SHABBAT: La idea judía más universal y revolucionaria

La Torá define al Shabbat como “ot”, es decir, como una señal identificatoria del pacto entre el pueblo judío y Dios. Cuando observamos el Shabbat, a través de lo que hacemos y dejamos de hacer, manifestamos nuestra identidad judía. La observancia del Shabbat, un elemento no étnico, nos distingue de los otros pueblos de la tierra.
Observar el Shabbat es la forma judía de declarar (o de acuerdo a la terminología rabínica de “testificar”) que creemos en la existencia de Dios, el Creador de los cielos y la Tierra. Los judíos trabajamos seis días y el séptimo interrumpimos todo para dedicarnos a nuestro Creador.
Es interesante, y se habla muy poco de este tema, que si bien la observancia del Shabbat sigue siendo un valor exclusivamente judío, el Shabbat produjo una “idea” revolucionaria que es hoy patrimonio de la humanidad. La idea del ciclo semanal.
Trataremos de comprender mejor este concepto.
A diferencia de otras mediciones de tiempo, la “semana” no tiene ninguna indicación astronómica, es absolutamente convencional.
El “día”, tal como lo explica la Torá en Bereshit (Génesis), es el resultado de la transición entre la luz solar y la oscuridad de la noche.
El “día”, el sistema más elemental de medición de tiempo, el tema fundamental del primer día de la Creación, nos es arbitrario, sino visible, y astronómicamente predecible (24.0000006 horas).
Lo mismo ocurre con el ciclo del “mes”, que también indica otro ciclo astronómico, en este caso, el ciclo lunar, que dura 29,53 días.
Luego tenemos el año, también un cliclo astronómico visible, calculable y predecible, que lleva 365 días (y 5 horas, 48 minutes, y 46 segundos).
Días, meses y años, son periodos naturales y visibles.
Pero el ciclo semanal ¡es completamente arbitrario! No hay ninguna indicación astronómica, ni terrestre, ni solar, ni lunar que indique o determine un ciclo de 7 días. Como lo explica la Torá, y como lo confirman los historiadores modernos, el ciclo semanal tuvo su origen en el pueblo judío. Para observar el Shabbat, en la antigüedad sólo los judíos dividíamos el tiempo en ciclos de 7 días.
La observancia del Shabbat, y, como consecuencia de la observancia del Shabbat, la division del tiempo en ciclos de siete días, son signos identificatorios, que eran exclusivos, entre Dios y el Pueblo judío:
Imaginemos lo raro que les habrá parecido a los demás pueblos que “de vez en cuando” los judíos dejarán de trabajar la tierra, cocinar, construir, etc. Pero con el tiempo, el reposo semanal sistemático que el resto del mundo observaba en el pueblo judío, fue generando en la humanidad la idea de un ciclo de 7 días. La observancia del Shabbat se transformó en un reloj no astronómico sino humano, y los Yehudim cumplimos así nuestra misión de ser or lagoyim, inspirar al mundo a creer en Dios.
Los judíos seguimos siendo los únicos que observamos el Shabbat, estrictamente y de acuerdo a como lo indica la Torá. Pero al adoptar el ciclo semanal, la humanidad entera ha asimilado la idea judía del Shabbat, y directa o indirectamente, el reconocimiento de la existencia de un Dios, Creador del universo.