Por Amir Avivi (General de Brigada, Tzahal, retirado)
Tras el colapso de Hamás y la consolidación del control israelí en la Franja de Gaza, está surgiendo un acuerdo que incluye la mayoría de los objetivos que Israel estableció al comienzo de la guerra. Paralelamente, bajo el liderazgo de Estados Unidos, se está forjando un nuevo orden regional, y parece que el sueño de un Estado palestino contiguo se desvanece.
Hay algo extraño en el silencio que sigue a la tormenta. No es el silencio tenso que promete otro estallido, sino la inquietante sensación que aparece cuando uno se da cuenta de que el juego ya ha sido decidido.
En la Oficina Oval, en Washington, ya no se sientan a apagar incendios: vinieron a trazar líneas en los mapas. Como en la Conferencia de Yalta, aquella célebre reunión en las costas del Mar Negro al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Roosevelt, Churchill y Stalin se repartieron un continente entero mientras Hitler aún seguía en el poder. Incluso entonces, entendieron que el juego ya estaba terminado.
Lo que hoy parece un acuerdo sobre una estrecha y miserable franja de tierra es, en realidad, el cimiento de un nuevo orden mundial: una coalición que se extiende desde el Mediterráneo hasta el Océano Pacífico, desde Israel pasando por el Golfo hasta Indonesia. Un gran frente contra el eje ruso-iraní-chino-norcoreano. Cuando de repente aparece sobre la mesa la posibilidad de un arreglo con Líbano y Siria, queda claro que Gaza es solo el movimiento de apertura de Trump para un plan mucho más amplio.
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¿Por qué está funcionando ahora? Porque todas las falsas esperanzas se han desvanecido. Hamás esperaba una intervención internacional, la caída del gobierno, la rendición de Israel… y nada de eso sucedió. Ahora ven que el 80% de la Franja de Gaza ya está bajo control israelí, que clanes y milicias están cooperando con Israel incluso en temas de seguridad, y que enfrente se encuentra la advertencia de Trump: esta es su advertencia final y no habrá otra. Hamás entiende que, si no salva su pellejo, Israel recibirá luz verde para hacer lo que quiera en Gaza, lo que significa una sentencia de muerte para la organización.
De hecho, el texto del acuerdo que se está gestando cumple, casi palabra por palabra, los cinco objetivos fijados por el gobierno al inicio de la lucha:
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La devolución de todos los rehenes.
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La eliminación de Hamás como entidad gobernante y militar.
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La completa desmilitarización de la Franja de Gaza.
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La plena responsabilidad de seguridad en manos de Israel.
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La creación de una realidad sin infraestructura terrorista en Gaza.