Mi opinión sobre Israel y el fin de la democracia

שאלו שלום ירושלם ישליו אהביך

Cortinas de humo

Nuestro amado Estado de Israel está atravesando una profunda crisis: manifestaciones contra el gobierno cada semana, un estado de histeria en los medios de comunicación e incluso amenazas de deserción militar y guerra civil. Esta vez no se trata de un conflicto armado con el enemigo, aunque eso nunca se detiene, sino de una protesta civil de la oposición. Una movilización política cuyo objetivo declarado es evitar «el fin de la democracia» en Israel. ¿Qué está sucediendo en Israel que es tan peligroso para su democracia? La historia oficial de la oposición es que el gobierno está legislando una reforma judicial que «traerá consecuencias negativas irreparables a Israel a corto y largo plazo». Confieso que al principio me preocuparon estos argumentos. Les di crediblidad.  Pero luego comencé a aplicar algunos principios básicos de lógica talmúdica, que me entrenaron para diferenciar entre consignas vacías y datos sólidos. Me di cuenta de que no hay de qué preocuparse con respecto al futuro de la democracia en Israel. Todo lo contrario.

¿Qué propone esta reforma? Escuchando a la oposición, uno pensaría que pronto no habrá más elecciones en Israel, o que las mujeres no podrán votar, o que cada hombre va a estar obligado a usar traje negro y corbata… Comencemos por entender un poco mejor de qué se trata la propuesta de reforma judicial. Hay cuatro puntos en la propuesta. El primero y el más fundamental es que los futuros nuevos jueces del Tribunal Supremo de Justicia de Israel no serán elegidos mediante el voto –o veto– de los jueces que actualmente ejercen en el Tribunal: los nuevos jueces serán elegidos por los representantes del pueblo, COMO SUCEDE EN TODAS LAS DEMOCRACIAS DEL MUNDO. Y aunque hay otros detalles, este es el tema más relevante. ¿Cómo sabemos que este es el tema principal? Porque es el primer punto que el gobierno está legislando y es el único punto de la reforma que el Ministro de Justicia, Yariv Levin, no está dispuesto a negociar.

¿Que viene a modificar esta reforma?

El actual sistema de elección de nuevos jueces en Israel es «único» en el mundo democrático. Y no de manera positiva… En Israel, los jueces en ejercicio tienen el veto para descalificar a los nuevos candidatos. Comparemos con los Estados Unidos, por ejemplo. Cuando hay una vacante en la Corte Suprema, los candidatos a jueces son nominados por el Presidente. Luego,son evaluados y, después de muchas investigaciones, indagaciones y audiencias públicas, tienen que ser aprobados por los representates del pueblo, el Senado, con una mayoría de al menos 51 a 49. LOS JUECES EN EJERCICIO NO TIENEN NINGUNA PARTICIPACIÓN, VOTO, VOZ Y MUCHO MENOS VETO EN ESTE PROCESO. Al contrario, se mantienen completamente fuera del proceso para evitar la percepción de un conflicto de intereses y permitir que el proceso sea verdaderamente democrático y transparente. Con algunas variables menores, esto es lo que ocurre en casi todas las democracias del mundo. En Israel, increíblemente, los jueces de la Corte Suprema (en hebreo BAGATZ) eligen a los nuevos jueces. ¡Los candidatos ni siquiera son sometidos a una audiencia pública por la Keneset! Sin estos filtros , el nepotismo, los conflictos de intereses, el favoritismo, la falta de diversidad, la discriminación o la sobre-representación pasan desapercibidos. Este sistema, definitivamente no democrático, ha permitido que la Corte Suprema se multiplique y perpetúe ideológicamente eligiendo a nuevos jueces de la misma etnia , las mismas opiniones políticas (socialismo) y la misma ideología religiosa (secular) que sus predecesores. Este hecho escandaloso fue denunciado hace unos días por el presidente de Israel, Isaac Herzog, quien dijo que la Corte Suprema de Israel «no tiene una representación sefaradí significativa». Y yo añado: ¡ni religiosa ni de derecha, a pesar de que estos sectores constituyen hoy más del 60% de la población judía de Israel! Está claro entonces que la nueva propuesta para la elección de jueces no es antideomcrática en absoluto. Pero, ¿por qué entonces tanto escándalo? ¿A quién le puede molestar que la Keneset elija a los futuros jueces como el resto del mundo? Especialmente teniendo en cuenta que el mandato máximo de la Keneset es de cuatro años (aunque, en la práctica, es mucho menos; desde 2019 hasta 2023, por ejemplo, la Keneset ha cambiado ¡5 veces!). Y en cuatro años, escuché al ministro Levin decir, que tres o cuatro jueces pueden jubilarse o renunciar y necesitarán ser reemplazados. Esto implica que si esta Keneset, que se inclina hacia la derecha, elige jueces de una ideología de derecha, la próxima Keneset, si se inclina hacia la izquierda, podrá elegir a sus jueces de tendencia izquierdista. Y así, el equilibrio ideologico nacional siempre quedará restaurado. Tomemos, por ejemplo, el caso de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Incluso si de vez en cuando, la Corte que cuenta con 9 jueces, puede tener 6 jueces de una ideologia y 3 de otra , a largo plazo, la proporción entre jueces liberales y conservadores normalmente será de 4 a 5 o de 5 a 4. Y este es el sistema que la nueva Keneset propone para elegir nuevos jueces: ¡transparente y absolutamente democrático! Mientras que el sistema actual definitivamente no lo es! ¿Por qué tanto ruido entonces? Creo que esto no se relaciona con la reforma judicial sino con un problema más profundo.

EN EL PRINCIPIO

El Estado moderno de Israel fue fundado en 1948 por judíos sionistas europeos que provenían de una cultura socialista y secular. Este fue el caso, por ejemplo, de David Ben Gurion y de casi todos aquellos que firmaron la Declaración de Independencia de Medinat Israel. En la primera Keneset de Israel, la gran mayoría de sus 120 representantes pertenecían a los partidos socialistas Mapai y Mapam, o Maki, quienes fundaron instituciones de izquierda como los Kibbutzim: un experimento social único en el mundo que puso en práctica la utopía socio-cultural-económica comunista en su forma más pura. Según el profesor Mordechai Kedar (ver este video para información más detallada), la ideología socialista que prevaleció en esos años en Israel fue la razón por la cual la Unión Soviética fue el primer país en el mundo en votar a favor de la creación del nuevo Estado judío, y la razón por la cual Checoslovaquia, entonces un satélite soviético, fue el único país que apoyó a Israel con aviones y armas en su guerra de independencia: un estado socialista estaba apoyando a otro estado socialista. ¡Que no se malinterprete! La generación de Ben Gurion produjo a los grandes héroes del Israel moderno,  y aunque no tuvieron una educación judía formal, fueron responsables de fundar el maravilloso estado judío que disfrutamos hoy. Ellos fueron quienes literalmente dieron sus vidas por Medinat Israel ¡Les debemos mucho! Y creo que a pesar de su filosofía secular, David Ben Gurion no ignoró la magnitud religiosa de sus logros políticos. Él dijo: «En Israel, quien no cree en los milagros no es realista». Y me parece que parte de ese milagro es que el estado moderno del pueblo que trajo la religión al mundo fue fundado por judíos que se «declararon» ateos (¡aunque yo creo que no lo eran!).

EL DECEPCIONANTE PROCESO DE PAZ

Volviendo a nuestro tema, con el tiempo, se produjeron muchos cambios en Israel que implicaron una transformación de la izquierda y una pérdida sostenida de su fuerza electoral. Por un lado, la caída de la Unión Soviética y el colapso del comunismo y el estado judío que creció económicamente a través del capitalismo. La plataforma socialista de Mapai se transformó, y los valores nacionalistas sionistas que caracterizaron a Ben Gurion fueron reemplazados por ideas menos judías, más universalistas y pacifistas, que alentaban el dialogo con los palestinos e insistía en ceder territorios a cambio de la paz. Pero el ciudadano israelí promedio se cansó de ver que las concesiones a los palestinos solo traían más ataques y guerras. Luego vino el fiasco de Oslo y la retirada unilateral de Gaza, que no trajo paz a Israel, sino que, por el contrario, llevó a ataques suicidas, terrorismo, intifadas, túneles subterráneos, misiles, etc. Fue entonces cuando muchos israelíes pacifistas de izquierda, como Gadi Taub o el profesor Mordechai Kedar, que creían en un diálogo sincero de paz con los palestinos, despertaron de su ilusión y se dieron cuenta de que fueron ingenuos. Que del lado palestino no hay un socio para la paz. Y que los palestinos no quieren coexistir con el estado de Israel sino reemplazarlo. Fue un duro golpe para la izquierda, ya que cada vez más israelíes se inclinaban hacia la derecha o al menos hacia el centro. Los partidos de extrema izquierda, como Shinui, Chadash y lo que ahora es Meretz, se volvieron menos representativos de la sociedad israelí.

MANTENIENDO EL PODER BURÓCRATICO

Aunque la izquierda comenzó a declinar en su poder electoral, consiguió consolidarse estratégicamente en el «estado profundo», en instituciones muy poderosas que no dependen de los votos del Keneset. La izquierda israelí reina en las universidades, en la Fuerza Aérea, en los grupos de élite del ejército como la unidad de inteligencia 8200, en los medios de comunicación, en la fiscalía nacional, en los servicios secretos, etc. De esta manera, esta elite se las ingenió para retener gran parte del poder que perdía en las urnas. El premio más preciado era la Corte Suprema. En 1995, Aharon Barak, el Presidente del Tribunal Supremo, un hombre que se identifica con la izquierda y que recientemente confesó su completa ignorancia del judaísmo básico, se arrogó de manera muy cuestionable (en este magnífico video, televisado la semana pasada en el canal 14, se puede ver la historia de este evento, narrada por las personas que vivieron la revolución judicial de Barak) la autoridad para vetar cualquier ley emitida por el cuerpo legislativo, la Keneset, proclamando a su Corte de Justicia como la autoridad suprema «por encima de la Keneset». Debe aclararse que Israel no tiene una constitución: es una democracia parlamentaria, como Inglaterra, y por lo tanto, cuando el Tribunal Supremo rechaza una ley en Israel, no es porque esa ley esté en contra de la constitución, como podría suceder en los Estados Unidos, por ejemplo. En Israel, el Tribunal Supremo puede vetar una ley incluso si la considera «irrazonable». Esto le otorga a la Corte Suprema una autoridad superior a la del Parlamento, impide la posibilidad de que la Keneset legisle y lejos de balancear, altera el equilibro entre los poderes. Nuevamente: este sistema no existe en ninguna democracia del mundo, ya sea constitucional o parlamentaria. Y para asegurarse de que el Tribunal no cambie su ideología en el futuro y siga siendo fiel a la filosofía de izquierda, se estableció un sistema de elección en el que los jueces actuales pueden vetar a los nuevos jueces. En otras palabras, Barak produjo un «golpe de estado judicial» y se quedo con el poder de anular leyes legisladas por cualquier Keneset , especialmente cuando esta legislación es de derecha, y mantuvo la hegemonía socialista de la corte con jueces que se siguen eligiendo a sí mismos. Para ilustrar: hoy en día, según el periodista israelí Jacob Bardugo, ¡13 de los 15 jueces actuales son de tendencia socialista ! ¿Se imaginan una Corte Suprema de los Estados Unidos con 8 de los 9 jueces conservadores o liberales, y con el poder de veto en la elección de los próximos jueces? Un escándalo!

TODO CAMBIA

Y esto, queridos lectores, es lo que la reforma judicial promovida por el ministro de Justicia Yariv Levin quiere modificar. El nuevo gobierno de Israel quiere un Tribunal Supremo que refleje a la Keneset, la cual representa al pueblo, ya sea de derecha o de izquierda. Si lo que se quiere es no perder la «democracia», ¡que gane la izquierda en las próximas elecciones y, así, elija a sus jueces, como sucede en todos los países del mundo! Pero la izquierda israelí sabe que está perdiendo cada vez más seguidores. De hecho, y aquí viene el punto más relevante de este largo análisis, en las últimas elecciones (noviembre 2022) el partido de izquierda Meretz no obtuvo los suficientes votos y por primera vez en la historia, ¡se quedó fuera de la Keneset ! Y es por eso que la izquierda israelí está ahora en modo de «pánico», organizando manifestaciones para sobrevivir al golpe «mortal» -pero democrático- que recibió en las últimas elecciones. Si mi análisis es correcto, entonces la oposición a la reforma judicial propuesta por el nuevo gobierno no es la razón de esta crisis; es la excusa utilizada por un partido político y sus aliaods en la oposición que están tratando desesperadamente de recuperar relevancia, amenazando con una guerra civil, retirando su dinero de Israel e intentando desestabilizar, o al menos dañar al gobierno actual. En esta guerra política, la izquierda cuenta con muchos aliados en todos los medios de comunicación: canales de televisión 11, 12 y 13 (el canal 14 es la excepción), periódicos como Haaretz, etc., generales retirados del ejército (formados con una ideología socialista), ex primeros ministros que perdieron relevancia y la quieren recuperar como Ehud Barak o Ehud Olmert; rivales políticos de Netanyahu oportunistas como Yair Lapid, etc.   Pero de cualquier manera, la oposición solo tiene 56 escaños frente a los 64 del gobierno, lo que significa que la reforma judicial será aprobada por mayoría en una votación democrática.

¿Miedo a la democracia o miedo a la demografía?

Siempre y cuando se haga dentro de la ley, todo intento de sobrevivir políticamente es válido. Pero me duele que la izquierda esté sembrando cínicamente noticias falsas y argumentando que todas estas manifestaciones se realizan para evitar el «fin de la democracia», cuando en realidad, el objetivo es evitar el «fin del monopolio de la izquierda» en una Corte Suprema que de democrática no tiene nada. La izquierda sabe que si los futuros jueces del Tribunal Supremo son elegidos democráticamente por la Keneset, a largo plazo perderán representación. ¿Por qué? Por un lado, como hemos explicado, la izquierda tradicional perdió innumerables seguidores decepcionados por la insistencia en negociar la paz con aquellos que solo buscan nuestra exterminación. Pero hay algo más: la izquierda teme estar perdiendo irremediablemente su electorado debido a la proyección demográfica de Israel. En 1999, el experimentado líder religioso y político Menajem Porush dijo lo siguiente a sus oponentes políticos de izquierda: «En lugar de protestar, los israelíes seculares deberían tener más hijos… , noostros… cada vez que abrimos un Talmud Tora o una escuela tradicionalista o religiosa, se llenan inmediatamente! Mientras que las escuelas seculares están cada vez más vacías! ¿Por qué no ayudan a sus propias escuelas e instituciones a crecer? Hoy en día, los israelíes de tendencia izquierdista tienen tasas de natalidad negativas… la mayor tragedia que ustedes mismos han creado es esta baja tasa de natalidad… tengan más hijos y les aseguro que nos llevaremos muy bien juntos…»  A largo plazo, esta proyección demográfica que incluye israelíes tradicionalistas y de derecha volverá irrelevante a la izquierda. Una vez que entendemos esto, nos daremos cuenta de qué las manifestaciones y amenazas de guerra civil de la izquierda no son por miedo a perder la democracia sino por el pánico ante la nueva realidad demográfica, que ya se sintió en las últimas elecciones. ESTE ES EL VERDADEO PROBLEMA DE LA OPOSICION.

En conclusión, nadie quiere una guerra civil. El nuevo gobierno no quiere imponer estilos de vida religiosos por la fuerza ni limitar las libertades individuales. El objetivo de este nuevo gobierno y de la reforma judicial es justamente respetar la voluntad del pueblo expresada a través de elecciones democráticas, en el presente y en el futuro. La reforma judicial es un paso histórico hacia una Israel verdaderamente democrática, que reclame con orgullo su identidad nacional y judía. Hacia allí, con el favor de Dios, se está encaminando el Estado de Israel.