Jayim Weizmann, la acetona y la Declaración Balfour de 1917

אמר לו ר’ חייא: כך היא גאולתן של ישראל, בתחילה קמעא קמעא, כל מה שהיא הולכת, היא רבה והולכת

En 1914 parecía que el proyecto de obtener un estado judío propio habla fracasado. La tierra de Israel estaba en manos del imperio Otomano, quienes no veían con buenos ojos el incremento de población judía en “Palestina”. Tampoco contábamos un mínimo apoyo político internacional para crear un hogar para los judíos. La inmigración se había detenido y lo peor era que muchos inmigrantes que habían llegado a Israel en las décadas pasadas regresaban a Europa o emigraban a Estados Unidos, ya que las condiciones de vida de los casi 60.000 judíos que vivían en Israel eran muy precarias.Parecía que ya todo estaba perdido. El 28 de julio de 1914 estalló la Primera Guerra Mundial. Fue una terrible guerra que cobró la vida de unos 40 millones de personas, entre militares y civiles.  La guerra trajo también grandes e inesperados cambios en Inglaterra y en el medio Oriente. El más importante de estos cambios fue que el Imperio Otomano que había gobernado medio Oriente por más de 500 años fue derrotado. Al final de la guerra, en 1918, Inglaterra estaba a cargo de lo que hoy es Irak, Siria, Líbano, Jordania, Arabia Saudita, Egipto y por supuesto, Israel.  

LA IGLESIA Y LOS JUDIOS

En 1916 Herbert Henry Asquith renunció a su cargo de Primer Ministro de Gran Bretaña y en su lugar llegó David Lloyd George. La actitud de estos dos líderes hacia los judíos era completamente opuesta. Asquith se oponía a un estado judío. Lloyd George, por otro lado, tenía una formación religiosa diferente. Para entender su ideología deberé explicar brevemente la diferencia entre la iglesia católica y la protestante, respecto a cómo cada una vio por siglos a los judíos. El catolicismo fue fundado bajo la premisa esencial que la iglesia (latín por: “congregación”) es el Nuevo Israel. Este Nuevo Israel REEMPLAZA al antiguo Israel —es decir, al pueblo judío— como nuevo pueblo de Dios. El Nuevo Israel tiene también un Nuevo Testamento, esto es, un nuevo pacto ( como en hebreo ברית החדשה ) que reemplaza al Viejo Testamento, que “caducó con la inminente extinción de los antiguos israelitas”.  El principal problema que siempre enfrentó este dogma fundacional fue que “el obstinado pueblo judío, a pesar de estar permanentemente en vías de extinción, ¡se empecinó en seguir existiendo!” . La iglesia entonces cambió su narrativa y argumentó que la caprichosa existencia del pueblo judío era un castigo divino por el deicidio. Y prueba de eso es que los judíos están condenados a un exilio permanente (el judío errante) ¡y jamás regresarán a su tierra!. Por lo tanto, el regreso del pueblo judío a la tierra de Israel fue (y aunque luego del Holocausto se lo trate de disimular “sigue siendo”) para la iglesia católica un enorme problema fundamental, del cual no se oye explícitamente, pero persiste. Un ejemplo es la actitud hostil del Vaticano hacia el derecho del pueblo judío a la tierra de Israel y especialmente a una Jerusalem judía (ver aquí ). 

LOS PROTESTANTES EVANGELISTAS 

La actitud de los protestantes modernos hacia el pueblo judío es muy diferente. Hay un apoyo muy grande hacia una Israel judía, y no es algo nuevo. Esta actitud histórica se podría comenzar con Oliver Cromwell (ver aquí) quien sostenía que para la segunda llegada del Mesias cristiano, los judíos deberían regresar a Israel, y particularmente Jerusalem. En nuestros días este punto de vista lo ejemplifica por ejemplo Michelle Bachmann, una importante figura política en los Estados Unidos (ver aquí ). 
Hay otros evangelistas que difieren con esta creencia y sostienen que es un gran mérito en sí apoyar al pueblo judío, ya que creen sinceramente en la bendición que HaShem le concedió a Abraham Abinu cuando le dijo “Los que te maldicen serán maldecidos y los que te bendigan serán bendecidos” . Esto es evidente hoy, por ejemplo, en el masivo apoyo del vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, hacia el Estado de Israel, al igual que muchos otros líderes cristianos (ver por ejemplo aquí ). Volviendo a nuestro tema, muchos ingleses protestantes sostenían esta creencia religiosa. El caso más famoso, pero insuficientemente apreciado, es el de la escritora inglesa no judía Mary Anne Evans, mas conocida por su nombre de pluma “George Eliot”, y su novela “Daniel Deronda” (1876), donde varios años antes del primer congreso sionista articuló lucidamente sus argumentos por un estado independiente para el pueblo judío . David Lloyd George y su Ministro del exterior Arthur Balfour eran partidarios entusiastas del pueblo judío y comprendían sus aspiraciones de regresar a casa. 

Y algo más.  

LA ACETONA Y EL ESTADO DE ISRAEL

Un importante factor que ayudó a la predisposición de los británicos a ceder un hogar nacional al pueblo judío en la tierra de Israel fue la contribución a Inglaterra del famoso científico judío Jayim Weizmann (1874–1952) .Weizmann, nacido en Rusia pero nacionalizado Británico, era un químico que descubrió la formula para producir acetona a partir del almidón de grano. Hasta ese entonces la acetona era producida a partir de elementos escasos que se obtenían en minas de Chile. La acetona se usaba para hacer detonar la dinamita y su producción era cada vez más cara y más critica para ganar la guerra. El Dr. Jayim Weizmann se encargó de producir 30.000 toneladas del critico elemento químico a través del proceso conocido como “ABE fermentation”. Por este y otro descubrimientos el Dr Weizmann es conocido en el mundo científico como el padre de la fermentación industrial. Al finalizar la guerra los británicos estaban muy agradecidos por el invaluable servicio del Dr Weizmann y le preguntaron cómo lo podían recompensar por sus servicios prestados. Dicen que el Doctor Weizmann contesto: “No quiero nada para mí; pero quiero un estado para mi pueblo”. Y así fue como en 1917 surgió la Declaración Balfour, donde los ingleses aprobaban oficialmente la creación de un hogar nacional para el pueblo judío en la tierra de Israel. Este fue el principio de lo que eventualmente culminó con el milagro del nacimiento de Medinat Israel en 1948. 

Continuará 




YOM HAATZMAUT: Tres milagros en la guerra de la Independencia de Israel    

UNA VICTORIA SEGURA

El día en que los líderes judíos declararon el establecimiento del nuevo Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948 (5 de Iyar de 5718), los países árabes vecinos le declararon la guerra y comenzaron una invasión por todos los frentes, absolutamente seguros de su triunfo. Israel tenía muchas desventajas, pero la más notable era la falta de armamento. Recordemos que los 5 países árabes que atacaron a Israel -Egipto, Iraq, Siria, Líbano y Jordania- se habían independizado unos años antes, y tanto Inglaterra como Francia les habían vendido armamento y habían entrenado a sus ejércitos. Los países árabes contaban, por ejemplo, con 50 tanques, mientras que Israel solo tenía uno. Los árabes contaban con 200 vehículos de artillería, Israel con 2. Los árabes tenían 140 cañones, Israel solamente 5. Y la mayor desventaja era que los árabes contaban con más de 70 aviones de guerra, y al comenzar las hostilidades, Israel no tenía ninguno. Los países árabes habían advertido a Israel que si declaraba su independencia, ellos atacarían, y en realidad estaban ansiosos de que esto ocurriera, ya que las posibilidades de ganar la guerra, con absolutamente todo a favor, era del 100%. Tan confiados estaban en su triunfo que pidieron en la radio árabe a todos los palestinos que vivían en Israel y que no iban a tomar parte activa en la guerra que se retiraran del país, y les aseguraron que iban a regresar muy pronto, cuando la corta batalla hubiese terminado y todos los judíos hubiesen sido «echados al mar» (un eufemismo de «ser asesinados»). Cientos de miles de palestinos abandonaron el territorio de Israel, y de esta forma los mismos países árabes crearon el «problema de los refugiados palestinos», del cual nunca se hicieron cargo, y por el cual hasta el día de hoy, siguen culpando a Israel.

OBJETIVO FINAL: TEL AVIV

Inmediatamente después de la declaración de independencia, los aviones de combate egipcios aparecieron en los cielos de Tel Aviv y comenzaron a bombardear la ciudad sin encontrar resistencia. Estos bombardeos ininterrumpidos dejaron cientos de muertos, incluyendo mujeres y niños, y miles de heridos. Los egipcios avanzaron significativamente y llegaron hasta Ashdod, quedando a solo 30 kilómetros de Tel Aviv. La poderosa legión jordana, que había sido entrenada por los británicos y estaba siendo comandada por generales británicos (sic), logró sitiar Jerusalén y la invasión de la Ciudad Santa era inminente. Los jordanos también capturaron la ciudad de Lod y lo que hoy es el aeropuerto internacional Ben Gurion, y se acercaban a Tel Aviv desde el este. Las fuerzas iraquíes que habían atacado desde el noreste también se acercaban a Petaj Tikva y Jadera, camino a Tel Aviv. Los sirios cercaban la ciudad de Tiberia y junto con las fuerzas militares del Líbano habían aislado al Galil, el norte del país, del resto de Israel. El destino final de los ejércitos árabes era destruir Tel Aviv, que en ese entonces era la sede del gobierno de Israel y de los altos mandos de su ejército.

ESTADOS UNIDOS vs. ISRAEL

Israel no tenía cómo defenderse, ni podía conseguir armas. ¿Por qué? Porque Estados Unidos lideraba un embargo internacional que prohibía toda venta de armas a Israel, con plena conciencia y conocimiento de que Israel no podría sobrevivir al ataque de los ejércitos árabes. Era solo cuestión de tiempo para que se repitiera una nueva Shoah y el mundo, por segunda vez, actuaba como un silencioso cómplice. Todos los esfuerzos del recién creado ejército de Israel para defenderse fracasaron. Todos los pronósticos que predecían la brutal derrota de Israel se estaban cumpliendo. La superioridad militar de los ejércitos árabes era insuperable. No había ninguna manera de que los israelíes pudieran soportar los ataques ni siquiera unos días más; el final era inminente. Los árabes, muy confiados en su victoria, anunciaban que «lo que Hitler había hecho no era nada en la Segunda Guerra, comparado con lo que ellos harían con los judíos» una vez que conquistaran Tel Aviv. Y el mundo, como en un horrible dejavú del Holocausto, escuchaba y callaba. Y entonces ocurrió un gran milagro: el segundo de los tres milagros que quiero mencionar hoy. Fue el 11 de junio, el 4 de Siván de 1948.

EL CESE AL FUEGO

El conde sueco Folke Bernadotte, que había sido designado como mediador entre israelíes y árabes por las Naciones Unidas, propuso un cese al fuego, es decir, una interrupción de la actividad militar de los ejércitos por 4 semanas, ofreciendo que cada cual permaneciera en control de las posiciones que habían conquistado hasta ese momento. Israel, que estaba perdiendo en todos los frentes, obviamente aceptó. Lo inexplicable —¡lo milagroso!— fue que los países árabes hayan aceptado este cese al fuego, a pesar de que estaban, literalmente, a un día de conquistar Tel Aviv. Cito al profesor Ben Artzi, historiador de la universidad de Bar Ilan. Así escribe en su libro (hebreo) Meguilat Hatequmá VehaAtzmaut: “Pero, ¿por qué los árabes aceptaron el cese al fuego…? En realidad, ya estaban alcanzado todos sus objetivos militares: Jerusalem estaba rodeada y sitiada; Tel Aviv, a muy poca distancia [de caer en su poder]; el sur de Israel [el Negueb] desconectado del resto del país, y el Galil, el norte, ya había sido conquistado. Un pequeño esfuerzo más de parte de los árabes y ya estaban en el corazón de Jerusalem, Petaj Tikva, Netania, Jadera y Afula… y Tel-Aviv”. Ben Artzi no oculta su convicción de que este cese al fuego fue un milagro de proporciones bíblicas.

CELEBRAR ANTES DE TIEMPO

La tregua comenzó el 11 de junio. Los cinco ejércitos árabes, que consideraban que ya habían ganado la guerra, comenzaron las negociaciones políticas entre ellos mismos acerca de cómo se iban a dividir el territorio de Israel y el botín de guerra una vez que los judíos se hubieran rendido formalmente, algo que esperaban que ocurriera en los próximos días. Pero Israel aprovechó el cese al fuego y, con el apoyo y las generosas donaciones de los judíos de Estados Unidos y la diáspora, compró de Checoslovaquia, el único país que se atrevió a romper el embargo internacional, todo el armamento que pudo, incluyendo 15 aviones de guerra. Y también cambió su estrategia: a pesar de que el balance militar seguía siendo en favor de los árabes —por lo menos 10 a 1— Israel decidió que ahora no solo iba a defenderse, sino que ¡comenzaría a atacar a los árabes! Una vez que se reanudó la guerra, los ejércitos árabes estaban tan confiados en su victoria que prácticamente habían dejado de luchar. De acuerdo con Igal Alón, el famoso comandante del Palmaj, cuando el cese del fuego expiró: “Los ejércitos árabes, que tenían una gran ventaja, dejaron de avanzar, algo que es realmente inexplicable”.

MIEDO BIBLICO

Y entonces ocurrió el tercer milagro. La valiente e inesperada decisión de Israel de pasar al ataque tomó a los árabes por sorpresa, y pasaron de la pasividad al pánico, imaginando que Israel tenía más poder del que en realidad poseía. Un ejemplo de esto es que a finales de mayo llegaron clandestinamente a Israel cuatro aviones militares Messerschmidt desarmados desde Checoslovaquia dentro de un avión de transporte. Los aviones fueron armados en muy poco tiempo y el 30 de mayo, antes de que pudieran probarlos, salieron a su primera operación: tratando de frenar a las fuerzas egipcias que se encontraban a solo 30 kilómetros de Tel Aviv. Los aviones atacaron por sorpresa a los egipcios, pero no causaron daños severos, ya que los equipos de ataque no funcionaban muy bien. Sin embargo, el comandante egipcio a cargo de esa fuerza envió un mensaje urgente a sus jefes diciéndoles que «ya no podían avanzar más, y que estaban siendo bombardeados por una fuerza muy superior a ellos». Todo este miedo era más imaginario que real. La Torá menciona por primera vez este «miedo» que se apodera de los enemigos de Israel en la historia de Yaaqob Abinu, cuando los habitantes de Canaan, obviamente más fuertes y numerosos que Jacob y sus hijos, «quisieron pero no se atrevieron» a atacar a Jacob. Allí la Torá dice (Génesis 35:5) que los habitantes de esas ciudades «fueron afectados por un miedo Divino, que los disuadió de perseguir a los hijos de Israel» (ויהי חתת אלקים על־הערים אשר סביבתיהם ולא רדפו אחרי בני יעקב). Esta fue la forma en que HaShem intervino para salvar a nuestros antepasados de sus enemigos. Lo mismo cuenta la Torá en la famosa canción que los hijos de Israel recitaron al cruzar el mar, donde visualizan la futura conquista de la tierra de Canaan y saben que cuando el enemigo escuche lo que Dios hizo por su pueblo en Egipto «las naciones de Canaan escucharán y el miedo y el pánico se apoderarán de ellos… hasta que tu pueblo llegue y conquiste la tierra prometida». La tercera vez que esta idea aparece es también en el libro de Shemot, esta vez como una promesa explícita de parte de Dios a Israel. La Torá (Éxodo 23:27) dice que cuando Israel se apreste a conquistar a los pueblos de Canaan, Dios intervendrá. ¿De qué manera? «Infundiré el pánico y el terror en tus enemigos, y los confundiré… y haré que todos tus enemigos te den la espalda y huyan».Un oficial egipcio que había participado en la guerra de Independencia fue tomado prisionero por Israel en la guerra de 1956. Le preguntaron por qué los egipcios aceptaron el cese al fuego y no siguieron avanzando hacia Tel Aviv en 1948, cuando tenían todo el camino abierto. El oficial dijo: “Cuando atacábamos a los israelíes vimos algo que nos dio miedo: aún después de sufrir fuego directo y cuantiosas bajas, los soldados israelíes seguían avanzando como si fueran “locos” (meynunín). Y entonces nos dijimos a nosotros mismos: a estos locos es imposible vencerlos. Mejor [aceptar el cese al fuego] y conformarnos con lo que ya hemos conquistado”.

EL MILAGRO MÁS GRANDE

Quiero finalizar esta historia incompleta de la guerra más importante de la historia del Estado de Israel con una reflexión final. Lo que resulta más inconcebible de toda esta guerra es que, sabiendo acerca de la incomparable inferioridad militar, los líderes de Israel hayan tomado la decisión de declarar la Independencia de Medinat Israel, habiendo sido advertidos del inminente ataque árabe. Esta decisión no tenía ningún sentido: ni desde un punto de vista militar ni desde un punto de vista lógico. Viendo los números, uno solo puede pensar que era un acto suicida. Aunque hay otra posibilidad. Creo que David Ben Gurión y todos los líderes israelíes de ese tiempo tuvieron un momento de inspiración divina: Dios intervino en sus mentes y corazones de una manera opuesta a la que interviene contra nuestros enemigos. El Todopoderoso encendió en sus almas un increíble, milagroso valor y valentía que los llevó a actuar como Najshón Ben Aminadab, el hombre que cuando el pueblo judío estaba escapando del Faraón, contra toda lógica, se metió en el mar hasta que el agua le llegó a sus narices: ¡y continuó! En un incomparable gigantesco acto de fe, consciente o no, los líderes de Israel se entregaron a un milagro que tenía que ocurrir… Y que gracias a Dios ocurrió. Este fue el primer milagro. Y quizás el más grande de todos.

חג עצמאות שמח




¿Cómo se declaró la independencia de Israel?

LA DECISION MAS DIFICIL
1948. Los ingleses iban a abandonar el territorio de Palestina el día 15 de Mayo a la medianoche. 
Los lideres judíos planeaban anunciar la declaración de independencia ni bien salieran los ingleses. 
Los Arabes también tenían sus planes: cuando los británicos se hayan ido, invadirían, atacarían y destruirán a Israel. Tenían un ejercito poderoso de 5 naciones: Egipto, Siria, Líbano, Irak y Jordania, que se sumó a último momento. Contaban con un poderoso armamento y con municiones adquiridas de países europeos.   El día 12 de Mayo los lideres judíos se reunieron en Tel Aviv para evaluar la situación. Moshé Sharet informó que los Estados Unidos pedían que Israel no declarase su independencia. Y advirtieron que si lo hacían, los Estados unidos NO ayudarían con ejércitos ni con armas. Golda Meir también trajo malas noticias: el rey de Jordania, que anteriormente estuvo de acuerdo con la creación de un estado judío, había cambiado de opinión: cedió ante la presión de otros países árabes y ahora sumaría su ejercito al de los países que invadirían Israel.

NUESTRO UNICO ALIADO
Los lideres militares eran muy pesimistas: posiblemente no logremos sobrevivir la invasión árabe, decían. Los recuerdos del Holocausto eran muy frescos. El pensamiento que no se apartaba de la cabeza de los líderes judíos era el siguiente: Si los alemanes, una civilización que fue la cuna de la cultura europea moderna, fueron capaces de exterminar sistemáticamente a todos los judíos que pudieron, hombres, mujeres, ancianos y niños, ¿qué no serian capaces de hacer con nosotros los árabes si perdemos la guerra?  Luego de 13 horas de deliberaciones, en la hora más oscura, donde se discutía la vida, la muerte y la posibilidad de un segundo Holocausto en manos de los árabes, David Ben Gurión, milagrosamente, logró convencer a la mayoría de los presentes, y se decidió declarar el establecimiento del Estado de Israel.  Las chances de sobrevivir la guerra eran pocas….pero el más grande de los milagros de la historia judía moderna ocurrió. HaShem estuvo con nosotros, sobrevivimos, y contra todas las predicciones, ganamos la guerra, que llevó un año de duras batallas y costó la vida de un 1% de la población de Israel. 

Como famosamente lo dijo el propio David ben Gurión, 
“Cuando se trata de Israel, aquel que no cree en milagros, no es realista!

UNIDAD e INTERVENCION DIVINA

Los judíos nunca nos destacamos por pensar todos de la misma manera. Nos encanta discutir, disentir y debatir. No es fácil que nos pongamos de acuerdo. Eso nos estimula intelectualmente, pero también nos divide. Porque lamentablemente, por lo general, nos ponemos a mirar más lo que nos diferencia que lo que nos une…. 
Posiblemente, quiero pensar, que una de las razones por las cuales fuimos merecedores de un milagro tan grande es que de alguna manera los judíos estuvimos unidos en la proclamación de la independencia del Estado de Israel. 
La declaración fundacional de Israel fue firmada por representantes de todo el espectro politico y religioso de ese tiempo. 

TODO EL ESPECTRO JUDIO

La Declaración de Independencia fue también una (lamentablemente «poco común») declaración de UNIDAD del pueblo judío.  Entre los firmantes estaban, por ejemplo, representantes del partido socialista izquierdista; judíos seculares; judíos del centro; judíos de derecha y judíos religiosos. Vale la pena recordar la presencia y la firma de importantes personalidades rabínicas. La declaración de independencia de Israel fue firmada por 5 rabinos: el rab Moshé Maimón, el rab Saadiá Kubashi y el rab Zeev Gold, estos 3 eran rabinos de la Organización Sionista religiosa Mizraji. También firmaron los rabinos Kalman Kahana e Ytzjak Meir Levin, ambos rabinos del movimiento religioso Agudat Israel

“Somos la única nación en el planeta que está en la misma tierra, sigue con el mismo nombre, habla la misma lengua, y profesa la misma fe que sus antepasados 3.000 años atrás”

De las palabras del primer Ministro de Israel Benjamin Netanyahu, en el 71 aniversario de Medinat Israel. 




Resumen de la Parasha SHEMINI

La revelación divina en el Mishkán

Moshé reúne a todos los judíos en el Mishkán, o Tabernáculo, para que estén presentes cuando la Presencia Divina se revele en el Santuario ese mismo día. Aharón, el hermano de Moshé y Sumo Sacerdote, ofrece varios sacrificios en preparación para este evento. Después de concluir los sacrificios, Aharón bendice al pueblo con la bendición sacerdotal (Birkat Cohanim). Moshé se une a Aharón y juntos bendicen nuevamente al pueblo de Israel, tras lo cual la Presencia Divina se percibe visiblemente sobre el Tabernáculo. ¿Cómo? Un fuego celestial (¿o rayo de luz?) desciende y consume las ofrendas que estaban sobre el altar. El pueblo estalla de emoción al percibir por parte del Todopoderoso esta señal de aceptación de los sacrificios ofrecidos.

La tragedia de los hijos de Aharón

Los dos hijos mayores de Aharón, Nadab y Abihú, traen una ofrenda de incienso o en hebreo quetoret que no había sido sancionada ni autorizada por Dios, y un fuego celestial los consume. Moshé ordena la remoción de sus cuerpos del Tabernáculo e instruye a Aharón y sus dos hijos restantes a no observar las leyes tradicionales del duelo, ya que tenían que continuar sirviendo en el Santuario. Se instruye a los sacerdotes que no beban vino antes de realizar el servicio del templo, aludiendo –segun algunas interpretaciones– a que posiblemente Nadab y Abihú habían participado del servicio Divino embriagados. Moshé se dirige a Aharón y a sus dos hijos, y les dice que deben consumir las ofrendas de ese día, a pesar de la muerte de sus familiares.

Moshé se da cuenta de que una de las ofrendas había sido quemada, en lugar de ser consumida. Cuando expresa su sorpresa, Aharón le explica su razonamiento para ordenar que se queme esa ofrenda en particular, y Moshé humildemente acepta la explicación de Aharón.

La dieta de los judíos

La Torá nos instruye acerca del Kashrut, es decir, la dieta alimenticia que debe observar el pueblo judío. La Torá menciona cómo distinguir las especies de animales, peces y aves que son puras de las que son impuras. Los animales terrestres puros (tahor) son rumiantes y  tienen sus patas hendidas, divididas en dos, como por ejemplo las vacas, ovejas y cabras. La Torá enumera cuatro animales excepcionales que tienen solo una de estas características y que por lo tanto no son puros, como por ejemplo, el cerdo, que tiene pezuñas o  patas hendidas pero no es rumiante.

Los peces para ser Kasher deben tener aletas y escamas. La Torá luego menciona una lista de especies de aves impuras, no kosher, y al final también menciona ciertos tipos de langostas (no se refiere a langostas marinas sino a 4 especies de ortópteros) que son consideradas aptas para el consumo.

Pureza y santidad

Se discute la impureza ritual causada por entrar en contacto con el cadáver de un animal impuro, o ciertas especies de roedores y criaturas anfibias. La Torá también indica que los alimentos puros y los utensilios que se usan para comer están expuestos a contraer impurezas rituales si entran en contacto con cualquiera de los animales impuros mencionados anteriormente. Asimismo, se describe la impureza que se puede contraer al entrar en contacto con el cadáver de un animal que, si bien es puro, no fue sacrificado ritualmente (nebelá o terefá). Insectos y reptiles no son aptos para el consumo. La Torá explica que al observar la dieta alimenticia del Kashrut seremos considerados «santos», es decir, separados social y culturalmente de los pueblos y prácticas paganas. La santidad que se adquiere al abstenerse de consumir los alimentos prohibidos también se relaciona con el control de los impulsos y la autodisciplina.




Asimilación y traición


Cada año, en Yom haShoá, me vuelvo a preguntar lo mismo: ¿por qué nos odian? Los argumentos siempre son distintos. A veces nos acusan de ser comunistas, otras veces de ser capitalistas. Nos declaran vagabundos —errantes— o elitistas. Influyentes o insignificantes. Ricos o sucios. Poderosos o animalescos –con rabos y cuernos. El judío, como lo dijo Emmanuel Levinas, es “el otro”. El anormal. El que se viste diferente. Tiene un calendario diferente. Y piensa diferente. Así lo vieron y lo sigue viendo buena parte del mundo.

Seguimos escuchando argumentos que, aunque disfrazados de análisis, son tan antiguos como peligrosos: que los judíos se aíslan demasiado, que son cerrados, que no se integran, que mantienen costumbres distintas, ropa distinta, lenguaje distinto.

Y muchos de los que abrazan esta crítica sugieren una “solución” tentadora: si el antisemitismo persiste, es porque no nos hemos abierto lo suficiente. Que si fuéramos más como “ellos”, tal vez dejarían de odiarnos. Que si abandonáramos nuestras tradiciones, si nos mezcláramos más, si fuéramos más “normales”… el odio desaparecería.

Pocos libros exponen con tanta claridad la falsedad de este argumento como The Pity of It All (“Qué lástima por todo esto”), de Amos Elon. Este libro traza la historia de los judíos en Alemania desde mediados del siglo XVIII hasta el ascenso de Hitler al poder en 1933. Y lo que allí se relata no es solo la más inimaginable tragedia, sino también la paradoja de esta dinámica con los gentiles.

El libro comienza con la llegada de un adolescente judío de 14 años llamado Moshe Mendelssohn a Berlín, en 1743. En ese entonces, los judíos eran literalmente contados junto con el ganado. Elon cita un registro del Rosenthal Gate que dice: “Hoy entraron a la ciudad seis vacas, siete cerdos y un judío”. Las personas comunes, incluso otras minorías religiosas o étnicas, no eran registradas.

Mendelssohn era un superdotado. En su niñez solo había estudiado Torá y hebreo, y sin haber asistido a una universidad, dominó perfectamente el alemán, el latín, las matemáticas y la filosofía. Publicó obras que lo consagraron como uno de los grandes pensadores de la Ilustración. Tanto que su apodo fue “el Sócrates de Alemania”. Su libro Fédon, sobre la inmortalidad del alma, fue un éxito inmediato. Se convirtió en una celebridad intelectual en Alemania. Por primera vez en Europa, un judío llegaba al reconocimiento no por su dinero, sino por su conocimiento.

Claro que para ser aceptado, Mendelssohn hizo muchas concesiones, especialmente religiosas. Si bien nunca se convirtió —a pesar de que tuvo mucha presión para hacerlo— su parcha religiosa (esa mezcla entre su práctica y filosofía) encendió una idea en los judíos de su generación: se podía llegar alto, un judío podía asimilar la cultura alemana. Esta era la puerta de entrada mágica a la normalidad.

A partir de entonces, comenzó el experimento más ambicioso de asimilación judía en la historia de la diáspora. Decenas de miles de judíos siguieron el camino de Mendelssohn: abandonaron la Torá, la reformaron, dejaron de lado todos los preceptos rituales y solo conservaron los preceptos sociales, es decir, aquellos valores como amar y ayudar al prójimo, que no generaban diferencia alguna entre judío y gentil. De esta forma, reformaron el judaísmo adaptándolo a una forma más cristiana.

El abandono del judaísmo observante solo fue el primer paso. Los judíos alemanes se integraron a las universidades, los conservatorios, los parlamentos y se hicieron adictos al arte, la música, el teatro. Y muchos se convirtieron al cristianismo —entre ellos los propios descendientes de Mendelssohn— no por oportunismo, sino por idealismo.

En 1845, en Frankfurt del Meno, los rabinos reformistas afirmaron que renunciaban a toda aspiración irredentista. Se redefinieron no como judíos, sino como “alemanes de religión mosaica”. Renunciaron explícitamente a la idea mesiánica de regresar a Sion, declararon que Berlín era su Jerusalem, y prácticamente juraron lealtad a su amada Madre Patria: Alemania.
https://www.jpost.com/opinion/berlin-jerusalem-and-dual-loyalty-413130?utm_source=chatgpt.com

Confiaban en la razón, en el progreso, en el humanismo del alemán común, que seguramente vería en ellos a un alemán más. Porque querían, honestamente, ser parte de esa nación.

Este proyecto pareció funcionar. Alemania no solo toleró a sus judíos: los admiró. Judíos fueron poetas, músicos, empresarios, médicos, ministros. La cultura alemana del siglo XIX no se entiende sin sus judíos.

Los judíos se desesperaban por demostrar su lealtad. En la Primera Guerra Mundial, 100.000 judíos lucharon por el káiser, y 12.000 murieron en combate.

¿Qué más tenían que hacer para demostrar su lealtad a Alemania y ser aceptados por el alemán común?

Pero en 1933, todo eso desapareció.

Con la llegada de Hitler al poder, cada uno de esos logros fue destruido. Médicos, profesores, juristas, científicos, parlamentarios: todos fueron expulsados. No importó cuánto se habían integrado, cuán alemanes eran. Bastaba con ser judío. Y no hubo distinciones. El nazismo no preguntó si uno era ortodoxo o reformista, si comía kosher o tocaba en la ópera. Todos fueron arrastrados por igual al abismo.

Como explicó años después el Rab Soloveitchik: “El que odia al judío no distingue entre el asimilado y el observante. Para él, todos son portadores del mismo mensaje eterno”.

Esa es la paradoja más cruel. Los judíos alemanes creyeron que habían encontrado el equilibrio perfecto entre su identidad judía “light” y su ciudadanía. Que podían dar lo mejor de sí a Alemania y ser aceptados como judíos, o incluso como descendientes de judíos.

Pero fueron traicionados. Y no por haber sido diferentes, sino por haber sido demasiado parecidos. Su presencia pública, su éxito, su integración, no los protegieron. Al contrario: los convirtió en un blanco más visible, más deseado. Y junto a ellos fueron arrastrados también los judíos que no se habían asimilado. Nadie quedó a salvo.

El mensaje de Elon no es religioso. No está escrito como una obra de Teshuvá. Pero, leída con ojos abiertos, su historia deja una enseñanza profundamente judía: que el antisemitismo no desaparece con concesiones. Que estas concesiones no abren la puerta a la aceptación. Que para muchos gentiles, el judío o el descendiente de judíos siempre será “el otro”.

La asimilación no nos salvó: nos hizo más tentadores.

La próxima vez que alguien sugiera que debemos “adaptarnos más”, “mezclarnos más”, o “dejar de insistir tanto en nuestra diferencia”, recordemos esta historia.

No fue la fidelidad a la Torá lo que nos puso en peligro. Fue, en la mayoría de las veces, la renuncia a ella y la fantasía de la “normalización” lo que nos dejó sin ancla cuando llegó la tormenta.

Nunca nadie fue perseguido por ser demasiado judío. Pero millones murieron por haber pensado que ya no lo eran.




LA NEGACIÓN DEL HOLOCAUSTO: Ayer, hoy y mañana

La negación del Holocausto tiene muchas variantes y matices. A veces se niega que el Holocausto haya ocurrido, presentándolo como «propaganda sionista». Esto es típico, por ejemplo, del régimen iraní y sus aliados. Otras veces, se minimiza el número: ¡6 millones es una cifra exagerada; el número es mucho menor! Dice el típico antisemita. O muy sutilmente, se intenta negar la Shoah con argumentos de inclusividad: más de 75 millones de personas murieron en la Segunda Guerra Mundial:¡Los judíos no fueron las únicas víctimas! El Holocausto se compara con otras guerras y conflictos, y a veces, se evita mencionar «a los judíos», hablando de las víctimas del Holocausto en general. ¡Esto no se hace sin intención!

A continuación, presento muy brevemente algunos datos esenciales que ayudan a aclarar la obsesión que los nazis tenían «específicamente» contra los judíos:

LA SOLUCIÓN FINAL

El 20 de enero de 1942, tuvo lugar la Conferencia de Wannsee, una reunión de los más altos funcionarios del gobierno de la Alemania nazi y los líderes de las SS que establecieron en la estrategia para la implementación de la solución final específicamente al problema judío. Los judíos de Europa serían deportados a Polonia ocupada y asesinados en campos de exterminio. Los miembros de esta conferencia decidieron «unánimemente» implementar el genocidio civil de hombres, mujeres y niños, y no hubo una sola voz disidente.

JUDENREIN

Por primera vez en la historia de la humanidad, un gobierno — ¡elegido democráticamente! — implementó el plan para la destrucción total de otro pueblo, la mayoría de los cuales no vivía en su territorio. El objetivo no era desplazarlos de su tierra o expulsarlos de un territorio particular otro, como ha ocurrido, y lamentablemente sigue ocurriendo con refugiados en todo el mundo. El objetivo de los nazis era «aniquilar a los judíos, sin importar dónde estuvieran». Borrarlos completamente de la faz del planeta.

SIN OPCIONES PARA LOS JUDÍOS

A diferencia de lo que ocurrió en otras guerras y persecuciones, no había opción para los judíos. Un judío no podía salvarse rindiéndose y aceptando la autoridad del enemigo, como era el caso de todos los demás ciudadanos europeos. Tampoco podían salvar su vida renunciando a su religión, convirtiéndose o bautizándose. La única opción posible que los nazis dejaron para los judíos era: «la muerte».

PRIORIZANDO A LOS JUDÍOS

Como se muestra al principio del documental de Steven Spielberg «Los Últimos Días», los alemanes actuaron en contra de sus propios intereses militares. Cuando Hitler tuvo que decidir si enviar sus últimas tropas a luchar en Rusia, donde estaban perdiendo la batalla, o usar estas tropas para deportar a medio millón de judíos húngaros y enviarlos a campos de exterminio, decidió invertir sus esfuerzos en asesinar a los judíos en lugar de intentar ganar la guerra. Los nazis no eran salvajes ni locos. Estos asesinos genocidas eran profesionales educados y hombres y mujeres de familia. Millones de ciudadanos alemanes y personas comunes no tuvieron problema en participar en este plan de exterminio. No fue la locura mental (desde el punto de vista psicológico) lo que les hizo actuar de esta manera, sino un odio ideológico visceral contra los judíos (Amaleq).

Inspirado por las ideas del profesor Shelomo ben Yosef




El Holocausto en las Comunidades Sefaradies 

 

¿QUÉ PODEMOS APRENDER DE NUESTROS ENEMIGOS?

Hoy a dos dias de Yom HaShoah quisiera referirme al Holocausto  en las comunidades Sefaradies. Un tema del que mucho no se habla. En Holanda, Francia, Bulgaria, Yugoslavia e Italia, los judíos sefaradim sufrieron el mismo destino que los judíos Ashkenazies de Europa. Probablemente el caso más estremecedor fue el de la comunidad de Salónica en Grecia, donde cerca de 54.000 judíos , el 95% de su población, fueron exterminados en Auschwitz (ver aquí) .     Mi primera reflexión es que tenemos que aprender una gran lección de nuestros enemigos: que para ellos somos un solo pueblo. No hay diferencias entre Sefaradim, Ashkenazim; más religiosos o menos religiosos, etc.  Debemos hacer lo imposible para sentir que somos miembros de una misma familia.  

LOS JUDIOS DE MARRUECOS Y ALGERIA

Veamos brevemente el impacto de la Shoah en las comunidades judías del norte de Africa: Marruecos, que en 1940 contaba con una población de 200.000 judíos. Algeria, 120.000 judíos.  Túnez, 80.000 judíos, y Libia, 30.000 judíos.   Los primeros tres estados estaban bajo el protectorado francés, mientras que Libia estaba bajo el protectorado italiano.  Francia fue ocupada por los nazis en 1940, lo que se conoce como «La Francia de Vichy».  Los alemanes gobernaban Francia, sus colonias y también sus protectorados. Y esto incluía : Marruecos, Algeria y Túnez.  En Marruecos y Algeria se establecieron los infames “Statut de Juifs” que les permitía a las autoridades alemanas confiscar las propiedades de los judíos, restringir en extremo sus actividades y prohibir su acceso a la educación, etc.  También establecieron cerca de 30 campos de trabajo para construir la carretera del trans-Sahara, y para eso los alemanes reclutaron unos 4.000 judíos de Marruecos y unos 1.000 judíos de Algeria. Cabe señalar que había un gran diferencia entre estos campos de trabajo y, por ejemplo, Auschwitz o Bergen-Belsen.  En los «campos de trabajo» del norte de África, en un principio, solo llegaron hombres adultos y aptos para el trabajo. Docenas de ellos murieron debido a las condiciones insalubres de los trabajos, el calor abrasador, la enfermedad. Pero la gran mayoría sobrevivió. Los campos de Europa, por otro lado, eran “campos de exterminio”. Los niños, los ancianos, las mujeres y los hombres que no podían trabajar eran inmediatamente exterminados en las cámaras de gas. Y a los hombres y mujeres aptos para el trabajo, se los hacia trabajar pero en última instancia para matarlos. Esta horrible estrategia no tan conocida , tiene «nombre» en el idioma alemán. La expresión es:  Vernichtung durch Arbeit, «asesinar judíos a través de trabajos forzados» . 

Volviendo al Norte de África, el 8 de Noviembre de 1942, , y B»H antes que los nazis puedan llevar a cabo el proceso de deportación y exterminio de los judíos, las fuerzas aliadas dirigidas por el general Montgomery llegaron a las costas de Marruecos y Argelia y pudieron vencer a los nazis dirigidos por el general Rommel en una operación militar llamada «Operation Torch» (ver mapa arriba, y ver este artículo aquí en español).  

LA COMUNIDAD JUDÍA MAS ANTIGUA, FUERA DE ISRAEL

Túnez es una historia aparte. Túnez fue el único país del norte de África que fue ocupado directamente por los nazis. Para comenzar digamos que la población judía de este país, el más pequeño de la región, constituía el 15% de la población total. Los judíos vivían en la capital (del mismo nombre) y en la famosa isla de Djerba. Según la tradición, un grupo de Cohanim (sacerdotes) que servían en el Templo del Rey Salomón escaparon a Djerba cuando el Gran Templo de Jerusalem fue destruido en 586 aec. Y llevaron algunas piedras del Bet haMiqdash que utilizaron para construir allí su sinagoga.  Hasta el día de hoy la mayoría de los judíos de Djerba–más del 60% — son Cohanim, algo que ha sido ratificado recientemente en las pruebas de ADN que detecta el gen de los Cohanim. Djerba es una de las pocas comunidades judías que aun sobreviven en el mundo árabe. Un día después de que comenzó la operación “Torch”, el 9 de Noviembre de 1942, los alemanes ocuparon Túnez. La idea de Rommel era agruparse en ese país y desde allí repeler a las fuerzas aliadas que llegaban desde Marruecos y Argelia, y a las fuerzas británicas que llegaban desde Egipto.   A los pocos días de llegar, y a pesar de que estaban ocupados en pelear con las fuerzas aliadas, los alemanes ordenaron a los líderes de la comunidad judía a pasarles todos los datos de la comunidad. Miles de judíos fueron llevados a los campos de trabajo para construir carreteras militares (la gran mayoría sobrevivió) y más de 200 judíos de ese país fueron trasladados directamente a Europa, donde fueron exterminados en los campos de concentración.  B”H en Mayo de 1943 los aliados derrotaron y expulsaron a los alemanes de Túnez, y las pérdidas de vidas judía no llegaron a ser superiores.   

 

¿QUIENES NO ESTABAN INCLUIDOS EN LA SOLUCION FINAL? 

Una reflexión final sobre algo espantoso.   El 20 de Enero de 1942 tuvo lugar la infame conferencia de Wannsee, que es un pueblito cerca de Berlín. En esa conferencia (ver aquí ) se reunieron los jerarcas nazis con el propósito de evaluar y estrategizar «la solución final» al problema judío.  Allí se mencionó, entre otras cosas, la cantidad de judíos que había que eliminar en Francia. Esta lista indicaba 700.000 judíos. Pero en Francia ¡solo había 350.000 judíos!. Los historiadores dicen que la única forma de entender esta diferencia de números es que los nazis tenían planeado exterminar a todos los judíos de los países que estaban bajo el protectorado francés: es decir, Marruecos, Argelia y Túnez…    

Siempre me definí a mí mismo como “un sobreviviente del Holocausto”.  La simple razón es que, tal como sucedía con el norte de África, la intención de la solución final de los nazis no terminaba en Europa. Si JAS VESHALOM los nazis hubieran triunfado en Europa, entonces los judíos del norte de África, del medio oriente y quizas hasta del continente americano también hubieran tenido que enfrentarse a los artífices de la solución final.  

Todos los judíos del mundo somos sobrevivientes de la Shoah  

  

IZKOR




LA SHOAH QUE NO FUE: Cuando los nazis intentaron destruir Israel en 1942

“Doscientos Días de Terror” es el nombre con el que se conoce a un período de la historia de la comunidad judía en la Tierra de Israel durante la Segunda Guerra Mundial. Este período se extendió desde la primavera de 1942 hasta el 3 de noviembre de ese mismo año, cuando las unidades del ejército alemán bajo el mando del General Erwin Rommel avanzaban hacia el este, en dirección al Canal de Suez, desde el norte de África.

LOS PLANES DE LOS NAZIS

En abril de 1942, la unidad del ejército alemán Afrika Korps bajo el mando del general Erwin Rommel comenzó a avanzar en el norte de África hacia el Canal de Suez en Egipto. El terror se apoderó del “Yishub”. Parecía que después de las grandes victorias de los nazis en el norte de África, no había fuerza que pudiera detenerlos. Si llegaban al Canal de Suez, el camino hacia la Tierra de Israel estaría abierto para ellos. En ese momento, el exterminio de los judíos europeos estaba en pleno apogeo, y las noticias al respecto comenzaron a infiltrarse en los líderes del Yishub. Existía la certeza de que si los alemanes llegaban exterminarían a todos los judíos de la Tierra de Israel: hombres, mujeres y niños, como lo habían hecho en Europa. Y no estaban equivocados…. Los alemanes establecieron una unidad especial en Egipto Einsatzgruppe Egypt:   24 soldados de las SS bajo el mando de Walter Rauf.   Rauf era el infame inventor de los camiones de la muerte, que tenían conectado sus gases de escape al recinto interior sellado del camión, en el que las víctimas –que ingresaban al vehículo pensando que iban a ser transportados– y morían al inhalar los gases tóxicos. Los camiones de la muerte ya estaban esperando en Egipto. Se suponía que el exterminio de los 500,000 judíos en Israel se llevaría a cabo por los mismos medios y métodos con los que se llevó a cabo el asesinato de los judíos europeos. Y los alemanes, que necesitaban refuerzos,  aprovecharían la ayuda de la población local árabe para perpetrar el asesinato sistemático de los judíos, bajo la guía y el mando de ese pequeño equipo alemán. Este plan se correspondía con la promesa que los alemanes le habían hecho al líder de los árabes palestinos y amigo de Hitler: Haj Amin al-Husseini, que se encontraba exiliado en Berlín. Muchos árabes esperaban la llegada de los ejércitos de Hitler, a quien llamaban “Abu Ali”, con la esperanza de que los alemanes derrotaran a los británicos y así ellos podrían exterminar a los judíos.

LOS PLANES DE LOS JUDÍOS

El 17 de abril de 1942, el jefe del departamento político de la Agencia Judía, Moshe Sharet se dirigió al General Claude Auchinleck, comandante del Octavo Ejército del Ejército Británico, con las siguientes palabras: «No hay duda de que si los nazis invaden la Tierra de Israel, todos los judíos de esta tierra seremos asesinados. El exterminio de la raza judía es una premisa básica de ideología nazi. Las noticias oficiales publicadas recientemente indican que esta política se está implementando con una crueldad que no se puede describir con palabras. Cientos de miles de judíos perecieron en Polonia, los países balcánicos, Rumania y en todos los distritos invadidos por los alemanes en la Unión Soviética, como resultado de las ejecuciones en masa, las deportaciones forzosas y la propagación del hambre y la enfermedad en guetos y campos de concentración. Hay razón para temer que una destrucción mucho más rápida caerá sobre los judíos de Israel, si caemos en manos de los nazis.

RENDIRSE

Algunos judíos, con mucha ingenuidad, proponían hacer lo que hicieron otras naciones ocupadas en Europa, es decir, rendirse a los Nazis y tratar de llegar a algún acuerdo con ellos. Esta ingenuidad se basaba en la creencia de que “los nazis que llegarían a Israel no tratarían a los judíos locales como trataron a los judíos de Polonia y Alemania. Primero, porque no perturbaban a nadie que estuviera en Europa y aparte porque los judíos de Israel no eran empresarios exitosos sino judíos de pueblo, dedicados a la industria… así que tendrán más respeto por estos judíos”. También advertían que resistirse y pelear podría provocar o aumentar el odio de los alemanes hacia los judíos, y que “quizás con la reconciliación y el esfuerzo lograremos más”.  Estas ideas fueron criticadas por aumentar el derrotismo y disuadir a los judíos de luchar por sus vidas. En la práctica se intentó algún arreglo diplomático del lado de los británicos: el plan era solicitar a los británicos otorgar a los judíos de Israel,  que en ese entonces estaba bajo el mandato británico, el  status de ‘prisioneros de guerra ingleses’ si fuesen capturados, y que gocen de los mismos derechos de prisioneros ingleses.  También pedían por via diplomática que los ingleses amenazaran a los Nazis a que si ellos exterminasen a los judíos, los británicos también matarían a los prisioneros alemanes en su posesión. Estas ideas terminaron siendo una fantasia ya que Inglaterra nunca accedió a otorgar ninguno de esos derechos a los judíos de Israel.  Es más, los británicos se prepararon para la posibilidad de que se vieran obligados a evacuar la Tierra de Israel y retirarse hacia el este —Irak e India. Estos planes de evacuación no incluían a los judíos de la Tierra de Israel. Si los alemanes invadían Israel, los judíos tendrían que enfrentarse solos a los alemanes, sin la ayuda del ejército británico.

El Yishub -así se llamaba al asentamiento judío antes de que se declarase la independencia de Israel en 1948- contaba con unos 500,000 judíos. Yitzjak Tabenkin, quien más adelante fue un miembro de la Keneset de Israel, dijo:

«No tenemos más remedio que pelear esta guerra con todas las fuerzas que tenemos. … debemos defender este Yishub y nuestra bandera con uniforme o sin uniforme… si nuestro espíritu está en nosotros, nos apoyaremos en él con todas nuestras fuerzas, o también caeremos en él con todas nuestras fuerzas. Estamos listos para mantenernos de pie y listos para el sacrificio. No venceremos a las fuerzas del enemigo con fatalismo, sino con mucha responsabilidad, no hay alternativa…»

ESCONDERSE

Muchos judíos trataron de esconderse o por lo menos esconder a los niños en iglesias, monasterios y hospicios europeos, incluso alemanes, que había en Israel, especialmente en Jerusalem, o contactar árabes amistosos, o dispuestos a recibir una recompensa material para esconder a los niños judíos con ellos hasta que terminase la guerra. Había diferencias de opiniones en caso de que el país cayera en manos de los alemanes. Por un lado, estaba la posición pragmática de David Ben-Gurion quien insistía que los soldados improvisados de Yishub no podrían vencer al ejército de Hitler, no podrían lograr lo que no habían logrado los franceses, los holandeses y todos los países europeos que habían sido derrotados por los Nazis. En la opinión de Ben-Gurión, en caso de una invasión alemana y una retirada británica, las fuerzas de combate de la Haganá y el liderazgo del Yishub deberían tratar de integrarse al ejército británico,  retirarse a la India y regresar a Israel cuando cambiase el rumbo de la guerra.

LUCHAR HASTA LA MUERTE

Por otro lado, estaba la posición más nacionalista expresada por Yitzjak Tabenkin, que dijo: «…tenemos que quedarnos aquí hasta el final, por nuestro futuro, por respeto a nosotros mismos y por lealtad a nuestra historia». Esta segunda posición proponía concentrar a toda la población judía en el área de Haifa y Galilea, trasladarse allí cuando los británicos se retirasen del país, y luchar hasta el último hombre.   Haifa y la cadena de montañas del Carmel están en un área que brinda la oportunidad de resistir y rechazar al invasor, que se trasladaba en fuerzas blindadas pesadas, y tendría dificultades para moverse en esa zona montañosa. El plan de Tabenkin fue nombrado la “Masada del Carmel”. Según este plan, la población judía civil se protegería en esos enclaves mientras los comandos y las unidades de guerrilla saldrían a atacar para contener el avance del enemigo.

Los miembros de la organización militar “Etzel» concibieron un plan similar, pero con un simbolismo más significativo: en caso de que los alemanes invadieran Israel los judíos se refugiarían en la Ciudad Vieja de Jerusalem, fortificándose dentro de las murallas y librando desde allí la batalla “final”. Y antes del final,  ¡declararían  con mucho orgullo y patriotismo la soberanía judía sobre el Monte del Templo (Har-HaBayit) en Jerusalem!

Para los líderes de estos planes en Haifa o Jerusalem estaba claro que si los alemanes llegaban, podrían quizás retrasar el avance del invasor, pero el terrible final de la población civil era inevitable. El mismo nombre, «Masada del Carmel» expresaba la creencia que no había ninguna posibilidad  de que el asentamiento judío pudiera sobrevivir si los alemanes invadían Israel. Recordemos que Masada o Metsadá, es el nombre de uno de los últimos refugios de los judíos que se resistieron al ejército romano en el siglo 1ro, que cuando vieron que el enemigo no podía ser detenido, procedieron al suicidio colectivo.

VICTORIA PROVIDENCIAL

El 1 de julio de 1942, los británicos lograron frenar el avance de Rommel a 180 kilómetros del canal de Suez. Allí, establecieron una nueva línea de defensa y nombraron un nuevo comandante, el general Bernard Montgomery, quien ordenó cancelar todos los planes de retirada británicos de Israel y prepararse para enfrentar frontalmente a los alemanes en Egipto. Ambos bandos sabían que esa batalla sería decisiva para el destino de Oriente Medio.

Y gracias a Dios, luego de meses de una durísima batalla, el 3 de noviembre de 1942, las fuerzas de Montgomery lanzaron el ataque final y derrotaron a las fuerzas de Rommel en la Batalla de El-Alamein, en Egipto (ver aquí los detalles).

Este triunfo fue uno de los puntos de inflexión decisivos para la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial y significó el final de los 200 días de terror que experimentó la joven colonia de Israel en los tiempos de la Shoah.




El Himno Nacional Judío

Todas las naciones del mundo tienen sus himnos. Se entonan en ceremonias solemnes, celebraciones patrióticas o competencias deportivas. Cada himno tiene su propio estilo y mensaje, pero la mayoría comparten un tema central: la libertad. Esto es especialmente cierto en aquellos países que se liberaron de monarquías tiránicas. En Estados Unidos se canta a “la tierra de los libres”. El himno argentino inicia con un poderoso “¡Libertad, libertad, libertad!”. El de Francia proclama: “Liberté, liberté chérie, combats avec tes défenseurs” (Libertad, libertad querida, combate junto a tus defensores). Y el de Uruguay afirma: “Libertad o con gloria morir”.

Pero miles de años antes de que estos himnos fueran compuestos, el pueblo judío ya tenía el suyo. Un cántico que surgió espontáneamente de un pueblo que acababa de ser liberado de la esclavitud: Shirat Hayam.

El canto de la libertad

En el séptimo día de Pésaj conmemoramos el milagroso cruce del mar. En ese momento, al ver a sus opresores derrotados y sus cuerpos sin vida en la orilla, el pueblo de Israel se inspiró (shareta alehem ruaj haqodesh) y rompió en un canto colectivo. No fue una plegaria individual ni un poema escrito por un líder carismático. Fue una expresión nacional espontánea en la que, irónicamente, cada uno pronunciaba individualmente las mismas palabras: “Ashirá laShem ki gaó gaá” – “Cantaré a Hashem, pues [he visto que] se ha engrandecido por encima de los soberbios”.

Este es el primer cántico del pueblo judío como nación libre. No solo canta la victoria sobre el enemigo, sino que celebra la libertad recién obtenida —lo que en hebreo se llama gueulá o yeshuá — de una manera muy especial. Veamos.

La cultura judía

Shirat Hayam no glorifica generales ni celebra estrategas militares. La victoria no se atribuye a un ejército ni a un líder humano. Tal como afirmamos en la Hagadá de Pésaj: “Ani velo malaj” – fue Dios mismo quien intervino directamente en la salida de Egipto. Y lo mismo ocurrió en la apertura del mar.

Este himno es una declaración de Emuná, reconociendo que solo Hashem es el responsable de la salvación del pueblo. Es un acto de atribución total: el poder de redimir y liberar pertenece exclusivamente a Dios.

Además, anticipa el impacto que esta intervención Divina tendrá en las naciones de Canaán, a quienes pronto los judíos deberán enfrentar y conquistar. El canto afirma que los pueblos de Canaán —e incluso los invasores que tratan de llegar desde el mar— oirán sobre este milagro, reconocerán la mano de Hashem, temblarán y se rendirán ante el poder de Dios, como ocurrió con Rajab en Yerijó. Este hermoso canto no solo narra el pasado, sino que también proyecta el futuro.

Elecciones libres

La culminación del himno no es menos extraordinaria. Es una proclamación sin precedentes: “Hashem imlokh leolam va’ed” – “Hashem reinará por siempre jamás”.

Esta declaración significa que, al quedar libres del Faraón, el pueblo judío elige por voluntad propia a HaShem como su único Rey.

Los judíos no pasamos de la esclavitud al caos ni a la anarquía. En el mismo instante en que proclamamos el fin de la opresión, aceptamos —más bien, requerimos — que Dios sea nuestro Soberano, y nos comprometemos a servir y obedecer únicamente al Creador.

Es una elección absolutamente libre, espiritual ¡y política! No hay en la historia universal —ni en la literatura humana— un momento tan cargado de solemnidad y compromiso.

El himno nacional

Shirat Hayam tiene todos los elementos de un himno nacional, y mucho más:

  • Nace en el instante mismo de la liberación.
  • Une a toda la nación en un mismo canto, con un mismo contenido.
  • Celebra la victoria, proclama la libertad y proyecta el futuro, con atribución total a Dios.
  • Reafirma los valores nacionales del pueblo: Emuná y sumisión a Dios.

Shirat Hayam es un cántico nacido de la ruptura de las cadenas de la esclavitud, que se eleva hacia la aceptación de Dios como única autoridad legítima.

Y, como todo himno nacional, se repite y se recuerda. En este caso, todos los días. Shirat Hayam forma parte de nuestra Tefilá matinal. Y en el séptimo día de Pésaj, se recita con especial solemnidad, evocando el cruce del mar.

¿Cómo recitar Shirat Hayam?

En la comunidad de Agudat Dodim de Buenos Aires, el séptimo día de Pésaj se vivía de una manera única. Recuerdo al señor David Soae z”l, cuya energía contagiosa llenaba el Kinis en las primeras luces del amanecer. Su intención era clara: hacernos sentir como si realmente estuviéramos cruzando el mar. Con gestos decididos nos invitaba a entrar al agua y a sentir los pies mojados. Entonces, don David se arremangaba los pantalones con solemnidad y, con una expresión de asombro en el rostro, y elevando sus manos, fingía ver el mar abrirse ante sus ojos. Daba unos pasos hacia adelante, como caminando con enorme sorpresa sobre el lecho seco del océano, y miraba a su derecha y a su izquierda las columnas transparentes del mar y nos mostraba a los peces, a los tiburones y a las ballenas nadando a su lado, como si estuviera en un enorme acuario submarino. Y señalaba con su índice diciendo “Ze Eli ve-anvehu” y afirmaba que todos los presentes —incluso hasta los niños en el vientre materno– podían identificar en ese momento y en ese lugar la Presencia de Boré Olam.

Transportados al Yam Suf por su teatralizada visualización, cantábamos la Shirá con una alegría desbordante, y quienes se concentraban con verdadera kavaná sentíamos «físicamente» la brisa marina en nuestras caras y el olor salado del mar. 🙂

JAG SAMEAJ

Rab Yosef Bitton

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¿Y Hatikva?

Una nota importante: Hatikva, el himno nacional moderno del Estado de Israel, también expresa un poderoso mensaje. No habla de la libertad sino del anhelo y la esperanza milenaria del pueblo judío de regresar a Israel y a su capital Yerushalayim, y vivir allí como nación libre (am jofshi) y soberana: que es una de las características de los tiempos mesiánicos.




¿Qué es un milagro?

כי ה אלקיכם ההלך עמכם להלחם לכם עם איביכם להושיע אתכם

Debarim 20  (2).“Cuando llegue la hora de la batalla, el sacerdote se dirigirá al ejército (3). y le dirá (a los soldados): “Escucha, Israel, hoy van a luchar contra sus enemigos: no se desanimen ni tengan miedo; no tiemblen ni se asusten, (4) Porque HaShem vuestro Dios irá (al campo de batalla) con ustedes; Él luchará junto a ustedes contra sus enemigos y les otorgará la salvación ( y la victoria).”

Un milagro se define como un evento sobrenatural en el cual se puede identificar la intervención Divina. Para algunas religiones los milagros consisten en un 100% de intervención de Dios. En nuestra Torá, sin embargo, muchos milagros tienen lugar cuando son precedidos, o acompañados, por la intervención humana. En Purim, por ejemplo, los judíos rezamos para que HaShem nos salvara de un genocidio. Pero Mordejai y Ester tuvieron que actuar, y fue así que se produjo el milagro y obtuvimos nuestra salvación. Exactamente lo mismo ocurrió con los Jashmonayim, que enfrentaron militarmente a los seléucidas y gracias a esas tremendas batallas los milagros de Janucá tuvieron lugar.

El esfuerzo humano es un prerrequisito para la intervención Divina cuando se trata del área política o militar, es decir, cuando nos defendemos o luchamos contra el enemigo. Yehoshua Bin Nun, el sucesor de Moshé y quien encabezó la conquista de la tierra de Israel no recibió la Tierra Santa caída del cielo: él y su ejército tuvieron que luchar con mucho valor contra más de 30 pueblos y conquistarlos. El Creador, como lo dice la Torá en los versículos que mencionamos arriba, “no reemplaza” a los soldados, sino que “los “acompaña” en el campo de batalla y lucha junto al ejército de Israel contra sus enemigos.

Hoy es Yom HaAtzmaut , el día en el que celebramos la independencia del Estado de Israel. Y creo que es el mejor ejemplo de una cadena ininterrumpida de intervenciones Divinas, que estuvieron acompañadas por increíbles  esfuerzos humanos, gestados por decenas de miles de heroes del pueblo judío: soldados, políticos, diplomáticos, militares y lideres religiosos.

Todo este esfuerzo culminó con el establecimiento del estado judío: gracias a la intervención Divina.

Rabino Yosef Bittón