Maimónides dice que la Teshubá consiste en tres pasos:
1 HAKARAT HAJET, la admisión de la responsabilidad personal por algo que hicimos mal.
2 VIDUY, nuestra confesión sincera por las cosas malas que hemos hecho.
3 AZIBAT HAJET, la decisión de dejar nuestros malos hábitos atrás y corregir nuestras acciones.
El Rosh HaShaná comenzamos el proceso de arrepentimiento cuando escuchamos el Shofar. Hakarat hajet, admitir nuestros errores, es el primer paso y es probablemente el desafío más difícil que tenemos que superar para hacer Teshubá. Porque naturalmente tendemos a justificar y racionalizar todas las cosas malas que hemos hecho. O tal vez porque caemos en la trampa psicológica más antigua en la historia humana: «la transferencia de la culpa», también conocido como «culpar a los demás».
Todos sabemos que HaShem castigó a Adán y Eva expulsándolos del paraíso. Pero ¿qué pecado cometieron? ¿Fue porque comieron del fruto prohibido, como dice la opinión convencional?
Prueben lo siguiente. Pongan sobre una mesa todo tipo de golosinas, dulces y pasteles. En el centro de la mesa también, en un plato especial y bien visible, pongan una fruta o un vegetal (No hace falta que sea un manzana: la Torá nunca mencionó la manzana). Podria ser un tomate. O algo que por lo general no tiente a los niños. Ahora, llamemos a un niño de 5 o 6 años y le decimos: «Puedes comer todo lo que tu quieras, excepto ese tomate que está en el centro de la mesa». Les aseguro que es sólo una cuestión de tiempo hasta que el niño desobedezca, dejé todos los dulces y golosinas y agarre el tomate. El fruto prohibido, solo por ser prohibido, despierta una curiosidad y un deseo irresistible. Según el rabino Yosef Albo (España, 1480-44), el pecado original de Adam y Eva no fue que comieron del fruto prohibido. En su opinión, HaShem sabía que tarde o temprano iban a sucumbir a la tentación. Según el rabino Yosef Albo en su sefer haIqarim, HaShem –como hace un padre con sus hijos– quería enseñarle a los primeros seres humanos el camino de la Teshubá, es decir, qué hacer cuando uno comete un error, en este caso, desobedecer la única orden Divina. El Creador obviamente sabe que el ser humano tiene tentaciones, deseos, y se equivoca. Y por eso, estaba creando el escenario para que cometa un error, y así entrenarlo para que reconozca sus errores, se corrija y de esa manera ¡crezca en experiencia y madure! Dios sabe que cometer errores es parte de la naturaleza humana, de otra manera no existiría la «Mitsva» (el precepto) de hacer Teshubá, arrepentirse, corregirse. HaShem les dio la oportunidad al primer hombre para que aprendiese a reparar su relación con Él, a través de Teshubá.
Para el rabino Albo, por lo tanto, el pecado original no fue el desobedecimiento sino la negación de asumir responsabilidad por nuestros errores. Y que en lugar de admitir la responsabilidad personal y pedir disculpas por desobedecer a Dios, Adam transfirió la responsabilidad a Eva, diciéndole a Dios: «La mujer que me diste (refiriéndose a HaShem. Es decir, Adam no sólo culpó a Eva, también culpó al mismo Creador!), ella me tentó a comer del fruto, y comí».
HaShem entonces cuestionó a Eva, pero Eva también eludió la responsabilidad personal reaccionó mediante la transferencia de la culpa: «Yo no fui», dijo Eva «fue la serpiente» .
La transferencia de la culpa, es decir, cuando culpamos a otros por aquello que es nuestra responsabilidad reparar, es uno de los principales obstáculos para la Teshubá –el arrepentimiento– y es la excusa más antigua de la historia.