HILJOT TESHUBÁ 3:7. Shofar, el despertador de conciencias

עורו ישנים משינתכם, והקיצו נרדמים מתרדמתכם

La conciencia (=yetser hatob) es una parte integral de nuestraneshamá (alma humana). Su misión es advertirnos cuando estamos a punto de hacer algo mal.  La conciencia es un mecanismo moral, mental y espiritual muy efectivo cuya misión es protegernos de la mala conducta. Por ejemplo: si estamos a punto de decir algo negativo sobre otra persona (leshón hará) idealmente, nuestra conciencia nos gritará desde adentro para intentar impedirlo. Nos dirá: «No lo hagas». «Es muy malo hablar así de otra persona». «¿Te gustaría que dijesen eso de ti?» etc.

Pero, ¿Qué pasa cuando oímos la voz de la conciencia pero decidimos ignorar su primer llamado? ¿Cuántas veces más nuestra conciencia nos advertirá sobre lo malo que estamos por hacer?

La conciencia grita muy fuerte la primera vez que estamos por hacer algo mal. Los Tsadiqim (=las personas completamente rectas) escuchan y obedecen al primer llamado de su conciencia. Por lo tanto, tienen una conciencia sana, alerta y hiperactiva.

Pero ¿qué pasa si decidimos ignorar la advertencia de nuestra conciencia?

Cuando ignoramos el llamado de atención de nuestra conciencia, su voz interior se hace cada vez más baja y se debilita. Al punto que la conciencia se vuelve virtualmente muda. Y cuando persistimos en nuestro mal accionar la conciencia queda como anestesiada, o en las palabras de Maimónides, se queda dormida.

De acuerdo a Maimónides el Shofar actúa como el despertador de esas conciencias, que por no haber sido escuchadas, se han quedado dormidas.  El Shofar grita a viva voz el siguiente mensaje: «Despertad, despertad,  aquellas [conciencias] que están adormecidas»

Cuando escuchamos el Shofar, debemos pensar que es posible que estemos haciendo cosas equivocadas (perder nuestro tiempo en vanidades materiales, hablar leshon hara, no respetar a nuestros padres, no manejar nuestros negocios con honestidad, etc.) y ni siquiera nos demos cuenta! ¿Por qué? Porque nos hemos acostumbrado tanto a esa rutina negativa, que nuestra conciencia ya se durmió y no nos reclama más.

De acuerdo a Maimónides, el Shofar es un despertador moral y espiritual. Y tiene un efecto positivo impactante en nosotros, ya que nos ayuda a recuperar la voz alta y original de nuestras conciencias dormidas.




HILJOT TESHUBÁ 3:4. ¿Qué nos quiere decir el Shofar?

היתקע שופר בעיר והעם לא יחרדו

La Mitzvá más importante de Rosh Hashaná es escuchar el Shofar. La Torá no menciona la razón por la cual debemos escuchar el Shofar. Pero nuestros Rabinos lo hicieron.

Ellos explicaron entre otras cosas que:

1. El Shofar era utilizado en el antiguo Israel para anunciar la coronación del rey. En Rosh Hashaná anunciamos que HaShem es nuestro Rey . Nosotros somos Sus súbditos y como tal seguimos fielmente Sus reglas. Hay algo más que entendemos cuando pensamos en HaShem como «Rey». Entre otras prerrogativas, el rey tenía el poder de condenar a muerte o perdonar la vida de alguien. En Rosh Hashaná nos damos cuenta que nuestras vidas físicas, su continuidad, depende en última instancia de la voluntad de Dios. Y ya que Él es el Rey Supremo, es Él quien decide continuar o ח»ו acortar nuestras vidas.  Para tener este concepto presente durante Rosh Hashaná y los 10 días de Teshubá agregamos en la Tefilá una palabra clave «melekh» (=Rey). Siempre que mencionamos que HaShem es el Rey, debemos recordar que nuestras vidas están es Sus manos.

2. El Shofar nos recuerda también aqedat Itsjaq. Abraham Abinu estuvo dispuesto a sacrificar a su único hijo, para seguir el mandamiento de HaShem. Una vez que Abraham demostró su amor incondicional, HaShem le ordenó suspender el sacrifico de su hijo. Abraham vio un carnero (=el macho de la oveja ) cuyos cuernos estaban atascados en un matorral, y lo ofreció como sacrificio a Dios en lugar de Itsjaq. El Shofar es un cuerno de carnero y cuando escuchamos el Shofar, recordamos la aqedat Itsjaq.

3. En los tiempos antiguos, el Shofar también era utilizado como una especie de sirena o alarma. Cuando el enemigo se acercaba a la ciudad y estaba a punto de atacar, las autoridades alertaban sobre el inminente ataque a través del Shofar. El sonido del Shofar anunciaba que las vidas de cada individuo estaban en peligro. En Rosh Hashaná el Shofar sirve como una alarma o sirena espiritual. El Shofar anuncia y nos recuerda nuestra inescapable mortalidad, invitándonos a la reflexión y al arrepentimiento. El Shofar nos alerta que HaShem nos está juzgando y que nuestras vidas están siendo evaluadas.

En Hiljot Teshubá 3:4 Maimónides explica que al escuchar el Shofar debemos oír el siguiente mensaje:

 

«Despierten, aquellos que están [espiritualmente] dormidos. Despierten y examinen sus acciones.  Recuerden a su Creador, aquellos que olvidan la realidad [de nuestra mortalidad] la cual  constantemente relegamos, transformándonos así en víctimas de permanentes distracciones temporales, y dedicando todo nuestro tiempo y esfuerzo a perseguir la vanidad y el materialismo vacío, que [a la larga] no nos beneficiará, ni prevalecerá. Examinen sus caminos y sus obras. Abandonen los senderos del mal. Y aléjense de los hábitos destructivos y de los pensamientos [materialistas] vacíos. «




Hiljot Teshubá, (4:1) El efecto domino

והאומר אחטא ואשוב; ובכלל זה האומר אחטא, ויום הכיפורים מכפר

En el capítulo 4 de Hiljot Teshubá Maimónides enumera veinticuatro tipos de acciones o actitudes que impiden o hacen muy difícil para una persona iniciar el proceso de Teshubá (=arrepentimiento).

Tres ejemplos.

EL EFECTO DOMINO (4:1)

«Aquellos que por sus enseñanzas equivocadas … influyen en otras personas a actuar mal y los hace pecar o alejarse de la Torá».

Si hemos enseñado o hemos influido en otras personas a actuar de una manera errónea en el área religiosa, hemos desencadenado un efecto dominó cuya reparación escapa de nuestras manos. En este caso, el arrepentimiento es prácticamente imposible. ¿Por qué? Debido a que parte del proceso de arrepentimiento consiste en reparar lo que hemos hecho mal. En este caso, si por ejemplo hemos enseñado incorrectamente una ley de la Torá, aunque personalmente nos arrepintamos de nuestras acciones equivocadas, va a ser imposible reparar el daño causado ya que nuestras enseñanzas incorrectas ya pueden haber pasado de boca en boca (o de Facebook en Facebook) y provocado que otras personas actúen equivocadamente. En estas circunstancias, a pesar de mi sincero arrepentimiento, la Teshubá completa resulta imposible.

LA TESHUBÁ CALCULADA (4:1)

Si uno comete una transgresión con la intención de arrepentirse más tarde, esa transgresión no es perdonada. Maimónides se refiere aquí a una situación en la que yo estoy a punto de cometer un pecado y antes hacerlo me digo a mí mismo: «Ya que la Teshubá sirve para perdonar todas mis transgresiones, voy a pecar ahora y me arrepentiré de esa transgresión más adelante». O si me digo a mí mismo: «Voy a pecar ahora y Dios me perdonará por este pecado en Yom Kipur». En estas condiciones la Teshubá es inaceptable. Debido que la Teshubá es recibida por HaShem cuando se trata de un arrepentimiento sincero, no cuando es parte de un arrepentimiento calculado de antemano.

PERSONALIDAD DEFENSIVA (4:2)
Cuando alguien se niega sistemáticamente a ser corregido o criticado, es muy difícil que haga Teshubá. Imagínense a una persona incapaz de aceptar una mínima crítica constructiva, incluso cuando viene de aquellos que se preocupan por su bienestar. Muchas veces, este tipo de personalidad disfuncional es consecuencia de la baja autoestima u otros problemas psicológicos (=gaava) que impiden a una persona hacer frente a cualquier crítica. Esta persona, Maimónides concluye, probablemente continuará con sus malos hábitos, porque es incapaz de verse a sí misma como otras personas lo perciben.

SHABBAT SHALOM!




Hiljot Teshuba 3:14. Dañar con palabras

En el tercer capítulo de Hiljot Teshubá, Halajá 5, Maimónides afirma que los Yehudim tienen parte en el mundo por venir,  olam habba, la vida después de esta vida.
A continuación (3:6) Maimónides describe las excepciones a esta regla. Es decir, aquellos que por la gravedad de su mal accionar están excluidos de la vida en el mundo por venir, a menos que se arrepientan mientras están con vida y reparen el daño causado. Maimónides enumera veinticuatro tipos de ofensas graves que pertenecen a esta categoría. Por ejemplo, cuando alguien hace declaraciones heréticas, como negar la existencia de Dios, atribuir a HaShem una imagen o cuerpo, negar la divinidad de la Torá, etc.  En esta categoría también se incluyen pecados con efectos irreparables, como actos de traición hacia otro Yehudí o hacia el pueblo judío (moserim), o cuando uno causa que los demás abandonen o se alejen de la Tora, etc.
Hacia el final del capítulo (3:14) Maimónides se refiere a ocho casos, que a pesar de ser de una gravedad menor, también fueron mencionados por los rabinos como pecados que merecerían perder la vida en el mundo venidero.
Entre ellos menciona casos que en términos modernos los categorizaríamos «acoso» o «abuso verbal».  Por ejemplo, cuando nos burlamos de otra persona llamándola con un apodo ofensivo; cuando hostigamos a alguna persona repitiendo una y otra vez ese sobrenombre; cuando avergonzamos a alguien en publico, o cuando humillamos a alguien, para parecer nosotros más importantes.
El acoso verbal, avergonzar o humillar al otro, es una ofensa que puede causar tanto daño como la violencia física, o más. A diferencia de la violencia física,  el acoso verbal no suele ser penalizado por la ley secular y podría pasar desapercibido durante mucho tiempo. Las víctimas de acoso verbal, son por lo general niños vulneravles de caracter débil, y/o jóvenes que sufren de una baja autoestima. Por eso no se atreven a denunciar a aquellos que los molestan. La baja autoestima, a su vez, se incrementa cuando uno es víctima de la violencia verbal…  Debido a esto, este abuso psicológico deja secuelas emocionales que pueden ser más devastadoras que la violencia física, ya que pueden durar por mucho tiempo.
En algunos lugares, por ejemplo en las escuelas  publicas de Estados Unidos, consideran que este tipo de agresión psicológica entre los niños (conocido en inglés como «bullying») se ha tornado epidémico. En las aulas o en el autobús escolar los estudiantes se dividen en tres grupos: los líderes matones que hostigan verbalmente de los demás, las pobres víctimas, y los estudiantes que miran y no hacen nada.
Como padres, tenemos que estar alerta de este fenómeno y detectar los síntomas de violencia verbal. Debemos enseñar a nuestros hijos, en primer lugar a identificar y denunciar el acoso, si son víctimas de él. En segundo lugar, debemos enseñarles a no ser espectadores pasivos cuando son testigos de abuso o acoso a otros niños. Y en tercer lugar, lo más importante, es enseñarles a respetar la dignidad de todo ser humano y mantenerse muy alejado de este comportamiento destructivo.



Hiljot Teshuba 3:1-8 El delicado balance

  לפיכך צריך כל אדם שיראה עצמו כל השנה כולה, כאילו חצייו זכאי וחצייו חייב
En el tercer capítulo de su Hiljot Teshubá Maimónides explica que en términos de la conducta religiosa, encontramos tres categorías de personas: rasha ‘, tsadiq y benoni.
El rasha’ (el malvado) es la persona cuyo balance de buenas acciones contra malas acciones es negativo. El tzadiq (la persona recta) es el que ha hecho más bien que mal. Y el benoni (el individuo promedio) es definido por Maimónides como la persona cuyas acciones buenas y malas se encuentran en un estado de equilibrio (3:1).
En una Halajá posterior (3:4) Maimónides aclara que el cálculo de la culpa y los méritos es inaccesible para nosotros. Esta estimación no depende de la cantidad de Mitsvot que hayamos hecho, ni de un sistema de «puntos acumulados».  En realidad sólo Dios conoce este cálculo  ¿Por qué? Porque sólo Él sabe, por ejemplo, cuál es nuestro verdadero potencial positivo. Si mi potencial es 10 y yo alcancé 7, tengo menos mérito que aquella persona cuyo potencial es 5 y llegó a 5.
Otro ejemplo, sólo HaShem conoce las  fuerzas psicológicas negativas que impulsan a una persona. Cuánto más intensas son estas fuerzas, más mérito tiene el individuo que se sobrepone a ellas.  Para una persona puede resultar muy fácil no robar porque tiene una inclinación natural a la honestidad. Para otro individuo, dejar de robar y de mentir representa un enorme desafío.
El balance de nuestro mérito o nuestra culpa, dice Maimónides,  sólo lo sabe HaShem.
Este pensamiento lleva a Maimónides a la siguiente pregunta: Ya que no puedo saber si a los ojos de Dios yo soy o no soy una persona justa  ¿Cómo tengo que verme a mí  mismo?
Si me viera a mí mismo como una persona justa podría confiar demasiado en mis méritos y permanecer en la inercia, no hacer nada más para mejorar mi vida. Por otro lado, si me veo como un malvado, podría pensar que ya estoy más allá de una posible recuperación (=estado de ye-ush, i.e., cuando uno se da por vencido) y no haré nada para mejorar.
Maimónides concluye (3:8) que una persona siempre debe percibirse a sí misma como en un perfecto 50/50. Como que el balance de mis buenas y malas acciones está en un delicado punto de equilibrio entre méritos y pecados, permanentemente.  Al saber que estoy en ese estado de equilibrio, la próxima acción que voy a hacer, cuenta!  Lo que yo haga en los próximos minutos es importantísimo, porque va a definir si soy una buena o una mala persona.
Mi siguiente opción es el punto de inflexión de toda mi personalidad. Lo que yo haga a continuación determinará quién realmente soy.



Hiljot TESHUBA 2:10: ¿Cómo mejorar nuestra calidad de vida?

רבונו של עולם הריני מוחל וסולח
La semana pasada explicamos que cuando alguien se disculpa por habernos hecho algo malo, voluntaria o involuntariamente,  debemos estar dispuestos a perdonar y a olvidar (ver aquí). Después de todo, en estos días le estamos pidiendo a Dios que nos perdone, y dar el primer paso perdonando a los demás, nos hará sin dudas más merecedores del perdón de HaShem.
Pregunta: ¿Podemos perdonar a los demás por nuestra cuenta, o debemos esperar que nos vengan a pedir perdón?
Hay una diferencia fundamental entre pedir perdón y otorgar el perdón. Conceder el perdón se puede hacer de manera unilateral. Obviamente, es mejor y más apropiado cuando quien nos dañó u ofendió viene y se disculpa ante nosotros. Pero a veces las personas son tímidas o tienen demasiadas barreras psicológicas, como orgullo o baja autoestima (generalmente estos dos problema van de la mano) lo cual les impide la posibilidad de hacerse cargo de sus malas acciones y pedir disculpas.
Entonces, podemos perdonar unilateralmente.
En la Guemará Meguilá 28a, leemos que los alumnos de Rabbi Nejuniá ben haQané, que era muy anciano, le preguntaron: «¿Qué obras especiales ha hecho usted, nuestro Maestro, para merecer vivir tantos años? Rabbi Nejuniá entre otras cosas, dijo que «el rencor hacia mi prójimo nunca llegó hasta mi cama» (ולא עלתה על מיטתי קללת חברי). La Gemará explica que Mor Zutra explicaba (=aplicaba) esta regla de la siguiente manera: cada noche antes de acostarse decía: «Perdono a todos aquellos que me han ofendido» el día de hoy.
En otras palabras, todas las noches antes de ir a dormir Rabbi Nejunyá,  Mor Zutrá y probablemente muchos otros Jajamim practicaban el «perdón unilateral». Esta exoneración por iniciativa propia liberaba a Rabbi Nejunyá de cualquier odio o resentimiento hacia el prójimo, y tuvo un impacto positivo en la cantidad  (y probablemente también en la calidad) de años que vivió.
Hay una hermosa Tefilá que se encuentra en todo libro de oraciones en la sección de Qeriat Shema ‘al haMitá, inspirada en el ejemplo de rabbi Nejuniá, que decimos todas las noches inmediatamente previo al Shemá Israel, antes de dormir.
El siguiente es un extracto breve de esta oración «RIBBONO SHEL OLAM, HARENI MOJEL VESOLEAJ …»
Amo del Universo! He aquí que yo perdono a cualquier persona que me haya agraviado o me haya ofendido. Ya sea que haya afectado mi persona, a mi dinero o a mi honor, o a cualquier otro aspecto de mí. Lo perdono, ya sea que haya pecado contra mí accidentalmente o voluntariamente; por negligencia o con premeditación; por medio de la palabra o por medio de la acción física. Lo perdono. Y te pido HaShem, que ninguna persona sea castigada por mi culpa …


Aclaración:

Aquí nos referimos a perdonar ofensas menores, en particular agravios sociales, es decir, cuando un amigo, un familiar o un vecino, dijo algo negativo de nosotros o hizo algo que nos ofendió, etc.  No estamos hablando de crímenes, actos de terrorismo, etc



Hiljot Teshubá 2:10, Perdonar, por nuestro propio bien

Los días de Elul son días de Teshubá. Le pedimos perdón a HaShem por cualquier transgresión que pudimos haber hecho en contra de Su Torá, voluntaria o involuntariamente.

También debemos pedir perdón a nuestros compañeros, amigos y familiares por las ofensas o por los daños que pudimos haberles causado.

Y también tenemos que estar dispuestos a perdonar.

En el capítulo 2, Halajá 10 de HILJOT TESHUBA Maimónides habla sobre la importancia de perdonar.

«Está prohibido que una persona sea cruel y se niegue a perdonar… cuando alguien se acerca a él pidiéndole perdón, debe perdonarlo con todo su corazón y con un espíritu positivo… sin buscar la venganza ni guardar resentimiento… esta es la actitud de los descendientes de Israel [zera’ Israel] «

Perdonar es un acto sicológico muy complejo y a veces emocionalmente difícil. Pero en estos días de Teshubá, cuando estamos pidiendo a HaShem que nos conceda Su perdón, los Yehudim debemos estar dispuestos a perdonar a quienes nos han ofendido.  No podemos pretender ser perdonados por Dios si no somos capaces de perdonar al prójimo.

El verdadero «perdón» incluye también nuestra capacidad de olvidar. Debemos recordar definitivamente las lecciones que hemos aprendido de todas nuestras experiencias negativas. Pero tenemos que hacer un gran esfuerzo para borrar el deseo de venganza, el resentimiento y los sentimientos de odio que podrían estar creciendo dentro de nosotros.

Si hemos decidido perdonar a quien nos ofendió, pero de alguna manera todavía guardamos rencor y resentimiento, el perdón no se ha alcanzado. Hay que entender que al no perdonar nos causamos un gran daño a nosotros mismos. Cuando no eliminamos de nuestra mente los sentimientos de animosidad hacia quien nos ofendió, le permitimos a esa persona–a su imagen y a su recuerdo negativo–apoderarse de nuestra atención, de nuestros pensamientos y de nuestro corazón (en algunos casos:  de nuestras vidas).

Es cierto que perdonar es bueno para quien nos ofendió, porque le estamos ofreciendo con generosidad la oportunidad de reconciliación.  Pero sin duda, quien más se beneficia del perdón es la víctima, quien fue ofendido. Al perdonar uno elimina de su sistema emocional el rencor, el odio y el resentimiento, todos esos sentimientos autodestructivos, y uno recupera el control de su estabilidad emocional.

Aclaración: Aquí nos referimos a perdonar ofensas menores, en particular a agravios sociales, es decir, cuando un amigo, un familiar o un vecino, dijo algo negativo de nosotros o hizo algo que nos ofendió, etc.  No estamos hablando de crímenes, actos de terrorismo, etc. 




TESHUBA y los doce pasos

א  כל המצוות שבתורה, בין עשה בין לא תעשה–אם עבר אדם על אחת מהן, בין בזדון בין
 בשגגה–כשיעשה תשובה וישוב מחטאו, חייב להתוודות לפני האל ברוך הוא

Hilkhot Teshuba 1: 1

«Para todos los mandamientos de la Tora, cuando una persona transgrede una prohibición o cuando no ha cumplido un mandamiento positivo, voluntaria o involuntariamente, al arrepentirse y lamentarse de haber pecado, uno tiene que confesar delante de Dios ….».

En el comienzo de Hiljot Teshubá Maimónides aclara que la Mitsvá de Teshubá (=arrepentimiento) consiste en el Vidui, o «confesión» de nuestros pecados.

Los sentimientos naturales de culpa y remordimiento, en hebreo «jaratá», son en realidad un requisito previo para la Teshubá, pero no son la esencia de la Teshubá. Para Maimónides la Teshubá sólo tiene lugar cuando hacemos la confesión verbal de nuestras malas acciones.

Del mismo modo los psicólogos explican que un paciente comienza su curación cuando es capaz de verbalizar su trauma o problema (catarsis). En el proceso de Teshubá llegamos a la admisión definitiva de nuestros pecados sólo cuando somos capaces de articular nuestras transgresiones con palabras, no con ideas.

Cualquiera que esté familiarizado con el proceso de Teshubá delineado por Maimónides, apreciará que la institución Alcohólicos Anónimos (A.A.), al igual que otras agencias que ayudan a las personas a recuperarse de todo tipo de adicciones, ha desarrollado un programa de recuperación llamado «Los 12 pasos». El primer paso de este programa consiste en admitir que uno tiene un problema. Esta admisión rompe el círculo vicioso de excusas. Normalmente,  cuando alguien es criticado por tener un problema con el alcohol, probablemente se excuse diciendo:. «Yo no soy alcohólico! Apenas tomo un par de tragos por día. Estoy totalmente en control de lo que hago y si quiero, puedo parar».

El mayor desafío que un alcohólico necesita superar cuando quiere curarse es acabar con todas sus excusas y admitir su problema. Por eso, cuando alguien asiste a las reuniones de A.A.  el primer paso hacia una cura es que esa persona diga en voz alta y clara su «Vidui»: «Mi nombre es José y soy alcohólico.»
Tengamos en cuenta que el adicto debe articular y verbalizar su problema, no sólo pensar en él. Lo mismo ocurre con el Vidui en relación al proceso de Teshubá, la articulación de nuestros errores es un requisito indispensable para superar la negación y terminar con las excusas, conscientes o subconscientes.

En el proceso de Teshubá, como hemos explicado, el paso más crítico es el Vidui. Porque nos permite vencer nuestra propia negación y admitir nuestras malas acciones y defectos.



¿Por qué nos referimos a HaShem como Rey?

Anteriormente,  explicamos el nombre  «Abinu», nuestro padre, en referencia a HaShem. Ahora vamos a explicar la palabra «melej», Rey, con la cual nos referimos a HaShem muchas veces, tanto en la Tora como en nuestras oraciones diarias.
¿Por qué llamamos a D-s Melej, «Rey» o Malkenu, «nuestro Rey»?
Hay al menos dos razones que nos referimos a HaShem como nuestro Rey.
La primera razón es porque nosotros, el pueblo judío, nos consideramos sujetos (o súbditos) de D-s .  Seguimos y obedecemos Sus leyes como los súbditos obedecen las leyes de su Rey o Gobernante.
La primera vez que el pueblo judío proclamó a HaShem como su Rey fue inmediatamente después que salieron de Egipto. Cuando cruzaron el mar Rojo y cantaron Shirat Hayam, «la canción del mar» en gratitud a HaShem por su salvación. Al terminar esa canción dijeron: «HaShem imloj le’olam va’ed», HaShem será (nuestro) Rey para siempre» .
Poco tiempo después, cuando el pueblo de Israel estuvo al pie en el Monte Sinaí, recibió los 10 Mandamientos, y aunque la palabramelej no se utiliza explícitamente en ellos, la idea de D-s como Soberano, se transmite claramente en el primer mandamiento. Según Maimónides, el primer mandamiento consiste en aceptar a HaShem como «ELOQEJA», que en este contexto significa, «Juez Supremo», o Soberano. En otras palabras, el primer mandamiento dice: «Yo soy HaShem, tu autoridad más alta (= Eloqekha), Yo soy el que te liberó de la esclavitud de Egipto», por lo tanto, ya no eres un esclavo del Faraón. Ahora, yo soy tu Soberano, y tú eres uno de Mis súbditos.
Esta idea cardinal se repite nuevamente, utilizando una vez mas la misma palabra, «Eloqenu», en el sentido de «Soberano», en el primer pasuq del  Shema Israel: «Escucha, Israel, HaShem es nuestro Dios …». Los rabinos dijeron explícitamente que al recitar estas palabras hay que «aceptar sobre nosotros el yugo del Reino de los Cielos», (qabbalat ‘ol maljut Shamayim), en otras palabras, reconocemos a HaShem como nuestro Rey y Soberano.
HaShem es obviamente melej ha’olam, el Soberano de todo el mundo. Pero lo que hace al pueblo de Israel especial, lo que nos distingue del resto del mundo, es que nosotros reconocemos a HaShem como el Rey. ¿Cómo expresamos nuestro reconocimiento y aceptación de HaShem como nuestro Rey, más allá de las proclamas verbales,? Al vivir según Sus leyes, es decir, según los mandamientos de la Tora.
Algo más. En el mundo antiguo (y tal vez en algunas partes de nuestro mundo moderno esto sigue siendo igual …) el rey, el gobernante humano, se concebía a sí mismo, y era visto por sus sujetos,  como un Soberano supremo. Los reyes se sentían superiores. Como establecían las leyes que sus súbditos debían obedecer bajo pena de muerte, los Reyes se sentían sobrehumanos, prácticamente «dioses», a los que había que obedecer y rendir pleitesía. En este sentido se puede decir que, mientras los pueblos gentiles concebían a su rey como su dios, nosotros, el pueblo judío, proclamamos a Dios como nuestro Rey y Soberano.
(En la antigüedad, este sentimiento de «divinidad» era especialmente cierto en el caso de  los «emperadores». Me explico:… En el pasado existian reyes y emperadores Los emperadores, como Nebujadnezzar, Ajashverosh, los emperadores romanos, etc. gobernaban sobre varios reinados y sobre varios reyes. Por eso el emperador era  llamado en hebreo «melej melajim», el rey de reyes. Los emperadores se sentían como «dioses» virtuales porque no había nadie en el mundo que fuera más poderoso que ellos. Mientras que los reyes estaban sujetos a ellos, ellos, los emperadores, no debían obediencia a nadie. Esta es la razón por la cual nos referimos a HaShem como Melekh Malkhe haMelakhim, «el Rey de los reyes de reyes», en otras palabras, HaShem es el que gobierna sobre reyes, y también sobre los emperadores).
Hay una razón adicional, más profunda, por la cual llamamos a HaShem Rey, como lo explicaremos a continuación.
Nuestros Jajamim establecieron la recitación de Berajot (bendiciones) cuando uno come algo, o cuando uno disfruta de un aroma agradable o también cuando uno ve algo singular. Estas ultimas berajot se llaman birkot hareiya, las bendiciones que se dicen cuando alguien ve algo que lo alegra mucho, por ejemplo shehejeyanu cuando uno se encuentra con  un ser querido que no vio durante más de un mes, o cuando uno ve algún fenómeno natural excepcional, o también cuando uno ve un eminente Sabio de Israel o un Monarca, un rey, judío o gentil.
La beraja que se dice cuando uno ve a un Rey (gentil) es “shenatan mekebodo lebasar vadam”  “Bendito eres Tu HaShem que le otorgaste a un ser humano una fracción de Tu honor” . Ahora bien, ¿Qué tipo de Monarca califica para mercer esta Beraja? ¿Qué pasa por ejemplo, con el Rey de España, o de Bélgica, que no tienen hoy la autoridad suprema que solía tener un Rey? ¿Se dice esta bendición por estos Monarcas que tienen un poder mas bien simbólico y representativo? La respuesta es que la bendición del Rey se dirá solamente al ver un Rey que tiene jurisdicción sobre la vida de sus sujetos. Un Soberano con la autoridad para decretar la pena capital o indultar a un ciudadano condenado a muerte.  Sin juzgar los méritos o no de ese Rey, es esa autoridad suprema, la potestad sobre la vida de sus sujetos, la que definirá a este individuo como un autentico Monarca.
Ahora podemos entender mejor lo que queremos significar cuando nos referimos a HaShem como REY, particularmente en nuestras Tefilot (rezos o plegarias) de Rosh HaShana y Yom Kippur.  Al llamar a HaShem “Rey” reconocemos que nuestras vidas físicas, la continuación de nustra existencia, está en manos de HaShem. En realidad, cada vez que decimos “melej” deberiamos asumir nuestra inescapable mortalidad (que por lo general ignoramos) y nuestra dependencia total en la bondad de HaShem, Quien tiene la última palabra sobre la continuación o la interrupción inmediata de mi vida. Esta idea, lejos de hacernos temer, nos debe ayudar a apreciar inmensamente cada instante de nuestras vidas.
La palabra Melej entendida en este sentido es muy relevante durante Rosh HaShana y Yom Kippur porque es entonces cuando nuestras vidas son juzgadas.
Rabbi Akibá formuló una combinación litúrgica de dos formas de llamar a HaShem, que manifiestan dos polos opuestos: “Abinu Malkenu” (nuestro Padre, nuestro Rey). Abinu, como ya explicamos, quiere decir que HaShem es nuestro progenitor,  el que nos dio la vida. Mientras que Malkenu afirma que nuestras vidas están en Sus manos, y que HaShem, es el Rey Supremo con la autoridad y la posiblidad de interrumpir nuestra existencia.  “Abinu Malkenu” nos recuerda que nuestra vida es un regalo de HaShem, desde el principio hasta al final.



AMIDA: El arte de arrepentirse (Berajá Nro 5, HASHIBENU ABINU)

כי לא תחפוץ במות המת כי אם בשובו מדרכו וחיה
«Porque Tú no deseas la muerte del que merece la muerte,  sino que [deseas que] regrese de su [mal] camino y viva»

 

En esta berajá le pedimos a Dios que nos ayude en el proceso de nuestra teshubá (= arrepentimiento).  Teshuba literalmente significa «volver», regresar a la senda correcta.
Decimos en esta berajá:
«Haznos regresar, nuestro Padre, a Tu Tora …»
Los rabinos del Talmud dicen que el pecado es la consecuencia de un estado de insania temporal.  en adam ba lide jet… ‘una persona no pecaría, a menos que estuviese poseído por un espíritu [temporal] de locura (shetut)’.  A veces nuestra imaginación toma el control de  nuestra mente y estamos virtualmente «poseídos» por pensamientos relacionados con vicios, adicciones, materialismo, ambición, lujuria, etc. En ese momento nuestra mente racional se nubla y nuestro capacidad autocrítica desaparece. En ese momento estamos expuestos a desviarnos del camino correcto…. Una vez que recuperamos nuestro juicio, lo primero que nos damos cuenta es que abandonar el camino de la virtud no fue una buena idea. Y hasta nos preguntamos:¿Cómo es posible que  nuestra mente no nos haya advertido de las consecuencias de nuestras malas acciones? Pero nuestra mente no estaba allí… Por eso nuestros Jajamim  comparan la transgresión con un estado temporal de insania.
Cuando nos desviamos, el camino de regreso no siempre es sencillo. Por lo tanto, en esta berajá le pedimos ayuda a HaShem  para volver a la senda de Su Torá.
«Y acércanos, nuestro Rey, a Tu servicio»
Servir  a HaShem consiste en la práctica y la aplicación de todo lo que aprendemos en la Torá. Por eso decimos primero que debemos volver a estudiar Torá, lo cual nos llevará a servir correctamente a Dios.
«Y haz que regresemos completamente hacia Ti …»
Cuando decimos: «Haz que regresemos», «acércanos», etc. no queremos decir  que esperamos que Dios haga estas acciones por nosotros mientras permanecemos pasivos.  Los seres humanos fuimos bendecidos con la libertad de elección. Lo que implica que somos completamente responsables por nuestras acciones morales. Lo que estamos pidiendo con humildad es que HaShem nos ayude, nos inspire y nos asista para volver a Él y a Su Tora.
«Baruj Atá HaShem haRotsé bitshuba».
Bendito eres Tú, HaShem, que quieres (nuestro) arrepentimiento.

Afirmamos ahora que Dios quiere que volvamos hacia Él. Un principio judío muy importante es que HaShem nos quiere como un padre o una madre ama a sus hijos. Al igual que un padre que no siente placer al castigar a uno de sus hijos, HaShem no desea castigar al que se equivocó. Él quiere que Sus hijos vuelvan al camino correcto. Por eso nos atrevemos a pedirle a Dios que nos ayude en nuestro regreso hacia Él. Sabemos que HaShem «quiere» nuestro arrepentimiento, porque nos ama como un padre y como tal desea nuestro bien.