Koraj y las cuatro palabras que pueden salvar tu vida

No alcanza solo con aprender el significado de este versículo de la Torá (pasuq). Les recomendaría que lo memoricen. O que lo impriman y lo guarden en su bolsillo, cartera o billetera. Es un pasuq muy corto, que pertenece a la Parashá que leeremos en unas semanas, Pinejás, pero se refiere a lo acontecido en nuestra Parashá KORAJ. El pasuq consiste en solo 4 simples palabras. “UBNE QORAJ LO METU”. Que significa literalmente “Y los hijos de Koraj no murieron”. Es decir, sobrevivieron. 

¿A qué se refiere este breve texto?   

HIJOS vs PADRE

Llevado por la ambición, la envidia y los malos consejos, Koraj decidió rebelarse contra Moshé y Aharón para quitarles el liderazgo político. Koraj no estaba solo. Más de 250 personas lo acompañaban en su aventura rebelde. El final de Koraj fue horroroso: murió tragado por la tierra. Todas las personas que estaban con Koraj sufrieron el mismo destino. Sin embargo, como menciona este pasuq, los hijos de Koraj fueron la excepción ¡y sobrevivieron! ¿Por qué? Los hijos de Koraj, que ya eran adultos, se habían sumado a la rebelión encabezada por su padre y participaron de las protestas y las manifestaciones en contra de Moshé. Sin embargo, «a último momento», cuando llegó la hora del enfrentamiento final con Moshé, reaccionaron. Se dieron cuenta que lo que estaban haciendo era un acto de locura y que si no daban marcha atrás en ese mismo momento, ¡el daño iba a ser irreparable! Los hijos de Koraj sobrevivieron porque se arrepintieron justo a tiempo, en el minuto final.  

Pienso en los desafíos morales que todos nosotros vivimos diariamente. 

LA IRA Y EL ENOJO

A veces nos dejamos llevar por la ira y estamos a punto de levantar la mano y dañar físicamente a alguna persona, u ofender seriamente a alguien insultándolo con palabras graves. Estos impulsivos actos de violencia, especialmente si se trata de violencia física, pueden tener consecuencias irreversibles para la víctima y para el victimario. En un acto impulsivo que dura unos pocos segundos, uno puede condenarse a sí mismo a sufrir las consecuencias de lo que hizo, por el resto de su vida.

ATRACCIÓN FATAL

Otras veces nos dejamos llevar por nuestras pasiones. Nos relacionamos con quien no debemos… nuestro sentido común se nubla y así, en un breve momento, nos dejamos arrastrar por el instinto, pudiendo echar a perder «para siempre» nuestro honor, manchar nuestro buen nombre y el de nuestros hijos y destruir nuestra familia… 

PERDERLO TODO POR UN TEXTO

Sucede que uno está a punto de mandar un texto que escribió con enojo, donde expresa toda su frustración sin filtros. Hacemos esto más para desahogarnos que para transmitir un mensaje. Y no medimos ni calculamos como va a reaccionar el que lo recibe.   Hay casos famosos de grandes personalidades que perdieron sus trabajos por un Twitter inapropiado que una vez enviado y registrado por un solo «follower», ya nunca pudieron borrar. En los tiempos de WhatsApp o Snapchat uno puede arruinar la vida de otra persona, o la propia, con tan solo enviar una fotografía inapropiada. Increíblemente, no siempre nos damos cuenta de la gravedad y de la irreparabilidad de lo que hacemos. ¿Por qué? Creo que porque inconscientemente suponemos que las cosas graves y con consecuencias de largo alcance suelen ser difíciles de ejecutar…. y hacer click en “send” ¡parece tan fácil!

EL ÚLTIMO RECURSO

Lo curioso es que en varios casos famosos de actos impulsivos, mensajes o textos inapropiados, los que cometen el error se dan cuenta de lo que hicieron ¡unos segundos DESPUES!

En todos estos casos, nuestro nombre, nuestra familia, nuestra reputación, nuestras vidas pueden ser salvadas recordando este pasuq “Y LOS HIJOS DE KORAJ SOBREVIVIERON”. Los hijos de Koraj que estaban a punto de arruinar sus vidas y perderlo todo se dieron de lo que iban a a hacer un breve momento ANTES, dieron marcha atrás y se salvaron. 

Recomiendo memorizar estas 4 palabritas y si alguna vez, ח»ו alguien está a punto de caer en la destructiva trampa de sus propios impulsos, que diga para sí mismo este Pasuq y recuerde que la sabiduría de dar marcha atrás en el último minuto salvó la vida de los hijos de Koraj. Y puede salvar la tuya.

וּבְנֵי־קֹרַח לֹא־מֵתוּ

¡Y los hijos de Qoraj, sobrevivieron!

Bamidbar 26:11




SHELAJ LEJA: La generación langosta

El derrotismo psicológico de la generación del desierto también se pone de manifiesto en un detalle que por muchos años no había notado: los espías se veían chiquitos como insectos, pero ¿por qué no se describieron como hormigas, abejas o avispas, insectos que la Torá describe en otros contextos? ¿Por qué usar las “langostas” como metáfora?

Se me ocurrió que eligieron compararse con un insecto como la langosta porque las langostas no tienen aguijón, es decir: no pueden defenderse ni defender a su colonia. En cierta manera, y con mucha sofisticación, admitían su superioridad numérica —tengamos en cuenta que el efecto devastador de las langostas se produce cuando llegan en plagas de millones— pero fuera de su gran número, individualmente, las langostas son totalmente inofensivas y vulnerables.

Los hombres de la generación del desierto, diría el Dr. Freud, se veían a sí mismos como langostas porque se creían incapaces de defenderse ¡y, mucho menos, de triunfar!

Si queremos analizarlo más sofisticadamente todavía: según la cultura gastronómica de aquellos tiempos, las langostas eran comestibles (muchas especies son kosher), y quizás inconscientemente se estaban describiendo a sí mismos como “comida” para el enemigo.

Caleb y Yehoshua, por el otro lado, en un momento presentaron una visión opuesta cuando dijeron «Lajmenu hem»: los enemigos serán como pan para nosotros, en el sentido de la expresión en español argentino: “son pan comido”.




SHELAJ LEJA: De la generación del desierto a la generación de la victoria

EN EL DESIERTO

El pueblo judío estaba en el desierto, a pocos días de alcanzar la Tierra Prometida. Dios instruyó a Moshé que enviara a doce hombres, líderes de las tribus, a explorar el territorio de Israel y planificar la forma más eficaz de conquistarlo. Los espías regresaron de su misión y mostraron al pueblo los frutos de Canaán. Todos se deleitaron.
Pero lo que siguió fue inconcebible e inesperado: diez de los doce exploradores expresaron un pesimismo total sobre las posibilidades de conquistar la tierra de leche y miel: LO NUJAL. “¡No podremos conquistarla! Los habitantes son demasiado fuertes. Son gigantes. Nosotros somos pequeños e insignificantes, “como langostas”. ¡No vamos a lograrlo!”

Yehoshua y Caleb, dos de los exploradores, intentaron razonar con el pueblo y ofrecieron mas o menos los siguientes argumentos: “No somos una nación cualquiera. Somos el pueblo de Dios. ¿Acaso olvidaron quién nos sacó de Egipto hace apenas un año? ¿Recuerdan las diez plagas? ¿No se dan cuenta de que Dios nos guía y nos ayudará a conquistar la tierra? ¡No tengan miedo! ¡ALO NA’ALE! ¡Vamos a poder conquistarla!”

TISHA BEAB

La historia terminó mal. El pueblo lloró, gritó y protestó contra Moshé y Aarón. Yehoshua y Caleb intentaron calmarlos, pero la multitud se negó a escucharlos y estuvo a punto de apedrearlos. Dios tuvo que intervenir de manera directa para evitar una sublevación colectiva. Hubo víctimas. Dios castigó a esa generación de la peor manera posible, “karma”, iban a tener que deambular por el desierto —como ellos querían— hasta desaparecer y ser reemplazados por la próxima generación.

Durante años me pregunté qué motivó a los diez espías a ser tan pesimistas. La Torá, fiel a su estilo, deja este punto abierto a la interpretación. Leí mucho sobre este episodio. Al principio, no entendía cómo pudieron paralizarse por el pesimismo. Era ilógico. Y no solo porque HaShem estaba con ellos. Incluso desde un punto de vista práctico y pragmático, sin basarse en milagros, ¡tenían todas las de ganar! El ejército de Israel contaba con 600.000 soldados: ¡era enorme, incluso en términos actuales! En el libro de Yehoshua vemos que los pueblos de Canaan tenían 20, 30 o 50.000 habitantes, y que en realidad ellos temían a Israel.

Y si no luchaban para conquistar la tierra de Israel, ¿cuál era el plan B? ¿Volver a Egipto? ¿Quedarse en el desierto?

La idea de no hacer nada era suicida.

En los últimos años, me convencí de que el problema no era ideológico ni militar, sino psicológico: los espías eran parte de la GENERACIÓN DEL DESIERTO, y la mayoría de ellos –como lo demuestra la proporción de 10 de los 12 exploradores– sufrían de esa mentalidad de esclavos y complejo de inferioridad. El miedo y el pánico a enfrentar a otra persona —algo que habían estado programados a NO hacer—se apoderó de ellos y los paralizó.  Durante los 210 años que fuimos esclavos en Egipto nuestra mentalidad cambió. La generación del desierto creció con la convicción de que no podían — ni debían– defenderse. Y no lo pudieron superar.

CAMBIO GENERACIONAL

Hasta 1948, los judíos vivimos en el cautiverio, –GALUT o Diáspora–que duró ¡1900 años! En el exilio fuimos sometidos a todo tipo de persecución, abuso y sometimiento. Vivíamos de prestado. Teníamos que pedir disculpas por existir. Tratábamos de pasar desapercibidos para sobrevivir. Estaba prohibido llamar la atención. Nos acostumbramos a no molestar a nadie. No teníamos derechos ni se nos ocurría demandarlos. Esa mentalidad de 2000 años de exilio se hizo parte de nuestro carácter, y algunos aún no lo han superado. Fuera de Israel, y hasta en Israel, muchos siguen sufriendo de esta mentalidad derrotista, o de complejos de inferioridad que nos hace ver al enemigo siempre como más fuerte. O al otro como mejor. O más justo que nosotros.

Estos últimos días, como todos ustedes, estoy pegado a las noticias de Israel. Y, entre otras cosas, escuché a algunos analistas explicando por qué Israel no atacó a Irán hace 20 o 30 años atrás, cuando era mucho más fácil hacerlo y menos peligroso. La respuesta que escuché una y otra vez es la misma: miedo. Miedo porque, a pesar de tener un ejército tan fuerte, nos veíamos como langostas. O miedo de que algo saliera mal. Miedo de la reacción de Irán, y especialmente miedo de la reacción del mundo: ¿qué van a decir? Ese miedo paralizaba. Ese miedo era suicida.

TRAUMA TRANSFORMADOR

Creo que el 7 de octubre fue, para muchos judíos, un trauma transformador. Comprendimos, a la fuerza, que si no nos defendemos nosotros mismos, nadie lo va a hacer por nosotros.
 El primer ministro Netanyahu también se transformó. Se despertó. O se hizo mucho más valiente. Y demostró que había superado el miedo galútico. Israel invadió Gaza, algo que durante veinte años tuvo mucho miedo de hacer. Invadir Gaza, para mí, fue el punto de inflexión. A partir de allí y bajo el liderazgo de Netanyahu, Israel por primera vez en su historia no tuvo miedo de la demonización que siempre se le hizo intencionalmente en los medios de comunicación: acusándolo falsamente de matar niños palestinos, de genocidio deliberado, de atacar hospitales, etc. En el pasado, el miedo a la demonización pública mundial, nos paralizó. Nos hacía retirarnos rendidos de guerras que habíamos ganado . Hamás contaba con nuestro terror al “qué dirá el resto del mundo”.

DE GAZA A IRAN, PASANDO POR LIBANO

Por primera vez en muchos años, a Israel se paralizó por temor a la opinión del mundo. Nos dimos cuenta de que igual, no la íbamos a cambiar. Nos dimos cuenta de que las manifestaciones contra Israel comenzaron ¡el 8 de octubre! ¡Mientras estábamos sangrando, y mucho antes de que saliéramos a defendernos! La masacre del 7 de octubre nos trasformó. El futuro de nuestros hijos nos importó más que la crítica internacional. E invadimos Gaza. Nos atrevimos a resistir la crítica de literalmente TODAS las naciones de la tierra. ¡Fueron días mentalmente épicos! Luego, Netanyahu también se atrevió a actuar con una JUTZPA enrome y realizar un acto de insubordinación sin precedentes: desobedecer una orden directa de Estados Unidos, cuando Biden le dijo “DON’T” y le prohibieron avanzar sobre Rafiaj, amenazando de que no proveerían más armas.  Netanyahu se transformó en un león que no se deja intimidar. Y para la sorpresa del mundo, cargó hacia adelante. Y así lo hicieron nuestros soldados, contagiados con una bravura sin igual.

Después llegó la deliberación sobre atacar a Hezbollah. Los líderes de la generación del desierto —los políticos, periodistas y ex generales que aparecen a diario en los canales 11, 12 y 13 todos decían: «LO NUJAL», “no vamos a poder”— seguían advirtiendo que no había que atacar a Hezbollah, que iban a haber decenas de miles de muertos.

Y entonces Netanyahu le dio la orden al Mosad para llevar a cabo la operación BEEPERS, la misión de inteligencia más audaz de la historia.

Luego continuamos con Siria, donde Israel destruyó de manera preventiva toda la maquinaria militar y hasta conquistó territorio y declaró que no lo piensa devolver.

El 7 de octubre se dio el cambio generacional.
 Pasamos de ser la generación del desierto —Dor haMidbar— a convertirnos en la generación de la victoria —Dor haNitsajón. La generación que perdió el miedo. Que peleó, conquistó y defendió la tierra de Israel.

Estos son días históricos por los acontecimientos que vivimos —la eliminación de la amenaza nuclear de Irán—. Y son tiempos bíblicos porque nos transformamos en la generación de Yehoshua y Caleb.

EL REGRESO DE YEHOSHUA

Esa nueva generación, muy pronto, después de la guerra, reemplazará a la generación del desierto también en el ámbito político.

Y viviremos en un Estado de Israel más seguro, menos apologético, menos acomplejado y más orgulloso de su identidad judía.

Hoy, con la fe y la valentía de Yehoshua y Caleb, podemos hacer realidad sus palabras, cuando dijeron:

“…a toda la congregación de los hijos de Israel: ‘La tierra que recorrimos para explorarla es muy, muy buena. Si Dios lo quiere, nos llevará a esta tierra y nos la entregará en nuestras manos: es una tierra que fluye leche y miel. No se rebelen contra Dios y no teman a los pueblos de la tierra, porque serán pan [comido] para nosotros… Dios está con nosotros.

¡No tengan miedo!’”
(Bamidbar 14:8-10)

 

וַיֹּאמְרוּ אֶל כָּל עֲדַת בְּנֵי יִשְׂרָאֵל לֵאמֹר
 הָאָרֶץ אֲשֶׁר עָבַרְנוּ בָהּ לָתוּר אֹתָהּ טוֹבָה הָאָרֶץ מְאֹד מְאֹד
אִם חָפֵץ בָּנוּ ה׳ וְהֵבִיא אֹתָנוּ אֶל הָאָרֶץ הַזֹּאת וּנְתָנָהּ לָנוּ
 אֶרֶץ אֲשֶׁר הִוא זָבַת חָלָב וּדְבָשׁ
אַךְ בַּה׳ אַל תִּמְרֹדוּ וְאַתֶּם אַל תִּירְאוּ אֶת עַם הָאָרֶץ 
כִּי לַחְמֵנוּ הֵם סָר צִלָּם מֵעֲלֵיהֶם 
וַה׳ אִתָּנוּ אַל תִּירָאֻם




SHELAJ LEJA: El miedo a la libertad


LA MISIÓN

Los hijos de Israel están en el desierto, a pocas semanas de llegar a la Tierra Prometida. Para asegurar el éxito de su expedición militar, Moshé envía a 12 hombres como espías en una misión de inteligencia. Estos hombres, que eran los líderes de las tribus, tenían que identificar las fortalezas y las debilidades de las personas que vivían allí y a las que pronto tendrían que enfrentar. La información que traerían con ellos sería crucial para el éxito militar.

Después de cuarenta días explorando la tierra de sur a norte, y de este a oeste, los espías finalmente regresan al campamento.

La información debía ser transmitida solo a Moshé, que era el comandante en jefe del ejército de Israel. Pero ocurrió algo inesperado: cuando la gente se enteró del regreso de los espías, a los que estaban esperando ansiosamente, rodearon a los espías y se quedaron allí a escuchar su reporte.

Sin pensar en las consecuencias de este pequeño cambio de planes, los espías, en lugar de informar privadamente a Moshé —y naturalmente motivados por la tentación de ser escuchados por cientos de miles de personas— presentaron su informe en público, lo que inició una cadena de eventos trágicos que nadie pudo anticipar.

EL INFORME DE INTELIGENCIA

Al principio, los espías elogiaron la tierra y hasta mostraron con orgullo las enormes frutas del lugar, que todos vieron con asombro. Pero luego, el discurso cambió. La mayoría de los espías, diez de los doce, comenzaron a verbalizar sus dudas sobre la posibilidad de proceder con el plan de conquistar la tierra de Canaán.

La larga lista de dudas incluye lo siguiente:

«Los hombres contra los que tendremos que luchar son gigantes… nos veíamos a nosotros mismos como langostas, y así nos veían».

Cuando uno está poseído por el miedo, ve, ¡necesita ver!, la realidad a través de lentes negativos, los lentes de lo imposible. Es decir: la óptica que, lejos de disipar el miedo, lo justifica. No mencionaron que ellos eran mucho más numerosos que sus enemigos. Y en lugar de enfatizar esta ventaja, se describieron a sí mismos como subhumanos (insectos) y al enemigo como superhumanos (gigantes).

LANGOSTAS

Este derrotismo psicológico también se pone de manifiesto en un detalle que yo nunca antes había notado: si te ves pequeño como un insecto, ¿por qué no te describes como una hormiga, una abeja o una avispa (la famosa Tzir‘a que la Torá otras veces menciona)? ¿Por qué usar a la “langosta” o el “saltamontes” como metáfora? Me parece que eligieron compararse con un insecto como la langosta porque «no tiene aguijón”, es decir: no puede defenderse ni defender su colonia. En cierta manera, y con mucha sofisticación, admitían su superioridad numérica, ya que las langostas vienen en plagas de millones. Pero fuera de su gran número, se veían a sí mismos incapaces de defenderse y, mucho menos, de triunfar. Si queremos analizarlo más sofisticadamente todavía: según la cultura gastronómica de aquellos tiempos, las langostas eran comestibles (muchas especies son kosher) y quizás inconscientemente se estaban describiendo a sí mismos como “comida» para el enemigo.

AL-QAEDA Y AMALEQ

Los israelitas no conocían a los enemigos con los que se iban a enfrentar, con excepción de uno de ellos: Amalek, que si bien fue derrotado en una guerra anterior, creó y dejó un trauma y un miedo psicológico en el pueblo judío, ya que fueron los primeros en atacar a Israel, no de frente sino por la retaguardia: Amalek atacó a las mujeres, los niños y los ancianos. Amalek no mostró misericordia ni se inmutó de que Israel es el pueblo protegido de Dios. Los espías mencionaron a Amalek porque proyectaban sus propios miedos hacia un enemigo que no duda en infligir dolor y muerte y que practica el terrorismo más que la guerra. Mencionar a Amalek aterroriza. Sería como mencionar a ISIS o Al Qaeda a las víctimas del terror en Medio Oriente.

LA TIERRA QUE TRAGA

También mencionaron a la tierra de Israel. Primero positivamente: la leche —producto de la ganadería— y la miel, el sirope de los dátiles —producto de la agricultura. Pero inmediatamente después, la narrativa cambió. Y las palabras que los espías utilizan para describir a Israel son: «una tierra que se traga a sus habitantes». ¿Qué estaban tratando de decir con esta descripción totalmente falsa de la topografía de Israel? Creo que el mensaje subliminal de esta demonización geográfica era el siguiente: incluso si, en el mejor de los casos, conseguimos derrotar a los pueblos antiguos, la tierra ¡no vale la pena!, ya que «se traga a sus habitantes». Los espías pintaron una imagen irreal, horrorífica y falsa de Israel, asemejándola a una región volcánica y seca, no apta para la agricultura y propensa a la actividad sísmica. En otras palabras, y este es el mensaje fundamental de los espías: ¡Israel, como tierra, es peor que el desierto en el que vivimos ahora… así que es mejor que nos quedemos aquí!

LA REACCIÓN

Al escuchar este informe, las cosas se salieron completamente de control: la gente se puso a llorar, a gritar y a protestar. De nada sirvió que Yehoshua y Caleb trataran de hacerlos entrar en razón. La turba quería matarlos. Dios tuvo que intervenir directamente para evitar la sublevación. Hubo víctimas —los 10 espías y muchos más. Dios los castigó de la peor manera posible. Si no querían ir a la Tierra Prometida, aquí se quedarán hasta morir. Tendrán que quedarse en el desierto hasta que haya un cambio generacional.

Fue una noche tan trágica que la recordamos en luto todos los años en el 9 del mes de Ab.

¿PERO POR QUÉ?

Confieso que durante muchos años adopté la opinión de los comentaristas que responsabilizan a los 10 espías y los ven como instigadores políticos, con sus propias agendas personales: no “querían” conquistar Israel y preferían volver a Egipto y ser recibidos allí como héroes, etc.

Este año, estoy ensayando un enfoque diferente. Quizás los espías fueron víctimas de su propio pánico. Un miedo incontrolable que se apoderó de ellos incluso antes de que la operación de espionaje hubiese comenzado. Quizás cuando dieron su informe no tuvieron la intención de desalentar al pueblo y simplemente se estaban «desahogando» de sus miedos personales, pero en el escenario incorrecto: frente a todos los demás.

ESCAPE A LA LIBERTAD

Lo que me llevó a pensar de esta manera es haber releído recientemente el libro de Erich Fromm, Escape from Freedom (o en español con el título “El miedo a la libertad”, que irónicamente capta mejor la idea que estoy tratando de expresar).

Los espías eran “líderes de Israel”, pero no podemos olvidar ni por un segundo que hasta hace un par de años eran “esclavos”: habían nacido y crecido en un sistema de abuso físico y mental. Habían sido entrenados por sus amos por generaciones a no defenderse: a no luchar por sus derechos o por sus sueños. Fueron programados para “no soñar” con un futuro mejor. Para reprimir cualquier deseo de libertad.

Probablemente, debido a este «trastorno de personalidad», los espías verbalizaron su pánico, actuando con el instinto más importante de un esclavo: la supervivencia, que incluye «no asumir ningún riesgo innecesario».

Siguiendo las ideas de Erich Fromm, los esclavos judíos no pudieron ejercer completamente su libertad, que incluye la responsabilidad de luchar y arriesgar la vida por ella. Sin darse cuenta, estaban aterrorizados de la libertad e irónicamente, hicieron lo posible para no conseguirla. Quizás en un lapsus freudiano se describieron a sí mismos como «saltamontes» y no como «hormigas» porque estaban eligiendo inconscientemente “huir”, “volar” en lugar de “luchar con el aguijón hasta la muerte».

Como sudamericano, puedo escuchar los ecos subconscientes de esta situación mental en los himnos de Argentina o de Uruguay: “Libertad o con gloria morir”. Estas palabras quizás no expresan lo que sentían los libertadores del siglo XIX, sino las arengas formuladas para convencer a los subyugados de que debían asumir con valentía el precio de la libertad. Y estar dispuestos a correr el riesgo de «morir con gloria” en el campo de batalla. Algo que la generación del desierto no supo conseguir. El miedo a la libertad, como afirma Fromm, los llevó a la autodestrucción.

Creo que si en lugar de haber presentado su informe al pueblo, los espías hubieran hablado primero con Moisés, él podría haberlos disuadido. Les habría transmitido con calma la Emuná, la certeza de que Dios estaba con ellos, y les hubiera demostrado que todo lo que el Todopoderoso les había prometido lo había cumplido. Quizás si hubieran hablado primero con Moshé, como indicaba el plan original, esta tragedia se hubiera evitado. Pero trágicamente, una vez que verbalizaron sus miedos en público, las cosas se salieron completamente de control, porque el pánico es contagioso y el miedo hizo que toda una generación olvidara su fe.


 




BEHAALOTEJA: ¿Quién era Moisés?

וְהָאִ֥ישׁ מֹשֶׁ֖ה עָנָ֣ו מְאֹ֑ד מִכֹּל֙ הָֽאָדָ֔ם אֲשֶׁ֖ר עַל־פְּנֵ֥י הָאֲדָמָֽה

¿DE QUÉ ESTÁN HECHOS LOS HÉROES JUDIOS?

Los pueblos de la antigüedad no exaltaban las virtudes morales de su heroes, como la integridad personal o la humildad. Las civilizaciones antiguas admiraban el poder físico de sus líderes, como en el caso de Hércules, o su ingenio militar, como Alejandro Magno, o su astucia para engañar al enemigo, como Hermes. La humildad nunca fue vista como una virtud por los paganos. Por el contrario, la humildad se asociaba con la debilidad. La Torá, sin embargo, no enfatiza la fuerza militar o el poder físico nuestros  líderes: el buen líder judío —como el rey David, por ejemplo— es aquel atribuye la victoria en el campo de batalla, en última instancia, a Dios.

EL GENERAL MOSHÉ

Esta es la razón por la cual muy pocas personas recuerdan que Moshé fue un poderoso líder militar y que derrotó a sus multiples enemigos:

Moshé enfrentó al Faraón, el hombre más poderoso del mundo en ese momento y llevó de la esclavitud a la libertad a tres millones de personas.

Moshé también lideró y triunfó en las gloriosas batallas contra Sijón y ‘Og en trans-jordania.

Mientras que otros pueblos y culturas harían culto a Moshé por su proezas militares, lo que la Torá destaca no de él no son su victorias militares ni su habilidad política, sino su carácter y su personalidad. Particularmente, su humildad. ¿Qué es la humildad de un líder judío? ¿Y por qué es tan importante?

TORÁ Y POLÍTICA

Un líder puede tener dos tipos de objetivos: sus aspiraciones públicas y sus objetivos personales. Las aspiraciones públicas consisten en lo que el líder quiere hacer por el bien de su comunidad, su pueblo o su nación. Las aspiraciones personales consisten en lo que el líder quiere hacer para su beneficio personal: su riqueza, su imagen y su prestigio. A veces estas dos dimensiones coexisten armoniosamente. Y otras veces, estas dimensiones se vuelven inversamente proporcionales. En este último caso, cuando el principal objetivo de un líder político es su beneficio personal, el líder estará dispuesto a sacrificar el bien de su comunidad o su país para alcanzar sus objetivos personales. Hay muchos ejemplos de este tipo de liderazgo: ayer , hoy y mañana. Lo que no hay es muchos ejemplos de situaciones inversas, es decir: cuando un líder está dispuesto a sacrificar sus aspiraciones personales, su honor, sus bienes y hasta su dignidad personal por el bien de su pueblo.

Es por eso que Moshé era un líder excepcional.   

Veamos ahora algunos ejemplos del liderazgo de Moshé Rabbenu para descubrir este aspecto de su vida.  

EL BECERRO DE ORO

Moshé reacciona con indignación cuando desciende del monte Sinaí y ve al pueblo judío adorando al becerro de oro. Habían reemplazado a Dios con un ídolo egipcio y lo estaban adorando. La ira de Moshé en ese momento fue tan severa que rompió las Tablas.

LA GENTE SE QUEJA

En la Parashá de esta semana, beha’alotekha, cuando el pueblo se queja diciendo con insolencia que “solo tenían el maná para comer en el desierto” y comienzan a decir en voz alta que extrañan lo que comían en Egipto, Moshé también se ofende  (ובעיני משה רע). Recordemos que esas quejas de ingratitud estaban dirigidas hacia Dios, y no hacia la persona de Moshé …

MÁS QUEJAS

En el desierto, el pueblo nuevamente se quejó y manifestó su profunda falta de apreciación hacia Dios«¿Por qué Dios nos sacó de Egipto y nos trajo a este desierto? ¿Para hacernos morir de sed y hambre?” Moshé se ofendió y llamó al pueblo de Israel “rebeldes” (שמעו נא המורים).

En estos tres casos en los que Moshé reacciona con enojo y se ofende hay algo en común: las quejas no están dirigidas hacia Moshé; el pueblo se estaba comportando con desagradecimiento hacia Dios.

Ahora que vemos que Moshé es capaz de reaccionar y ofenderse en estas situaciones veamos otro tipo de casos que normalmente hubieran merecido una reacción por lo menos similar, si no mayor, de parte de Moshé.

COMPETENCIA

En la Parashá de esta semana, dos individuos, Eldad y Medad, estaban profetizando en el campamento de Israel. «Profetizar» era una prerrogativa exclusiva de Moshé, hasta ese entonces. Este aparente desafío al liderazgo espiritual de Moshé, una afrenta personal,  fue notado por Yehoshua, quien inmediatamente informa a Moshé y le propone neutralizar a estos dos hombres que le hacían la competencia» a Moshé. ¿Cuál fue la respuesta de Moshé a Yehoshua? (Bamidbar 11:29): «Y Moisés respondió (a Yehoshua): ¿Acaso estás celoso por mí? [yo no me ofendo. Es más:] ¡Ojalá todo el pueblo de Dios se volviera profeta!

OFENSAS PERSONALES

En otro episodio, también en nuestra Parashá (Bamidbar 12: 1-2), «Miriam y Aharón hablan en contra de Moshé…». En esta ocasión, nuevamente, Moshé no se enoja, no se ofende, no reacciona. No hay celos ni reproches ni contraataques. Moshé lo deja pasar y permanece en silencio.

¿Y POR QUE?

Moshé tiene un mecanismo de defensa emocional selectivo. Muy distinto, opuesto, al que tenemos los seres humanos normales. Moshé se «ofende» y reacciona, y no lo deja pasar cuando se trata de defender el honor Divino. Moshé se preocupa apasionadamente por la causa y el honor de Dios.  SU MAYOR AMBICIÓN Y DESEO ES QUE EL PUEBLO DE ISRAEL SE COMPORTE COMO EL PUEBLO DE DIOS. Y esa aspiración de Moshé, se transformó en la «única» que merece ser defendida.

Por eso, cuando se trata de temas personales, que afectan su propio honor, Moshé no se molesta ni se ofende, ni actúa con arrogancia,  PARA MOSHÉ LAS ASPIRACIONES PERSONALES SON UNA DISTRACCION DE LAS ASPIRACIONES QUE TIENE COMO LIDER: EL BIEN DE SU PUEBLO!  

La “Humildad” de un líder judío se manifiesta cuando ese líder  se despreocupa por su ego y sus aspiraciones personales.    

Por eso la Torá dice en la Parashá de esta semana acerca de Moshé : 

Y Moshé, el líder [del pueblo judío], era extremadamente humilde, más [humilde] que cualquier otro ser humano [que habita] en la faz de la tierra  

Bamidbar 12:3




NASO: La bendición de los Cohanim

יברכך ה’ וישמרך 

יאר ה’ פניו אליך ויחנך 

ישא ה’ פניו אליך וישם לך שלום

El texto de Bircat Cohanim, la bendición de los Sacerdotes, se encuentra en la Perashá de esta semana, Nasó. Este texto contiene las palabras con las cuales Dios instruye a los Cohanim bendecir a la congregación de Israel. Vale aclarar que si bien los Cohanim son los que “recitan” esta plegaria, es el Creador, y no los Cohanim, quien nos concede estas bendiciones.  

Antes de examinar su profundísimo contenido, cabe destacar que el texto está presentado en una progresión matemática que sorprende por su impecable diseño: el primer versículo tiene 3 palabras y 15 letras. El segundo 5 palabras y 20 letras. Y el tercero 7 palabras y 25 letras.

Nos enfocaremos ahora en el contenido.

El primer pasuq dice

 «Que HaShem (= Dios) te bendiga y te proteja».

TE BENDIGA: Esto quiere decir: quiera Dios concederme todas las bendiciones materiales que necesito: casa, comida, vestimenta, dinero, etc.  Por supuesto que el hecho que Dios me bendiga no quiere decir que yo no necesito trabajar para merecerlo. La bendición de Dios no reemplaza el esfuerzo humano. El hombre trabaja la tierra y planta las semillas. Y cuando Dios le concede Su bendición –por ejemplo: la lluvia, la salud, la ausencia de plagas, etc. — el hombre recoge los frutos.  La bendición Divina, por lo tanto, implica una suerte de asociación entre el hombre, que debe esforzarse y trabajar, y  Dios que bendice ese esfuerzo para que culmine con éxito.  

TE PROTEJA: Necesitamos la asistencia Divina para poder disfrutar de Sus bendiciones.  ¿Cómo? Protegiéndonos de enfermedades, accidentes, tragedias. En este caso también tenemos la obligación de dar el primer paso y convertirnos en un receptor “merecedor” de esta bendición: si pedimos que HaShem proteja nuestra salud, tenemos que hacer todo lo que esté en nuestras manos para mantenernos sanos. Y debemos evitar correr riesgos innecesarios para no exponernos a accidentes, etc.  Además, la protección Divina viene a complementar la bendición Divina. En cierta manera, aquí le estamos pidiendo a Dios que nos proteja de Su bendición material.  En primer lugar, porque cuando todas mis necesidades materiales están cubiertas,  mi carácter puede verse afectado negativamente. Puedo caer en la ostentación, la arrogancia, el desagradecimiento y el olvido de Dios.   

Pedimos a HaShem que nos conceda generosamente lo que necesitamos y que nos proteja de los efectos adversos de la abundancia material.   

«Que HaShem te ilumine con Su presencia y te agracie».

TE ILUMINE:  Este versículo no describe las bendiciones materiales, sino espirituales, intelectuales y emocionales.  ¿Cómo nos ilumina Dios? Concediéndonos la sabiduría para comprender Su Torá. Por nuestro lado, debemos esmerarnos en estudiar la Torá. Y el Todopoderoso nos bendecirá iluminando nuestra inteligencia, inspirandonos, abriendo nuestros ojos para que comprendamos la Torá y absorbamos sus valores.  Pero la sabiduría no alcanza.…  

TE AGRACIE: De hecho, cuando una persona tiene demasiada sabiduría a veces no posee “inteligencia emocional”. Un individuo puede ser muy sabio pero insensible hacia los demás. El niño más inteligente de la clase, no siempre es el más popular. En esta bendición le pedimos a HaShem que “nos agracie”, es decir, que nos ayude para ser queridos por los demás. En hebreo se dice “ encontrar gracia en los ojos de los demás”.  Pedimos a HaShem que nos aparte de sabiduría nos conceda inteligencia emocional. 

El tercer pasuq dice: 

«Que HaShem dirija Su presencia hacia ti y te conceda la paz».

SE DIRIJA HACIA TI:   Esta bendición significa “que Dios te favorezca”,  que te preste una atención especial, particular. El mayor castigo para el pueblo judío es ser “abandonado” por Dios. De hecho la Torá afirma que si el pueblo judío abandona la Torá, Dios retirará su protección de los judíos, y estaremos expuestos a nuestros nunca pocos enemigos. Cuando la Torá describe este estado de abandono, producto de nuestro propio abandono de Dios,  lo llama “hester panim”,  “Dios oculta Su Faz de nosotros”.  Esta bendición, por otro lado, habla de la situación ideal: cuando Dios dirige Su Faz (Su Presencia, Su Protección, Su bendición) hacia nosotros.  Este es un privilegio que también debemos merecer.  Cuando más nos acercamos a Dios, más se acercará Él a nosotros.   

Y TE CONCEDA PAZ: La mejor forma de entender esta segunda parte es pensar en el Estado de Israel.  Si Israel fuera un país tercermundista, corrupto, marginal —como los otros países de la region—  el mundo nos dejaría en paz. Pero Israel está bajo la permanente protección Divina. Israel sobrevive el constante ataque de sus incansables enemigos. Ganó todas las guerras. Crece y prospera.    Esto es un mérito de los judíos que viven en Israel, que luchan para protegerla y para hacerla crecer.  Pero esto no es suficiente. Israel también cuenta con la asistencia Divina.  Los “ojos de Dios” supervisan permanentemente nuestra querida tierra y sus habitantes.   Ahora bien: cuando el Creador nos concede el privilegio de Sus bendiciones, nuestros enemigos, no lo pueden tolerar. Y harán todo lo posible para evitar que vivamos en paz y prosperidad.   Por eso, en esta bendición le pedimos a HaShem que nos favorezca con Su Providencia, pero también le pedimos «paz», es decir, que nuestra prosperidad «no despierte la envidia y la agresividad de nuestros enemigos».  

Esta es la situación ideal a la que aspiramos como individuos y como pueblo.  




NASO: ¿Cómo mantener y fortalecer la fidelidad en el matrimonio?

Uno de los temas mencionados en la Parashá de esta semana es el de SOTÁ, un caso relacionado con la infidelidad. La Torá y los Sabios discuten este tema en profundidad y describen no solamente las obvias consecuencias del adulterio sino también cuáles son los factores que contribuyen a esta desviación, o a la sospecha de infidelidad, y las conductas que previenen y fortalecen la fidelidad.

En las próximas líneas me referiré brevemente a tres temas relacionados directa o indirectamente con la preservación de la exclusividad sexual en un matrimonio judío.

CONSAGRANDO LA INTIMIDAD SEXUAL

A diferencia de otras religiones, el judaísmo percibe la sexualidad como algo positivo, sagrado. Nuestros Sabios explicaron que nuestro comportamiento debe aspirar a emular a Dios. Él es compasivo, equitativo y magnánimo. Así también nosotros debemos incorporar estas características en nuestro proceder. Esta «imitación de Dios» alcanza su punto más elevado cuando el esposo y la esposa se convierten en «creadores» de una nueva vida. La procreación nos ofrece una oportunidad —sin paralelo en ningún otro acto en la vida— de imitar al Creador Todoposeroso.

La sexualidad también nos completa: nos lleva a la plenitud física y emocional como individuos. La primera referencia bíblica acerca de la sexualidad afirma: “y el hombre… se unirá a su esposa y se convertirán en una sola carne/persona“ (Génesis 2:24). De este versículo, los Sabios dedujeron que un hombre o una mujer deben considerarse como media persona (pelag gufa), y que la culminación de la realización humana solo se puede lograr a través de la intimidad matrimonial.

La sexualidad es ciertamente sagrada, pero también es vulnerable a la corrupción. La Torá relata la generación del Diluvio, donde la corrupción sexual y la violación fueron los síntomas iniciales de la decadencia moral de esa generación corrupta. Para esas personas, el sexo dejó de ser un acto que acercaba a los humanos a lo Divino. Trataban al sexo como si no tuviera relación con el amor y la santidad, y lo consideraban simplemente como casual, sin ataduras: la vía para la satisfacción de los instintos primarios.

Debido a su importancia y sus poderes creativos (y destructivos), la sexualidad necesita ser “consagrada” (qiddushin). La consagración de la sexualidad tiene lugar cuando esta se desarrolla exclusivamente en el contexto del matrimonio. Así, nos permite imitar al Creador y nos ayuda a conocer íntimamente a la persona que más queremos, transformándonos en un ente más relevante que el “yo”: el “nosotros”.

Cuando tiene lugar fuera del matrimonio, el sexo se vuelve destructivo. La infidelidad suele jugar un papel decisivo en la mayoría de los casos de divorcio. El adulterio es, por lo general, la última línea roja que se ha cruzado. La infidelidad aleja a una persona de Dios y de los individuos que uno más ama: la esposa, o esposo, y los hijos.

1.PRESERVANDO LA PASIÓN

Pero el judaísmo va más allá de limitar la sexualidad al contexto del matrimonio. También es fundamental preservar la atracción sexual entre mariod y mujer y evitar aquello que la puede dañarla o destruirla. La Mitsvá de Niddá fortalece la fidelidad. Un matrimonio judío se abstiene de la actividad sexual durante aproximadamente dos semanas cada mes, correspondientes al ciclo de la mujer más siete días adicionales. Cuando los sabios del Talmud, específicamente Ribbí Meir, explicaron la razón detrás de esta regulación, dijeron que gracias a este período de separación física, el esposo y la esposa reviven el deseo del uno por el otro. En otras palabras, lejos de afectar negativamente el deseo sexual este período de separación lo intensifica, evitando uno de los mayores desafíos que enfrentan los matrimonios: el aburrimiento y la monotonía sexual. Este problema, bien conocido y analizado por psicólogos y sexólogos, surge de las teóricas oportunidades ilimitadas de intimidad en una relación matrimonial, lo que puede impulsar la búsqueda de novedades sexuales y conducir a la infidelidad.

El rabino Meir explicó que durante los días de separación física, un esposo judío desea pasionalmente a su esposa, y su atracción física hacia ella se intensifica a medida que se acerca la noche del Mikvé (la inmersión ritual que concluye el período de abstinencia). Y cuando la esposa regresa del Mikvé —incluso en el caso de una pareja que lleva muchos años casados—, el deseo de uno por el otro se regenera “con la pasión que sintieron en su noche de bodas”. Es como si período de Niddá produjera cada mes una nueva luna de miel (alguien dijo que si esta extraordinaria Mitzvá no existiera, ¡habría que inventarla!).

Ese intérvalo de restricción sexual también promueve un nivel más profundo de interacción entre el esposo y la esposa. La pareja aprende a comunicarse afectuosamente a nivel de amistad. Toda pareja debería aspirar a alcanzar un grado de relación no física, que fortalecerá al matrimonio para el resto de sus vidas. Especialmente cuando pasan los años y el deseo sexual disminuye naturalmente, es allí cuando la amistad entre el esposo y la esposa florecerá, basándose en esa «relación platónica» construida durante años en los períodos de Niddá.

2.PRESERVANDO LA FIDELIDAD

En la tradición judía, hay leyes y códigos de conducta diseñados específicamente para evitar la infidelidad. Una de estas reglas se conoce como «Yijud», cuando un hombre y una mujer que no es su esposa se aíslan en un lugar recluido. Los Sabios lo mencionan como uno de los errores que se cometen en el caso de Sotá y promueven las sospechas de adulterio. La historia de Amnón y Tamar en el libro de Shemuel ilustra la importancia de esta regla. Amnón, uno de los hijos del rey David, desarrolló una obsesión sexual por Tamar, su media hermana. Y para recluirse con ella, fingió estar enfermo y solicitó su ayuda. Pidió que todos dejaran su habitación y una vez a solas con su media hermana, Amnón abusó de ella. Este devastador evento impactó profundamente al rey David, quien se sintió culpable por no haberse dado cuenta de lo que ocurría en su propia familia. Para evitar que casos similares se repitieran en el futuro, el rey David, junto con su Corte de Justicia, instituyó la ley de Yijud, que prohíbe a un hombre judío estar recluido en una habitación cerrada junto a una mujer que no sea su esposa.

La prohibición del Yijud se enmarca en la categoría de «guedarim» o «siyaguim», que se traduce como “medidas de seguridad” o cercas halájicas, destinadas a prevenir que los individuos sucumban a transgresiones más significativas. El equivalente de un «siyag» podría ser cuando un guardabosques erige una cerca a unos pasos de un acantilado para proteger a los visitantes, y que estos no se acerquen demasiado e involuntariamente caigan al vacío.

También existen estos tipos de mecanismos preventivos, por ejemplo, en el campo de adicciones. A una persona que lucha con la adicción al alcohol se le aconseja que evite los bares, las reuniones donde se sirve alcohol, y que se abstenga de socializar con amigos que beben. Estas «vallas sociales» sirven para proteger a los individuos de sus propios impulsos y prevenir la posibilidad de enfrentarse a tentaciones irresistibles que no puedan controlar. Es más fácil evitar entrar a un bar que resistirse a beber alcohol una vez que la bebida está al alcance.

De manera similar, los rabinos reconocieron el poder del instinto sexual y subrayaron que confiar únicamente en el sentido común y la moral personal es insuficiente (אין אפוטרוסוס לעריות). Se requieren normas y vallados adicionales para evitar situaciones potencialmente catastróficas. Si se evita el Yijud —el aislamiento privado entre un hombre y una mujer—, se previene el escenario natural en el cual la infidelidad, o la conducta sexual inapropiada, se desarrolla.

El concepto de Yijud en nuestros días no solo se reconoce, sino que también se practica cada vez más, incluso en la sociedad no judía. En Estados Unidos es muy común que los asesores legales recomienden a los terapeutas, médicos, abogados y otros profesionales que eviten estar a solas en una habitación cerrada con un paciente o cliente del sexo opuesto para evitar situaciones inapropiadas o el alegato de las mismas. Esto demuestra la avanzada sabiduría de la Torá y de nuestros Sabios, que establecieron hace miles de años estas leyes que hoy en día son ampliamente reconocidas, valoradas y adoptadas en todo el mundo civilizado.

3.COMUNICACIÓN Y FIDELIDAD

En el judaísmo, la sexualidad se reserva exclusivamente para la relación íntima entre esposo y esposa. Esta sencilla pero crucial idea implica también que se deben evitar ciertos tipos de interacciones entre hombres y mujeres casados , más allá de la reclusión o el Yijud, incluso en el campo de la comunicación.

Un lenguaje o un comentario afectivo y sexual, o un comportamiento sensual de un hombre hacia una mujer que no sea su esposa se considera inapropiado. De manera similar, una esposa judía debe reservar su encanto físico para su esposo, asegurando que su comportamiento y su apariencia en público no sean provocativos y que de eda manera reflejen esta exclusividad.

Estos principios de conducta moral no son muy populares en la sociedad contemporánea, donde la sexualidad ha sido objetivizada a través de la publicidad, la pornografía y los medios de comunicación. La comercialización generalizada del sexo —y la política liberal moderna— ha normalizado la conducta sexual indebida y la intimidad ya no se percibe como un asunto exclusivo entre cónyuges y vinculada únicamente al matrimonio.

Preservar nuestros códigos de conducta judíos viviendo en una sociedad que promueve valores contrarios representa uno de los desafíos más formidables a los que nos enfrentamos los judíos hoy en día. Pero es imperativo hacerlo si buscamos la armonía en nuestra pareja y la felicidad de nuestra familia. Y para eso debemos reconocer cuáles son las conductas que facilitan la infidelidad o despiertan los celos fundados.

Veamos un último ejemplo.

La Torá nos enseña que la infidelidad puede desarrollarse a veces sin premeditación, como consecuencia del intercambio de comunicación emocional entre un hombre y una mujer casada. La primera vez que la Torá describe la relación sexual, usa la palabra “conocer”: «Y Adam conoció a Eva, su esposa». Este «conocimiento» se refiere a la conexión emocional que precede —¡y conduce!— a la intimidad física. Cuando una pareja sale por primera vez (dating), primero se tratan con respeto y cordialidad. Luego llega la amistad, que lentamente se va desarrollando en una relción emocional, que se reconoce cuando cuando la comunicación incluye el tema de sentimientos. Cuando se alcanza este nivel, la pareja está preparada para la intimidad, es decir, para el matrimonio.

Si observamos este progreso, que va desde el respeto a la intimidad, podemos comprender por qué los Sabios advirtieron que más allá de la prevención del contacto físico o la reclusión con alguien del sexo opuesto, una persona casada debe evitar que en su vida profesional o social se repita este proceso de manera involuntaria e inconsciente con otra persona.

Los Sabios describen esa cercanía emocional como «quirub da’at”, es decir, cuando una mujer y un hombre comparten y comunican sentimientos privados e información más íntima. Aunque inicialmente el contenido de esa información no esté relacionado con el ámbito sexual, este nivel de comunicación emocional facilita la atracción y promueve la intimidad.

Un hombre casado debe evitar este tipo de comunicación, especialmente con una persona del sexo opuesto con la que interactúa rutinariamente, como una empleada o una colega en su trabajo. Del mismo modo, una mujer casada debe evitar el diálogo emocional con un entrenador, un terapeuta o un maestro. Estas interacciones emocionales, quirub da’at, no se convierten en intimidad de la noche a la mañana, pero se desarrollan gradualmente.

Preservar la fidelidad es la piedra angular de la familia judía y del bienestar emocional de nuestros seres queridos. Esto requiere mantener la conciencia alerta y respetar los límites que previenen situaciones que pueden volverse progresivamente más difíciles de controlar. Las leyes de Niddá, de Yijud y de quirub da’at, cada una desde un ángulo diferente, contribuyen a salvaguardar la fidelidad: el aspecto más sagrado y esencial de nuestra vida familiar.




BEHAR: Las universidades de Colombia y el año sabático

En la primera Perashá de esta semana, Behar, encontramos una Mitsvá muy interesante: Shemitá. Esto significa que los campos de cultivo en la tierra de Israel deben reposar durante el séptimo año. En el séptimo año no se ara la tierra. No se siembra ni se cosecha. La razón de esta Mitsvá fue explicada de diferentes maneras. Lo primero que viene a la mente es que dejar reposar la tierra por un año contribuye a la conservación del suelo y le permite mejorar su fertilidad  (esto fue discutido  por Maimónides en Moré Nebujim 3:39).

CRECIMIENTO

Creo que la mejor manera de comprender la Mitsvá de la Shemitá, es comparándola con el Shabbat. En Shabbat también debemos “reposar”  y uno de los beneficios del reposo es que nos permite renovar nuestras fuerzas físicas para trabajar mejor durante la próxima semana.

Sin embargo, el sentido del Shabbat va mucho más allá del descanso material. El reposo físico no es el propósito del Shabbat, sino una consecuencia incidental (y ni siquiera absolutamente necesaria, ya que si por ejemplo, vivo en el piso 12 de un edificio tengo que subir y bajar por las escaleras cada vez que llego o salgo de mi casa, lo cual no colabora mucho con mi descanso físico…).

El sentido del Shabbat y de la Shemitá, de acuerdo al Rab Abraham Kook, debe ser buscado en el efecto «mental» que deja en el trabajador, y no en el efecto de esta Mitsvá en el suelo o  en el cuerpo.  Una vez cada 7 años (o días, en el caso de sahbbat) el trabajador judío deja de arar y cosechar para dedicarse a otra actividad completamente diferente. En Shabbat dejamos nuestras ocupaciones mundanas y nos dedicamos a rezar, escuchar la Torá y estudiarla junto a nuestra familia y nuestra congregación. En Yerushalayim, por ejemplo, el año de Shemitá coincidía con la Mitsvá de Haqhel, donde todo el pueblo se congregaba para escuchar y estudiar la Torá de boca de los reyes de Israel, de los Cohanim, etc.

En este sentido la Shemitá y el Shabbat nos presentan un escenario idéntico: en Shabbat dejamos de trabajar y de “crecer económicamente”,  no para dedicarnos al descanso físico, sino al desarrollo de nuestra vida espiritual: crecer en el conocimiento de la Torá y en nuestro acercamiento a HaShem.  En el año de Shemitá dejamos de dedicarnos al crecimiento de las plantas y los frutos para dedicarnos a nuestro propio crecimiento.

EL MUNDO ACADÉMICO DESCUBRE LA SHEMITA

Este concepto de crecimiento y renovación intelectual es reconocido hoy en día en el mundo entero. Las universidades más importantes del planeta le conceden a sus profesores “un año sabático”, un año de “descanso“ cada siete años de trabajo. La universidad le paga al profesor su salario completo para que  se dedique por doce meses a estudiar, investigar y escribir más. Y sin la carga del trabajo de enseñanza, el catedrático puede renovar exponencialmente su conocimiento, crecer intelectualmente y luego así volcar toda su nueva riqueza intelectual en sus estudiantes.

El año sabático académico es quizás la mejor ilustración de la naturaleza y los beneficios del Shabbat y del año de la Shemitá.  Presento   AQUI artículo FENOMENAL que me envió hace unos años un lector de Halajá of the Day desde Bogota, Colombia. El sugestivo título dice:   “El año sabático no tiene nada que ver con descansar». Las universidades colombianas ven en esta estrategia [es decir, pagar un año de salario sin que los profesores trabajen] la oportunidad ideal para mejorar la calidad de la educación de sus profesores y aumentar el número de artículos, investigaciones y libros académicos [que producen].”

EMUNA

Hay un elemento más, muy profundo, que tienen en común el Shabbat y el año de Shemitá: La Emuná, nuestra fe, de que nuestro sustento viene de HaShem.

Comencemos por Shabbat. Todos sabemos del malicioso prejuicio antisemita que acusa a los judíos de ser avaros o coidicosos con el dinero. En realidad, la mejor forma de desenmascarar esta falsa acusación es comprendiendo lo que es el Shabbat: Cuando un judío observa el Shabbat ¡está sacrificando significativamente sus ingresos!. Cuántas veces escuché que para los comercios minoristas por ejemplo, “los sábados” , “representan el día de mayor ingresos“. Para un judío, como vemos, el beneficio económico queda en un plano secundario.

En el año de Shemitá ocurre algo parecido pero a mayor escala y prácticamente milagroso.   La Torá le garantiza al Yehudí que observa la Shemitá que nada le faltará. Así dice en Vaiqrá, capitulo 25: “(20)Y si acaso te preguntaras: “¿Qué comeremos en el séptimo año si no plantamos ni cosechamos nuestros productos [durante ese año]?”. (21) [Por eso, deberás saber que] en el sexto año Yo les enviaré una bendición tan grande que la tierra producirá [lo suficiente] para tres años. (22) Cuando ustedes siembren durante el octavo año, todavía estarán comiendo de la cosecha anterior [del sexto año], y continuarán comiendo de ella hasta la cosecha del año siguiente.”

Cuando la tierra reposa durante el séptimo año, hay que trabajarla durante el octavo año para comenzar a tener frutos recién al final del octavo año . El productor judío debe «confiar» que la producción agrícola del sexto año, alcanzará para el sexto, para el séptimo, y para el octavo año.

La observancia del Shabbat y la observancia de la Shemitá se trasforman así en un testimonio de nuestra Emuná: cuando observamos el “reposo sabático” testificamos con nuestras acciones (con nuestro reposo y con nuestro sacrificio económico) la convicción que HaShem, el Creador del Mundo, es el responsable final por nuestro sustento.

SHABBAT SHALOM




BEJUQOTAY: ¿Por qué cambió la opinión del Rabino Teichtal sobre el Sionismo?

El Rab Yssajar Shlomo Teichtal nació en Hungría en 1885 en el seno de una familia de rabinos y líderes jasídicos muy reconocidos. A los 13 años, comenzó sus estudios rabínicos. A los 15, se trasladó a Polonia, donde estudió con el Rab Shalom Unger. Regresó a Hungría y, a la temprana edad de 21 años, recibió la ordenación rabínica. En 1921, se convirtió en el Rabino Principal de Pishtian, Checoslovaquia, donde estableció su propia academia rabínica (Yeshibá).

LA INVASIÓN NAZI

Checoslovaquia fue invadida por los nazis en 1938. El Rabino Teichtal, junto con 10 miembros de su familia, se escondieron en un Bet Midrash (casa de estudio de Torá) y fueron testigos de las atrocidades cometidas por los nazis y las deportaciones masivas a los campos de concentración. En 1942, él y su familia lograron escapar a Hungría y se establecieron precariamente en Budapest, donde permanecieron durante casi dos años. En 1944, cuando Hungría fue invadida por los nazis, fueron capturados y transportados a Auschwitz. En enero de 1945, los prisioneros de Auschwitz fueron llevados en tren a Mauthausen. El Rabino Teichtal fue asesinado por un grupo de ucranianos que estaban en ese tren cuando intentó defender a un judío al que le querían robar su pan.

SUS IDEAS

Al igual que la mayoría de los rabinos jasídicos europeos de su época, el Rabino Teichtal se oponía al sionismo, el movimiento judío que buscaba establecer un Estado judío independiente en Israel,  y se pronunció explícitamente en contra de la emigración sionista a «Palestina». En 1936, por ejemplo, escribió que «el movimiento sionista estaba profanando la tierra santa».

Su oposición al sionismo se basaba en dos puntos fundamentales:

  1. El nuevo Estado judío no debería ser fruto del esfuerzo humano, sino exclusivamente de la «Intervención Divina», que formaría parte de la redención mesiánica.
  2. Los líderes del movimiento sionista y la mayoría de los judíos que se establecían en Israel y construían el nuevo Estado no eran observantes, sino judíos seculares.

EL MÉRITO DE LA TIERRA

Sin embargo, durante el tiempo que estuvo escondido en Checoslovaquia y durante los años de reclusión en Hungría, el Rab Teichtal cambió radicalmente su forma de pensar. En esos años de reclusión, escribió sus reflexiones en un libro llamado «Em Habanim Semejá», que refleja su nueva visión.

El versículo bíblico que inspiró su nueva forma de ver los esfuerzos del movimiento sionista se encuentra en la Parashá de esta semana, Behar-Bejuqotay, particularmente el siguiente versículo clave: 

«Entonces recordaré mi pacto con Jacob, Isaac y Abraham, y también recordaré la tierra. “   (Vayiqra 26:42).

En este texto, la Torá dice que cuando los judíos sean perseguidos por su numerosos enemigos en el exilio, HaShem finalmente recordará el pacto que hizo con nuestros ancestros y rescatará a Su Pueblo de las manos de sus enemigos. La persecución que describe la Torá en ese texto es tan aterradora que el Rabino Teichtal pudo relacionarla con las atrocidades que los judíos experimentaban en el Holocausto. Esto lo llevó a preguntarse por qué Dios no recordó Su pacto y por qué no rescató a Su pueblo de la Shoah.

Sus reflexiones sobre este versículo lo hicieron pensar y darse cuenta del gravísimo error que había cometido al haberse opuesto sionismo. 

El rabino observó dos elementos inusuales en este versículo.

Primero, que nuestros ancestros generalmente se mencionan en orden cronológico: Abraham, Isaac y Jacob. Pero en este versículo, por alguna razón, se mencionan en orden inverso.

Segundo, este versículo menciona al final a la Tierra de Israel.

¿Por qué?

DE MENOR A MAYOR  

Basándose en el comentario de Rashi, el Rabino Teichtal escribió que para que Dios nos escuche y nos libere de nuestros enemigos, quizás el mérito de Jacob, el más joven de los patriarcas, sea suficiente. Sin embargo, si ese mérito no fuera suficiente, entonces Dios recordaría el mérito de Isaac, que es mayor que el de Jacob. Y finalmente, si el mérito del patriarca Isaac no fuera suficiente, Dios recordaría el mérito más grande, el de Abraham Abinu. Pero ¿qué sucede si, debido a la gravedad de nuestras malas acciones, como la asimilación y el abandono de nuestro Pacto con Dios, el mérito de nuestros patriarcas tampoco fuese suficiente? 

El Rab comprendió finalmente el mensaje de este versículo: el último mérito, ¡el mayor! es el de regresar a la Tierra de Israel, tal como pretende el movimiento sionista. Los judíos deben dejar Europa y regresar a Dios regresando a Su Tierra. 

SU NUEVA VISIÓN

El Rabi Teichtal concluyó que los esfuerzos de los pioneros sionistas que habían llegado desde fines del siglo 19 a la tierra prometida para construir un nuevo estado era absolutamente significativo en términos religiosos. El movimiento sionista,  comprendió ahora el Rab, es una emprendimiento básicamente sagrado y religioso, aunque los judíos seculares que lo lideran, debido a su falta de acceso a una educación judía adecuada, no llevaban una vida observante. Sin saberlo o sin darse cuenta, esta judíos eran parte de un Plan Divino. Luchar para regresar específicamente a la tierra de nuestros ancestros —y no a lugares como Uganda o Entre Ríos — era la forma de”Teshubá» (retorno) de estos judíos: el sionismo era su regreso a Dios. ¿Por qué deberíamos quitarles este mérito? El sionismo es la realización de una visión profética y profundamente religiosa, que comenzó CINCUENTA AÑOS antes de que ocurriera el Holocausto. 

Y finalmente , la confesión más dolorosa del Rab Teichtal: 

¿Cuántos judíos que fueron asesinados en Europa podrían haberse salvados si hubieran regresado a la tierra de Israel antes de que comenzara el Holocausto?

SU NUEVO PLAN 

En primer lugar, los rabinos y lideres religiosos debemos hacer todo lo posible para inspirar el despertar de la tradición y la observancia judía (Keruv) entre los pioneros sionistas seculares, eso que que sido justa excusa para no apoyar el sionismo, debe trasformarse en NUESTRA MISION. Y en segundo lugar, debemos hacer todo lo posible para que los judíos observantes se sumen al esfuerzo sionista y regrese a Israel. Si eso sucede, su presencia inspirará a los judíos seculares y el pueblo judío se salvará tanto física como espiritualmente, al vivir en nuestra tierra, y ayudar a que gradualmente todos nuestros hermanos judíos regresen al camino de nuestra Torá.

Para más información sobre el rab Teichtal y sus ideas ver este articulo de la Yeshivat  Hesder Holon, Israel (hebreo)




QUEDOSHIM: Respeto y Honor a los Padres

En la Torá, hay dos mandamientos que regulan las relaciones entre padres e hijos. El primero es «kabbed et abija ve-et imeja», que se traduce como: «Honra a tu padre y a tu madre». Este es el quinto de los Diez Mandamientos.
Una segunda Mitsvá parecida aparece en Parashat Quedoshim, que leemos esta semana. En Vayiqrá 19:3 dice: «ish immo veabiv tira’u», es decir: “Un individuo debe respetar a su madre y a su padre”.
Estos dos mandamientos son distintos, y de hecho, se complementan entre sí, como veremos ahora.

RESPETO A LOS PADRES
La palabra que usa la Torá es «tira’u», que literalmente significa «temer». Sin embargo, este mandamiento no se refiere a tener miedo o asustarse de nuestros padres, sino a respetarlos profundamente.
¿Cuál es la diferencia entre miedo y respeto?
El miedo es una reacción emocional involuntaria que muchas veces nos paraliza. El respeto, en cambio, es una actitud voluntaria, consciente y activa. Es reconocer y considerar la autoridad de nuestros padres en nuestras decisiones y comportamiento.
Respetar a los padres, según la Torá, generalmente se refiere a lo que NO debemos hacer. Por ejemplo:
– No se debe llamar a los padres por su nombre propio. La manera correcta de dirigirse a ellos es con títulos afectivos como «mamá» o «papá».
– No se debe desobedecer a los padres.
– No se debe ocupar su lugar: ya sea en la cabecera de la mesa, en una silla especial o en el asiento del padre en la sinagoga.
El respeto establece una sana distancia: “Yo soy papá o mamá, y tú eres mi hijo o hija. Te quiero, pero no somos iguales”. Esta distancia no está diseñada para alimentar el ego de los padres, sino para generar seguridad emocional en los hijos. Porque sin límites claros y sin una autoridad reconocida, no hay verdadera educación.
Desde un punto de vista práctico, esta Mitsvá se aplica principalmente cuando los hijos aún dependen de sus padres: durante la infancia y adolescencia. Un niño judío aprende desde pequeño a actuar con disciplina, a aceptar la autoridad de sus padres, y esa educación lo prepara —eventualmente— para aceptar la autoridad de Dios. Quien no ha aprendido a respetar a sus padres difícilmente podrá respetar al Creador.

HONOR A LOS PADRES
La Mitsvá de “Honrar a los padres” es diferente. No se trata de lo que no debemos hacer, sino de lo que sí debemos hacer por ellos.
Este mandamiento, que aparece en los Diez Mandamientos, se refiere a cuidar de nuestros padres y atender sus necesidades.
Nuestros Sabios explicaron que «honrar» significa:
– Ayudar a los padres
– Visitar y acompañarlos
– Llevarlos o traerlos de una cita médica
– Darles de comer, si es necesario
– Ayudarlos a vestirse
Esta Mitsvá nace de la gratitud. Nuestros padres nos cuidaron, alimentaron, educaron y protegieron cuando éramos indefensos. Ahora que ellos dependen de nosotros, es nuestro deber corresponderles.
En resumen, el respeto se aplica cuando los hijos dependen de los padres, y el honor cuando los padres dependen de los hijos. Dos mandamientos distintos, que juntos describen una relación completa, madura y sagrada.




Resumen de Parashá Quedoshim


La parashá Quedoshim, ubicada en el libro de Vayiqrá (Levítico), es esencial para entender el llamado de Dios a los judíos para alcanzar la santidad: «Sean santos porque yo, el Señor su Dios, soy santo». Este no es un mandamiento sino una exhortación para la serie detallada de leyes que serán mencionadas a continuación y que guían la conducta ética y espiritual del pueblo judío.

La parashá comienza con la importancia de respetar a los padres y observar el Shabbat. Se prohíbe la idolatría y se establecen normas relacionadas con los sacrificios que no se han consumido en el tiempo establecido. También se refiere a la justicia social, indicando que los judíos debemos dejar partes de nuestras cosechas para los pobres. También se prohíbe el engaño, la mentira, la retención injustificada del salario del trabajador, jurar falsamente y maldecir.

Además, la Torá prohíbe pervertir la justicia, chismear, ser indiferente ante el sufrimiento ajeno, odiar, guardar rencor y practicar la venganza. Se destaca la importancia de advertir al que procede mal y se exhorta a amar al prójimo como a uno mismo.

También se abordan leyes rituales sobre la agricultura y la vestimenta, como la prohibición de sembrar cruzando dos tipos de semillas, usar una prenda de mezcla de lana y lino (shatnez), o cruzar animales de diferentes especies.

Se introducen leyes sobre la prohibición de comer frutos de un árbol durante los primeros tres años (orla) y la obligación de ofrendar los frutos en Jerusalem el cuarto año.

También se prohíben las prácticas de la brujería, la hechicería, la prostitución y el tatuado del cuerpo. Se exhorta a no rasurar los bordes del cuero cabelludo o la barba con una cuchilla de afeitar, pero sí se permite cortarlo con una tijera. Un judío debe respetar el santuario de Dios, el estudio de la Torá y a los ancianos.

Se destaca la importancia de amar a los conversos y residentes legales (guer toshab) y a ser honesto en las transacciones comerciales, manteniendo los pesos de las balanzas y las medidas con integridad.

Se habla del castigo capital para aquellos que practiquen el culto a Molej, que era una forma de idolatría que implicaba sacrificios humanos. Y se establecen las penalidades para aquellos que maldigan a sus padres y para quienes incurran en relaciones sexuales prohibidas.

Finalmente, se advierte a no seguir las costumbres y tradiciones de los paganos y se enfatiza la importancia de consumir solo animales puros (kasher). La Parashá concluye enfatizando que estos son los mandamientos que se deben seguir para ser santos.

Esta parashá no solo destaca la diversidad de las leyes que regulan la vida cotidiana y las prácticas religiosas, sino que también enfatiza un tema central: la búsqueda de una vida de santidad y pureza en la imitación del carácter divino.




Quedoshim y Los Diez Mandamientos

 


 

En la Perashá Quedoshim (Vayikrá 19–20) encontramos un número notable de Mitsvot. Cuando las analizamos en profundidad, vemos que muchas de ellas reflejan, desarrollan o detallan los preceptos expresados en los Diez Mandamientos.

La diferencia está en el enfoque: los Diez Mandamientos representan el momento solemne de la revelación divina en el monte Sinaí. Quedoshim, en cambio, traduce esa santidad a la vida diaria. Compararemos ambos textos y mostraremos cómo las Mitsvot de Quedoshim explican, complementan o expanden los principios del Decálogo.


1. “Yo soy HaShem su Dios”
Vayikrá 19:2 – Kedoshim tihiyu ki kadosh ani HaShem Elohejem
La Perashá comienza reafirmando la base espiritual de toda la Torá: la identidad del pueblo de Israel como una nación consagrada a Dios. HaShem es el Legislador supremo, cuya autoridad no está basada en el poder o el miedo, sino en la santidad. Sus leyes no son caprichosas ni opresivas, como las del faraón, sino que están orientadas al bien y dignidad del ser humano.


2. “No tendrás otros dioses”
Vayikrá 19:4 – Lo tifnu el ha’elilim
No se debe acudir a ídolos ni a supuestos poderes sobrenaturales. No se puede creer ni invocar ningún tipo de “superpoder”, energía mágica o fuerza espiritual fuera de HaShem. Esta Mitsvá es una declaración contra la superstición, el ocultismo y cualquier forma de idolatría moderna o antigua.


3. “No tomarás el nombre de HaShem en vano”
Vayikrá 19:12 – Ve’lo tishabe’u bishmi la’sheker
Aquí se detalla el uso indebido del nombre divino, especialmente en contextos legales. No se puede jurar en falso, ni utilizar el nombre de HaShem para justificar una mentira. Esta Mitsvá es una continuación directa del principio de reverencia absoluta por el Creador.


4. “Santifica el Shabbat”
Vayikrá 19:30 – Et Shabtotai tishmoru
Quedoshim menciona el Shabbat brevemente, en el mismo contexto que el respeto a los padres. Aun así, el solo hecho de mencionarlo como una orden divina refuerza su centralidad en la vida judía. Observar el Shabbat es un acto de emuná y un reconocimiento semanal de la creación divina.


5. “Honra a tu padre y a tu madre”
Vayikrá 19:3 – Ish imo ve’aviv tira’u
Aquí no se menciona el “honor” sino el “temor reverencial”. Los Sabios explican que honrar se refiere a asistir y cuidar físicamente a los padres, especialmente en su vejez. Temor, en cambio, implica no contradecirlos, no llamarlos por su nombre, no sentarse en su lugar. Ambas actitudes son necesarias para una relación sana con nuestros progenitores.


6. “No asesinarás”
Vayikrá 19:16 – Lo ta’amod al dam re’eja
Quedoshim no repite literalmente la prohibición de asesinar, pero da un paso más allá: prohíbe la indiferencia ante el peligro de vida del prójimo. Si alguien está en riesgo y tú puedes hacer algo para salvarlo, estás obligado a intervenir. La vida humana es sagrada, y no actuar ante el peligro también es una forma de violencia.


7. “No cometerás adulterio”
Vayikrá 20:10 – Ve’ish asher yinaf et eshet ish
Quedoshim aborda de manera directa las relaciones prohibidas. El adulterio se menciona con claridad y se establecen sus consecuencias. La santidad también se expresa en el ámbito familiar y conyugal.


8. “No robarás”
Vayikrá 19:11 – Lo tignovu
La misma palabra aparece, pero en un contexto diferente. En Quedoshim se refiere al robo de bienes materiales —propiedad, dinero, pertenencias—, mientras que en otros contextos se refiere al secuestro. Además, aquí se amplía la prohibición a todo tipo de fraude: mentir en los negocios, engañar al cliente, retener el salario del trabajador. El mensaje es claro: una sociedad justa se construye sobre la integridad económica.


9. “No darás falso testimonio”
Vayikrá 19:16 – Lo telej rajil be’ameja
Aunque no se menciona directamente el juicio, esta Mitsvá prohíbe el chisme, la calumnia y la difamación. Hablar mal del otro, divulgar rumores o crear divisiones dentro del pueblo también es una forma de dañar la verdad y la justicia, como lo es el falso testimonio.


10. “No codiciarás”
Vayikrá 19:18 – Lo tikom velo titor
Quedoshim nos advierte contra el deseo de venganza y el rencor, emociones emparentadas con la codicia. La Torá no solo exige control sobre las acciones, sino también sobre los sentimientos destructivos. Y concluye con una orden revolucionaria:
Ve’ahavta lere’aja kamoja – Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Una invitación a vivir en empatía, generosidad y solidaridad.



Quedoshim  amplía,  desarrolla, y baja a la tierra a  los Diez Mandamientos. Nos enseña que la santidad no es solo un concepto espiritual o teórico, sino una práctica diaria que se refleja en nuestras relaciones humanas, en el respeto, la justicia, la compasión y la verdad.