OCTAVA BERAJÁ de la AMIDÁ: Rezar por nuestra buena salud

רְפָאֵנוּ ה’ וְנֵרָפֵא, הוֹשִׁיעֵנוּ וְנִוָּשֵׁעָה, כִּי תְהִלָּתֵנוּ אָתָּה
Cúranos, HaShem, y nos curaremos, sálvanos y nos salvaremos, porque Tú eres nuestra alabanza.
Y concede salud y alivio para todas nuestras enfermedades, todos nuestros dolores y todas nuestras heridas, 
Porque confiamos que Tú eres quien nos cura con compasión,  
Bendito eres Tú, HaShem que sanas a los enfermos de tu pueblo Israel.
Esta berajá se refiere a un tema muy especifico: nuestra salud. Aquí, le pedimos a HaShem que nos cure de nuestras aflicciones y enfermedades, físicas o mentales, y reconocemos que en última instancia nuestro bienestar físico depende de Él.
«Cúranos, HaShem, y nos curaremos, sálvanos y nos salvaremos, porque Tú eres nuestra alabanza.»
En el texto de esta bendición decimos: «Cúranos haShem y seremos curados » . ¿Esto quiere decir que cuando estamos enfermos sólo debemos rezarle a HaShem y no debemos ir al médico?
Esta Berajá, y en general el tema de estar enfermo y curarnos es un gran ejemplo de la compleja dinámica entre la libertad de elección del hombre y la intervención de Dios en nuestras vidas.
En primer lugar, la forma en que uno se enferma. En muchos casos la enfermedad puede ser consecuencia de nuestras elecciones equivocadas, en cuanto a hábitos no saludables en el area de la comida, la inacción física o el descuido. Los Rabinos expresaron este aspecto de nuestra responsabilidad por nuestra propia salud en la Guemará Ketubot 30a: הכל בידי שמים חוץ מצינים פחים «Todo está en manos de Dios, excepto los resfriados y la insolación». En otras palabras, si deliberadamente me expongo al frío extremo sin abrigarme o si paso horas bajo el sol, no puedo pretender que HaShem milagrosamente me proteja del frío o del calor. Cuidar mis salud es mi responsabilidad.  Por otro lado, ciertas enfermedades (quizás la mayoría o las más serias) no son consecuencia de nuestro comportamiento o malos hábitos, sino una adversidad fuera de nuestro control. En cualquier caso, rogamos a HaShem que nos ayude y nos cure de toda enfermedad, sin importar su origen.
En segundo lugar debemos saber que la Tora prohíbe a una persona encomendarse a HaShem  para curarse. Estamos obligados a buscar la intervención de un médico (verapó yerapé). No podemos esperar que la enfermedad desaparezca sólo por rezar. Sin embargo, lo que esta Berajá deja en claro es que cuando visitamos al médico, sabemos que en última instancia es HaShem quien nos cura. Creemos que es HaShem quien inspira la recomendación del médico para nuestra cura; que es HaShem quien guía o sostiene las manos del cirujano en la sala de operaciones. Sabemos que en última instancia, y a través de una miríada de agentes humanos -doctores, investigadores, enfermeras-  es HaShem quien concede la curación y alivia a los enfermos. Los médicos son los agentes privilegiados de HaShem en el arte de la curación («Porque confiamos que eres quien nos cura con compasión»).
En resumen,  debemos hacer todo lo posible para evitar estar enfermos, y debemos hacer todo lo humanamente posible para curarnos. Incluyendo rezar y suplicar a HaShem para que nos proteja de toda enfermedad, que nos alivie de nuestro dolor y y prolongue nuestras vidas.   Es por eso que también decimos «porque Tú eres nuestra alabanza «, porque reconocemos que que en última instancia, esÉl quien tiene la última palabra.
Cúranos, HaShem, y … sálvanos 
¿Qué diferencia hay entre cúranos (רפאנו) y sálvanos (הושיענו)?  Creo que la palabra «sálvanos», indica una situación apremiante. Cuando alguien sufre una enfermedad que le puede causar la muerte.  «Cúranos», es más general y como mencionamos en la próxima oración de esta Berajá, incluye nuestro pedido para que HaShem nos proteja de enfermedades, dolores, heridas, etc.
«Y concede salud y alivio para todas nuestras enfermedades, todos nuestros dolores y todas nuestras heridas…» 
En este punto quiero recordar algo que aprendí hace unos pocos años atrás del Jajam Nessim Bassalian (que hoy BH es el bisabuelo de dos de mis nietos!).  Surgió un pequeño debate sobre el caso de una persona con una enfermedad terminal. Ya en los últimos momentos de su vida, un Rab indico que no se rezara más por esta persona, porque esa Tefilá podría ser considerada una Tefilá en vano, ya que el final de este individuo era (y fue…) inevitable e inminente.  Consulté con el Jajam Bassalian y él me dijo algo muy interesante, que creo está implícito en esta Berajá: «Cuando rezamos y pedimos Refuá (salud), no sólo estamos pidiendo a HaShem que nos cure, también estamos pidiendo a Hashem que nos alivie, que nos evite el dolor, que no nos permita sufrir». Y fue así como decidimos seguir diciendo Tefilá por esta persona, por su alivio, para que no sufra en las horas finales de su vida.
Quiera HaShem bendecirnos con buena salud y curar a todos los que lo necesitan. AMEN!        



SEPTIMA BERAJA de la AMIDA: Goel, el familiar más cercano

ראה נא בענינו וריבה ריבנו
1. Por favor [HaShem] observa a nuestra opresión, defiéndenos en nuestra lucha y rescátanos
2. Concédenos prestamente una salvación completa, por Tu nombre, porque Tú eres un redentor poderoso. 
3. Bendito eres Tú, HaShem, el redentor de Israel.
En este berajá le pedimos a HaShem que nos brinde Su ayuda y nos libere de la opresión.
Ésta berajá (bendición) de la Amidá se presta a la confusión. Veamos por qué. En cada una de las bendiciones anteriores y posteriores a esta berajá, el tema es muy simple de identificar: pedimos sabiduría, perdón, absolución, salud, sustento… ¿Qué estamos pidiendo en esta Berajá?
Comencemos por lo que NO estamos pidiendo.  Evidentemente la palabra clave de esta bendición se encuentra, como era de esperar, al final de la misma: «goel Israel», que tradujimos como: «Redentor de Israel». Pero ¿A qué redención nos estamos refiriendo?   En hebreo moderno la idea de «redención» (en hebreo גאולה) está asociada con el retorno del pueblo judío a la tierra de Israel y a los tiempos mesiánicos. Pero esos temas son desarrollados explícitamente más adelante, cuando hablamos de las necesidades del pueblo judío como nación. Ya explicamos que las berajot en las cuales pedimos a HaShem por nuestras necesidades, se dividen en dos grupos muy diferenciados: personales y nacionales. Las primeras 6 berajot de esta sección tratan de nuestras necesidades personales y las próximas 6, de nuestras necesidades o anhelos como nación. Y allí es donde pedimos por nuestro regreso a Israel, la reconstrucción de Yerushalayim, la llegada del Meshiaj, etc.  En esta berajá, como le explica el Rab Israel Ya’aqob Algazi (1679-1756) estamos pidiendo ayuda a HaShem para que nos libere de apremios y dificultades personales.  ¿Qué tipo de dificultades?  Creo que la clave es la palabra hebrea ONYENU que significa «opresión»: cuando estamos bajo el yugo de un opresor. Por ejemplo, si somos esclavos, prisioneros o cautivos, algo que en la antigüedad no era poco común.  «Opresión»  también se podría aplicar en circunstancias de persecución religiosa, política o cualquier otro escenario de abuso, o privación ilegitima de libertad. En todos estos casos nuestro problema no es la enfermedad, la falta de medios o comida, etc. sino la opresión que sufrimos en manos de un individuo, de un tirano, de una sociedad corrupta, etc.
Ahora que entendimos cuál es el tema de esta Berajá, volvamos a releer qué le estamos pidiendo a HaShem.
1.  «Por favor [HaShem] observa nuestra opresión», es decir, no ignores nuestro sufrimiento.
«Defiéndenos en nuestra lucha», pedimos Tu intervención para que nos rescates de nuestros opresores.
2. «Concédenos prestamente una salvación completa, por Tu nombre, porque Tú eres el Redentor Poderoso.»  Pedimos a HaShem que actúe prontamente y nos rescate de una manera definitiva y total del opresor. «Por Tu Nombre», porque así lo prometiste en la Torá, y también porque Tú, HaShem, eres Todopoderoso, y no hay nada que para Ti sea imposible.
3. «Bendito eres tú, HaShem, el redentor de Israel.»
Nos queda explicar esa palabra importantísima «redentor», en hebreo «goel».
En las berajot anteriores hablamos, por ejemplo, de Teshubá, algo que si bien necesitamos de la ayuda o inspiración divina, podemos (y debemos) hacerlo nosotros mismos.  La idea de Gueulá se refiere a circunstancias en las cuales uno no tiene o ya agotó las posibilidades de salvarse por sí mismo, y necesita ayuda externa de un «goel».  «Goel» en hebreo bíblico se refiere a «el pariente más cercano» (next of kin), un término técnico y legal que aparece muchas veces en la Torá. De acuerdo con la Ley Judía, es el deber del ‘pariente más cercano’, o «goel»  ayudar y rescatar a sus familiares en momentos de imperiosa necesidad.
Algunas ilustraciones.
1. En la antigua Israel, si una persona perdía todo lo que tenía, se veía obligado a venderse como esclavo, era la obligación del pariente más cercano, su goel, de pagar las deudas y rescatar a esta persona de la cautividad.
2. Boaz, un pariente de Elimelej, actúa como «goel» y asiste a Naomi, la viuda de Elimelej, y cuida de ella y de su nuera Rut. Las mantiene y las rescata completamente de la situación de miseria en la que estaban.
3. Otro ejemplo del uso de la idea de «Goel» en estos contextos es la expresión que decimos en Tefilat Arbit: וגאלו מיד חזק ממנו, que cuando HaShem nos liberó de la esclavitud en Egipto «rescató a Israel de las manos de un opresor que era más poderoso que el pueblo judío».
En este berajá, entonces, apelamos a HaShem como ‘nuestro pariente más cercano’, nuestro «padre» (o en algunas otras poesías y metáforas «esposo») pidiéndole que Él, nuestro «goel» nos escuche –a nosotros o nuestros hermanos que sufren– , nos libere de la opresión y nos rescate.
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Pronto ofreceremos BH clases en español por Facebook Live.  



BERAJÁ 6 : ¿Cuántas veces se puede pedir perdón?

סלח לנו אבינו כי חטאנו
(1) Perdónanos, nuestro Padre, porque hemos pecado;
(2) Absuélvenos, nuestro Rey, porque nos hemos rebelado [contra Ti],
(3) Porque Tú, Dios, eres bueno y perdonas.
(4) Bendito eres Tú, HaShem, que eres bondadoso y generoso en perdonar.

 

En la berajá (bendición) anterior hemos pedido ayuda para arrepentirnos. Y una vez que nos arrepentimos, ahora, en esta Berajá, pedimos a HaShem que nos perdone, que nos absuelva y que no nos castigue por nuestras transgresiones.

 

La transgresión nos impacta negativamente  en dos niveles.

 

אבינו: Primero, nos afecta a nivel personal. El pecado, la transgresión deja secuelas y consecuencias perjudiciales en nuestra personalidad. Por ejemplo: Mantener el Kashrut, la dieta judía u otras restricciones similares, nos enseña a controlar nuestros apetitos y a refinar nuestro carácter. Sin embargo, cuando cedemos ante nuestros instintos básicos nos exponemos a caer en otros círculos viciosos y adictivos, ya que cedimos en el control de nuestros instintos y deseos.  En cierta manera, cuando pecamos, estamos actuando contra nuestro propio bien. Como cuando un joven desobedece a sus padres y fuma. ¿Quién se perjudica por esta desobediencia?  En primer lugar, el joven que fuma. Al fin y al cabo, los padres le prohibieron a su hijo fumar por su propio bien.

 

מלכנו: En segundo lugar, cuando pecamos hemos cometido una transgresión legal, un delito. Permítanme explicar: La Torá no es un manual religioso de rituales. La Torá es un libro de Leyes. Tal vez la mejor manera de entender la Torá es definiéndola como «La Constitución del pueblo judío». De esa manera, cuando transgredimos la Torá estamos violando la Constitución, y como tal, mi acción merece una penalización. Hoy en día, que no tenemos tribunales rabínicos para juzgar y penalizar los delitos, todas las transgresiones a nuestra Constitución son juzgadas por la Corte Celestial. HaShem es el Rey, es decir, el Juez supremo que juzga y sanciona.

 

Ahora podemos entender mejor lo que esta berajá dice:

 

(1) Perdónanos, nuestro Padre, porque hemos pecado;
En primer lugar le pedimos a HaShem, llamándolo «NUESTRO PADRE»,  que nos perdone por nuestros pecados. En hebreo, JATAIM, son las transgresiones que cometemos por falta de conciencia. Como el joven que fuma porque no es consciente del peligro de fumar para su salud. En esta primera oración nos referimos a HaShem como «Nuestro Padre», reconociendo así implícitamente que todas las restricciones que nos impuso son en ultima instancia por nuestro bien.

 

(2) Absuélvenos, nuestro Rey, porque nos hemos rebelado [contra Ti],
Luego, en la segunda oración, nos referimos al aspecto «legal» de la transgresión. Hemos violado nuestra Constitución, nuestro pacto con HaShem. En hebreo a este nivel de transgresión se lo llama PESHA, delito, cuando alguien se rebela conscientemente contra la autoridad. Por eso en esta oración llamamos a Hashem «NUESTRO REY». Aquí ya no pedimos simplemente perdón. Pedimos que nos absuelva del castigo que merecemos.

 

(3) Porque Tú, Dios, eres bueno y perdonas.
Apelamos a la bondad de HaShem como Padre y a su compasión como Rey.

 

Y finalmente declaramos:
(4) Bendito eres Tú, HaShem, que eres bondadoso y generoso en perdonar.

 

¿Qué significa «generoso en perdonar» (המרבה לסלוח)?

 

Muchas veces cometemos una transgresión y luego nos arrepentimos. Pedimos perdón a HaShem y le rogamos que borre nuestro pecado y que no castigue nuestra rebeldía. En nuestra súplica también le aseguramos que no necesita castigarnos, porque hemos aprendido la lección y NO vamos a volver a pecar. Nos sentimos bien porque estamos seguros que HaShem con Su gran compasión nos ha perdonado. Pero entonces, después de un corto tiempo, nos olvidamos de todo el proceso de arrepentimiento, y cometemos nuevamente la misma transgresión…   En este punto, normalmente, no nos atreveríamos al descaro de comenzar todo el proceso de nuevo y pedirle perdón a HaShem… parece una broma de mal gusto. ¿Como voy tener la desfachatez de pedirle «otra vez» a HaShem Su comprensión, Su perdón y Su absolución?
Por eso nos dice esta berajá que HaShem es «HAMARBE LISLOAJ», infinitamente «generoso en perdonar».  Y sólo así puedo armarme de coraje y pedirle perdón otra vez, incluso por los mismos pecados por los que ya me he arrepentido  anteriormente. Es como si nuestro interminable descaro (JUTZPÁ) estuviera equilibrado con la infinita generosidad de HaShem para perdonar.
Las palabras finales de esta Berajá nos invitan a evitar el yeush, la desesperación de pensar que ya no existe otra posibilidad de retorno. Y nos enseña que HaShem, como una Padre que nos quiere, está siempre dispuesto a aceptar el sincero arrepentimiento de sus hijos.



QUINTA BERAJÁ de la AMIDÁ: Ayúdame a volver

השיבנו אבינו לתורתך,
וקרבנו מלכנו לעבודתך,
והחזירנו בתשובה שלמה לפניך.
ברוך אתה ה’, הרוצה בתשובה.
«Tráenos de vuelta, nuestro Padre, a tu Torá; acércanos, nuestro Rey, a Tu servicio;
Y haznos regresar a Ti, en un arrepentimiento completo.
Bendito eres Tú, HaShem, que «deseas» [nuestro] arrepentimiento.»
Estamos en la sección llamada en hebreo, baqashot. (pedidos). Aquí pedimos que HaShem nos conceda nuestras solicitudes.  En la bendición anterior, solicitamos sabiduría. Pero ¿qué estamos pidiendo en esta singular berajá que trata acerca del arrepentimiento? ¿Qué esperamos que HaShem haga aquí por nosotros?   Al fin y al cabo, si de arrepentimiento se trata, es algo que tenemos que hacer nosotros mismos.
1. Veamos en primer lugar el orden de esta bendición. ¿Hay alguna conexión entre esta Berajá y la bendición anterior, donde pedimos a Dios que nos conceda sabiduría? Los Rabinos definen el pecado como una insania temporal…אין אדם בא לידי חטא, «una persona no pecaría, a menos que esté poseída por un espíritu [temporal] de demencia». Pecar, desobedecer a Dios, no es algo lógico, no es una decision inteligente. Todo lo contrario. Sólo somos capaces de desobedecer a Dios cuando estamos psicológicamente «poseídos»  por la ambición, el enojo, la lujuria, la pasión, etc. En estos escenarios nuestra mente se nubla y perdemos el sentido común.  La sabiduría y la inteligencia que pedimos en la Berajá anterior es la  mejor garantía para evitar el desenfreno.  Los animales se dejan llevar por sus instintos, pero los seres humanos debemos dominarlos con nuestra inteligencia. En la bendición anterior hemos solicitado sabiduría.  En esta bendición nos damos cuenta que cuanto menos sabiduría tenemos, más expuestos quedamos a la transgresión, y viceversa.
2. «Tráenos de vuelta, nuestro Padre, a tu Torá; acércanos, nuestro Rey, a Tu servicio». 
Ahora bien, un vez que reconocemos nuestros malas acciones y nos arrepentimos, queremos reparar nuestro error. Pero la transgresión que cometimos dejó secuelas. Afectó nada menos que nuestra relación con Dios. Este vínculo se desarrolla en dos planos diferentes: En primer lugar, HaShem es nuestro Creador, nos dio la vida. Es nuestro «Padre».  En segundo lugar, Él nos dio leyes y nosotros somos Sus súbditos. HaShem es también nuestro Rey. Al violar Sus mandamientos hemos fracturado nuestra relación con nuestro Padre y con nuestro Rey. Es por eso que en esta Berajá apelamos a HaShem como Padre y Rey.  Algo más:  El camino de regreso a HaShem comienza por volver a la observancia de Su Torá. El servir a HaShem consiste en aplicar en nuestras vidas y no desviarnos de lo que aprendimos en la Tora. Es por eso que primero mencionamos volver a estudiar Tora, lo que nos llevará a servir a HaShem.
3. «Y haznos regresar a Ti»
Cuando decimos: «Haznos regresar a Ti» no queremos decir literalmente que esperamos que Dios «nos haga arrepentir» mientras nosotros permanecemos pasivos. A nosotros, los seres humanos, nos fue concedida la libertad de elección, y somos completamente responsables por nuestras acciones morales. Aquí, lo que estamos solicitando a HaShem es Su ayuda y Su inspiración para regresar a Él y a Su Torá. Nos animamos a pedir Su ayuda porque los Sabios nos enseñaron  הבא להיטהר מסייעין אותו, cuando un Yehudí quiere purificarse, arrepentirse de sus transgresiones, HaShem lo ayuda, lo asiste para que su camino de regreso sea más fácil y que encuentre la menor cantidad posible de desafíos morales (נסיונות) en él.
4.  Baruj Atá HaShem, haRotsé bitshubá. «Bendito eres tú, HaShem, que deseas (nuestro) arrepentimiento.»
Afirmamos ahora que HaShem «quiere» que volvamos a Él, «desea» que reparemos nuestro vínculo. Y dado que esta relación es «personal», no se puede reparar automáticamente por nuestra decisión unilateral de arrepentirnos. Como en toda otra relación, también aquí es necesario que la otra parte, en este caso HaShem, acepte nuestras disculpas. ¿Cómo sabemos que HaShem aceptará nuestro descargo? Uno de los principios más importantes del judaísmo es saber que HaShem nos quiere como un padre ama a sus hijos. No hay deseo más grande para un padre que sentir que sus hijos están cerca de él. Como un buen padre, HaShem no se complace en castigar a Sus hijos cuando se portan mal כי לא תחפוץ במות המת, כי אם בשובו מדרכו וחיה. Todo lo que Él quiere de nosotros, Sus hijos, es que regresemos al sendero correcto, «por nuestro propio bien». Por eso, sabiendo que Él también quiere nuestra cercanía, nos atrevemos a pedirle que nos ayude a encontrar nuestro camino de regreso. HaShem «desea» nuestro arrepentimiento porque nos quiere, y porque quiere nuestro bien.



CUARTA BERAJÁ de la AMIDÁ: El milagro de la inteligencia humana

אתה חונן לאדם דעת ומלמד לאנוש בינה
«Tú otorgas a los humanos conocimiento, y enseñas a los mortales entendimiento. Concédenos de Ti sabiduría, entendimiento y conocimiento. Bendito eres Tú, HaShem, Que concede conocimiento.»
Después de terminar la sección dedicada a «alabar a HaShem» (shébaj), comenzamos con esta bendición la segunda sección de la ‘Amida, las bendiciones de «peticiones» (baqashá). En estas bendiciones, le pedimos a Dios que nos provea nuestras necesidades materiales.
En esta primera berajá le pedimos a HaShem que nos conceda «sabiduría» e «inteligencia». Pero, ¿por qué pedir «sabiduría» antes que cualquier otra cosa?
En primer lugar, la sabiduría es diferente de cualquier otra cosa que podamos pedirle a HaShem. Decimos en este berajá que HaShem es la fuente «directa» de la sabiduría y la inteligencia que se nos otorga (אתה חונן לאדם דעת), algo que no decimos en ninguna otra bendición. Para resaltar este importante punto, también afirmamos וחוננו מאתך, que significa algo como «y concédenos de TI MISMO», ¡una expresión que no usamos en ningún otro berajá o para ninguna otra petición! ¿Por qué la sabiduría es algo que describimos como que viene «directamente» de Dios? Porque la sabiduría (da’at) no es algo creado por HaShem, es un atributo de HaShem! Como lo explica Maimónides (Yesodé haTorá 2:10): אבל הבורא הוא ודעתו וחייו אחד «[a diferencia de los humanos, que adquirimos el conocimiento de una fuente externa] el Creador, Él, Su existencia y Su conocimiento, todos son uno.» En cierto sentido, no estamos pidiendo a HaShem que nos conceda conocimiento, le estamos pidiendo que nos «participe» de Su conocimiento.
Segundo, esta bendición nos enseña un principio muy importante sobre la naturaleza del ser humano. La inteligencia / sabiduría es un regalo especial de Dios para la especie humana. Nuestro cerebro es notablemente similar al de los monos. Sin embargo, los seres humanos estamos dotados de «inteligencia» que no es una extensión de nuestra composición biológica, y no puede justificarse en términos evolutivos. La inteligencia no es una característica natural biológica como la vista, el oído o el sistema digestivo. La inteligencia no es una necesidad evolutiva que se desarrolló en los chimpancés. Sin inteligencia podríamos, de alguna manera, sobrevivir como especie. Pero no podríamos conectarnos con Dios, aprender o enseñar Su Torá, o distinguir entre lo correcto y lo incorrecto. La inteligencia es lo que hace que los seres humanos seamos únicos entre todas las especies vivas. En este berajá afirmamos que la inteligencia es un don concedido por Dios exclusivamente a los seres humanos, algo milagroso y sobre-natural.
Esta berajá describe tres niveles de «sabiduría», tal como se aplican a nuestra experiencia humana.
JOJMÁ: Jojmá se refiere a la creatividad. La capacidad que una persona necesita para ver o descubrir algo nuevo. Cuando todo el mundo está mirando las mismas cosas, el hombre con esta sabiduría, Jojmá, puede ver más profundo, o más lejos o de una manera diferente. Es la capacidad de desarrollar una nueva idea, un Jiddush de Torá, un nuevo descubrimiento. Esto también es, digamos, un regalo de HaShem
BINÁ: Una vez que se descubre una nueva idea, necesitamos «biná», sabiduría práctica para articular esa nueva idea o para aplicar o desarrollar el nuevo descubrimiento. Algunas personas pueden estar dotadas de «biná» pero no de «jojmá», o viceversa.
DA’AT: El conocimiento, tal como se aplica a los seres humanos (no a HaShem) se refiere al buen juicio que desarrollamos por las experiencias que hemos vivido. Las personas difieren en qué o cómo aprenden de sus experiencia. Algunas personas están tan dotadas de Da’at que tienen la capacidad de aprender de las experiencias de otras personas. Algunos pueden aprender sólo de sus propias experiencias. Y otros tienen dificultades incluso para aprender de sus propias experiencias.
Por último, necesitamos toda esta sabiduría para identificar los dones y bendiciones que ya tenemos de HaShem. Lo cual es esencial para saber qué es lo que realmente necesitamos pedirle a Dios en esta segunda sección de la ‘Amidá. Necesitamos sabiduría para diferenciar entre lo que «necesitamos» y lo que simplemente «queremos» o «deseamos». Sin sabiduría, ni siquiera sabríamos «qué» pedirle a Dios. O qué hacer con las bendiciones que Dios eventualmente nos concederá. Podríamos pensar que necesitamos imperiosamente dinero o éxito. Pero sin sabiduría, el dinero y el éxito pueden ser contraproducentes.
La sabiduría es un requisito previo para todas las demás peticiones de la ‘Amidá.



TERCERA BERAJÁ de la AMIDÁ: ¿Es posible conocer a Dios?

La tercera bendición de la ‘Amidá es también la más breve de toda esta Tefilá. En esta berajá declaramos que HaShem es «qadosh», que  Su nombre es «qadosh» y asimismo, que aquellos que le alaban todos los días, el pueblo de Israel, son «quedoshim» (plural de qadosh).
HaShem, Su Nombre y Su pueblo son: «qadosh». ¿A qué se refiere este paralelismo? Entender la palabra «qadosh» nos ayudaría a resolver este enigma.
Es imposible traducir este término hebreo con una sola palabra en castellano. «Qadosh» tiene un campo semántico muy amplio, es decir, tiene varios significados que de alguna forma se relacionan entre sí. Según el contexto, «qadosh» puede significar: «especial», «único», «diferente», «consagrado para una misión» , «exclusivo»  y a veces, significa: «inaccesible» o «fuera de alcance».
Un ejemplo que contiene casi todas la acepciones de «qadosh»: en hebreo קידושין «quiddushin» (de la misma raíz que «qadosh» קדש) significa «matrimonio». Cuando un hombre se casa, «consagra» a esa mujer como su esposa, para él ella es ahora מקודשת «única», «especial» y «diferente» del resto de las mujeres. Al mismo tiempo, al estar consagrada a su marido, esta mujer es ahora en términos de matrimonio,  «inaccesible» y está «fuera del alcance» de cualquier otro hombre.
Volvamos a nuestra berajá. Al referirnos a HaShem como «qadosh» nos referimos a este último significado de «qadosh». Estamos reconociendo nuestras limitaciones para percibir «la realidad» de Dios (por decirlo de alguna manera).
אתה קדוש.  Al decir «Tú [HaShem] eres Qadosh» afirmamos que Dios está más allá de nuestro alcance intelectual». Dios ad intra permanece oculto para nosotros. ¿Por qué enfatizamos este mensaje aquí, al final de estas bendiciones de «alabanza»? Porque en las dos berajot anteriores, bendiciones de alabanza, nos hemos referido con toda naturalidad a la intervención de HaShem en la historia para proteger a Israel; hemos afirmado que Él es Grande, Poderoso y Reverenciado, etc. En la segunda Berajá describimos cómo HaShem dirige Su planeta, la Humanidad y Su pueblo. Hemos alabado Sus poderes, Sus acciones, Sus bendiciones, Sus intervenciones  y Sus milagros. Ahora, al decir ATA QADOSH, estamos trasmitiendo un mensaje importantísimo: una declaración (epistemológica) reconociendo que no importa cuánto hayamos hablado de Sus acciones no podemos presumir que realmente «conocemos» a HaShem.  ATA QADOSH es una declaración de humildad. Es nuestra admisión de pequeñez y limitaciones ante el Creador del universo
ושמך קדוש y «Tu nombre es qadosh». También reconocemos que aunque hemos pronunciado y pronunciaremos Su nombre varias veces durante la Amidá, somos incapaces de captar la naturaleza de Su Nombre. El nombre de cuatro letras transmite la idea de la infinitud y eternidad, conceptos que están más allá de nuestras capacidades intelectuales.  Y algo más: reconocemos que a pesar de haberlo alabado a Él y a Su nombre, no lo hemos alabado «exhaustivamente» (=de una manera total; no dejando nada afuera). Lo que acabamos de decir acerca de HaShem se refiere sólo a lo poquito que entendemos acerca de Él, desde nuestra limitadísima perspectiva humana. Un mensaje casi idéntico constituye el núcleo del «qaddish» (también de la misma raíz קדש). En el Qaddish, luego de alabar a HaShem con nada menos que 8 adjetivos diferentes, decimos לעלא מן כל ברכתא «Tu alabanza está más allá de cualquier alabanza que se pueda decir de Ti».
וקדושים בכל יום יהללוך סלה. El Pueblo de Israel se llama «quedoshim». En este contexto «qadosh» o «quedoshim» no se refiere como anteriormente a nuestra inaccesibilidad al conocimiento de HaShem o a nuestras limitaciones. Aquí «quedoshim» significa: «consagrados», «diferentes del resto, en cuanto a su misión». Quedoshim se refiere a nosotros, los individuos del pueblo judío, que nos consagramos a HaShem y lo alabamos todos los días, tanto como somos capaces de hacerlo.



SEGUNDA BERAJÁ de la AMIDÁ: ¿Qué es la resurrección?

La segunda berajá (=bendición) de la ‘Amidá se llama geburot, la bendición que describe «los poderes de Dios».   En la primera bendición, Abot, que analizamos ayer, vimos como HaShem usa Sus poderes para proteger a su Pueblo, Israel.   En esta Berajá veremos como HaShem usa Sus poderes para resucitar, evitar y superar la muerte.

TEXTO:  1. «Tú eres infinitamente poderoso, HaShem, Tú restauras la vida de los muertos, y salvas [=evitas la muerte] de muchas maneras,  [en verano: Tú haces descender el rocío] [en invierno: Tú haces que el viento sople y que descienda la lluvia].  
2. Tú mantienes a los seres vivos con bondad, Tú restauras la vida con gran compasión, Tú sostienes a los que están por caer; Tú curas a los enfermos y liberas a los cautivos. 
3. Y Tú cumples Tu promesa con los que duermen en la tierra [nuestros antepasados]. ¿Quién es como Tú, Todopoderoso, y Quién se asemeja a Ti, el Rey que puede quitar y restaurar la vida y que hace florecer la salvación. 
4. Y en Ti podemos confiar que harás resucitar a los fallecidos.  Bendito eres Tú, HaShem, el que resucita a los muertos.»  
Los dioses mitológicos usaban sus poderes para derrotar a otros dioses, destruir al enemigo, o para sembrar el pánico entre los humanos. El poder de esos dioses o heroes mitológicos se media por su capacidad para matar:  cuanto más y mejor un dios mataba, más poderoso era.    Nosotros los Yehudim vemos el poder de HaShem y Su intervención en todo lo que es beneficioso para la humanidad. HaShem usa Sus poderes para mantener la vida y evitar la muerte. Al proveer alimentos a todos los seres vivos, curar a los enfermos, salvar a los cautivos. Todo esto nos inspira a obrar con bondad. Nos enseña que al igual que HaShem nosotros también debemos utilizar nuestros poderes, recursos y habilidades para salvar, curar, ayudar, sostener, nutrir, etc.
De cualquier forma, la idea de resurrección se repite varias veces en esta bendición, y en diferentes contextos.  Y me parece que de una manera progresiva esta bendición nos va dando indicios de la Intervención Divina que resucita, renueva y extiende la vida, en 4 planos diferentes.
PLANETA TIERRA (TEXTO 1):  En primer el poder de HaShem de renovar la vida lugar se manifiesta en el contexto de producir la lluvia «Tú haces soplar el viento y descender la lluvia».  Sin el agua de lluvia, la muerte sería inevitable. Sin la precipitación y sin el sistema climático que produce agua dulce los seres vivos no podría existir. Gracias a la precipitación, la tierra seca revive, las plantas vuelven a crecer y todas las criaturas del mundo pueden mantenerse con vida. La lluvia, a pesar de que no nos damos cuenta, es responsable por la constante renovación de la vida y la superación de la muerte.
HUMANIDAD (TEXTO 2): La segunda idea de resurrección se relaciona con la sociedad humana. Nuestra berajá presenta distintas situaciones en las que se percibe la delicadísima diferencia entre la vida y la muerte. En primer lugar, afirmamos que HaShem provee sustento, alimento a todas las criaturas, sin lo cual la vida no podría existir. HaShem interviene y ayuda a superar la muerte manteniendo de pie a los que están por desfallecer, curando a los enfermos, liberando a los cautivos (= prisioneros condenados a muerte). En todos estos  casos, la muerte seria inminente de no mediar la intervención de HaShem Todopoderoso para superarla.
PUEBLO de ISRAEL (TEXTO 3):  La tercera parte de esta bendición alude a la supervivencia del pueblo judío.  HaShem cumple con la promesa que hizo a nuestros antepasados, aludiendo a ellos al decir: «Los que duermen en el polvo», Abraham, Ytsjaq y Ya’aqob. Esta promesa consiste en que el pueblo judío podrá estar al borde de su extinción total, como ocurrió en Egipto, o en los tiempos del Rey Jizquiyahu, o en los tiempos de Hamán, o en la Shoá… Pero aunque esté al borde de su «muerte», HaShem restaurará la vida del Pueblo de Israel y lo resucitará.
TSADIQUIM (TEXTO 4): La máxima expresión del poder de Dios es Tejiyat haMetim, la resurrección de los muertos, que es la idea con la que culmina esta bendición.  Resurrección (no confundir con «reencarnación») es una creencia central en el judaísmo, que para Maimonides sólo se aplicará a los tsadiquim, las personas justas.  Tejiyat haMetim significa que en los tiempos mesiánicos, Dios restaurará la vida a los Tsadiquim.  El cuerpo y el alma estarán de nuevo juntos como antes de la muerte. Maimónides explica que esto no significa que los hombres ya no morirán, los hombres vivirán más tiempo, pero seguirán siendo mortales. Ahora bien, entender cómo esto va a suceder, es decir, cómo los cuerpos resucitarán, es una idea que está más allá de nuestro poder de visualización o imaginación.
MAS SOBRE EL TEXTO 3:  La resurrección del Pueblo e Israel
Hace  2500 años atrás, el profeta Ezequiel (Yejezquel) tuvo una vision profética muy especial.  En esta visión (capitulo 37) HaShem lo transportó a un valle. Y en ese valle había huesos. Muchos huesos. Huesos humanos. Huesos secos. No hay nada mas muerto que un hueso seco.  Y  en esa vision, HaShem le dijo a Ezequiel: «Hijo del hombre: ¿Crees tu que estos huesos podrán volver a la vida?. Y Ezequiel, en una combinación de humildad y sorpresa le contesto: «HaShem… sólo Tu los sabes». Y entonces hubo un ruido ensordecedor. Y los huesos empezaron a moverse. Los huesos se juntaron con otros huesos y formaron esqueletos. Y los esqueletos se revistieron de venas, y de nervios y de carne y finalmente se cubrieron de piel.  Ahora ya no eran huesos sino cuerpos humanos sin vida.  Cadáveres. Y entonces HaShem le dijo a Ezequiel: «Profetiza para que a estos cuerpos les llegue un hálito de vida…. y que vuelvan a vivir.» Y así fue. «Y un hálito de vida ingresó en los cuerpos y se pusieron de pie. Era un gran ejercito, muy numeroso». Y entonces HaShem le dijo al profeta Ezequiel: «Hijo del hombre, estos huesos son la Casa [Nación] de Israel. Ellos dicen, nuestros huesos se han secado, hemos perdido nuestra esperanza, hemos sido condenados [a morir]. Por eso, quiero que profetices y les digas [a Israel]: así dice HaShem, Dios, he aquí que Yo abriré vuestras tumbas, y los levantaré de vuestras tumbas y los llevaré a la tierra de Israel. Y así sabrán que Yo soy HaShem, cuando Yo abra vuestras tumbas, y los saque de ellas, pueblo Mío. Y les concederé un espíritu de vida y reviviréis. Y los conduciré a vuestra tierra. Y entonces sabrán que Yo soy HaShem. Yo prometí y cumplí.».
Es imposible no conectar esta profecía con 1945 y 1948. En 1945 estábamos condenados a desaparecer. Eramos huesos secos, o quizás peor, cenizas. Y entonces, cuando ya los Goyim pensaron que habíamos desaparecido, que ya nunca más volveríamos a ser un pueblo, que todas las milenarias profecías nunca se cumplirían, ocurrió el milagro más grande:  HaShem abrió nuestras tumbas, nos levantó y nos trajo a Israel. HaShem lo prometió. Y lo cumplió. Este es un ejemplo moderno de Tejiyat haMetim que podemos ver con nuestros propios ojos. 
 לע»נ משה בן שמחה  

En Memoria de Moshé Ben Simjá and Eliahu Saal ז»ל




PRIMERA BERAJA de la AMIDA: ¿Cómo protege Dios a Su pueblo Israel?

En los próximos días, BH, analizaremos una por una las Berajot de la ‘Amidá, la oración principal.
La Amidá consta de diecinueve bendiciones (berajá, pl. berajot). La primera bendición de la ‘Amida se llama «Abot», que literalmente significa «Padres», refiriéndose a nuestros patriarcas Abraham, Yitsjaq y Ya’aqob.
Esta bendición pertenece a la primera sección de la ‘Amida: «Alabanza». Nuestra primera oración a Dios, antes de pedirle algo, consiste en alabarlo por proteger al pueblo judío.
TEXTO: «Bendito eres Tú, HaShem, nuestro Dios y el Dios de nuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Ya’aqob, el Dios grande, poderoso y temible, el Altísimo, que hace grandes actos de bondad, que lo ha creado todo, y que recuerda las buenas acciones de nuestros antepasados, y que traerá un redentor a los hijos de sus hijos, por su nombre [promesa] y por amor. HaShem es un Rey que ayuda que salva y que protege. Bendito eres Tú, HaShem, protector de Abraham».
En esta bendición afirmamos que HaShem protegió a Abraham, Ytsjaq y Ya’aqob. También describimos con tres palabras aquello que somos capaces de entender, dadas nuestras limitaciones, en cuanto a los poderes de Dios. Decimos que Él es Grande, Poderoso y Temible («temible»= que inspira reverencia y sumisión), que no hay ningún poder por encima o más allá de Su control (‘elion). Y que HaShem usa todos Sus poderes con bondad (gomel jasadim tobim) para protegernos y para asegurar nuestra continuidad.
Declaramos que debido al mérito de nuestros antepasados (zojer jasdé Abot) , Dios nos concede Su protección en el presente y nuestra futura redención (umebí go-el).
También afirmamos que HaShem prometió (lema’an shemó) a nuestros antepasados que él nunca permitirá que el pueblo judío desaparezca. Nunca nos abandonará porque nos ama incondicionalmente, como dice en Debarim 7: 7.
Dios nos protegió incluso antes de que nos convirtiéramos en una nación. Cuando éramos sólo la familia de Abraham o una incipiente tribu. Entonces, éramos extremadamente vulnerables.
Vale la pena aclarar que en esta Berajá no estamos PIDIENDO la protección a HaShem. Tampoco estamos declarando que HaShem protege a cada judío en virtud de ser judío. La protección de Dios al individuo judío NO es el sujeto de esta bendición. En esta Berajá afirmamos que Dios nos concedió milagrosamente nuestra supervivencia como Pueblo de Israel, y lo alabamos por habernos mantenido vivos como nación, a pesar de todos los que se levantan para destruirnos.
Finalmente decimos que HaShem es nuestro Rey (melej). Un Rey que ama y se preocupa por sus súbditos: nosotros.
Estas cuatro últimas palabras,  מלך עוזר ומושיע ומגן  «el Rey que ayuda, que rescata y que protege» representan también la progresión de los diferentes niveles de la protección de Dios, que es el tema principal de esta bendición. «Meditando» en estos niveles de protección, llegaremos a «sentir» cuánto HaShem nos ama y nos inspirará a quererlo aún más (lo cual es, por supuesto,  uno de los principales objetivos de la oración judía).
Veamos lo que estas cuatro palabras nos están enseñado:
מלך «El Rey», al decir Melej, normalmente aludimos al hecho de que nosotros, Sus súbditos, estamos a cargo de proteger al Rey. En el campo de batalla los soldados están a cargo de defender al Rey. Pero en el caso de HaShem, aunque Él es el Rey,  ¡es Él quien nos protege!
עוזר «HaShem nos ayuda», este es el nivel más básico de protección. Significa que cuando necesitamos algo o estamos en peligro y pedimos ayuda, HaShem escucha nuestro clamor y viene a ayudarnos. Este nivel de protección significa que HaShem responde a nuestras oraciones. El Rab Aryeh Kaplan, z»l, sugirió que para comprender estos diferente niveles de protección imaginemos que nosotros somos un soldado que está luchando en el campo de batalla. El enemigo nos ha herido, clamamos por asistencia, y el mismísimo Rey viene a ayudarnos.
מושיע «HaShem nos rescata».  Esto significa que cuando HaShem viene a ayudarnos no sólo nos asiste con lo que necesitamos. HaShem nos rescata completamente. Una vez más, en el ejemplo del campo de batalla, el soldado herido pide ayuda. El Rey ayuda al soldado no sólo curando sus heridas sino también rescatándolo del campo de batalla. Esto representa el nivel de protección donde HaShem nos concede más de lo que le pedimos, más de lo que le solicitamos.
מגן «HaShem es nuestro escudo». Este es el nivel más alto de Protección Divina. Pero ¿qué podría ser más elevado que «rescatarnos» del campo de batalla, cuando todo lo que habíamos pedido era «ayuda»? «Maguén» (lit. escudo) es el nivel más alto porque significa que HaShem nos protege aun cuando no pedimos Su ayuda. Cuando no somos conscientes de los peligros que nos rodean. En el campo de batalla, mientras el Rey nos está rescatando y llevándonos a un lugar seguro, nuestros enemigos nos disparan y el Rey nos escuda sin que pidamos Su ayuda, sin que seamos conscientes de los peligros que nos rodean.
Así, «Maguen» es la forma más alta de protección (y también la forma más habitual) que HaShem concede al pueblo judío, salvándonos constantemente de peligros de los cuales ni siquiera somos conscientes.
Terminamos esta oración bendiciendo (= reconociendo) a HaShem que nos concedió nuestra supervivencia como pueblo judío, protegiéndonos cuando le pedimos ayuda y aun cuando no nos damos cuenta de que debemos pedir a Su ayuda, desde los tiempos de Abraham Abinu (Magen Abraham, Bereshit 15: 1 אַל תִּירָא אַבְרָם אָנֹכִי מָגֵן לָךְ) hasta nuestros propios días.
 לע»נ משה בן שמחה  

En Memoria de Moshé Ben Simjá and Eliahu Saal ז»ל




Rezar, pensando en lo que estamos diciendo

La Amidá o shemona esre es la oración más importante. Se dice todos los días, tres veces al día, mañana, tarde y noche. A diferencia de otros textos de la Tefilá, en los cuales leemos y pensamos acerca de D-s, cuando rezamos la Amidá nos estamos dirigiendo directamente a D-s.  No hay nada más significativo en nuestras vidas que la comunicación directa con nuestro Creador.

Este evento tan singular, hablarle a D-s, requiere un estado mental elevado. No podemos rezar la Amidá si estamos distraídos o desconcentrados.  La Amidá requiere kobed rosh , seriedad y concentración.

En preparación para la Amidá debemos pensar y visualizar que estamos de pie delante del Rey de Reyes. La palabra Amidá en realidad significa «de pie». En el sentido más estricto, Amidá significa «De pie, a Su servicio, a la espera de Sus órdenes».

En el protocolo judío, cuando un sujeto se encuentra con el Rey debe hacerlo de pie, firme, e inclinando un poco su cabeza en señal de sumisión al Rey. Ésta es también nuestra postura cuando decimos la Amidá. Muchos Yehudim recitan la Amidá de memoria, con los ojos cerrados y con las manos juntas en el centro del pecho, la mano derecha sosteniendo el puño izquierdo cerrado, también en señal de sumisión. (Obviamente, si uno no sabe la Amidá de memoria, debe leerla normalmente en el Sidur).

La Amidá no se debe leer en silencio total. Tiene que ser «dicha», «pronunciada», articulando las palabras. La articulación, entre otras cosas, facilita la concentración.  Aunque tampoco se puede recitar la Amidá en voz alta. Debemos pronunciar la Amidá en una mínima voz, susurrando las palabras a nosotros mismos. Hay que decir la Amidá tan bajo para que nadie más pueda escuchar nuestra voz, y lo suficientemente alto como para que podamos oír nuestro propio susurro.

Al decir del ‘Amidá, debemos entender y profundizar en el significado de cada palabra que pronunciamos. Este ejercicio mental se llama Kavaná:  conciencia y concentración. Cuando rezamos, tenemos que hacerlo con nuestra mente y nuestro corazón.  Entendiendo y sintiendo lo que estamos diciendo.

Al rezar la Amidá no nos permitimos distracciones. No dejamos que ningún pensamiento mundano o banal penetre en nuestra mente. Una buena manera de identificar si mi Amidá fue dicha con Kavaná, es observar nuestro estado mental y espiritualdespués de recitar  la Amidá. Si nos hemos tomado en serio la idea de que al recitar la Amidá estamos, literalmente, parados frente a HaShem, esa experiencia espiritual suprema tiene que haber dejado un impacto muy visible en mis pensamientos, en mis sentimientos y en mi conducta.

¿Por qué?

Porque cuando rezamos con kavaná nos damos cuenta que HaShem está en el centro de la realidad de este mundo. La Amidá nos recuerda que HaShem no está a nuestro servicio, por el contrario, somos nosotros quienes debemos servir a HaShem. Así, cuando ponemos a HaShem en el centro, nos movemos un poquito más hacia la periferia y nos volvemos más humildes.

Los pensamientos que se generan luego de estar hablando frente a D-s deberían producir una transformación espiritual «total». Un estado de humildad mucho más profundo y un mayor nivel de paz interior con aquello que sucede más allá de nuestro control.

Ahora bien, si después de haber recitado la Amidá, no nos hemos vuelto menos egocéntrico, menos impacientes, menos materialistas y menos vanidosos, probablemente no hemos rezado la Amidá con la  Kavaná necesaria.

Será el momento, entonces, de poner más atención a la calidad de nuestra Amidá.




AMIDA: HaShem, ayúdame a pedirte ayuda

ה’ שפתי תפתח ופי יגיד תהִלתך

Nuestros Jajamim nos indicaron que antes de comenzar la Amidá debemos recitar un pasuq (versículo bíblico) muy especial que proviene del libro de los Salmos (Tehilim, 51:17) y que dice

 
«HaShem, abre mis labios, para que mi boca proclame 
Tu alabanza». 

Para entender por qué los rabinos eligieron este versículo para introducir la Amidá, es fundamental ver este texto en su contexto original. El Mizmor 51 de Tehilim es un salmo de Teshuba (= arrepentimiento, contrición, confesión) en el cual el Rey David lamenta el pecado con Bat-Sheba.

Al componer este Salmo, David haMelej se encontraba en un estado de profundísima angustia, consumido por la culpa y la vergüenza. David le confiesa a HaShem su pecado y le pide que lo purifique y lo perdone (v.9).  David le ruega a HaShem que le concede un nuevo corazón y que renueve su espíritu (v.12) David le pide a haShem que lo perdone y le asegura a HaShem que como parte de su reparación, sus palabras (las de este Mizmor y otras) van a enseñar el camino de la Teshubá a aquellos que quieren volver a HaShem (v.15). David le reza a D-s con todo su corazón y con su espíritu quebrantado. Y entonces, en un momento, antes de terminar este Salmo (v.17), pareciera como que el Rey de Israel y el poeta más grande que el pueblo judío concoció, se siente sin habla, pierde su elocuencia. El lector puede ver que de repente, el fluir de este Salmo se detiene. Como si David, sintiéndose mucho más cerca de HaShem, de pronto se queda corto de palabras para comunicarse con D-s y seguir buscando Su perdón. David HaMelej hace como una pausa y dice algo así: HaShem, deseo seguir rezando. Pero me doy cuenta de lo pequeño que soy, y de lo infinito que Tú eres. Necesito Tu ayuda para dirigirme a Ti. Para estar aquí, frente a Tu Presencia. He perdido mi elocuencia. Por favor, dame fuerza y ánimo para hablarte  «HaShem, abre mis labios, para que mi boca proclame Tu alabanza «. Con esta solicitud extraordinaria David HaMelej nos transmitió la profundidad de su contrición, su humildad excepcional y sobre todo, nos enseñó que al rezar nos estamos dirigiendo directamente al Creador del Universo, y cuando ésto pasa, incluso el poeta Bíblico más dotado y elocuente, puede perder su habla, e irónicamente necesita la ayuda de D-s para pedir la ayuda de D-s.

La Amidá no es una oración más. Mientras que en todas las demás Tefilot (oraciones) hablamos de D-s, en la Amidá le estamos hablando a D-s. Y si nos tomamos esta idea en serio, seguramente sentiremos lo mismo que sintió David HaMelekh, y al decir este pausq más que repetir las palabras de David haMelej, nos trasformaremos en  David HaMelej. Sentiremos una sensación de reverencia y un sentido de insuficiencia para experimentar la presencia de HaShem y dirigirnos a Él con nuestra propia voz.

Por eso es que  nuestros Rabinos eligieron este versículo para comenzar la Amidá. Para ayudarnos a sentir humildad y comprender la incredible experiencia de hablarle directamente a D-s.




AMIDA: El arte de arrepentirse (Berajá Nro 5, HASHIBENU ABINU)

כי לא תחפוץ במות המת כי אם בשובו מדרכו וחיה
«Porque Tú no deseas la muerte del que merece la muerte,  sino que [deseas que] regrese de su [mal] camino y viva»

 

En esta berajá le pedimos a Dios que nos ayude en el proceso de nuestra teshubá (= arrepentimiento).  Teshuba literalmente significa «volver», regresar a la senda correcta.
Decimos en esta berajá:
«Haznos regresar, nuestro Padre, a Tu Tora …»
Los rabinos del Talmud dicen que el pecado es la consecuencia de un estado de insania temporal.  en adam ba lide jet… ‘una persona no pecaría, a menos que estuviese poseído por un espíritu [temporal] de locura (shetut)’.  A veces nuestra imaginación toma el control de  nuestra mente y estamos virtualmente «poseídos» por pensamientos relacionados con vicios, adicciones, materialismo, ambición, lujuria, etc. En ese momento nuestra mente racional se nubla y nuestro capacidad autocrítica desaparece. En ese momento estamos expuestos a desviarnos del camino correcto…. Una vez que recuperamos nuestro juicio, lo primero que nos damos cuenta es que abandonar el camino de la virtud no fue una buena idea. Y hasta nos preguntamos:¿Cómo es posible que  nuestra mente no nos haya advertido de las consecuencias de nuestras malas acciones? Pero nuestra mente no estaba allí… Por eso nuestros Jajamim  comparan la transgresión con un estado temporal de insania.
Cuando nos desviamos, el camino de regreso no siempre es sencillo. Por lo tanto, en esta berajá le pedimos ayuda a HaShem  para volver a la senda de Su Torá.
«Y acércanos, nuestro Rey, a Tu servicio»
Servir  a HaShem consiste en la práctica y la aplicación de todo lo que aprendemos en la Torá. Por eso decimos primero que debemos volver a estudiar Torá, lo cual nos llevará a servir correctamente a Dios.
«Y haz que regresemos completamente hacia Ti …»
Cuando decimos: «Haz que regresemos», «acércanos», etc. no queremos decir  que esperamos que Dios haga estas acciones por nosotros mientras permanecemos pasivos.  Los seres humanos fuimos bendecidos con la libertad de elección. Lo que implica que somos completamente responsables por nuestras acciones morales. Lo que estamos pidiendo con humildad es que HaShem nos ayude, nos inspire y nos asista para volver a Él y a Su Tora.
«Baruj Atá HaShem haRotsé bitshuba».
Bendito eres Tú, HaShem, que quieres (nuestro) arrepentimiento.

Afirmamos ahora que Dios quiere que volvamos hacia Él. Un principio judío muy importante es que HaShem nos quiere como un padre o una madre ama a sus hijos. Al igual que un padre que no siente placer al castigar a uno de sus hijos, HaShem no desea castigar al que se equivocó. Él quiere que Sus hijos vuelvan al camino correcto. Por eso nos atrevemos a pedirle a Dios que nos ayude en nuestro regreso hacia Él. Sabemos que HaShem «quiere» nuestro arrepentimiento, porque nos ama como un padre y como tal desea nuestro bien.




AMIDA: El milagro de la inteligencia humana (Beraja Nro 4, ATA JONEN)

אתה חונן לאדם דעת

Tú concedes a los seres humanos inteligencia, sabiduria …

Esta berajá inaugura la segunda sección de la Amida, «Pedidos» (baqasha), las bendiciones en las que le solicitamos a Dios satisfacer nuestras necesidades materiales. En esta berajá le pedimos a Dios que nos conceda sabiduría e inteligencia. Pero ¿por qué pedirle a HaShem sabiduría antes que cualquier otra cosa?

En primer lugar porque sin sabiduría no vamos a ser capaces de identificar o valorar lo que ya tenemos, que es esencial para saber qué es lo que realmente necesitamos pedirle a Dios. La inteligencia es esencial para diferenciar entre lo que realmente «precisamos» y lo que solamente «queremos» o «deseamos». Sin sabiduría no solamente no sabríamos «qué» pedirle a Dios,  sino que tampoco sabríamos «qué hacer» con las bendiciones que nos conceda.  Podríamos pensar que necesitamos con urgencia más dinero o éxito. Pero sin sabiduría el dinero o el éxito podrían ser contraproducentes.

Además, esta bendición nos enseña un principio muy importante  «Ata Jonén …» significa: «Tú (= Dios) dotas a los humanos con el don de la sabiduría y la inteligencia. La inteligencia y la sabiduría son dones que Dios le dio exclusivamente a la especie humana. Nuestro cerebro es anatómicamente muy similar a la de los monos. Sin embargo, los seres humanos estamos dotados de «inteligencia», que no es una extensión del cerebro. La inteligencia no es una característica «natural» biológica como la vista, el oído o el sistema digestivo. La inteligencia no se puede justificar en términos evolutivos ya que sin la inteligencia seriamos capaces de sobrevivir como especie. Pero sin la inteligencia no seríamos capaces de conectarnos con Dios, estudiar o enseñar Su Torá o elegir entre el bien y el mal. La inteligencia es lo que hace que los seres humanos seamos únicos entre todas las especies vivas. En este berajá afirmamos que la inteligencia es un milagro, un poder «sobrenatural», un regalo de HaShem (Atá jonén…) a los seres humanos.

VEJONENU MEITEJA …: Pedimos a Dios, que es quien nos regala este don sobrenatural, que nos conceda tres tipos de inteligencia

JOJMA: Jojmá se refiere a la creatividad. La capacidad que una persona tiene, por ejemplo, para descubrir algo nuevo o diferente cuando todo el mundo está mirando la misma cosa. Jojmá es también  la facultad de desarrollar una nueva idea. Para el pueblo judío, esos relámpagos de genialidad no son sólo fruto de nuestro cerebro, sino más que nada un regalo de HaShem

BINA: Una vez que una idea nueva se descubre se necesita «Biná», la sabiduría práctica para aplicar efectivamente esa nueva idea. Algunas personas pueden estar dotados con «Biná» y no con Jojmá, o vice-versa. Algunos, como Yosef contaban con Jojmá y biná, אין נבון וחכם כמוך ) En Bereshit 41:39 le dice Par’o a Yosef «No existe un genio y un sabio como tu». Yosef, con la ayuda de HaShem, vio lo que los demas no podían ver y tambien le dio al Faraon una idea práctica para anticipar los siete años de hambre.

DAAT: Da’at se refiere al buen juicio o criterio que se desarrolla por la experiencia de vida. Las personas difieren en cuánto o cómo aprenden de sus propias experiencias. Algunos tienen la capacidad de aprender de su propia experiencia. Otros tienen dificultades con su da’at y a veces repiten los mismos errores una y otra vez.  Algunos individuos tiene tanto da’at que pueden aprender hasta de las experiencias de los demás

En todas estas áreas necesitamos la ayuda y la inspiración de HaShem. Sabiendo que el último objetivo de todas nuestras facultades intelectuales es establecer y fortalecer nuestra conexión con Él.

לע»נ מר אבי יעקב בן יהודה ז»ל