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Pésaj, y el día de la mujer

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Los Sabios se preguntaron: ¿Cómo fue posible que saliéramos de Egipto? La respuesta técnicamente es muy sencilla: gracias a la milagrosa intervención HaShem, nuestro Dios, y por supuesto de Moshé, y en cierta medida de Aharón, su hermano. Pero para nuestra sorpresa, o no, los Sabios del Midrash formularon otra respuesta: בזכות נשים צדקניות נגאלו ישראל ממצרים “Fue por el mérito de las mujeres virtuosas que el pueblo judío fue liberado de Egipto”. Para entender la absoluta lógica, y la belleza, de esta respuesta hay que abrir la Torá y leer desde Shemot (Éxodo) 1:15 hasta 2:10 (ver aquí).  Allí la Torá nos recuerda la orden del Faraón a las parteras hebreas (o de las hebreas) Shifrá y Puá. Estas dos parteras (que según un famoso Midrash eran Yojebed y Miryam) representan el primer ejemplo registrado en la Biblia, y en la historia de la humanidad, de desobediencia civil. Y la Torá afirma claramente que gracias al valor de estas mujeres el pueblo judío se fortaleció y se multiplicó: exactamente lo contrario de lo que quería lograr el faraón. Luego la Torá nos habla del coraje de la madre de Moshé, Yojebed, que decide tener un hijo a pesar del nuevo decreto público del faraón de asesinar a todos los niños judíos. Luego, como sabemos, cuando ya no pudo ocultar más a su hijo, su mamá puso a su pequeño bebe en una cesta. Y esa canastilla fue encontrada por la propia hija del faraón, Batyá, que en un segundo valiente acto de desobediencia civil, rescato al bebé judío y lo adoptó como su propio hijo.  La Torá también menciona a otra mujer, Miryam, la hermana de Moshé, que se quedó vigilando la canastilla que llevaba a su pequeño hermanito y le sugirió a la hija del Faraón conseguir una mujer hebrea, la propia madre de Moshé, para que alimente a su hijo adoptivo. Fue de esta manera que Moshé tuvo conciencia de su identidad judía.   Cada una de estas mujeres jugó un papel crítico y fundamental, directo o indirecto, en la liberación del pueblo judío de Egipto.
Pero hay algo más. Un hermoso Midrash que se pregunta: ¿Cómo fue posible que los hijos de Israel clamaron y rezaron por su liberación? ¿Cómo se llegaron a dar cuenta que eran esclavos? La pregunta parece absurda. A menos que nos acordemos de la cueva de Platón. Si una persona nació, se crió y vivió toda su vida en el fondo de una cueva oscura, obviamente no sabe lo que es la luz. Pero tampoco sabe lo que es la oscuridad. El reconocimiento de la oscuridad sólo es posible cuando uno conoce la luz. Sin conocer la luz la oscuridad es simplemente la condición natural de la existencia. Los judíos nacieron, se criaron y vivieron por varias generaciones en la esclavitud. ¿Cómo es posible que no se hayan acostumbrado a esa condición y que hayan aspirado a la libertad?
También en este caso el Midrash también le da el crédito a las mujeres de Israel. Los Sabios explicaron que todos los días, las mujeres judías iban al Nilo y juntaban allí pequeños peces que se acumulaban en la orilla del río. Con la mitad de esos peces hacían un ungüento especial, una crema, y con el resto preparaban una sabrosa comida. Cuando llegaban sus maridos por la noche, las mujeres se embellecían lo mejor que podían, frente a unos espejos especiales de cobre que tenían para ese fin, y vestían sus mejores ropas. Cuando sus maridos llegaban le quitaban su camisa y le pasaban el bálsamo que habían preparado sobre sus castigadas espaldas. Luego, le servían a sus esposos un delicioso plato de comida caliente y pasaban así la noche juntos.
Mientras que los amos egipcios hacían todo lo posible para humillar a los judíos en los campos de trabajos forzados, desmoralizarlos y quebrar sus espíritus, las mujeres judías redoblaban sus esfuerzos para que en su hogar sus esposos se sintieran como reyes, como “dueños” de su hogar, como hombres libres, felices y afortunados. En otras palabras: las esposas judías le hacían ver a sus esposos la luz. Para que no olvidaran que fuera de su hogar, estaban en la oscuridad.  Según nuestros sabios fue este noble esfuerzo de las mujeres de Israel lo que NO les permitió a los judíos resignarse a su condición de esclavos, como sucedió con tantos otros pueblos. Fue por el mérito las mujeres virtuosas —y de nuestras sabias esposas que supieron fortalecer nuestro espíritu en los momentos más difíciles de nuestra historia— que nuestra libertad de Egipto fue posible.
Dedicado a mi querida madre.
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