KORAJ: La historia de dos influencers

Kóraj, el primo hermano de Moshé, lidera una rebelión contra Moisés y Aharón junto a los miembros de la tribu de Rubén: Datán, Abiram y On el hijo de Pelet, los dos hijos de Eliab y 250 líderes de la comunidad. Acusaban a Moshé de haberse arrogado el liderazgo y elevarse sobre todos los demás: “Todo el pueblo es santo, ¿por qué ustedes se consideran más que los demás?” Cuando Moshé oye esto le dijo a Koraj y a sus seguidores que mañana Dios hará saber quién es el líder. Y luego añadió: ¿No es suficiente que Dios los haya consagrado en la comunidad de Israel para realizar las funciones del Tabernáculo y que también busquen el sacerdocio? En realidad, les explicaba Moshé, no se estaban rebelando contra él y Aharón sino contra el orden impuesto por Dios. Moisés llamó a los dos hijos de Eliab, pero ellos no quisieron venir, diciendo que era injusto que Moisés se sintiera por encima de ellos y los obligara a morir vagando en el desierto. Moisés entonces le dijo a Koraj y a sus seguidores que prepararan un fuego sacerdotal y ofrecieran incienso a Dios.
En la entrada del Ohel Mo’ed (Tienda de Reunión) Moshé y Aharón se reunieron frente a los rebeldes y al resto de la comunidad. La Presencia de Dios apareció a toda la asamblea y Dios dijo a Moisés y Aharón: «¡Apártense de estos rebeldes para que Yo los destruya en un instante!» Moshé y Aharón se postraron en sus rostros y dijeron: «Oh Dios, si un hombre peca, ¿te enojarás con toda la comunidad?” Dios entonces le dijo a Moshé que le dijera al pueblo: “Apártense de estos hombres malvados y no toquen nada que les pertenezca, para que ustedes no sean destruidos por todos sus pecados.» El pueblo se apartó de ellos. Entonces Moisés dijo: «Por lo que van a ver a continuación se darán cuenta de que es Dios quien me envió y yo no estoy aquí por mi propia voluntad”. Cuando Moisés terminó de hablar, la tierra que estaba bajo los pies de Koraj y los demás lideres se partió y se los tragó con todas sus pertenencias. Luego, la tierra se cerró sobre ellos y desaparecieron. Un fuego descendió del cielo y consumió a los doscientos cincuenta hombres seguidores de Koraj que ofrecían incienso. Moisés instruye a Elazar, hijo de Aarón, que recupere los utensilios que se usaron para la ofrenda de incienso, los aplane y cubra el altar con ellos, como una advertencia testimonial para cualquier individuo que alguna vez desee desafiar el sacerdocio de Aharón.
Al día siguiente, la comunidad se queja de que Moisés y Aarón son los culpables de las muertes del pueblo de Dios. Dios le pide a Moisés y Aharón que se separen del resto de la comunidad porque Dios quiere destruirlos. Una plaga azota a la nación y muchos estaban muriendo. Moisés le dice a Aharón que rápidamente tome el incienso consagrado, vaya en medio de la congregación y expíe por su pecado. Aharón lo hace, se posiciona entre los vivos y los muertos, y la plaga se detiene.
Dios le dice a Moisés que tome una vara de cada una de las doce tribus, con el nombre del líder de cada tribu escrito en su vara. Otra vara se tomaría para representar a la tribu de Leví, y el nombre de Aharón estará escrito en esa vara. Las varas se colocaron durante la noche en el lugar mas sagrado del Tabernáculo. A la mañana siguiente se retiraron, y milagrosamente la vara de Aharón había florecido con flores de almendra. Esto fue una prueba adicional de que Aharón era la elección de Dios para ser el Sumo Sacerdote. Dios ordena a Moisés que devuelva la vara de Aharón en el Arca del Pacto donde permanecerá para siempre com o testimonio.
Los judíos expresan a Moisés su temor de entrar por error en un área restringida del Tabernáculo y morir como resultado. En respuesta, Dios ordena a los sacerdotes y a los levitas que cuiden estrictamente el Tabernáculo para evitar la entrada no autorizada de aquellos que no son sacerdotes.
La Torá enumera luego las diversas ofrendas a las que tienen derecho los sacerdotes. Estos incluyen el privilegio de obtener ciertas porciones selectas de los sacrificios; recibir los cinco siclos de plata por la redención de los primogénitos israelitas; una porción de todas las cosechas de grano, aceite y vino; las primicias, etc. Pero también se le informa que sus descendientes no recibirán una porción en el territorio de Israel, que era lo mas preciado m materialmente: Dios será su herencia y su porción.
Los levitas tampoco recibirán una parte de la tierra de Israel. En su lugar, tienen derecho a una décima parte de todas las cosechas de las demás tribus, a cambio de los servicios que prestan en el Templo. Al recibir este diezmo, los levitas deben, a su vez, separar una décima parte de este diezmo y dárselo a los sacerdotes.
No alcanza solo con aprender el significado de este versículo de la Torá (pasuq). Les recomendaría que lo memoricen. O que lo impriman y lo guarden en su bolsillo, cartera o billetera. Es un pasuq muy corto, que pertenece a la Parashá que leeremos en unas semanas, Pinejás, pero se refiere a lo acontecido en nuestra Parashá KORAJ. El pasuq consiste en solo 4 simples palabras. “UBNE QORAJ LO METU”. Que significa literalmente “Y los hijos de Koraj no murieron”. Es decir, sobrevivieron.
¿A qué se refiere este breve texto?
HIJOS vs PADRE
Llevado por la ambición, la envidia y los malos consejos, Koraj decidió rebelarse contra Moshé y Aharón para quitarles el liderazgo político. Koraj no estaba solo. Más de 250 personas lo acompañaban en su aventura rebelde. El final de Koraj fue horroroso: murió tragado por la tierra. Todas las personas que estaban con Koraj sufrieron el mismo destino. Sin embargo, como menciona este pasuq, los hijos de Koraj fueron la excepción ¡y sobrevivieron! ¿Por qué? Los hijos de Koraj, que ya eran adultos, se habían sumado a la rebelión encabezada por su padre y participaron de las protestas y las manifestaciones en contra de Moshé. Sin embargo, «a último momento», cuando llegó la hora del enfrentamiento final con Moshé, reaccionaron. Se dieron cuenta que lo que estaban haciendo era un acto de locura y que si no daban marcha atrás en ese mismo momento, ¡el daño iba a ser irreparable! Los hijos de Koraj sobrevivieron porque se arrepintieron justo a tiempo, en el minuto final.
Pienso en los desafíos morales que todos nosotros vivimos diariamente.
LA IRA Y EL ENOJO
A veces nos dejamos llevar por la ira y estamos a punto de levantar la mano y dañar físicamente a alguna persona, u ofender seriamente a alguien insultándolo con palabras graves. Estos impulsivos actos de violencia, especialmente si se trata de violencia física, pueden tener consecuencias irreversibles para la víctima y para el victimario. En un acto impulsivo que dura unos pocos segundos, uno puede condenarse a sí mismo a sufrir las consecuencias de lo que hizo, por el resto de su vida.
ATRACCIÓN FATAL
Otras veces nos dejamos llevar por nuestras pasiones. Nos relacionamos con quien no debemos… nuestro sentido común se nubla y así, en un breve momento, nos dejamos arrastrar por el instinto, pudiendo echar a perder «para siempre» nuestro honor, manchar nuestro buen nombre y el de nuestros hijos y destruir nuestra familia…
PERDERLO TODO POR UN TEXTO
Sucede que uno está a punto de mandar un texto que escribió con enojo, donde expresa toda su frustración sin filtros. Hacemos esto más para desahogarnos que para transmitir un mensaje. Y no medimos ni calculamos como va a reaccionar el que lo recibe. Hay casos famosos de grandes personalidades que perdieron sus trabajos por un Twitter inapropiado que una vez enviado y registrado por un solo «follower», ya nunca pudieron borrar. En los tiempos de WhatsApp o Snapchat uno puede arruinar la vida de otra persona, o la propia, con tan solo enviar una fotografía inapropiada. Increíblemente, no siempre nos damos cuenta de la gravedad y de la irreparabilidad de lo que hacemos. ¿Por qué? Creo que porque inconscientemente suponemos que las cosas graves y con consecuencias de largo alcance suelen ser difíciles de ejecutar…. y hacer click en “send” ¡parece tan fácil!
EL ÚLTIMO RECURSO
Lo curioso es que en varios casos famosos de actos impulsivos, mensajes o textos inapropiados, los que cometen el error se dan cuenta de lo que hicieron ¡unos segundos DESPUES!
En todos estos casos, nuestro nombre, nuestra familia, nuestra reputación, nuestras vidas pueden ser salvadas recordando este pasuq “Y LOS HIJOS DE KORAJ SOBREVIVIERON”. Los hijos de Koraj que estaban a punto de arruinar sus vidas y perderlo todo se dieron de lo que iban a a hacer un breve momento ANTES, dieron marcha atrás y se salvaron.
Recomiendo memorizar estas 4 palabritas y si alguna vez, ח»ו alguien está a punto de caer en la destructiva trampa de sus propios impulsos, que diga para sí mismo este Pasuq y recuerde que la sabiduría de dar marcha atrás en el último minuto salvó la vida de los hijos de Koraj. Y puede salvar la tuya.
¡Y los hijos de Qoraj, sobrevivieron!
Bamidbar 26:11
El derrotismo psicológico de la generación del desierto también se pone de manifiesto en un detalle que por muchos años no había notado: los espías se veían chiquitos como insectos, pero ¿por qué no se describieron como hormigas, abejas o avispas, insectos que la Torá describe en otros contextos? ¿Por qué usar las “langostas” como metáfora?
Se me ocurrió que eligieron compararse con un insecto como la langosta porque las langostas no tienen aguijón, es decir: no pueden defenderse ni defender a su colonia. En cierta manera, y con mucha sofisticación, admitían su superioridad numérica —tengamos en cuenta que el efecto devastador de las langostas se produce cuando llegan en plagas de millones— pero fuera de su gran número, individualmente, las langostas son totalmente inofensivas y vulnerables.
Los hombres de la generación del desierto, diría el Dr. Freud, se veían a sí mismos como langostas porque se creían incapaces de defenderse ¡y, mucho menos, de triunfar!
Si queremos analizarlo más sofisticadamente todavía: según la cultura gastronómica de aquellos tiempos, las langostas eran comestibles (muchas especies son kosher), y quizás inconscientemente se estaban describiendo a sí mismos como “comida” para el enemigo.
Caleb y Yehoshua, por el otro lado, en un momento presentaron una visión opuesta cuando dijeron «Lajmenu hem»: los enemigos serán como pan para nosotros, en el sentido de la expresión en español argentino: “son pan comido”.
EN EL DESIERTO
El pueblo judío estaba en el desierto, a pocos días de alcanzar la Tierra Prometida. Dios instruyó a Moshé que enviara a doce hombres, líderes de las tribus, a explorar el territorio de Israel y planificar la forma más eficaz de conquistarlo. Los espías regresaron de su misión y mostraron al pueblo los frutos de Canaán. Todos se deleitaron. Pero lo que siguió fue inconcebible e inesperado: diez de los doce exploradores expresaron un pesimismo total sobre las posibilidades de conquistar la tierra de leche y miel: LO NUJAL. “¡No podremos conquistarla! Los habitantes son demasiado fuertes. Son gigantes. Nosotros somos pequeños e insignificantes, “como langostas”. ¡No vamos a lograrlo!”
Yehoshua y Caleb, dos de los exploradores, intentaron razonar con el pueblo y ofrecieron mas o menos los siguientes argumentos: “No somos una nación cualquiera. Somos el pueblo de Dios. ¿Acaso olvidaron quién nos sacó de Egipto hace apenas un año? ¿Recuerdan las diez plagas? ¿No se dan cuenta de que Dios nos guía y nos ayudará a conquistar la tierra? ¡No tengan miedo! ¡ALO NA’ALE! ¡Vamos a poder conquistarla!”
TISHA BEAB
La historia terminó mal. El pueblo lloró, gritó y protestó contra Moshé y Aarón. Yehoshua y Caleb intentaron calmarlos, pero la multitud se negó a escucharlos y estuvo a punto de apedrearlos. Dios tuvo que intervenir de manera directa para evitar una sublevación colectiva. Hubo víctimas. Dios castigó a esa generación de la peor manera posible, “karma”, iban a tener que deambular por el desierto —como ellos querían— hasta desaparecer y ser reemplazados por la próxima generación.
Durante años me pregunté qué motivó a los diez espías a ser tan pesimistas. La Torá, fiel a su estilo, deja este punto abierto a la interpretación. Leí mucho sobre este episodio. Al principio, no entendía cómo pudieron paralizarse por el pesimismo. Era ilógico. Y no solo porque HaShem estaba con ellos. Incluso desde un punto de vista práctico y pragmático, sin basarse en milagros, ¡tenían todas las de ganar! El ejército de Israel contaba con 600.000 soldados: ¡era enorme, incluso en términos actuales! En el libro de Yehoshua vemos que los pueblos de Canaan tenían 20, 30 o 50.000 habitantes, y que en realidad ellos temían a Israel.
Y si no luchaban para conquistar la tierra de Israel, ¿cuál era el plan B? ¿Volver a Egipto? ¿Quedarse en el desierto?
La idea de no hacer nada era suicida.
En los últimos años, me convencí de que el problema no era ideológico ni militar, sino psicológico: los espías eran parte de la GENERACIÓN DEL DESIERTO, y la mayoría de ellos –como lo demuestra la proporción de 10 de los 12 exploradores– sufrían de esa mentalidad de esclavos y complejo de inferioridad. El miedo y el pánico a enfrentar a otra persona —algo que habían estado programados a NO hacer—se apoderó de ellos y los paralizó. Durante los 210 años que fuimos esclavos en Egipto nuestra mentalidad cambió. La generación del desierto creció con la convicción de que no podían — ni debían– defenderse. Y no lo pudieron superar.
CAMBIO GENERACIONAL
Hasta 1948, los judíos vivimos en el cautiverio, –GALUT o Diáspora–que duró ¡1900 años! En el exilio fuimos sometidos a todo tipo de persecución, abuso y sometimiento. Vivíamos de prestado. Teníamos que pedir disculpas por existir. Tratábamos de pasar desapercibidos para sobrevivir. Estaba prohibido llamar la atención. Nos acostumbramos a no molestar a nadie. No teníamos derechos ni se nos ocurría demandarlos. Esa mentalidad de 2000 años de exilio se hizo parte de nuestro carácter, y algunos aún no lo han superado. Fuera de Israel, y hasta en Israel, muchos siguen sufriendo de esta mentalidad derrotista, o de complejos de inferioridad que nos hace ver al enemigo siempre como más fuerte. O al otro como mejor. O más justo que nosotros.
Estos últimos días, como todos ustedes, estoy pegado a las noticias de Israel. Y, entre otras cosas, escuché a algunos analistas explicando por qué Israel no atacó a Irán hace 20 o 30 años atrás, cuando era mucho más fácil hacerlo y menos peligroso. La respuesta que escuché una y otra vez es la misma: miedo. Miedo porque, a pesar de tener un ejército tan fuerte, nos veíamos como langostas. O miedo de que algo saliera mal. Miedo de la reacción de Irán, y especialmente miedo de la reacción del mundo: ¿qué van a decir? Ese miedo paralizaba. Ese miedo era suicida.
TRAUMA TRANSFORMADOR
Creo que el 7 de octubre fue, para muchos judíos, un trauma transformador. Comprendimos, a la fuerza, que si no nos defendemos nosotros mismos, nadie lo va a hacer por nosotros. El primer ministro Netanyahu también se transformó. Se despertó. O se hizo mucho más valiente. Y demostró que había superado el miedo galútico. Israel invadió Gaza, algo que durante veinte años tuvo mucho miedo de hacer. Invadir Gaza, para mí, fue el punto de inflexión. A partir de allí y bajo el liderazgo de Netanyahu, Israel por primera vez en su historia no tuvo miedo de la demonización que siempre se le hizo intencionalmente en los medios de comunicación: acusándolo falsamente de matar niños palestinos, de genocidio deliberado, de atacar hospitales, etc. En el pasado, el miedo a la demonización pública mundial, nos paralizó. Nos hacía retirarnos rendidos de guerras que habíamos ganado . Hamás contaba con nuestro terror al “qué dirá el resto del mundo”.
DE GAZA A IRAN, PASANDO POR LIBANO
Por primera vez en muchos años, a Israel se paralizó por temor a la opinión del mundo. Nos dimos cuenta de que igual, no la íbamos a cambiar. Nos dimos cuenta de que las manifestaciones contra Israel comenzaron ¡el 8 de octubre! ¡Mientras estábamos sangrando, y mucho antes de que saliéramos a defendernos! La masacre del 7 de octubre nos trasformó. El futuro de nuestros hijos nos importó más que la crítica internacional. E invadimos Gaza. Nos atrevimos a resistir la crítica de literalmente TODAS las naciones de la tierra. ¡Fueron días mentalmente épicos! Luego, Netanyahu también se atrevió a actuar con una JUTZPA enrome y realizar un acto de insubordinación sin precedentes: desobedecer una orden directa de Estados Unidos, cuando Biden le dijo “DON’T” y le prohibieron avanzar sobre Rafiaj, amenazando de que no proveerían más armas. Netanyahu se transformó en un león que no se deja intimidar. Y para la sorpresa del mundo, cargó hacia adelante. Y así lo hicieron nuestros soldados, contagiados con una bravura sin igual.
Después llegó la deliberación sobre atacar a Hezbollah. Los líderes de la generación del desierto —los políticos, periodistas y ex generales que aparecen a diario en los canales 11, 12 y 13 todos decían: «LO NUJAL», “no vamos a poder”— seguían advirtiendo que no había que atacar a Hezbollah, que iban a haber decenas de miles de muertos.
Y entonces Netanyahu le dio la orden al Mosad para llevar a cabo la operación BEEPERS, la misión de inteligencia más audaz de la historia.
Luego continuamos con Siria, donde Israel destruyó de manera preventiva toda la maquinaria militar y hasta conquistó territorio y declaró que no lo piensa devolver.
El 7 de octubre se dio el cambio generacional. Pasamos de ser la generación del desierto —Dor haMidbar— a convertirnos en la generación de la victoria —Dor haNitsajón. La generación que perdió el miedo. Que peleó, conquistó y defendió la tierra de Israel.
Estos son días históricos por los acontecimientos que vivimos —la eliminación de la amenaza nuclear de Irán—. Y son tiempos bíblicos porque nos transformamos en la generación de Yehoshua y Caleb.
EL REGRESO DE YEHOSHUA
Esa nueva generación, muy pronto, después de la guerra, reemplazará a la generación del desierto también en el ámbito político.
Y viviremos en un Estado de Israel más seguro, menos apologético, menos acomplejado y más orgulloso de su identidad judía.
Hoy, con la fe y la valentía de Yehoshua y Caleb, podemos hacer realidad sus palabras, cuando dijeron:
“…a toda la congregación de los hijos de Israel: ‘La tierra que recorrimos para explorarla es muy, muy buena. Si Dios lo quiere, nos llevará a esta tierra y nos la entregará en nuestras manos: es una tierra que fluye leche y miel. No se rebelen contra Dios y no teman a los pueblos de la tierra, porque serán pan [comido] para nosotros… Dios está con nosotros.
¡No tengan miedo!’” (Bamidbar 14:8-10)
וַיֹּאמְרוּ אֶל כָּל עֲדַת בְּנֵי יִשְׂרָאֵל לֵאמֹר הָאָרֶץ אֲשֶׁר עָבַרְנוּ בָהּ לָתוּר אֹתָהּ טוֹבָה הָאָרֶץ מְאֹד מְאֹד אִם חָפֵץ בָּנוּ ה׳ וְהֵבִיא אֹתָנוּ אֶל הָאָרֶץ הַזֹּאת וּנְתָנָהּ לָנוּ אֶרֶץ אֲשֶׁר הִוא זָבַת חָלָב וּדְבָשׁ אַךְ בַּה׳ אַל תִּמְרֹדוּ וְאַתֶּם אַל תִּירְאוּ אֶת עַם הָאָרֶץ כִּי לַחְמֵנוּ הֵם סָר צִלָּם מֵעֲלֵיהֶם וַה׳ אִתָּנוּ אַל תִּירָאֻם
EL PLAN
Siguiendo la instrucción Divina, Moisés envía espías a una misión de reconocimiento en la tierra de Canaán en preparación a la conquista de esa tierra por parte de los israelitas. Un miembro de cada tribu, con la excepción de la tribu de Leví, fue elegido para esta tarea. Moisés instruyó a los exploradores para que trajeran un reporte militar sobre la naturaleza de los habitantes de Canaan, sus fortalezas y sus debilidades para definir una estrategia de ataque. También les ordenó que trajeran muestras de los productos de la tierra.
EL REPORTE
Los exploradores están en la tierra prometida por 40 días y al acabar regresan al campamento de Israel con muestras de los frutos de Canaán. Y también con el informe de militar. “La tierra mana leche y miel” dijeron, pero luego, quizás por miedo a luchar, comenzaron a exagerar la fortaleza de la población, que los hombres eran gigantescos y salvajes. También dijeron que “las ciudades estaban fortificadas hasta el cielo y que era imposible conquistarlas”. Solamente dos de los exploradores, Caleb y Yehoshua, disintieron y dijeron que la tierra era magnífica y que no había razón para preocuparse por sus habitantes, ya que Dios iba a traer la victoria a los israelitas en la batalla. El pueblo judío se dejo convencer por los espías pesimistas y pasaron la noche llorando y expresando su deseo de regresar a Egipto antes que ser asesinaos en la batalla por los cananeos. Para peor, quieren matar a Yehoshua y Caleb. Dios, finalmente interviene haciendo aparecer Su Gloria sobre el Tabernáculo.
LAS CONSECUENCIAS
Dios le informa a Moshé Su decisión de eliminar inmediatamente a los israelitas debido a su inestable falta de fe en Dios. Moisés invoca con éxito la misericordia de Dios y señala que esta ejecución en masa provocaría una profanación del nombre de Dios. Dios aceptó no eliminar de inmediato a los israelitas, pero determinó que esa generación no entraría en la Tierra de Israel y los instruye a cambiar de rumbo y regresar al desierto. Los israelitas deberán vagar por el desierto durante cuarenta años. Durante ese tiempo, todas las personas mayores de veinte años, con la excepción de Josué y Caleb, perecerían. Y la próxima generación entraría en la Tierra Prometida. Los diez exploradores que trajeron el desalentador informe mueren. Cuando los judíos son informados acerca de la decisión Divina se lamentan, se entristecen y un grupo de personas decide ir por su cuenta a conquistar la Tierra de Israel, sin que Dios así lo haya indicado. Este grupo es abatido por los amalequitas y los cananeos.
LEYES DE LOS SACRIFICIOS
A los judíos se les dice que al entrar en Israel, una persona que se comprometa a traer un sacrificio también debe traer un acompañamiento que consista en una libación de vino y una ofrenda de harina mezclada con aceite de oliva, y se detallan las cantidades de vino, harina y aceite que se deben traer con varias especies de ganado.
JALA Y DEMAS
La mitzvá de Jalá está contenida en esta sección: cuando uno amasa, se debe tomar una porción y dársela al sacerdote (Cohen). Si el Sanhedrín (corte suprema rabínica) permite erróneamente un acto de idolatría, y la comunidad actúa con este permiso, el Sanhedrín debe traer una ofrenda especial por ese pecado, detallada en esta sección. Aprendemos las reglas con respecto a un individuo que es culpable de una práctica idolátrica, ya sea sin darse cuenta o intencionalmente. Un hombre es encontrado profanando el Shabat y es ejecutado.
TZITZIT
La última parte de la Parashá de esta semana trata sobre el mandamiento de poner tzitzit (flecos) en las prendas de cuatro puntas. Al mirar los flecos recordamos todos los mandamientos y nos abstenemos de seguir las tentaciones del corazón.
LA MISIÓN
Los hijos de Israel están en el desierto, a pocas semanas de llegar a la Tierra Prometida. Para asegurar el éxito de su expedición militar, Moshé envía a 12 hombres como espías en una misión de inteligencia. Estos hombres, que eran los líderes de las tribus, tenían que identificar las fortalezas y las debilidades de las personas que vivían allí y a las que pronto tendrían que enfrentar. La información que traerían con ellos sería crucial para el éxito militar.
Después de cuarenta días explorando la tierra de sur a norte, y de este a oeste, los espías finalmente regresan al campamento.
La información debía ser transmitida solo a Moshé, que era el comandante en jefe del ejército de Israel. Pero ocurrió algo inesperado: cuando la gente se enteró del regreso de los espías, a los que estaban esperando ansiosamente, rodearon a los espías y se quedaron allí a escuchar su reporte.
Sin pensar en las consecuencias de este pequeño cambio de planes, los espías, en lugar de informar privadamente a Moshé —y naturalmente motivados por la tentación de ser escuchados por cientos de miles de personas— presentaron su informe en público, lo que inició una cadena de eventos trágicos que nadie pudo anticipar.
EL INFORME DE INTELIGENCIA
Al principio, los espías elogiaron la tierra y hasta mostraron con orgullo las enormes frutas del lugar, que todos vieron con asombro. Pero luego, el discurso cambió. La mayoría de los espías, diez de los doce, comenzaron a verbalizar sus dudas sobre la posibilidad de proceder con el plan de conquistar la tierra de Canaán.
La larga lista de dudas incluye lo siguiente:
«Los hombres contra los que tendremos que luchar son gigantes… nos veíamos a nosotros mismos como langostas, y así nos veían».
Cuando uno está poseído por el miedo, ve, ¡necesita ver!, la realidad a través de lentes negativos, los lentes de lo imposible. Es decir: la óptica que, lejos de disipar el miedo, lo justifica. No mencionaron que ellos eran mucho más numerosos que sus enemigos. Y en lugar de enfatizar esta ventaja, se describieron a sí mismos como subhumanos (insectos) y al enemigo como superhumanos (gigantes).
LANGOSTAS
Este derrotismo psicológico también se pone de manifiesto en un detalle que yo nunca antes había notado: si te ves pequeño como un insecto, ¿por qué no te describes como una hormiga, una abeja o una avispa (la famosa Tzir‘a que la Torá otras veces menciona)? ¿Por qué usar a la “langosta” o el “saltamontes” como metáfora? Me parece que eligieron compararse con un insecto como la langosta porque «no tiene aguijón”, es decir: no puede defenderse ni defender su colonia. En cierta manera, y con mucha sofisticación, admitían su superioridad numérica, ya que las langostas vienen en plagas de millones. Pero fuera de su gran número, se veían a sí mismos incapaces de defenderse y, mucho menos, de triunfar. Si queremos analizarlo más sofisticadamente todavía: según la cultura gastronómica de aquellos tiempos, las langostas eran comestibles (muchas especies son kosher) y quizás inconscientemente se estaban describiendo a sí mismos como “comida» para el enemigo.
AL-QAEDA Y AMALEQ
Los israelitas no conocían a los enemigos con los que se iban a enfrentar, con excepción de uno de ellos: Amalek, que si bien fue derrotado en una guerra anterior, creó y dejó un trauma y un miedo psicológico en el pueblo judío, ya que fueron los primeros en atacar a Israel, no de frente sino por la retaguardia: Amalek atacó a las mujeres, los niños y los ancianos. Amalek no mostró misericordia ni se inmutó de que Israel es el pueblo protegido de Dios. Los espías mencionaron a Amalek porque proyectaban sus propios miedos hacia un enemigo que no duda en infligir dolor y muerte y que practica el terrorismo más que la guerra. Mencionar a Amalek aterroriza. Sería como mencionar a ISIS o Al Qaeda a las víctimas del terror en Medio Oriente.
LA TIERRA QUE TRAGA
También mencionaron a la tierra de Israel. Primero positivamente: la leche —producto de la ganadería— y la miel, el sirope de los dátiles —producto de la agricultura. Pero inmediatamente después, la narrativa cambió. Y las palabras que los espías utilizan para describir a Israel son: «una tierra que se traga a sus habitantes». ¿Qué estaban tratando de decir con esta descripción totalmente falsa de la topografía de Israel? Creo que el mensaje subliminal de esta demonización geográfica era el siguiente: incluso si, en el mejor de los casos, conseguimos derrotar a los pueblos antiguos, la tierra ¡no vale la pena!, ya que «se traga a sus habitantes». Los espías pintaron una imagen irreal, horrorífica y falsa de Israel, asemejándola a una región volcánica y seca, no apta para la agricultura y propensa a la actividad sísmica. En otras palabras, y este es el mensaje fundamental de los espías: ¡Israel, como tierra, es peor que el desierto en el que vivimos ahora… así que es mejor que nos quedemos aquí!
LA REACCIÓN
Al escuchar este informe, las cosas se salieron completamente de control: la gente se puso a llorar, a gritar y a protestar. De nada sirvió que Yehoshua y Caleb trataran de hacerlos entrar en razón. La turba quería matarlos. Dios tuvo que intervenir directamente para evitar la sublevación. Hubo víctimas —los 10 espías y muchos más. Dios los castigó de la peor manera posible. Si no querían ir a la Tierra Prometida, aquí se quedarán hasta morir. Tendrán que quedarse en el desierto hasta que haya un cambio generacional.
Fue una noche tan trágica que la recordamos en luto todos los años en el 9 del mes de Ab.
¿PERO POR QUÉ?
Confieso que durante muchos años adopté la opinión de los comentaristas que responsabilizan a los 10 espías y los ven como instigadores políticos, con sus propias agendas personales: no “querían” conquistar Israel y preferían volver a Egipto y ser recibidos allí como héroes, etc.
Este año, estoy ensayando un enfoque diferente. Quizás los espías fueron víctimas de su propio pánico. Un miedo incontrolable que se apoderó de ellos incluso antes de que la operación de espionaje hubiese comenzado. Quizás cuando dieron su informe no tuvieron la intención de desalentar al pueblo y simplemente se estaban «desahogando» de sus miedos personales, pero en el escenario incorrecto: frente a todos los demás.
ESCAPE A LA LIBERTAD
Lo que me llevó a pensar de esta manera es haber releído recientemente el libro de Erich Fromm, Escape from Freedom (o en español con el título “El miedo a la libertad”, que irónicamente capta mejor la idea que estoy tratando de expresar).
Los espías eran “líderes de Israel”, pero no podemos olvidar ni por un segundo que hasta hace un par de años eran “esclavos”: habían nacido y crecido en un sistema de abuso físico y mental. Habían sido entrenados por sus amos por generaciones a no defenderse: a no luchar por sus derechos o por sus sueños. Fueron programados para “no soñar” con un futuro mejor. Para reprimir cualquier deseo de libertad.
Probablemente, debido a este «trastorno de personalidad», los espías verbalizaron su pánico, actuando con el instinto más importante de un esclavo: la supervivencia, que incluye «no asumir ningún riesgo innecesario».
Siguiendo las ideas de Erich Fromm, los esclavos judíos no pudieron ejercer completamente su libertad, que incluye la responsabilidad de luchar y arriesgar la vida por ella. Sin darse cuenta, estaban aterrorizados de la libertad e irónicamente, hicieron lo posible para no conseguirla. Quizás en un lapsus freudiano se describieron a sí mismos como «saltamontes» y no como «hormigas» porque estaban eligiendo inconscientemente “huir”, “volar” en lugar de “luchar con el aguijón hasta la muerte».
Como sudamericano, puedo escuchar los ecos subconscientes de esta situación mental en los himnos de Argentina o de Uruguay: “Libertad o con gloria morir”. Estas palabras quizás no expresan lo que sentían los libertadores del siglo XIX, sino las arengas formuladas para convencer a los subyugados de que debían asumir con valentía el precio de la libertad. Y estar dispuestos a correr el riesgo de «morir con gloria” en el campo de batalla. Algo que la generación del desierto no supo conseguir. El miedo a la libertad, como afirma Fromm, los llevó a la autodestrucción.
Creo que si en lugar de haber presentado su informe al pueblo, los espías hubieran hablado primero con Moisés, él podría haberlos disuadido. Les habría transmitido con calma la Emuná, la certeza de que Dios estaba con ellos, y les hubiera demostrado que todo lo que el Todopoderoso les había prometido lo había cumplido. Quizás si hubieran hablado primero con Moshé, como indicaba el plan original, esta tragedia se hubiera evitado. Pero trágicamente, una vez que verbalizaron sus miedos en público, las cosas se salieron completamente de control, porque el pánico es contagioso y el miedo hizo que toda una generación olvidara su fe.
Primera Aliá: Aharon recibe instrucciones de encender la Menorá, el candelabro de 7 brazos que iluminaba el interior del Tabernáculo, y se repasa la construcción y la función de la misma. La Menorá estaba hecha de una sola pieza, fundida de oro puro. Todas las velas de la Menorá se inclinarían hacia la vela del medio, mientras que la vela del medio se inclinaría hacia el lugar central mas sagrado, o Kodesh haKodashim.
Segunda Aliá: A Moshé se le ordenó preparar a los Leviyim (levitas) para el servicio religioso del Tabernáculo, el templo construido en el desierto. Los Leviyim son instalados en su servicio que duraba desde los 25 hasta los 50 años.
Tercera Aliá: El pueblo de Israel mantiene su segundo Pésaj desde que salió de Egipto. Las leyes de Pésaj Shení – el segundo Pésaj (un mes después de Pésaj) se establece para aquellos que no pudieron traer el sacrificio de Pésaj en el momento apropiado. Nuestros sabios dicen que las personas que estaban impuras en ese momento eran las que habian cargado el sarcófago de Yosef. Yosef les había hecho prometer a sus familiares que lo enterraran en la tierra de Israel. Cuando estas personas acudieron a Moshe para preguntarle qué hacer, Moshé no sabía que contestar. Moshe tuvo que pedirle instrucciones a Hashem, porque todo lo que Moshé hizo o dijo fue a través de la comunicación directa con Dios
Cuarta Aliá: Esta Aliá relata el comienzo de la tan esperada travesía hacia la tierra prometida. El Tabernáculo o Mihskán estaba ya terminado y ya se había delgado todas las tareas relacionadas al mismo a los Leviyim y a los Cohanim. Ahora, finalmente ¡era el momento de partir! ¡Antes de eso, los Yehudim necesitaban algún tipo de referencia (un GPS!) para saber cuándo partir y hacia donde ir. Recordemos que eran aproximadamente tres millones de personas. HaShem les ordena que elaboren trompetas de plata para avisar a todo el campamento cuándo tenían que partir. Además, la nube que se posaba sobre el Tabernáculo en todo momento se elevaría repentinamente y se movería en la dirección en la que tenían que ir.
Quinta Aliá: La nube del Mishkán se levanta el 20 de Iyar y así comienza la travesía que debía haber llevado meses y término llevando 40 años. La Aliá también nos habla de Yitró que se había unido a nosotros antes de la entrega de la Tora y ahora, un año y medio después, decide regresar a su tierra en Midyán. Finalmente, la Torá nos cuenta que el Aron ha’Edut , el Arca del Pacto, siempre viajaría delante de todos. Eso es muy interesante porque indica que principio, el Pueblo de Israel debe encaminarse siguiendo el Aron, es decir, la Torá.
Sexta Aliá: El famoso versículo «Vayhi Binso’a haAron» que cantamos antes de sacar la Tora es lo que da comienzo a esta Aliya que describe las quejas del pueblo ante las condiciones de vida en el desierto. La Torá describe el «man» y lo hace para dejar en claro que tenían comida suficiente aunque estaban en pleno desierto y así dejar en claro que los que se quejaban no lo hacían por una necesidad real. Moshé expresa su gran frustración por el comportamiento de la gente. Dios, sin embargo, promete esta vez satisfacer sus deseos y envía un contingente de «selav», codornices, para que erl pueblo coma carne. Moshé recibe instrucciones de nombrar un tribunal o Sanhedrín para ayudarlo a gobernar y enseñar la Torá a la nación. Moshé, el profeta más grande de todos los tiempos, no puede liderar solo a todo un pueblo. El mensaje de la Torá es que siempre se debe tratar de liderar junto a otras personas capacitadas.
Séptima Aliá: Las codornices descienden sobre el campamento en una gran cantidad, por lo que la carne alcanzó y sobró. Por supuesto que este comportamiento obsesivo con la comida, tal desesperación por la carne cuando tenían el «man», no era apropiado para el Pueblo de Dios. E inmediatamente después de comer en exceso enormes cantidades de carne, muchos mueren.
Aharón y Miriam hablan acerca de Moshé en forma negativa (Lashon Hara) diciendo que Moshé estaba casado con Tzipporá pero estaba tan ocupado ocupándose de su misión con el pueblo que nunca estaba en su casa. Aharón y Miriam también pensaron que no era correcto que solamente Moshé tuviera acceso a la comunicación con Dios o profecía, ya que ¡ellos también eran profetas y aparte tenían una vida normal con sus familias! HaShem responde que no pueden compararse con Moshé. Moshé era un profeta «de tiempo completo» que estaba en comunicación directa con Dios las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. No era posible que tuviera una vida familiar normal. Por supuesto, Moshe fue la única excepción en toda la historia que estuvo exento de tener una familia. Y aún así, ¡estaba casado e incluso tenía dos hijos! Miriam es castigada con una especie de lepra por hablar contra Moshé, pero Moshé intercede por ella y se cura.
By Rab Jacob Bitton
וְהָאִ֥ישׁ מֹשֶׁ֖ה עָנָ֣ו מְאֹ֑ד מִכֹּל֙ הָֽאָדָ֔ם אֲשֶׁ֖ר עַל־פְּנֵ֥י הָאֲדָמָֽה
¿DE QUÉ ESTÁN HECHOS LOS HÉROES JUDIOS?
Los pueblos de la antigüedad no exaltaban las virtudes morales de su heroes, como la integridad personal o la humildad. Las civilizaciones antiguas admiraban el poder físico de sus líderes, como en el caso de Hércules, o su ingenio militar, como Alejandro Magno, o su astucia para engañar al enemigo, como Hermes. La humildad nunca fue vista como una virtud por los paganos. Por el contrario, la humildad se asociaba con la debilidad. La Torá, sin embargo, no enfatiza la fuerza militar o el poder físico nuestros líderes: el buen líder judío —como el rey David, por ejemplo— es aquel atribuye la victoria en el campo de batalla, en última instancia, a Dios.
EL GENERAL MOSHÉ
Esta es la razón por la cual muy pocas personas recuerdan que Moshé fue un poderoso líder militar y que derrotó a sus multiples enemigos:
Moshé enfrentó al Faraón, el hombre más poderoso del mundo en ese momento y llevó de la esclavitud a la libertad a tres millones de personas.
Moshé también lideró y triunfó en las gloriosas batallas contra Sijón y ‘Og en trans-jordania.
Mientras que otros pueblos y culturas harían culto a Moshé por su proezas militares, lo que la Torá destaca no de él no son su victorias militares ni su habilidad política, sino su carácter y su personalidad. Particularmente, su humildad. ¿Qué es la humildad de un líder judío? ¿Y por qué es tan importante?
TORÁ Y POLÍTICA
Un líder puede tener dos tipos de objetivos: sus aspiraciones públicas y sus objetivos personales. Las aspiraciones públicas consisten en lo que el líder quiere hacer por el bien de su comunidad, su pueblo o su nación. Las aspiraciones personales consisten en lo que el líder quiere hacer para su beneficio personal: su riqueza, su imagen y su prestigio. A veces estas dos dimensiones coexisten armoniosamente. Y otras veces, estas dimensiones se vuelven inversamente proporcionales. En este último caso, cuando el principal objetivo de un líder político es su beneficio personal, el líder estará dispuesto a sacrificar el bien de su comunidad o su país para alcanzar sus objetivos personales. Hay muchos ejemplos de este tipo de liderazgo: ayer , hoy y mañana. Lo que no hay es muchos ejemplos de situaciones inversas, es decir: cuando un líder está dispuesto a sacrificar sus aspiraciones personales, su honor, sus bienes y hasta su dignidad personal por el bien de su pueblo.
Es por eso que Moshé era un líder excepcional.
Veamos ahora algunos ejemplos del liderazgo de Moshé Rabbenu para descubrir este aspecto de su vida.
EL BECERRO DE ORO
Moshé reacciona con indignación cuando desciende del monte Sinaí y ve al pueblo judío adorando al becerro de oro. Habían reemplazado a Dios con un ídolo egipcio y lo estaban adorando. La ira de Moshé en ese momento fue tan severa que rompió las Tablas.
LA GENTE SE QUEJA
En la Parashá de esta semana, beha’alotekha, cuando el pueblo se queja diciendo con insolencia que “solo tenían el maná para comer en el desierto” y comienzan a decir en voz alta que extrañan lo que comían en Egipto, Moshé también se ofende (ובעיני משה רע). Recordemos que esas quejas de ingratitud estaban dirigidas hacia Dios, y no hacia la persona de Moshé …
MÁS QUEJAS
En el desierto, el pueblo nuevamente se quejó y manifestó su profunda falta de apreciación hacia Dios«¿Por qué Dios nos sacó de Egipto y nos trajo a este desierto? ¿Para hacernos morir de sed y hambre?” Moshé se ofendió y llamó al pueblo de Israel “rebeldes” (שמעו נא המורים).
En estos tres casos en los que Moshé reacciona con enojo y se ofende hay algo en común: las quejas no están dirigidas hacia Moshé; el pueblo se estaba comportando con desagradecimiento hacia Dios.
Ahora que vemos que Moshé es capaz de reaccionar y ofenderse en estas situaciones veamos otro tipo de casos que normalmente hubieran merecido una reacción por lo menos similar, si no mayor, de parte de Moshé.
COMPETENCIA
En la Parashá de esta semana, dos individuos, Eldad y Medad, estaban profetizando en el campamento de Israel. «Profetizar» era una prerrogativa exclusiva de Moshé, hasta ese entonces. Este aparente desafío al liderazgo espiritual de Moshé, una afrenta personal, fue notado por Yehoshua, quien inmediatamente informa a Moshé y le propone neutralizar a estos dos hombres que le hacían la competencia» a Moshé. ¿Cuál fue la respuesta de Moshé a Yehoshua? (Bamidbar 11:29): «Y Moisés respondió (a Yehoshua): ¿Acaso estás celoso por mí? [yo no me ofendo. Es más:] ¡Ojalá todo el pueblo de Dios se volviera profeta!
OFENSAS PERSONALES
En otro episodio, también en nuestra Parashá (Bamidbar 12: 1-2), «Miriam y Aharón hablan en contra de Moshé…». En esta ocasión, nuevamente, Moshé no se enoja, no se ofende, no reacciona. No hay celos ni reproches ni contraataques. Moshé lo deja pasar y permanece en silencio.
¿Y POR QUE?
Moshé tiene un mecanismo de defensa emocional selectivo. Muy distinto, opuesto, al que tenemos los seres humanos normales. Moshé se «ofende» y reacciona, y no lo deja pasar cuando se trata de defender el honor Divino. Moshé se preocupa apasionadamente por la causa y el honor de Dios. SU MAYOR AMBICIÓN Y DESEO ES QUE EL PUEBLO DE ISRAEL SE COMPORTE COMO EL PUEBLO DE DIOS. Y esa aspiración de Moshé, se transformó en la «única» que merece ser defendida.
Por eso, cuando se trata de temas personales, que afectan su propio honor, Moshé no se molesta ni se ofende, ni actúa con arrogancia, PARA MOSHÉ LAS ASPIRACIONES PERSONALES SON UNA DISTRACCION DE LAS ASPIRACIONES QUE TIENE COMO LIDER: EL BIEN DE SU PUEBLO!
La “Humildad” de un líder judío se manifiesta cuando ese líder se despreocupa por su ego y sus aspiraciones personales.
Por eso la Torá dice en la Parashá de esta semana acerca de Moshé :
Y Moshé, el líder [del pueblo judío], era extremadamente humilde, más [humilde] que cualquier otro ser humano [que habita] en la faz de la tierra
Bamidbar 12:3
DE PORTUGAL A PISA
Eliyahu de Luna Montalto nació alrededor del año 1567 en la ciudad de Castelo Branco, en el Reino de Portugal. Fue bautizado oficialmente el 6 de octubre de 1567 como Felipe Rodrigues de Castelo Branco. Era hijo de Antonio y Catarina Aires, que eran anusim , judíos forzados a convertirse al cristianismo.
Estudió medicina en la Universidad de Salamanca y, más tarde, en la Universidad de Coímbra, en Portugal. Se estableció como médico en Lisboa, donde se casó con Jerónima de Fonseca, hija de una familia de médicos. El padre de Jerónima, Manuel de Fonseca, había sido forzado a convertirse al cristianismo en Portugal en 1497.
A fines del siglo XVI, el Dr. Montalto se trasladó a Italia. Primero se instaló en Livorno. Desde 1593, gracias al edicto de Ferdinando I de Medici, Livorno ofrecía residencia y libertad profesional a judíos y conversos provenientes de España y Portugal, sin cuestionamientos acerca de su pasado religioso. Allí, Montalto comenzó a ejercer la medicina profesionalmente, y su reputación creció tanto entre cristianos como entre judíos. Poco a poco, y a medida que se reconectaba con sus raíces judías, fue acercándose cada vez más a una vida de observancia religiosa. Su nombre original, Felipe (que significa “amante de los caballos”), lo cambió por Philotheo, que significa “amante de Dios”.
En 1606 publicó su primer tratado médico: Optica intra philosophiae et medicinae aream, una obra científica sobre los procesos visuales en la que combinaba observaciones médicas con referencias filosóficas y bíblicas. Por ejemplo: desarrolló una teoría innovadora sobre la visión, afirmando que esta se genera en el cerebro —y no en los ojos—, basándose en una lectura literal del versículo de Éxodo 20:18: “Todo el pueblo veía las voces”.
Durante ese mismo período enseñó medicina en la Universidad de Pisa, donde fue considerado como candidato para ocupar la cátedra de Girolamo Mercuriali, decano de la facultad, tras su fallecimiento en 1606. Sin embargo, a pesar de su preparación y prestigio, su nombramiento no se concretó.
EN EL GUETO DE VENECIA
En 1607, Montalto tomó la decisión más crítica de sus vida: abandonó Pisa y se trasladó al Gueto de Venecia, donde renunció a su identidad cristiana y comenzó a practicar abiertamente el judaísmo. Allí fue acogido por la comunidad judía, que contaba con unos 6.000 miembros que sufrían la pobreza y necesitaban desesperadamente la asistencia de un ben médico. En Venecia adoptó el nombre hebreo Eliyahu, y su esposa, Jerónima, asumió el nombre hebreo Rajel. A partir de entonces, vivió como judío practicante durante toda su vida. Su primer maestro fue Daniel Franco, quien eventualmente fue quemado en la hoguera en un auto de fe por su fe judía al regresar a Portugal.
Durante su residencia en Venecia, Montalto se dedicó al estudio de la Halajá (ley judía) y también a la filosofía judía, sin dejar de ejercer la medicina. Participó activamente en la vida del gueto, mantuvo relaciones con rabinos e intelectuales, y redactó sus principales escritos en defensa del judaísmo. Según diversas fuentes, formó parte del liderazgo de la comunidad y escribió extensamente tanto sobre temas médicos como religiosos. En su tumba se lo denomina “Rab” (rabino), lo que permite suponer que en algún momento recibió formalmente ese título.
En 1612 representó a la comunidad judía en un debate público en Padua frente a un fraile dominico. El encuentro terminó con la sorpresiva retirada del fraile y consolidó la reputación de Montalto como polemista y defensor del judaísmo. Su alto nivel cultural y profundo conocimiento del cristianismo le permitieron debatir con los no judíos en condiciones de igualdad y con argumentos sólidos.
MÉDICO DE LA CORTE EN PARÍS
Años antes, en 1605, Montalto había pasado por París en su camino de regreso desde los Países Bajos. Allí fue convocado por la corte para tratar a Leonora Galigai, dama de compañía y amiga de infancia de María de Médici, esposa del rey Enrique IV. Galigai padecía un cuadro diagnosticado entonces como bulbus hystericus , un trastorno psicosomático. Las enfermedades mentales en esa época solían ser tratadas por religiosos cristianos mediante exorcismos, ya que se creía que la persona afectada estaba “poseída” por un espíritu maligno. El Rab Montalto ordenó que los prelados cesaran con sus exorcismo y procedió a tratar a la paciente con un propio enfoque médico. Le prescribió a Galigai un tratamiento basado en dieta, aire fresco, caminatas, ejercicios y abstinencia durante seis semanas. Según los expertos George M. Weisz y Donatella Lippi este método podría considerarse hoy como una forma temprana de psicoterapia . Con el tiempo, la paciente mejoró significativamente, y la reputación del Dr. Montalto creció aún más. Se difundió su fama y aumentó la expectativa de que fuese designado como médico oficial de la corte parisina.
Sin embargo, el rey Enrique IV se opuso férreamente a su nombramiento formal debido a que Montalto era judío. Aunque lo respetaban por su saber y sus logros, no le permitió permanecer en la corte. Tras el asesinato de Enrique IV en 1610, la reina María de Médici —ahora regente del joven Luis XIII— volvió a convocarlo a París. En una carta fechada el 6 de mayo de 1611, Montalto expresó claramente las condiciones para aceptar ese cargo:
Permiso papal para residir como judío y practicar abiertamente el judaísmo en Francia
Autorización para llevar consigo a diez judíos, a fin de asegurar un minyan diario, incluyendo un shojet
Exención de trabajar en Shabbat
Derecho a practicar libremente su religión y consumir alimentos kasher tanto él como sus acompañantes
Indicó además que ya había rechazado cargos similares en Bolonia, Messina y Pisa, e incluso la oferta de servir como médico personal del Gran Duque de Toscana, porque no se le habían concedido esas condiciones. Era la primera vez que un médico de su prestigio presentaba una solicitud de esta naturaleza, lo cual marcó un precedente histórico respecto a los derechos religiosos de un judío observante en la Europa del Renacimiento.
Estas audaces condiciones —sin precedentes para la época— fueron aceptadas por la reina, y a su pedido el Papa le extendió a Montalto una “dispensación” (heter) para practicar el judaísmo y traer a sus asistentes. Uno de ellos era Shaul HaLevi Mortera, que luego se trasnformó en el rabino principal de Amsterdam . El 19 de septiembre de 1612, Montalto fue nombrado oficialmente Consiliarus et Medicus (consejero y médico de la corte real). Ademas, fue el primer judío en ejercer públicamente —y notoriamente— su fe en París desde la expulsión de los judíos en 1394.
DEFENSOR DE LOS ANUSIM
Durante su tiempo en la corte, Montalto protegió a los conversos judíos, que eran permanentemente atacados y discriminados. En 1615 evitó la disolución de la comunidad de conversos en Burdeos, e intervino también para frenar la expulsión de varios conversos que fueron descubiertos celebrando el Séder de Pésaj en París.
En 1614, publicó en París su segunda obra médica: Archipathologia, dedicada a María de Médici. Este tratado psicológico, de 817 páginas, aborda 18 tipos de trastornos mentales y neurológicos como la melancolía, la epilepsia, el insomnio, el vértigo y el coma.
En esos años de intensa actividad médica y filosófica, Montalto redactó también dos tratados polémicos en defensa del judaísmo, respondiendo a ataques cristianos. El primero fue un tratado escrito en portugués sobre Isaías 53, capítulo que describe al “siervo fiel de Dios” que sufre persecuciones y dolor por su apego a Él. La literatura rabínica siempre enseño que el “Siervo de Dios” se refiere al pueblo de pueblo Israel. Pero la Iglesia lo interpretó como una referencia a Yeshu. Al presentar los argumentos judíos, el rab Montalto no solo buscaba refutar esa lectura cristiana, sino principalmente educar a los conversos —adoctrinados por curas y maestros católicos— que pro primera vez en sus vidas comprender correctamente ese texto fundamental.
Su segundo libro, titulado Proposiciones convenientes e inconcusas, escrito en italiano, rechaza la noción cristiana de redención mediante un sacrificio vicario, es decir, a través del sufrimiento de Yeshu. Montalto explica que, de acuerdo a la Torá, cuando una persona comete una transgresión, es personalmente responsable por su falta, y solo puede ser perdonada si reconoce su error, lo confiesa —no ante un religioso, sino directamente ante Dios— y decide corregir su conducta. De esta manera, el judaísmo subraya la responsabilidad individual del pecado y la esencia de la Teshubá (arrepentimiento) como camino de redención personal.
MUERTE Y ENTIERRO
En noviembre de 1615, Montalto acompañó a la familia real en su viaje a España para la boda de Luis XIII con Ana de Austria, hija del rey Felipe III. De regreso a Francia, al llegar a las cercanías de Tours, Montalto se contagió de una plaga y falleció. Era el 17 de febrero de 1616, correspondiente al 29 de Shebat del año 5376.
En Francia no existía un cementerio judío, y por eso, en su testamento, Montalto dispuso que su cuerpo fuera trasladado a Ámsterdam, donde vivían sus hijos, para ser enterrado en el cementerio judío de Beth Haim. La reina María de Médici ordenó embalsamar su cuerpo —una medida excepcional— y financió personalmente su traslado.
Su hijo Moshé de Luna Montalto y su discípulo, el rabino Shaul Levi Mortera, acompañaron su cuerpo en el trayecto fúnebre hasta Ámsterdam. El lugar de su sepultura aparece representado en una pintura del artista Jacob van Ruisdael, realizada entre 1650 y 1655, en la que su tumba figura en el centro del lienzo.
Las palabras inscritas en su lápida habrían sido redactadas por su maestro principal en Tora, el célebre Rab Yehuda Aryeh de Modena (1571–1648).