoy el antisemitismo se disfraza de la censura  obsesiva contra Israel. Pero Isaías también previó que no estamos solos en este conflicto. Que a pesar de la desesperación que sentimos cuando vemos que a nadie le interesa defender ni entender nuestra causa,  HaShem está con nosotros, protegiendo a Israel de las armas, de la espada y de la palabra de aquellos que buscan nuestra destrucción.




EQUEB: La tierra de leche, miel y gas natural


En nuestra Parashá, Equeb, Moshé se dirige a los futuros soldados judíos, los alienta y les asegura que no deben tener miedo de enfrentar a los enemigos que están en Canaán, porque ה׳ estará con ellos en la batalla. Pero no solo les habla de la guerra. También les dice que la tierra que van a heredar es una tierra excepcional: “Una tierra en la cual no comerás pan de pobreza; una tierra donde materialmente no te faltará nada” (Debarim 8:9).
La Torá describe esta abundancia en detalle: “Tierra de trigo y cebada, de uvas, higueras y granadas, tierra de olivos y miel” (Debarim 8:8). Los famosos siete frutos de Israel son símbolos de fertilidad, prosperidad y especialmente de DIVERSIDAD.

Pero esta hermosa promesa bíblica ¡no se concretizó durante siglos! Por milenios, la Tierra de Israel fue sinónimo de pobreza. Basta con leer las cartas del Rab Obadiah de Bertinoro sobre Jerusalem para sentir la miseria de su tiempo (ver aquí https://www.halaja.org/2022/01/el-rab-obadia-de-bertinoro-1455-1515-y-la-yeshiba-de-yerushalayim/), o los relatos del escritor americano Mark Twain en 1867 describiendo a Palestina como una tierra desolada, árida y estéril, ¡totalmente opuesta a la utópica tierra que prometía la Biblia! Incluso hace apenas 30 o 40 años, Israel era todavía un país de ingresos medios, con dificultades macroeconómicas, y con una sola fruta característica: las naranjas “Yaffa”.

Pero hoy la realidad es otra. La abundancia, la calidad y la variedad de alimentos en los supermercados de Jerusalem es superior a la de los supermercados de Nueva York, por ejemplo, o de cualquier otra ciudad que yo conozca. La variedad y el surtido de quesos, yogures, vinos, crackers, frutas y verduras frescas… en Israel, B”H, es mucho mayor que la de la mayoría de los países del mundo. No existe en el mundo, creo, la variedad de alimentos que se sirven en un desayuno en un hotel de Israel. La comida es más sabrosa y más natural.
Cada vez que noto este detalle, ¡me maravillo! Y me despierto. Y me doy cuenta de que no puedo dar por sentado este “MILAGRO”: que luego de milenios de precariedad, tenemos el inmenso mérito de ver con nuestros propios ojos ¡la abundancia que Dios le prometió a la tierra y al pueblo de Israel en nuestra Parashá!
Pienso en nuestros antepasados, que vivieron resignados a la pobreza y el exilio, y habrán pensado que la “abundancia bíblica” era una fantasía, una utopía o una metáfora. No creo que se hayan atrevido a soñar con lo que yo puedo ver hoy.

RIQUEZAS NATURALES
Pero la Parashá no se limita a hablar de la abundancia solo en términos de alimentos. La Torá también menciona los múltiples recursos naturales de Israel, casi todos ellos “escondidos”, ocultos bajo la superficie o dentro de las montañas. “Tierra donde abundan los manantiales y las aguas profundas que brotan en los valles y en las colinas… rocas de hierro y colinas de las cuales extraerás cobre” (Debarim 8:7-9).
Israel siempre fue considerado un país “SIN RECURSOS NATURALES”. Sin ríos caudalosos como el Nilo en Egipto, o el Tigris y el Éufrates en Mesopotamia. Y ni siquiera tiene petróleo, como sus vecinos del Medio Oriente.
Me acuerdo de un horrible chiste, posiblemente de hace 40 años: “Dios quería que Moshé llevase al pueblo a ‘Canadá’ —una tierra rica, con los mayores recursos naturales del mundo—, pero Moshé tartamudeó y en lugar de decir ‘Canadá’ le salió ‘Cana-a-an’. Y así llegaron a Israel, una tierra pobre y sin recursos. (Fin del chiste).”
Hace cuatro décadas, esta broma parecía tener razón. Y era una ironía; una decepción de proporciones bíblicas: ¿Dónde están los tesoros naturales ocultos de la tierra prometida? ¿Por qué el Todopoderoso le da a Su pueblo una tierra sin riquezas naturales?

BAJO DEL MAR
Sin embargo, en las dos últimas décadas ocurrió lo impensado, un MILAGRO. Bajo el lecho marítimo de Israel, en el Mediterráneo, se descubrieron gigantescos yacimientos de gas natural, incomparables con cualquier otro país del Medio Oriente o con costa en el Mediterráneo, con producción prácticamente ilimitada y de menor impacto ambiental que el petróleo.
De pronto, Israel, el país pobre en recursos, resultó estar sentado sobre un tesoro escondido que durante miles de años estuvo esperando para producir sus riquezas en esta época milagrosa. Israel es el país más rico en gas natural de todo el Medio Oriente.

Y ahora les cuento algo extraordinario: este 7 de agosto pasado se firmó el contrato económico de exportación más alto en la historia de Israel: la venta de 35 MIL MILLONES DE DÓLARES en gas natural a… ¡EGIPTO!
Cito a la prensa israelí esta semana: “El mes pasado se cerró un acuerdo de venta de gas del yacimiento Leviatán en aguas territoriales israelíes. Los tres socios son: la empresa estadounidense Chevron, que posee el 39.66% del yacimiento; la empresa israelí NewMed Energy, que posee la mayoría con un 45.34%; y Ratio, también de Israel (15%). Se trata del acuerdo de exportación más grande en la historia del país hasta ahora, por un valor de 35 mil millones de dólares, para la venta de gas natural desde el yacimiento Leviatán hacia Egipto. El acuerdo fue firmado con la empresa egipcia Dolphinus Holdings, intermediaria del gobierno. La duración del acuerdo: 15 años.”
Que esto ocurra justamente con un país árabe vecino y hostil a Israel es increíble. Este acuerdo con Egipto, irónicamente, solventa los gastos de la guerra en Gaza (estimados en 20 mil millones de dólares).
Es muy importante también desde el punto de vista geopolítico, ya que estabiliza a la región. ISRAEL se ha transformado en el LÍDER REGIONAL DE RECURSOS NATURALES DEL MEDIO ORIENTE: Egipto depende energéticamente de Israel y Jordania depende del agua de Israel. ES VERDAD, ¡AUNQUE USTED NO LO CREA Y NO LO ESCUCHE EN LOS MEDIOS! que solo traen las malas noticias de Israel.

BENDICIONES A PRUEBA DE GUERRA
Lo más asombroso es que Israel prospera “A PESAR DE ESTAR EN GUERRA”, a pesar del antisemitismo global, a pesar de los boicots, a pesar de los embargos, de las permanentes condenas de las Naciones Unidas, a pesar de las amenazas de países amigos como Francia, Inglaterra, Australia y Canadá, etc., y de las interminables campañas difamatorias.
En agosto de 2025, Bloomberg informó que la Bolsa de Tel Aviv fue la que más creció en el mundo en lo que va del año: un aumento del 21.3% en el primer semestre. Más del triple que el S&P 500, que solo subió un 6%. Ningún otro país de la región mostró algo similar: la economía de Turquía, Egipto, Líbano, Irán… está en caída libre. Israel debería estar en una situación similar a Ucrania, otro país en guerra, pero milagrosamente, está mejor que nunca: ENTRE 2022 Y 2025 EL PBI DE ISRAEL SUBIÓ ALREDEDOR DE 9.6% EN TOTAL, MIENTRAS QUE EL DE UCRANIA CAYÓ CERCA DE 21% EN EL MISMO PERÍODO. Ucrania depende casi totalmente de la ayuda internacional (Estados Unidos, la Unión Europea y el FMI) para sostener su presupuesto y las funciones básicas del Estado.

LOS RIESGOS DE LA ABUNDANCIA
Para finalizar, la Parashá nos advierte que cuando disfrutamos de las bendiciones divinas podemos correr el riesgo de olvidar la fuente de todo, de normalizar nuestras bendiciones y no darnos cuenta de dónde están llegando. “Ten cuidado de no olvidar a ה׳ tu Dios… No sea que cuando comas y te sacies, cuando edifiques tus casas y prosperes, se enorgullezca tu corazón [y pienses que todo lo que tienes es solo gracias a tu propio esfuerzo e inteligencia], y te olvides de ה׳ tu Dios…” (Debarim 8:11-14).
Somos una generación privilegiada. Vemos con nuestros ojos el renacimiento de la promesa bíblica: la bendición de los frutos de la tierra, la riqueza de los recursos naturales y la increíble prosperidad en medio de la adversidad. Que la abundancia no nos haga olvidar de QUIÉN es la fuente de todo lo que tenemos y disfrutamos.

SI MOSHE NOS HUBIERA LLEVADO A CANADA EN LUGAR DE ISRAEL….

Canadá es conocido como uno de los países con más recursos naturales del mundo. Tiene enormes reservas de petróleo y gas —especialmente en Alberta, con las famosas arenas bituminosas—, es líder en minerales estratégicos como níquel, potasio, oro y uranio, y posee vastas áreas de bosques que alimentan su poderosa industria maderera. Además, cuenta con abundante agua dulce y es un gran productor de energía hidroeléctrica. A simple vista, todo esto debería convertirlo en un país de crecimiento económico sólido y sostenido.
Sin embargo, cuando comparamos la evolución reciente de la economía de Canadá con la de Israel, encontramos diferencias muy notorias.
En 2025, la Bolsa de Tel Aviv se colocó entre las de mayor crecimiento en el mundo: subió alrededor de 20% en el primer semestre, incluso en un contexto de guerra y de tensiones internacionales. En contraste, la Bolsa de Toronto aumentó apenas un 10%, reflejando un crecimiento mucho más moderado.
En la economía real la brecha es aún más evidente. Israel, en guerra y bajo enormes presiones externas, registró un crecimiento del 3,3%. Canadá, en cambio, con toda su riqueza en materias primas, se desaceleró hasta un 1%, mostrando señales claras de estancamiento .
El desempleo también refleja esta diferencia. En los últimos meses Canadá perdió decenas de miles de puestos de trabajo y su tasa de desempleo subió al 6,9%. Por el otro lado, Israel logró mantener un mercado laboral sólido, incluso en medio de la guerra en Gaza y bajo amenazas regionales constantes.
Israel avanza con paso firme, sorprendiendo al mundo con su capacidad de crecer en condiciones adversas, mientras que Canadá se estanca y retrocede, a pesar de sus increíbles riquezas naturales.




EQEB: Berit Mila del Corazon

«ומלתם את ערלת לבבכם וערפכם לא תקשו עוד» (דברים י’ טז’).

2 TIPOS DE CIRCUNCISIÓN
Cuando hablamos de «circuncisión», nos referimos generalmente al Berit Milá, la primera Mitzva que un niño judío experimenta en su vida, y que consiste en remover el prepucio, la capa cutánea, que cubre el órgano sexual masculino. Pero nuestra Parashá , Equeb, describe un tipo diferente de circuncisión: la circuncisión del corazón. La Torá dice (Deuteronomio 10:16.): «Y circuncidareis el prepucio de vuestro corazón …». ¿Qué es el prepucio del corazón y cómo se realiza esta circuncisión cardíaca? En Hebreo, como en español, el corazón es el órgano asociado con las emociones, el amor y la sensibilidad («Te quiero con todo mi corazón», «Tiene un corazón de oro..», etc). En este sentido, nuestros corazones son capaces de crear una capa cutánea virtual, invisible al ojo, pero absolutamente real. El prepucio del corazón se va formando, por ejemplo, cuando normalizamos lo inmoral, cuando dejamos de sentirnos incómodos frente a las cosas malas que suceden a nuestro alrededor.
ADAPT OR DIE
Nuestros corazones pueden volverse insensibles a la injusticia o al dolor. ¿Cómo? Es un proceso… Seguramente la primera vez que presenciamos un acto de injusticia o engaño contra los más débiles o inocentes, nos sentimos mal y molestos. Pero, ¿qué pasaría con nuestro corazón si viviéramos en un ambiente donde «todos» practican la injusticia, el engaño y la corrupción? En esas circunstancias, lamentablemente, uno termina adaptándose («adaptarse o morir» dicen en ingles), y la forma de adaptarse es desarrollando un prepucio virtual sobre el corazón, que supuestamente «lo protege», lo aísla de la sensibilidad. En un extraordinario mandamiento la Torá nos previene acerca de esta cobertura cardiaca y nos dice: No dejes que tu corazón se cubra por un prepucio a su alrededor. No te adaptes a la injusticia. No te sientas cómodo alrededor de la corrupción. No dejes de sentir que algo está mal cuando todo el mundo actúa mal. Y si esto pasa, tienes que «circuncidar tu corazón».
ANESTESIA EMOCIONAL
Hay algo más. La Tora dice que HaShem se interesa por los huérfanos, por las viudas y que Él defiende a los pobres, a los desposeídos, a los individuos que sufren. HaShem nos pide que no nos permitamos perder nuestra sensibilidad hacia los demás, dejando que nuestros corazones estén cubiertos por esa gruesa capa cutánea. Yo tenía un amigo, z»l, que solía viajar por negocios a Calcuta, India, una de las ciudades más pobres del mundo. Me contó que el primer día que llegó, no lo podía soportar. Al ver a tantos mendigos en la calle, especialmente niños ciegos, deformes, discapacitados, rogando por una moneda, su corazón quedó al borde del colapso… Pero lentamente se fue acostumbrando a ver gente sufriendo a su alrededor. Un día ya no se sintió incómodo y se dio cuenta de que para él los indigentes se habían convertido en una parte normal del paisaje de Calcuta. En ese momento, al notar que su corazón se había cubierto de una piel dura e insensible, llamó a todos los pobres de la cuadra y los invitó a almorzar. Esta gran hombre fue capaz de identificar su propia «cobertura-cardiaco» e inmediatamente la extirpó de su corazón.
La circuncisión del corazón exige una autoevaluación constante de nuestros sentimientos, sobre todo, de la ausencia de sentimientos. Si detectamos una capa cutánea alrededor de nuestro corazón tenemos que actuar inmediatamente. La práctica de la justicia y los actos de Jesed (caridad, bondad, generosidad) son el «Berit Milá, el mejor antídoto para remover la insensibilidad de nuestros corazones.



EQEB: Lo que más quiere mi nieto Nissim

והיה אם שמוע תשמעו
¿Debemos observar la Torá y sus preceptos esperando a cambio una recompensa material?
La Perashá de esta semana parece responder afirmativamente a esta pregunta. La segunda parte del Shemá Israel comienza prometiendo prosperidad como recompensa por el cumplimiento de los preceptos divinos והיה אם שמוע תשמעו “Si ustedes obedecen Mis mandamientos… Yo les concederé lluvia en sus tierras…”.
Aparentemente la Torá propone un sistema de premios,o  millage , por nuestro buen proceder. Y los preceptos son un medio para alcanzar el nirvana judío: ¡abundancia, prosperidad y salud para todos! .
Para Maimónides, por ejemplo, esta es una visión superficial y parcial del ideal bíblico, aunque deliberada.
Veamos.
En Hiljot Talmud Torá Maimónides nos dice que es muy difícil explicarle a un niño la verdadera importancia de estudiar Torá. A un pequeño de 7 u 8 años le sería imposible entender los beneficios “abstractos” de cumplir los mandamientos. Apreciar lo que significa acercarnos a Dios, conocerlo mejor aprendiendo y obedeciendo Su voluntad o vivir una vida basada en Sus principios, etc. Para que un niño quiera estudiar Torá, todas estas ideas altruistas no serán relevantes. Al niño debemos ofrecerle algún estimulo concreto. Algo material que pueda disfrutar de manera concreta. Un premio, que vaya progresando según la edad y su madurez: dulces, juguetes, festejos, honores, etc. Maimónides concluye su exposición con las palabras de los Sabios del Talmud: En los comienzos del proceso educativo, uno debe motivar a su hijo a que estudie Torá o cumpla las Mitsvot “condicionalmente”, ofreciéndole una recompensa material, ya que eventualmente, al madurar, el hijo llegará a la conclusión de que las Mitsvot hay que cumplirlas “incondicionalmente”. Con mis propias palabras: cuando uno madura se da cuenta que las Mitsvot son para su propio bien. “Me hacen bien”, aunque no siempre vengan con premios incluidos.
La recompensa material que promete la Torá es necesaria para la etapa más inmadura de la vida intelectual (o espiritual) de un individuo judío. Para la etapa en la cual lo único que nos puede motivar a cumplir con la Torá es la conveniencia. Cuando uno aún no tiene la madurez necesaria para comprender que el mayor beneficio de las Mitsvot es mi conexión con Dios, algo que solamente se puede apreciar –o desear– una vez que alcanzamos un nivel de “amor a Dios”.
Para muchos Rabinos esta es la diferencia entre la primera y la segunda parte del Shemá Israel. La primera parte del Shemá representa el ideal más alto. Y por eso es que habla exclusivamente del “amor a Dios”. Y en la primera parte del Shemá, predeciblemente, no se menciona ninguna recompensa. Amar a Dios significa buscar y disfrutar Su cercanía.
Para entender esta profunda idea un poco mejor recurriremos a David haMelej y a mi nieto Nissim. En Tehilim 131 el rey David habló de su amor por HaShem y dijo: כְּ֭גָמֻל עֲלֵ֣י אִמּ֑וֹ. Mi alma tiene una dependencia emocional de Dios, que solo se puede comparar con la dependencia de un bebé con su madre. Nissim, mi nietito de 1 año, es una ilustración perfecta de este pasuq. Para Nissim no hay absolutamente nada material que lo haga más feliz que estar con su mamá. Cuando mamá está con él, Nissim está en la gloria. Y NO NECESITA NADA MAS. Pero cuando mamá tiene que salir, para Nissim no hay golosina, juego o juguete que lo pueda poner contento o incluso distraer. Si mamá no está cerca, Nissim es inconsolable.
Cuando somos lo suficientemente maduros para apreciar la proximidad de HaShem, explica Maimónides, la recompensa “es” estudiar Torá y cumplir con las mitsvot: es decir, disfrutar de una constante conexión con HaShem. Y cuando esto sucede, la recompensa material prometida por la Torá adquiere un significado completamente distinto. La abundancia, la prosperidad, la salud y la paz “facilitan” nuestro acercamiento a Dios.
Las bendiciones materiales nos permiten dedicarnos a la Tora y disfrutar la Divina Presencia con mínimas distracciones. Al tener nuestras necesidades cubiertas, podemos dedicarnos plenamente a nuestro objetivo principal.
Finalmente, y para cerrar el círculo, la recompensa en el Mundo Venidero también incluye el mismo tipo de placer. El premio reservado para las personas justas en el Mundo Venidero es la cercanía de la Presencia Divina, como Nissim con su mamá.



VAETJANAN: ¿Cómo sabemos que Dios existe?

La Parashá de esta semana, Vaetjanán, contiene dos textos cardinales de la fe judía: Los Diez Mandamientos y la primera parte del Shemá Israel. Hoy analizaremos brevemente el primer versículo del Shemá (Para aprender un poco más acerca de Los Diez Mandamientos, consulta el enlace a continuación).

Para empezar, recordemos que el Shemá Israel no es formalmente una plegaria. No es un texto en el que alabamos a Dios o pedimos Su ayuda. El Shemá que recitamos todos los días contiene nuestra declaración de fe en la existencia y unidad de Dios, nos educa a amar a Dios, nos insta a cumplir Sus mandamientos y nos exhorta a comportarnos con moralidad y decencia.

¿CÓMO SE DICE «DIOS EXISTE» EN HEBREO?

El primer versículo del Shemá Israel contiene las tres ideas que constituyen los principios de nuestra fe:

שמע ישראל ה אלוקינו ה אחד

«Escucha, Israel, HaShem es nuestro Dios, HaShem es uno»

  1. Que Dios existe.
  2. Que somos los únicos testigos de Su revelación.
  3. Que Dios es uno.

La palabra más significativa en este tema, irónicamente, no está explícitamente escrita en el pasuq (versículo bíblico). Nuestro versículo dice literalmente: «Escucha Israel, HaShem nuestro Dios, HaShem uno». Pero la traducción correcta es: «Escucha Israel, HaShem ES nuestro Dios, HaShem ES uno». ¿Por qué estos dos verbos no están explícitamente incluidos en este versículo? Porque en hebreo bíblico los verbos no se conjugan en el presente de la manera que ocurre en otros idiomas. Para indicar el presente, en hebreo solo se usa el pronombre y el sustantivo. Cuando digo, por ejemplo, ANI QORE, que generalmente se traduce como «yo leo», en realidad estoy diciendo «en este momento, ‘soy’ un lector». Es por eso que cuando se quiere decir el verbo «ser» en presente, «es» o «soy», ¡no se dice nada! Si quiero decir «esta silla ES blanca» diré «hakisé laban» = «la silla… blanca». Y cuando quiero decir «HaShem ES nuestro Dios» diré «HaShem… nuestro Dios».

Irónicamente, la idea de «SER» que está escondida entre la palabra “HaShem” y la palabra “nuestro” transmite el mensaje más importante de todo el Shemá Israel: la afirmación de que Dios «ES», es decir, que Dios «EXISTE», lo cual constituye el principio número uno de la fe judía.

¿CÓMO SABEMOS QUE DIOS EXISTE?

La respuesta a esta pregunta se presenta en la segunda parte de este versículo: «HaShem es ‘nuestro Dios’». Aquí el énfasis no está en la palabra «es» sino en la palabra «nuestro».

En el judaísmo, la creencia en Dios se basa, en primer lugar, en el hecho de que los judíos somos los únicos testigos de la Revelación Divina (אתם עדי). En el Monte Sinaí, cuando Dios nos eligió entre todas las naciones, y nos dio Su Tora, se reveló a nuestros antepasados transmitiendo los primeros dos mandamientos. La revelación Divina no se manifestó a través de imágenes. De hecho, la Torá nos advierte seriamente de no crear imágenes visuales imaginarias de la revelación Divina, como hacen otras religiones. La revelación de Dios (en hebreo: ma’amad har sinai) se describe así: «y todo el pueblo veía las voces [que llegaban de Dios]». La Tora utiliza un lenguaje excepcional, «ver las voces», para indicar un evento extrasensorial, sobrenatural, una especie de telepatía profética. Este evento “impactante” (incluso “traumático”) quedó grabado en nuestra memoria genética, y nos convertimos así en el único grupo humano que ha experimentado directa y colectivamente la Revelación Divina. El rabino Yehuda haLeví mencionó hace unos 1.000 años que otras religiones ni siquiera han pretendido falsamente haber experimentado una revelación colectiva, algo que es imposible de sostener. Las religiones gentiles se adjudican, en cambio, supuestas revelaciones “privadas” a individuos como Yeshu, Mahoma o Joseph Smith.

Ahora podemos entender mejor el segundo mensaje del Shemá Israel: “HaShem es NUESTRO Dios”. Dios se reveló a nosotros, todo el pueblo de Israel, y esta experiencia de la revelación divina nos ha transformado hasta el día de hoy en los privilegiados testigos de Su existencia.

Claro que esta fe genética debe ser desarrollada por nosotros mismos, procurando un conocimiento más personal de Dios, el cual se incrementa a través de estudiar Su Torá y observar y admirar Su creación. Ambos “libros”: la Torá y la Creación, revelan una Sabiduría que no es humana y dirigen así nuestra mente y nuestro corazón hacia un reconocimiento más profundo del Autor/Creador de ambas obras.

¿QUÉ SIGNIFICA QUE DIOS ES UNO?

El monoteísmo judío, la creencia de que solo hay un Dios y que no existe ningún otro poder independiente de Él, es probablemente la idea más revolucionaria de la Torá. ¿Por qué? Porque el monoteísmo era una idea totalmente contra intuitiva. Veamos. Para el hombre antiguo, era imposible pensar que solo existía un Dios. Los seres humanos naturalmente percibimos la realidad en términos de eventos conflictivos y opuestos: vida y muerte;  guerra y paz; alegría y dolor, etc. Para la mente pagana era imposible concebir que el complejo espectro de esta realidad ¡proviene de un solo Dios! La conclusión más normal, intuitiva y lógica es que el mundo está gobernado por múltiples dioses, cada uno a cargo de un determinado poder: este el dios del bien y el dios del mal;  el dios de la luz y el dios de la oscuridad. Y esos dioses están en un conflicto permanente entre sí y se pelean para sobreponerse el uno al otro. Desde el aspecto psicológico, el politeísmo también es la forma más natural de proyectar lo mas violento de la realidad humana: los dioses poseen los mismos conflictos, intereses y apetitos que los seres humanos que se pelean entre sí para imponerse uno al otro .

Concebir UN SOLO DIOS de quien derivan todos los aspectos contradictorios y opuestos de nuestra compleja realidad humana, es absolutamente  revolucionario y casi «insano».

Puede ser difícil para nosotros percibir hoy la magnitud y el increíble impacto de la idea del monoteísmo en la humanidad, simplemente porque la mayoría del mundo civilizado ha rechazado el politeísmo y ha adoptado el principio establecido en el Shemá Israel.

Para resumir: El primer versículo del Shemá Israel no es una oración que rezamos a Dios. Es un texto bíblico dirigido hacia nosotros (Escucha Israel). Nos recuerda los tres principios más importantes del judaísmo y nos exhorta a recordarlos todos los días, recitándolos como una proclamación de lealtad hacia nuestro Dios.




VAETJANAN: La fe en Dios y la envidia por el prójimo

EMUNA NIVEL UNO

En nuestra Parashá Vaetjanan, Moshé Rabenu nos presenta una vez más los Diez Mandamientos, tal como él los relata a la nueva generación que está a punto de ingresar a la Tierra Prometida, 40 años después de haber sido revelados. El primer mandamiento es la declaración fundamental de la fe judía: “Yo, HaShem, soy tu Dios, que te ha rescatado de la tierra de Egipto, de la prisión en la que eras esclavo.” Si este primer mandamiento tuviera que ser resumido en una sola palabra, esa palabra sería Emuná, que se suele traducir superficialmente como “fe”, creencia en Dios. Un poco más profundamente, y pensando en el contexto de este mandamiento, Emuná significa saber que Dios está en control de todo, especialmente de lo que nosotros no controlamos—como por ejemplo, haber sido esclavizados por los Egipcios—y también reconocer su intervención permanente, por ejemplo, habernos sacado de Egipto.

NIVEL DOS

La Emuná con un poco más de matices incluye reconocer y apreciar a Dios y no sentir envidia. Para comprenderlo mejor nos ayudaremos con el último mandamiento: “No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni sus propiedades, ni sus numerosos siervos… ni sus posesiones… no envidiarás ninguna cosa que sea de tu prójimo.” Se me ocurrió que hay una relación fundamental entre el último y el primer mandamiento. ¿Qué es lo contrario de Emuná? En este nivel, lo contrario de la Emuná no es el ateísmo, ¡es la envidia!

Si soy observante, me dedico a la oración diariamente y obviamente me declaro como creyente, pero soy envidioso y estoy siempre pensando en cuanto quiero tener lo que tiene mi amigo, mi primo o mi hermano, en realidad, no tengo Emuná: ¡no estoy ejerciendo mi fe! No tengo la convicción que Dios está en control de lo que yo no controlo. La Emuná entonces, no termina con creer en Dios. Emuná es actuar sabiendo y teniendo en cuenta que Dios existe y que Él está en control de lo que tengo, o de lo me queda. Que no se malinterprete: esto no significa que uno se quede con los brazos cruzados, le rece a Dios y espere que el dinero le caiga del cielo sin trabajar. Emuná significa que, una vez que he hecho todo mi esfuerzo: me he levantado temprano, he trabajado con honestidad, no he malgastado mi dinero y aun así no tengo todo lo que quiero o no tengo tanto como mi vecino, no me obsesiono con la envidia. No se trata de resignación, derrotismo o conformismo barato: la ausencia —o el control — de la envidia es la expresión de mi convicción de que Dios existe.

NIVEL TRES

Y si queremos avanzar más: No hay nada más profundo y terapéutico que aprender a agradecerle a Dios no solo por lo que tengo, sino también por lo que NO tengo. Lo dijeron los Sabios: כל עכבה לטובה, “todo lo bueno que no me ocurre (tengo que interpretarlo) como que Dios lo hace por mi bien.” Esta se podría considerar la “Super-Emuná”. Algunos tsadiquim la practican y son las personas más felices, mas fuertes, emocionalmente y mentalmente más sanas que conozco. Creo que a ellos se refirieron las palabras que dicen: אנשי אמונה אבדו, los hombres de una Emuná completa ya no existen más, o van quedando muy pocos. Comportarse con Emuná en sus niveles más avanzados no es fácil y no se logra por decisión. Pero se empieza por decisión. Es un largo camino de aprendizaje y experiencias, buenas y de las otras.

Comencemos por repasar la siguiente regla matemática: El sentimiento de envidia y la Emuná son inversamente proporcionales. Cuanto más envidio a los demás, menos Emuná ejerzo. Y cuanto más Emuná tengo, menos envidia debo sentir en mi corazón.




MATTOT – MAS’E: La Torá y los sacrificios humanos

וְאִם־לֹ֣א תוֹרִ֗ישׁוּ אֶת־יֹשְׁבֵי֙ הָאָ֣רֶץ מִפְּנֵיכֶ֔ם וְהָיָ֣ה אֲשֶׁ֣ר תּוֹתִ֗ירוּ מֵהֶם֙ לְשִׂכִּים֙ בְּעֵ֣ינֵיכֶ֔ם וְלִצְנִינִ֖ים בְּצִדֵּיכֶ֑ם וְצָֽרְרוּ֙ אֶתְכֶ֔ם עַל־הָאָ֖רֶץ אֲשֶׁ֥ר אַתֶּֽם־יֹשְׁבִ֖ים בָּֽהּ׃

Nuestra Parasha nos cuenta que cuando el pueblo de Israel estaba por entrar a la tierra de Canaán, la Torá les advirtió sobre un peligro sutil y destructivo: la ingenuidad de tolerar las culturas paganas y permitirles seguir habitando la tierra.
El mensaje fue claro:
“…si no expulsáis a los habitantes de la tierra cuando la habitéis, los enemigos que dejéis allí serán como espinas en vuestros ojos y como aguijones en vuestros cuerpos, y os harán sufrir en la tierra en que habitéis.” (Bemidbar 33:55)
La Torá no justifica la expulsión de estos pueblos por diferencias religiosas abstractas. El problema es que los pueblos de Canaán habían cruzado una línea irreversible. Practicaban la violencia, el tráfico humano, la prostitución ritual y —especialmente— el sacrificio humano, incluyendo la inmolación de sus propios hijos a sus ídolos sedientos de sangre.

Frente a esto, la Torá trae al mundo una revolución ética sin precedentes. En un entorno donde los dioses pedían sangre humana, la Torá proclamó que el servicio a Dios consiste en ayudar al prójimo, en elevar la moral y en hacer sacrificios de todo tipo ¡a fin de preservar la vida! Dios le enseñó a Abraham Abinu que no quiere sacrificios humanos, sino justicia, compasión y rectitud. Desde entonces, el judaísmo se convirtió en un faro de moralidad en medio de un mundo que aplaudía la barbarie.

¿Es este mensaje aún relevante?

Lamentablemente, sí. Y parece que más que nunca. Israel está rodeado de ideologías extremistas que se presentan como religiones monoteístas, pero actúan con la violencia y la inmoralidad propias de los pueblos paganos de Canaán. Hamas y otros movimientos yihadistas no aspiran a la coexistencia: su meta es el genocidio. La eliminación de toda presencia judía de la “tierra islámica”, como quedó demostrado el 7 de octubre.
Para alcanzar sus objetivos, Hamas está dispuesto a todo: a la violencia, a la mentira, a la victimización y especialmente a su arma favorita: los sacrificios humanos.

HAMBRE EN GAZA:

La mentira de la campaña internacional “hambre en Gaza” es un primer ejemplo. Según cifras oficiales de COGAT, desde el 7 de octubre de 2023 hasta julio de 2025, se han transferido más de 520,000 toneladas de alimentos, agua, medicinas y suministros humanitarios. Esta comida ha sido robada por Hamas, que llena sus depósitos y vende esa ayuda por precios exorbitantes, abusando así de sus propios civiles. Hace dos días se ha denunciado con videos desde drones que miles de camiones y contenedores con ayuda humanitaria están estacionados dentro de Gaza, con comida que comienza a pudrirse bajo el sol. ¿Por qué no se usa esa comida para terminar con el hambre en Gaza? Porque a Hamas le conviene una campaña de hambre en Gaza y no le importa que en el proceso su propio pueblo pase hambre.
 No buscan aliviar el sufrimiento, sino fabricarlo, manipularlo y exportarlo en imágenes para redes sociales. Hamas se encarga de filmar a niños desnutridos para acusar a Israel. La verdadera causa del hambre en Gaza no es Israel. Es Hamas, y su ideología pagana de sacrificios humanos.

VICTIMIZACIÓN

El mundo entero clama por un alto al fuego en Gaza. Se multiplican los llamados a la “paz”, al fin del sufrimiento “intolerable” de los niños palestinos. Y con un cinismo sin precedentes, los medios culpan a Israel de esta tragedia. Pocos se atreven a decir lo evidente: todo este sufrimiento podría terminar mañana mismo, si Hamas simplemente devolviera a los rehenes israelíes —20 con vida y 30 cuerpos— que mantiene en sus manos desde el 7 de octubre.
 Creo que no hay evidencia más contundente que este punto: culpar a Israel y no a Hamas por la guerra en Gaza —para descubrir el cinismo de Hamas y la complicidad antisemita del resto del mundo. No hay contraste más grande… y evidencia más clara de la diferencia entre Israel y Hamas que el hecho de que Hamas está dispuesto a sacrificar decenas de miles de vidas humanas por un triunfo estratégico, mientras que Israel está dispuesto a sacrificar territorios, ventajas estratégicas, prisioneros o lo que sea con tal de salvar la vida de uno de sus rehenes. Hamas no quiere un cese al fuego, porque necesita seguir alimentando la narrativa de victimización.  El mundo es cómplice y no quiere ver que Hamas sacrifica a sus propios niños y celebra sus muertes como si su dios tuviera sed de su sangre. Esto no es resistencia. Es paganismo violento disfrazado de religión.

LOS NIÑOS DE GAZA

Hamas ha convertido a los niños de Gaza en escudos humanos. Lanza cohetes desde escuelas, hospitales y barrios residenciales, sabiendo que al responder, Israel será acusado de crímenes de guerra. No protege a su población: la expone deliberadamente al fuego enemigo para explotar luego las imágenes de niños muertos como herramienta de propaganda. Miles de civiles, incluyendo niños, han sido sacrificados por Hamas, no por error, sino por decisión estratégica y justificación teológica (yihad).
Hamas adoctrina a los niños desde la infancia. Les enseña a odiar a los judíos, a glorificar la muerte, a inmolarse. Los entrena como suicidas. En su sistema educativo, el martirio es la meta. La infancia palestina ha sido corrompida y reemplazada por un culto a la muerte. Hamas no educa para vivir, sino para matar y morir.

Y han cruzado el Rubicón. No hay marcha atrás. No hay forma de corregir esta cultura.

Cuantos más niños mueran o sufran, increíblemente, más simpatía recibirá Hamás de aquellos que odian a Israel Y más premios cosecharán de la comunidad internacional —como el reconocimiento de Francia de un Estado palestino.

No hay otra nación en el planeta que utilice a sus propios hijos como carne de cañón con esta frialdad y perversión sistemática. Nadie más entrena a niños para morir como explosivos vivientes. Esa es la nueva versión de sacrificios humanos en el siglo XXI que solo practican los enemigos de Israel.

¿Solución?

La Torá lo dijo con absoluta claridad hace más de tres mil años, que cuando una sociedad cruza estos límites no tiene cura, salvación ni posibilidad de redención:

“Si no expulsáis a los habitantes de la tierra… serán como espinas en vuestros ojos y como aguijones en vuestros cuerpos” (Bemidbar 33:55).

Hoy, como en los tiempos bíblicos, la solución no es la utopía de coexistencia, ni acuerdos de paz firmados con quienes están dispuestos a matar a sus propios hijos con tal de tener rédito político.

La única opción realista de PAZ para Israel es adoptar el plan propuesto por la administración Trump y otros líderes con una visión bíblica similar: la emigración voluntaria —o premiada— de la población palestina de Gaza. Y si se me permite sugerir un destino para que los palestinos puedan vivir en paz, armonía y se sientan en su propia casa, creo que la mejor opción es la Francia de Macron.

Bienvenue à tous

SHABBAT SHALOM