VAYISHLAJ: Israel y la respuesta proporcional a la agresión

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LA PARASHA EN 5 ACTOS
Cuando nuestro patriarca Ya’aqob luchó con un ángel y lo derrotó, el ángel lo bendijo. Parte de esa bendición fue el cambio de su nombre. A partir de ese momento Ya’aqob dejó de llamarse Ya’aqob y su nombre fue ISRAEL. ¿Qué significa Israel? Los comentaristas bíblicos están divididos. Mi explicación favorita, que no voy a fundamentar exhaustivamente en este momento, es que Israel significa: «el que se enfrenta ( o es atacado, como le pasó a Ya’aqob) y pelea con hombres y comunes o poderosos, y prevalece, con la ayuda de HaShem» . («Isra»: prevalecerá, «E-l», con la ayuda de haShem»). Este es el nombre que alentó a Ya’aqob cuando tuvo que enfrentarse en lo que podría haber sido un combate a muerte con su hermano Esav. Israel pasó a ser no sólo el nuevo nombre de nuestro patriarca Ya’aqob sino que por extensión se transformó en el nombre de la nación judía. Nos llamamos el Pueblo de «Israel». Y creo que pocos nombres podrían definir al pueblo de Israel de una manera tan precisa.
Pero más allá de este hermoso significado ¿Por qué el pueblo judío adoptó solamente el nombre del último patriarca? ¿Por qué no nos llamamos el pueblo de Abraham, en honor al fundador del pueblo judío ? O a lo mejor tendríamos que honrar a Itzjaq, que representa a la generación intermedia, la más difícil de mantener. Algo más: la judeidad de una persona se establece vía materna. O sea que para el judaísmo es la madre quien determina la religión de sus hijos. Y si la madre es tan importante en la determinación de la judeidad ¿por qué no nos llamamos el «Pueblo de Sará» o de Ribqá o de Rajel o de Leá? En otras palabras: ¿Por qué nos llamamos ISRAEL y dejamos de lado a todos los demás patriarcas y matriarcas?
Observemos cuidadosamente la palabra ISRAEL, en hebreo ישראל. Y encontraremos algo maravilloso (e increíblemente poco difundido) que difícilmente puede ser atribuido a una «interpretación» arbitraria o a una «casualidad»: El nombre ISRAEL, en hebreo, contiene las iniciales de TODOS nuestros 7 ancestros: los 3 patriarcas y las 4 matriarcas.
Veamos: La primera letra YOD es la inicial de Itzjaq y de Ya’aqob. La segunda letra, SIN, es la inicial del nombre de nuestra primera matriarca Sará. La RESH corresponde a la primera letra de Rajel y de Rivká. La letra ALEF es la inicial de Abraham y finalmente, la letra LAMED, es la primera letra de nuestra matriarca LEAH. Lejos de excluir a los nombres de los otros patriarcas ISRAEL es el nombre perfecto para nuestro pueblo, que incluye a nuestros 3 patriarcas y 4 matriarcas.
הצילני נא מיד אחי מיד עשו
LA ESPADA DE ESAV
Ya’aqob Abinu regresa a la tierra de Israel. Tiene muchas dudas. Una de esas dudas es si su hermano Esav aún le guarda rencor. Recordemos que 20 años atrás, Esav decidió matar a Ya’aqob. La pregunta de Yaaqob era: ¿Me sigue odiando Esav 20 años después? A lo mejor sus resentimientos han cambiado y ya se olvidó de lo que pasó tanto tiempo atrás…. pero Ya’aqob no está seguro. Y encuentra una complicación más: escucha que Esav está llegando encabezando una banda de 400 hombres: demasiada gente para un comité de bienvenida…. Ya’aqob teme lo peor y siente el peligro que acecha a él y a su familia. Ya’aqob reza y suplica por la intervención Divina diciendo la famosa frase: «[HaShem ], sálvame de la mano de mi hermano, de la mano de Esav» Cuando finalmente se reencuentran, Esav no ataca a Ya’aqob. Hay comentaristas bíblicos que explican que Esav tenía toda la intención de destruir a Yaaqob y quedarse con su familia y sus posesiones, pero que hubo un cambio emocional en el corazón de Esav. ¿por qué? La noche anterior Ya’aqob luchó contra un enviado de HaShem (“ángel”, aunque la Torá lo describe como un “hombre”). Este individuo hirió a Ya’aqob en su muslo y dejo a Ya’aqob herido. Cuando Esav vio a Ya’aqob rengueando se conmovió (o pensó que Ya’aqob ya no era un adversario digno…) y , de acuerdo a esta interpretación, el perdón que no llegó en 20 años, se transformó en una especie de “lástima” por la vulnerabilidad de Ya’aqob, y los sentimientos de afecto regresaron. Así, de una manera directa o indirectamente, HaShem salvó a Ya’aqob de Esav, al hacerlo luchar contra ese individuo.
LA INVITACION DE ESAV
Acto siguiente, y ahora en un clima de reencuentro familiar, Esav agradece los generosos regalos de Ya’aqob y le dice: «No me hace falta nada, hermano mío, ya tengo demasiado» . Vemos que Esav es un hombre materialmente exitoso. Es el patriarca, fundador y cabecilla del pueblo de Edom. Pero Esav, tal como su mamá lo había anticipado, no siguió el camino de su abuelo Abraham y de su padre Isaac. Los Edomitas, liderados por Esav, habían abandonado las creencias de Abraham Abinu y eran idólatras, como el resto del mundo Y ahora Esav ya no lo ve a Ya’aqob como su enemigo, sino como su hermano, su amigo. Y aquí, irónicamente, comienza un problema enorme para Ya’aqob. Algo más delicado y más sutil que la espada de Esav, pero igualmente letal. ¿De qué se trata este nuevo problema? Como consecuencia de la nueva reconciliación fraternal, Esav invita a Ya’aqob a unirse a él. (Gen. 33:12) «nis’a veneleja «Vamos juntos. Ven conmigo a Se’ir, y allí viviremos como una sola familia. Tus niños pequeños van a jugar con mis niños: sus primos. Y ya tengo en mente algunas de mis hijas y nietas que podrían ser muy buenas candidatas para casarse con tus hijos.» Ya’aqob sabe que si acepta la invitación de Esav, sus hijos terminarán asimilándose a Esav y siendo parte de su familia. HAY MUCHISIMO EN JUEGO: sería el final del legado de Abraham Abinu (del “judaísmo» de ese entonces)…. y no por la via de la espada de Esav, sino por la disolución natural e inevitable de la «religión» que practicaba la familia de Ya’aqob.
EL “NO” QUE CAMBIO LA HISTORIA
Y en” ese momento decisivo para para posteridad, Ya’aqob, heroicamente, le dijo NO a Esav. Lo hizo muy diplomáticamente. «Tú ve adelante y yo llegaré, al ritmo de mis pequeños hijos», le dijo. Esav, que quizás no comprendió la indirecta de Ya’aqob, insistió. «Si quieres te dejo algunos hombres para que te protejan en el camino, hasta que llegues a mi casa». Ya’aqob, estoicamente, soportó la tremenda presión sicológica de ese momento — en el que se podia cortar el aire con un cuchillo— y, con mucha incomodidad pero con mucha firmeza rechazó nuevamente la oferta de Esav. «¿Por qué habré de hallar tanta gracia en tus ojos?». Esav finalmente entendió el mensaje y se marchó. Si tuviésemos que describir con nuestras propias palabras lo que experimentó Ya’aqob en su intenso encuentro con Esav diríamos que en un mismo evento Ya’aqob se enfrentó al antisemitismo y a la asimilación. En el primer caso, especialmente si seguimos la opinión que mencionamos Dios intervino «directamente» para salvar a Ya’aqob de Esav, “su enemigo”. Pero cuando Ya’aqob se enfrenta al Esav, “su amigo” Esav, allí no hubo una intervención Divina. Hubo una decisión humana. Ya’aqob debió actuar por su cuenta y decir y asumir las consecuencias del «NO» . En esta segunda instancia Dios no interviene, y espera que Ya’aqob tome la decision correcta por por sí mismo.
SI YAAQOB NO HUBIERA DICHO “NO”….
La mejor manera de entender el impacto de los NO que definen nuestars vidas es visulaizr que hubiera paado si no hubiramos dicho NO. Hoy en día, nosotros, los descendientes de Ya’aqob Abinu, seguimos enfrentando desafíos muy similares. La sociedad no judía nos invita a una integración cultural y social sin barreras ni diferencias. La asimilación se cobró ya millones de “almas” judías. Millones de instancias en que hijos, o padres, no tuvieron la fuerza, la convicción o la posibilidad de decir “NO” a Esav el amigo. El dando ha sido catastrófico. Comparto con ustedes dos números que lo dicen todo: 1) 1927. 2) 4.200.000. En el año 1927 la población judía en los estados Unidos era de 4.2 millones. ¿Cuántos judos deberían haber en los Estados Unidos en 2021, casi 100 anos después? Aquí no hubo una Shoah, ni campos de concentración, ni mega-matanzas antisemitas; por el contrario: la emigración judía al este país continuó ininterrumpidamente. No soy un genio de las matemáticas pero mi intuición me dice que hoy deberían haber no menos de 15 o 20 millones de judíos en Estados Unidos…. Pero hay menos de 6 millones…. ¿Qué pasó entonces con los otros millones de judíos que ya no se cuentan como tal? De la asimilación tenemos que salvarnos por nuestra cuenta. Mejorando como judíos, en nuestra observancia y apreciación de valores judíos. Educando a nuestros hijos en escuelas judías y con nuestro ejemplo. Y teniendo la valentía y la convicción de decir «NO» si alguna vez la relación con Esav puede pasar de la cordialidad y el respeto debidos, hacia un plano social en el cual arriesgamos perder nuestra identidad.
Jacob deja Beer-Sheba y se encamina a Harán, Siria. Está huyendo de su hermano Esav, que se propuso matarlo. También va a Harán con la intención de encontrar una esposa en la ciudad natal de su madre. Al poco tiempo de iniciar su largo viaje, cuando llega a Bet El, Jacob tiene un hermoso sueño: ángeles subiendo y bajando por una escalera. Dios le promete a Jacob Su bendición y protección y le garantiza que él y su descendencia heredarán la tierra de Israel.
Después de varios días, Jacob llega a Harán y se dirige hacia el pozo de agua. Allí conoce a una joven que resulta ser su prima hermana, Rajel, y se enamora de ella. Rajel lo lleva a su casa. Jacob es recibido por su tío Labán. Rápidamente llegan a un acuerdo: Jacob trabajará para Labán durante siete años y, a cambio, Labán le permitirá casarse con su hija. Pero cuando llega el momento de la boda, Labán le da a Jacob a su hija Leá en lugar de a Rajel, algo que Jacob solo descubre al día siguiente. ¿Cómo es posible que Jacob no reconociera a Leá? Hay varias explicaciones, pero la más simple es que 1. Rajel y Leá eran hermanas, y deben haber sido muy parecidas físicamente y en su voz. 2. Las mujeres en la antigüedad usaban un velo muy grueso, como el burka que usan las mujeres en Afganistán. 3. Todo sucedió a la sombra de la noche. 4. Jacob no lo esperaba. Muchos comentaristas explican que Jacob ahora fue víctima de un caso de “robo de identidad” similar al que él había causado cuando se disfrazó de su hermano Esav para recibir su bendición de su padre Isaac, que era ciego. Las similitudes entre estos dos episodios no puede ser una mera coincidencia.
Jacob tuvo que trabajar durante otro largo período de tiempo para casarse también con Rajel. Antes de que se diera la Torá, no había una prohibición de casarse con dos hermanas. Leá, Bilha y Zilpa le dan varios hijos a Jacob. Rajel era estéril, pero al final dio a luz a un hijo llamado Yosef. Jacob ahora tiene once hijos , Rubén, Shimón, Levi, Yehudá, Yissajar, Zebulún, Dan, Naftalí, Gad, Asher, Yosef, y una hija: Diná. El nacimiento de su duodécimo hijo, Binyamín, se mencionará recién en la Parasha de la próxima semana. Cada uno de sus hijos establecerá una de las tribus de Israel. Hay una diferencia muy importante entre los hijos de Yishmael y los hijos de Jacob: leímos un poco antes que Yishmael también tuvo 12 hijos, cada uno de esos hijos creó una nación aparte (shenem asar nesiim lumotam). Jacob sin embargo, logró que todos sus hijos formaran 12 tribus de un mismo pueblo.
Después de trabajar para Labán durante muchos años, Jacob expresa su deseo de regresar a la tierra de sus padres, Erets Israel. Pero Labán lo convence de quedarse más tiempo y le ofrece pagarle con parte del rebaño para que Jacob pudiera tener su patrimonio propio. Después de unos años, el rebaño de Jacob aumenta de manera milagrosa, y nuestro patriarca decide regresar a su tierra natal sin buscar el consentimiento de Labán: Reúne a su familia y les dice que Dios se le reveló en un sueño y le anunció que era hora de irse.
Jacob y su familia prácticamente huyen sin el conocimiento de Labán. Y cuando Labán se entera, va tras Jacob con las peores intenciones. Dios se revela a Labán y le advierte que no le haga daño a Jacob. Labán reprime a Jacob por haberle quitado a sus hijas y nietos. Jacob y Labán finalmente se reconcilian y hacen un tratado de paz en Gal’ed. Jacob continúa su camino, con destino a la tierra de Canaán, y llega a la ciudad de Majanayim. El próximo desafío de Jacob será enfrentar a su hermano Esav, que 20 años atrás había decidido matarlo.
El rabino Shelomo Ibn Gabirol (1022-1051) dijo que los ángeles representan a los Talmidé Jajamim, los estudiosos de la Torá, como Ya’aqob, que ascienden a un nivel espiritual muy alto para estudiar la Torá. Pero no se quedan allí, sino que regresan al plano terrenal, trayendo con ellos lo que aprendieron, es decir, haciendo la Torá accesible al resto de la gente, conectando así «el cielo con la tierra».
Esto increíblemente similar a lo que ocurre en nuestros días. Los peligros a los cuales están expuestos los judíos de Israel y los judíos de la diáspora son muy diferentes. En Israel, el peligro fundamental –si bien no es el único– es la integridad física: las guerras, las intifadas, los ataques suicidas, etc. Este era también el tipo de peligro que acechaba a Jacob en la tierra de Israel, a manos de Esav. Por el otro lado, el peligro crucial que enfrentamos los judíos en la diáspora es similar al que Ya’aqob iba a enfrentar en su nuevo destino: la asimilación a los valores de Labán y a la sociedad pagana de Jarán. Este es un desafío mucho más sutil y más difícil de identificar, especialmente porque es menos visible… y a veces ocurre sin que nos demos cuenta. Al igual que Ya’aqob luego de su sueño, nosotros en la diáspora debemos tomar conciencia de los peligros que enfrentamos y hacer todo lo posible por educar a la próxima generación para que la Torá siga siendo relevante para ellos, y que la vean como la más hermosa fuente de inspiración y la guía de sus vidas.
ESFUERZO Y BENDICION
En la Parashá de esta semana, Génesis capítulo 26, leemos que Isaac tuvo que dejar su tierra por la hambruna y llegó hasta Guerar, una ciudad entre Gaza y Beer Sheba, la tierra de los Pelishtim (filisteos). Isaac se estableció temporariamente allí y se puso a trabajar duro. v:12-14 «Isaac sembró en aquella tierra, y cosechó aquel año cien por uno [cien veces más de lo que había sembrado]: ¡HaShem lo había bendecido! Isaac gozó de prosperidad y siguió engrandeciéndose hasta que llegó a ser muy rico: tuvo ovejas, vacas y muchos sirvientes…
Si bien HaShem lo bendijo, a Isaac la riqueza no le llovió del cielo, el hijo de Abraham era muy trabajador. Tuvo que esforzarse muchísimo para sembrar en esa zona árida, y tal como la Torá nos cuenta un poco más adelante , tuvo que cavar una y otra vez –sin pereza y sin darse por vencido– para obtener el elemento más escaso y preciado en el Medio Oriente: agua.
Pero ahora, el mismo versículo que menciona la riqueza de Isaac continúa describiendo el sentimiento y la reacción de los Pelishtim ante al éxito de Isaac.
וַיְקַנְא֥וּ אֹת֖וֹ פְּלִשְׁתִּֽים
וְכׇל־הַבְּאֵרֹ֗ת אֲשֶׁ֤ר חָֽפְרוּ֙ עַבְדֵ֣י אָבִ֔יו בִּימֵ֖י אַבְרָהָ֣ם אָבִ֑יו סִתְּמ֣וּם פְּלִשְׁתִּ֔ים וַיְמַלְא֖וּם עָפָֽר׃
וַיֹּ֥אמֶר אֲבִימֶ֖לֶךְ אֶל־יִצְחָ֑ק לֵ֚ךְ מֵֽעִמָּ֔נוּ כִּֽי־עָצַ֥מְתָּ מִמֶּ֖נּוּ מְאֹֽד׃
Los Pelishtim le tuvieron envidia a Isaac.
Y todos los pozos [de agua] que los siervos de su padre [Abraham ] habían cavado … los inutilizaron, llenándolos de tierra.»
Los Pelishtim recibieron a un Isaac refugiado, débil y pobre. Y simpatizaron con ese Isaac. Pero una vez que Isaac se recuperó, su éxito no los puso contentos, todo lo contrario: les molestó. La Torá usa aquí por primera vez en la historia bíblica la palabra quin’a que significa: «envidia» (ויקנאו אותו פלשתים «Los Pelishtim tuvieron envidia de Isaac».
Hay dos posibles reacciones que uno puede tener frente a una persona que tiene éxito. La primera, la mejor, es aprender del que hace las cosas bien e imitarlo. Los Pelishtim podrían haber imitado el esfuerzo de Isaac: trabajando más, levantándose más temprano, emborrachándose menos, ahorrando más, no gastando tanto, etc, etc. ¡pero nada de eso sucedió! La reacción de los Pelishtim consistió en una envidia destructiva que los llevó a algo inconcebible ¡tapar con tierra los pozos de agua que había cavado Isaac!
LA DIFERENCIA ENTRE LOS CELOS Y ENVIDIA
Hay una gran diferencia entre las palabras hebreas «celos» (jemdá o ta’avá לא תתאוה), y “envidia” (quin’a) . «Celos» siempre se refiere a un objeto: estoy celoso de lo que tienes, y quisiera tenerlo yo. Quiero tener tu casa, tu dinero, tu auto. Y en teoría, una vez que yo tengo lo que tú tienes (te lo quito o me lo compro), mis celos desaparecen o al menso disminuyen. La «envidia», por otro lado, es un sentimiento profundo, tóxico y complicado. No se trata de mi deseo de tener lo que la otra persona tiene, sino del oido hacia la persona que lo posee. Cuando te envidio, me molesta tu éxito. No lo puedo soportar. Voy a tratar de quitarte lo que tú tienes. Y si no te lo puedo quitar, lo voy a destruir. Porque lo que más me impronta ¡es que TU no lo tengas! La envidia es destructiva y por naturaleza autodestructiva. La envidia / odio llevó a los Pelishtim a hacer lo más irracional que un habitante del medio oriente puede hacer: inutilizar pozos de agua en el desierto. Lo cual, obviamente, los perjudicaba a ellos también.
LA HISTORIA SE REPITE
Rambán, Najmánides, dice que la Torá se excede en los detalles de este evento para enseñarnos que מעשה אבות סימן לבנים , «lo que le ocurrió a nuestros antepasados no es sólo historia», sino que marca un patrón de conducta que se repetirá con sus descendentes. Esta historia se vuelve a repetir en nuestros días.
La bendición de HaShem y el éxito de Israel en las áreas de educación, innovación, tecnología, y economía despierta admiración en el mundo, pero también muchísima envidia, resentimiento y odio. Especialmente de parte de sus vecinos, a quienes que les importa destruir “los pozos de agua “ que podrían beneficiar a sus propios ciudadanos con tal de dañar a Israel.
La historia de Gaza lo deja en claro.
El 15 de agosto de 2005, 8.000 judíos israelíes fueron desterrados de sus casas en Gush Qatif (Israel). Esa tierra, que había sido conquistada militarmente por Israel en respuesta a la guerra iniciada por los egipcios, fue «regalada» a los Palestinos, quienes tuvieron elecciones democráticas en 2006 en las que fue elegido el partido de Hamas. La población de Palestina que eligió a Hamas conocía —y conoce perfectamente bien— los objetivos de Hamas ya que están absolutamente explícitos en su carta fundacional: en esa carta Hamas no menciona la voluntad de brindar prosperidad, derechos humanos o servicios sociales a los habitantes de Gaza para mejorar sus vidas. TODO LO QUE LA CARTA DICE ES QUE HAMAS SE DEDICARA PLENAMENTE AL YIHAD, esto es, a la lucha armada contra el Estado de Israel hasta su destrucción, y aclara que rechazará toda negociación y gestión diplomático. Tal como lo hicieron los Pelishtim con Isaac, Hamas esta dispuesto a empobrecerse y autodestrurise (inmolarse =yihad) con tal de destruir Israel o por lo menos, matar la mayor cantidad posible de judíos.
Gaza no se dedica al terror porque son pobres, Gaza es pobre porque elige dedicarse al terror. Esta idea es tan alucinante para las personas normales que no la creen. Y en cierta manera los que tienen una mentalidad occidental, incluso en Israel, superponen a la fuerza sus propias ideas y tratan de ayudar a Gaza a salir de su pobreza. Los Palestinos de Gaza han recibido más dinero que cualquier otra población en el mundo entero. De la Unión Europea, de las Naciones Unidas, de estado Unidos, cientos de billones de dólares. Y todo este dinero que debería haber sido dedicado a para construir escuelas, hospitales y darle agua limpia a la población , ha sido dedicado a construir túneles de guerra, comprar armas, desarrollar mas armamentos y todo con la intención de destruir a Israel.
Es muy difícil para una persona normal entender que la envidia transformada en odio le haga perder a los seres humanos su deseo de prosperidad y auto preservación para dedicarse a la eliminación de aquel que trabaja y prospera. Pero la Torá ya lo advirtió en la historia de Isaac con los Pelishtim. Y hoy vemos más claro que nunca que no hay nada nuevo bajo el sol de Gaza.
TENER UN HIJO…. O DOS…
La parashá Toledot nos cuenta que nuestro segundo patriarca Isaac rezó para que su esposa Ribká, que era estéril, pudiera concebir. Las oraciones de Isaac son respondidas por Dios y Ribká concibe. Se entera proféticamente que está embarazada de mellizos y que sus hijos se convertirán en fundadores de dos naciones: «uno se impondrá al otro, y el mayor servirá al menor”. Cuando da a luz, el primer bebé que emerge está cubierto de cabello. Lo llamaron Esav. El segundo nace agarrado al talón de su hermano (‘equeb) y por eso lo llaman Ya’aqob.
¡VIVA LA DIFERENCIA!
Los niños se hacen adultos y sus vidas siguen diferentes caminos: Esav se convierte en un cazador y Jacob “habita en la tienda”, es decir, pasaba más tiempo en su casa que en el campo. Las personalidades de estos mellizos era muy diferente. Estas diferencias entre Jacob y Esav nos recuerda un punto importante en la crianza de los hijos: a veces los niños tienen el mismo padre, la misma madre, la misma carga genética, la misma educación, y aún así pueden tener un carácter completamente diferente –o a veces opuesto– uno del otro. Nos dice también la Torá que Isaac quería más a Esav, mientras que Ribká amaba a Jacob.
¿PRESENTE O FUTURO?
Un día, Esav regresa de cazar y está exhausto. Encuentra a Jacob haciendo un guiso de lentejas y le pide que se lo dé. Jacob se lo ofrece a cambio de la primogenitura de Esav. Esav acepta. Antes de que le diera su plato de lentejas, Jacob le da a Esav pan. ¿Para qué? Para que una vez que Esav estuviese satisfecho con el pan tuviese la oportunidad de reconsiderarlo y no vender su primogenitura. Pero a Esav no le importaba el mañana y estaba dispuesto a sacrificar su futuro para disfrutar un poco más el presente. A diferencia de Esav, Jacob representa la idea de hacer sacrificios en el presente –estudiar, ahorrar, esforzarse– para asegurarse un futuro mejor.
ISAAC EN GUERAR
Una hambruna azota la tierra de Canaan e Isaac traslada a su familia a la tierra de Guerar, que estaba gobernada por el rey de los Pelishtim Abimelej. Dios le da instrucciones estrictas a Isaac de que no vaya a la tierra de Egipto. Isaac es el único de nuestros patriarcas que nunca abandonó la tierra de Israel. Isaac se establece en Guerar. Cuando los hombres del lugar le preguntan por su bella esposa Ribká, Isaac les dice que es su hermana. Esto lo hizo por miedo a que lo asesinen para quedarse con su esposa. A diferencia de lo que ocurrió con Abraham, Abimelej descubre que Ribká es la esposa de Isaac, y critica a Isaac por haberlo engañado. Una vez que este tema se soluciona, Isaac prospera económicamente en Guerar, pero los filisteos envidian su éxito y Abimelej le pide a Isaac que se vaya. Isaac se muda y cava varios pozos en un área cercana y encuentra agua. Los pastores Pelishtim reclaman esos pozos y los destruyen. Finalmente, Isaac se establece en Be’er Sheba, y él y Abimelej hacen un tratado de no agresión.
DIME CON QUIEN TE CASAS Y TE DIRÉ…. QUIÉN SERÁS…
Volvemos a los hijos de Isaac y Ribká. Esav, yendo contra todo lo que sus padres y abuelos querían, se casa con dos mujeres Hititas, que sería el equivalente de casarse con una mujer no judía en nuestros días. Sus padres sufren enormemente por esta decisión de Esav.
Cuando Isaac ya es anciano llega el momento de bendecir a sus hijos, que en esos tiempos era también la forma de asignar quién iba a ser el líder espiritual para continuar el camino de Abraham. Isaac llama a Esav y le pide que vaya a cazar y le prepare una comida, para que Isaac pueda otorgarle esta bendición y privilegio antes de morir. Ribká escucha esta conversación y establece un plan para que Jacob obtenga esta bendición: ella preparará la comida y Jacob se la lleva a Isaac y recibe la bendición en su lugar. Jacob se vistió con la ropa de Esav y logró así que su padre, Isaac, que estaba ya ciego, no pudiera identificarlo. Cuando Esav regresa descubre que su hermano ha recibido su bendición, jura matarlo. Ribká elabora un nuevo plan para salvar a Jacob: su hijo se trasladará a la casa de su familia en Harán, Siria, hasta que el enojo de Esav se calme.
Isaac despide a Jacob y esta vez, lo bendice conscientemente con la bendición de la tierra de Israel y la continuidad del legado de Abraham.