La increíble historia de los 2 edictos

El Edicto de Ciro (538, antes de la era común)
El último libro del Tanaj (= la Biblia hebrea) es Dibre haYamim «el libro de las  crónicas». Este libro termina con una declaración muy especial. El anuncio de Ciro, el primer emperador persa. Dice en Dibre hayamim II, 36: 22-23, en los versículos que cierran el Tanaj. «En el primer año de Ciro, rey de Persia … HaShem movió el espíritu de Ciro, rey de Persa, y él emitió un pregón por todo su reino, oralmente y por escrito. «Así ha dicho Ciro, rey de Persia: HaShem, Dios de los cielos, me ha entegado todos los reinos de la tierra, y me ha encargado construir para Él un Santuario en Jerusalem, que está en Judea (= Israel). [Por lo tanto declaro que] cualquiera de ustedes, de Su pueblo, que Hashem esté con él y suba [a Israel. En el original hebreo, veya’al, «que haga aliya»] «.
Durante las guerras en invasiones de Asiria y Babilonia cientos de miles de judíos fueron asesinados. Finalmente, en el año 586 aec, Nebujadnezzar, el emperador de Babilonia, destruyó el Templo y 70.000 cautivos judíos fueron exiliados a Babilonia. Ahora, en el año 539aec los persas conquistaron Babilonia y, en lo que se puede considerar un gran milagro (nes galui) el Emperador Persa nos cuenta que HaShem despertó su espíritu, y lo inspiró para  invitar al pueblo judío a regresar a Israel y reconstruir el Bet haMiqdash. En ese momento más de 42.000 judíos regresaron a Israel liderados por Zerubabel y así comenzó la construcción del  segundo Bet haMiqdash.

El Edicto de Hamán (474, antes de la era común)

64 años más tarde tuvo lugar un edicto muy diferente. Hamán era el Primer Ministro y el hombre de mayor confianza del cuarto emperador persa, Ajashverosh (Asuero 486 – 465 aec). Hamán planeaba matar a todos los judíos del imperio Persa y le propuso al rey Ajashverosh, «Hay un pueblo, diseminado entre los pueblos, en todas las provincias de tu reino, que se mantienen separados. Sus costumbres son diferentes de las de todos los pueblos, y no obedecen las leyes del rey; no está en el mejor interés del rey tolerarlos. Si al rey le place, que se emita un decreto para exterminarlos, y yo confiscaré [de los despojos] diez mil piezas de plata que serán destinadas al tesoro real… [el Rey aceptó] y en el día 13 del primer mes,  en el año 12 de Ajashverosh, fueron convocados los escribas del Rey. Escribieron para cada provincia en su idioma y para cada pueblo, la orden de Hamán… estos documentos fueron escritos en el nombre del propio rey Ajashverosh y sellados con su propio anillo….con la orden de exterminar, matar y destruir a todos los judíos [del Imperio Persa] -jóvenes y ancianos, mujeres y niños, … Una copia del texto del edicto debía ser promulgado por ley en cada provincia del imperio y dado a conocer a los pueblos de todas las nacionalidades para que estuvieran listos para ese día. «. (Ester, capítulo 3).

Es importante recordar que el Imperio Persa durante el reinado de Ajashverosh se extendía desde la India hasta Etiopía, incluyendo partes de Africa, todo el levante, el medio Oriente e Israel. En realidad, todos los judíos del mundo vivían entonces en el Imperio Persa e iban as ser las víctimas de esta masacre, incluyendo aquellos judíos que 64 años antes habían llegado a Israel invitados por Ciro. Como todos sabemos, el decreto de Hamán fue revertido y el pueblo judío fue salvado por HaShem, a través de Mordejay y la reina Esther.



PEQUDE: Ser honrado y parecer honrado

ואת האלף ושבע המאות וחמישה ושבעים עשָה ווים לעמודים

En la Parashá de esta semana , Vayaqhel-Pequdé, seguimos leyendo acerca de la construcción del Mishkán, el Tabernáculo o Templo móvil que el pueblo de Israel erigió en el desierto. La construcción del Mishkán fue precedida por la recaudación de elementos de valor que fueron donados generosa y espontáneamente por los Yehudim. Las donaciones consistieron en telas, pieles, maderas, piedras y metales preciosos como bronce, plata y oro, entre otros. Lo que el pueblo donó no solo alcanzó para construir el Mishkán, sino que también, como el pasuk lo dice explícitamente, sobró. Moshé era, naturalmente, el administrador general de todos estos fondos. Y aunque se trataba del «más humilde de todos los hombres» y el único ser humano que «habló con Dios», algunas personas de esa difícil generación del desierto cuestionaron la integridad de Moshé y sugirieron que Moshé pudo haberse quedado con fondos públicos. Cuando Moshé escuchó estos infundados rumores, dijo, de acuerdo con el Midrash: «Cuando termine la construcción del Mishkán, daré cuenta exacta de todo lo que se colectó y de todo lo que se gastó». Y así es como comienza nuestra Parashá: «ele fequdé hamishkan...» que quiere decir: «Este es el reporte de [todo lo que se utilizó en] el Mishkán». El registro de Moshé fue muy detallado y minucioso. En un pasuk que representa el preciso detalle de este reporte: «Y con las 1775 piezas de plata hizo los clavos de las columnas», estos eran los clavos o ganchos que sostenían las cortinas del Mishkán.

Lo que ocurrió con Moshé fue muy doloroso. En realidad, era la primera vez que se recaudaban y se administraban fondos públicos en la historia del pueblo judío. Pero este lamentable episodio sirvió, desde entonces, como una inspiración para los líderes judíos: no solo se debe proceder con integridad, también hay que hacer todo lo posible para evitar que se despierten sospechas sobre la honestidad de quienes manejan o tienen acceso a fondos públicos.

En las palabras de nuestros Sabios: והייתם נקיים מה’ ומישראל «Uno debe ser honesto [procediendo con rectitud] a los ojos de Dios, y también a los ojos de Israel [evitando así que los demás sospechen de su integridad]». La Guemará trae varios ejemplos de esta transparencia  que caracteriza a aquellos que manejan fondos públicos.

La familia Garmú estaba encargada de preparar el lejem hapanim en el Bet haMiqdash. Este pan, compuesto por 12 hogazas grandes que se colocaban en una mesa especial, debía ser preparado con harina blanca y extra fina. Existía una fórmula «secreta», ya que debía permanecer fresco por una semana y algunos afirmaban que no podía llevar levadura. Esta receta era cuidadosamente guardada por una sola familia: los Garmú, quienes la transmitían para la preparación del pan de generación en generación. Sin embargo, la familia Garmú tenía una costumbre que también había sido transmitida de generación en generación: en sus casas nunca consumían pan con harina fina. El pan de los Garmú estaba elaborado con harina gruesa, o lo que hoy conocemos como «integral», la cual en ese entonces era considerada como harina de pobres o de segunda categoría. Hacían esto para evitar que alguien sospechara que ellos utilizaban la harina del «lejem hapanim» para su consumo privado.

Por otro lado, había otra familia muy importante en Yerushalayim: los Abtinás, quienes estaban encargados de preparar el quetoret, es decir, el incienso que se usaba en el Bet haMiqdash y que se preparaba con especias y resinas sumamente valiosas. Ellos también tenían una fórmula secreta para preparar el quetoret. Aunque conocemos todos los ingredientes y cantidades utilizados para su elaboración, había una misteriosa plantita llamada «ma’ale ‘ashán» y unas hojitas de esta planta hacían que el humo del quetoret subiera verticalmente, lo cual era requerido ritualmente, en vez de expandirse. Solamente esta familia sabía identificar la planta que producía este efecto sobre el quetoret. Además, solo ellos conocían la fórmula para mezclar las 11 especies utilizadas para el quetoret. Los Abtinás tenían una buena costumbre: las mujeres de la familia nunca se perfumaban. Los perfumes, ya sean caseros o comerciales, se producían con los mismos elementos utilizados para la preparación del quetoret, y querían evitar que alguien pensara que habían usado los restos de las especies del quetoret para hacer sus propios perfumes. Cuando una novia se comprometía con algún miembro de la familia Abtinás, la hacían prometer que nunca usaría perfumes, para evitar cualquier sospecha de que utilizaban estos elementos públicos para su uso personal.




Cuando todos éramos persas

¿QUÉ PASO EN PURIM?

A menudo los judíos hemos estado amenazados por un pueblo u otro en diferentes momentos, como si las amenazas a los judíos fueran algo esperable, común y que no merece ser cuestionado. Sin embargo, lo que caracterizó el evento de Purim es que en ese momento todos los judíos del mundo vivían bajo un mismo «techo»: el Imperio Persa. En el año 475 a.C., Hamán, el primer ministro del Imperio Persa y la mano derecha del emperador persa Ajashverosh (Xerxes o Jerjes), emitió un decreto real que ordenaba asesinar a todos los judíos del Imperio, prometiendo a aquellos que participaran de las masacres quedarse con todos los bienes de los judíos. Este habría sido el primer Holocausto. Es importante destacar que este término nunca se usa con ligereza, y a diferencia de 1940, en los tiempos de Ajashverosh, todos los judíos del mundo vivían en el mismo Imperio. Purim iba a ser la «solución final» que todo antisemita soñó.

Es importante conocer esta información histórica para comprender la magnitud del milagro de Purim. ¿Cómo llegamos a ser ciudadanos del Imperio Persa? Después de salir de Egipto, los Yehudim vivieron por aproximadamente 800 años como un pueblo soberano en la tierra de Israel. En el año 586 a.C., el emperador de Babilonia Nebujadnetsar conquistó Yerushalayim. Cientos de miles de judíos fueron asesinados o murieron de hambre o enfermedades, el Bet haMiqdash, o el Gran Templo de Jerusalén, fue destruido y más de 50,000 judíos fueron tomados como cautivos y llevados a Babilonia. En el año 539 a.C., Ciro (llamado Koresh en hebreo) derrotó y conquistó al Imperio babilónico y se proclamó como el primer emperador del Imperio Persa. En el año 538 a.C., ocurrió un gran milagro: el Emperador Persa, inspirado por Dios, como él mismo lo admitió, invitó al pueblo judío a regresar a Yerushalayim y reconstruir el Bet haMiqdash. Este gran evento está registrado en las últimas palabras del Tanaj, la Biblia hebrea. Miles de judíos llegaron a Israel liderados por Zerubabel y en el año 516 a.C., después de 70 años de exilio, comenzó la reconstrucción del segundo Bet haMiqdash. Con el tiempo, la población judía

Miles de judíos llegaron a Israel liderados por Zerubabel y en 516 a.C., después de 70 años de exilio, comenzó la reconstrucción del segundo Templo, tal como había sido profetizado por Yirmiyahu. La población judía de Israel siguió creciendo y en la época de Purim, en la primera mitad del siglo V a.C., vivían en Israel al menos 50.000 judíos.

Diáspora voluntaria Sin embargo, no todos los judíos residían en Israel. La mayoría vivía fuera de Israel, como lamentablemente sucede en la actualidad, debido a que el imperio Persa, el imperio más grande de la historia de la humanidad, les brindó la oportunidad de establecer una red de comercio internacional muy exitosa. Los judíos se dispersaron por todo el Imperio Persa y llegaron hasta la frontera entre India y China. Aprovechando las rutas comerciales protegidas por la guardia imperial persa, establecieron una red de comercio internacional dedicada a la exportación e importación entre Indochina y occidente a través de la famosa «ruta de la seda». Importaban seda y oro de China y exportaban especias, colorantes, jade, lapislázuli y vidrio.

Los primeros banqueros eran judíos El hecho de que los judíos estuvieran diseminados por todo el imperio Persa, tal como confirmó Hamán (M. Ester 3:8), facilitó el comercio internacional y les permitió a los Yehudim establecer una nueva industria, el crédito. Un documento escrito en hebreo por un judío de Turquía podía ser cobrado en la India al ser presentado a otro judío que vivía allí, lo que permitía a los comerciantes evitar el riesgo de transportar dinero, plata u oro a través de cientos o miles de kilómetros. Hay testimonios arqueológicos fascinantes sobre una familia judía de banqueros de la época, los Murashu.

Estos datos son importantes para entender:

  1. Que los judíos vivían voluntariamente dispersos por todo el imperio Persa.
  2. Que, como resultado del éxito de sus comercios, los Yehudim no tenían intenciones de regresar a Israel en ese momento, aunque apoyaban económicamente a Israel enviando donaciones permanentes para el Templo y para los judíos que residían allí.
  3. Que el edicto de Hamán no afectaba solo a los judíos de una ciudad o país, sino que hubiera podido llevar a la eliminación de todos los judíos del mundo

(para más información, ver este artículo en español ).

Rab Yosef Bitton
LA PROCLAMACIÓN DE KORESH (CIRO) PRIMER EMPERADOR PERSA
Con estas palabras concluye el Tanaj o Biblia Hebrea
DIBRE HAYAMIM 36: 22-23
22 «En el primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, HaShem inspiró el corazón del rey para que este promulgara un decreto en todo su reino y así se cumpliera la palabra del Señor que había anunciado el profeta Jeremías. Tanto oralmente como por escrito, el rey decretó lo siguiente:
23 «Esto es lo que ordena Ciro, rey de Persia:
»HaShem, Dios del cielo, que me ha entregado todos los reinos de la tierra, y me ha encargado que le construya un templo en la ciudad de Jerusalén, que está en Yehudá. Por tanto, cualquiera que pertenezca a Yehudá, que vaya [y se dirija a Yerushalayim para construir el Bet haMiqdash, y que [HaShem] su Dios esté con él».



Resumen de Parashat Pequdé

La Torá da un recuento exacto de las sumas y cantidades de oro, plata y cobre donados para la construcción del Tabernáculo, así como los elementos y materiales de construcción utilizados.

La Torá describe entonces el efod o chaleco invertido que viste el Cohén Gadol y sus tirantes, ajustados con tachuelas de piedras preciosas. Se produce también el Jóshen Mishpat que viste el Sumo Sacerdote sobre su pecho, con sus 4 filas de 3 piedras preciosas por fila . Cada una de estas piedras contiene los nombres de las 12 Tribus de Israel.
Las ropas sacerdotales también incluyen al me’il o un manto de color violeta con campanas de oro que viste el Sumo Sacerdote, y el Tzitz, o banda de oro que usa en su frente. La Torá también describe las vestiduras que usaban los sacerdotes regulares: túnicas, turbantes, fajas y pantalones. Así la construcción del Tabernáculo ha concluido. Los artesanos llevan todo a Moshé para una inspección final. Moshé inspecciona toda la obra y ratifica que se había hecho exactamente según las instrucciones Divinas. Moshé bendice a los artesanos y trabajadores.

Dios le indica a Moshé que debía erigir el Mishkán el primero de Nisán. Dios también indica que todos los elementos, artefactos y objetos del Tabernáculo deben ser llevados a sus lugares apropiados y dene ser ungidos con aceite para consagrarlos como objetos de culto Divino. Moshé también debe vestir a su hermano Aharón y a sus hijos con las ropas sacerdotales, y deben ser ungidos con el aceite. Cuando Moshé termina todo esto una Nube de Gloria, que indica la Presencia Divina, se manifestó en el Tabernáculo. Esta misma nube también sirvió como guía para los judíos durante su travesía en el desierto: cuando la nube se desplazaba, el pueblo la seguía, hasta que la nube se detenía y entonces el pueblo montaba allí su campamento hasta que la nube se desplazara nuevamente.




El uso de celulares en Shabbat

La adicción a los dispositivos electrónicos es una preocupación creciente en nuestra sociedad. Porque nunca nos separamos de ellos. Cuando terminamos nuestro trabajo y volvemos a casa para relajarnos, seguimos conectados a nuestras computadores, cables, y Wi-Fi. Los teléfonos celulares son particularmente problemáticos, especialmente para los niños y adolescentes. Los maestros no saben qué hacer para controlar su uso. Muchos padres ya se han rendido, y un día se dan cuanta que sus pequeños hijos prefieran tener un iPhone en sus manos que darle la mano a su padres. El síndrome de «ansiedad por separación» que en el pasado reciente se refería al miedo de separarse de los padres, se ha convertido hoy en el pánico que sienten los adolescentes cuando no tienen sus teléfonos celulares a su alcance.

Poder desconectarse de esta adicción es hoy más importante que nunca. Pero parece que nadie sabe cómo hacerlo, excepto por el pueblo judío.En la primera parte de esta Parashá, la Torá nos habla sobre el “descanso sabático”. El Shabbat es un regalo Divino cuya relevancia no es moderna:  es eterna. Milagrosamente, no tengo otra manera de explicarlo, el significado del Shabbat siempre se fue transformando, se fue adaptando, a lo que más necesitamos en esos momentos. En los tiempos de esclavitud, cuando salimos de Egipto, el Shabbat nos ayudaba a sentirnos libres y experimentar el descanso que por generaciones no tuvimos.   En tiempos difíciles, en el exilio, el reposo sabático fue un refugio emocional, un espacio familiar, una identidad comunitaria, una isla de paz. En tiempos de pobreza, la mesa de Shabbat con sus “dos” panes obligatorios nos ayudó a recuperar el sentido de la dignidad.

En los tiempos modernos, el Shabbat una vez más revela su mágica relevancia. Al punto que a mí me hace pensar que el Shabbat NUNCA fue más necesario que en 2023. Durante un poco más de 24 horas, desde el viernes por la tarde hasta el sábado por la noche, se suspende todo contacto con el mundo electrónico. En Shabbat, re-aprendemos a disfrutar de los verdaderos placeres del mundo real. Nos sentamos a conversar, ¡no a chatear! con nuestras queridas familias. No escuchamos música digital: cantamos junto a nuestros hijos. Hablamos de Torá sin la intervención de Alexa o Siri: nuestros hijos no escuchan un podcast, sino palabras que salen desde pulmones humanos y cuerdas vocales.

Las imágenes de nuestra familia alrededor de la mesa de Shabbat, no van a ser compartidas en chat de la familia ni van a terminar en una nube virtual: serán almacenadas en el corazón de nuestros hijos y crearán las memorias que se convertirán en identidad. Y en sentimientos que unirán padres e hijos por generaciones. El Shabbat nos invita a practicar la desconexión con el mundo virtual para construir una familia real. Nunca fue tan necesario.

SHABBAT SHALO




Shabbat Sheqalim

En la época del Bet haMiqdash, el Templo de Jerusalem, se ofrecían sacrificios comunales diarios (qorbanot) en representación de todo el pueblo judío. Esta representación no era solo teórica y no dependía únicamente de la intención correcta de quienes estaban a cargo de realizar los sacrificios: los Kohanim. El protagonismo del pueblo se establecía de una manera muy práctica: cada año en el mes de Adar se recolectaba un impuesto especial: majatsit hasheqel o «medio sheqel», con un monto fijo, el mismo para pobres y para ricos. El dinero recolectado en esta colecta nacional se utilizaba para comprar los animales para los qorbanot. Los sacrificios comunales diarios y los sacrificios de los diferentes musafim (Shabat, Rosh Jodesh, festividades) se compraban con el dinero de estos sheqalim. De esta manera todos tenían una representación igualitaria en la ofrenda de los sacrificios.

El medio sheqel se recolectaba durante el mes de Adar, porque el año fiscal del Templo comenzaba en el mes siguiente: Nisán.

El dinero recolectado de los sheqalim también se utilizaba para el mantenimiento y los gastos generales del Templo. Pero no para su construcción. Como leímos en la Parashá Terumá, los fondos para construir el Mishkán (el Santuario en el desierto) y más tarde, para construir el Bet haMiqdash se recolectaba de donaciones voluntarias. En otras palabras, las finanzas del Templo dependían de un sistema de donaciones combinado con un impuesto fijo (una especie de cuota de membresía) que se recolectaba en el mes de Adar.

Y dado que todos los individuos aportaban la misma cantidad, la recolección de los sheqalim (plural de sheqel) también servía como un censo demográfico anual.

Hoy en día para recrdar la recolección de los sheqalim:

  1. Leemos la perashat sheqalim un Shabat antes de Rosh Jodesh Adar (o Adar II) y
  2. Damos una donación fija y plana, solo como un acto simbólico, para recordarnos del machatzit hasheqel.

En nuestra comunidad en Great Neck se sugiere que se done un valor de 8 dólares por hombre adulto. Este dinero puede ser destinado para cualquier obra de  caridad, beneficencia, mantenimiento de sinagogas , educación judía etc.

En muchas comunidades se acostumbra a recolectar estas donaciones durante el ayuno de Esther (21 de marzo).

Es importante recalcar que no estamos donando el «medio shequel real», algo que Dios mediante lo podremos hacer muy pronto una vez que tengamos el Bet HaMiqdash, sino que es ZEJER LEMJATSIT HASEQUEL, «en recuerdo» del medio shequel.

Esta es la imagen de la moneda del medio sheqel de la época del Segundo Templo (aproximadamente, año 50-60 de la era común) En el lado izquierdo se puede leer en fuentes hebreas antiguas: sheqel Israel. En el lado derecho Yerushalaim haquedoshá (Jerusalén, la Santa).




RESUMEN DE VAYAQHEL

VAYAQHEL

Nuestra Parashá comienza con un importante recordatorio acerca de la observancia del Shabbat, indicando que incluso la construcción del Tabernáculo, Mishkán debe ser suspendida el séptimo día. Luego la Torá continúa con la descripción del Mishkán dando a entender que el pueblo ha sido perdonado por Dios del pecado del becerro de oro, gracias a la intervención de Moshé. La Torá menciona todos los materiales necesarios para construir el Tabernáculo y una lista de todas las partes del Tabernáculo y las vestiduras sacerdotales que se iban a realizar. Los hombres y las mujeres donaron generosamente todos los materiales o la labor que había solicitado Moshé.

Moshé anuncia que Dios ha elegido e inspirado a Betzalel y Aholiab para servir como ejecutores del proyecto de construcción del Tabernáculo, y les transfiere todos los materiales donados. El pueblo sigue donando generosamente, hasta que los artesanos le informaron a Moshé que los materiales que ya tenían eran más que suficientes para completar su tarea. Moshé anuncia al pueblo que se suspende la donación de materiales ya que hay un superavit. Los trabajadores comienzan su trabajo. Se ensamblan las cortinas del Tabernáculo, sus paneles, sus zócalos, y las cortinas que cubren la entrada al Santuario principal y que separaba el Qodesh — donde esta la Menorá, la Mesa de ofrendas (no-animales), el Altar del Incienso— del Qodesh haQodashim donde está el Arca del pacto que contiene las Tablas de la Ley.

La Torá describe ahora la construcción de la Menorá (el candelabro) y el Altar del Incienso. También se preparan el aceite de la unción y el incienso. La descripción del Tabernáculo sigue con la construcción del Altar exterior —donde se ofrecían los sacrificios animales— la fuente de cobre donde los Cohanim lavarán sus pies y sus manos; las cortinas que rodeaban el Tabernáculo y las vigas y ganchos que las sostenían.

PEQUDE

La Torá da un recuento exacto de las sumas y cantidades de oro, plata y cobre donados para la construcción del Tabernáculo, así como los elementos y materiales de construcción utilizados.

La Torá describe entonces el efod o chaleco invertido que viste el Cohén Gadol y sus tirantes, ajustados con tachuelas de piedras preciosas. Se produce también el Joshén Mishpat que viste el Sumo Sacerdote sobre su pecho, con sus 4 filas de 3 piedras preciosas por fila . Cada una de estas piedras contiene los nombres de las 12 Tribus de Israel.
Las ropas sacerdotales también incluyen al me’il o un manto de color violeta con campanas de oro que viste el Sumo Sacerdote, y el Tzitz, o banda de oro que usa en su frente. La Torá también describe las vestiduras que usaban los sacerdotes regulares: túnicas, turbantes, fajas y pantalones. Así la construcción del Tabernáculo ha concluido. Los artesanos llevan todo a Moshé para una inspección final. Moshé inspecciona toda la obra y ratifica que se había hecho exactamente según las instrucciones Divinas. Moshé bendice a los artesanos y trabajadores.

Dios le indica a Moshé que debía erigir el Mishkán el primero de Nisán. Dios también indica que todos los elementos, artefactos y objetos del Tabernáculo deben ser llevados a sus lugares apropiados y dene ser ungidos con aceite para consagrarlos como objetos de culto Divino. Moshé también debe vestir a su hermano Aharón y a sus hijos con las ropas sacerdotales, y deben ser ungidos con el aceite. Cuando Moshé termina todo esto una Nube de Gloria, que indica la Presencia Divina, se manifestó en el Tabernáculo. Esta misma nube también sirvió como guía para los judíos durante su travesía en el desierto: cuando la nube se desplazaba, el pueblo la seguía, hasta que la nube se detenía y entonces el pueblo montaba allí su campamento hasta que la nube se desplazara nuevamente.




VAYAQHEL: De la prohibición de encender un fuego al uso del celular en Shabbat

לא תבערו אש בכל מושבותיכם ביום השבת
 
¿QUÉ NO SE PUEDE HACER EN SHABBAT?
Hay 39 categorías de actividades prohibidas en Shabbat. Estas actividades son llamadas en hebreo melajot o en singular melajá . Las melajot no son necesariamente trabajos lucrativos o actividades que requieren un esfuerzo físico, como popularmente se cree. Las melajot son en realidad tareas o actividades materiales o físicas que incluyen un esfuerzo mental o creativo (מלאכת מחשבת). Y curiosamente, muchas de estas son realizadas por hombres mujeres y niños, en sus residencias, luego del trabajo diario: por ejemplo, cocinar, coser, escribir, pintar, etc.
Una de las 39 melajot, tal vez la más conocida, está mencionada en la Perashá de esta semana (Shemot 35:3):
“No encenderéis ningun fuego, en todas tus residencias, en el día de Shabbat”.
Lo que tiene de especial esta tarea o melajá es que fue mencionada  explícitamente  en la Torá, mientras que todas las demas melajot se deducen directa o indirectamente de las actividades realizadas para la construcción del Mishkán, el Templo o Tabernáculo que se construyó en el desierto: para construir el Tabernáculo 
Cada una de estas melajot se considera una “categoría” de actividad (אבות). Pero en Shabbat también se prohiben los derivados o extensiones de cada una de estas categorías. Es decir que las melajot no se limitan a una tarea específica, sino que incluyen otras actividades similares en su esencia a dicha categoría .
 
ESCRIBIR y sus EXTENSIONES
Vamos a dar un ejemplo sencillo. Una de las 39 categorías es “escribir” (hakoteb). En la construcción del Mihshkán se escribían letras en las vigas de madera para señalar su ubicación en la construcción del «esqueleto» del Mishkán.Los tradición Talmúdica incluye en la categoría de escribir otras actividades derivadas o similares, por ejemplo, dibujar o sellar (usar un sello con tinta), etc. Ahora bien: basados en este principio, que las melajot incluyen también sus derivados, los rabinos contemporáneos entendieron que la melajá de “escribir” también se debe extender hoy a: imprimir, escribir en un teclado, escribir un mensaje de texto, usar el método speech-text, etc (esto es, aparte del tema de electricidad). Con la aclaración que algunas de estas “nuevas” prohibiciones serán consideradas de orden rabínico y no bíblico. Ahora que quizás entendimos mejor el concepto de las extensiones de una melajá, podemos comprender más acabadamente por qué encender una luz o la activación de un artefacto eléctrico, se considera una extensión de la prohibición bíblica de encender un fuego.
 
UN FUEGO SIN LLAMA
El fuego es uno de los agentes más importante a la hora de modificar o mejorar algo. Los metales son modificados por el fuego; los alimentos se preparan usando fuego; el frío se combate con el fuego. Usando el mismo principio del fuego, es decir calor y energía, el hombre moderno inventó máquinas activadas y movidas por vapor, carbón, combustibles y en nuestros días: electricidad. Pero, ¿son estas formas modernas de energía similares al encendido de un fuego? La pregunta es más visual cuando entendemos que a diferencia del encendido de un fuego, las fuentes modernas de energía no siempre producen calor o energía visible, o una llama, una chispa o algo así. ¿Debemos entonces incluir la activación de una forma de energía no visible dentro de la categoría de “encender un fuego”?
 
FUEGO y ELECTRICIDAD
Si bien los Rabinos contemporáneos discuten el carácter halájico de estas actividades (Bíblicas, rabínicas, hab’ará, beniyá, etc) hay un consenso rabínico acerca de la prohibición de la activación de cualquier forma de energía eléctrica en Shabbat. Esta consideración está basada en el hecho que en la Guemará (siglo V de la era común) se discutió un caso muy interesante: ¿qué pasa si se calienta una barra de metal, que luego se utilizará, por ejemplo, para hervir agua? Los rabinos de ese tiempo entendieron que si bien no se trata del fuego mismo, y obviamente no hay una llama visible, esa barra metálica incandescente actúa de la misma manera que el fuego, como una fuente de energía, y por lo tanto hace 1500 años atrás determinaron que esa barra caliente se considere como una forma de «fuego» en Shabbat (Ver Masejet Shabbat 41a).
 
Basado en esta consideración y en otras fuentes talmúdicas que definen a algo caliente o a una fuente de energía como “fuego”, Maimónides (1135-1204) afirmó: “El que calienta una barra de metal para templar el agua en ella ha violado la prohibición bíblica de encender un fuego” (MT, Shabbat 12:1). Esta barra incandescente se considera definitivamente una extensión de la melajá de «fuego», aunque no produce una llama. Por lo tanto, el uso de un automóvil, un electrodoméstico, un celular o cualquier otro aparato electrónico, también esta incluido en la categoría primaria de «encender un fuego» y no está permitido en Shabbat.
 
ENCENDER, PRENDER y APAGAR LA LUZ
Para que al lector hispanoparlante le sea más sencillo entender por qué la utilización de un aparato electrónico se considera una extensión de la categoría de “encender un fuego», hay que prestar atención al lenguaje que utilizamos cuando nos referimos, por ejemplo,  a la activación de un aparato electrónico o un automóvil y empleamos el mismo verbo que la Torá usó en la Perashá de esta semana para hablarnos del fuego: “encender” o “prender”. Decimos en castellano moderno: encender o apagar la luz, aunque no se trata de un fuego real; prender el motor, aunque no hay llamas visibles; prender la radio, prender el celular, encender o prender y apagar la computadora, etc.
Curiosamente, el lenguaje que utilizamos refleja esta relación que establece la ley judía entre el fuego, la primera forma de energía, y la tecnología moderna.
 

RABINO SAADIA GAON vs. JUDAISMO REFORMISTA

En la época de la haskala (iluminismo europeo, mediados del siglo XIX), muchos judíos reformistas argumentaron que la razón por la que la Torá prohibe encender un fuego era porque en la antigüedad encender un fuego representaba un trabajo agotador: el fuego se encendía con piedras en un largo y largo tiempo. proceso agotador. Y por eso estaba prohibido encender fuego en el día de descanso. Y es por eso que, razonaron los primeros reformadores, debería permitirse hoy, cuando podemos encender un fuego con un simple fósforo.

La tradición judía, sin embargo, nunca identificó melakhot con prohibiciones asociadas con el esfuerzo físico o con la idea de descanso físico. Al contrario: la ley judía dice que si vives en el piso 12 de un edificio de apartamentos, debes subir las escaleras, lo que obviamente implica un gran esfuerzo físico, en lugar de usar el ascensor, lo que definitivamente aumentará tu estado de descanso.

Es la naturaleza de la acción o tarea, especialmente su conexión con la idea de «crear algo», lo que define una actividad como melakha, no el esfuerzo físico que exige.

El rabino Sa’adia Gaon (882-942) se refirió a esta idea, irónicamente, cuando escribió sobre «encender un fuego».
Cuando tradujo al árabe el pasuq «No enciendáis fuego en vuestras residencias en el día de Shabat» (Shemot 35:3) escribió «Ni siquiera encendáis fuego en Shabat…». ¿Por qué dijo «incluso»? Porque hab’ara (la palabra que la Torá usaba para «encender» el fuego) no significa «encender», iniciar un fuego de la nada. Significa: transferir un fuego de una fuente de fuego existente. Y transferir un fuego, es posiblemente la melakha más fácil concebible, el epítome de una actividad creativa mínima y sin esfuerzo.

En su opinión, la Torá destacó «hab’ara» para transmitir precisamente que incluso un acto sin esfuerzo, pero mínimamente creativo, todavía está prohibido en Shabat.

SHABBAT SHEQALIM

En la época del Bet haMiqdash, el Templo de Jerusalén, se ofrecían sacrificios comunitarios diarios (qorbanot) en nombre de todo el pueblo judío. Esta representación nacional no era solo teórica o dependía solo de la intención correcta de los encargados de realizar los sacrificios, es decir, los Cohanim. La participación de toda la nación de Israel en los sacrificios diarios se llevaba a cabo de una manera muy práctica: cada año en el mes de Adar se recaudaba un impuesto especial: majatsit hasheqel o «medio sheqel». El medio sheqel era un impuesto fijo, la misma cantidad para pobres y ricos. Y como todos daban la misma cantidad, la colecta de sheqalim (plural de sheqel) también servía como censo demográfico anual. El dinero recaudado en este fondo comunal se usaba para comprar los animales para los qorbanot o sacrificios, y de esta manera cada uno tenía una participación similar en los sacrificios comunitarios diarios y festividades musafim (Shabat, Rosh Jodesh, etc.)

El medio siclo se recaudaba durante el mes de Adar, porque el año fiscal del Templo comenzaba en el mes siguiente: Nisán. El dinero recaudado también se utilizaba para el mantenimiento y los gastos generales del Templo. Pero no para la construcción del mismo: como leemos en Perashat Terumá los fondos para construir el Mishkan (el Santuario en el desierto) y más tarde, para construir el BethaMiqdash estaba basado en donaciones voluntarias.

En otras palabras, las finanzas comunales dependían de un sistema de donaciones combinado con un impuesto fijo (una especie de cuota de membresía) que se recaudaba en el mes de Adar. Para recordar la colecta de los sheqalim 1. Leemos perashat sheqalim un Shabat antes de Rosh Jodesh Adar y 2. Durante el mes de Adar (o Adar II) damos una donación fija, solo como un acto simbólico, para recordarnos el majatzit hashequel.




PURIM: Unidos, triunfamos y triunfaremos

נקהלו ועמוד על נפשם

El 13 de Adar del año 474 a. C., en el año doce de Jerjes, el reinado del rey Ajashverosh, fue probablemente el día más crucial en la historia judía. En ese día, se llevaría a cabo el decreto de Hamán. El edicto real indicaba que “quien matara a un judío en todo el Imperio Persa no sería procesado por ningún delito y podría quedarse con las posesiones de la víctima”. La policía imperial no intervendría. Los encargados de hacer cumplir la ley permitirían “zonas libres” para que estos delitos ocurran sin su interferencia. Gracias a esta impunidad legal y al irresistible incentivo económico de los ejecutores, este decreto habría significado el fin del pueblo judío.

Pero providencialmente, y gracias a la audaz actuación de la reina Ester, se evitó la sentencia del exterminio colectivo. El rey Ajashverosh, esta vez instado por Mordejai y Ester, firmó un segundo decreto. Este decreto no podía cancelar el anterior porque los edictos del Rey no podían suspenderse, revocarse o modificarse de acuerdo con las leyes del Imperio Persa. El segundo decreto, por tanto, permitía a los judíos portar armas, contraatacar y defenderse. Sin consecuencias legales si mataban a alguien en el proceso. También en este caso la policía y el ejército persa se mantendrían al margen del conflicto.

La pregunta era: ¿cómo se desarrollaron los acontecimientos cuando llegó el 13 de Adar? ¿Cómo nos defendimos? Nuestros enemigos probablemente eran más numerosos que nosotros y probablemente estaban mejor armados y entrenados en la violencia. ¿Cómo logramos contraatacar? La Meguilá dice claramente נקהלו ועמוד על נפשם “Los judíos del imperio se unieron y defendieron sus vidas”. Todos los judíos del Imperio Persa se unieron y colaboraron para luchar contra el enemigo. Nos dimos cuenta de que aunque no éramos más fuertes, estábamos más organizados que el enemigo, y así pudimos vencerlo.

Imagínense un pueblo en Turquía con 1.000 judíos y a pocos kilómetros, un pueblo en la frontera con Siria con sólo 10 judíos, que habrían sido un blanco fácil para los enemigos antisemitas. Normalmente, no había colaboración entre las dos comunidades judías. Pero en Purim, decidimos unirnos נקהלו y defendernos unos a otros: la comunidad en Turquía envió una delegación de 100 judíos armados para defender a sus 10 hermanos en la ciudad siria. Nos dimos cuenta de que si nos uníamos y nos ayudábamos, podíamos vencer al enemigo antisemita, y eso fue lo que pasó. Las comunidades judías de todo el mundo se movilizaron y enviaron protección, alimentos y recursos a otras comunidades que no eran tan fuertes. Todas las comunidades judías del mundo actuaron, quizás por primera vez, como una sola comunidad.   De ahí el énfasis de la Meguilá en la palabra “ve’niqhalu”, los judíos actuaron y colaboraron unos con otros como un ‘qahal’, es decir, como una misma congregación.

Es por eso que en el día de Purim, todas las mitsvot que hacemos giran en torno a la idea de “niqhalu”. Damos dinero a los pobres recordándonos que, tal como lo hicimos en el pasado,  debemos seguir ayudando y colaborando con nuestros hermanos judíos de menos recursos. Y por otro lado, intercambiamos regalos, tal vez representando la gratitud a nuestros hermanos judíos por habernos ayudado en el pasado y recordando que a pesar de nuestras posibles divisiones, cuando estamos en una situación difícil, podemos confiar y contar con la fraternidad de unos con los otros.

Inspirado en el Dibre Tora de mis hijos en el Family Chat de ayer




VAYAQHEL-PEQUDE: Shabbat y mi teléfono celular

La adicción a los dispositivos electrónicos es una preocupación creciente en nuestra sociedad. Porque nunca nos separamos de ellos. Cuando terminamos nuestro trabajo y volvemos a casa para relajarnos, seguimos conectados a nuestras computadores, cables, y Wi-Fi. Los teléfonos celulares son particularmente problemáticos, especialmente para los niños y adolescentes. Los maestros no saben qué hacer para controlar su uso. Muchos padres ya se han rendido, y un día se dan cuanta que sus pequeños hijos prefieran tener un iPhone en sus manos que darle la mano a su padres. El síndrome de «ansiedad por separación» que en el pasado reciente se refería al miedo de separarse de los padres, se ha convertido hoy en el pánico que sienten los adolescentes cuando no tienen sus teléfonos celulares a su alcance.

Poder desconectarse de esta adicción es hoy más importante que nunca. Pero parece que nadie sabe cómo hacerlo, excepto por el pueblo judío.En la primera parte de esta Parashá,  la Torá nos habla sobre el “descanso sabático”. El Shabbat es un regalo Divino cuya relevancia no es moderna:  es eterna. Milagrosamente, no tengo otra manera de explicarlo, el significado del Shabbat siempre se fue transformando, se fue adaptando,  a lo que más necesitamos en esos momentos. En los tiempos de esclavitud, cuando salimos de Egipto, el Shabbat nos ayudaba a sentirnos libres y experimentar el descanso que por generaciones no tuvimos.   En tiempos difíciles, en el exilio, el reposo sabático fue un refugio emocional, un espacio familiar, una identidad comunitaria, una isla de paz. En tiempos de pobreza, la mesa de Shabbat con sus “dos” panes obligatorios nos ayudó a recuperar el sentido de la dignidad.  

En los tiempos modernos, el Shabbat una vez más revela su mágica relevancia. Al punto que a mí me hace pensar que el Shabbat NUNCA fue más necesario que en 2023. Durante un poco más de 24 horas, desde el viernes por la tarde hasta el sábado por la noche, se suspende todo contacto con el mundo electrónico. En Shabbat, re-aprendemos a disfrutar de los verdaderos placeres del mundo real. Nos sentamos a conversar, ¡no a chatear! con nuestras queridas familias. No escuchamos música digital: cantamos junto a nuestros hijos. Hablamos de Torá sin la intervención de Alexa o Siri: nuestros hijos no escuchan un podcast, sino palabras que salen desde pulmones humanos y cuerdas vocales.

Las imágenes de nuestra familia alrededor de la mesa de Shabbat, no van a ser compartidas en chat de la familia ni van a terminar en una nube virtual: serán almacenadas en el corazón de nuestros hijos y crearán las memorias que se convertirán en identidad. Y en sentimientos que unirán padres e hijos por generaciones. El Shabbat nos invita a practicar la desconexión con el mundo virtual para construir una familia real.

Nunca fue tan necesario.