הצילני נא מיד אחי מיד עשו
LA ESPADA DE ESAV
Ya’aqob Abinu regresa a la tierra de Israel. Tiene muchas dudas. Una de esas dudas es si su hermano Esav aún le guarda rencor. Recordemos que 20 años atrás, Esav decidió matar a Ya’aqob. La pregunta de Yaaqob era: ¿Me sigue odiando Esav 20 años después? A lo mejor sus resentimientos han cambiado y ya se olvidó de lo que pasó tanto tiempo atrás…. pero Ya’aqob no está seguro. Y encuentra una complicación más: escucha que Esav está llegando encabezando una banda de 400 hombres: demasiada gente para un comité de bienvenida…. Ya’aqob teme lo peor y siente el peligro que acecha a él y a su familia. Ya’aqob reza y suplica por la intervención Divina diciendo la famosa frase: «[HaShem ], sálvame de la mano de mi hermano, de la mano de Esav» Cuando finalmente se reencuentran, Esav no ataca a Ya’aqob. Hay comentaristas bíblicos que explican que Esav tenía toda la intención de destruir a Yaaqob y quedarse con su familia y sus posesiones, pero que hubo un cambio emocional en el corazón de Esav. ¿por qué? La noche anterior Ya’aqob luchó contra un enviado de HaShem (“ángel”, aunque la Torá lo describe como un “hombre”). Este individuo hirió a Ya’aqob en su muslo y dejo a Ya’aqob herido. Cuando Esav vio a Ya’aqob rengueando se conmovió (o pensó que Ya’aqob ya no era un adversario digno…) y , de acuerdo a esta interpretación, el perdón que no llegó en 20 años, se transformó en una especie de “lástima” por la vulnerabilidad de Ya’aqob, y los sentimientos de afecto regresaron. Así, de una manera directa o indirectamente, HaShem salvó a Ya’aqob de Esav, al hacerlo luchar contra ese individuo.
LA INVITACION DE ESAV
Acto siguiente, y ahora en un clima de reencuentro familiar, Esav agradece los generosos regalos de Ya’aqob y le dice: «No me hace falta nada, hermano mío, ya tengo demasiado» . Vemos que Esav es un hombre materialmente exitoso. Es el patriarca, fundador y cabecilla del pueblo de Edom. Pero Esav, tal como su mamá lo había anticipado, no siguió el camino de su abuelo Abraham y de su padre Isaac. Los Edomitas, liderados por Esav, habían abandonado las creencias de Abraham Abinu y eran idólatras, como el resto del mundo Y ahora Esav ya no lo ve a Ya’aqob como su enemigo, sino como su hermano, su amigo. Y aquí, irónicamente, comienza un problema enorme para Ya’aqob. Algo más delicado y más sutil que la espada de Esav, pero igualmente letal. ¿De qué se trata este nuevo problema? Como consecuencia de la nueva reconciliación fraternal, Esav invita a Ya’aqob a unirse a él. (Gen. 33:12) «nis’a veneleja «Vamos juntos. Ven conmigo a Se’ir, y allí viviremos como una sola familia. Tus niños pequeños van a jugar con mis niños: sus primos. Y ya tengo en mente algunas de mis hijas y nietas que podrían ser muy buenas candidatas para casarse con tus hijos.» Ya’aqob sabe que si acepta la invitación de Esav, sus hijos terminarán asimilándose a Esav y siendo parte de su familia. HAY MUCHISIMO EN JUEGO: sería el final del legado de Abraham Abinu (del “judaísmo» de ese entonces)…. y no por la via de la espada de Esav, sino por la disolución natural e inevitable de la «religión» que practicaba la familia de Ya’aqob.
EL “NO” QUE CAMBIO LA HISTORIA
Y en” ese momento decisivo para para posteridad, Ya’aqob, heroicamente, le dijo NO a Esav. Lo hizo muy diplomáticamente. «Tú ve adelante y yo llegaré, al ritmo de mis pequeños hijos», le dijo. Esav, que quizás no comprendió la indirecta de Ya’aqob, insistió. «Si quieres te dejo algunos hombres para que te protejan en el camino, hasta que llegues a mi casa». Ya’aqob, estoicamente, soportó la tremenda presión sicológica de ese momento — en el que se podia cortar el aire con un cuchillo— y, con mucha incomodidad pero con mucha firmeza rechazó nuevamente la oferta de Esav. «¿Por qué habré de hallar tanta gracia en tus ojos?». Esav finalmente entendió el mensaje y se marchó. Si tuviésemos que describir con nuestras propias palabras lo que experimentó Ya’aqob en su intenso encuentro con Esav diríamos que en un mismo evento Ya’aqob se enfrentó al antisemitismo y a la asimilación. En el primer caso, especialmente si seguimos la opinión que mencionamos Dios intervino «directamente» para salvar a Ya’aqob de Esav, “su enemigo”. Pero cuando Ya’aqob se enfrenta al Esav, “su amigo” Esav, allí no hubo una intervención Divina. Hubo una decisión humana. Ya’aqob debió actuar por su cuenta y decir y asumir las consecuencias del «NO» . En esta segunda instancia Dios no interviene, y espera que Ya’aqob tome la decision correcta por por sí mismo.
SI YAAQOB NO HUBIERA DICHO “NO”….
La mejor manera de entender el impacto de los NO que definen nuestars vidas es visulaizr que hubiera paado si no hubiramos dicho NO. Hoy en día, nosotros, los descendientes de Ya’aqob Abinu, seguimos enfrentando desafíos muy similares. La sociedad no judía nos invita a una integración cultural y social sin barreras ni diferencias. La asimilación se cobró ya millones de “almas” judías. Millones de instancias en que hijos, o padres, no tuvieron la fuerza, la convicción o la posibilidad de decir “NO” a Esav el amigo. El dando ha sido catastrófico. Comparto con ustedes dos números que lo dicen todo: 1) 1927. 2) 4.200.000. En el año 1927 la población judía en los estados Unidos era de 4.2 millones. ¿Cuántos judos deberían haber en los Estados Unidos en 2021, casi 100 anos después? Aquí no hubo una Shoah, ni campos de concentración, ni mega-matanzas antisemitas; por el contrario: la emigración judía al este país continuó ininterrumpidamente. No soy un genio de las matemáticas pero mi intuición me dice que hoy deberían haber no menos de 15 o 20 millones de judíos en Estados Unidos…. Pero hay menos de 6 millones…. ¿Qué pasó entonces con los otros millones de judíos que ya no se cuentan como tal? De la asimilación tenemos que salvarnos por nuestra cuenta. Mejorando como judíos, en nuestra observancia y apreciación de valores judíos. Educando a nuestros hijos en escuelas judías y con nuestro ejemplo. Y teniendo la valentía y la convicción de decir «NO» si alguna vez la relación con Esav puede pasar de la cordialidad y el respeto debidos, hacia un plano social en el cual arriesgamos perder nuestra identidad.