JANUCÁ: la costumbre de los judíos de Aleppo, Siria

La tradición de muchas familias de Aleppo (=Jálab), Siria, es encender una vela adicional además de las velas que normalmente se encienden cada noche de Janucá. Así, la primera noche de Janucá los judíos de la comunidades de Aleppo encienden tres velas: 1. la vela de Janucá, 2. el shamash o vela auxiliar y 3. una vela adicional. Esta noche, la cuarta noche de Janucá, encenderán cuatro velas, el Shamash y una vela adicional, etc.

Ahora bien, no todos los judíos de Aleppo siguen esta tradición, sino solamente aquellas familias de Aleppo que remontan sus orígenes a España. Me explico. Cuando los judíos fueron expulsados de España en 1492 (o de Portugal en 1497) escaparon a diferentes destinos. Algunos de ellos llegaron a Italia, Turquía o Grecia. Otros, al norte de África: Marruecos, Argelia, Túnez, Libia o Egipto. Muchos también llegaron a Israel y Siria. En la mayoría de las ciudades a las cuales los refugiados de España, llamados desde ese entonces «Sefaradim» (=españoles), llegaron ya existían comunidades judías locales establecidas desde mucho tiempo atrás. Los Sefaradim se integraron a las comunidades ya existentes. Pero aún así, conservaron sus antiguas costumbres y cultura durante siglos. En muchos casos, los Sefaradim llegaron a ser la mayoría, o la minoría dominante, y poco a poco los judíos locales (en los países árabes a los judíos locales se los conocía como musta’arabim) absorbieron las costumbres de los españoles y ellos mismos se consideraron también «Sefaradim.» En la comunidad judía de Estambul en Turquía, o de Salónica, en Grecia que fueron las ciudades donde más cantidad de refugiados Sefaradim llegaron continuaron hablando español antiguo o ladino, prácticamente hasta nuestros días.

Durante varias décadas luego de la expulsión de España, llegaron a Siria muchísimas familias que procedían directamente de España o que habían llegado allí luego de estar algún tiempo en Turquía, Egipto o incluso Israel. El famoso viajero español, capitán Domingo de Toral (1598-1640), escribió en sus memorias «Relación de la vida del capitán Domingo de Toral y Valdés» que visitó Aleppo en el año 1634 y que para su sorpresa había encontrado allí «más de 800 familias de judíos que hablaban el castellano» .

Ahora bien ¿Por qué esas familias que llegaron a Aleppo desde España adoptaron la costumbre de encender una vela extra?
Los judíos Sefaradim que llegaron a Aleppo consideraron que haber llegado a su nuevo destino había sido todo un milagro. Los expulsados de España y Portugal, probablemente unos 250.000 judíos, se expusieron a todo tipo de peligros al viajar, especialmente en el mar. En primer lugar, estaban totalmente indefensos, sin nada ni nadie que los protegiera, a la merced de los capitanes de las pequeñas embarcaciones y su tripulación que sólo querían quedarse con los pocos bienes que estos refugiados traían. Embarcarse en un viaje al mar era una invitación abierta a toda clase de abusos. Muchos judíos fueron arrojados al mar (ver abajo), o en el mejor de los casos, vendidos como esclavos. Y si milagrosamente el capitán del barco cumplía con su promesa y trataba de llevarlos al destino prometido, los viajeros todavía corrían el riesgo de ser atacados por piratas, sufrir hambre, exponerse a tormentas que podrían hundir los frágiles barcos y, lo peor, la siempre presente amenaza de enfermedades y epidemias. Todas esta tribulaciones reclamaron las vidas de decenas de miles de Yehudim. ¿Recuerdan la historia del rabino Isaac Caro? (Ver aquí). Él dejó Portugal con destino a Israel. Nunca pudo llegar a Israel y al final terminó en Turquía. En ese terrible viaje, perdió a toda su familia, esposa e hijos, con excepción de una sola hija…

Al haber llegado sanos y salvos a Aleppo, estas familias decidieron recordar su historia y dar gracias a HaShem por su milagrosa salvación. Y para hacer eso, decidieron encender una vela adicional cada noche de Janucá, ya que el primer contingente de refugiados de España había arribado a Aleppo durante Janucá.

Vale la pena aclarar que, a diferencia de la mayoría de las Mitsvot en las cuales está prohibido hacer algo de más o agregar un elemento adicional (por ejemplo, no está permitido colocar 5 tsitsiot en un talit, etc.) la cantidad de velas que se prenden en Janucá tiene un mínimo, una vela por noche, pero no tiene un máximo.
Janucá Sameaj!!!

A NOTE FROM SHELOMO EZRA ANTEBI SACCA. Dec 29, 2016

החכם שחיבר ע»ה בס’ יצחק ירנן סי’ סד כותב כעין מה שכתבתם וז»ל «ולדעתי לזכר הנס שנצולו מהאנקיזיציון הדליקו בנרות חנוכה נר נוסף להודות ולהלל להי»ת ע»ז ואולי יציאתם מתוך ההכפה היתה בחנוכה»
לעומת זה בס’ דרך אר»ץ (עדס) עמ’ קמג-ד מביא שר’ יצחק זעפרני שליט»א אמר שמנהג זה היה נהוג עוד בספרד ועוד כתב שם בטעם המנהג בשם ר’ יצחק טוויל שליט»א ש»בני ספרד היו אנשים מכובדים ורמי מעלה ובכל ימות השנה היו מדליקים שני נרות כדי להאיר את הבית ואם כן בחנוכה לא היה היכר כאשר מדליקים בלילה הראשונה שני נרות בלבד משום כן הדליקו שני שמשים וממילא בכל לילה מוסיפים נרולכן המשיכו בכל לילה להדליק שני שמשים» ועוד כתב שם בשם הנ»ל עוד טעם ע»פ השערתו שאולי חששו לזוגות ע»ש ולענ»ד לא נהירא טעם זה וכן הטעם הראשון שהביא ולענ»ד הכי הגיוני כמו שכתבתם
עוד הביא שם בדרך אר»ץ בשם ס’ היכל עבודה שגם יהודי לוב נוהגים להדליק שני שמשים
ועוד כתב בדרך אר»ץ עמ’ רח הביא מאמר שנדפס בעיתון אחד שהרב נתן סאלם העיד שמנהג זה הוא משום שכשהלכו יהודי ספרד לגולה נדדו משך חודשים ולא מצאו מנוח וכשהדיעו לחוף מבטחים החליטו להוסיף נר בחנוכה לאות תודה על הישועה וזה כעין מה שכתבתם

LOS PELIGROS DE EMBARCARSE EN ALTA MAR

En 1290 los judíos fueron expulsados de Inglaterra. Lord Edward Coke escribió: «El capitán y la tripulación de uno de los mayores barcos asignados a deportar a los judíos concibieron un complot para deshacerse de todos los pasajeros (un grupo de judíos particularmente ricos, con poco equipaje pero de gran valor). Una vez que todos los judíos subieron a bordo, la nave zarpó por el Támesis. Sin embargo, una vez que estuvieron cerca de la desembocadura del río, en Queensborough, el capitán echó el ancla, dejando la nave cerca hasta que llegó la marea baja. Por fin, cuando la nave estuvo incrustada sobre las arenas, el capitán anunció que iban a dar un paseo e invitó a sus pasajeros judíos que lo acompañaran, diciendo que el aire fresco podría hacerles bien. Los judíos sin sospechar nada, aceptaron de buen grado la invitación del capitán y desembarcaron de muy buen humor. Pasaron algunas horas muy felices divirtiéndose en la arena, tanto que no advirtieron que la marea había comenzado a subir y que el capitán muy discretamente había regresado a su barco. Cuando se dieron cuenta de lo que pasaba y el grave peligro en el que se encontraban, ya era demasiado tarde. La marea estaba subiendo rápidamente. Y cuando corrieron de vuelta al barco implorando que los dejaran subir a bordo, el villano capitán se negó, y riendo a carcajadas les dijo con cinismo: ‘No me pidan ayuda a mí. Recen a su profeta Moisés; si él pudo hacer que sus antepasados cruzaran el Mar Rojo, que él los ayude a salir de esto!’ Y sin decir nada más los dejó a merced de las olas. Todos murieron ahogados.»




JANUCÁ y la Tefilá ‘al haNisim

«Al final del año 167 a.e.c, aproximadamente en diciembre, por orden de Antiojus IV Epífanes, rey de Siria, y gobernante de los judíos, el Templo de Sión fue profanado y entregado a los usos de la idolatría. Al mismo tiempo, la ley de Moisés fue anulada por un decreto del Rey. La observancia de los mandamientos de la Torá, como la circuncisión y la santificación del Sábado y Rosh Jodesh, pasó a ser una ofensa capital. Además, los judíos fueron obligados a adorar a los dioses de los gentiles. En cada localidad de Judea fueron erigidos altares a estos dioses, y al pueblo se le mandó ofrecer sacrificios a estas nuevas deidades. Era el cerdo, precisamente el animal considerado por los judíos como más impuro, la ofrenda más aceptable para estos dioses …. nunca antes y nunca después la existencia espiritual de Israel estuvo en tal peligro.»

Del libro: «De Ezrá al último Macabeo», por Elias Bickerman. p. 93.

Antiojus saqueó el Templo y atacó Jerusalén. Más de 40.000 judíos que resistieron las nuevas leyes (estos judíos eran llamados «jasidim») fueron asesinados por el ejército sirio-griego. Miles de mujeres y niños judíos fueron tomados como esclavos.

Durante los ocho días de Janucá recitamos la Tefilá ‘al hanisim, («por los milagros’) en la ‘amida (= principal oración diaria) y en birkat hamazón (= oración de agradecimiento después de una comida completa). En ‘al hanisim mencionamos maljut yavan harish’a, el cruel Imperio Griego-seléucida y sus decretos para abolir nuestra Torá. En esta oración agradecemos a HaShem por las maravillas y milagros que hizo a nuestros antepasados, evitando que caigan en manos del enemigo. Teniendo en cuenta que el ejército Seléucida derrotado, fue uno de los ejércitos más sofisticados y mejor organizados de la antigüedad, mientras que los judíos nunca sobresalieron por sus talentos militares.

En esta Tefilá también se menciona que los judíos que estaban dispuestos a sacrificar sus vidas por defender la Tora, encabezados por Yehuda el Macabeo, salieron victoriosos en la lucha contra los judíos que estaban dispuestos a asimilarse y reformar el judaísmo. Esto es lo que Bickerman describe como la amenaza más peligrosa para «la existencia espiritual de Israel», la guerra civil. Muchos judíos, especialmente la aristocracia y aquellos en posiciones de poder, estaban dispuestos a reformar las «viejas leyes de Moshe» e integrarse en la nueva cultura universal, la civilización helénica. Tentados por estos nuevos vientos, muchos judíos no veían ningún problema en el matrimonio mixto o en la adopción de otros ritos o prácticas paganas combinadas con prácticas judías (= sincretismo, como si alguien hoy celebrara Jánuca junto con Navidad ח»ו). En la Tefilá ‘al hanisim llamamos a estos Yehudim apóstatas resha’im y zedim, rebeldes y pecadores. Y damos las gracias a HaShem por su ayuda en esta lucha, porque estamos conscientes de que era (y sigue siendo) mucho más difícil luchar contra nuestra propios hermanos, que contra el enemigo.

La Tefilá ‘al hanisim

«En los días de Matitiahu, hijo de Yojanán el Sumo Sacerdote, el Jasmoneo y sus hijos, cuando el malvado gobierno Seleucida se levantó contra Tu pueblo Israel para hacerles olvidar Tu Torá y violar los decretos de Tu voluntad. Pero Tú, en Tu misericordia que abunda, estuviste junto a ellos en el momento de su angustia. Libraste sus batallas, los defendiste y reivindicaste todo el mal que sufrieron. Entregaste a los poderosos en manos de los débiles, a los muchos en manos de los pocos, a los impuros en manos de los puros, a los malvados en manos de los justos y a los pecadores en las manos de los que se ocupan de Tu Tora. Hiciste que Tu gran nombre se engrandeciera en Tu mundo, y brindaste una gran liberación y redención a Tu pueblo Israel, en este mismo día. Entonces Tus hijos entraron en la Santidad de Tu casa [el Bet haMiqdash] , limpiaron Tu Templo, purificaron Tu Santuario, y encendieron las luces en Tus Santos patios, e instituyeron estos ocho días de Janucá para dar gracias y alabar Tu gran Nombre «.