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Rab Isaac Cardoso (1604-1687) y el antisemitismo europeo

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Isaac Cardoso, cuyo nombre original era Fernando Cardoso, nació en el año 1604 en Beira, Portugal, en el seno de una familia de judíos conversos, conocidos como “marranos”. Como muchas otras familias sefardíes en la Península Ibérica, los Cardoso vivieron bajo la presión de la Inquisición y mantuvieron la observancia del judaísmo en secreto durante varias generaciones.

Desde joven, Fernando demostró aptitudes intelectuales notables. Se trasladó a España, donde ingresó a la Universidad de Salamanca, una de las más prestigiosas de Europa en ese entonces. Allí estudió medicina, filosofía y ciencias naturales. Su formación fue rigurosa, y pronto se convirtió en una figura destacada en los círculos médicos e intelectuales de su tiempo.

En 1632, Cardoso fue nombrado médico principal de Madrid, cargo de gran prestigio en la corte de Felipe IV. Su actividad no se limitó a la medicina: publicó un tratado científico sobre el monte Vesubio —un volcán situado en Nápoles— en el cual analizaba las causas geológicas de los terremotos, un tema audaz para la época. También escribió una elegía fúnebre dedicada al célebre poeta Lope de Vega, y un ensayo médico sobre los usos terapéuticos del agua fría, dirigido al propio rey.

A pesar de su éxito profesional, Fernando Cardoso vivía una vida dividida: externamente cristiano, pero interiormente fiel a la tradición judía de sus antepasados. Finalmente, en 1648, decidió abandonar España y buscar un entorno donde pudiera vivir como judío libre. Se instaló en Venecia, una ciudad que ofrecía a los judíos cierta libertad y autonomía comunitaria. Fue allí donde adoptó públicamente la fe judía, cambiando su nombre por Isaac.

En Italia, Cardoso vivió primero en Venecia y luego en Verona. Continuó ejerciendo la medicina, pero dedicó cada vez más tiempo al estudio y a la escritura. En 1673 publicó en latín su obra más extensa y ambiciosa desde el punto de vista científico y filosófico: Philosophia Libera in Septem Libros Distributa (“Filosofía libre dividida en siete libros”), impresa en Venecia. Este tratado abordaba temas de cosmología, física, medicina, teología y ciencias naturales. Allí Cardoso se posiciona frente a corrientes filosóficas como el escepticismo de Gassendi y el racionalismo de Descartes, proponiendo una visión integradora entre ciencia, religión y razón.

Sin embargo, su legado más perdurable se encuentra en un libro que escribió en español, dirigido tanto a los judíos como a los lectores cristianos: Las Excelencias y Calumnias de los Hebreos, publicado en Ámsterdam en 1679.

Este libro está dividido en dos partes: los primeros diez capítulos presentan las “excelencias”, es decir, las virtudes del pueblo judío. Cardoso describe allí la singularidad del judaísmo: su carácter de pueblo elegido, la observancia de leyes específicas que lo distinguen de las demás naciones, su ética de la compasión, la práctica de la filantropía, el recato, la vida familiar, la fe profunda en un Dios único y la transmisión intergeneracional del conocimiento y los valores.

En los diez capítulos siguientes, Cardoso refuta con firmeza y elegancia las “calumnias” que durante siglos fueron dirigidas contra los judíos. Entre ellas: la acusación de idolatría, el prejuicio grotesco de que los judíos tienen cola o mal olor, el mito de que odian a los cristianos o que han alterado las Escrituras, y, especialmente, la infame acusación del llamado “ritual de sangre”, que afirmaba —sin base alguna— que los judíos asesinaban niños cristianos con fines rituales.

Una de las citas más elocuentes de su introducción dice:

“El pueblo de Ysrael, al mismo passo amado de Dios que perseguido de los hombres, ha dos mil años desde el tiempo de Nebuhadnezar que anda esparzido en las naciones…. de unas maltratado, de otras herido, y de todas desespreciado, sin que haya monarquía o reyno que no haya desenvainado contra él la espada…”

Cardoso responde a estos ataques con argumentos racionales, históricos y teológicos, demostrando que no hay base en la realidad para tales acusaciones y que ellas nacen de la ignorancia, la superstición o el fanatismo religioso. Su estilo combina erudición con claridad, ironía con profundidad, y está impregnado de un profundo amor por el pueblo judío.

La obra fue presentada al gran rabino de Venecia, Rabbí Shemuel Abohab, quien elogió calurosamente el texto y agradeció a Cardoso por su defensa brillante y valiente del judaísmo. El libro se convirtió en una referencia para las comunidades sefardíes de Europa occidental, especialmente en Ámsterdam, Londres y Livorno, que vivían entonces un renacimiento cultural y espiritual tras siglos de clandestinidad.

De las calumnias medievales al discurso de odio moderno

La acusación del “ritual de sangre” —una de las más crueles y absurdas jamás formuladas— afirmaba que los judíos mataban niños cristianos para usar su sangre en rituales religiosos. Aunque totalmente infundada, fue repetida por siglos y usada para justificar persecuciones y matanzas. Cardoso la refutó en su época con argumentos tan claros que hoy nos parecen evidentes, pero que entonces eran valientes y necesarios.

Hoy, el antisemitismo ha adoptado formas nuevas. La más reciente y dañina es la acusación de que el Estado de Israel comete “genocidio” en Gaza. Esta acusación, como la del ritual de sangre, ignora los hechos, pervierte el lenguaje moral, y presenta a la víctima como victimario.

Israel, al igual que el pueblo judío en los tiempos de Cardoso, se ve forzado a defenderse de quienes desean su destrucción. En este caso, de la organización terrorista Hamas, que no solo dispara desde zonas civiles, sino que se esconde deliberadamente detrás de civiles —usando hospitales, escuelas y mezquitas como escudos humanos. Israel se esfuerza de forma excepcional por minimizar víctimas inocentes, incluso arriesgando la vida de sus propios soldados. La muerte de civiles —dolorosa y trágica— ocurre precisamente porque Hamas retiene a rehenes, no entrega a los secuestrados, y lanza ataques desde entornos poblados.

Decir que Israel comete genocidio no solo es una calumnia sin base, sino un agravio a la memoria de las verdaderas víctimas del genocidio en la historia. Y al igual que la acusación medieval del ritual de sangre, esta mentira moderna busca deslegitimar al pueblo judío como colectivo moral y político.

Rab Isaac Cardoso, con su voz desde el siglo XVII, nos recuerda que los judíos han sido acusados falsamente por siglos. Pero también nos enseña que la respuesta a la mentira es la palabra, la razón y la verdad. Así como él escribió su obra en español para que también los no judíos pudieran comprender la injusticia de las acusaciones, hoy también se necesita levantar voces que respondan con inteligencia y ética a quienes difaman a Israel.

Cardoso murió en Verona alrededor del año 1683, dejando tras de sí un legado intelectual y espiritual de gran valor. Su figura representa el renacimiento de la identidad judía en tiempos modernos, el coraje de quienes abandonaron posiciones de prestigio para volver a sus raíces, y la dignidad de quienes, como él, decidieron responder al odio con sabiduría.

Hoy, Las Excelencias y Calumnias de los Hebreos está disponible en línea gracias a HebrewBooks.org, junto con más de 52.000 obras judías antiguas. Este texto, escrito en un castellano antiguo pero accesible, es una lectura fundamental para comprender cómo la lucha contra el antisemitismo moderno comenzó —al menos en parte— con la pluma de un judío sefardí que se atrevió a hablar en voz alta cuando otros callaban.

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