1. La paciencia, como expresión de la fe

El pueblo de Israel, 40 años después de abandonar la esclavitud en Egipto, está listo para entrar a la tierra prometida. Hay un pequeño problema: la tierra no esta vacía, deshabitada. De hecho, hay siete pueblos y decenas de ciudades contra las que habrá que luchar. Porque esta tierra hay que conquistarla. Este no es un desafío menor. Recordemos que 40 años atrás, el miedo a pelear paralizó a toda una generación que terminó muriendo en el desierto. Ahora, Moshé se dirige a la nueva generación. Les da un largo discurso que ocupa la mayor parte del libro de Debarim. ¿En qué consiste este discurso? Normalmente, en esta circunstancias, se hubiera esperado que el líder de los combatientes arengue a sus soldados. Los motive a pelear con sus vidas. Normalmente, el líder se expresaría con frases cliché como: «matar o morir», «luchar hasta el final», «combatir sin piedad», etc, etc. Así lo hizo Julio Cesar cuando su ejercito iba a ingresar a Britannia antes de quemar las naves. Y así lo hicieron todos los líderes militares convencionales.
Pero Moshé Rabbenu no está inquieto por la batalla. casi que no habla de la guerra que vendrá… No le preocupa la estrategia militar o el espíritu combativo de sus soldados. Moshé sabe que esa guerra se va a ganar porque así lo prometió HaShem. Porque Él va a luchar junto con Israel. ¿Qué le preocupa a Moshé ? A Moshé Rabbenu lo inquieta la victoria. Los efectos espirituales del éxito y de la abundancia material.
Israel es una tierra fértil y rica, donde lo material sobra (Debarim 8:7-9) «[Israel es…] una tierra con arroyos, y de la cual brotan manantiales hacia los valles y las colinas; una tierra de trigo y cebada, viñas e higueras, granadas, aceite de oliva y miel; una tierra donde el pan no escasea y nada te faltará»
Moshé teme las consecuencias espirituales de la estabilidad y la riqueza. Teme que una vez que el pueblo se asiente en sus nuevas mansiones y en sus ricas tierras, se olviden de quiénes son y deben ser…
(Debarim 8:10-19) «Cuando hayas comido y estés satisfecho… ten cuidado de no olvidar a HaShem tu D-s, y [dejar de] cumplir Sus mandamientos… No sea que cuando tus vacas y tus ovejas se multipliquen, y tu plata y tu oro aumente, y todo lo que tu tienes abunde … tu corazón se enorgullezca, y te olvides de HaShem, tu D-s, que te sacó de Egipto, la tierra de la esclavitud….no sea que te convenzas a ti mismo diciendo: ‘Mi propio poder y la fuerza de mi mano han logrado toda esta riqueza para mí’… y cuando te olvides de HaShem tu Dios, buscarás otros dioses y te inclinarás ante ellos»
Así están planteadas las cosas en la Torá. Existe una progresión psicológica y espiritual que comienza por la abundancia y termina por una forma especial de idolatría.
1. La riqueza y la opulencia pueden llevar al hombre a olvidar a D-s. Este es un fenómeno, lamentablemente, común. Cuanto más sufrimos, pobreza, enfermedad y perdidas, más nos acordamos de D-s. Y viceversa.
2. Cuando nos olvidamos de HaShem, nos volvemos arrogantes. «Todo lo que tengo lo logré yo mismo, con mi propio esfuerzo».
3. Esa vanidad lleva a (o es) una forma de ‘abodá zará (idolatría), que en este contexto debe ser entendida como «egolatría» o auto-adoración. La naturaleza humana no tolera vacíos. Si un hombre, saca a HaShem de su vida, generalmente lo reemplaza con su propio ego.
Ahora finalmente entendemos que la guerra con el enemigo no inquieta a Moshé Rabbenu. La gran preocupación de Moshe es la guerra del hombre con su arrogancia. La Torá nos advierte que el éxito material puede ser muy peligroso. Porque una vez que no «necesitamos» más rogarle a D-s por pan y agua, podemos olvidarnos de Él e ignorarLo. Abandonamos nuestras convicciones y las reemplazamos por nuestras conveniencias. Esto es la corrupción moral.
Ahora bien, ¿Cuál es la solución al desafío de la riqueza y el éxito? ¿Debemos renunciar a la aspiración del bienestar material para no arriesgar el colapso espiritual? En realidad, la Torá presenta a la riqueza como una bendición («berajá» literalmente, significa abundancia) a la cual tenemos derecho a aspirar. Mientras ganemos nuestro pan con honestidad, la Torá no nos impone un voto voluntario de pobreza.
La solución de la Torá al conflicto riqueza > orgullo no es evitar la riqueza sino evitar el olvido. El antídoto judío al olvido es el estudio permanente de la Torá y el cumplimiento de las Mitsvot. Como dice el Shemá’ Israel: debemos amar (=tener en mente.., pensar en…) a HaShem, nuestro D-s, con todo el corazón, con toda el alma y con todas nuestras posesiones. Debemos tener a HaShem en mente, releyendo este mensaje todos los días, de día y de noche. Repetirlo a nuestros hijos y colocarlo frente a nuestros corazones, y sobre nuestras cabezas. Y tenerlo escrito, como un recordatorio permanente, en cada una de las puertas por las que entramos y salimos, todos los días de nuestra vida.
SHABBAT SHALOM
לא תישא
«No tomarás (=invocarás) el nombre de HaShem tu Dios en vano; porque no será exculpado por HaShem el que invoque Su nombre en vano.»
Esta semana leemos nuevamente los Diez Mandamientos. En esta ocasión quisiera escribir sobre el tercer mandamiento, quizás el menos conocido de todos. Primero expondremos la explicación tradicional de este mandamiento y luego, basándonos en un articulo del Rab ‘Amar, veremos el tercer mandamiento desde una perspectiva menos conocida.
1. En la tradición judía, el tercero de los diez mandamientos «LO TISA» se refiere a la prohibición de jurar en el nombre de D-s en falso o innecesariamente (shebu’at shav). La tradición judía entiende la palabra «TISA» en este contexto como «no invocarás» el nombre de D-s en vano (en otros contextos la palabra TISA o NOSE se traduce como: cargar, llevar, tomar, y hasta perdonar). De acuerdo a Maimónides, la prohibición de invocar el nombre de HaShem se extiende también a recitar una bendición en vano. ¿Por qué? Porque una shebu’a, un juramento, es básicamente una declaración, la afirmación de una creencia o un hecho. Una bendición también es una declaración. Afirmamos una idea o una creencia acerca de D-s, pronunciando Su nombre. Por ejemplo, cuando digo la bendición «boré ferí ha’ets», no estoy diciendo «Gracias a D-s por esta fruta», literalmente estoy diciendo: «Bendito eres Tú, Eterno, nuestro D-s, Rey del universo, (que Tu eres el) Creador del fruto del árbol «. En otras palabras, estoy afirmando y reconociendo que HaShem es el creador de este fruto. Por lo tanto, si pronuncio ésta u otra declaración similar innecesariamente, «invocando el nombre de D-s en vano», estaría transgrediendo el tercer mandamiento, . Este es el origen del principio halájico: «safeq berakhot lehaqel», en una situación en la que no estoy seguro si debo o no debo decir una berajá debo abstenerme, para no arriesgar a pronunciar una berajá innecesariamente (lebatala) y transgredir el tercer mandamiento «LO TISA».
2. El rabino Shelomo ‘Amar, hoy en día Gran rabino de Jerusalem, explica que este mandamiento se extiende también a un área diferente y muy sensible. El Rab ‘Amar analiza la prohibición de la LO TISA como la advertencia de no «invocar» el nombre de D-s en vano o falsamente, simulando religiosidad o piedad. El Rabino ‘Amar denuncia la lamentable práctica de la persona que se hace pasar como un judío piadoso, y por ejemplo, adopta restricciones adicionales en público, eleva exageradamente su voz o realiza movimientos excéntricos mientras reza, etc., y todo eso con la intención de causar una impresión falsa ante la gente, haciéndoles creer que él es un judío piadoso, con el fin de obtener un beneficio de los que lo ven. Este comportamiento es ilustrativo de «invocar el nombre de D-s en vano». Simular que uno hace algo con D-s en su mente, cuando en realidad lo está haciendo por su propio interés. El Rabino ‘Amar explica que, contrariamente a aquellos que demuestran una piedad religiosa extrema en público para impresionar a los demás, un judío piadoso verdadero se conduce en público con extrema humildad , y reserva su piedad para los momentos que está privadamente frente a su Creador. Un Yehudí observante «invoca», lleva el nombre de haShem sobre él permanentemente. Y como tal, debe ser un ejemplo de buena conducta y humildad.
Para leer el artículo completo del Rab ‘Amar (en hebreo) ver aquí
SHABBAT SHALOM
Nuestra Parashá abarca veinte años en la vida de Ya’aqob Abinu. Y en cierto sentido, estos veinte años transcurrieron entre dos sueños. El primer sueño se produjo cuando Ya’aqob salía de la tierra de sus padres, Abraham e Ytsjaq. Los valores de Ya’aqob y su educación están representados en el sueño que tuvo antes de salir de Erets Israel. En su sueño vio ángeles. El cambio de guardia de los ángeles de protección, o como explicó el rabino Shelomo Ibn Gabirol, los ángeles / Talmidé jajamim (como Ya’aqob) que primero ascienden al cielo y luego vuelven a la tierra, trayendo con ellos la Torá celestial, es decir, haciendo accesible la Torá al resto de la gente. Lo importante es que Ya’aqob soñaba con ángeles. Y con una escalera (no menos importante!) que le recordó que estamos aquí para crecer «hacia arriba». Estamos aquí para llegar a lo divino. Este es un sueño muy espiritual. Y los sueños no vienen de la nada. Somos lo que soñamos. Y soñamos lo que somos. Y Ya’aqob es una persona muy espiritual.
Los sueños no mienten. El contenido de nuestros sueños refleja nuestras vidas. Las pasiones, deseos, miedos y ambiciones que experimentamos en nuestra rutina diaria. Si usted sueña que está volando, es probable que esté aspirando a avanzar en su vida pero se siente que está encadenado, atrapado. Y si usted sueña que está conduciendo un coche y los frenos no funcionan, probablemente usted siente que no está en control de su vida. O si en sus sueños está en público sin ropa, es probablemente un reflejo de su miedo que la gente descubra algo que usted desea ocultar. Los sueños dicen mucho de nosotros. Ya’aqob Abinu vio ángeles en su sueño porque esa era su realidad. Vivía entre ellos: Sus padres, su abuelo Abraham y «Ohalah Shel Tora» de Shem y Eber.
Ya’aqob sueña de nuevo veinte años después. Pero, esta vez tiene un sueño muy diferente. En su segundo sueño no hay ángeles que suben una escalera sino animales subiendo uno encima del otro. «Los machos que subían a los rebaños, produciendo animales rayados, pintados o manchados» (31: 10-11). Los animales eran bienes materiales. Este segundo sueño es sobre ganar dinero. Un ángel le habla a Ya’aqob, pero sólo para enseñarle a ser más inteligente que el astuto Labán. Este es un sueño materialista, impropio de Yaa’qob.
En ese mismo sueño HaShem le da una orden directa a Ya’aqob y le dice (31; 11) «ki raiti et asher laban ose imaj.» ….porque yo he visto lo que Labán ha hecho de ti».
Mi interpretación: HaShem le dice a Ya’aqob. Ahora veo lo que trabajar veinte años para Labán ha hecho de ti. Has cambiado. Puedo verlo en tus sueños. Hace veinte años eras un hombre espiritual. Soñabas con ángeles y con una escalera que unía la tierra con el cielo. Ahora, tus sueños se han hecho horizontales. Los ángeles fueron reemplazados por cabras y las escaleras por establos. Estos son sueños de Labán, no de Ya’aqob.
Ya’aqob entonces recibe una orden directa de HaShem, sin ambigüedades. Es hora de volver a casa (31:11):»Ahora sal de esta tierra y regresa a tu tierra natal. » Tienes que regresar. Es necesario para vivir una vida que cambiará tus sueños. Es necesario volver para que sueñes con ángeles y escaleras. Tienes que vivir una vida que consista en construir esa conexión entre la tierra y los cielos. Tú tienes el potencial de convertirte en uno de esos ángeles que suben al cielo y traen la Tora a la tierra.
Y funcionó.
En la última pasuq de esta parashá 32: 1, tan pronto como Yaaqob llega a Eretz Israel, los ángeles volvieron a él.
Y ya’aqob, y nosotros, sus descendientes, aprendimos la lección: Vivamos una vida que nos haga soñar con ángeles y escaleras. Para eso estamos aquí.