viernes, marzo 29, 2024
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PINEJAS: Yehoshúa y el poder de la empatía

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CARACTERÍSTICAS DE UN LIDER JUDIO
En nuestra Perashá, Pinejás, cuando Moshé Rabenu se entera que su vida está por acabar, le ruega a HaShem nombrar al sucesor adecuado para dirigir a Bené Israel. Y dice (Bamidbar 27:16) «Eloqe harujot lejol basar» (Dios, que conoces los espíritus de cada ser vivo). El Midrash explica que Moshé imploró a HaShem que asignará a un líder con esa característica: un hombre «asher rúaj bo», que pueda conocer los espíritus de todo ser vivo. Esto es: un hombre que comprenda el carácter de cada individuo. El líder ideal de Israel debe ser paciente, con mente abierta y debe estar preparado para lidiar con diferentes tipos de personalidades. Con aquellos que necesitan una mano fuerte, y con aquellos que necesitan un enfoque más sensible. Con los que pueden escuchar una opinión distinta y con aquellos que presentan más resistencia y requieren explicaciones adicionales o una estrategia de persuasión no convencional.
EL MAESTRO
HaShem entonces, designa a Yehoshua como sucesor de Moshé. Yehoshua  era «un maestro» de la empatía, y entendía que hay diferentes tipos de inteligencias y que en el tema de la comunicación, uno debe adaptarse a los demás.  Un líder que antes de reaccionar y enojarse se tome el tiempo para entender las razones de la opinión del otro. Yehoshua era capaz de ponerse en la piel del otro y entender no solo lo que su interlocutor dice, sino lo que está tratando de decir.  En TODAS las relaciones humanas necesitamos de la empatía, el entendimiento de que a pesar de que todos venimos de los mismos ancestros, Adam y Eva, somos muy diferentes. Como dijeron nuestros Sabios  keshem shepartsufehem shonot… »  del mismo modo que no hay dos personas con caras idénticas, tampoco existen dos personas con la misma forma de pensar o comunicarse (Berajot 5b)».
LA MIOPIA:¿ES CONTAGIOSA?
La empatía es fundamental en un líder. Por empatía me refiero a la capacidad de percibir los sentimientos del otro e internalizarlos sin  negarlos o ignorarlos. Es la capacidad de suspender por un momento nuestro propio punto de vista, y no juzgar el comportamiento de los demás de acuerdo a la forma en que «uno» siente o se comporta. No me puedo molestar con mi esposo si sus gustos respecto a la comida son diferentes a los míos. No puedo decirle a mi hija adolescente que es ridículo tener miedo a subirse a una montaña rusa en un parque de diversiones, solo porque yo no le tengo miedo a las alturas. Tenemos diferentes temperamentos, formas de percibir la vida, miedos, y sensibilidades.   Todo el mundo ha vivido experiencias distintas en la vida que han afectado a sus personalidades. Mis lentes son personalizados.  A mí me ayudan a leer mejor y a ver mejor. ¡Pero no puedo pretender que mis anteojos le sirvan a los demás! De hecho, si alguien usa mis anteojos, ¡no va a poder ver!
PARENTING Y EMPATIA
En nuestro papel de padres, la empatía es absolutamente necesaria. Cualquier padre con más de un hijo sabe que los niños son muy diferentes entre sí, incluso cuando fueron criados en el mismo hogar y por los mismos progenitores. Nosotros, los padres, debemos prestar mucha atención y entender a cada uno de nuestros hijos según su personalidad e individualidad, con el fin de ser empático con sus necesidades, y saber cuál es el mejor enfoque a aplicar con cada uno de ellos en particular.  Comencemos por convencernos de que nuestros hijos son diferentes. ¡Cada uno tiene un espíritu distinto! Llamamos al preescolar «Gan Yeladim», literalmente  «un jardín de niños», «o jardín de infantes».  Pero, te preguntaste alguna vez, ¿por qué se llama «jardín»?  Porque a fin de brindar a los pequeños las bases correctas en los comienzos de su educación, hay que ser como un jardinero, que sabe que cada una de sus plantas tiene necesidades diferentes.  Algunas plantas necesitan agua una vez al día. Otras plantas, irónicamente, se marchitarán si las regamos a diario. Hay plantas que necesitan mucho sol, y otras, sombra. Al igual que las plantas, todos nuestros hijos necesitan atención. Pero esa atención debe ser personalizada. Adaptada a cada uno de nuestros hijos en particular.
Tenemos que ser para nuestros hijos lo que Yehoshúa fue para Am Israel: entender que cada uno de nuestros hijos tiene su propio universo mental.
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