martes, octubre 15, 2024
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PURIM: Unidos, triunfamos y triunfaremos

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נקהלו ועמוד על נפשם

El 13 de Adar del año 474 a. C., en el año doce de Jerjes, el reinado del rey Ajashverosh, fue probablemente el día más crucial en la historia judía. En ese día, se llevaría a cabo el decreto de Hamán. El edicto real indicaba que “quien matara a un judío en todo el Imperio Persa no sería procesado por ningún delito y podría quedarse con las posesiones de la víctima”. La policía imperial no intervendría. Los encargados de hacer cumplir la ley permitirían “zonas libres” para que estos delitos ocurran sin su interferencia. Gracias a esta impunidad legal y al irresistible incentivo económico de los ejecutores, este decreto habría significado el fin del pueblo judío.

Pero providencialmente, y gracias a la audaz actuación de la reina Ester, se evitó la sentencia del exterminio colectivo. El rey Ajashverosh, esta vez instado por Mordejai y Ester, firmó un segundo decreto. Este decreto no podía cancelar el anterior porque los edictos del Rey no podían suspenderse, revocarse o modificarse de acuerdo con las leyes del Imperio Persa. El segundo decreto, por tanto, permitía a los judíos portar armas, contraatacar y defenderse. Sin consecuencias legales si mataban a alguien en el proceso. También en este caso la policía y el ejército persa se mantendrían al margen del conflicto.

La pregunta era: ¿cómo se desarrollaron los acontecimientos cuando llegó el 13 de Adar? ¿Cómo nos defendimos? Nuestros enemigos probablemente eran más numerosos que nosotros y probablemente estaban mejor armados y entrenados en la violencia. ¿Cómo logramos contraatacar? La Meguilá dice claramente נקהלו ועמוד על נפשם “Los judíos del imperio se unieron y defendieron sus vidas”. Todos los judíos del Imperio Persa se unieron y colaboraron para luchar contra el enemigo. Nos dimos cuenta de que aunque no éramos más fuertes, estábamos más organizados que el enemigo, y así pudimos vencerlo.

Imagínense un pueblo en Turquía con 1.000 judíos y a pocos kilómetros, un pueblo en la frontera con Siria con sólo 10 judíos, que habrían sido un blanco fácil para los enemigos antisemitas. Normalmente, no había colaboración entre las dos comunidades judías. Pero en Purim, decidimos unirnos נקהלו y defendernos unos a otros: la comunidad en Turquía envió una delegación de 100 judíos armados para defender a sus 10 hermanos en la ciudad siria. Nos dimos cuenta de que si nos uníamos y nos ayudábamos, podíamos vencer al enemigo antisemita, y eso fue lo que pasó. Las comunidades judías de todo el mundo se movilizaron y enviaron protección, alimentos y recursos a otras comunidades que no eran tan fuertes. Todas las comunidades judías del mundo actuaron, quizás por primera vez, como una sola comunidad.   De ahí el énfasis de la Meguilá en la palabra “ve’niqhalu”, los judíos actuaron y colaboraron unos con otros como un ‘qahal’, es decir, como una misma congregación.

Es por eso que en el día de Purim, todas las mitsvot que hacemos giran en torno a la idea de “niqhalu”. Damos dinero a los pobres recordándonos que, tal como lo hicimos en el pasado,  debemos seguir ayudando y colaborando con nuestros hermanos judíos de menos recursos. Y por otro lado, intercambiamos regalos, tal vez representando la gratitud a nuestros hermanos judíos por habernos ayudado en el pasado y recordando que a pesar de nuestras posibles divisiones, cuando estamos en una situación difícil, podemos confiar y contar con la fraternidad de unos con los otros.

Inspirado en el Dibre Tora de mis hijos en el Family Chat de ayer

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