¿Era judío Cristobal Colón?

EL APELLIDO
El apellido Colón o Colombo era típicamente judío. Viene del nombre o apellido hebreo Yoná (como «Rabbenu Yoná») que significa «paloma» o en italiano,  «colomba».  Recordemos tambien que uno de los rabinos más famosos de esa época, y el más importante jurista (poseq) rabínico italiano de todos los tiempos, se llamaba Rabbí Yosef Colón (mahariq, 1420-1480).  En España, en uno de los más tempranos autos de fe (1461), fue quemado vivo Tomás Colón, junto con su esposa y su hijo, por cometer el delito de «judaizar» (=realizar alguna práctica judía, como encender velas o cambiarse la ropa un viernes por la tarde, o estar parado silenciosamente frente a una pared –recitando la ‘amidá, etc).
IDENTIDAD SECRETA
Por supuesto que, si Colón era judío, era de esperar que lo ocultara, especialmente si su intención era obtener el apoyo político de la corona de España para sus expediciones. En los tiempos de los reyes católicos Isabel y Fernando, ser judío no era un título que otorgara muchos privilegios en la corte española…. todo lo contrario.  Muchos judíos, probablemente más de 200,000, vivían una doble vida. Ellos o sus padres se habían convertido por la fuerza desde que comenzaron los «progroms» en 1391 y vivían exteriormente como católicos, pero en sus casas, en el seno de sus familias, vivían como judíos, muchas veces arriesgando sus vidas.  A estos judíos se los llamaba de muchas maneras diferentes: «marranos», en el lenguaje popular, «conversos», «cristianos nuevos», «cripto-judíos» (judíos en secreto) o «chuetas» en el sur de España.
CERTIFICADO DE JUDEIDAD
Hay muchas evidencias que indican la judeidad de Colón, como su firma, etc. 
Otras menos conocidas son:
1. En su testamento Colón dejaba el 10% de todos sus ingresos a los pobres y a las doncellas que estén por casarse.  Estos gestos corresponden a dos preceptos muy importantes en el judaísmo, ma’aser kesafim, apartar un 10% de nuestros ingresos para caridad. Y dentro de la Mitsva de Tsedaqa, como dice el Shulján Aruj, el acto más meritorio y que tiene prioridad sobre cualquier otra noble caridad, es apoyar a las jóvenes que se van a casar y no tienen medios suficientes para hacerlo (hajnasat kalá, yore de’a 249:15).
2. Colón debía partir del puerto de Palos el 2 de Agosto de 1492. Ese año, el 2 de Agosto era el día de Tisha beAb, el día de duelo nacional del pueblo judío. Colón, por razones que nunca pudieron ser explicadas en términos climáticos, etc. embarcó a sus 90 hombres el 2 de Agosto, pero no partió del puerto hasta el día siguiente, el viernes 3 de agosto, media hora antes de que cayera el sol (comenzara Shabbat).  «Casualmente» el 3 de Agosto era también el último día que el infame Edicto de Expulsión establecía para que los judíos eligieran entre convertirse o abandonar España… 
 
3.  Todos los financieros que apoyaban a Colon eran judíos practicantes o secretos. Los fondos para la expedición de Colón no venían, como dice la leyenda,  «del dinero de las joyas  que vendió la reina Isabel».  Colón necesitaba el apoyo político y legal de la reina para conquistar legalmente nuevas tierras, pero el financiamiento tenía que llegar de otro lado.  Entre los judíos que apoyaban a Colón estaban por ejemplo, el célebre Rab Don Isaac Abarbanel, uno de los hombres más pudientes  de España; el Rab Abraham Zacuto, el astrónomo más famoso de España en esos tiempos, que fue quien le entrego a Colón su astrolabio y su calendario Perpetuo, ambas herramientas nuevas y esenciales para la navegación. Otros donantes de Colón fueron los judíos conversos. Entre muchos otros Luis de Santangel y Gabriel Sanchez. Cuando Colón llega de su primera expedición escribe dos cartas de agradecimiento por el apoyo brindado: una a Sanchez y otra a Santanagel. Colón no escribió ninguna carta de agradecimiento a los Reyes. 
 
Pero , ¿por qué los judíos y conversos españoles apoyaban a Colón?
EL PLAN SECRETO
En su «Diario del Primer Viaje» de 1492, Colón revela su increíble plan maestro.   Allí Colón escribe que «con las ganancias de su empresa liberaría Hierusalem y construiría allí la Casa Sancta». Esto lo dice Colón repetidas veces en sus diarios (ver aquí pag. 294). Lo que movía a Colón a conseguir oro y riquezas, según sus propias palabras, era su deseo de financiar un gran ejército de más de 100.000 soldados, liberar Jerusalem de mano de los moros y «construir allí la casa santa».    Para los cristianos, la conquista de Jerusalén se justificaba con el fin de liberar el santo sepulcro. En términos cristianos,  la expresión «construir una casa santa en Jerusalem» no tiene ningún sentido… Evidentemente, como los judíos muy bien sabemos, la construcción de la «Casa Sancta en Hierusalem» no puede ser otra cosa que la construcción del Bet haMiqdash. La intención de Colón, y de los judíos que lo apoyaron con tanto entusiasmo era que con los fondos obtenidos se conquistara Jerusalem y los judíos, incluyendo a los 800,000 judíos que abandonaron España el mismo día que Colón partió del puerto de Palos, pudieran finalmente tener su propia tierra, volver a su hogar, Israel, y ver reconstruida allí su «Casa Sancta»  (בבי»א). Esta fue y sigue siendo, la mayor aspiración del pueblo judío, y por la cual , hasta hoy seguimos rezando.
 

Rab Yosef Bittón

Todo esto, hasta donde yo sé, y por razones que sospecho van más allá de lo académico, no es muy sabido y no se enseña en las escuelas. 
LA RELIGION DE CRISTOBAL COLON para CNN en Español
LA RELIGION DE CRISTOBAL COLON,
entrevista a Charles Garcia, para CNN en Español



El SHOFAR y Pepito Grillo

Recuerdo que la primera vez que escuche la palabra «conciencia» fue cuando era chico y descubrí a uno de mis personajes favoritos: «Pepito grillo», la conciencia de Pinocho. Pepito trataba de evitar que Pinocho se metiera en aprietos, y especialmente lo protegía de que cayera en malas influencias. Mientras Pinocho escuchara a Pepito, todo estaba bien. Los problemas empezaron para el niño de madera cuando eligió ignorar los desesperados llamados de advertencia de su grillo….
La conciencia es una parte integral de nuestra neshamá (alma humana). Su misión es advertirnos cuando estamos por hacer algo mal.  Es el mecanismo mental y espiritual que HaShem nos concedió para protegernos de nosotros mismos.
Nuestra conciencia (=yetser hatob) es la voz interior, que cuando, por ejemplo, estamos a punto de decir algo negativo sobre alguien (lashón hará) nos grita desde adentro: «No lo hagas, es muy malo hablar así de otra persona, ¿Te gustaría que dijesen eso de ti?»
Pero, ¿Qué pasa cuando ignoramos el primer llamado de nuestra conciencia? ¿Cuántas veces nuestra conciencia nos advertirá sobre lo malo que estamos por hacer?
La conciencia grita, y muy fuerte, la primera vez que estamos por hacer algo mal. Los Tsadiqim (=las personas completamente rectas) escuchan y obedecen al primer llamado de su conciencia. Por lo tanto, tienen una conciencia alerta, permanentemente «activa» que les habla con una voz firme y muy alta.
Pero ¿qué pasa si, como Pinocho, decidimos ignorar las advertencias de nuestra conciencia?
Cuando ignoramos el primer llamado de atención de nuestra conciencia, esa voz interior se hace cada vez más baja y se debilita… La conciencia se vuelve virtualmente muda. Y si persistimos en nuestro mal accionar, la conciencia queda como anestesiada, o en las palabras de Maimónides, «se queda dormida».
De acuerdo a Maimónides el Shofar es el despertador de conciencias. De las conciencias que, por no haber sido escuchadas la primera vez, se han quedado dormidas. El Shofar nos ayuda a recuperar la voz original de nuestras conciencias dormidas.
En este sentido, cuando escuchemos el Shofar en Rosh haShaná, comenzaremos el proceso más profundo de la Teshubá.  Nos despertaremos de nuestro letargo moral y reexaminaremos nuestro proceder a la luz de una conciencia renovada, despierta y alerta, que nos llamará la atención como si fuera la primera vez.
El Shofar es el despertador Divino que nos llama a reflexionar, reevaluar nuestra conducta y preguntarnos: ¿Es posible que estemos haciendo las cosas mal, y ya ni siquiera nos damos cuenta? Hablamos críticamente de los demás, no nos conducimos con honestidad, tratamos mal a la gente, no apreciamos lo mucho que HaShem nos da, perdemos nuestro tiempo en vanidades materiales, etc, etc, etc…. y nos hemos acostumbrado tanto a esa rutina, que nuestra conciencia ya no nos reclama ….
En las palabras de Maimónides (MT, Teshuba 3: 4) el Shofar de Rosh Hashaná transmite un poderoso mensaje:
«¡Despertad de vuestro letargo, todos aquellos soñolientos! Los que están durmiendo, que se levanten a examinar sus acciones. Que se arrepientan de lo que han hecho mal y recuerden a su Creador … Examinen sus almas. Mejoren su conducta. Abandonen sus malos caminos y sus malos pensamientos»

 




TESHUBA: ¿En qué piensa la gente antes de morir?

Hiljot Teshubá 1: 1:
«Por todos los mandamientos de la Tora, ya sea cuando una persona transgrede una prohibición o cuando un individuo no ha cumplido un mandamiento positivo …uno debe arrepentiste, etc. «.
Normalmente, pensamos en Teshubá / arrepentimiento como el proceso que comienza a partir de nuestra sensación de culpa por los errores, faltas y malas acciones que hemos cometido. Pero de acuerdo a esta Halajá,  también (o sobre todo) debemos arrepentirnos por lo bueno que deberíamos haber hecho y no hicimos.  Somos responsables no sólo de nuestros malos actos sino también de nuestra inacción y pasividad. Deberemos dar cuenta por no haber hecho todas las cosas buenas que tenemos el potencial de  hacer.
Al igual que todos los rabinos, he visitado a varios pacientes que sabían que pronto iban a morir. Cuando los pacientes estaban conscientes y se sentían en confianza para compartir con un Rabino sus pensamientos más íntimo, siempre ha surgido un tema en común a todas las personas en sus horas finales: al final de la vida, la gente no se lamenta tanto por los errores cometidos (estamos hablando de personas normales, no de criminales, o algo así…). En esos últimos momentos, que son tan sagrados, cuando las memorias de toda la vida pasan por la mente, he observado que la gente principalmente se lamenta por las cosas buenas que deberían haber hecho y no hicieron. Por las oportunidades que han perdido para hacer un cambio positivo en los demás. En esos momentos, que es cuando uno tiene más conciencia que nunca sobre la irrecuperabilidad del tiempo, la gente se arrepiente de haber perdido demasiado  tiempo en «tener más» en lugar de haberse dedicado a «dar más, ayudar más, compartir más», y haberse esforzado por hacer lo que es correcto y bueno a los ojos de HaShem. En esos momentos, se hace un balance de nuestras vidas y en los activos no contamos lo que tenemos sino lo que hicimos. Las personas se arrepienten de haber desperdiciado su potencial. Y cuanto más importante haya sido la posición o el poder de esa persona, más grande es el sentimiento de frustración por haber perdido tantas oportunidades para impactar la vida de los demás y su propia vida en relación a D-s.
Siguiendo esta simple idea, nuestra Teshubá anual demanda, en primer lugar, darnos cuenta de todos nuestros talentos y del gran potencial que tenemos para dar, ayudar, inspirar a los demás y hacer lo que es bueno a los ojos de HaShem.



TESHUBA 3:5: Soy, lo que haga con mi vida en los próximos 5 minutos

En el tercer capítulo de su Hiljot Teshubá, Maimónides explica que en términos de comportamiento religioso hay tres categorías de personas: rasha ‘, tsadiq y benoni.

El rasha’(la persona mala) es aquel individuo cuyo balance de buenas y malas acciones es negativo. El tsadiq (la persona justa) es aquel que ha hecho más bien que mal. Y el benoni (la persona promedio, algo así como el hombre mediocre de Ingenieros) es definido por Maimónides como la persona cuyos buenas y malas acciones se hayan en un estado de equilibrio (3:1).

En una Halajá posterior (3: 4) Maimónides explica que este cálculo de buenas y malas acciones es inaccesible para nosotros. Ya que esta evaluación no depende de la «cantidad» de preceptos que hayamos observado o transgresiones que hayamos realizado, como si fueran «puntos» rojos y azules en un cuadro de puntaje. En realidad, este cálculo sólo lo conoce Dios. ¿Por qué? Porque Él es el único que sabe, por ejemplo, cuál es nuestro verdadero potencial. Si mi potencial para hacer Mitsvot es 10, porque tengo los medios, el tiempo, el conocimiento, etc., para llegar a 10, pero alcance sólo 7, tengo menos mérito que la persona cuyo potencial es 5, porque quizás no tuvo los medios or posibilidades de llegar más alto que 5, y ha llegado a 5. 5 puede ser más que 7! (5/5 >7/10).

Otro ejemplo: solamente HaShem conoce las fuerzas psicológicas negativas que podrían estar influyendo en una persona para empujarlo a hacer lo que no debería hacer. Cuando más intensas estas fuerzas son, más mérito tiene el individuo que las supera y se control. Para algunas personas  puede ser muy difícil evitar su deseo de robar, ya que podría tener una inclinación natural al robo, o haber sido educado a que siempre puede tener lo que desee.… Para otro individuo, no robar o no mentir podría no ser un gran desafío, ay que su naturaleza así lo dicta.

En fin, el saldo positivo o negativo de nuestros méritos es inaccesible, aún para nosotros mismos, dice Maimónides, sólo lo conoce HaShem.

Este pensamiento conduce a Maimónides a la siguiente pregunta: Ya que no puedo saber si a los ojos de HaShem soy una buena o una mala persona ¿Cómo tengo que verme a mí mismo?

Si veo a mí mismo como un hombre justo, podría confiar demasiado en mis méritos y permanecer en un estado de inercia y estancamiento. Nada tengo que hacer para mejorar. Es más, creo que tengo crédito para cometer algunos pecados … En el otro extremo, si me veo a mí mismo como un tipo malo, podría pensar que ya estoy más allá de la redención (a esto lo llamaron los rabinos, yeush, un estado de abandono sicológico) y pienso que ya no tengo nada más que hacer por salvarme .

Maimonides se desvía de la explicación convencional que distingue con claridad justos de pecadores y como un genial educador que era, utiliza un principio que hoy lo definiríamos como «psicología conductista”.

Maimónides concluye (3: 8) que una persona siempre debe percibirse a sí misma en un perfecto estado de equilibrio, 50/50. Como si mis buenas y mis malas acciones se encuentran en un delicado balance entre méritos y pecados. Y por lo tanto, la próxima acción que realice, inclinará la balanza al lado positivo o al negativo.

Mi próxima decisión moral, hacer una Mitsva o dejar de hacerla, cometer una transgresión o no cometerla, es extremadamente importante porque inclinara la balanza para un lado o para el otro y determinará si soy una buena o una mala persona.

El secreto, según Maimónides es pensar así SIEMPRE.  Verme permanentemente en un estado de delicado balance. “Yo soy lo que haga con mi vida en los próximos 5 minutos.”




El libre albedrío y la Teoría de la Evolución

האדם רשותו בידו וכל מעשיו מסורין לו
Hiljot Teshubá, 5:4
Ayer explicamos que el libre albedrío distingue al ser humano de todos los demás seres vivos. Gracias a la libertad para tomar decisiones moralesת el hombre se encuentra por encima de la naturaleza, en la cual reina y gobierna el determinismo. El hombre no es parte de la naturaleza.    Es el único ser «sobrenatural». 
El libre albedrío, desde un ángulo un poco más filosófico,  es evidencia del Diseño Divino en la creación.  En otras palabras, un ser con libertad de elección, no puede ser el producto de un proceso evolutivo. 
En primer lugar porque para la teoría de la evolución somos considerados parte integral de la naturaleza, en la cual todo se rige por instintos. Somos «Monos, con un poco más de inteligencia». No somos una especie singular, que trasciende la naturaleza, diseñados para alcanzar lo Divino.
En segundo lugar, el libre albedrío va en sentido contrario al principio fundamental de la teoría de la evolución: la supervivencia del más fuerte.  Ya que la libertad de elección moral supone que un ser humano puede elegir, por ejemplo, sacrificar sus necesidades biológicas o incluso su propia vida «por un ideal». Ese es un concepto totalmente opuesto al principio de «supervivencia».
No es de extrañar entonces, que el judaísmo considere al libre albedrío como aquello que nos asemeja a D-s. El Midrash Tanjumá explica que «la imagen y semejanza Divina» que poseemos los seres humanos, consiste justamente en nuestra libertad de elección.
Tampoco es de extrañar que aquellos hombres de ciencia que se identifican con el ateísmo, se opongan a la idea del libre albedrío. Y traten de demostrar que éste no existe. Un científico estadounidense, Benjamin Libet, condujo un experimento en 1979 para demostrar que lo que determina nuestras acciones y decisiones son procesos cerebrales electro-químicos inconscientes. El fenómeno de la conciencia, o la toma de una decisión independiente de los dictados del cerebro, es solo una ilusión.  Y cuanto menos libertad de elección existe, más animales somos, lo cual se ajusta a lo predicado por la teoría de la evolución.
Probablemente muchos de los lectores nunca hayan escuchado esta argumentación de una forma tan directa. Pero si se detiene a observar ciertos debates ideológicos propios de nuestra sociedad moderna, el lector se dará cuenta que el tema del «libre albedrío» está, de una manera directa o indirecta,  muy presente en casi todas las discusiones acerca de la moralidad. Aquellos que no creen en D-s justificarán ciertas conductas morales (o inmorales) atribuyéndolas a condiciones innatas, incontrolables. Mientras que aquellos que creen en D-s hablarán de la capacidad humana de cambiar, controlar, modificar nuestras tendencias. 
La pregunta básica en este tema es si existe algo más, aparte del cerebro, en la toma de decisiones. Si quien toma las decisiones es el cerebro, entonces somos animales inteligentes, como dicen los evolucionistas. Pero si hay algo mas allá del cerebro, llamémoslo «conciencia», entonces somos algo distinto a la naturaleza. 
Desde el punto de vista judío, el cerebro no es el «YO». El cerebro es un vehículo o quizás el instrumento más valioso del verdadero «YO», que es nuestra conciencia o en hebreo, «neshamá». La interacción entre nuestra conciencia/neshamá y nuestro cerebro es un tema que supera lo que podamos decir en estas pocas lineas. Diremos brevemente que nuestro cerebro envía señales, por ejemplo,  que tenemos hambre, pero nuestra «conciencia»  puede decidir «no comer», porque hoy es Yom Kippur.  Nuestro cerebro puede ser estimulado por urgencias hormonales, pero nuestra conciencia tiene el poder de controlar nuestra respuesta a esas urgencias.  El verdadero YO no es el que manda las señales electro-químicas o procesa los estímulos. Nuestro YO es el que a pesar de las señales o los estímulos, puede decir «NO». 

MAS SOBRE 

Evolución y Libre albedrío

En su libro «El origen del hombre» publicado en 1871 Darwin dice que «No se puede mantener la idea de que los instintos sociales [los princios morales] puedan ser más fuertes en el hombre… que los instintos de la supervivencia, el hambre, el deseo sexual, la venganza…» 
En las palabras del Dr. William Provine , profesor de Biología Evolutiva en Cornell University: «La evolución tiene consecuencias claras que Charles Darwin entendió perfectamente … [incluyendo la idea de que] el libre albedrío humano es inexistente»
En este breve video clip se puede observar como el Dr Provine define las implicancias de la teoría moderna de la biología evolutiva (evolución)
Si no existe D-s,
No existe una vida, luego de esta vida, 
No hay ninguna justificación objetiva para la ética o la moralidad,
Nuestras vidas no tiene un sentido trascendental, 
No existe el libre albedrío (free will).



HILJOT TESHUBA 5:3: El libre albedrío y el progreso humano

Ayer explicamos que la idea de libre albedrío es, según Maimónides, el fundamento esencial de la Torá y sus Mitsvot.  También dijimos que lo que nos hace diferente de los animales no es sólo nuestra inteligencia, sino por sobre todo nuestro poder de tomar decisiones morales. En el mundo animal no hay «elecciones morales». Sólo existen los instintos de supervivencia. Ver aquí
El hombre por lo tanto es un ser privilegiado, y gracias a su libre albedrío, es una criatura «sobre-natural». Esta capacidad de elección es la que, según Maimónides, nos puede acercar más a HaShem (=D-s).
¿Cómo?
Profundicemos esta idea.
Maimonides (MT, Teshubá 5:4) explica que HaShem nos diseñó deliberadamente con libre albedrío: «Así como el Creador dispuso las leyes naturales, que el aire suba, el agua baje y que las criaturas sean dirigidas por sus instintos naturales, así dispuso [el Creador] que el hombre tenga libertad de elección y todas sus acciones [morales] dependan de su elección…». 
En el mundo natural el progreso no consiste en «elegir». Los animales progresan hacia su potencial y alcanzan el máximo de su plenitud de una manera involuntaria, natural, se podría decir «automática» .  La única excepción es el hombre. El ser humano tiene un enorme potencial intelectual y espiritual, cuyo desarrollo depende exclusivamente de sus elecciones morales. Si el hombre elige progresar, por ejemplo, intelectualmente, lo puede hacer instruyéndose, estudiando, aprendiendo. Pero si así lo quiere, también puede relegar su progreso y permanecer tan ignorante como cuando llegó a este mundo. Su realización, su progreso, no es un proceso «natural», involuntario, automático que ocurre por sí mismo. Depende exclusivamente de lo que el individuo elige hacer o no hacer.   Irónicamente, el hombre es el único ser viviente que puede elegir ser menos de lo que puede ser. Esta es la esencia del libre albedrío.
Estamos en un nivel intermedio, como decían los filósofos, entre los «ángeles y las bestias». Gracias a nuestro libre albedrío podemos elevarnos hacia  HaShem, o descender hacia un estado animal.  Cuanto más ejercemos nuestro libre albedrío, es decir: cuando estudiamos y progresamos intelectual y espiritualmente, o cuando nos entrenamos a controlar nuestros impulsos, más nos acercamos, nos asemejamos, a D-s, que como explicamos es el epitome del libre albedrío.
Y por el contrario, cuanto más relegamos nuestro progreso intelectual y espiritual, no haciendo nada para aprender, y no haciendo nada para dominar o aprender a controlar nuestros impulsos, más nos alejamos de D-s y más nos acercamos, más nos parecemos, a los animales.
En este sentido la Teshubá consiste en tomar conciencia de que poseemos una potencialidad de superación inmensa, pero que ésta depende exclusivamente de que elijamos acercarnos a HaShem, aprendiendo y creciendo espiritualmente.  Las Mitsvot nos entrenan a controlar nuestro impulsos básicos. Por ejemplo:  Kashrut, nos entrena a controlar nuestro impulso por comer. Taharat haMishapjá, nuestro instinto sexual. Shabbat, el día que dejamos de producir dinero, nos enseña a controlar nuestras ambiciones materiales.  Y así,  cada una de las Mitsvot de la Torá.
(Continuará….).



HILJOT TESHUBA: La diferencia ente el hombre y el animal

En su libro Mishné Torá,  Hiljot Teshubá, Maimónides presenta la doctrina del «libre albedrío» (bejirá jofhsit),  es decir, la idea de que el ser humano es libre para elegir su accionar, y por  lo tanto es responsable de lo que hace o deja de hacer.  
El concepto del libre albedrío es bastante complejo, y Maimónides le dedica al tema 3 capítulos completos de Hiljot Teshuba: 5, 6, y 7.
En 5:3 dice:«Y este principio, (el libre albedrío), es un concepto cardinal y es la columna fundamental de la Torá y de los preceptos. Como está escrito: «[Y ahora], mira, he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, o la muerte y el mal, y elegirás la vida» (Debarim 30:15).
Sólo el ser humano tiene este enorme poder de elección. En el mundo físico material, e incluso en la naturaleza, el libre albedrío no existe. Los átomos no pueden elegir actuar de otra manera de la que actúan. Y los seres vivos, todos menos el ser humano, están totalmente condicionados a actuar por sus impulsos de supervivencia. Es cierto que, como decía Aristoteles, un animal que está a la vez muerto de hambre y muerto de sed, podrá elegir si primero come o bebe.  Los animales pueden elegir entre dos instintos, pero no pueden realizar una elección moral, esto es, elegir entre un instinto y un valor o acto moral. Un animal que tiene hambre no puede elegir «no comer».    Los animales actúan por instintos, que no pueden controlar o suprimir.  El versículo que dice: ומותר האדם מן הבהמה אין «Y la superioridad  del hombre sobre el animal no es (=no existe)» (Kohelet 2:3) fue alegóricamente interpretado por algunos Sabios, cambiando el orden de las dos últimas palabras: «Y la superioridad del hombre sobre el animal es ‘no'» , en otras palabras: la diferencia entre el animal y el hombre es NO, la capacidad humana de decir NO a los instintos. El hombre tiene la libertad para satisfacer sus necesidades, pero también tiene el poder para controlar, postergar o incluso privarse de gratificar sus instintos.  Maimonides explica en 5:1 que éste es el sentido del versículo que dice: «El hombre es ahora como uno de Nosotros» lo que significa que el hombre es sobre-natural. La semejanza entre el hombre y D-s, y lo que distingue al hombre de todos los demás seres vivos, es que el ser humano tiene libre albedrío.  Y D-s, «Todo-Poderoso», es el epítome del libre albedrío. 
Esta libertad moral implica que el ser humano es responsable por lo que hace. No puede justificar sus acciones diciendo: «Yo robe porque tenia un incontrolable deseo de ser rico» o algo así. El ser humano tiene tendencias o tentaciones de todo tipo, pero tiene el poder de controlaras. Esto es el libre albedrío.
Si el hombre no fuera moralmente libre, no tendría sentido que la Torá nos ordenara qué hacer o qué no hacer. Y no tendría sentido que existiera la promesa de recompensa divina por lo que hacemos bien y el castigo por lo que hacemos mal.
¿Y que tiene que ver la Teshubá, el arrepentimiento, en todo esto?  Que de la misma manera que somos libres para actuar mal, ya que nuestro comportamiento no está determinado por nuestros instintos, de esa misma forma, la Tora nos enseña que haShem nos otorgó la libertad de arrepentirnos. Y así como no estamos condenados por nuestros instintos, la Teshubá nos enseña que no estamos irremediablemente condenados a nuestro pasado. Si nos arrepentimos con sinceridad, tenemos el poder de»borrar» lo que hicimos mal y comenzar de nuevo. 
Este tema, como ya dijimos, es muy complejo. Así que B’H le dedicaremos un poco más en los próximos días. 

 




EL SECRETO DE LA TESHUBA: Perdonar, si quiero ser perdonado

El núcleo de las Selijot, y también de las Trefilot de Yom Kippur, es el texto Bíblico ‘Amonay, Amonay, E-l Rajum veJanun …. «. Estas palabras se conocen como los 13 atributos de la compasión de D-s.
Maimónides explica que por atributos, no debemos entender que estas son «cualidades» de HaShem, es decir, lo que es D-s ES (lo cual está más allá de nuestra comprensión), sino más bien, cómo HaShem opera en este mundo, según nuestra perspectiva humana.
Estas palabras fueron invocados por Moshe Rabenu en un momento muy delicado: cuando el pueblo de Israel hizo el becerro de oro y HaShem quería destruir a Israel. Moshe rogó a HaShem que perdonara a Israel, y como sabemos, HaShem lo hizo.
Rabí Yojanan explica en el Talmud que HaShem le enseñó a Moshé Rabenu que cuando invocamos  estos 13 principios, nuestras transgresiones serán perdonadas .
Los 13 principios dicen lo siguiente:
HASHEM – D-s, actuando con compasión. A diferencia de ELOQIM, que alude a D-s, actuando con estricta justicia.
HASHEM – (explicaremos más adelante esta repetición del nombre de D-s)
E-L – poderoso en Su compasión, aún cuando no lo merecen, vela por Sus criaturas de acuerdo a sus necesidades;
RAJUM – misericordioso ;
VEHANUN – y clemente, cuando la humanidad ya está en peligro;
EREJ APAIM – tardo para la ira;
VERAB JESED – y generoso en la bondad;
VE-EMET– practica la verdad;
NOTSER JESED LAALAFIM – manteniendo Su bondad por mil generaciones;
NOSE AVON – perdona la iniquidad;
VAFESHA- y la transgresión;
VAJATAA – y el pecado;
VENAQE – y cuando nos arrepentimos nos limpia de todas nuestras transgresiones .
El Rabino Eliyahu de Vidas (1518-1592) escribe en su libro Reshit Jojma (שער הענוה פרק א) que la expresión del Talmud«cuando invocamos estos 13 atributos, nuestras transgresiones serán perdonadas» no debe ser entendida como «cuando recitamos estos 13 atributos» sino como «cuando imitamosestos 13 atributos». Esto significa que cuando nos comportamos con los demás de acuerdo a estos 13 atributos de HaShem, seremos perdonados por Él.
Algunos ejemplos:
HASHEM, HASHEM: La repetición del nombre de D-s requiere una explicación. Nuestros rabinos enseñaron que a partir de esta repetición aprendemos una maravillosa lección acerca del perdón total: cuando verdaderamente nos arrepentimos de nuestras transgresiones, HaShem nos perdona por completo, y nunca más nos recuerda nuestra transgresión.  La repetición del nombre de HaShem nos enseña que Él se comportará con nosotros cuando nos arrepentimos (SEGUNDO HaShem), exactamente igual que como se comportó con nosotros antes de que pequemos (PRIMER HaShem). No hay rencor, ni resentimiento, sino un perdón total y completo.
Por lo tanto, si queremos ser perdonados por D-s, tenemos que actuar hacia los demás como queremos que D-s actúe hacia nosotros. A saber, que cuando perdonamos a los demás, debemos borrar y eliminar todos los malos sentimientos hacia la persona que nos ofendió, y actuar hacia él o ella como lo hicimos antes de que nos ofendiera.
EREJ APAYIM (Paciente) HaShem espera pacientemente a que nos arrepintamos, en lugar de castigarnos inmediatamente por nuestros pecados. Así también, si alguien nos hace daño, debemos dar tiempo a esa persona para que se arrepienta.
VEEMET (Verdad). Él cumple sus promesas de darnos lo bueno, incluso cuando ya no lo merecemos. Así también, si nos comprometimos a hacer algo bueno por otra persona, debemos cumplir nuestra palabra, incluso si esa persona ya no lo merece.
NOTSER HESED LAALAFIM  (HaShem mantiene su bondad por mil generaciones). Si tenemos una deuda de gratitud con alguien, debemos seguir expresando esa gratitud a los descendientes de esa persona.
En resumen: Cuando recitamos estos 13 atributos debemos aprender de ellos, no sólo cómo HaShem se comporta con nosotros, sino también, o sobre todo, cómo HaShem espera que nos comportemos con los demás.

 




El Rab Obadiá de Bertinoro (1455-1515) y la Yeshibá de Jerusalem

El rabino Obadiá ben Abraham de Bertinoro, Italia, conocido popularmente como «Bartenura», nació en 1455. Fue alumno del famoso Rabino Yosef Colón, מהרי»ק, y se convirtió en el rabino de su propia ciudad, Bertinoro, en la provincia de Cesena .

Desde una temprana edad deseó establecerse en Erets Israel, y específicamente en Yerushalayim. Sabemos detalles muy minuciosos de su viaje a Israel porque muchas de la cartas que describen ese viaje fueron encontradas recientemente. Dejó su ciudad natal a finales de 1486. Luego pasó por Roma y llegó a Napoles. Se estableció cerca de allí en Salerno durante cuatro meses. En 1487 llegó a Palermo, Sicilia, donde permaneció tres meses predicando cada Shabbat en la sinagoga local. En Sicilia trataron de convencerlo para que se quedara como Rabino de la comunidad pero se negó porque su deseo era llegar a Yerushalayim. Viajo a través de Messina y Rodas hacia Alejandría, Egipto, donde llegó a principios de 1488. De Alejandría procedió a El Cairo, donde el Rab Natan ha-Kohen Shoulal lo recibió con grandes honores. Rabino Shoulal también le ofreció permanecer en El Cairo, pero nuevamente se negó. Continuó su viaje a través de Gaza, Hebrón y Bet Lejem  llegando a Jerusalem justo antes de Pésaj , 1488. Su llegada fue una gran bendición para la comunidad judía de Yerushalayim.

 

Jerusalem estaba al borde de la ruina. Los ricos habían escapado de la ciudad por los exhorbitantes tributos que demandaba el gobierno Musulmán local, y los pobres eran duramente gravados por impuestos. La comunidad judía de Yerushalayim estaba en uno de sus peores momentos . Había aproximadamente 70 familias judías en la ciudad, todos muy pobres «en la ciudad hay muchas viudas y muchos ancianos abandonados, Ashkenazim, Sefaradim y de otros países…los que tienen pan para toda una semana se consideran ricos… «. El rabino Obadiá cuenta en una de sus cartas que fue recibido por un rabino italiano, Ya’aqob de Colombano, el Rab principal de la ciudad. El rabino Obadiá escribe que este rabino era tan pobre que sólo se permitía comer un pedazo de pan durante Shabbat, y durante la semana, sólo comía algarrobos secos, es decir, los restos que quedan de las vainas de algarrobo una vez que su jugo fue extraído. Al principio el Rab Obadiá tuvo que hacerse cargo por sí mismo de casi todas las necesidades de la comunidad. Incluso él mismo se ocupaba de cavar las tumbas y enterrar a los muertos, ya que nadie más estaba dispuesto a emprender este deber religioso.
El rab se hizo cargo de recaudar fondos para Yerushalayim. Sus conexiones en Italia le proporcionaron dinero para el apoyo de los pobres. Al poco tiempo pudo establecer instituciones de beneficencia para los pobres y asistencia medica para los enfermos. Emanuel Hai Camerino de Florencia, a quien el rabino Obadia le había confiado la administración de sus propiedad en Cesena, le enviaba 100 ducados al año, a lo que añadía otros 25 ducados de su propia para caridad. El hermano del rabino Obadiá y otros familiares pudientes también enviaban sus generosos contribuciones.

 

En unos pocos años dada su gran reputación en la ciudad, hasta los musulmanes acudían a él para resolver casos judiciales. El Rab Obadiá obtuvo la abolición del impuesto anual de 400 ducados que la comunidad judía debía pagar a a las autoridades musulmanas locales. En su lugar se instituyó un impuesto más razonable.

 

En 1492 cuando los judíos fueron expulsados de España, muchos refugiados se establecieron en Jerusalem. El rabino Obadiá se convirtió en su líder espiritual y también los ayudó a sostenerse materialmente durante algún tiempo, ya que estos refugiados españoles (=Sefaradim) llegaban sin dinero. Pero al poco tiempo, gracias a la llegada de estos Yehudim que eran muy educados y entrenados para el comercio internacional, la comunidad comenzó a crecer. Como muestra de su enorme gratitud, los exiliados de España le hicieron al Rab de Bertinoro un mejor regalo que podía esperar: su propia Yeshibá (academia rabínica) en Yerushalayim. Esta fue la primera Yeshibá en Jerusalem en más de 1200 años.
En Yerushalayim, el Rab Obadiá fue declarado como «abi hayshub», patrón o benefactor máximo de la ciudad.
Murió en 1515 y está enterrado en el Monte de los Olivos (Har haZetim).
LIBROS
El Rab Obadiá de Bertinoro es muy conocido por su comentario a la Mishná. La Mishná comprende las tradiciones orales rabínicas, es decir, la aplicación y los detalles de todas las Mitsvot de la Tora. La Mishná se estudia por lo general junto con la Guemará,  que explica la Mishná y elabora sus detalles.  Maimónides fue el primer rabino que escribió un comentario independiente sobre la Mishná. El rabino Obadiá siguió este ejemplo y escribió su comentario, que se convirtió en el más popular por siglos. A diferencia de Maimónides que escribió originalmente en árabe, el comentario del rabino Obadiá fue escrito en hebreo. El comentario del Rab Obadiá es una excelente introducción al estudio del Talmud.



SELIJOT: Cuando lo urgente no deja tiempo para lo importante

Como explicamos ayer (ver aquí),  en las comunidades Sefaradíes ya ha comenzado la recitación de las Selijot.   Y como veremos BH en los próximos días, el centro de estas plegarias lo constituyen el viduy o confesión, y el recitado de los 13 Atributos de Perdón Divino o 13 Middot.
Pero en las Selijot también hay muchos piyutim, poemas religiosos, que nos inspiran a volver a HaShem. El primero, y uno de los piyutim más conocidos, es «BEN ADAM MA LEJA NIRDAM», que quisiera comentar a continuación.
בֶּן אָדָם מַה לְּךָ נִרְדָּם
«Hijo del hombre, ¿Qué haces durmiendo?! ¡Levántate y reza [a D-s] con súplicas!
Este piyut comienza con una invitación a despertar. «Despertar» en un doble sentido. Por una lado, siendo que las Selijot se dicen muy temprano por la mañana, este poema refuerza nuestro compromiso a sacrificar nuestro sueño y acudir al Bet haKeneset más temprano que de costumbre.
Pero el sentido más profundo, y sin duda el sentido original de esta expresión, es la invitación al despertar de la conciencia. Me explico: Dada la cantidad de obligaciones materiales que tenemos, dado el ritmo al que vivimos y la enorme variedad de distracciones a nuestra disposición, es muy posible que nuestras conciencias estén «dormidas». ¿Cómo podemos identificar el sueño de la conciencia? El letargo espiritual se manifiesta por la ausencia de pensamientos profundos. Si no nos ponemos a pensar en D-s, y en lo que Él espera de nosotros; si no nos preguntamos por qué estamos aquí, en este mundo; si no reflexionamos sobre la dirección en la que avanza nuestra vida; si no re-evaluamos nuestros valores, y nuestras prioridades, entonces se puede decir que nuestras conciencias están dormidas.   El despertar espiritual consiste en refrescar estas preguntas. Estar «despiertos» significa que la búsqueda de estas respuestas sea el principal objetivo de nuestra existencia.
Esta hermosa expresión en hebreo ma lejá nirdam  «que haces durmiendo?» se encuentra en el libro de Yoná 1:6.   El capitán del barco que está por hundirse increpa al profeta Yoná, que estaba durmiendo, ausente de toda preocupación, ignorando los peligros a su alrededor. Es que Yoná estaba en una situación de «huida» casi suicida. Estaba, literalmente, alejándose de HaShem. Sin duda, estas palabras también aluden a nuestro propio escapismo existencial. Un escenario montado por nosotros mismos para eludir el compromiso que implica formularse las preguntas más profundas. Optamos por «escapar» de HaShem, entregándonos de forma adictiva al trabajo o a distracciones materiales.  El primer llamado de las Selijot es el llamado a despertar y abandonar el escapismo.
¿Cómo despertar?
קוּם קְרָא בְּתַחֲנוּנִים
Conectándonos con nuestro Creador.  La conexión con HaShem es el comienzo del despertar espiritual. 
רְחַץ וּטְהַר ואַל תְּאַחַר בְּטֶרֶם יָמִים פּוֹנִים
«Limipiate, purifícate ¡Y no lo postergues!  Hazlo antes de que los días [de tu vida] hayan pasado [=terminado]. 
La próxima invitación de este piyut es a actuar «YA». Sin procrastinar. «Limpieza» y «purificación» no se refieren a la limpieza física de nuestros cuerpos, sino a la limpieza del alma: es decir, la ausencia de transgresiones y pensamientos que nos alejen de HaShem.  Nuestro objetivo es «limpiarnos», es decir, arrepentirnos de lo que hicimos mal y deshacernos de las «manchas» de nuestro pasado. Y purificar nuestros pensamientos, alejándonos de los valores y de la cultura de la sociedad materialista. Para ayudarnos a corregirnos «YA» debemos traer a la mente una simple, pero generalmente reprimida idea: nuestra mortalidad. La certeza de que nuestras vidas llegarán a un final, y la incertidumbre de no saber cuándo ese final llegará….
Esta reflexión está inspirada en la explicación de nuestros Sabios al pasuq de Qohelet 9:8 que dice: בכל עת יהיו בגדיך לבנים,«Que tus vestiduras estén siempre limpias». Nuestros Sabios dicen que en este versículo las vestimentas son nuestras acciones. Y nos exhortan a «limpiar» nuestras vestiduras ni bien se manchen. Es decir, no postergar el arrepentimiento, el pedir perdón, y la reparación. Debemos mantenernos limpios, sin «manchas» en nuestros records, permanentemente, ya que no sabemos cuándo seremos llamados por el Tribunal Celestial.