NO ROBARAS: El Octavo Mandamiento y el Tráfico Humano

לא תגנב
La Perashá de esta semana contiene los famosos Diez Mandamientos.  El octavo mandamiento es uno de los menos conocidos. Me refiero a que no muchos saben que la tradición judía explica que este mandamiento NO se refiere al robo de posesiones materiales sino al robo de personas: el secuestro extorsivo o el tráfico humano.
¿Pero cómo sabemos que “no robarás” se refiere al secuestro?
El texto de la Torá esta sujeto a la interpretación de la tradición oral, lo que se llama en hebreo la Torá shebe’alPé. Y la tradición oral explica que el contexto de este mandamientos no se refiere a daños y perjuicios materiales sino personales.  Por ejemplo: “No matarás” se refiere sólo a no matar personas. La prohibición de matar innecesariamente animales o la indemnización que debe pagar quien mata al animal del prójimo, son temas que están abordados en otros versículos de la Torá. De la misma manera, el robar posesiones ajenas está legislado en otro precepto que figura en el libro de Vayiqrá. Allí la Torá dice לא תגנבו “No robareis, no engañareis ni mentiréis unos a otros” (Lev. 19:11).
El octavo mandamiento, entonces, no se refiere al robo o al hurto sino al robo de personas: el secuestro, la maxima expresión y la forma más cruel del robo. No es robarle a alguien su dinero o su celular: es robarle a alguien su libertad, o en muchos casos, su vida. No en vano la Torá condena al secuestro con la pena máxima.
En la antigüedad la mayoría de los secuestros no eran extorsivos, es decir, secuestros donde la víctima podía ser liberada si su familia pagaba un rescate. En la antigüedad se secuestraba principalmente para esclavizar. Cuando un pueblo invadía a otro la parte más importante del botín de guerra eran los esclavos. Los prisioneros sobrevivientes del pueblo vencido eran tomados como esclavos de por vida.
Poro la esclavización sucedía también fuera del contexto de una guerra, en un escenario puramente “comercial”.  Pensemos en los cazadores de humanos profesionales que se adentraban en África para capturar y esclavizar a la población nativa, que luego era deportada a otros continentes para su comercialización. O en los piratas que atacaban barcos de pasajeros en alta mar para secuestrar personas y comercializarlas en los mercados de esclavos.
Durante la edad media, y especialmente en las décadas que siguieron a la expulsión de España, decenas de miles de judíos fueron víctimas de tráfico humano. En el siglo 16 los refugiados judíos españoles, en su mayoría muy pobres y que trataban de encontrar un nuevo destino, eran capturados por piratas (o a veces por la propia tripulación) en las frágiles embarcaciones que los sacaban de la Península. Los secuestradores llevaban a los esclavos judíos especialmente a los puertos de Italia y Turquía, sabiendo que la comunidad judía iba a hacer máximos esfuerzos económicos por rescatar a sus hermanos, (Pidyón shebuim= rescate de un correligionario judío secuestrado, considerado el más importante acto de Tsedaqá).
Lo peor es que los secuestros y la esclavitud, lamentablemente, no son cosas del pasado. El secuestro extorsivo es común en muchos países. Y la esclavitud también.  Si uno escribe en Google el país Mauritania, por ejemplo, una de las primeras cosas que va a encontrar es información sobre la esclavitud, ya que no es ningún secreto que hasta el día de hoy, entre el 10% y el 20% de la población de Mauritania vive literalmente esclavizada (ver  aquí este estremecedor informe de CNN).
Millones de personas son secuestradas también en Sudamerica, Asia y hasta Europa, para ser luego víctimas del “tráfico humano” o “trata de personas”. La mayoría son mujeres y niños. A veces las personas son sometidas por la fuerza y muchas veces son engañadas, para luego ser sometidas, privadas de su libertad y obligadas a trabajos forzados de todo tipo.
En 2012, la Organización Internacional del Trabajo estimó que 21 millones de individuos están atrapados en la esclavitud moderna. De estas personas, 14,2 millones (68%) son explotadas para mano de obra, 4,5 millones (22%) son explotadas sexualmente y 2,2 millones (10%) son explotadas en el trabajo forzado impuesto por el mismo estado.
Según la OIT la “industria del tráfico humano” genera para los criminales beneficios estimados en 150.000 millones de dólares anuales (2014).
 (Para más información ver aquí el informe mundial de las Naciones Unidas sobre la trata de personas).
Creo que cuando somos consientes de lo que significa el tema de la esclavitud y el tráfico humanos comprendemos mejor por qué el octavo mandamiento se refiere al secuestro: porque dentro de la categoría “NO ROBARAS” no hay robo más serio, cruel y trágico que el robo de personas.
Y cuando leemos las cifras del trafico humano en nuestro mundo moderno creo que vemos una vez más que los preceptos de la Torá “no han pasado de moda”. El octavo mandamiento, NO SECUESTRARAS, sigue siendo hoy tanto o más relevante que nunca.



¿Cómo comenzó el regreso a Yerushalayim? (586-516 AEC)

וְאַף-גַּם-זֹאת בִּהְיוֹתָם בְּאֶרֶץ אֹיְבֵיהֶם לֹא-מְאַסְתִּים וְלֹא-גְעַלְתִּים לְכַלֹּתָם–לְהָפֵר בְּרִיתִי אִתָּם כִּי אֲנִי ה‘אֱלֹקיהֶם. .
Vayiqrá, Levítico, 26:44.
En el año 586 AEC el Bet haMiqdash y la ciudad de Yerushalayim fueron destruidos, y el pueblo judío fue exiliado a Babilonia. Normalmente, juzgando por lo que pasó con TODOS los pueblos vecinos de Israel que vivieron la destrucción de sus reinos y el exilio, el final de Yerushalayim hubiera traído el final de Israel.
Cuenta el historiador Sebag Montefiore que los pueblos de la antigüedad, una vez derrotados, abandonaban a sus dioses y adoptaban los dioses del pueblo victorioso. Esa era la reacción más lógica a la máxima tragedia nacional. ¿Por qué? Porque la derrota de un pueblo significaba que sus dioses habían sido derrotados por otros dioses más poderosos que ellos. Era el momento de adoptar y adorar a los nuevos dioses y reyes. Y por supuesto que una vez en el exilio, a ningún pueblo de la antigüedad se le hubiera ocurrido concebir la ridícula idea de que algún día regresarían a su territorio. Se habían quedado sin sus tierras, sin sus armas, sin sus dioses y sin su rey. Había que hacer todo lo posible para olvidar el pasado, adaptarse y sobrevivir en la nueva realidad.
Pero, ¿Por qué los judíos no nos olvidamos de Zion? ¿De dónde sacamos esa idea de que aún vencidos debíamos seguir aferrados a recordar a nuestra tierra y a nuestro Dios?
Creo que la clave está en la el libro de Vayiqrá. Allí, al final del capitulo 26, la Torá habla del pacto entre Dios y el pueblo judío. El pueblo judío debe cumplir con su misión, siguiendo las leyes divinas y sirviendo a un solo e invisible Dios. La Torá predice que al pueblo judío no le van a faltar enemigos que quieran su tierra, o que busquen destruirlos. HaShem, entonces, le ofrece al pueblo judío un pacto: si el pueblo sigue Sus leyes, tendrán Su bendición y Su protección. De acuerdo a este pacto, una parte de esa protección es condicional y la otra incondicional.
Lo incondicional es que HaShem garantiza que el pueblo judío nunca desaparecerá, y que más allá de lo que el pueblo haga o deje de hacer, el pacto (en hebreo berit) ¡nunca será cancelado!
Lo condicional, por otro lado, es la permanencia en la tierra de Israel. Si a pesar de los castigos y las advertencias el pueblo judío abandona a Dios, Dios retirará Su protección, el enemigo prevalecerá, las ciudades serán destruidas y el pueblo será exiliado. 26:14 “Si no me obedecen ni observan estos mandamientos.. 26:15 si desprecian Mis leyes y aborrecen Mis preceptos…violando así mi pacto… 26:31 sus ciudades se convertían en ruinas y sus santuarios serán desolados… 26:33 y los dispersaré entre las naciones [de la tierra]…
Los dioses paganos se consideraban invencibles y nunca contemplaban la destrucción de sus ciudades o el exilio de sus seguidores. La Torá, sin embargo, anuncia explícitamente que la permanencia del pueblo de Israel en la tierra de Israel es condicional a la observancia de la ley de Israel. Y que si el pueblo abandona a HaShem, será desterrado. El exilio del pueblo judío, entonces, NO es la prueba de que HaShem nos había mentido cuando nos prometió Su protección; o que el pacto fue derogado.  TODO LO CONTRARIO, el exilio fue la mejor evidencia de que el pacto ¡era real!, y que seguía firme. El exilio de Babilonia fue la consecuencia, “contemplada como parte del pacto», de que no era HaShem quien nos abandonó, sino que fuimos nosotros los que abandonamos a HaShem. Fue irónicamente en el exilio de Babilonia que el pueblo judío por fin entendió que lo que la Torá había advertido 1000 años era verdad. Y que lo que les estaba ocurriendo ahora, era lo que les debía ocurrir, ¡de acuerdo a lo pactado con HaShem!.
Ahora bien, si el pacto seguía firme, enotnces sobreviviremos. 26:44… y a pesar de todo esto, cuando estén en la tierra de sus enemigos no los abandonaré ni los aborreceré, ni dejaré que los destruyan, quebrantando Mi pacto… porque yo soy HaShem su Dios…
En Babilonia, nuestro primer exilio, los Yehudim aprendimos la lección. Y allí, en el exilio hicimos lo que no hicimos cuando vivíamos en nuestra tierra.
Ahora, nos negamos a abandonar a nuestro Dios. Y nos prometimos NO olvidar a Yerushalayim. Lo que sintieron y decidieron los sobrevivientes de la destrucción de Jerusalén está registrado explícitamente en el salmo 137 de Tehilim: “Junto a los ríos de Babilonia…nos sentamos a llorar y a recordar a Zion (Yerushalayim)…y [a pesar de que] habíamos colgado nuestras arpas en los sauces, los que nos tenían cautivos nos pedían que cantásemos para ellos los famosos cantos de Zion… [y nos negamos], diciendo,¿cómo podríamos cantar los cantos de HaShem en una tierra extraña? ¡Yerushalayim! Si alguna vez me olvidase de ti, que mi mano derecha se paralice…. que mi lengua [se seque], y quede pegada a mi paladar, si no te trajera a mi memoria en los momentos de mi mayor alegría…”.
Y así comenzó nuestro retorno a Yerushalayim…
Continuará…



Creación y Big Bang CONFERENCIA EN EL INSTITUTO ORT Buenos Aires, Argentina, 2013




JERUSALEN, cae y se vuelve a levantar (687-609 AEC)

EL REY MENASHE
Previamente aprendimos que en los tiempos del rey Jizquiyahu la ciudad de Yerushalayim se salvó milagrosamente de ser destruida.  Cuando el rey Jizquiyahu muere lo sucede su hijo , Menashé, que reinó en Yerushalayim por 55 años; más que cualquier otro rey antes o después de él. El reinado de Menashé ( 687-642 AEC) fue devastador para el pueblo judío. Su padre, Jizquiyahu se había librado de Asiria con la ayuda de HaShem, pero Menashé decidió que era conveniente someterse voluntariamente (!) al poderoso imperio asirio. Menashé entonces convirtió a Yehudá en una provincia asiria y al Bet haMiqdash en un santuario dedicado a los dioses paganos: el sol, la luna, las estrellas y las constelaciones. Dedicó altares alba’al, el dios que demandaba entre otras cosas sacrificios humanos, e introdujo en el Santuario del Templo una imagen de la asherá, la diosa asiria que era servida a través de actos de prostitución. Sacrificó en el fuego a su propio hijo, practicó la magia y la brujería, consultó a nigromantes y a hechiceros idólatras. Decidido a remplazar el judaísmo por la religión asiria, Menashé eliminó a los Cohanim (sacerdotes) y a todos los Sabios que enseñaban la Torá,. Menashé también fue responsable por la persecución y el asesinato de varios profetas entre ellos su propio abuelo, el profeta Yesha’ayahu. La Torá fue virtualmente erradicada de Yerushalayim por dos generaciones. Solamente algunos profetas y Sabios, que pudieron escaparse al desierto siguieron estudiando y cumpliendo la Torá secretamente. Esto es lo que dice de las atrocidades de Menashé el libro de Melajim: 21:7: [Menashé] tomó la imagen de la diosa asherá, que él mismo había mandado a hacer, y la puso en el [Santuario del] Templo, en el mismo lugar del cual HaShem había dicho a David y a su hijo Salomón: «En este Templo de Jerusalem, la ciudad que he escogido de entre todas las tribus de Israel, he decidido habitar para siempre.”
EL REY YOSHIYAHU
Cuando Menashé falleció fue sucedido por su hijo, Amón, que siguió sus malos caminos. Al cabo de dos años Amón fue asesinado, y su hijo, Yoshiyahu, el nieto de Menashé, fue coronado rey en Yerushalayim. Yoshiyahu fue uno de los mejores monarcas de Yehudá. Reinó en Jerusalem entre 641 y 609 aec). En sus días, mientras se hacían refacciones en el Templo de Jerusalem, encontraron un Sefer Torá que había sido escondido en los tiempos de Menashé. Al leer la Torá, que ya había sido virtualmente olvidada, el rey Yoshiyahu decidió regresar a HaShem con todo su corazón, y por primera vez en dos generaciones los Yehudim volvieron a observar y practicar la Torá y sus Mitsvot. Yoshiyahu extirpó toda la idolatría y restauró el servicio religioso en el Bet haMiqdash. Y tanto él como el pueblo de Yehudá renovaron su pacto de lealtad con HaShem y guardar Sus mandamientos. Yoshiyahu eliminó todos los cultos paganos que se habían formado dentro de la ciudad y ese Pésaj, el primero que se volvía a celebrar en décadas, las calles de Yerushalayim se volvieron a llenar de Yehudim que llegaban desde todos los pueblos y las aldeas de Israel, como en los mejores tiempos del rey David.
Una de las lecciones que aprendemos de este periodo histórico es que el pueblo judío regresa a HaShem y a Su Torá, a veces luego de varias generaciones. Esto ha ocurrido más de una vez en la historia de nuestro pueblo. La Torá, por persecuciones o antisemitismo —y a veces, lamentablemente, por nuestro propio deseo de ser como las demás naciones— puede desaparecer por una o dos generaciones. Pero luego, milagrosamente, regresa.
Hace más de 20 años atrás, cuando era rabino en Uruguay, publiqué este texto que y lo copio para mostrar que este fenómeno se repitió también en nuestros días.
“Vivir el judaísmo es como hacer té. Nuestros antepasados lo sabían muy bien. Cada generación tomaba su saquito de té y preparaba la sagrada infusión. Los padres se enorgullecían de enseñarle a sus hijos a preparar su propio té. Pero ocurrió hace un tiempo no muy lejano que el bisabuelo no pudo enseñarle a su hijo a hacer té porque tuvo que abandonar Europa o Marruecos en busca de paz y de pan, y sólo alcanzó a darle a su hijo su saquito de té ya usado. El abuelo, inmigrante, trajo el saquito de té de su padre y con él vivió su judaísmo lo mejor que pudo. Las urgencias por sobrevivir en un nuevo país le restaron las oportunidades para aprender a hacer té por su propia cuenta. Y no tuvo más remedio que entregarle a su hijo el mismo saquito que él había recibido de su padre. El color y el sabor de lo judío estaban ya tan diluidos que se hizo muy difícil para el nieto apreciar en el té una esencia que valiera la pena ser disfrutada, preservada y transmitida. Pero hoy, gracias a Dios, tenemos paz y pan. Y los hijos pueden aprender una vez más a disfrutar de nuestro elixir espiritual, preparando el mismo té con un saquito nuevo, y volver a apreciar su sabor, su color y su exquisita esencia.



VIDEO Sanjerib y el sitio a Jerusalem, año 701 aec (hebreo).




¿El final de Jerusalén? Año 701, antes de la era común.

EL SITIO A YERUSHALAYIM
El emperador Asirio Sanjerib comenzó el sitio de Jerusalem en el año 701aec. Antes de atacar a la ciudad le ofreció al Rey Jizquiyahu que se rindiera y así no habría derramamiento de sangre.
Los términos de la rendición eran los siguientes:
*Jizquiyahu le debía entregar a Sanjerib todo lo que hubiera de valor en el Bet haMiqdash
*Una vez que Jerusalem fuera una provincia asiria, en el Bet haMiqdash se introducirán los dioses asirios
*El rey y los habitantes de Jerusalem debían exiliarse voluntariamente a Ninevé la capital de Asiria, donde vivirían junto con otro pueblos. Esto hubiera sido, por cierto, el final no sólo de Yerushalayim sino también del pueblo judío. Ya que la estrategia de Sanjerib era integrar a los pueblos, forzándolos a casarse unos con otros y dividirse por todas las ciudades. De esta forma Sanjerib se aseguraba que los pueblos perdieran su identidad, olvidaran sus orígenes y no se rebelaran en un futuro contra el imperio asirio. Las amenazas de Sanjerib no eran sólo palabras. Sanjerib ya había hecho esto con los elamitas, con los casitas, los moabitas, los edomitas y con muchos otros pueblos cuyos nombres ya nadie recuerda. Todos fueron vencidos y desterrados y desaparecieron en el crisol social de los asirios ( סנחריב בלבל את האומות).
Jizquiyahu contaba con grandes murallas, provisiones y agua. Pero no tenia suficiente soldados para defender la ciudad. Uno de los generales de Sanjerib, Rabshaqué, su burló públicamente de Jizquiyahu diciéndole: “¿Cómo es que no te rindes? Si quieres te podemos ayudar a pelar contra nosotros. Te prestaremos 2.000 caballos de nuestro ejercito. Pero, ¿tienes tu 2.000 soldados que los puedan usar?”. Sanjerib había cercado Yerushalayim con cientos de miles de soldados muy bien armados y con provisiones. Los asirios ya habían devastado todas las otras 46 ciudades de Israel, matado a sus habitantes y llevado al cautiverio a mas de 200.000 Yehudim. Yerushalayim era lo único que quedaba en pie del pueblo de Israel… Y nunca antes Jerusalem había estado tan seriamente amenazada con la destrucción total. El final, parecía inevitable…
LA TEFILA DEL REY DE ISRAEL (Yesha’ayahu, capitulo 37:14-21)
El rey Jizquiyahu, desesperado, le dio a Sanjerib oro y plata del Bet haMiqdash, con la esperanza de que desistiera de destruir Yerushalayim. Pero esto no sirvió…. En ese tiempo había en Israel un profeta muy importante. Su libro es el primero de la sección de Profetas en el Tanaj (Biblia hebrea) . Me refiero a Yesha’ayahu haNabí. La historia de su dialogo con el rey Jizquiyahu está narrada en los capítulos 36 y 37 de su libro. Los buenos reyes de Israel, como el rey David, por ejemplo, consultaban permanentemente con los profetas. El rey Jizquiyahu, que era un rey justo, rompió sus vestiduras en señal de duelo y le pidió a este gran profeta que rezara por “los sobrevivientes que aún quedaban” del pueblo de Israel.
Yesha’ayahu le mandó decir al rey Jizquiyahu que no se rindiera y que no tuviera miedo de las amenazas del rey de Asiria.“No entrará en esta ciudad, ni disparará allí una flecha, ni se presentará contra ella con escudo… Por el camino por el cual procedió, regresará, y en esta ciudad no entrará, así dice HaShem”. Jizquiyahu subió al Templo de Yerushalayim… y rezó: «HaShem, Todopoderoso, Dios de Israel…Tú eres el único Dios …Tú has hecho los cielos y la tierra. Y ahora te pido por favor que escuches, HaShem…todo lo que Sanjerib ha dicho insultando al Dios viviente. Es verdad, HaShem, que los asirios han asolado todas estas naciones y sus tierras y han destruido a sus dioses. Pero esos dioses eran ídolos de madera y piedra, obra de manos humanas. Ahora, pues, HaShem nuestro Dios, sálvanos de su mano, y todos los reinos de la tierra sabrán que solo tú, HaShem, eres Dios».
Lo que ocurrió esa misma noche es uno de lo milagros más grandes y más significativos (pero lamentablemente poco conocido) de la historia del pueblo judío: una plaga azotó el campamento de Sanjerib y mató a 185.000 de sus soldados. Sanjerib tuvo que regresar a Ninevé. Y si bien siguió conquistando otras naciones hasta del día de su muerte (681 aec), nunca más se atrevió a amenazar a Yerushalayim.
Y TODOS… SABRAN QUE SOLO TU HASHEM, ERES DIOS.
Uno de los elementos más especiales de este milagro es que fue registrado por otros pueblos, y que esos registros se han encontrado. En la universidad de Chicago está el famoso Prisma de Sanjerib, donde el rey asirio se jacta de tener sitiada a Jerusalem y a su rey, Jizquiyahu a su merced: “como un pájaro encerrado en una jaula”. Pero el texto termina allí, con el sitio a Jerusalem, no con la conquista, porque Sanjerib no logró su objetivo.
El más famoso historiador griego, Heródoto, también escribe: que “cayó durante la noche un tropel de ratones campestres que royeron las aljabas [del ejercito asirio], sus arcos y, asimismo, los brazales de sus escudos”
El historiador babilonio Beroso, citado por Flavio Josefo, dice: “Sanjerib, de la expedición de Egipto regresó a Jerusalén, donde encontró a las tropas comandadas por Rabshaqué en gran peligro por la peste. Dios les envió una enfermedad que…mató a ciento ochenta mil soldados, con sus capitanes y centuriones”.
Continuará



Creación y Evolución. Conferencia dictada en Mexico. Nov, 2017




La Inmortalidad del Alma




El Túnel del Rey Jizquiyahu




Jerusalén en los tiempos del rey Jizquiyahu (ca. 700aec)

 וירא חזקיהו כי בא סנחריב ופניו למלחמה על-ירושלם
La ciudad de Yerushalayim pasó por momentos muy difíciles. Pero los Yehudim siempre vimos la intervención directa de haShem para proteger la ciudad y su Bet haMiqdash. Desde la época de su construcción hasta nuestros tiempos cuando Yerushalayim fue milagrosamente recuperada por el ejército de Israel en la guerra de los Seis Dias en1967.
LOS PRIMEROS CUATRO SIGLOS
Los monarcas descendientes del rey David reinaron en Yerushalayim por más de cuatro siglos (1020 – 586 antes de la era común). Durante todo ese tiempo el Bet haMiqdash estuvo funcionando. Tres veces por año, en Pésaj, en Shabu’ot y en Sukkot, todo el pueblo judío ascendía a Yerushalayim. La gente se establecía allí por varios días: una semana en Pésaj, un día en Shabu’ot y ocho días en Sukkot. Este es un elemento muy importante—y que yo sepa único entre las capitales del mundo entero—que le da a Yerushalayim el carácter de ciudad capital del pueblo de Israel. El pueblo judío, durante ese tiempo, sufrió varias crisis. La más trágica fue sin duda la division de Israel en dos reinos (ca. 930 aec), el reino de Israel que contaba con 10 tribus, y el reino de Yehudá, que contaba con las tribus de Yehudá, Binyamín y los integrantes de la tribu de Leví (los Cohanim y los Levitas). Las tragedias no terminaron allí. Alrededor del año 722 aec el imperio Asirio derrotó y exilió al reino de Israel. Miles de fugitivos provenientes de las 10 tribus se refugiaron en el reino de Yehudá. Desde ese momento el pueblo de Israel se comenzó a llamar “el pueblo judío” (por la tribu de Yehudá, Judea).
EXTENDIENDO y PROTEGIENDO YERUSHALAYIM
En esos tiempos reinaba el rey Jizquiyahu (en español: Ezequías 729-686 aec). Dado el crecimiento de la población de la ciudad, por la llegada de los refugiados de las 10 tribus, el rey extendió la ciudad de Yerushalayim hacia el oeste y hacia el sur, el area que hoy ocupa la ciudad vieja y especialmente el barrio judío (ver mapa). Alrededor del año 701 aec, Yerushalayim sufrió una de sus mayores crisis, y vivió uno de sus mayores milagros. Hoy comenzaremos a contar esta historia.
El emperador Asirio Sanjerib, que ya había destruido el reino de Israel, había derrotado a Babilonia y a Egipto y estaba arrasando con todos los pueblos a su alrededor, se aprestaba a hacer lo mismo con el reino de Yehudá, lo que quedaba del pueblo judío. Sanjerib mandó a sus generales a sitiar la ciudad de Yerushalayim, con ordenes que si el rey Jizquiyahu no se rendía, la ciudad sería destruída. El rey Jizquiyahu hizo lo que pudo. En primer lugar, construyó unas murallas de contención muy anchas, que todavía se pueden ver en el centro del barrio judío, al lado de las oficinas del correo (la construcción de estas murallas está relatada en Dibré haYamim 2 , 32:5). Jizquiyahu también construyó un famosísimo túnel que existe hasta nuestros días. Este túnel une el monte del Templo y la ciudad vieja con la Ciudad de David, llamada hoy en día Siluán. Este túnel merece un comentario aparte.
EL TUNEL DE JIZQUIYAHU
Este túnel, de meas de 500 metros, se excavó para proveer agua a la ciudad que iba a ser sitiada. El agua provenía originalmente de la fuente de Guijón, un manantial subterráneo en las afueras de Yerushalayim, que tiene agua todo el año. El túnel es una obra maestra de ingeniería. Había que perforar la piedra de montaña, y como no se contaba con mucho tiempo, dos equipos trabajaron simultáneamente, uno de cada lado de la montaña. Hasta el día de hoy los estudiosos se maravillan de la técnica que se utilizó para que estos dos equipos pudieran sincronizar la excavación y encontrarse en la mitad de la montaña. El libro de Melajim nos cuenta que cuando los dos grupos estaban como a 30 metros uno de otro, escuchaban los golpes y así se unieron en el centro. Hay una inscripción, que hoy se encuentra en el museo de arqueología de Estambul, Turquía, que celebra este encuentro. La inscripción dice: “Esta es la historia de la perforación. Cuando todavía […] pico(s) [….] cada uno hacia su compañero y cuando todavía faltaban perforar tres varas, […] la voz de un hombre que le gritaba al otro, pues allí había una brecha del lado derecho […] Y el día de la ruptura se encontraron los trabajadores, hombre contra hombre, pico contra pico, y el agua fluyó de la fuente hacia el estanque, 1200 varas, y de 100 varas era el grosor de la roca por sobre las cabezas de los trabajadores. ….”.
VER VIDEO CON GRAFICOS DEL TUNEL AQUI