jueves, marzo 28, 2024
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Las palabras de Gabriel Sassoon, en memoria de sus siete hijos

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Hace una semana, en Shabbat de Parashat Vayiqra, en Rosh Jodesh Nisán, los judíos de Nueva York sufrimos una gran tragedia. Una tragedia que por su magnitud resonó en todo el mundo judío. Siete niños, de 5 a 16 años de edad, murieron en un terrible incendio. Eliane (16), David (12), Rebeca (11), Yeshua (10), Moshe (8), Sara (6), y Yaakob (5) Sassoon, Zijronam Libraja.

Cuando nos enfrentamos con tragedias, tratamos de encontrar una razón – es como un desesperado impulso humano que demanda que estos terribles accidentes se entiendan. Algo o alguien debe explicar lo inexplicable. Culpamos a los dispositivos eléctricos o a la falta de alarmas de humo . En realidad, mucha gente me pidió que en respuesta a esta tragedia escribiera algo sobre la seguridad de las Platas eléctricas de Shabbat y cosas de ese tipo. Y la verdad es que estuve a punto de hacer precisamente eso.

Fue entonces que escuché las palabras del padre de los siete niños, Gabriel Sassoon, cuando habló en la levaya de sus  hijos en Nueva York [ este es el link para escucharlo ]. Sentí que estaba escuchando una versión contemporánea de Iyob, y mi perspectiva cambió. Pensé que, si bien la seguridad es muy importante y merece toda nuestra atención, las palabras de este padre exigían una reacción más profunda.

Dirigéndose a más de mil judíos que asistieron a la levayá para honrar a sus hijos antes de ser enterrados en Israel, el rabino Gabriel Sassoon lo dijo todo. La gente vino a consolar al desconsolado padre, pero la verdad es que él terminó consolando a todos. Gabriel Sassoon es, de profesión, un maestro en una escuela judía, y ese día enseñó más de una lección. Nos recordó que muy a menudo «la gente se olvida lo que es importante en la vida …» Después de mencionar sus siete hijos, uno por uno, nombre por nombre, lágrima por lágrima, le dijo a todos los que ese día se transformaron en sus alumnos: «Tenemos que amar a nuestros hijos … Por favor, todo el mundo: quieran a sus hijos!» Simple. Verdad? Pero amar a nuestros hijos es tan obvio que tendemos a olvidarlo. Lo postergamos. No nos damos el tiempo suficiente para eso. Los amamos, pero nos olvidamos de actuar en consecuencia. Ahora, un hombre que está hablando desde la  incomparable perspectiva de alguien que lo tenía todo y lo perdió todo, nos recordó el verdadero significado de «lo que es importante en la vida.» Al oír estas palabras, estoy seguro, todo padre debe haber pensado lo que yo pensé y sentí: «Tengo que querer más a mis hijos: tengo que ser más paciente, más atento, y más interesado en sus cosas. Necesito pasar más tiempo con mis hijos «.

El Rabino Sassoon no sólo habló como un padre. También habló como un pensador. Un pensador judío que, cuando se enfrenta a una tragedia, no busca sus causas sino sus lecciones. Hubiera sido tan fácil, tan esperado, tan común, y aparentemente tan «piadoso» describir a sus niños como sacrificios y luego, reprender a la audiencia sobre los innumerables pecados que todos cometemos. Pero el rabino Sassoon se negó a justificar la teodicea, (la benevolencia de Dios vs. la existencia del mal). En cambio, él aceptó el terrible decreto. En sus propias palabras, «se rindió», se sometió ante la voluntad infinita e incognoscible de D-s.

«No entendemos nada …», dijo. Y sonaba tan creíble… «Me entrego a D-s, [al D-s que] yo sé que es todo bondad.» Al escuchar al rabino Sassoon, sentí que estaba escuchando al Iyob de nuestra generación. Iyob también lo perdió todo (aunque la comparación podría no ser muy justa, ya que, a diferencia de la familia Sassoon, la Guemará dice que Iyob puede haber sido un personaje literario, y no histórico איוב לא היה ולא נברא אלא משל היה). Iyob perdió su fortuna, su salud, y lo peor, perdió a todos sus hijos e hijas en un accidente. Los amigos de Iyob vinieron a consolarlo. Eran buenas personas, creyentes piadosos que intentaron, con las mejores intenciones, justificar ese acto letal de la naturaleza (una tormenta), que cobró la vida de sus amados hijos. «Tú debe haber pecado. D-s, que controla la naturaleza, nunca haría sufrir a los inocentes «, dijeron. Iyob escuchó a sus amigos, pero rechazó sus argumentos e insistió en defender su inocencia. Al final de la historia, HaShem se revela a Iyob en una visión, desafiando a Iyob a entender la forma en que funciona la naturaleza. La naturaleza («la Creación») tiene un mecanismo visible, predecible y relativamente comprensible, que palidece en su simplicidad en comparación con la infinita complejidad y la multidimensionalidad con que HaShem administra Su justicia con la humanidad. Iyod admite su enorme ignorancia y las inevitables limitaciones de su comprensión. Y así D-s disuade a Iyob (y al lector) de la vanidad de nuestro esfuerzo de comprender cómo funciona la justicia divina. Sin respuestas, Iyob humildemente acepta los decretos de D-s: «se rinde» y, como Gabriel Saassoon, renuncia al esfuerzo presuntuoso de descifrar los indescifrables designios de D-s.

Como Iyob, Gabriel Sassoon rechazó las explicaciones hechas a la pequeña altura del hombre para justificar su tragedia. La parte más importante de su corto pero poderosísimo discurso, en mi opinión, fue cuando mencionó una historia, tal vez una leyenda, de la época de la Inquisición. Se trataba de una mujer judía que trágicamente perdió a todos sus hijos. Ella, entonces, le dijo a D-s: «Yo amaba a todos mis hijos, y ahora se han ido. Ahora, todo mi amor está libre para Ti, y yo voy a amarte tanto como me sea posible.».  En este punto del discurso creo que todos esperabamos que el rabino Sassoon adoptará para sí mismo esta «gloriosa» expresión de piedad, lo que lo aparentemente lo hubiera transformado en un ser humano sobrehumano. En cambio, el desconsolado padre sorprendió a todos sus oyentes con una monumental manifestación de humildad, coraje y vulnerabilidad. Al referirse a la historia de la Inquisición, dijo enfáticamente: «No estoy de acuerdo con todo eso. Porque cuando amas a tu hijo, estás amando a HaShem «, que te dio a tu hijo como un regalo, «La sonrisa de un hijo, su risa, su simpatía, sus éxitos, sus sueños … todo eso es un reflejo de HaShem. Amar a la esposa o al marido, eso es un reflejo de HaShem. Amar a un total desconocido, es también un reflejo de HaShem. Cada relación humana que tenemos, es un reflejo de HaShem. Un aspecto diferente del Infinito, que tenemos la oportunidad de experimentar … Ahora, yo lo perdí todo. Y ya no podré experimentar [ese reflejo del amor divino] «.

El libro de Iyob termina con un final inesperado. Iyob, el hombre que no comprendía la justicia de D-s y que terminó sometiendo su entendimiento humano, es recompensado por Dios. Pero, irónicamente, sus amigos, aquellos que trataron de explicar y justificar la justicia de D-s, los que se auto-designaron como defensores de D-s, recibieron la orden de traer un Qorban Jattat, un sacrificio que era ofrecido para expiar un pecado no intencional…

Ahora, mientras nos preparamos para nuestro primer Shabbat después de esta tragedia, y sabiendo que todos revisaremos nuestras Platas de Shabbat y nuestros detectores de humo,  dejémonos inspirar por  las palabras de Gabriel Sassoon. Honremos la invitación de Sassoon de abrazar y disfrutar  «lo más importante en nuestras vidas». Concentremos nuestras energías en practicar el jesed (bondad) uno por el otro. En amar a nuestra esposa o esposo, en ocuparnos de aquellos que nos necesitan.

Y aquellos de nosotros que tenemos la inmensa fortuna de tener un hijo – recordemos que lo tenemos todo! El privilegio de tener seres queridos, nos permite la oportunidad  de reflejar en los demás el amor de HaShem por nosotros. Las cosas buenas que hacemos uno por el otro ,son un reflejo de lo que haShem hace por nosotros.

Si este Shabbat obramos así, respondiendo al urgente llamado del Rab Gabriel Sassoon, vamos a honrar la memoria de sus preciosos hijos, de la manera que él lo quiere.

Pido a Dios que bendiga a la esposa de Gabriel Sassoon, Gayle Sassoon, y a su única hija sobreviviente, Siporah, de 15 años, con salud y una larga vida.

SHABBAT SHALOM
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