Rabbi Aquiba, y el momento que definió su vida

¿HAY ALGUIEN MÁS POBRE QUE YO?
Rajel, la hija de Kalba Sabua, se casó con Aqiba, uno de los pastores de su padre, porque vio en él un enorme potencial intelectual, y porque él se comprometió a estudiar Tora. Al principio, la pareja sufría de extrema pobreza: tenían que dormir a la intemperie y se cubrían con paja para protegerse del frío. Los Sabios nos dicen que para consolar a Ribbi Aqiba, HaShem les envió un visitante (Eliyahu haNabi). Un individuo muy pobre que le dijo al rabino Aqiba: “Señor, necesito ayuda. Mi esposa acaba de dar a luz y necesita un poco de paja para que el bebé esté cómodo. ¿Pueden por favor darme un poco de paja?”. Aqiba inmediatamente le dio la pajilla y le dijo a su esposa. “Ya ves mi querida Rajel: nuestra situación no es tan desesperada, al menos tenemos algo de paja para cubrirnos”.
LOS CHICOS TIRABAMOS TIZAS…
Después de un breve período de tiempo, Rajel le dijo a su marido: “Es hora de que empieces a estudiar Torá”. Fiel a su promesa, Aqiba se dirigió al Talmud Torá para aprender las primeras letras hebreas: el “alef, bet” (de aquí la palabra: “alfabeto”). Pero se encontró con un problema que no había previsto: a su edad, 40 años, compartía la clase con niños de 5 y 6 años. Los chicos se burlaban de él, se reían y le decían: «¿Qué hace aquí un anciano como tú?». El rabino Aqiba estaba tan avergonzado que se escapó de la clase. Cuando llegó a la casa, desconsolado, le contó a su esposa lo que pasaba y le rogó que no le pidiera que vaya de nuevo al Talmud Torá. Parecía que el proyecto de educar a este “genio potencial” había llegado a su fin, antes de empezar…
LA SABIDURÍA DE UNA BUENA ESPOSA
El Midrash haGadol cuenta que Rajel lo tomó con calma y le dijo a su esposo: “Está bien. No vayas a estudiar mañana. Pero tengo una tarea para ti. Muy aliviado, Ribbi Aqiba le dijo que podía pedirle que hiciera cualquier cosa menos ir a la escuela. Rajel le pidió prestado un burro a una de sus vecinas y lo decoró, poniendole un poco de barro y flores en el lomo del animal: «un burro con flores» era una rareza de circo, algo nunca visto. A la mañana siguiente, le pidió a su esposo que llevara el burro a dar un paseo por el mercado, donde había decenas de personas. Él aceptó y llevó el burro al mecado. Cuando llegó la gente vio al burro y se reía a carcajadas: “¡Miren! ¡Un burro con flores! ¡Ja ja ja!» Al día siguiente, Rajel le pidió a su esposo que llevara el burro al mercado nuevamente. Y esta vez, solo la mitad de la gente se burló del burro, porque ya lo habian visto. Al día siguiente, Rajel le dijo a su esposo que saliera por tercera y última vez. Esta vez, cuando Aqiba llegó al mercado, nadie se rió. De hecho, el burro con flores ya era noticia vieja… Cuando Ribbi Aqiba le contó a su esposa lo sucedido, ella le dijo: “Ya ves, mi querido esposo, cuando sucede algo inusual —tanto adultos como niños —, responden con risas y burla. Pero al cabo de unos días, la nueva situación se normaliza, la gente se acostumbra y ya nadie se burla. Y así será contigo. Los niños que se hoy burlan de ti se acostumbrarán a verte como un estudiante más mañana y pasado mañana”. El experimento de Rajel funcionó. Sus palabras convencieron a Aqiba y al día siguiente volvió al Talmud Tora.
EL BLOQUEO MENTAL
Pero las dificultades de aprendizaje no habían terminado. Por mucho que quisiera memorizar las letras del alfabeto o los versículos bíblicos, Aquiba no podía concentrarse ni retener nada en su memoria. El rabino Aqiba pensó que tal vez su esposa cometió un trágico error, dejando toda su buena vida atrás, y creyendo que él es un genio con u gran potencial… ¡tal vez él no es inteligente en absoluto! Con gran vergüenza, se acercó a su querida esposa y le dijo lo que estaba pasando: que por mucho que lo intentaba, no estaba aprendiendo nada. Rajel no se dio por vencida. Sabía que su esposo tenía talento y que solo era cuestión de tiempo hasta que se desarrollara todo su potencial. Y no se equivocó.
UN MOMENTO DE MAGIA
Un día, Ribbí Aqiba vio caer gotas de agua sobre una piedra. Y con el tiempo, el agua habia perforado la piedra. Esta visión fue una revelación. Ribbí Aqiba se dijo a sí mismo: “Si el agua, que es tan suave y delicada, puede perforar la dura piedra, no hay razón para que la Torá no penetre en mi mente. Solo necesito persistir”. Este se convirtió en el momento decisivo en la vida de Ribbí Aqiba. De repente, se sintió liberado de sus miedos e inseguridades. Su mente se abrió y el bloqueo mental… ¡desapareció! Y una vez que esto sucedió, la genialidad de Ribbí Aquiba se despertó y comenzó a absorber la Torá a una velocidad increíble y vertiginosa. En un corto período de tiempo, tal como Rajel lo había previsto, aprendió y memorizó toda la Torá escrita y el Tanaj. Se graduó y fue aceptado en la Academia Rabínica de Estudios Superiores de Lod, donde conoció a su gran maestro, uno de los Sabios más importantes de su generación: Ribbi Eliezer haGadol.
Continuará



La mujer que descubrió a Rabbi Akiva

EL PADRE DEL TALMUD

La Mishná, la Toseftá, la Sifrá y el Sifré, los textos seminales de la literatura rabínica, tienen su origen directa o indirectamente en la obra de un solo hombre: Ribbí Akiva (en hebreo correcto se dice: Aquibá), considerado el padre de la literatura talmúdica. Nació alrededor del año 50 de la era común. En su juventud, trabajó como pastor del hombre más rico de Jerusalén: Kalba Sabua, un judío muy generoso que se destacó por su solidaridad con los pobres y por abastecer de alimentos a toda la ciudad cuando Jerusalem fue sitiada por los romanos en el año 68. No se sabe mucho sobre la infancia de Aquiba. Sabemos que a la edad de cuarenta años, Aquiba era un simple trabajador y ni siquiera sabía leer. Además, no simpatizaba mucho con la religión. De hecho, tenía una actitud hostil hacia los Sabios. ¿Cómo sucedió entonces que un hombre analfabeto que no sentía simpatía por los estudios de Torá se convirtió en el rabino más influyente de todos los tiempos?

EL DESCUBRIMIENTO DEL SIGLO

Kalba Sabua tenía una hija: su nombre era Rajel. Era la joven soltera más solicitada de Jerusalem, y podía haber elegido casarse con el candidato de su elección: el hombre de mayor sabiduría, o que proviniera de la familia más prestigiosa. Nadie le hubiera dicho “no” a la hija de Kalba Sabua. Pero sucedió algo extraordinario. La Guemará nos cuenta que Rajel —quien poseía una destacada percepción femenina— observó algo especial en Aquiba. Los Sabios describieron lo que vio con dos pequeñas palabras que no siempre van juntas: צנוע וּמעלי. La primera palabra tsanua significa “discreto”, pero también significa: “tímido” o en este contexto: “oculto”. La segunda palabra ma’ale significa «talentoso», «por encima de lo común», o en este contexto: «superdotado». De alguna manera, la joven Rajel descubrió que este pastor poseía una capacidad  intelectual fuera de lo común, y también se dio cuenta de que ese talento  estaba “escondido”: Aquiba usaba sus dones para cuidar el ganado o para administrar la hacienda de su padre. Eso no pareció molestar a nadie más. Pero Rajel pensó que la genialidad de Aquiba estaba desperdiciada. ¡Y visualizó que si se dedicara a estudiar, podría convertirse en uno de los más grandes Sabios de su generación!

Eran tiempos caóticos. El estudio de la Torá, y especialmente la transmisión de la Tradición Oral, estaba en peligro. Los romanos que habían destruido el Bet haMiqdash, perseguían a los Sabios y tenían como objetivo destruir el judaísmo. El pueblo judío necesitaba genios que pudieran recuperar nuestras Tradiciones, organizarlas y rescatarlas del olvido. Rajel pensó que Aqiba podría ser uno de esos eruditos talentosos si desarrollaba su potencial y dedicaba su vida al estudio. ¡Y no se equivocó!

UNA OFERTA QUE NO SE PUEDE RECHAZAR

La joven Rajel entonces tomó una decisión que no solo redefiniría su vida personal sino que impactaría el destino del pueblo judío hasta el día de hoy. En un acto absolutamente trascendental, sumamente inusual y arriesgado, le ofreció a Aqiba casarse con ella. Le dijo: “Si me caso contigo, ¿me prometes que te dedicarás de lleno a estudiar Tora?”. No estoy seguro que Ribbí Aquiba tenía la misma confianza que Rajel tenia en él, y la convicción que podría convertirse en un gran erudito. Pero tal vez pensó que la condición que le impuso Rachel “dedícate a estudiar Tora” era razonable, ya que no expresaba ninguna otra expectativa. Y así fue que le dijo: “Sí, quiero”. Tal vez pensando que en términos de sustento, su futuro suegro seguramente los ayudaría. Pero nada estaba más lejos de eso. Kalba Sabua estaba furioso con su hija. Ella podría haberse casado con el mejor candidato… ¿por qué casarse con un pastor que no sabia leer y que ni siquiera proviene de una buena familia (de hecho, los Sabios dicen que los antepasados de Ribbí Aquibá ​​eran conversos!). Kalba Sabua estaba tan enojado que expulsó a su hija y a su esposo de su hacienda, y no les dio ni un centavo.

LA PAJA Y EL ORO

Ahora, Aquiba estaba casado con la mejor mujer pero no tenía ni casa, ni dinero, ni trabajo. Durante los primeros meses, Aquiba y Rajel dormían en los campos. Y en invierno recogían paja del bosque para protegerse del frío. Y aunque ella nunca se quejó, Aquiba estaba muy triste de ver a su esposa viviendo en la idigencia.  La Guemará dice que todas las mañanas, al despertar, Ribbí Aquiba arreglaba el cabello de su esposa, le quitaba las pajillas que habían quedado en su cabeza, y le decía: “Si alguna vez tengo la oportunidad, en lugar de estas pajitas, te regalaré una “Jerusalén de Oro” para adornar tu cabello”. Esto merece una aclaración. Las mujeres judías utilizaban una gran variedad de joyas para embellecerse: aretes, pulseras, collares, etc. Pero había una joya muy especial que era la más elaborada, la más exótica y la más cara. Se llamaba “‘ir shel zahab” o “Yerushalayim Shel Zahab” (Jerusalem de oro). Esta lujosa pieza era una corona, hecha con la forma de la Jerusalem original que tenía en el centro al Bet HaMiqdash, como se puede ver en esta reconstrucción.  Esta tiara hecha de oro, era usada por las mujeres que pertenecían a las familias más pudientes.  No creo que Rajel,  ni el mismo Ribbí Aqiba,  se imaginaron que algún día ese deseo se haría realidad…

Continuará…   

¿HAY ALGUIEN MÁS POBRE QUE NOSOTROS?

Los Sabios también nos cuentan que para consolar a Ribbí Aqiba, que  sufría emocionalmente por la extrema pobreza que estaba pasando, Dios les envió un visitante (Eliyahu haNabi): un individuo muy pobre que le hizo una extraña petición a Rabbi Aquiba: “ Por favor, señor, necesito ayuda. Mi esposa está a punto de dar a luz y necesita pajillas para acostarse y tener un parto más fácil. ¿Puede por favor darme un poco de paja?” . Aquiba inmediatamente le dio la pajita a este hombre, y con un poco más de confianza le dijo a su esposa. “Ya ves mi querida Rajel, nuestra situación no es tan mala. Hay gente que es más pobre que nosotros: al menos tenemos mucha paja para cubrirnos”.

Continuará…




Rabbi Aquiba y los peces judíos

DESOBEDIENCIA CIVIL

Alrededor del año 130 de la era común, 60 años después de la destrucción del Segundo Bet haMiqdash, los terribles decretos del emperador Adriano incluían la prohibición de estudiar y enseñar Torá. De esta manera, el malvado emperador romano buscaba borrar la Torá de la mente y el corazón de los judíos. Adriano sabía que mientras lo judíos fueran fieles a su Dios y obedecerían Sus leyes no lo considrarian a él como el soberano de los judíos.  Ahora, el decreto de Adriano dejaba a los judíos con una sola alternativa: la desobediencia civil. Los judíos se rebelaron contra este decreto y algunos de ellos pagaron este acto de fe con sus vidas. Sin embargo, no todos los judíos estaban de acuerdo en que había que luchar y arriesgar la vida para preservar la Torá. Tal como ocurre el día de hoy, en aquellos tiempos también había judíos a los que no les importaba vivir como romanos. Estos judíos asimilados criticaron a los Sabios los acusaban de “provocar a los romanos” y de “aumentar el antisemitismo” promoviendo la Torá. La Gemara en Berajot 61b registra un fascinante encuentro entre dos judíos con puntos de vista opuestos sobre este tema. Uno de ellos era nada menos que Rabbi Aquibá, el rabino más destacados de esa época.

EL PRIMER ENCUENTRO

 Esta historia transcurre durante el año 134 o 135. Ribbi Aquibá nació en el año 50, por lo que cuando ocurrió esta historia debió tener alrededor de 80 años. Desafiando el decreto de los romanos, Rabbi Aquibá enseñaba Torá en público. La Gemara nos cuenta acerca de un judío asimilado llamado “Papos hijo de Yehuda” ( פפוס בן יהודה). Lo primero que notamos es que este individuo ya había adoptado un nombre latino, “Papus”, desligándose de esta forma simbólica, pero muy elocuente,   de su pasado judío, representado por el icónico nombre de su propio padre: “Yehudá” (que significa «de judea» o «judío»).  Esta persona con un pasado hebreo y un presente romano se enfrentó a Ribbi Aquibá cuando enseñaba la Torá y le dijo: “Aquibá, ¿no tienes miedo de provocar a los romanos? Te atraparán y te condenarán a muerte por enseñar Torá».  Así, para Papos, los judíos que viven como judíos «provocan la ira de los romanos». Y la única forma en que los judíos podemos vivir en paz, y evitar el antisemitismo es viviendo como los romanos. Es asombroso ver lo relevante de esta historia, que tiene 2000 años de antigüedad, y no ha caducado. Millones de judíos en Estados Unidos y en el mundo piensan o actúan de una manara muyn parecida a la de Papos en esos tiempos.

EL ZORRO Y LOS PECES

Ribbi Aqiba le respondió a Papos con una extraordinaria parábola: Una vez, un zorro caminaba cerca del río y vio a los peces correr de un lado a otro, como si huyeran de algún peligro. El zorro, que trató de engañar a los apetitosos peces y les preguntó: ¿De qué están huyendo? Y los peces le respondieron: Nos escapamos de las redes de los pescadores .  Entonces el astuto zorro les dijo: ‘¿Por qué no suben a la orilla aquí junto conmigo? Aquí podrán vivir a salvo de las redes de los pescadores. Los peces le respondieron  al zorro: No se puede creer que digan de ti que eres tan inteligente: no te das cuenta que si en el agua, que es nuestro hábitat natural, tememos por nuestra vida, ¿cómo crees que podamos sobrevivir fuera del agua?  Ribbí Aqiba le explicó entonces la páranla a Papos :  La situación a la que nos enfrentamos los judíos en este momento es similar a la de los peces. En primer lugar, la Torá es para los judíos, lo que el agua es para los peces. Mientras sigamos dentro de nuestra Torá, aunque eso nos exponga al peligro, podemos seguir respirando y tratando de sobrevivir y evitar ser asesinados  por los soldados romanos que nos persiguen.  Pero si aceptamos la engañosa invitación del zorro, el gobierno romano,  y abandonamos la Torá, saltando fuera del agua, estaremos cometiendo suicido.

DOS TIPOS DE ROMANOS

Ribbí Aqiba le clarificó a Papos que hay dos tipos de romanos. El pescador y el zorro. Ambos buscan lo mismo: ¡tragarse a los peces! Hacer desaparecer a los judíos.   La única diferencia es que los pescadores no ocultan su intención. El ejército romano persigue a los judíos y tiende sus redes a plena luz del día y no trata de disimular su intención letal. El zorro, por otro lado, es más sutil. Los politicos e intelectuales romanos nos invitas a unirnos con ellos y vivir  juntos como un solo pueblo: el romano. Los romanos –como antes lo hicieron los griegos– ofrecían a los judíos la “Pax Romana”: formar parte del poderoso imperio romano, con una sola condición. Que los judíos simplemente salgan del agua, dejen su Torá. Ribbi Aquiba concluyó: “Prefiero estar expuesto a los pescadores y ser atrapado en el agua, que cometer suicidio espiritual. Y que te quede claro: una vez afuera del agua, cuando ya no puedas respirar como judío, el zorro te va a devorar. Esa fue su intención desde el primer momento” . 

Eventualmente Ribbí Aquibá fue atrapado por los romanos y fue condenado a muerte. Pero mientras esperaba su ejecución tuvo un nuevo encuentro con Papos ben Yehuda: esta vez el encuentro no tuvo lugar al lado del río sino en un lugar completamente diferente: el calabozo…  

Continuará