SEGUNDO MANDAMIENTO: No desplazarás a Dios

לא יהיה לך
El segundo mandamiento contiene 4 preceptos.  1. La prohibición de creer en cualquier dios o entidad, mitológica o natural, a la que se le atribuya inteligencia o un poder divino.  2. La prohibición de hacer ídolos. 3 La prohibición de postrarse ante ídolos  4. La prohibición de adorar o servir ídolos o falsos dioses.
El primero de estos 4 preceptos, en hebreo לא יהיה לך consiste según lo define Maimónides (Mishné Torá 1:6) en «concebir» que existen otros poderes divinos, independientes de HaShem.
Para ser más claros, no se trata aquí de no creer en Dios. Ni se trata de adorar o servir a algún otro dios o ídolo (eso vendrá en los próximos 3 preceptos de este mismo mandamiento). Esta Mitsvá, al igual que el primer mandamiento, se circunscribe al universo de las ideas y creencias. En este caso, aceptar, concebir o declarar que existe otro dios u otro poder independiente de HaShem.
En el contexto histórico de la Torá, los pueblos paganos de la antigüedad aceptaban y declaraban la existencia de multiples poderes «divinos», dotados de inteligencia y autonomía. Por ejemplo: en el mundo pagano, los astrólogos aseguraban que los planetas ejercen una influencia en los acontecimientos de la vida humana. Los  griegos y los romanos representaban dioses antropomórficos que supuestamente dominaban el mar, la tierra, la fertilidad, etc.
Uno podría pensar que en la actualidad, el hombre moderno ha llegado a un conocimiento muy avanzado que le permite entender la realidad sin prejuicios medievales. Aunque eso no quiere decir que la humanidad haya superado totalmente la tentación de reemplazar a Dios. Esa tentación, como tratamos de explicar ayer, no se debe a un deseo de no «creer» en Dios. El mayor desafío de una persona liberal es aceptar lo que declara el primer mandamiento: al «autoridad» de Dios.   En la antigüedad, como en el famoso caso del rey Nimrod,  aceptar la autoridad de Dios implicaba una gran limitación a la autoridad del rey. Por eso, la gran necesidad de desplazar a Dios y reemplazarlo por al autoridad del monarca de turno. Pero éste no es un fenómeno que ocurrió sólo en el pasado. Los individuos que tienen un problema con el concepto de Dios como autoridad van a hacer todos los esfuerzos posibles para seguir «desplazando a HaShem» y reemplazarlo por otros «dioses» que no demandan nada de nuestra conducta.
Estuve viendo un maravilloso documental de «Nature»  realizado por PBS, donde se presentan los increíbles trucos que desarrollan ciertos animales para engañar a sus depredadores. Creo que vale la pena verlo porque me parece que  refuerza nuestra Emuná en la infinita Sabiduría de HaShem, que permite a cada especie desarrollar una estrategia diferente para que se pueda conservar, cambiado sus colores, disimulando su olor, o fingiendo su propia muerte (ver aquí el trailer ).
Claro que la productora PBS, fiel a su filosofía liberal, no va a estar diciendo lo que dijo el rey David en Tehilim cuando hablo de la naturaleza , » ‘מה רבו מעשיך ה», «Qué grandes son Tus obras, HaShem!». PBS pone mucho cuidado en aclarar cada vez que presenta alguno de estos increíble trucos (algunos de los cuales PBS llama «milagrosos») que estos increíbles trucos son el resultado de «millones de años de evolución». Como si la evolución fuera una entidad inteligente, independiente de Dios, que por mecanismos aleatorios maneja todo el sistema ecológico de nuestro planeta.
Creo que la atribución de esta Sabiduría e Inteligencia a la naturaleza constituye ejemplo moderno del desplazamiento de Dios y su reemplazo por un supuesto super-poder al que no se lo llama «Dios» o «Creador», pero se lo trata como tal.

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PRIMER MANDAMIENTO: El becerro de oro

אנכי ה’ אלקיך
Cuando el pueblo de Israel vio que Moshé tardaba en regresar del Monte Sinaí hicieron un ídolo, un becerro de oro. En la inauguración oficial de esa nueva «religión», similar a la religión de los egipcios que adoraban animales,  declararon: «Ele ELOQUEJA Israel», «Este es tu Dios, Israel».
Es interesante observar que, consciente o inconscientemente, utilizaron la misma expresión que HaShem utilizó en el primer mandamiento cuando dijo «Anojí HaShem, ELOQUEJA», Yo HaShem, soy tu Dios».
Evidentemente la intención NO era reemplazar a HaShem por un becerro de oro. El pueblo judío seguía creyendo en Dios. Pero no todos estaban conformes con que HaShem sea «ELOQUEJA»: un Dios al que uno «sirve» comportándose con integridad y con una conducta moral intachable…
El becerro de oro era un «ELOQUEJA» completamente diferente. Para «servirlo» el pueblo se emborrachó y se entregó a la lujuria y a la promiscuidad. Esa es la forma de adorar a los ídolos paganos.
Este detalle es revelador y muy relevante para comprender la naturaleza de nuestra Emuná o fe judía.    Más allá de lo obvio, la principal diferencia entre servir a HaShem y servir al becerro es que el becerro de oro NO habla, no se revela, no demanda nada, no se mete en lo hago o dejo de hacer. Mientras que HaShem exige que practiquemos la quedushá, que obedezcamos elevandonos y controlando nuestros impulsos, al becerro de oro se lo adora justamente obedeciendo a los más bajos instintos. El becerro de oro NO se entromete en mi vida privada.  No tiene demandas éticas ni espirituales.  Al igual que los dioses griegos o romanos, sólo me pide que de vez en cuando le ofrezca algún sacrificio, para satisfacer SUS apetitos…
Yo leí un poco sobre la vida de Albert Einstein, un gran científico y alguien que ayudó al Estado de Israel.  Siempre me interesó comprender su filosofía religiosa.   Lo que aprendí es que Einstein creía en Dios, pero a su manera. No creía en el Dios de Abraham Itsjaq y Yaaqob, un Dios «personal», es decir, que nos indica qué debemos hacer con nuestras vidas.
El dios de Einstein y de muchos individuos progresistas o liberales, es el sabio creador del mundo, pero no se mete en lo que yo hago o dejo de hacer. Es como el dios de Aristóteles que creó el mundo y luego lo abandonó a su suerte. O el dios pasivo que Espinoza que es todo (o nada) a la vez, pero que no tiene una voluntad específica, o si la tiene no la manifiesta.  La paradoja es que millones de individuos creen en Dios, pero se relacionan con Él ח»ו como si se tratara del becerro de oro:  no piensan que necesariamente hay que obedecer Su voluntad.
El primer mandamiento, por el otro lado, deja muy en claro que HaShem no es sólo el Creador. Él es también quien define qué está bien y qué está mal.  La forma judía de relacionarnos con Dios pasa en primer lugar por la obediencia a Sus mandamientos. Por observar el código de conducta que Él estableció. Nuestra relación con HaShem, tal como la relación entre esposos o entre padres e hijos, consiste en una serie de derechos y obligaciones.
Siguiendo el primer mandamiento, nosotros, el pueblo de Israel, demostramos nuestra creencia y amor por Dios, obedeciendo Su voluntad.
 לע»נ הלל יפה אריאל , ז»ל



PRIMER MANDAMIENTO: La diferencia entre «Dios» y «Soberano»

אנכי ה’ אלקיך
Ya explicamos que la declaración inicial de los Diez Mandamientos «Yo soy HaShem tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavos» (Ex. 20: 2) puede ser visto como una introducción a los 10 Mandamientos, o como un precepto, una Mitsvá, independiente. Siguiendo esta segunda opinión, la de Maimónides, debemos preguntamos ¿cuál es la obligación específica que este mandamiento nos está indicando?
Tradicionalmente se entiende que este mandamiento expresa nuestro deber de creer en «la existencia» de Dios. Lo cual, como vimos, fue cuestionado por algunos rabinos que opinaban que nuestra creencia en Dios no puede ser objeto de una «ordenanza» bíblica.
Puede haber, sin embargo, una forma un poco más profunda de entender este mandamiento que creo que nos ayudará a comprenderlo mejor y nos facilitará armonizar entre las dos opiniones en conflicto.
Para comenzar, debemos leer con mucha atención las breves pero muy precisas palabras de Maimónides en el Sefer HaMitsvot y en Mishné Torá, Yesodé haTora 1: 5-6, donde se ve que Maimónides se refiere a la creencia en Dios como un ‘iqar, un principio de nuestra fe, más que como una «orden» a cumplir. Nosotros, el pueblo judío, hemos adquirido el conocimiento de la existencia de Dios, en primer lugar, por nuestros ancestros, quienes fueron testigos presenciales de la revelación de HaShem en el monte Sinaí. Nosotros «heredamos»  su experiencia, y así nos convertimos también en «testigos» de Su existencia. Basados en esta experiencia heredada también desarrollamos nuestra propia percepción intelectual y nuestra vivencia personal.
De ser así, si este mandamiento NO expresa la orden de creer en la «existencia» de Dios, ¿qué es lo que nos está ordenando?
Tendríamos que examinar en profundidad 2 palabras. La primera es el verbo «ser» en presente (Yo soy) y la segunda la palabra hebrea ELOQUEJA (convencionalmente traducida como «tu Dios»).
SOY
Leamos de nuevos las tres primeras palabras del Primer mandamiento:  «אנכי ה’ אלקיך» . Tradicionalmente se traducen como «Yo soy HaShem ELOQUEJA (=tu Dios)». Pero aquí podemos identificar una ambigüedad. En hebreo el verbo «ser»en tiempo presente no se escribe. La palabra «soy», en hebreo, no existe. Está implícita en esta frase. Este hecho, por lo tanto, nos da lugar a intentar una traducción diferente, sin desviarnos en absoluto del significado literal de este versículo. En lugar de «Yo soy HaShem ELOQUEJA» , podríamos traducirlo como: «Yo, HaShem, soy  ELOQUEJA» . ¿Cual es la diferencia?

Entendido como una orden «Yo soy HaShem ELOQUEJA» nos estaría indicando la obligación de creer en la existencia de Dios. Mientras que «Yo, HaShem, soy ELOQUEJA» , nos indicaría que HaShem, a Quien ya conocemos y en Quien ya creemos, es nuestro ELOQUEJA. En esta segunda traducción  la existencia de Dios se da como un hecho conocido y la obligación que de aquí se desprende es la de afirmar y comportarnos sabiendo que HaShem es nuestro ELOQUEJA.

ELOQUEJA
Ahora, la pregunta del millón: ¿Que significa ELOQUEJA? El nombre Eloquim, traducido generalmente como «Dios», significa en realidad «Juez Supremo y Soberano», en otras palabras: la Autoridad Máxima. Entendiéndolo así, este mandamiento NO estaría indicando nuestra obligación de «creer» en la existencia de Dios (¡eso se da por entendido!) , sino en aceptarlo como la Autoridad Suprema que rige nuestras vidas, nuestro Soberano.
La diferencia entre estas dos lecturas del Primer Mandamiento pueden parecer insignificantes. Pero piensen en esto: muchas personas con valores liberales «creen» en la existencia de un Dios Creador pero no están dispuestos a aceptar que ese Dios es Alguien a quien debemos obedecer.  Al decir que HaShem es nuestro ELOQUIM, estamos afirmando que Él tiene la autoridad para establecer lo que está bien y lo que está mal.
Para concluir, podríamos parafrasear el primer Mandamiento de la siguiente manera:  «Tu debes saber que Yo, HaShem, Soy tu ELOQUEJA, tu Soberano. Yo te liberé de la esclavitud en Egipto, y ahora ya NO estás más bajo la autoridad del Faraón. Ahora estás exclusivamente bajo MI jurisdicción.



PRIMER MANDAMIENTO: ¿Mandamiento o preámbulo?

Comenzaremos a analizar el primero de los Diez Mandamientos. Como veremos inmediatamente, comprender lo que este mandamiento dice no es sencillo.  ¿Por qué?   Principalmente porque el primer mandamiento no está formulado en el modo imperativo. Así dice la Torá: «Yo soy HaShem, tu Dios, que te rescató de la tierra de Egipto, de la casa de esclavos». Aquí no hay, aparentemente, una orden específica como en el caso por ejemplo de «NO ROBARÁS». Este Mandamiento NO nos dice que tenemos que hacer o dejar de hacer algo…
Esta es la primera pregunta que tenemos que abordar: si este Mandamiento es un precepto, una orden a cumplir, o es un preámbulo a los demás mandamientos. Es decir, la forma que el Creador se presenta ante el pueblo antes de pronunciar sus mandamientos.
A través de la historia los rabinos debatieron largamente la naturaleza del primer mandamiento.   Para Maimónides, por ejemplo,  el primer mandamiento, a pesar de no estar formulado en el modo imperativo, expresa una orden a seguir. Como lo veremos en más detalle BH mañana este mandamiento nos ordena «creer en Dios».
Para otros rabinos, como Najmánides o el Rab Jasdai Crescas, el primer mandamiento NO expresa un  precepto específico. El Rab Crescas escribe en su libro «Or HaShem» que no puede haber un mandamiento que nos obligue a creer en la existencia de Dios. Reconocer la existencia de Dios no puede ser una «ley», sino un prerrequisito «filosófico’ (por llamarlo de alguna manera) para todos los demás  mandamientos.  Por lo tanto, explica, el primer mandamiento, que enfatiza la existencia de Dios, es como un preámbulo para todos los demás mandamientos que se presentan  a continuación,  no es un mandamiento en sí.
Ahora trataremos de entender a haRambam, Maimónides. Maimónides por lo general no se mueve un ápice de lo que dice la Guemará. Y la Guemará en Masejet Makot explica que de los 613 preceptos de la Torá, 611 fueron dados por intermedio de Moshé Rabenu, y los dos restantes fueron transmitidos «directamente» por HaShem.   Y esos dos preceptos transmitidos por haShem son el primero y el segundo mandamiento ( אנכי ולא יהיה לך). Esto queda claro también porque solamente los dos primeros Mandamientos están expresados en la primera persona del singular  («Yo soy HaShem tu Dios» … «No tendrás otros dioses delante de Mí») mientras que a partir del tercer mandamiento es Moshé quien se Dirige al pueblo de Israel, y se refiere a HaShem en la tercera persona ( el texto bíblico dice: «No pronunciarás el Nombre de Dios en vano» y no dice «no pronunciarás Mi nombre en vano»). De acuerdo a este texto Talmúdico, el primer mandamiento es una Mitsvá,  un precepto Bíblico, no un preámbulo. Y así, en su famoso libro Sefer haMitsvot, un libro que presenta los 613 preceptos de la Torá, Maimónides menciona el Primer Mandamiento como la primera Mitsvá de la Torá.
Siguiendo esta última opinión, nuestra próxima pregunta es: ¿Cuál es específicamente la orden, el precepto, que se nos ordena seguir y cumplir en este mandamiento que dice «Yo soy haShem tu Dios»? Sobre esto hablaremos, BH mañana.



Rab Moshe Alashqar (1466-1542) , defensor de Maimónides

La ciudad de Zamora, España

 

 

El Rabino Moshe Alashqar (מהר»ם אלאשקר) nació en 1466 en la ciudad de Zamora, España. En 1492, cuando el rabino Moshe tenía 26 años, los judíos fueron expulsados de España. El rab Moshé y su familia sufrieron muchas tribulaciones. Su barco se hundió y él fue capturado por piratas. Al final logró escapar y se estableció en la ciudad de Túnez, junto con el célebre rabino Abraham Zacuto. Desde Túnez se fue a Salónica Grecia. Y luego en 1522 se estableció en Egipto, donde formó parte de la corte rabínica del rabino David Ibn Zimra (El Radbaz). Fue una de las más grandes autoridades rabínicas de su tiempo y, como tal, fue consultado desde todo el mundo.   

Hablemos un poco de sus libros. 

Su obra más famosa es Teshubot Maharam Alashqar, un libro de 120 preguntas y respuestas sobre muy diversos temas Halájicos . 

Un ejemplo (Teshuba 96). La pregunta original trata de la determinación de la fecha de la circuncisión de un niño que nació entre el atardecer y el anochecer (ben hashemashot) de un viernes , al comienzo del Shabbat. La pregunta es si este segmento de tiempo se considera parte del día viernes o del Shabbat. De acuerdo a esta determinación se fijará la fecha de la circuncisión para el próximo viernes o sábado.  El Rab Alashqar analiza las diferentes opiniones Halájicas que discuten cuándo comienza y cuándo termina un nuevo día desde el punto de vista legal. Para eso el rab Alashqar cita el Talmud en Pesajim p. 94. El Talmud registra un debate  que tuvo lugar en el primer siglo de la era común entre los sabios judíos y los sabios griegos. Los sabios judíos pensaban que durante el anochecer, cuando el sol se oculta por el oeste, se traslada por encima de la «bóveda celestial», y luego desciende y aparece por la mañana por el este. Mientras que los sabios griegos creían que por la noche el sol se trasladaba por debajo de la tierra, de oeste a este.

Al final, el Talmud concluye diciendo que los rabinos admitieron que los sabios griegos tenían razón. ¿Cómo llegaron a esa conclusión? Porque observaron que por la noche el agua de los océanos, ríos y lagos está más cálida que durante el día, y esto sólo tiene sentido si el sol se traslada por debajo de la tierra y no por arriba de la bóveda celestial.

En la edad de media, como 10 siglos luego que este debate tuvo lugar, los rabinos debatieron acerca de qué significa exactamente la «admisión» de los rabinos del talmud. Rabenu Tam y Najmánides opinaron que, siendo que los rabinos del Talmud no pueden estar equivocados, lo que el Talmud quiso decir es que los rabinos admitieron «el razonamiento» de los sabios griegos pero no los hechos (de aquí la famosa opinión de Rabenu Tam, para quien ben hashemashot –el crepúsculo o el período de tiempo entre el atardecer y el anochecer– dura 72 minutos, ya que «durante la noche el sol se desplaza por encima de la bóveda celestial»).  

Por el otro lado Maimónides y otros rabinos afirmaron que debemos entender la admisión de los rabinos literalmente, como reconociendo un error en la apreciación de los hechos. De acuerdo a esta opinión los rabinos del Talmud revaluaron sus previos supuestos y cambiaron de opinión basados en los nuevos elementos que analizaron. Para Maimónides, esta admisión, lejos de socavar la autoridad de los rabinos, demustra la integridad intelectual de los sabios del Talmud y su pasión por la búsqueda de la verdad (de acuerdo a esta conclusión para Maimónides y otros rabinos el ben hashemashot dura alrededor de 14 minutos, no 72. Y esto, por suepusto afecta la determiancion de cuándo empieza un nuevo día…). 

El Rab Alashqar se inclinó por la opinión de Maimónides, quien explicó que los rabinos son la autoridad suprema e indiscutible en la ley judía (son la corte Suprema de Justicia), pero en otras áreas (ciencias, por ejemplo) en las que no se recibió una tradición oral, las opiniones de los rabinos están abiertas al debate.

Otra  de las respuestas más famosas del rab Alashqar, que es casi un libro independiente,   es la responsa 117 de su libro conocida también como Hasagot (= refutaciones), donde el Rab Alashqar rechaza los argumentos de Rabí Shem Tob ben Shem Tob quien había escrito muy críticamente contra las ideas de Maimónides en su Moré Nebujim, la famosa «Guía de los perplejos».  El Rab Alashqar admiraba a Maimónides y en su libro Hasagot defendió apasionadamente sus ideas filosóficas. Muy interesantemente, cuando el Rab Alashqar defiende a Maimónides demuestra una y otra vez que la mayoría de sus críticos no entendieron cabalmente a Maimónides ya que no leyeron el Moré Nebujim en el idioma que éste fue escrito originalmente, árabe, lo que creó infinidad de confusiones.

 En 1539 se estableció en Erets Israel. Falleció en 1542 y fue enterrado en Yerushalayim.

Para leer y estudiar el libro del Rab Alashqar haga click aquí. 

 

 




ABOT 3:1: El síndrome del jinete dormido

דע מאין באת….
¿De dónde vienes, a dónde vas y frente a Quién darás cuenta de lo que hiciste con tu vida?   
En esta Mishná Aqabiyá ben Mahalalel nos recuerda el apasionante tema de la interacción entre cuerpo y alma.  Dice que la mejor forma de evitar cometer una transgresión es recordar que mi cuerpo viene de algo que es materialmente insignificante («una gota fétida…»), y también se dirige hacia la nada («comida para gusanos»). Mientras que mi alma tiene un origen divino, y una naturaleza que no es material. No está formada de átomos moléculas o células, y además, o por eso, no muere ni desaparece, sino que persiste, existiendo después de la muerte del cuerpo. Mi alma, en otras palabras,  es: «YO menos mi cuerpo». Después de la vida, mi alma tiene absoluta conciencia de su identidad (mi alma sabe que ella soy YO) preserva (¿preservo?) mi memoria (lo que hice con mi vida) y mi conciencia moral.  Y por lo tanto puede/o y debe/o rendir cuentas ante el Juez Supremo de lo que logró/logré durante su/mi existencia terrenal, cuando yo/mi alma estuve/o integrado/a a mi cuerpo.
Reconozco que es muy complicado hablar o describir el alma, especialmente después de la vida, ya que como dijimos, no se trata de un órgano del cuerpo o una parte física del cerebro.
Siempre estuve atento a encontrar alguna metáfora que me ayudara a visualizar mejor qué es el alma, en sí y en relación con el cuerpo.   Por mucho tiempo pensé que cuerpo y alma se podrían comparar a un auto y su conductor. El auto es el cuerpo y el conductor el alma que conduce al cuerpo.  Luego se me ocurrió que sería más preciso hablar de un taxi, (o un Uber…). El automóvil es nuestro cuerpo, el conductor es nuestro cerebro, y el alma soy YO,  el pasajero.    El taxista sabe cómo manejar el auto, y cómo llevar al pasajero por el mejor camino posible, etc. pero no decidirá por sí mismo hacia dónde manejar. Es el pasajero quien tomará esa decisión y determinará el destino final….
Pero creo que, aunque un poco mejor que la primera, la metáfora del taxi está lejos de ser «perfecta». Un ejemplo que creo que ilustra más claramente la naturaleza del alma y su interacción con el cuerpo, es el del jinete y el caballo. El jinete, obviamente, es el alma y el caballo, nuestro cuerpo.  El jinete necesita al caballo para alcanzar su meta y llegar a destino. El jinete sabe que el caballo tiene sus necesidades materiales y no las desatiende. El jinete alimenta al caballo, le da de beber, lo hace descansar, lo lleva seguido al veterinario, y a veces lo mima. Hace todo lo posible para que su caballo esté satisfecho, y lo más fuerte y sano posible. Este es el escenario ideal en el cual jinete y caballo son interdependientes, colaboran uno con el otro y sinergizan.
Pero hay otros posibles escenarios no tan positivos. ¿Qué pasa si el jinete NO sabe dónde ir, o siente que NO hay una meta que alcanzar, y por lo tanto sólo hay que matar el tiempo y dejarse llevar por el caballo? ¿O qué pasa cuando el jinete no puede controlar a su caballo, se rinde y termina soltando las riendas? Probablemente el peor, y quizás más común escenario sea el siguiente:  ¿Qué pasa si el jinete nunca aprendió que él ES un jinete, un ente independiente de su caballo? En otras palabras, ¿qué pasa si el jinete desconoce, o pierde o confunde su identidad y se siente más un centauro (esos hombres-caballos de la mitología griega) que un jinete montado a caballo? En todos esto casos, a diferencia del conductor de taxi que no se moverá de su lugar hasta que el pasajero le indique hacia dónde ir, el caballo, que tiene vida propia, hará su vida de caballo… su preocupación existencial será buscar la mejor calidad y acumular la mayor cantidad del más sabroso pasto. Descansará cuando le de las ganas y correrá, sin una meta específica, detrás de yeguas o de cualquier otra cosa que lo atraiga….  el caballo no se quedará inmóvil esperando las órdenes de un jinete dormido…
La Torá nos enseña que somos jinetes, no centauros, y que debemos estar constantemente conscientes de que hay una meta NO MATERIAL a alcanzar. También nos enseña, con una gran cantidad de Mitsvot, cómo alimentar a nuestro caballo, cuidarlo de lo que lo va a perjudicar, darle descanso, domesticarlo y controlarlo. Mantenerlo sano y fuerte para que nos lleve a nuestro destino, sabiendo que algún día nos bajaremos de nuestro caballo, nos despediremos de él, muy agradecidos, y continuaremos nuestro camino, desde el punto que, con su ayuda, pudimos alcanzar.



ABOT 3:1: Integridad, sin excepciones

En el tercer capítulo de Pirqué Abot nos encontramos con Aqabiyá ben Mahalalel, un prominente rabinos de la época de la Mishná, que vivió durante la primera mitad del primer siglo de la era común.  Antes de referirnos lo que él dijo, veamos algo acerca de la personalidad de  Aqabiyá ben Mahalalel.
Aqabiyá era un rabino que se destacó por su extrema lealtad  a sus maestros y por su integridad moral, que fue puesta a prueba en más de una ocasión.  El episodio que más marcó la vida y la obra de Aqabiyá fue que mantuvo su opinión en 4 temas rabínicos ( טומאת שער הפקודה,  דם ירוק y otros que no vamos a describir porque son temas extremadamente técnicos). De cualquier manera,  sabemos que, por un lado,  tenemos que ser fieles a las tradiciones que hemos recibido de nuestros mayores, y esa lealtad a la tradición recibida es absolutamente crítica en la relación maestro-alumno. Los maestros confían que sus alumnos seguirán sus pasos, y los discípulos consideran una cuestión de honor transmitir la tradición recibida de sus maestros. Por otro lado, como sabemos, a veces surgen distintas opiniones entre los rabinos, como existen diferencias entre los jueces o legisladores de cualquier país,  y cuando esas diferencias no se resuelven en el marco del debate y la argumentación rabínica, entonces la corte Rabínica vota, y se adopta la opinión de la mayoría.  En el caso de Aqabiyá ben Mahalalel, estos dos principios la lealtad a sus maestros y el seguir la opinión de la mayoría de los Rabinos de mayoría, entraron en conflicto: por un lado, sus maestros le habían enseñado la opinión A, y por el otro lado, la mayoría de los rabinos de su generación sostenían la opinión B.   Los Rabinos colegas instaron a Aqabiyá a cambiar su opinión, pero él se opuso. Entonces los rabinos le hicieron una propuesta irresistible:  sabiendo que Aqabiyá tenía los conocimientos y los méritos suficientes, le ofrecieron que , si cambiaba de opinión, iba a ser asignado como el Presidente del tribunal rabínico de todo Israel!!!  Para sorpresa de todos, Aqabiyá se opuso.  Y dijo «Prefiero que me tomen por tonto por el resto de mi días (por no haber aceptado esa gran oferta) a que alguien alguna vez pueda llegar a pensar que yo sea una persona corrupta» (    מוטב לי ליקרות שוטה כל ימי….).
Lo más interesante es que antes de morir le dijo a su hijo que él debía seguir la opinión de la mayoría de los sabios, y no la suya.  Su hijo le preguntó: «Pero padre, toda tu vida mantuviste tu opinión y ahora me pides que yo adopte la opinión contraria». A lo que cual Aqabiyá respondió: «Yo recibí la tradición de mis maestros, que en esos tiempos eran la mayoría; y mis colegas siguen la opinión de sus maestros… pero tú, sólo has recibido la tradición de mí, un individuo. Mis colegas son ahora la mayoría, tú debes respetar a los nuevos líderes y adoptar su opinión…»
La Guemará también nos cuenta un episodio, muy relevante para nuestros días, que demuestra la integridad sin límites de este ilustre Jajam. Al final de los días de Aqabiyá, su hijo le pidió un favor muy «común».  Le dijo algo así: «Querido padre, tu eres muy respetado y admirado entre los Jajamim. Tus colegas harían cualquier cosa por ti. Te pido que por favor me recomiendes. Que hables con alguno de tus amigos para que yo tenga acceso más fácilmente a un cargo de prominencia.»   Aqabiyá ben Mahalalel formuló entonces uno de los enunciados Rabínicos más famosos de todos los tiempos, cuatro palabras hebreas que se convirtieron en el estandarte de la integridad moral y el rechazo al nepotismo, al tráfico de influencias y la denuncia a otras formas similares de corrupción. Sus palabras fueron textualmente: מעשיך יקרבוך ומעשיך ירחיקוך, que significa: «Que sean tus propias acciones las que te acerquen (a ese cargo que anhelas) o te alejen (de ese cargo)».  En otras palabras: Yo no te voy a recomendar a mis colegas. Lo que realmente importa son tus méritos, y no tus conexiones familiares.  Tienes que concentrarte en hacer méritos para obtener el puesto que tanto anhelas, ganarlo por tus acciones, no por mi influencia.
 Continuará….  



YOM HAATZMAUT y la sinagoga de Marsella

 אִם-יִהְיֶה נִדַּחֲךָ, בִּקְצֵה הַשָּׁמָיִם מִשָּׁם, יְקַבֶּצְךָ ה’ אֱלֹהֶיךָ, וּמִשָּׁם, יִקָּחֶךָ. וֶהֱבִיאֲךָ ה’ אֱלֹהֶיךָ, אֶל-הָאָרֶץ אֲשֶׁר-יָרְשׁוּ אֲבֹתֶיךָ וִירִשְׁתָּהּ; וְהֵיטִבְךָ וְהִרְבְּךָ, מֵאֲבֹתֶיךָ
  4 ‘דברים ל
Hoy celebramos con mucha alegría y agradecimiento a HaShem el 68 aniversario de la creación del Estado de Israel. En al opinión de muchos rabinos, a la cual adhiero, la creación de Medinat Israel es parte de una profecía Bíblica que en nuestros días vemos concretarse.
En el capítulo 30 del libro de Debarim (Deut.),  la Torá dice que el pueblo judío será exiliado y perseguido si no cumple su parte del pacto con HaShem. Luego la Torá describe un proceso de reconciliación entre HaShem y Su pueblo que culmina con el regreso del pueblo elegido a la tierra de Israel. Este proceso es increíblemente compatible con lo que estamos viendo y viviendo en nuestros días.
Veamos:
Hace 3500 años la Torá anticipó que seremos exiliados, de nuestra tierra, pero a diferencia de TODOS los demás pueblos exiliados en la historia de la humanidad, nos aseguró la Torá que NO vamos a desaparecer en el exilio, seguiremos siendo «el pueblo de Israel». En el exilio, viviremos como «extranjeros entre otros pueblos», y el no asimilarse tendrá su precio: no seremos bienvenidos por nuestros anfitriones.    Esta antipatía universal, a su vez, nos protegerá de la tentación a asimilarnos…
La Torá también anticipó que, a diferencia de otros pueblos exiliados, que por lo general se reubicaron en un solo lugar, como los antiguos fenicios que se concentraron en Cartago, el pueblo judío se dividirá por todos los confines de la tierra…
Luego llega la profecía de la reconciliación:
El pueblo judío despertará de su letargo y apatía :
Capitulo 30: 1 Y cuando todas estas cosas [malas] te sucedan (= el exilio, las persecuciones, el sufrimiento) … reflexionarás en tu corazón…  30: 2 «Y regresarás a HaShem tu Dios y obedecerás Su voz… tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma.»
HaShem, entonces, hará posible que regresemos a casa …
30:3 «Y HaShem vuestro Dios te traerá de regreso del cautiverio (= exilio), y tendrá misericordia de ti. Y te reunirá de entre todos los pueblos donde HaShem tu Dios te haya dispersado.» 30:4 «y aunque los exiliados se encuentren más allá del horizonte, desde allí te recogerá HaShem tu D-s y desde allí te llevará [a tu tierra].»  30:5 «Y HaShem tu Dios te llevará a la tierra que heredaron tus padres, para que tomes posesión de ella. Y te hará más próspero y más numeroso que tus antepasados.» 
El proceso de regreso a la tierra de Israel desde todos los confines del planeta (desde Rusia a Sudáfrica, desde Norteamérica hasta Sudamérica, desde Suecia hasta Australia…) está ocurriendo en nuestros días. La tierra ya está allí, transformada en un país que nos espera con los brazos abiertos. Más y más judíos regresan a la tierra que HaShem le concedió a nuestros padres. Israel es un país muy próspero y moderno, y el número de Yehudim que allí viven, nunca fue tan alto. Sin duda todavía queda mucho por hacer en cuanto a mejorar  nuestra reconciliación personal y colectiva con HaShem. Pero este proceso de TESHUBA ha comenzado y sigue siendo cada vez más sólido.
Quiero terminar con una noticia que, me parece, es un símbolo inequívoco de esta profecía, y posiblemente marca una tendencia de consecuencias positivas inimaginables.
Uno de los desafíos más grandes para la concretización de esta profecía es la dificultad que para muchos judíos representa emigrar a Israel. Irónicamente, cuanto más próspero es el país donde un judío vive (piensen en Estados unidos, Inglaterra o Francia) más difícil resulta tomar la decisión de emigrar.
En este contexto, veamos lo que ocurrió en Francia la semana pasada. Esta es la noticia según reporta la BBC:   «For the first time… Por primera vez, una sinagoga en Marsella será vendida a una organización musulmana para ser transformada en una mesquita…. «.
Y aunque ésta parece ser la inevitable tendencia y el inexorable destino que Europa ha elegido para su propio futuro, cerrar una sinagoga, aparentemente,  representa una tragedia…
Pero creo que hay que evaluar esta «triste» noticia desde un ángulo diferente. Esta sinagoga no se cierra porque los judíos están abandonado el judaísmo ¡se cierra porque los judíos están abandonando Francia! En los últimos años la emigración de judíos franceses a Israel ha crecido exponencialmente. En los 90’s muy pocos judíos emigraron a Israel… En el año 2014, más de 7,000 judíos franceses se radicaron en Israel. En 2015, más de 8,000. Y se prevé que el próximo año lleguen otros 12,000.  Los judíos franceses, Baruj haShem, están «invadiendo» Israel: los vi en Netanya, en Ashdod, en Bet-Shemesh, en Yerushalayim… Los judíos franceses son, en su gran mayoría, muy tradicionalista. Y le puedo garantizar al lector que por cada sinagoga que se cierra en Francia, ¡por lo menos 50 nuevas sinagogas se inauguran en Israelpara los judíos franceses! 
Este milagro moderno sólo es posible y realizable porque HaShem nos dio el mérito de tener nuestro propio  estado judío, Medinat Israel.
Somos, probablemente, la generación más privilegiada de toda la historia del pueblo judío. Creo que, más que los testigos, somos los protagonistas de esta  profecía. «SOMOS» esa profecía.
IMPERDIBLE!!!
 
Hertzel Bitton, un chofer de autobús de Israel que evitó un atentado terrorista el año pasado, dijo estas hermosas y profundas palabras anoche en Jerusalem al encender una de las antorchas en la celebración oficial de Yom haAtsmaut 



ABOT 1:1: Justicia y educación

 

הוו מתונים בדין והעמידו תלמידים הרבה
La primera Mishná de Pirqué Abot menciona a los Anshé Keneset haGuedolá, la Gran Asamblea legislativa rabínica que surgió cuando los Yehudim regresamos de Babel a Yerushalayim para construir el Segundo Bet haMiqdash y repoblar Erets Israel, alrededor del siglo 5to antes de la era común.
Los puntos estratégicos que los hombres de esta Gran Asamblea pronunciaron para reorganizar al pueblo judío en su restablecimiento como nación fueron tres: hoy veremos los dos primeros.
JUECES
En primer lugar, formularon un llamado de atención a los jueces. La estatura moral de una sociedad se mide por el nivel ético de sus jueces. Si los jueces son sobornables, corruptos, o incluso negligentes, esa sociedad no llegará a buen puerto. En este caso Anshé Keneset haGuedolá no necesitaban referirse a la honestidad de los jueces judíos, un elemento que siempre fue característico de los jueces de Am Israel. Pero sí se refirieron al cuidado que deben tener los jueces a la hora de emitir un veredicto. Y aconsejaron que los jueces sean «medidos» en la administración de la justicia (הוו מתונים בדין), lo cual significa que no deben apresurarse, sino que deben examinar con cuidado las evidencias y los testimonios y recién después arribar a la conclusión final.  El Rab Durán, en su comentario, dice algo muy interesante sobre este punto:  que no debamos apresurar el veredicto no significa que haya que retrasar la justicia innecesariamente. En un caso, por ejemplo, donde las evidencias son decisivas, incuestionables y están a la vista, un juez que demore su veredicto estará de hecho corrompiendo la justicia.  La justicia deliberadamente lenta es justicia corrupta.
LIDERAZGO RABÍNICO
En segundo lugar, los hombres de la Gran Asamblea discutieron el tema de la educación y el futuro del liderazgo rabínico y se pronunciaron a favor de enseñar a la mayor cantidad de alumnos posible. El Rab Durán explica que siempre existió un serio debate sobre este tema entre los sabios de Israel.  Un grupo de Sabios sostenía que había que aceptar en la Academia rabínica sólo a ciertos alumnos. El gran sabio Shammai, por ejemplo, dijo que él sólo aceptaría en su academia a un alumno inteligente, humilde, de buena familia y con un buen pasar económico (esto último, para que no se vea obligado a abandonar sus estudios prematuramente por necesidades económicas). Rabbán Gamliel también sostenía que sólo se deben aceptar alumnos que sean honestos e íntegros  (תוכו כברו), ya que de otra manera un alumno deshonesto, al convertirse en Rabino, podría utilizar su conocimiento de Torá para engañar a la gente, lo cual agregaría a esta falta una terrible profanación del nombre de Dios.     Por el otro lado, Hillel y un poco más tarde Ribbí El’azar ben Azariá sostenían que se debe enseñar Torá a todos los alumnos que quieran aprender, aunque no posean de antemano un carácter moral perfecto, ya que abundan los ejemplos de Talmidé Jajamim, sabios y grandes líderes rabínicos, que no venían de un pasado honesto (Resh Laquish, por ejemplo). Sin embargo, cuando estos jóvenes tuvieron la oportunidad de estudiar Torá, se corrigieron, ya que la Torá los transformó en personas íntegras.     Para resumir, algunos Jajamim pensaban que la Torá, el conocimiento y el prestigio de quienes la estudian, podrían ser mal utilizados por los alumnos que no tuvieran los pre-requisitos morales necesarios antes de ser admitidos en la Yeshibá. Mientras que otros rabinos sostenían que esa posibilidad era muy remota, ya que a diferencia de cualquier otro aprendizaje, estudiar Torá no consiste en adquirir un conocimiento informativo sino esencialmente formativo. La Torá nos «educa»y nos «transforma» en mejores seres humanos.  Y si bien, como el lector podrá apreciar, ambas opiniones tienen sus méritos, se podría decir que a la larga la opinión menos elitista, la que sostiene que no hay que limitar la admisión de alumnos, es la que finalmente se impuso.
El Rab Durán agrega un elemento adicional, una figura estadística, que justifica este enunciado de los hombres de la Gran Asamblea en favor de no limitar la admisión de estudiantes rabínicos.  Él dice citando la experiencia registrada por los Sabios del Midrash (Qohelet Rabbá 7:28) que una institución educativa que acepta 100 alumnos «normales» producirá 10 alumnos «sobresalientes». Y que de esos 10 alumnos sobresalientes, que seguirán estudiando, sólo uno o dos se transformarán en los líderes rabínicos de cada generación.



ABOT: El judío ideal y el ideal judío

כי ידוע הוא שהמעלה הגדולה אשר אין אחריה מעלה היא שיהיה האדם טוב לשמים וטוב לבריות
מגן אבות לרשב»ץ , הקדמה
Rabbi Shimon Duran (Rashbets, 1361-1444) explains in his introduction to the commentary of Pirqe Abot, Magen Abot, that the reason we study this Mishna before Shabuot, is to prepare ourselves to reach the level of «Hasidut».
«Hasid» is translated today as pious, or is usually associated with a movement of followers of a prominent rabbinical figure. We will see now how Rabbi Duran defined the concept of «Hasid» in his book. Rabbi Duran quotes the Gemara in Qiddushin 40a saying that we might find a man that is a «tsadiq», a righteous man, but not a good man. For example, when someone is very scrupulous in his relationship with God, but does not behave well towards his or her peers. Rabbi Duran explains that «the highest level, above which there is no other level, is when a person is good toward HaShem and good toward other people. And when a Yehudi reaches this ideal level he is called «Hasid». «Hasid», in other words, is the highest level a Jew should aspire to reach.
Let’s see now how Rabbi Duran describes in detail the characteristics of a Hasid.
1. CONNECTION WITH HASHEM
The ideal Jew must be in permanent contact with God. Since you’re up in the morning until you go to bed at night, you must have the name of HaShem in your lips. Praying three times a day, reciting the berakhot every time you eat, and studying Tora during throughout the day and at night. Rabbi Duran mentions that the epitome (the highest level, the almost «utopian») connection with HaShem was reached by the «Hasidim Rishonim», the «old Hasidim» mentioned by the Mishna Berakhot. They used to meditate at length in their prayers, a task that took nine hours of their day.  The first element that you must develop in order to be a Hasid is a very strong relationship with God. Having HaShem constantly in your heart, mind and lips. However, if a Jew only dedicates to cultivate his or her relationship with God, he is NOT considered a Hasid, an ideal or complete Jew. There are two other dimensions to be developed to achieve this ideal.
2. INTEGRITY
The Gemara in Baba Qama 30a tells us that the «Hasidim Rishonim», the same Jews who prayed nine hours a day, were also very scrupulous in their ethical behavior. These Hasidim, the Gemara says, were extremely careful not to steal or to cause any harm to anyone. The example mentioned by the Gemara, incredibly modern, illustrates how did the Hasidim Rishonim get rid of their broken glass or branches with thorns. While normal people would simply hide this type of waste superficially with a little soil, the Hasidim Rishonim dug a hole of at least 1 foot deep, and would placed there the broken glasses and thorns, to avoid causing any harm, even to those who perhaps years later might be working that parcel with their plow. These Hasidim were extremely careful in avoiding any direct or indirect harm or injury to others.
3. GEMILUT HASADIM
The third element that characterized the Hasidim Rishonim was «kindness», hesed, acts of goodness. Do not forget that the word «Hasid» comes from the word «Hesed». Hesed means my predisposition to help other people, even if they have not asked for my help. Sometimes Hesed consists in helping others with financial assistance (tsedaqa). Many other times, people need a different type of assistance, which cannot be bought or replace with money: for example, visiting a sick person, encouraging him, and bringing a word of encouragement and hope, is not something you can do with money, but with your «presence»and with your time. The same can be said of nihum abelim, comforting the relatives of someone who has just died. What brings comfort to the bereaved is our presence. Something similar happens when we invite people to our house for dinner on Shabbat, etc, hakhnasat orehim, we do not offer money but company, sharing time together. We do acts of Hesed, goodness, either with our money (tsedaqa) or with our presence and our time (gemilut hasadim).
Rabbi Duran gives us a good definition of what does it mean to be a role-model Jew. On the one hand, building and maintaining an ongoing relationship with HaShem, and on the other hand, being extremely honest, caring and above all generous and sensitive, doing everything in our power to help others, with our means and with our time.
Rabbi Duran concludes: Why should we study Pirqe Abot? Because this treatise of Mishna contains the advices of our sages to become a real «hasid», the best possible Jew with HaShem and with one’s peers.