¿Cómo diseñar 7.275.650.514 rostros diferentes?

La semana pasada explicamos lo que significa la palabra TSUR (צור) cuando se utiliza para referirnos a HaShem. Dijimos que TSUR quiere decir «Roca», y a veces se usa para dirigirnos a HaShem como nuestro Protector, como la roca que protege al soldado de las flechas de sus enemigos.
También dijimos que de acuerdo al sentido metafórico original, según lo explica Maimónides, TSUR es la montaña rocosa, la Roca Madre, de la cual provienen todas las piedras.  En este sentido, cuando nos referimos a HaShem como TSUR queremos decir que Él es nuestro origen, nuestro Creador. Así, por ejemplo, en la Amidá usamos la hermosa expresión TSURENU, TSUR JAYENU, para decir que «HaShem es nuestro Creador, y Quien dio origen a nuestras vidas».
Hay una tercera explicación de TSUR, basada en el hecho que la palabra hebrea TSUR también está asociada con TSURA, diseño y TSAYAR, diseñador o artista.
La Gemará en Berajot analiza el versículo en Shemuel (I 2:2) en el que Janá alaba a haShem y dice  אין צור כאלקינו «No hay TSUR como nuestro Dios».  Aquí quizás se podría entender TSUR como origen: Janá le está agradeciendo al Creador que le dio a ella un hijo, Shemuel.  Sin embargo los Jajamim formularon una derashá, o sea, una interpretación no literal (o literaria) de la palabra TSUR y dijeron:  Aquí deberíamos entender TSUR (=Creador) como TSAYAR (=diseñador o Artesano). Janá se refería a que «No hay un artesano como nuestro Dios». La Gemará explica que las obras de HaShem son incomparables.  Janá observaba que un ser humano puede diseñar figuras o relieves, pero sólo HaShem puede diseñar figuras y relieves con vida, algo tan perfecto como el cuerpo humano, que respira y piensa (como su bebé recién nacido, Shemuel). Janá, que por muchos años no pudo tener hijos,  también alabó a HaShem por el milagro del embarazo: Sólo HaShem posee la sabiduría (y el arte) de poder crear a un ser humano que respira dentro de otro ser humano!
Todo esto llevó a Janá a expresar: אין צור כאלקינו HaShem es el Supremo e incomparable Diseñador.
En Masejet Sanhedrín (38a) los Jajamim, formularon una idea muy parecida, inspirada en el mismo pasuq. Dijeron que «cuando un ser humano acuña monedas usando el mismo molde, todas las monedas son idénticas. Pero cuando HaShem diseña a los seres humanos, utilizando el mismo molde, todos se ven diferentes. » HaShem utiliza el mismo molde: una nariz, dos ojos y una boca, y con esos pocos elementos puede diseñar mas de 7 mil millones de rostros diferentes.
Cuando decimos TSUR refiriéndonos a HaShem, debemos recordar que Él es el Supremo Creador, el incomparable Diseñador del mundo, que creó a cada una de Sus criaturas con el mismo molde pero con un diseño único.



¿De dónde salen las piedras?

Uno de los nombres con los que llamamos a HaShem es TSUR (צור). Este nombre de HaShem aparece muchas veces en la Tora y en el Tanakh, particularmente en Tehilim, y lo utilizamos comúnmente en nuestra Tefilá, por ejemplo al final de la Amida (  ה’ צורי וגואלי).
En hebreo la palabra TSUR significa «roca». Cuando HaShem le ordena a Moshe extraer agua de la roca, la Tora utiliza dos palabras indistintamente: una es sela’ (סלע, o «piedra» BeMidbar 20:8 ) y la otra es TSUR (o roca, Shemot 17:6).Pero ¿Por qué la Torá llama a HaShem «roca» ?
Hay tres explicaciones. No posibles sino complementarias.
La primera explicación, que parece ser el peshat (el significado literal) la trae Maimónides en el Moré nebujim (1:16). HaRambam explica que la palabra TSUR es utilizada metafóricamente para referirnos a HaShem como «nuestro origen». Como todos sabemos los Yehudim en el tiempo del Tanaj eran expertos en extraer, transportar y trabajar la piedra.  La tierra de Israel es árida y montañosa y la extracción de la piedra era una de las industrias más comunes.   Hasta el día de hoy existe una piedra famosa en todo el mundo que se llama en hebreo EBEN YERUSHALMI, la piedra típica de Yerushalayim, las piedras del Kotel y la única piedra que se permite utilizar para construir en la ciudad vieja de Jerusalem.
Todas las piedras tenían un mismo origen.  La montaña rocosa o «Roca madre».   De acuerdo a esta hermosa metáfora Bíblica, nosotros somos a HaShem lo que las piedras son a la «Roca madre» o a la «cantera». Así dijo Yesha’ayahu (51:1) al pueblo de Israel, exhortándolos a volver a Dios:  «Escuchen, ustedes,  los que persiguen la justicia y buscan HaShem, observen La Roca (צור חוצבתם) de la cual fuisteis extraídos….» .
De acuerdo a esta explicación, cuando decimos TSUR refiriéndonos a HaShem debemos pensar que Él es el origen de todo lo que existe. La Tora usa la palabra TSUR para referirse a HaShem como YOTSER, el Creador de todo y de todos (la palabra TSURI es : «Mi Creador»).
La segunda explicación (o aplicación) de la palabra TSUR refiriéndose a HaShem la aprendemos de David HaMelej. Por ejemplo, Tehilim 144, el Salmo en el cual David reza (o, le habla) a HaShem en el campo de batalla. En el primer pasuq David  llama a HaShem TSURI. Allí no se refiere a HaShem (solamente?)  como creador sino como su Protector. En el campo de batalla, la roca ayuda al soldado a esconderse y a protegerse de las flechas del enemigo. David haMelej sabía que Quién lo protegía de las armas del enemigo y Quién lo hacia invisible a los ojos del enemigo, no era una piedra sino HaShem, su Protector.
En este sentido TSUR se utiliza para decir que HaShem, más allá de ser mi Creador,  es también mi Protector.
(continuará…).



El significado del nombre de HaShem

La semana pasada explicamos que el Shem haMeforash, el nombre principal de HaShem, está escrito de una manera pero se pronuncia de una forma diferente. El significado del nombre de Dios, así como está escrito, significa «El Eterno», Aquel que fue, es y será. Cuando leemos este nombre recordamos que HaShem está más allá de nuestra capacidad de conocerlo o entenderlo. Cuando leemos Su Nombre, debemos sentirnos en un estado de humildad y sumisión (yr’at HaShem) ya que nos damos cuenta de que HaShem es trascendente, y está mucho más allá de nuestra pobre comprensión.
No obstante,  aunque de acuerdo a su escritura entendemos que hay una distancia insalvable entre Él y nosotros, cuando pronunciamos Su nombre, entendemos que HaShem es accesible para nosotros.  Su nombre se lee AMONAY (D por la M) que proviene de la palabra ADON, Señor o Dueño. Al pronunciar Su nombre pensamos en HaShem como el Creador del mundo. Él es accesible. Escucha nuestra Tefilá.  Nos quiere y se interesa por nosotros.  Podemos relacionarnos con Él (ahabat Hashem). Él está cerca.
Estos dos significados del nombre de HaShem se complementan entre sí. Cuando leemos Su nombre pensamos que Él es infinito, inimaginable, más allá de nosotros.   Cuando pronunciamos ADON pensamos que, a la vez, Él está muy cerca de nosotros, accesible, presente.De acuerdo al Shuljan Aruj ‘(OJ, 5:1), cada vez que decimos el nombre de HaShem debemos pensar en estos dos significados.
En la misma Halajá  el Shulján ‘aruj explica también el segundo nombre más común con el cual nos referimos a Dios: Eloqim. Este nombre de HaShem significa que Él es Todopoderoso y Omnipotente. Cuando decimos Eloqim tenemos que pensar y recordar que no hay nada que esté más allá de las posibilidades de HaShem,  o de Su conocimiento. Él sabe lo que hacemos, incluso en nuestra vida íntima, y Él sabe lo que pensamos y lo que sentimos. «Eloqim» nos recuerda que vivimos (o deberíamos vivir…) permanentemente bajo Su mirada. Si recordamos que HaShem nos está viendo, nos será mucho más fácil hacer siempre lo que es correcto a Sus ojos, y sobre todo, evitar lo que está mal a Sus ojos.
El Shulján ‘aruj  hace hincapié en la importancia de pensar en todo esto cuando decimos los nombres de HaShem.
El Midrash dice que HaShem le dijo Yesha’ayahu Hanabi que algunos de sus hijos oraban con sus labios pero no con sus corazones ( מצות אנשים מלומדה). En otras palabras, ellos recitaban las plegarias pero no estaban pensando en el significado de esas oraciones. De esta manera, no se permitían que las palabras de la Tefilá pudieran inspirarlos. Inspirarlos a darse cuenta, por ejemplo,  que HaShem, aunque Infinito y Recóndito, está muy cerca de nosotros, Él sabe lo que hacemos, lo que decimos y hasta lo que pensamos.
HaShem, en ladino
En español, se llama al Todopoderoso «Dios». Pero los judíos sefardíes que hablaban ladino nunca decían «Dios» sino «Dió» (Buena semana mos de el Dió …). ¿Por qué? Debido a que en español la adición de la letra «s» al final de la palabra indica el plural, especialmente cuando la palabra termina con una vocal (Casa / Casas, Hombre / Hombres) . Los Yehudim eran tan cuidadosos que llamaban a HaShem «Dió» sin la «s» final, haciendo hincapié en la singularidad de Dios, y para alejarse de la idea que HaShem ח»ו puede ser más que Uno.



¿Qué significa el nombre de HaShem?

Hay varios nombres a través de los cuales nos referimos a HaShem (= Dios). El nombre más utilizado es A-M-O-N-A-Y (leyendo D en lugar de M). Como el lector podrá apreciar, uno debe ser extremadamente cuidadoso de no escribir uno de los nombres de HaShem (técnicamente hay siete nombres que pertenecen a esa categoría, ver MT, Yesode HaTora 6: 2) en su forma original, porque no podemos correr el riesgo de que, sin darse cuenta, alguien pueda borrar el nombre de HaShem, lo cual es una prohibición explícita en la Tora «lo ta’asun Ken ….» (Deut. 12: 3-4).
El nombre A-M-O-N-A-Y también es conocido en hebreo como el Shem HaMeforash, lo cual significa, el inefable Nombre de Dios («inefable» quiere decir, inalcanzable o sea, demasiado importante  para expresarse con palabras). En español el Shem haMeforash se conoce como el «tetragramatón», lo que en latín significa, el nombre de cuatro (=tetra) letras (=gramma).
Hay más sobre el Shem HaMeforash.
En el Sefer Torá las palabra están escritas sin vocales. Sabemos cómo pronunciar las palabras de nuestra Torá gracias a la mesorá, la «tradición Masorética», que registra y preserva la vocalización y la puntuación (te’amim) de cada palabra.
De acuerdo a la mesorá, el Shem haMeforash tiene tres vocales. Pero estas vocales no indican la vocalización original del  Shem haMeforash;  estas tres vocales indican la forma en que este nombre debe ser leído.
¿Confundido?
En breves palabras, hay algunos términos en el Tanaj que por diferentes razones se escriben de una forma, se leen de otra.  Este fenómeno es conocido en la mesorá como keri ukhetib, que significa: «A pesar de que esta palabra se escribe de esta manera,  debe leerse de esta otra manera». Para señalar esta variación, las consonantes de la palabra escrita se vocalizan con las vocales de la palabra que se debe leer.
En el caso del  Shem haMeforash, el caso más común de keri ukhtib en el Tanaj, las cuatro consonantes del nombre de HaShem se combinan con las tres vocales de la palabra A-M-O-N-A-Y: jataf pataj, jolam jaser,  y qamets. (puede resultar confuso para el principiante identificar la primera vocal, jataf pataj ya que el jataf pataj de la palabra A-M-O-N-A-Y (ֲא), debe ser reemplazado en una yod por una sheva (ְי).
En los tiempos de la Bet-haMiqdash el Cohen Gadol  (Sumo Sacerdote) pronunciaba el Shem haMeforash con sus vocales originales, una tradición que era conocida exclusivamente  por estos Kohanim . Cuando el nombre de HaShem era pronunciado durante Yom Kipur todo el pueblo de Israel se inclinaba y postraba mientras decían en voz alta «Baruj Shem Kebod Maljuto Le’olam Va’ed», que significa «Que el glorioso nombre de Su Reino sea bendecido por la eternidad». Esta hermosa alabanza también servía para mantener sin revelar la pronunciación original del  Shem haMeforash.
(Continuará …)



¿Por qué nos referimos a HaShem como Rey?

Anteriormente,  explicamos el nombre  «Abinu», nuestro padre, en referencia a HaShem. Ahora vamos a explicar la palabra «melej», Rey, con la cual nos referimos a HaShem muchas veces, tanto en la Tora como en nuestras oraciones diarias.
¿Por qué llamamos a D-s Melej, «Rey» o Malkenu, «nuestro Rey»?
Hay al menos dos razones que nos referimos a HaShem como nuestro Rey.
La primera razón es porque nosotros, el pueblo judío, nos consideramos sujetos (o súbditos) de D-s .  Seguimos y obedecemos Sus leyes como los súbditos obedecen las leyes de su Rey o Gobernante.
La primera vez que el pueblo judío proclamó a HaShem como su Rey fue inmediatamente después que salieron de Egipto. Cuando cruzaron el mar Rojo y cantaron Shirat Hayam, «la canción del mar» en gratitud a HaShem por su salvación. Al terminar esa canción dijeron: «HaShem imloj le’olam va’ed», HaShem será (nuestro) Rey para siempre» .
Poco tiempo después, cuando el pueblo de Israel estuvo al pie en el Monte Sinaí, recibió los 10 Mandamientos, y aunque la palabramelej no se utiliza explícitamente en ellos, la idea de D-s como Soberano, se transmite claramente en el primer mandamiento. Según Maimónides, el primer mandamiento consiste en aceptar a HaShem como «ELOQEJA», que en este contexto significa, «Juez Supremo», o Soberano. En otras palabras, el primer mandamiento dice: «Yo soy HaShem, tu autoridad más alta (= Eloqekha), Yo soy el que te liberó de la esclavitud de Egipto», por lo tanto, ya no eres un esclavo del Faraón. Ahora, yo soy tu Soberano, y tú eres uno de Mis súbditos.
Esta idea cardinal se repite nuevamente, utilizando una vez mas la misma palabra, «Eloqenu», en el sentido de «Soberano», en el primer pasuq del  Shema Israel: «Escucha, Israel, HaShem es nuestro Dios …». Los rabinos dijeron explícitamente que al recitar estas palabras hay que «aceptar sobre nosotros el yugo del Reino de los Cielos», (qabbalat ‘ol maljut Shamayim), en otras palabras, reconocemos a HaShem como nuestro Rey y Soberano.
HaShem es obviamente melej ha’olam, el Soberano de todo el mundo. Pero lo que hace al pueblo de Israel especial, lo que nos distingue del resto del mundo, es que nosotros reconocemos a HaShem como el Rey. ¿Cómo expresamos nuestro reconocimiento y aceptación de HaShem como nuestro Rey, más allá de las proclamas verbales,? Al vivir según Sus leyes, es decir, según los mandamientos de la Tora.
Algo más. En el mundo antiguo (y tal vez en algunas partes de nuestro mundo moderno esto sigue siendo igual …) el rey, el gobernante humano, se concebía a sí mismo, y era visto por sus sujetos,  como un Soberano supremo. Los reyes se sentían superiores. Como establecían las leyes que sus súbditos debían obedecer bajo pena de muerte, los Reyes se sentían sobrehumanos, prácticamente «dioses», a los que había que obedecer y rendir pleitesía. En este sentido se puede decir que, mientras los pueblos gentiles concebían a su rey como su dios, nosotros, el pueblo judío, proclamamos a Dios como nuestro Rey y Soberano.
(En la antigüedad, este sentimiento de «divinidad» era especialmente cierto en el caso de  los «emperadores». Me explico:… En el pasado existian reyes y emperadores Los emperadores, como Nebujadnezzar, Ajashverosh, los emperadores romanos, etc. gobernaban sobre varios reinados y sobre varios reyes. Por eso el emperador era  llamado en hebreo «melej melajim», el rey de reyes. Los emperadores se sentían como «dioses» virtuales porque no había nadie en el mundo que fuera más poderoso que ellos. Mientras que los reyes estaban sujetos a ellos, ellos, los emperadores, no debían obediencia a nadie. Esta es la razón por la cual nos referimos a HaShem como Melekh Malkhe haMelakhim, «el Rey de los reyes de reyes», en otras palabras, HaShem es el que gobierna sobre reyes, y también sobre los emperadores).
Hay una razón adicional, más profunda, por la cual llamamos a HaShem Rey, como lo explicaremos a continuación.
Nuestros Jajamim establecieron la recitación de Berajot (bendiciones) cuando uno come algo, o cuando uno disfruta de un aroma agradable o también cuando uno ve algo singular. Estas ultimas berajot se llaman birkot hareiya, las bendiciones que se dicen cuando alguien ve algo que lo alegra mucho, por ejemplo shehejeyanu cuando uno se encuentra con  un ser querido que no vio durante más de un mes, o cuando uno ve algún fenómeno natural excepcional, o también cuando uno ve un eminente Sabio de Israel o un Monarca, un rey, judío o gentil.
La beraja que se dice cuando uno ve a un Rey (gentil) es “shenatan mekebodo lebasar vadam”  “Bendito eres Tu HaShem que le otorgaste a un ser humano una fracción de Tu honor” . Ahora bien, ¿Qué tipo de Monarca califica para mercer esta Beraja? ¿Qué pasa por ejemplo, con el Rey de España, o de Bélgica, que no tienen hoy la autoridad suprema que solía tener un Rey? ¿Se dice esta bendición por estos Monarcas que tienen un poder mas bien simbólico y representativo? La respuesta es que la bendición del Rey se dirá solamente al ver un Rey que tiene jurisdicción sobre la vida de sus sujetos. Un Soberano con la autoridad para decretar la pena capital o indultar a un ciudadano condenado a muerte.  Sin juzgar los méritos o no de ese Rey, es esa autoridad suprema, la potestad sobre la vida de sus sujetos, la que definirá a este individuo como un autentico Monarca.
Ahora podemos entender mejor lo que queremos significar cuando nos referimos a HaShem como REY, particularmente en nuestras Tefilot (rezos o plegarias) de Rosh HaShana y Yom Kippur.  Al llamar a HaShem “Rey” reconocemos que nuestras vidas físicas, la continuación de nustra existencia, está en manos de HaShem. En realidad, cada vez que decimos “melej” deberiamos asumir nuestra inescapable mortalidad (que por lo general ignoramos) y nuestra dependencia total en la bondad de HaShem, Quien tiene la última palabra sobre la continuación o la interrupción inmediata de mi vida. Esta idea, lejos de hacernos temer, nos debe ayudar a apreciar inmensamente cada instante de nuestras vidas.
La palabra Melej entendida en este sentido es muy relevante durante Rosh HaShana y Yom Kippur porque es entonces cuando nuestras vidas son juzgadas.
Rabbi Akibá formuló una combinación litúrgica de dos formas de llamar a HaShem, que manifiestan dos polos opuestos: “Abinu Malkenu” (nuestro Padre, nuestro Rey). Abinu, como ya explicamos, quiere decir que HaShem es nuestro progenitor,  el que nos dio la vida. Mientras que Malkenu afirma que nuestras vidas están en Sus manos, y que HaShem, es el Rey Supremo con la autoridad y la posiblidad de interrumpir nuestra existencia.  “Abinu Malkenu” nos recuerda que nuestra vida es un regalo de HaShem, desde el principio hasta al final.



Por qué el nombre ISRAEL?

Cuando nuestro patriarca Ya’aqob luchó con un ángel y lo derrotó, el ángel lo bendijo. Parte de esa bendición fue el cambio de su nombre. A partir de ese momento Ya’aqob dejó de llamarse Ya’aqob y su nombre fue ISRAEL. Israel pasó a ser no sólo el nombre alternativo de nuestro patriarca Yaakob sino que por extensión se transformó en el nombre de la nación judía. Nos llamamos el Pueblo de «Israel». Pero ¿por qué? ¿Por qué el pueblo judío adoptó sólo el nombre del último patriarca? ¿Por qué no nos llamamos el pueblo de Abraham, en honor al fundador del pueblo judío ?  O a lo mejor tendríamos que honrar a Itzjaq , que representa a la generación intermedia, la  más difícil de mantener. Algo más: la judeidad de una persona se establece vía materna.  O sea que en el Judaísmo es la madre quien determina la religión de sus hijos.  Y si la madre es tan importante en la determinación de judeidad ¿por qué no nos llamamos el «Pueblo de Sará» o de Ribqá o de Rajel o de Leá? En otras palabras: ¿Por qué nos llamamos ISRAEL y dejamos de lado a todos los demás patriarcas y matriarcas?

Observemos cuidadosamente la palabra ISRAEL, en hebreo ישראל. Encontraremos en este nombre las iniciales de nuestros 3 patriarcas y de nuestras 4 matriarcas. La primera letra YOD es la inicial de  Itzjaq y de Ya’aqob. La segunda letra, SHIN, es la inicial del nombre de nuestra primera matriarca Sará.  La RESH corresponde a la primera letra de Rajel y de Rivká.   La letra ALEF es la inicial de Abraham y finalmente, la letra LAMED, es la primera letra de nuestra matriarca LEAH.  Lejos de excluir los nombres de los otros patriarcas ISRAEL es el nombre perfecto para nuestro pueblo, que incluye a nuestros 3 patriarcas y 4 matriarcas.

י    = יצחק , יעקב
ש  = שרה
ר   = רבקה , רחל
א  = אברהם
ל  = לאה